Capítulo 3
Ariana releyó la dirección un sinfín de veces hasta que se dio cuenta de que había cometido un gran error.
–¡Oh, cielo santo no! ¡No, no, no, no! ¡Nooooo!– gritó horrorizada ahí dentro de su habitación.
[email protected] debía estar escrito en la barra, y no [email protected]
¡Maldición!
Aquello no podía estar pasando.
Se había despertado muy temprano esperando encontrar una respuesta de Drew a la fotografía que le había enviado la noche anterior. Pero al darse cuenta de que no tenía ni un solo mensaje nuevo en su bandeja de entrada, se había dirigido a verificar que hubiese escrito bien el correo. Fue entonces cuando se dio cuenta de su grandísima equivocación.
–¡No, no, no! ¡Por favor no!–
¿Pero en qué había estado pensando? ¿Por qué había escrito la dirección equivocada? ¿Por qué si conocía perfectamente cuál era el correo de Drew?
–Tengo que estar soñando– se dijo entonces mientras dejaba caer el celular a la cama. Intentando convencerse de que todo era una pesadilla. De que realmente seguía durmiendo y aquello no estaba ocurriendo. Cerró su mirada, y lo repitió una y otra vez. –Esto no sucedió... Esto es sólo un mal sueño... Sí, sí, un mal sueño– sin embargo al abrir los ojos y tomar de nuevo su celular, se dio cuenta de que había sucedido.
La angustia la golpeó de lleno, y todo su ser volvió a embargarse de tensión y consternación.
Se había equivocado de correo electrónico, y la foto de sus senos desnudos había ido a parar a manos de... Jack Reed.
Precisamente él.
El pánico la inundó.
–¡Maldita sea, no! ¡Tiene que haber una manera de borrarlo! ¡Tiene que existir una solución a esto! ¡Santo cielo, por favor!–
Pronto corrió al escritorio en dónde estaba su laptop. La abrió entrando enseguida al navegador.
Tecleó... Cómo borrar un email que ya ha sido enviado.
Los links de respuesta aparecieron, y Ariana los revisó uno a uno con rapidez.
En ninguno encontró lo que buscaba.
Parecía que no había solución a su grandísimo problema.
Frustrada cerró su ordenador, y sus ojos se llenaron con lágrimas de angustia.
–¿Qué hiciste, Ariana?– se recriminó.
En ese momento alguien tocó a su puerta. En primera cuenta ella no respondió, pero al ver que insistían finalmente lo hizo.
–¡¿Qué?!–
–Señorita Ariana, soy Nía– era la empleada. –Su padre está esperándola en el comedor. Pregunta si no irá a la escuela–
–¡Sí, sí! ¡Dile que ahora bajo!–
Con rapidez, la castaña tomó una ducha. Se secó el cabello en lo que pareció ser un récord de cinco minutos, y luego se vistió.
Optó por un bonito vestido negro que se le ceñía al cuerpo divinamente, y luego de maquillarse como era habitual en ella, cogió su bolso y salió de su habitación.
Encontró a sus padres tomando el desayuno en el amplió comedor. Como siempre, el silencio reinaba.
–Buenos días– saludó mientras Nía colocaba un plato frente a ella, junto a su infaltable jugo natural de naranja.
Al verla Hugh Butera limpió su boca con la elegante servilleta bordada, y entonces le preguntó.
–Ariana. ¿Es cierto lo que tu madre me ha contado?–
Los ojos marrones fueron de su papá hacia su mamá.
Sandra solamente desvió la mirada, bebiendo de su taza de té y utilizándola como distracción.
–¿Qué cosa te ha contado mamá?– cuestionó ella sin más.
–Qué Drew y tú han terminado su noviazgo–
Grandioso. Su madre era una bocazas. ¿Pero por qué se sorprendía? Siempre lo había sido.
Irónicamente ella no le había contado sobre el plan de utilizar el sexo para recuperar a Drew.
Sandra Butera parecía tonta pero no lo era.
La miró acusadoramente.
–Eh... técnicamente... bueno, yo... nosotros– exhaló. No le servía de nada mentir. –Sí...–
Hugh asintió sopesando su respuesta, pero Ariana pudo ver en él la molestia que lo embargó.
–¿Puedo saber el motivo?–
–A decir verdad... Drew y yo sólo nos dimos un tiempo–
Su padre frunció el ceño.
–¿Se dieron un tiempo? ¿Eso qué significa?–
–Pues...– ella dudó. –...que... que regresaremos pronto. Sí, eso significa–
–¿Estás segura, Ariana?–
–Claro que sí, papi. No te mentiría– le sonrió fingiendo absoluta confianza. –Drew y yo nos amamos. Esto es sólo un... un pequeño distanciamiento de mutuo acuerdo–
Hugh de nuevo la miró con expresión de desacuerdo.
–No lo sé, Ariana. Eso me parece muy extraño. ¿Por qué tendrían que "darse un tiempo" si se supone que se quieren? ¿Significa eso que él es libre de salir con otras chicas mientras tanto? ¿Y tú?–
La castaña comenzó entonces a ponerse verdaderamente nerviosa. Su padre era un hombre muy difícil. Tenía un carácter muy fuerte, y a veces la asustaba.
–No, no, nada de eso, papi– volvió a sonreírle. –Yo amo a Drew, y él me ama a mí. Esto es sólo... un paso importante para que los dos maduremos... Eh... eso creo. Pero estaremos bien. Volveremos a estar juntos muy pronto, ya lo verás–
Hugh asintió. Todavía pensaba que aquello era algo sin sentido, y no lo entendía, pero no pensaba cuestionarla más.
–Espero que sea como dices. Mi asociación con John Van Acker no puede verse afectada por nada. Ese negocio es muy importante, Ariana. Es el paso que he estado esperando para que nuestra cadena hotelera crezca a nivel mundial. Espero lo tengas en cuenta– sin decir otra cosa más, su padre se puso en pie. –Debo irme. Que tengan buen día– dio un beso en los labios a su esposa, y uno más a su hija sobre su cabeza. Enseguida se marchó.
Cuando Sandra y Ariana se quedaron solas, esta la miró con reproche.
–¿Por qué tenías que decírselo, mamá?–
Su madre se hundió de hombros.
–Bueno, tú sabes que tu padre y yo no nos ocultamos nada–
–¿Ah sí? ¿Y también le contaste sobre tu grandiosa idea de entregarle mi virginidad a Drew para que vuelva conmigo?–
Nerviosa, Sandra se removió en su asiento.
–Eh... bueno, no. Desde luego que omití eso. ¡Cielo santo! Enfurecería. Te mataría y a mí también–
Quizás sí, quizás no. En ese momento Ariana se preguntó si su padre en verdad enfurecería al saber que su hija había utilizado el sexo para recuperar a Drew, o en cambio la felicitaría por su hazaña.
Después de todo él anhelaba aquella asociación con Van Acker Investments más que nada.
–Y hablando de eso...– continuó hablando Sandra. –¿Ya te pusiste manos a la obra?–
Ariana recordó la atrevida y muy explícita nude que había enviado a ese idiota de Reed la noche anterior, y le dio un vuelco en el estómago. De pronto el apetito desapareció.
–Algo así– mintió. Después tomó su bolso, se puso en pie, y salió prontamente de su casa.
A veces su propio hogar la sofocaba.
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Había enviado una fotografía de sus senos al chico malo de la escuela.
¡Oh, cielo santo! ¡Había enviado una fotografía de sus senos al chico malo de la escuela!
Aquel hecho no la dejó estar tranquila mientras conducía.
Estaba aterrada y se sentía muy nerviosa e inquieta.
Sin embargo a mitad de camino se dijo que debía tranquilizarse.
Con suerte él ni siquiera la habría visto. ¡Sí! Con un poco de suerte el mensaje habría ido a parar a su bandeja de spam.
–Por favor, por favor, por favor...– susurró con voz suplicante.
Tenía que pensar positivo, se dijo, o de otro modo iba a terminar volviéndose loca.
Ariana intentó aparcar su auto en el sitio de siempre, pero debido a su pequeño inconveniente se le había hecho tarde, y alguien más lo había ganado. Maldijo en silencio y tuvo que ir un poco más atrás en busca de un lugar disponible.
Cuando lo encontró, se preparó para salir y entrar a sus clases, sin embargo al ver quién se encontraba enfrente, no se atrevió a hacerlo.
Él permanecía ahí, frente a su auto, bajo la sombra de un árbol. Arreglaba su motocicleta, o algo así.
A Ariana se le cortó la respiración y sufrió de un vuelco en su interior.
No pudo creerse que de cientos y cientos de alumnos ahí en Worthington, tuviese que encontrarse precisamente con ese sujeto al iniciar su día.
¿Era una broma de mal gusto?
Definitivamente la suerte no había estado de su lado en aquellos últimos días.
–¡Ay no!– enojada, le soltó un golpe al volante, y después hundió su rostro ahí.
El grito de frustración fue ahogado por sus manos.
–¿Por qué tiene que pasarme esto a mí?–
Alzó su cabeza, y entonces por primera vez en toda su vida, se dedicó a observarlo.
Jack Reed, ese era su nombre, pero Ariana realmente no lo conocía.
Jamás había hablado con él, salvo la pequeña charla del día anterior, nada más.
Simplemente lo había visto pasar por los pasillos imponiendo y provocando temor a los demás estudiantes, pero antes de lo sucedido no le había dedicado ni siquiera dos segundos de sus pensamientos. Ahora no podía dejar de pensar en él, y en el hecho de que había recibido aquella fotografía.
¡Qué bochornoso!
De nuevo deseó gritar.
Lo miró de nueva cuenta y esta vez su mirada se detuvo más de la cuenta.
Era muy alto, demasiado, como un gigante. Debía medir cerca de dos metros, y muy musculoso también. Seguro ese debía ser el motivo de que todos le temieran. Su altura y su fuerza, más la dureza de sus ojos oscuros...
De pronto se quedó paralizada.
¿Y ella cómo demonios sabía que tenía los ojos oscuros?
¿Y por qué sabía que tenía una cicatriz en su ceja izquierda, provocada seguramente por alguna pelea callejera?
Nunca lo había tenido demasiado cerca. Era imposible que tras compartir unas breves palabras con él, aquellos datos se hubiesen quedado grabados en su cerebro.
Ariana decidió no pensar más en eso.
–Vamos, vete de aquí, desaparece– le dijo en voz baja, esperando realmente a que él se marchara, y la dejara así salir por fin de su auto.
Jack parecía muy concentrado apretando una tuerca en alguna zona de su motocicleta que ella no podía ver directamente, pues la anchura de su extensa espalda se lo impedía.
Él se puso en pie, y se giró. Por fortuna no la vio. Llevaba encima una chaqueta de cuero negro, y... ¡Demonios! Hasta ese momento Ariana se dio cuenta de que la lucía bien. Muy bien.
El sujeto era incluso guapo. Debía admitirlo, pero sin duda no era su tipo de chico. Jamás lo sería. Era demasiado rudo, demasiado todo.
Se exaltó cuando su celular empezó a sonar con la alarma de un mensaje.
Liz: Ari, ¿por qué no has llegado?
Soltando un suspiro, la castaña se dedicó a responder.
Ariana: Ya estoy aquí, pero, ay Liz, sucedió algo que...
Entonces dudó, y de inmediato borró letra por letra. No podía contarle sobre el asunto de Reed y la fotografía íntima. No quería que nadie lo supiera, ni siquiera su mejor amiga.
Se alegró profundamente cuando vio que Jack, alias blackhawk_29 se alejaba tomando camino hacia la entrada.
Ariana: Recién llegué. Te veo en clase.
Envió el mensaje y lanzó su celular dentro de su bolso.
Salió del auto y entró a la escuela a toda prisa.
Deseó desde el fondo de su alma no tener que toparse a ese tipo en todo lo que restaba del día.
Aunque sabía que compartían al menos una clase... Ciencias.
¡Maldición!
Ariana pidió clemencia al cielo. Después suspiró.
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–¿Ariana? ¿Ariana? ¿Hola?–
Aquella era la quinta o sexta vez que Elizabeth la llamaba intentando despertarla del trance.
Los ojos marrones de la distraída joven parecían perdidos, parecían estar en otra órbita.
Fue hasta que la sacudió que consiguió que ella reaccionara.
–¿Qué ocurre, Liz?– le preguntó Ariana un tanto exaltada.
Su amiga frunció el ceño.
–¿Ari, qué te ocurre? Has estado actuando muy extraña toda la mañana. ¿Pasó algo? ¿Está todo bien?–
Sí, habían pasado un montón de cosas horribles en su vida. Su novio de toda la vida la había dejado por otra, y encima esa condenada fotografía en manos de Jack Reed, que no dejaba de angustiarla.
Nada estaba bien. Absolutamente nada.
Ariana deseaba simplemente desaparecer de la faz de la tierra. Estaba viviendo una pesadilla, una muy horripilante.
–Liz, tiene razón– exclamó Chloe de inmediato. –Hoy pareces un zombi–
Cielos, hasta Chloe que era una distraída de primera lo había notado. Ariana exhaló.
–Tranquilas, no pasa nada–
–Es por Drew, ¿que no ven, tontas?– Zendaya se acercó a la castaña y la rodeó con un brazo, como mostrando ser la amiga que más la comprendía.
Elizabeth rodó los ojos y la ignoró.
Por fortuna en ese momento esas dos decidieron que era hora de ir a retocar su maquillaje al baño.
–Al fin se fueron– exclamó contenta. No era ningún secreto que ellas no le agradaban del todo.
–Las adoras, ¿cierto?– rió Ariana, aunque sin ganas.
Esta vez Elizabeth frunció el ceño y emitió una exclamación de asco.
–Eww, no. Las soporto porque tú las soportas, pero sinceramente no sé por qué dejas que se junten con nosotras–
Ariana arqueó una ceja. Liz no solía ser despectiva con las personas, al contrario de ella, por eso le parecía extraño.
–Y se supone que la mala soy yo. ¿Por qué no te caen bien?–
–No lo sé– la chica de ojos grises se hundió de hombros. –Me parecen falsas, al menos Zendaya lo es. Pero no importa, no perdamos tiempo hablando de esas bobas, mejor cambiemos el tema. Hoy... Hoy es la fiesta de Logan. No tienes que ir si no quieres, es más tampoco yo iré. Me quedaré a dormir contigo y veremos películas toda la noche–
Ariana negó de inmediato.
–Claro que iremos a la fiesta de Logan. Sé que él te gusta mucho, Liz. Además ahí estará Drew, y yo no perderé la oportunidad de demostrarle que soy mil veces más guapa que esa bobalicona–
–Así se habla– ambas chocaron palmas. –Me alegra que ya te sientas mejor. Empezabas a preocuparme. Ari... ¿estás segura de que sólo estabas así por Drew?–
En ese momento Ariana se sintió terriblemente por mentirle a su mejor amiga, pero no podía contarle lo que le ocurría. Iba a morirse de vergüenza.
–Estoy segura, Liz– sonrió. –Vamos, debo encontrar a ese nerd. El trabajo de Ciencias es para la siguiente clase–
Enseguida ambas chicas se apresuraron para encontrar al pelirrojo y llegar a tiempo a su salón de clases, sin embargo a medio camino se detuvieron.
Observaron a Selena Gomez que caminaba rápidamente muy segura para ganar el primer asiento de la primera fila.
–Liz, adelántate, ¿sí? Debo ocuparme de algo– dejando a su amiga, avanzó hasta la pelinegra, colocándose frente a ella y obstruyéndole el camino.
Al ver de quién se trataba, los de por sí ya asustadizos ojos de Selena se abrieron de par en par con gran horror. Bajó la cabeza y abrazó los libros sobre su pecho como si su vida dependiese de eso.
Bajó la cabeza y abrazó los libros sobre su pecho.
–Disculpa– susurró, e intentó rodearla para huir pronto de ahí, pero Ariana no se lo permitió.
La castaña se alegró de llevar tacones, pues la chica era alta. La miró, furiosa.
–¿Qué te disculpe?– arqueó las cejas. –Oh, no, darling. Yo no disculparé a la zorra que me robó a mi novio–
La expresión en el rostro de Selena fue de terror puro.
Ariana pudo jurar que la muy idiota estaba a punto de llorar, y eso la alegró muchísimo. Su venita malvada quería verla pasando un mal rato.
–Quiero que me digas a la cara, ¿quién demonios te piensas que eres, y por qué te has creído que alguien tan mojigata e insignificante como tú, puede quitarme algo a mí, que soy la reina de este lugar?–
Definitivamente la chica estaba a punto de estallar en llanto.
Sin embargo antes de que pudiese decirle algo más, una voz la llamó.
–¡Ariana!–
¡Maldición!
Era Drew, y la miraba como si fuese a asesinarla. Se acercó de prisa a la castaña.
–¿Qué demonios crees que haces?– la tomó del brazo con brusquedad. Enseguida se llevó a ambas al otro extremo del pasillo para que ninguno de los demás alumnos escucharan su discusión.
Enojada, Ariana consiguió zafarse de su agarre.
–¡Suéltame!– le ordenó, si él se creía que era el único enfadado ahí, se equivocaba. –¡Te odio, Drew! ¡Te odio! ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¡Cambiarme por una simplona! ¡Nunca te lo voy a perdonar!–
Drew exhaló entonces frustrado.
Sabía que aquello iba a suceder en algún momento, conocía a Ariana desde que eran niños, conocía sus arranques, su carácter fuerte. Tenía que hablar con ella en ese instante.
Se giró para mirar a Selena.
–Déjame solo con ella. Te prometo que todo estará bien, linda– le dijo de manera tan suave y tierna, que la castaña rabió con furia. Los celos la embargaban. No podía creerse que ahora él estuviese hablándole de aquella manera a alguien más que no era ella.
Selena asintió de inmediato demostrando su ciega fe en él, y prontamente se marchó de ahí.
Drew volvió a tomar el brazo de Ariana para llevarla a otro lado. La condujo entonces a la cancha de basquetbol. Ahí tendrían la suficiente privacidad.
–¿Por qué le hablas así frente a mí? ¡Eres un cínico! ¿Sabes que esto me hiere muchísimo?– comenzó ella a reclamarle.
Él exhaló.
–Ariana... Yo sé que te debo una explicación. Te la mereces–
Ella dio un respingo con enojo.
–Oh, ¿de verdad vas a explicármelo todo? ¿Y qué es lo que me explicarás? ¿Que perdiste la cabeza? ¿Que te volviste loco? Porque tienes que estar verdaderamente loco para haberme dejado por esa... por esa... ¡Argh, yo soy mucho más bonita! ¿En qué estabas pensando?–
Drew escuchó con atención cada una de sus palabras, y sólo hasta que ella dejó de replicarle, habló.
–Yo... yo me enamoré–
La castaña lo miró consternada.
–¿Qué?–
–Que me enamoré, Ari. Yo la amo. Amo a Selena–
Las lágrimas comenzaron a pugnar los ojos de Ariana. Deseó llorar mucho.
–¡Cállate! ¡Cállate, no quiero escucharte!–
–Tienes que calmarte. Esa es la verdad. Lo último que deseo es mentirte. Tengo el deber contigo de ser honesto... Me enamoré. ¿Puedes entenderlo? ¿Alguna vez te has enamorado?–
Ella enfureció por el hecho de que le hiciera aquella pregunta.
–¡Sí! ¡De ti!–
Con toda calma, Drew negó.
–No. Tú no me amas. Crees que me amas, Ariana, pero no es así–
–¡Yo te amo! ¡Siempre te he amado!–
–Tienes que dejarte de niñerías y ser objetiva. Tan sólo echa un vistazo a lo que era nuestra relación. Todo era demasiado frívolo, demasiado superficial. Eso no era amor–
Entonces ella se quedó muy quieta, y lo miró en silencio. Sabía que él estaba refiriéndose al sexo. Le dio un vuelco en el pecho.
Drew continuó hablando.
–Con Selena he descubierto lo que es amar de verdad. Y cuando tú lo sientas, cuando te enamores realmente, vas a saber de qué hablo–
Con profundo dolor y un montón de lágrimas en sus ojos, Ariana cerró sus ojos y negó.
Permaneció en silencio un par de segundos. Luego subió de nuevo su mirada a él.
–¿Cómo pasó esto?– lo cuestionó.
–¿Qué cosa?–
–¿Cómo te... cómo te enamoraste de ella? Antes ni siquiera le hablabas, estoy segura de que ni siquiera sabías de su existencia–
Drew sabía que Ariana lo odiaría aún más por darle detalles, pero había sido ella misma quien preguntó.
–La conocí este verano, en Hawaii–
Las vacaciones de los Van Acker. La habían invitado, pero luego de rechazar ir a Milán con su madre, Ariana había preferido quedarse en Boca Ratón para los ensayos de su obra musical.
¡Maldición!
–¿Y...?–
–Bueno, fue casualidad. Nos encontramos y hablamos. Hablamos muchísimo, y descubrí que es una chica increíble. Me enamoré de ella porque es auténtica–
–¿Estás diciéndome que yo no lo soy?–
–¡No, no, no!– aclaró el de inmediato. –No dije eso. Hablo de...– ¿cómo podía explicarlo? exhaló. –Selena vio a través de mí. Ella... ella vio al Drew real. En cambio tú sólo tienes una imagen mía en tu cabeza de algo que yo no soy. El chico perfecto, el popular... Tú solo ves lo que quieres ver... Como mis padres–
¿Cómo podía acusarla de eso?
Sus lágrimas empezaron a ser derramadas.
Drew exhaló.
–Escucha... Lamento mucho haberte herido. En verdad, pero quiero ser feliz. Selena es mi felicidad–
Drew y Ariana compartieron una última mirada.
La de ella de tristeza. La de él de alivio.
Sin decir otra cosa se marchó de ahí.
Enfurecida, la castaña limpió su llanto con las manos, y se apresuró a salir del gimnasio.
Necesitaba llegar al baño y remediar el desastre que debía ser su rostro en esos instantes.
–A...Ariana– un chico se acercó a ella.
Era el pelirrojo.
–¿Qué quieres?–
–E...el tra...trabajo de Cien...cias– le mostró entonces la carpeta.
Ariana la tomó, y ni siquiera le dio las gracias.
Inmediatamente siguió su camino.
Debía entregar ese condenado trabajo, pero justo cuando entraba al baño, el timbre que anunciaba el final del descanso apareció.
Retocó su maquillaje arruinado por el llanto y rompiendo un record más, consiguió llegar a su clase en sesenta segundos.
Colocó el trabajo en el escritorio de la maestra, y después corrió a sentarse en su lugar.
Una vez que miss McCarthy comenzó a revisar los trabajos, empezó a hacer las preguntas habituales.
Los alumnos respondieron, y ella fue revisando los demás.
Cuando llegó finalmente al que Cameron había elaborado a cambio de veinte dólares, se sorprendió bastante.
–Vaya, esta es una investigación muy completa. Los felicito, Butera y Reed. Han hecho un buen equipo–
La castaña se puso rígida en su asiento, y no se atrevió a mirar atrás, donde sabía que se encontraba él sentado.
–Considero que sería una buena aportación si me dan sus conclusiones sobre su trabajo realizado–
–Empezaré con usted, señor Reed–
Entonces Jack simplemente lo dijo...
–Lo lamento mucho, maestra, pero ayer no tuve tiempo de estudiar porque... bueno, estuve ocupado viendo... otras cosas–
Ariana enrojeció.
¡Cielo santo! ¡Él había visto la foto!
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Al escucharse el timbre de salida, Ariana esperó a que Jack saliera del salón para así alcanzarlo y confrontarlo.
Caminó detrás de él, y tomándolo del brazo lo hizo girar para que la mirara de frente.
El chico fue del asombro a la confusión, y después una sonrisa malvada apareció en su rostro.
Eso la hizo enfurecer aún más.
–¿Cómo te atreviste a ver mi foto?–
–Oye, no fue culpa mía, yo sólo abrí mi correo esperando obtener una copia del trabajo de Ciencias, ¿pero qué fue lo que obtuve? Una foto íntima de Ariana Bu...–
La castaña se lanzó contra él, intentando hacerlo callar a cualquier modo.
Nerviosa se dio cuenta de lo cerca que estaba de él, y de inmediato se alejó.
Volvió a mirarlo y no pudo evitar fijarse en su altura.
Jack era demasiado alto, y en ese momento, llena de furia y nervios, se lo pareció mucho más.
–Ci...cierra la boca, o podrían escucharte–
Él sonrió.
–Ah, ya entiendo. Es nuestro secreto– le guiñó el ojo.
Ariana deseó golpearlo.
–¡No!– le recriminó. –No es nuestro secreto. No existe un nuestro entre tú y yo, ¿queda claro? Fue un error. Esa fotografía no era para ti–
Fingiendo sorpresa y tristeza, Jack se hizo el herido tocándose el pecho.
–Oh, maldición, has roto mi corazón–
De nuevo estaba burlándose de ella. La castaña lo odió mucho más.
–Deja de burlarte– lo amenazó.
–¿Para quién era entonces?– deseó saber él. –¿Para ese muñequito que tienes por novio?–
–Eso es algo que no te importa–
Jack sabía que era cierto. No le importaba en lo más mínimo pero resultaba divertido ver a esa pequeña castaña tan cabreada. Estaba disfrutándolo.
–De acuerdo, de acuerdo, ¿pero sabes qué? Aunque no era para mí, yo soy muy educado, y de todos modos debo darte las gracias–
Ariana frunció el ceño, confundida.
–¿Las gracias por qué?–
–Porque me fue de mucha utilidad–
–¿A qué te refieres?–
–A que era una noche común y corriente, yo estaba muy aburrido, y bueno... Sin duda tu regalito me alegró bastante. La utilicé para juguetear un poco, ya sabes–
La expresión en el rostro de la chica fue legendaria. Jack supo que más tarde estaría riéndose de eso mismo en su departamento.
La boca de Ariana se abrió con ofensa, y después se cerró con gran furia. Sus ojos color miel destellaron con violencia. Las mejillas ardieron. El rubor la abarcó.
De nuevo se abalanzó hacia él, esta vez intentando golpearle.
–¡Te masturbaste con la foto de mis pechos!–
Él no lo negó. Se hundió de hombros.
–¿Qué otra cosa podía hacer si no?–
–¡Eres un...! ¡Argh, eres un pervertido!–
–Nena, da gracias que esa foto llegó a buenas manos. Otro en mi lugar ya las habría difundido. Aunque no deberías confiar tanto en mí–
Aquello representó un nuevo temor para Ariana.
¡Cielo santo, no!
–No te atreverías...–
Por supuesto que no lo haría. Sin embargo Jack disfrutó haciéndole creer lo contrario.
–No lo sé... Ya ves lo que dicen por ahí de mí...–
Ella tembló nerviosa.
Lo miró fijamente.
–¿Qué es lo que dicen?–
De nuevo él le sonrió.
–Que soy un hijo de puta–
Al verlo marcharse, todo el ser de Ariana se llenó de angustia.
¡Qué horror!
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Aquella tarde, Jack llegó a su departamento y dejó las llaves en la mesilla junto a la puerta.
Ese día había tenido mucho trabajo en el taller, por lo que se sentía exhausto.
Lo primero que hizo fue quitarse el mono de trabajo, que se encontraba lleno de grasa, y meterlo de inmediato a la lavadora. De otro modo sería imposible quitar esas manchas después.
Luego de aquello se metió al baño y abrió su regadera.
Se quitó la camisa de resaque, los calcetines y también los calzoncillos para así poder entrar de inmediato al agua.
Comenzó tallando su rostro, pues sabía que la grasa de auto había llegado hasta sus mejillas, y enseguida continuó con el resto de su cuerpo.
Terminó de bañarse y se vistió únicamente con ropa interior.
Estaba muy cansado, así que esa noche tomaría un descanso y dejaría su entrenamiento para el día siguiente.
Tomó unos cuantos bocadillos del refrigerador y una lata de cerveza, y enseguida encendió el televisor, sentándose frente a ella.
Cambió los canales, y se alegró internamente cuando vio que estaban transmitiendo capítulos viejos de los Looney Tunes. Jamás lo admitiría ante otras personas, pero le gustaba mucho ver caricaturas. Eran simples y divertidas.
Se puso cómodo y le prestó toda su atención al programa, sin embargo enseguida una pequeña castaña apareció en su cabeza de manera inesperada.
No pudo evitarlo.
Ariana Butera apareció en sus pensamientos distrayéndolo de los dibujos animados.
Jack de pronto se encontró sonriendo cuando recordó todo lo ocurrido con ella en la escuela. La carita delicada pero furiosa abarcó toda su mente.
Entonces tomó su celular, y por milésima vez volvió a abrir el correo que contenía la fotografía.
Aquella era la clara imagen de una mujer joven muy hermosa. Los ojos ávidos y oscuros de Jack no podían dejar de mirarla una vez que la tenía enfrente.
Su cuello era elegante. Las clavículas bien delineadas. Los hombros esbeltos. El torso era delicado y de menuda forma. Sus pechos parecían perfectamente formados. Redondos y llenos de vitalidad.
Poesía.
¿Por qué se le venía esa palabra a la mente mientras la miraba?
Sencillo.
Porque eso era lo que ella, dulce y frágil, representaba. Poesía
Por milésima vez Jack se quedó sin respiración. Y también por milésima vez, su erección comenzó a palpitar caliente y dura, enloqueciéndolo de necesidad.
Exhaló un tanto irritado.
–Será mejor que no, amigo– le dijo a su parte más viril y más despierta. Lo siguiente que hizo fue apretar los botones en su celular que borrarían aquella fotografía.
Era cierto, era un hijo de puta, y le gustaba que todos lo creyeran así, pero había ocasiones en las que actuaba de acuerdo a ciertos principios.
Una vez que borró lo que debía borrar, lanzó su celular entre los cojines, y volvió a poner su atención en la televisión.
Sin embargo a los pocos instantes este comenzó a sonar con una llamada entrante.
–¿Qué quieres?– era Noah.
–¿Estás en tu departamento?–
–Así es, estoy en calzoncillos mirando una película de acción, y bebiendo cerveza–
–Pues vístete. Paso por ti en diez minutos. Esta noche saldremos–
–Olvídalo. Estoy tan cansado que podría dormir veinte horas seguidas. Hoy me iré a la cama temprano–
Noah soltó una carcajada.
–Ah, no. Ni lo pienses. Saldrás conmigo y si no lo haces no te contaré sobre ese agente que conocí en Houston–
Aquello sí que le interesó a Jack.
–Jodido tramposo– le soltó enojado.
Las carcajadas de Noah se escucharon al instante.
–En diez minutos pasaré por ti– repitió y pronto colgó.
Jack se puso en pie para poder vestirse.
Algo le decía que aquella iba a ser una larga noche.
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Frente al espejo de su tocador, Ariana terminaba de arreglarse para la fiesta de en la noche.
Necesitaba estar muy hermosa para llamar la atención de Drew.
Sabía que él debía estar ahí, pues Logan era uno de sus mejores amigos, así que ella aprovecharía esa oportunidad.
Intentaría cualquier cosa antes de tomar en serio el asunto de tener sexo.
No era que le diera miedo, simplemente... ¡Caramba! ¿A quién quería engañar? Sí que le daba miedo.
No se sentía todavía lista, y eso era algo que no deseaba hablar con nadie.
Por fuera podía aparentar ser una completa perra, la reina de las divas, incluso podía dar una imagen sexy, ser una chica muy sensual, pero había cosas para las que seguía sintiéndose como una niña pequeña.
Dejó de pensar en eso, porque de otro modo no terminaría su eye cat, e intentó concentrarse. Sin embargo a los pocos segundos algo más ocupó sus pensamientos...
Desde luego era el bruto con el que había tenido que hacer equipo para el trabajo de Ciencias. Él y su atrevimiento.
Ariana enrojeció cuando lo recordó.
Ese sujeto era increíblemente descarado y grosero, y ella lo detestaba por ello. Sin embargo de cierta manera, la tenía en sus manos, y pensar en eso volvió a llenarla de mucha angustia.
Le había dado a entender que bien podría subir su fotografía a la red y difundirla, y si eso pasaba Ariana iba a preferir estar muerta.
¿Pero sería realmente capaz Jack Reed?
Después de todo, él había tenido razón. Tenía fama de ser un hijo de puta, y tal parecía que aquello lo enorgullecía.
La castaña deseó entonces que tuviese un ápice de piedad con ella.
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¿Creen que Ariana en verdad vaya a ser capaz de hacer yasabenqué con Drew, aún y cuando es evidente que no se siente lista para hacerlo?
Lxs leo
pdta: el personaje de "Diana" fue cambiado por "Chloe"
pdta2: stream #RainOnMe
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