❹❹
Lo peor de esperar siempre es el aburrimiento, aunque en esos momentos también estaba un poco preocupado por la repentina invitación de su ex esposo a que lo acompañara a una cita médica para simplemente dejarlo esperando en el pasillo durante media hora.
Aunque no lo pareciera, siempre había sido alguien que estaba muy pendiente de la salud de Hyungwon desde que le comentó acerca de un episodio de anemia en su niñez y aunque nunca se había vuelto a repetir la enfermedad, temía que esta vez si estuviese pasando, es por eso que le preocupaba demasiado.
Un poco abrumado por la espera se recostó en la incomoda silla que se encontraba, pero en ese momento escuchó un sonido provenir de la mochila de Hyungwon. Al principio pensó en ignorarlo, pero después el sonido se volvió a repetir y la curiosidad le ganó, entonces sacó el celular y aunque tenía contraseña, no le fue difícil ingresar porque lo conocía muy bien y sabía que Hyungwon usaba la misma contraseña para todo porque siempre se olvidaba de las nuevas.
Cuando desbloqueó el celular se encontró con que Hyungwon lo había dejado en el reproductor de música y soltó una risita al ver la última canción que había escuchado, pues pegaba demasiado con la situación que estaban viviendo. Pero luego un nuevo mensaje hizo que el celular emitiera otro sonido y desviara su atención de lo que había visto.
Sabiendo que podía meterse en problemas ingresó al WhatsApp del delgado, los mensajes eran de Didi preguntando si todo estaba bien, lo cual lo extrañó muchísimo. Pero un chat fijado desvió su atención aún más al presentarse frente a sus ojos, totalmente tentador.
Primero se rió al notar que el nombre del contacto era “Wontonto”, luego ingresó al chat y se sorprendió de que había muy poca cosa en él. Era como si pasaran juntos por tanto tiempo que ni siquiera necesitaban hablar por WhatsApp, sin embargo podía notar la lejanía entre los chats más recientes y los antiguos. Apenas habían mensajes recientes, sin embargo en los antiguos había de todo tipo, aunque en su mayoría eran de Wonho pidiéndole de por favor que hiciera ramen para la cena.
Dibujó una leve sonrisa en su rostro. Ellos realmente parecían una pareja de casados real. Estaba tan ensimismado en lo que estaba viendo que no se fijó que Wonho estaba en línea y que acabó mandando un mensaje que automáticamente se marcó en leído por su culpa.
— Mierda... —susurró mientras lanzaba una mirada rápida hacia la puerta del consultorio donde estaba Hyungwon— ¿por qué me metes a más problemas, imbécil?
Sin más remedio que terminar con lo que empezó, reprodujo el audio que había llegado.
— HyungHyung... —escuchó a Wonho con un tono de voz muy suave— ¿Donde... ¿Donde estas? —hubo una breve pausa acompañada de un suspiro— acabo de llegar a casa y recién me entero de que no traigo mis llaves, ya sabes que siempre las guardo en el segundo cajón, pero esta mañ...
Cortó el audio sintiéndose un poco enfadado por alguna razón, así que envió una llamada sin importarle las consecuencias de eso. Necesitaba darle unas buenas bofetadas a Wonho para que dejara de andar por las orillas, así que en cuanto la llamada fue contestada comenzó a bombardearlo.
— Esa es una excusa muy gastada para saber de su paradero. —gruñó sin darle tiempo a hablar— ¿Por qué mejor no le llamas y le preguntas cómo está? ¿Tanto cuesta?
Wonho soltó un fuerte suspiro, seguro de molestia.
— De verdad eres una jodida pesadilla, la piedra más grande en mi zapato. —bufó— ¿donde está HyungHyung? En verdad no traigo mis llaves, maldito pazguato.
Al escuchar el tonto insulto, Samuel casi soltó una carcajada pero afortunadamente se contuvo muy bien para continuar con lo que quería decirle.
— Bien, si tanto te molesta que yo esté aquí, ya sabes lo que tienes que hacer pero no lo haces. Así que no me vengas con tus tonterías ahora, analfabestia. —replicó molesto.
Wonho hizo una pausa para soltar un suspiro casi de frustración.
— Mira, aborto de mono con piernas de papas mal fritas... —-hizo una breve pausa— No me interesa nada de lo que tengas para decir, dile a Hyungwon que lo esperaré en la cafetería, eso es todo.
Bufó con molestia.
— No gracias, no seré el pelele de un niñito pedorro como tú. —sonrió complacido con su respuesta, pero antes de que pudiera terminar con su guerra de insultos infantiles, tenía a Hyungwon delante suyo quitándole su celular par finalmente cortar la llamada.
— ¿Qué demonios crees que haces? —cuestionó con molestia— ¿No te basta con tomar y espiar cosas que no te pertenecen sino que también le llamas y peleas con él?
Recogió su mochila con un poco de molestia y comenzó a caminar hacia la salida dejando a Samuel totalmente pensativo. Era extraño que repentinamente él estuviera comportándose como un niño, quizá pasar tanto tiempo en los problemas de Wonho le había hecho daño y ahora era Hyungwon el único que se estaba comportando como un adulto razonable.
— Hyungwon... —susurró siguiéndolo de cerca— lo lamento, en realidad fue una charla sin sentido porque olvidó sus llaves, es solo que...
Hyungwon asintió sin mirarlo.
— Lo sé. —alzó un llavero en alto que estaba seguro que le pertenecía a Wonho— las dejó tiradas en las escaleras, las recogí cuando venía hacia acá.
La firmeza en las palabras de Hyungwon lo hacían sentir extraño y fue en ese momento que recordó el motivo por el cual estaba allí.
— A ver, no estoy aquí para hablar de Wonho... —afirmó y recibió a cambio una mirada inexpresiva de parte de Hyungwon— ¿o si...?
El delgado soltó un largo suspiro y por fin salió del edificio, siendo seguido por Samuel que rápidamente se dio cuenta que el menor no tenía su motocicleta consigo.
— En realidad no lo sé... —confesó— yo solo quería que... Solo quería hablar con alguien que no fuera Wonho o mi familia... —lanzó una mirada sincera a Samuel— lamento preocuparte, puedes tomar un taxi ahora si gustas, yo caminaré.
El mayor lo miró extrañado. Hyungwon no era de las personas que buscaba hablar con alguien de sus problemas a menos que algo estuviera ocurriendo, entonces aprovechando que cerca había una parada de autobuses, Samuel lo tomó por los hombros para detenerlo y lo invitó a tomar asiento en la banca que estaba totalmente vacía.
— No me iré a ningún sitio si aún no me has dicho lo que tenías para decirme... —informó— todo esto me da mala espina, es mejor que me digas todo lo que está ocurriendo. Empezando por la cita médica.
El menor asintió y tomó asiento después de dar un largo suspiro.
— Yo... —volvió a suspirar— voy a irme.
Samuel lo miró totalmente sorprendido y aún más preocupado. No se esperaba esa respuesta en absoluto.
— ¿A qué te refieres? —cuestionó en un susurró— ¿vas a tomar vacaciones o...
Hyungwon negó.
— Voy a irme de París. —confesó— También de Francia y si es posible, también de Europa... —notó la expresión de Samuel y antes de que se lo preguntara se adelantó— lo siento, no voy a decirle a nadie hacia donde voy... Y eres el único que sabe lo del viaje, al menos hasta que me vaya... Por eso lo de la cita medica, solo era un chequeo para saber que estoy en condiciones de viajar y ahora sé que sí lo estoy.
Hubo un largo silencio después de eso. Samuel no terminaba de procesar la información recibida por más que lo pensara.
Su mente viajó a tiempos pasados, tenía varios años conociendo a Hyungwon. A su mente vino el tiempo en que estuvieron en su matrimonio por conveniencia, mezclado con algunos bonitos recuerdos del menor usando un bonito gorrito de Santa Claus en aquella navidad que pasaron solos. Luego los demás recuerdos que pese a estar separados, seguían creando a través de varias situaciones.
No sabía si amigos era la palabra correcta para llamar a la relación que ahora tenían, pero el aprecio por Hyungwon siempre estuvo presente desde el primer momento y simplemente no podía imaginarse París sin él.
— ¿Por qué? —susurró después de un largo rato— ¿es por esta situación? Porque si es así yo mismo puedo abrir la boca y decir la verdad, darle unos buenos golpes a Wonho o hacer que te enamores de otra persona... —lo miró fijamente— ¡Eso es! Hay que buscarte a alguien más... —se puso de pie casi emocionado de haber hallado una posible solución— vamos a arreglarte bien y debes coquetear en la cafetería, voy a hablarle a la gente de ti y si alguien quiere pasarse de listo yo voy a golp...
— Samuel... —susurró tomando su mano con una sonrisa triste— gracias por pensar en mí pero ya lo decidí y no es solo por Wonho... —suspiró— creo que necesito cambiar de aires y enfocarme en otras cosas más allá de la cafetería, ese viejo apartamento y Wonho. ¿Lo comprendes?
El mayor lo miró fijamente a los ojos y no podía encontrar un rastro de indecisión en ellos, entonces su corazón comenzó a doler de alguna manera. Esa bonita mirada marrón le decía pacíficamente que no importaba lo que hiciera, no iba a cambiar de opinión.
— ¿Cuando? —cuestionó sin ánimos de alargar la pregunta— ¿por qué lo sé?
Hyungwon se puso de pie y comenzó a caminar junto a él.
— Es porque será pronto. —afirmó— semanas quizá... Y quiero que tú...
Fue incapaz de terminar su frase, pero Samuel lo conocía demasiado como para no saber lo que había querido decir.
— Quieres que sea yo quien le diga a tu familia después de que te vayas ¿no? —Hyungwon asintió cabizbajo— ¿por qué me haces esto? Sabes que van a golpearme mucho. —hizo un puchero— No huyas de los problemas, cobarde.
El delgado soltó una leve risita que de alguna manera relajó un poco el triste ambiente en el que se habían sumido.
— Estoy huyendo de problemas... Si. —asintió— pero la mayoría no son míos, así que no veo nada de malo en eso.
Samuel asintió dándole la razón y notando que ya estaban muy cerca del edificio donde Hyungwon residía.
— Promete que vas a salir a divertirte el tiempo que resta... —susurró con tristeza mientras lo miraba, entonces Hyungwon asintió con una sonrisa triste— déjame a mi esa tarea, voy a llevarte a un lugar de buena música para que dejes de escuchar Deserve de Christina Aguilera, esas cosas son demasiado depresivas.
Hyungwon soltó una carcajada y le dio un golpe en el brazo.
— Eres jodidamente odioso y metiche. —bufó con fingido enojo— gracias al cielo que nos divorciamos.
Samuel le revolvió el cabello al llegar enfrente de la cafetería.
— No sabes lo feliz que estoy de haber tomado esa decisión. —se rió y en ese momento Wonho salió de la cafetería quedando los tres de frente. Entonces Samuel sonrió hacia Hyungwon— feliz tarde HyungHyung, cuídate.
Hyungwon sonrió levemente aún con la tristeza marcada en el rostro, finalmente se dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección al edificio seguido de Wonho, quien no perdió su oportunidad de matarlo con la mirada.
Los miró avanzar uno al lado del otro, entablando una conversación que al parecer era tranquila. Claramente Wonho era totalmente ignorante de lo que en realidad estaba ocurriendo y le dolió el pecho solo de pensar en como resultaría todo y lo mal que se lo pasaría diciendoles lo que Hyungwon acababa de contarles.
Odiaba tener que estar cerca de Wonho, pero si no hacía algo pronto, la historia se tornaría en una muy triste anécdota de un tonto que perdió el amor de su vida por cobarde.
— Me estoy volviendo loco... —susurró para sí mismo cuando ellos se perdieron de su vista— ¿Qué haré ahora? ¿Por qué Wonho no dice la verdad de una maldita vez?
Se giró para caminar hacia su apartamento de nuevo y terminar el trabajo que había dejado a medias gracias a la urgente invitación de Hyungwon, pero en cuanto lo hizo se encontró con un rostro familiar.
— Samuel... —susurró la mujer con una sonrisa en el rostro.
Él la miró un poco sorprendido pero intentó fingir lo contrario.
— Wooji, no te había visto... —comentó sonriendo de la misma manera que ella, rogando al cielo para que no hubiera escuchado lo último que había soltado inconscientemente.
Ella le dio un golpecito en el brazo.
— ¿Gustas café? —señaló hacia la cafetería de los gemelos— hoy he ayudado a Hyuna a hornear pan, te aseguro que quedó delicioso.
Samuel lanzó una mirada rápida y luego la volvió a mirar.
— Lo siento, yo solo estaba dejando a... —señaló en dirección al edificio de apartamentos para que entendiera— necesito irme ahora.
Ella lo tomó del brazo.
— Oh vamos, es de mala educación rechazar algo tan bueno... —soltó una risita que acabó por convencer a Samuel quien comenzó a caminar lentamente hacia la cafetería hasta llegar a una mesa y tomar asiento. Después de varios minutos Wooji llegó a la mesa con dos tazas de un oloroso café y una pequeña cesta de pan recién horneado que hizo que su estómago rugiera por lo bueno que se miraba todo— anda, come y bebe, yo invito.
Samuel asintió y comenzó a degustar del regalo de la mujer quien también parecía estar disfrutando de su creación, hasta que el silencio le pareció innecesario.
— Así que Samuel... —llamó su atención— ¿Cuál es la verdad que Wonho tiene que decir?
Entonces el pan dejó de sentirse bueno.
Cagadas que no debes cometer:
#44) No pienses en voz alta.
Cualquiera podría escucharte y
meterte en un buen lío.
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