Culpo a la investigación de mi tesis, a mi maestro de literatura mexicana siglo XX, a Inés Arredondo y Georges Bataille por esta abominación. Si usted lee con cuidado este relato, la verdad es muy feo, detrás de todas esas flores y cabellos pelirrojos: Una mujer pervertida (¿o bruja, auténtica hija de Lilith?) y los líos de su descendencia católica. Síndrome de Edipo en una chica (¿o dos?), pérdida de la inocencia, automutilación, homicidio culposo encubierto, orgías lésbicas, culto a la noche y, de nueva cuenta, la aceptación (y deconstrucción) del mal.  

Es sólo que Mi madre de Georges Bataille, rey de lo perverso, me fascinó desde que estudiamos la poética de la crueldad en clase. Incluso lo guardo en mi estante, detrás de los libros políticamente correctos, junto a todos mis títulos favoritos. En fin. La pregunta aquí es: ¿y si la figura materna, en vez de inculcar "buenos sentimientos", abre paso a una sexualidad disidente, un mundo "retorcido" para la moral predominante? En Bataille y otras obras por el estilo, es un hombre quien se enfrenta a ello, pero... ¿y si fuese una chica? Pienso en animalidad, en brujas, mujeres libres y, por tanto, tachadas de malignas.

En El martillo de las brujas, se acusa a toda mujer pensante de diabólica. Por eso, chicas, seamos brujas, hijas de Lilith, no de Eva ni María ¿vale? Creo que, como mujer, producir este tipo de textos es mi acto de rebeldía. 

No sé, releyéndola no es tan mala como pensaba. Igual no he recibido mucha retroalimentación, por lo que sería lindo saber su opinión. Tampoco es tan brillante, pero creo que acabo de recordar mis intenciones cuando escribí el borrador.

En fin, muchas gracias por llegar hasta acá. Saludos.

Ave Azul

30 de junio de 2021