❹❸
Soltó un largo suspiro mientras miraba al ventanal de la oficina en la que estaba. Antes todo parecía agradable allí dentro, pero en ese momento no había nada más que muebles elegantes, un enorme ventanal y una chica inteligente diciendo cosas que sinceramente no le interesaban.
Odiaba el sentimiento de vacío que sentía dentro y estaba muy seguro de que no se trataba de hambre porque ya había comido un poco de ratatouille, eso sí, primero se aseguró de que no se tratara de una rata hervida. Pero aún así, no pudo comer más que un par de bocados.
— Hoseok, ¿estás escuchandome? —cuestionó en tono dulce mientras lo miraba con un poco de preocupación— ¿por qué esa carita? —se acercó a él y le tocó las mejillas— ¿Qué tiene mi bebito llorón?
Él suspiró y la miró fijamente. Su tacto no se sentía como el de Hyungwon pese a que ambos tuvieran manos suaves y cálidas.
— Si escuché... —mintió— termina de decir lo que estabas contando.
Ella le sonrió y le masajeó los hombros sin vergüenza alguna.
— Acabé de hablar hace más de diez minutos... —susurró bajando las manos por sus brazos que se mantenían apoyados en la silla de oficina— ¿Qué es lo que te tiene tan mal? ¿Necesitas un masaje para quitar un poco el estrés? —sus pequeñas manos comenzaron a masajearle los brazos sin permiso mientras su coqueta sonrisa seguía presente en su rostro— ¿o quizá...
Las manos de la mujer volvieron hacia sus mejillas, acunando su rostro mientras apoyaba una de sus rodillas en la silla de oficina de Wonho, más precisamente en el hueco entre sus piernas.
Las largas pestañas de la mujer se ondearon con coquetería mientras lo miraba a un par de centímetros de su rostro, momento en el cual Wonho se dedicó a estudiar sus facciones.
Su cara era muy fina en comparación con la de Hyungwon, su piel un poco más morena, su nariz un poco más puntiaguda y aunque sus labios parecían ser casi tan gruesos como los del menor, el simple hecho de ver el fuerte tono carmesí en ellos le hacía pensar en que si llegaba a tocarlos le sabrían a plástico y no a café dulce como los de Hyungwon.
No había otra opción en ese momento más que la que tomó; apoyó sus manos en los pequeños hombros de la mujer y con mucho cuidado la alejó de él hasta ponerse de pie.
— Abril, lo siento. —comenzó a recoger sus cosas de la oficina dejando a la mujer anonadada— estoy felizmente casado y lo sabes.
— ¿Qué? —preguntó sorprendida— pero Wonho, —soltó una risita— ¿vas a seguir con esa farsa incluso aquí?
Wonho la miró con seriedad, sintiendo su pecho hervir de furia.
— ¿Cuál farsa? —levantó su mano mostrando con más orgullo que nunca el precioso anillo que resaltaba en su dedo anular— además, no tengo por qué darte explicaciones de mi vida privada, tu y yo no somos absolutamente nada y lo mío no te concierne.
Ella se cruzó de brazos aún un poco sorprendida mientras miraba a Wonho recoger sus cosas.
— ¿A donde crees que vas? —cuestionó— tenemos un proyecto que presentar en un par de días, no vengas a hacer tonterías ahora.
Wonho sonrió con sarcasmo.
— No, no "tenemos", este era y es mi proyecto. —afirmó con molestia— y voy a terminarlo sin tu intervención.
Ella rodó los ojos.
— ¡Ay, por favor! —se rió— Hoseok, déjate de tonterías y vuelve a la silla, en serio... —sonrió mientras Wonho acababa de guardar lo último en su maletín— de verdad no hace falta que hagas una tontería por seguir encubriendo una farsa... Si el jefe llega a enterarse de que tú vas a tu bola, seguramente tu mes de probatoria se vaya al carajo y quedes desempleado.
Wonho la miró fijamente por varios segundos y asintió.
— Bien, entonces dile al jefe que haga conmigo lo que crea necesario, pero yo haré las cosas a mi manera. —ella se sorprendió una vez más de la firmeza de sus palabras— y tú disfruta de ver "mi farsa" mandandote al carajo.
Tomó su maletín y salió de la oficina sabiendo muy bien que esa podría ser la última vez que sus pies pisaran ese suelo. Aún así no se desanimó y acabó por salir del edificio sin dar explicación alguna a nadie. Tomó un taxi rumbo al edificio del apartamento que compartía con Hyungwon y aunque su garganta doliera gracias al nudo que se había formado en ella, no podía quebrantarse y llorar.
Sabía que su vida había sido más fácil en aquellos días de fiesta y amigos, sin embargo aún no podía decidir que la decisión de viajar a Francia fuera una mala idea, porque detrás de esa puerta roja con pintura deteriorada había un pequeño espacio que se sentía como un hogar gracias a la dulce persona con la que lo compartía.
Soltó un largo suspiro y finalmente giró el pomo para ingresar de una buena vez en el apartamento, suponiendo que Hyungwon se encontraría abajo en la cafetería, sin embargo, sus ojos fueron obligados a dar un rápido vistazo hacia adentro al escuchar la música a todo volumen en la sala del lugar.
Sus ojos no tardaron en posarse en el delgado quien tenía los ojos cerrados mientras parecía intentar seguir alguna coreografía de la canción Company que parecía figurar en su mente. Era la primera vez que miraba a Hyungwon bailando de esa manera y no de una manera torpe o erotica, pero lastimosamente él abrió los ojos en uno de sus movimientos y acabó por detener sus movimientos, un poco avergonzado.
— ¿Qué haces aquí? —cuestionó con una mezcla de enfado y sorpresa— ¿no se supone que debes estar en tu proyectito?
Él no pudo evitar sonreír al notar el leve tinte de celos en su última pregunta, dándole un poco de esperanzas de que aquello tan jodidamente confuso y profundo era recíproco y no sólo cosa suya.
— Me he venido temprano por algunos asuntos. —mencionó sin más detalles mientras ponía el maletín a un lado de la puerta— sobre eso... —señaló hacia el lugar donde el delgado había estado bailando hasta hace unos instantes— creo que estuvo genial, si participaramos con algo así yo creo que...
— No estoy participando en nada, —lo interrumpió— y menos contigo.
Sus palabras dolieron quizá un poco más al tener presente el hecho de que acababa de poner su destino a pender de un hilo por preferirlo a él, sin embargo no se molestó, simplemente asintió comprensivo.
— Entiendo. —sonrió con fingida amabilidad aún cuando estaba a punto de desbordarse en un mar de lágrimas— solo decía.
Avanzó a través del apartamento y aflojó su mal amarrada corbata para empezar a despojarse del incómodo traje que portaba en sus días laborales y contrario a lo que Hyungwon pensó, Wonho simplemente recogió el maletín del suelo para dirigirse hacia la habitación.
¿Por qué le dolía ver a Wonho tan apagado?
Pero más importante, ¿cómo podría dejar de sentirse molesto con él después de lo que hizo?
Se quedó en la sala totalmente pensativo y triste por alguna razón, pero de un momento a otro Wonho volvió a aparecer con muchos papeles, la computadora y en pijama pese a que recién estaba oscureciendo.
— Hyungwon... —susurró temeroso llamando su atención— mi madre me ha enviado un mensaje preguntando por ti, al parecer no has contestado a sus llamadas. —por inercia él miró su celular y notó las más de 5 llamadas perdidas de su suegra-no-suegra— me ha dicho que hay una receta que quiere probar para la cena y que tú podrías ayudarle en eso.
Se sentó en el suelo de la sala ordenando sus papeles por todo el piso ante la extrañada mirada del menor, quien después de oír el comentario se puso de pie para irse a la cafetería.
— ¿Irás? —cuestionó un poco enfadado aún— porque si es así...
Wonho le sonrió y negó.
— Puedes estar tranquilo, no iré. —afirmó devolviendo su mirada a los papeles— si mi madre pregunta por mi, dile que no sabes nada y no te preocupes, la habitación ha quedado sola y totalmente ordenada para cuando quieras descansar —volvió a mirarlo y le sonrió— y HyungHyung... —soltó un largo suspiro y negó— no es nada.
Hyungwon suspiró y lo vio un poco triste, pero aún molesto.
— Bien. —susurró dándose la vuelta sin poder evitar mirar una vez más hacia él— entonces me voy, buenas noches.
Wonho lo miró a los ojos un par de segundos y asintió. Pudo ver en sus orbes marrones el enojo acumulado, sabía que debía disculparse y que inevitablemente debía decir la verdad si no quería morir por la culpa de su cargo de consciencia, pero debía pensarlo mejor, hacer algo bonito quizá o incluso escribir en algún papel todas las palabras que no le saldrían al estar frente a él.
Pero debía buscar un momento, una hora, un lugar y llamar su atención de una manera que supiera que iba a ser escuchado y perdonado.
Pero aún no era el momento.
Cagadas que no debes cometer:
#43) No lo presiones.
Hay cosas que necesitan tiempo.
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