Capítulo 24 2T
No había sido muy difícil salir de casa.
Ariana había argumentado que solamente saldría a caminar un poco hasta la avenida donde comenzaba el fraccionamiento. Se había negado a que le hicieran compañía, pues ella conocía bien el sitio. Después de todo había vivido ahí durante toda su vida y esa parte no la había olvidado.
Después había tomado un Uber y sin más se había dirigido hacia la discreta cafetería en la que Drew ya la esperaba.
En el momento en que lo vio, muchas cosas en su interior se removieron, sin embargo le sorprendió mucho darse cuenta de que ninguna de aquellas emociones se comparaban a lo que sentía cuando estaba con Jack Reed.
>¡Bah! Este no es momento de ponerte a pensar en él. Concéntrate, Ariana<
Soltó el aliento y después miró fijamente al que por mucho tiempo había creído el amor de su vida.
Estaba feliz de verlo. Drew formaba parte de su pasado, ese que para ella seguía siendo un presente. El verlo y hablar con él era algo que había querido desde hacía ya mucho tiempo. ¿Qué de malo podría suceder?
Ariana necesitaba esa conexión con su vida anterior. La necesitaba desesperadamente para poder comprender. Su ex novio podría al menos escucharla, pero sobre todo resolverle todas esas dudas que nadie había querido responder.
Drew por su parte se puso en pie. También le sonrió. La miró entre sorprendido y maravillado.
–Ari... ¡Oh, cielo santo, Ari!– no pudo evitar darle un abrazo.
–Drew...– la castaña suspiró.
No se sorprendió en nada al encontrarlo diferente. Sabía que así sería. Lo veía más adulto, más serio y apartado pero igual de apuesto. Se había dejado crecer la barba. No se le veía mal, pero ella prefería por mucho al adolescente que había sido.
Se aferró al abrazo que le ofrecía y se preguntó en dónde habría quedado todo el amor que una vez la había unido a él. Fue un shock para ella la falta de calidez y lo helada que se sintió. Evidentemente no seguía enamorada de Drew. ¿La razón sería porque ahora estaba enamorada de Jack?
>¡Jack! ¡Jack! ¡Jack! ¡Sal ya de mi mente, demonios!<
–Ah... No sabes el gusto que me da que estés bien. Que estés sana y salva– Drew agrandó su sonrisa.
–Gracias– fue la respuesta de ella. Todavía se sentía un poco aturdida pero intentó relajarse.
–Hablo en serio. Supe del accidente que tuviste. Gracias al cielo estás bien–
–Sí, creo que... tuve suerte–
–Desde luego. Me dijeron que había sido mortal, y que fue un milagro que te hubieses salvado. Creo que tienes a un ángelote de la guarda que se encargó de cuidarte muy bien–
–Eso supongo–
–Pero cuéntame. ¿Cómo te sientes?–
–Estoy bien. Me he recuperado–
–Grandioso. Me alegra escuchar eso. Por favor, ven, siéntate– Drew la condujo de inmediato hacia una de las mesas. La camarera se acercó para dejarles los menús, y después se marchó dándoles su espacio. –¿Deseas que ya ordenemos algo para desayunar?–
Por momentos, Ariana no podía dejar de mirarlo. Como le sucedía con el resto de las personas, para ella era infinitamente extraño verlo tan diferente a como lo recordaba.
Drew Van Acker ya no era un jovencito, sino un hombre, y los años que veía en su rostro eran para ella como un cruel recordatorio de todo el tiempo que había transcurrido.
Hizo una mueca y negó.
–La verdad es que no tengo apetito. Sólo quiero que hablemos–
Él asintió.
–Claro. Yo... yo te cité aquí para... pedirte disculpas por la manera en la que actué las últimas veces que nos vimos. Durante todos estos meses he tenido tiempo de pensar bien las cosas. No estoy diciendo que desistiré sobre mi idea de buscar al niño, pero... estoy dispuesto a hacerlo en el tiempo y forma que tú dictamines. Acataré tus reglas–
La castaña no comprendió de qué hablaba él. Lo miró confundida.
–¿De qué hablas? ¿Acercarte al niño?–
–A Aaron– fue su respuesta inmediata.
Ella frunció el ceño.
–¿Qué tienes que ver tú con Aaron?–
Esta vez fue Drew quien la miró lleno de confusión.
–Es mi hijo– le dijo como si fuera lo más obvio del mundo.
Oh, pero esa declaración hizo que Ariana se quedara helada. Palideció. Abrió los ojos de par en par y sintió como si un gran peso hubiese caído sobre ella.
–¡¿Qué?! ¡¿Có...cómo que tu hijo?!–
Drew exhaló con tensión.
–Ariana, no creo que debas seguir negándolo. Sabes muy bien que es hijo mío. Ese Reed le dio su apellido y lo ha criado contigo pero es mío–
La castaña negó numerosas veces porque su cabeza no podía tolerar las palabras que escuchaba. No podía procesarlas siquiera.
Alzó sus manos casi rogándole que dejara de hablar, que no dijera nada más. El impacto la golpeó con fuerza.
–No, no, espera... Drew, espera por favor– la suplica salió de sus labios en un sollozo. –¿Q...qué es lo que has dicho? ¿Dijiste que Aaron es tu hijo? Cielo santo... ¡¿Eso dijiste?!–
–Desde luego que lo es– él la miró confundido. –¿Acaso perdiste la memoria?–
A Ariana le dio un vuelco en el pecho.
No pudo creerse que le hubiese preguntado precisamente aquello.
Ni siquiera había tenido tiempo de explicárselo.
–Yo...yo... sí– confesó finalmente.
Drew se quedó paralizado. La miró como si aquella fuese la primera vez que la viera.
Negó prontamente.
–No. Eso no puede ser... ¿Es una broma?–
La castaña soltó el aliento.
Ojalá todo se tratara de una broma. Ojalá nada de aquello estuviera sucediendo.
Una presión muy fuerte le allanó el pecho.
Comenzó a sentirse sofocada.
Se puso en pie inmediatamente porque de pronto no podía respirar más.
Drew la siguió consternado.
–Ari... ¿Ari, qué tienes?–
Ella no respondió. Notoriamente estaba muy afectada.
–Ariana, estás asustándome– insistió él.
–Necesito aire... Por favor, necesito aire–
Drew asintió. La tomó de ambos brazos y la condujo hasta las afueras del establecimiento.
Una vez que estuvieron en la acera, ella luchó por recuperar su respiración.
Le costó muchísimo conseguirlo.
Su acompañante se quedó muy quieto observándola.
–¿De verdad perdiste la memoria?– la cuestionó. Era algo difícil de creerse.
Ariana exhaló con pesar.
–Sí...–
–¿Pero... cómo? ¿Cómo es eso posible?–
–Cuando tuve el accidente, sufrí un golpe en la cabeza que... que me causó amnesia–
–No puedo creerlo–
–Yo tampoco– susurró Ariana a punto de estallar en lágrimas.
–¿Y por qué sí me recuerdas a mí?–
–Olvidé solamente una parte de mi vida. Específicamente los últimos seis años– a Ariana comenzó a dolerle muchísimo la cabeza. Se sintió muy mal.
–Wow... Disculpa, es que yo... yo... Es difícil asimilarlo– Drew seguía más impactado de lo que se hubiese pensado. –¿Estás diciéndome que lo último que recuerdas es nuestro último año de preparatoria?–
Ariana asintió.
Su ex novio frunció el ceño.
–¿Hasta dónde recuerdas exactamente? ¿Recuerdas... nuestra ruptura?–
Ella negó.
Y aquello significaba que tampoco recordaba todo lo que había acontecido después... Selena, el embarazo, Jack Reed...
–Necesito saber la verdad– habló Ariana entonces.
–¿Significa esto que ni Reed ni tus padres te han contado lo que sucedió?–
La castaña no lo negó.
–Pero tú lo harás– estaba decidida incluso a obligarlo. –Tú vas a decirme la verdad de todo esto... ¿Aaron es tuyo?–
–Sí. Yo soy su padre. El niño hasta se parece al abuelo Van Acker. No podemos negarlo–
–¿No es hijo de Jack?–
–En lo absoluto– negó Drew.
–Oh, cielo santo...– Ariana cerró los ojos. Se sintió desmayar. Tapó su rostro con las palmas y lloró desconsolada. –¿Por qué?– sollozó aún más.
–¿Qué cosa, Ari?–
Ella tomó un poco de aire. Intentó limpiar sus lágrimas pero estas seguían apareciendo una tras otra.
–¿Por qué es tu hijo y...y no de Jack? ¿Por qué estoy casada con él?–
Drew metió ambas manos a los bolsillos de sus pantalones y se hundió de hombros.
–No sé ni siquiera cómo deba explicártelo. Todo...todo fue muy difícil de sobrellevar. Creo que por ahora basta con que sepas que... que Aaron lleva mi sangre–
De nuevo aquella sensación de vértigo.
Se tambaleó pero él alcanzó a sujetarla evitando que cayera.
–Vamos. Vamos adentro, creo que no te sientes muy bien–
Ariana negó arduamente y se zafó de su agarre rápidamente.
–No, no quiero volver ahí dentro. ¡Sólo quiero entender todo esto!– otro agudo sollozo salió de su garganta. La voz volvió a quebrársele. –Oh, esto no puede estar pasando...–
–Lamento que te hayan ocultado esa parte de la historia, pero también lamento haber sido yo quien te lo dijera. Lo importante ahora eres tú y tú recuperación–
–Mi recuperación me importa un bledo. ¡Me mintieron! ¡Todos lo hicieron!–
Ariana se sentía defraudada. Justamente cuando había decidido empezar a confiar en Jack...
Lágrimas comenzaron a resurgir. Las derramó sin freno.
Drew la miró preocupado.
–Por favor tienes que calmarte–
Ella negó.
–Oh, no me pidas eso. No me voy a calmar–
Tras despertar del coma todos ahí habían intentado meterle esa idea en la cabeza que había tenido un hijo con Jack. ¿Por qué le habían ocultado la verdad?
Había procreado a Aaron con Drew, y eso... eso se parecía mucho más a lo que ella había esperado que sucediera. Tenía más sentido. No le parecía en absoluto una locura.
Si se lo hubieran dicho desde el principio...
Lo miró con hielo en los ojos.
–¿Por qué me casé con Jack Reed? Dímelo ahora mismo, Drew, ¿por qué lo hice? Y lo más importante, ¿por qué Aaron lo llama papá a él y no a ti?–
A Drew le dio un vuelco. No podía decirle la verdad. Al menos no en ese momento y viendo lo afectada que estaba.
–No puedo decírtelo ahora–
–Sí que puedes, ¡habla!– le exigió. Su llanto fue mayor.
Drew negó y al final lo aceptó.
–Fue mi culpa, ¿de acuerdo? Yo los arrojé a los brazo de ese sujeto, a ti y al niño, pero te juro que desde entonces no ha habido día que no me despierte arrepentido por haberlos perdido–
La castaña limpió sus lágrimas luego de escuchar sus lamentos.
–Llévame a casa– fue todo lo que pudo decir.
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Jack se sintió tremendamente aliviado cuando Bernardo le avisó que Ariana había regresado de su caminata. Había estado muy preocupado por ella tras saber que había salido de casa sin compañía. El doctor les había advertido que quizá fuese a sufrir desmayos o malestares similares. Eso lo había angustiado muchísimo y había estado a punto de ir a buscarla.
Momentos después la vio entrar por la puerta principal. Frunció el ceño al escuchar el fuerte portazo que había dado.
Ella entró apresuradamente.
Observándola, Jack pudo darse cuenta de que estaba llorando. Eso lo alteró en un instante.
–¿Ari? ¿Ari, qué tienes?– le preguntó consternado. Se acercó a ella y tocó uno de sus hombros, pero la castaña se alejó encolerizada.
–¡No me toques!– le reclamó.
Él alzó las manos en señal de paz. Lo último que deseaba era alterarla más, dado el estado en el que se encontraba.
–¿Qué pasa?–
Ariana lo miró como si fuese inconcebible que estuviese haciéndole aquella pregunta.
Sin más lo soltó.
–¡¿Hasta cuándo ibas a decirme que Aaron no es tu hijo, sino de Drew?!– lo acusó, mirándolo con la esperanza de que lo negara.
No fue así.
Jack se quedó estupefacto. Todo su cuerpo entró en alerta.
–¿Quién te dijo eso?–
–¡Eso no importa!– le recriminó Ariana. Más lágrimas se desbordaban por lo largo de sus mejillas. Estaba inconsolable.
–Yo te puedo explicar...– el peleador tenía que hacer que se tranquilizara para poder hablar con ella.
–Es lo que estoy esperando– la castaña limpió el llanto de su rostro aunque este seguía brotando.
Jack endureció sus facciones en el mismo instante en que empezó a sentirse culpable.
No había espacio ahí para la maldita culpa, porque si había ahí alguien a quien señalar, ese era el imbécil de Van Acker.
–Las cosas no son como tú crees, Ariana– le habló seriamente.
–¡¿Ah no?! ¡¿Y entonces cómo son?! ¡No me dijiste la verdad! ¡Me mentiste!–
–¡Yo no te mentí!– Jack intentó tranquilizarse. Exhaló. –El doctor nos dijo que no era prudente que te habláramos del pasado. ¡Debías ser tú quien lo recordara de poco en poco!–
–¡Pues no he recordado nada! ¡Sigo sin recordar absolutamente nada de ti!– le arrojó a la cara sin temor a lastimarlo. –Desde que desperté de ese estúpido coma no he hecho más que preguntarme cómo es que... que terminé enredada contigo, con un hijo tuyo, cuando la realidad es que... que ese hijo es de Drew. ¡Mi novio!–
Ah, esa última declaración le destrozó el alma a Jack.
Los pedazos de su corazón se partieron en mil pedazos más.
Apretó los puños. Se irguió en su imponente altura y alzó el mentón con todo orgullo.
Algo eléctrico sucumbió entre los dos.
La castaña se quedó en silencio y tragó saliva arrepintiéndose por instantes de lo que había dicho.
No había sido su intención, pero lo había dicho sin más.
Ahora Jack estaba más furioso que nunca. Lo sabía.
¿Sería capaz de hacerle daño?
Lo vio tensarse.
Era demasiado alto y grande. Demasiado fuerte.
Ella era diminuta a su lado, y esas diferencias la seguían aterrorizando.
Dio un paso hacia atrás. Pero Jack dio uno hacia adelante.
La miró fijamente atrapándola con el magnetismo y poder de sus ojos oscuros.
Entonces Ariana no fue capaz de moverse siquiera.
–Ese cabrón... ese cabrón no es tu maldito novio ¿me escuchas, Ariana?– su voz fría y dura la hizo estremecerse. –El maldito pasado es eso, ¡pasado!. Tú presente está aquí. Soy yo. Y estamos casados–
–Me lo has repetido hasta el cansancio– la castaña se dijo que no iba a dejarse intimidar. Le costó aún así.
Jack asintió.
–Porque es la verdad. Es toda la jodida verdad, maldita sea–
–Pues yo tengo otra verdad para ti, Jack... ¡Te odio! ¡Te odio muchísimo!–
Las palabras le dolieron, desde luego, pero no iba a rendirse.
–¿Por qué, Ariana? ¿Porque no soy Drew? ¿Porque no soy el muñequito de porcelana con el que esperabas estar casada?–
–Cállate... Ya no quiero escucharte más. No soporto siquiera estar cerca de ti. ¡¿Por qué no me dejas en paz?!– se sentía ya demasiado afectada para seguir discutiendo. Cansada también. Muy abatida. Estaba siendo un día terrible para ella y no sabía si podía seguir enfrentándolo.
Eso era lo que ella quería... Que la dejara en paz. Tranquila.
La realidad fue como un puñetazo más para Jack.
La distancia entre ellos. Las dudas. El miedo. Su amnesia.
Sabía que no había hecho más que alterarla desde el momento en el que ella despertara. Le había hecho daño. No la había ayudado en nada sino todo lo contrario. Estaba empeorando la situación.
–¿Quieres que me vaya?– le preguntó directamente a sabiendas de que tendría que marcharse si ella le decía que sí.
Oh, y claro estaba que esa sería su respuesta.
Ariana ni siquiera lo dudó.
–Sí–
Jack no se permitió derrumbarse. Pero todas sus esperanzas se derrumbaron, dejándole un sabor amargo en la boca y un vacío que le llegaba hasta el alma.
–Bien, entonces me iré, si eso es lo que necesitas para recuperarte–
La castaña no pudo sentirse más aliviada. Casi deseó suspirar pero no era momento de bajar la guardia todavía.
–Aaron se queda conmigo– le aclaró sólo por si estaba pensando en llevárselo. Sabía que no había sido la mejor madre, pero era su hijo. Lo remediaría. Estaba dispuesta a volver a empezar de cero con él. Sólo con él.
El peleador soltó su aliento tenso. No le replicó.
–Se quedará contigo– accedió. –Pero antes de irme voy a dejarte las cosas bien en claro, Ariana... Yo fui quien vio nacer a Aaron. Yo he sido su padre incluso desde que lo llevabas dentro, desde que era un bebé pequeñito que cargaba en mis brazos. Drew jamás estuvo ahí, ¿lo escuchas? Ni una sola vez porque te abandonó por irse con otra, te acusó de mentirosa, te trató como el cobarde que es y no le importaste una mierda. En cambio yo estuve a tu lado en todo momento. Y la Ariana que se enamoró de mí lo sabe muy bien. Sabe que Aaron es más hijo mío que de nadie más, y que siempre lo seguirá siendo. No hay poder en el mundo que pueda cambiar eso, ni el pasado, ni el presente ni el futuro. Sé que ahora estás mal y que mi presciencia en esta casa te pone aun peor, y sólo por eso me marcharé, para que estés tranquila y puedas recuperarte, pero no pienso quitar el dedo del renglón. No voy a rendirme, no renunciaré a ti y tampoco al hombrecito. Los dos son mi familia, y voy a luchar por ustedes cueste lo que cueste. Eso te lo juro–
Jack tomó su chaqueta y las llaves de su camioneta.
Entonces se marchó dejando a Ariana ahí, sola en la sala de la gran casa.
Ella cerró los ojos cuando escuchó la puerta de la entrada cerrarse.
Se había ido.
Su supuesto marido se había ido.
¿Cómo la hacía sentir eso?
¿Mal?
¿Pero por qué si ella misma lo había echado?
Se llevó las dos manos a la cara y ahí ahogó un grito sofocado.
Se sentía más confundida que nunca y angustiada. No lo entendía pero la angustia era demasiado fuerte.
Un sentimiento de equivocación apareció entonces, y Ariana no supo cómo manejarlo.
De cualquier manera estaba hecho.
Jack no estaba más ahí.
Debía ver el lado positivo de eso.
Intentó relajarse pero entonces una voz que la llamó la hizo sobresaltarse.
–Te estás equivocando muchísimo, Ariana. Demasiado– era Adrienne que la miraba con reproche desde el arco que direccionaba al pasillo.
Al parecer había estado por ahí escuchando la discusión que se había dado lugar momentos antes.
–Tengo que pensar en mí– la más joven le dio la espalda y limpió sus lágrimas.
Adrienne entró por completo a la sala y la miró con una sonrisa irónica.
–¿Ah sí?–
–Sí, y también en mi hijo, en su bienestar–
–No creo que haber hecho que el padre de ese hijo tuyo se marchara, sea precisamente pensar en su bienestar–
–El no es su papá–
–Sí, también escuché todas esas barbaridades que le dijiste con tus propios labios. No puedo creerlo– Adrienne estaba verdaderamente enfadada. –Dime, ¿quién te dijo todo eso? ¿Fue Drew, cierto? Porque ninguno de nosotros pudimos habértelo dicho. ¿Te viste con él?–
–Pues... sí–
La hermana mayor rodó los ojos y exhaló irritada.
–Se portó como un cobarde hace seis años, y de nuevo lo vuelve a hacer. No me sorprende–
–¿A qué te refieres?–
–Sabes bien a lo que me refiero, Ariana. Ese Van Acker se desentendió por completo de ti y de Aaron. Se limpió las manos y se deshizo de toda responsabilidad dejándote sola y embarazada, hasta que claro, apareció Jack quien fue tu mayor apoyo, oh, pero no puedes recordarlo, y sólo por eso has dado por hecho que no sucedió. Muy práctico para ti, ¿no?–
–Tiene que haber una explicación, Adrienne. Drew era bueno, él me quería...– él había sido su chico perfecto.
–No, no la hay. Salvo la realidad de lo que pasó, y... si acaso eres capaz de escuchar un consejo, aléjate de él. No vuelvas a buscarlo porque sólo te está llenando la cabeza de idioteces–
–Drew ha sido el único que me ha hablado con la verdad–
–¿Ah, te mencionó que te dio la espalda en el momento que más lo necesitabas?–
Ariana se quedó en silencio. Ciertamente había mencionado algo, pero... no se lo había dicho todo.
Adrienne negó sin más.
–Pronto te arrepentirás de esto, Ari, y yo sólo espero que no vaya a ser demasiado tarde, que no vayas a cometer una estupidez. Te quiero, hermanita, y es por eso mismo que te lo digo–
Se marchó.
Ariana se quedó esta vez incluso más confundida.
Y también dolida.
Las lágrimas que había conseguido frenar momentos antes volvieron a resurgir.
Se sintió desfallecer.
Sollozó amargamente.
La sensación de pérdida y dolor la sacudieron.
Era más de lo que su corazón podía soportar.
Estaba deshecha.
Se preguntó si algún día volvería a sentirse completa.
Lo dudaba.
Lo dudaba muchísimo.
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Luego de haberse marchado de la residencia Butera, Jack no fue capaz de regresar a su propia casa.
Llegó directo a al taller mecánico. Ahí vería qué sería lo siguiente que haría. Quizás pasar la noche ahí, o ir a casa de su madre. Cualquiera de las dos cosas opciones le daba absolutamente lo mismo.
Exhaló y decidió ponerse a terminar uno de los trabajos que Maculay había dejado inconcluso. Al menos tenía eso para distraerse pero dudaba mucho poder olvidarse de todo aunque fuera por unos momentos.
Exhaló y se puso manos a la obra.
El trabajo consistía en reparar un motor que había sido desvielado. Pan comido para él, pero en esos momentos apenas y tenía cabeza.
Puso mayor concentración y casi lo consiguió.
Media hora más tarde Emma hizo su aparición.
La chica solía visitarlo en sus horas de trabajo para charlar un poco, preguntarle cómo estaba y levantarle los ánimos.
Notó de inmediato qué algo había ocurrido cuando miró su expresión.
Después se dio cuenta de la maleta que estaba sobre el suelo.
–¿Qué sucedió?– se acercó a él para darle un beso en la mejilla. Luego tomó asiento en una de las cajas a su costado.
Jack tomó unas pinzas y se mantuvo intentando desatornillar una pieza dentro del motor.
–Me he salido de casa de los Butera–
–¿Pero por qué si ahí está tu esposa y tu hijo?–
–Porque ella me lo pidió–
Emma alzó las cejas sorprendida.
–¿Te echó?–
–No lo dijo con palabras, pero... sé que es lo que deseaba. Se enteró de... bueno, ella sabe ahora que Aaron no lleva mi sangre–
La hermana de Jack conocía perfectamente aquel tema. Exhaló con pesar.
–¿Quién se lo dijo?–
–Supongo que eso no importa. El culpable aquí fui yo. No le hablé con la verdad–
–¿Culpable? ¿Culpable de qué, Jack? El doctor claramente les dijo que no era recomendable hablarle del pasado, causarle impresiones fuertes y todo eso–
El peleador soltó el aliento. Todo era cierto.
Ariana no había estado en condiciones de afrontar esa y muchas otras situaciones.
No respondió nada más. No sabía siquiera qué decir. Simplemente se había marchado y ya. No había vuelta atrás. Además... No podía hacerle aquello a Ariana. No podía obligarla. Ella no lo quería a su lado.
–¿Y te fuiste? ¿Así nadamás?– Emma no podía creérselo.
–Sí– asintió él.
–¿Pero por qué hiciste eso? Es como si estuvieras rindiéndote–
–No me quedó otra opción. Ariana quería que me marchara. No podía quedarme más–
–Lo hiciste por ella–
–Sí, para que pueda estar tranquila, aunque eso me duela en el alma–
–¿Piensas que está mejor sin ti?–
–Por ahora sí– asintió Jack con pesar.
–Pues no– su rubia hermana negó de inmediato. –No está mejor sin ti y tú eres un tonto, debiste insistir más. Es tu esposa, hombre, tú eres el padre de su hijo aunque ahora esté confundida y furiosa contigo–
–Créeme que me habría arrodillado y le habría rogado. Pero no iba a servirme de nada, Emma. Ariana no puede ver más allá de sus propios pensamientos, sus confusiones. Ella ha retrocedido seis años. Yo ya no soy parte de su vida, al menos no en su memoria–
–Pero sí en su presente, y en su realidad. Tú eres lo más real que ella tiene ahora, Jack. No puedes rendirte tan fácil o la perderás para siempre–
La sola perspectiva hizo añicos el corazón de la Bestia.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y un denso nudo se formó en su garganta.
–Perderla me destrozaría, Emma– la voz se le quebró.
La rubia se sintió muy emotiva. Le dolía demasiado ver a su hermano así. Había sido poco el tiempo desde que se habían encontrado, pero lo adoraba, y sentía su dolor como suyo también. Él era la única familia que tenía.
–Lo sé– respondió.
Jack sólo negó para sí.
–No podré soportarlo cuando eso suceda–
–Entonces haz algo para que no pase–
–¿Y cómo puedo hacerlo? No puedo obligarla a que me acepte sin recordarme. Aún menos puedo obligar a sus recuerdos a que vuelvan a su cabeza. Estoy atado de manos por completo– y se sentía desesperado, perdido. Derrotado.
Emma se hundió de hombros.
–Entonces haz que se enamore de ti otra vez–
–¿Qué?– Jack dio un respingo. La sorpresa lo llenó. Se quedó muy confundido.
–Ya me oíste– insistió su hermanita. –Enamórala otra vez. Puedes hacerlo. Seguro se acordará de ti inmediatamente. Sólo es cuestión de darle un empujoncito–
–¿Un empujoncito?– Jack negó. Lo dudaba. Lo dudaba muchísimo. –Sí, claro. No es tan fácil como suena. Ella no se enamoraría de mí otra vez–
–Claro que sí–
–No– volvió a negar.
Pero Emma tenía mucha fe en él.
–Ya lo hizo una vez. ¿Por qué no una segunda?–
–Porque esta vez todo es distinto–
–¿Distinto en qué? Antes sólo eras un desconocido para ella. Ahora eres su marido, comparten un hijo. Tienes todas las de ganar–
–Es precisamente eso lo que me ha hecho perder puntos con ella. Odia la idea de que estemos casados y todo lo demás–
–Ay, eso es porque se lo soltaron de golpe, no la dejaron siquiera asimilar que había tenido un accidente–
Jack exhaló.
–Quizás, pero lo hecho, está hecho, y ella no quiere verme más, no me quiere cerca– y aquello le dolía terriblemente. Le rompía el alma.
–Convéncela de lo contrario–
–¿Cómo?– preguntó él.
–¿Y yo qué voy a saber? Eres tú quien la conoce mejor que nadie–
–La conocí en... en el momento más difícil de su vida. Estaba sola, le habían dado la espalda y yo fui el único que la ayudó. Evidentemente eso no lo recuerda–
–Que no lo recuerde no borra el hecho de que haya sucedido. Estuviste ahí para ella cuando nadie más lo hizo. La amaste como a nadie y ella te amó a ti–
–Sí pero ahora ella no tiene ningún motivo para amarme de nuevo–
–Tiene un millón de motivos para hacerlo–
Ah, Emma era demasiado entusiasta.
Le sonrió y lo tomó de las manos.
Pero Jack continuó negando.
–No. En el pasado no tuvo más opciones. Le... le brindé ayuda cuando más lo necesitó. La protegí, la apoyé. Eso la hizo verme como un superhéroe, y por eso terminó enamorándose de mí, pero ahora... Ya no hay nada que nos una–
–Serás terco... Desde luego que lo hay–
–¿Qué cosa?–
–El amor– respondió Emma como si fuese lo más obvio. –Tú la sigues amando tanto o igual que antes. Y ella... bueno, ahora no lo recuerda pero estoy segura de que por ahí, muy escondidito dentro de su corazón, se encuentra todo lo que siente por ti–
–Sus sentimientos hacia mí se fueron a la mierda cuando se estampó contra ese maldito árbol, esa es la realidad, Emma, y debo aceptarlo–
–No. Siguen ahí, y pronto aparecerán. No tengo duda–
Jack cerró los ojos y apretó la mandíbula. Su nuez de adán se tensó.
Abrió la mirada y la alzó al techo, después volvió a mirar a su hermana.
–Me estás dando una esperanza, Emma...–
–Esa es la idea– la rubia sonrió y se acercó para abrazarlo.
–¿Pero y si no sucede así? Me moriré de dolor– y no mentía. Ariana era su vida entera.
–Tengamos fe–
–Todo el mundo me ha dicho que la tenga pero creo que la he perdido–
–Si la pierdes significará que has perdido a Ariana también. ¿Quieres que eso suceda?–
Jack negó.
>¡Noooo!< gritó su alma, su ser.
–No– consiguió contestar.
–Entonces sonríe. Tu esposa recordará que te ama muy pronto, y los tres volverán a ser tan felices como antes de todo esto–
–Es lo que más anhela mi corazón, Emma– susurró él.
–Sigue anhelándolo Jack, deséalo tanto hasta que la vida te lo cumpla. Es así como funciona–
–¿Eso crees?– el peleador sonrió con ironía.
–Sip– sonrió Emma. –Inténtalo y verás–
Pero aquello era todo lo que le quedaba a Jack. Debía al menos intentarlo.
–De acuerdo. Lo haré. Gracias, hermanita–
Ella negó y volvió a abrazarlo.
–Gracias a ti por ser quien eres. Me has inspirado muchísimo, y seguro también a muchas otras personas. La vida pronto te lo compensará, yo lo sé, lo siento en mi corazón–
A Jack le dieron muchísimas ganas de llorar. La vida le había dado a esa hermana tan maravillosa, y también a Kyla, a Tom, a su madre. No todo había sido malo.
–¿Puedo decirte algo?–
–Puedes decirme lo que quieras, Jack, para eso somos hermanos–
–Me siento muy afortunado de haberte encontrado–
La sonrisa en Emma fue gigantesca.
–Yo también, Jack, y sé que todos a tu alrededor piensan lo mismo. Eres un ser de luz que se merece todo lo mejor. Algún día volverás a sonreír y todo será alegría para ti–
La Bestia sólo soltó su aliento. La abrazó con más fuerza.
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–Pensé que no querrías verme de nuevo– le dijo Drew a Ariana una vez que estacionó su vehículo. Momentos antes la había recogido a una cuadra de su casa. Esa misma mañana la había llamado, temeroso de que ella no le respondiera. El hecho de que lo hiciera lo había hecho exhalar de alivio. Después de todo le había confesado así sin más que la había abandonado estando embarazada de su hijo. –Me alegro mucho de que hayas aceptado verme de nuevo. Todavía tenemos mucho de qué hablar, Ariana–
La castaña no podía estar más de acuerdo.
Sentada en el asiento de copiloto, cerró los ojos y tomó el valor que había estado necesitando.
–¿Por qué me abandonaste, Drew?– le preguntó sin más.
Necesitaba saberlo para aliviar aunque fuese un poco su dolor. Intentar entenderlo al menos.
–Ariana...– él se quedó mudo después de pronunciar su nombre. Sabía que tarde o temprano le preguntaría aquello, pero realmente no se había preparado para responder. Sin embargo sabía que si deseaba hacer las cosas bien esta vez, debía hablarle con sinceridad. Ser honesto con ella.
Ariana lo seguía mirando como esperando a que respondiera. El brillo en sus ojos le provocó algo en el pecho. Se sintió más miserable que nunca.
–¿Por qué me abandonaste cuando estaba esperando un hijo tuyo? ¿Por qué me dejaste sola?–
–Ojalá tuviera una excusa que pudiese justificarlo, pero no la tengo, Ari. Lo lamento mucho–
–¿Te fuiste con otra?–
Se había llegado el momento de la verdad.
Drew exhaló.
–Sí–
Su respuesta la lastimó. Lo vio en su mirada, en su expresión.
Su propia miseria aumentó.
–¿Ya no me querías?– esta vez la voz de Ariana se quebró.
Esa vocecita femenina y dulce le rompería el corazón a cualquiera.
Drew deseó con todas sus fuerzas poder regresar al pasado, y no por primera vez. Aquel deseo imposible acudía a su mente cada día y cada noche.
–Yo...yo creía que estaba enamorado de alguien más– admitió. –Pensé que... que ella sería el amor de mi vida–
–¿Por eso me diste la espalda a mí y a nuestro bebé?–
–Fui un idiota, y te juro que daría lo que fuera por regresar el tiempo atrás y hacer las cosas correctamente, como debieran haber sido–
Sí, él y Ariana juntos, los dos disfrutando del ser padres del maravilloso niño que era Aaron.
–Sigo sin entender...– la castaña se sentía muy confusa. Nada tenía sentido para ella. Todo en su cabeza era diferente. –Tú y yo nos queríamos. Y...y además tú... tú no parecías ser el chico que abandonara a su novia embarazada...–
–Me cegué por... por una imagen que tenía de ti–
–¿Imagen que tenías de mí?–
Oh, él podía recordarlo muy bien. Su novia había sido la más bonita de la escuela, la más popular, y según sus propios criterios, también la más engreída, la más cabeza hueca, la más superficial.
Cuánto se arrepentía...
–Escucha, lo lamento. Lo lamento muchísimo... Te juro que no ha habido un solo día en que no me arrepienta de lo que te hice. Ahora los tres seríamos muy felices y... seguro no estarías pasando por nada de esta situación–
–Pero no puedes cambiar el pasado, Drew. Pasó, y... por lo visto yo... yo busqué consuelo en Jack Reed–
Le costó decirlo, pero sus labios soltaron las palabras sin más.
Apenas y podía creérselo.
–Sí– asintió su ex novio de la juventud. –Y eso es incluso lo que más lamento. Jamás me lo perdonaré. He vivido lamentándolo desde entonces...– alzó su vista hacia al frente porque habían momentos en los que no soportaba seguir mirándola. –Sé que no sirve de nada en mi defensa, pero... tú y yo ya no éramos novios cuando quedaste embarazada–
Aquello le daba algo nuevo en qué pensar a Ariana.
El sexo...
¿Desde cuándo habría empezado a tener relaciones sexuales con él?
Recordaba bien que no se había sentido preparada todavía. Ella quería esperar quizá a cuando fuesen los dos a Nueva York y comenzaran la universidad y su vida juntos.
Exhaló.
De cualquier manera eso ya no importaba.
–Sucedieron muchas cosas, Ari– Drew continuó hablando pero no la miró todavía sino hasta segundos más tarde. –Cosas que han hecho que hoy estemos separados, pero... si tú me lo permites podemos tener un nuevo comienzo juntos. Empezar desde cero–
Ariana se sintió asustada, confundida, muy intranquila.
–¿A qué te refieres, Drew?–
–A que si tú quisieras podemos ser la familia que debimos haber sido antes de que cometiéramos tantos errores. Sé que ahora estás casada, pero ni siquiera te acuerdas de eso. En cambio a mí sí me recuerdas, de mí no te olvidaste. ¿No crees que eso debe significar algo?–
Las palabras de Drew le causaron una impresión muy grande.
Un fuerte shock la mantuvo muy quieta en su asiento.
Desvió su mirada para no verlo más.
–Yo...– tuvo que concentrarse en sus propias manos unidas sobre sus piernas. No sabía qué responderle. No entendía nada en su cabeza ni en su corazón.
Drew tomó entonces el mentón de su cara utilizando los dedos para hacer que lo mirara.
–Quizá esto sea el destino dándonos una segunda oportunidad para hacer las cosas bien. ¿No lo piensas de ese modo?–
Oh, cielo santo.
Ariana se quedó de hielo.
Sus propios pensamientos la congelaron y al mismo tiempo su mente se quedó en blanco.
Drew realmente le había hecho tal ofrecimiento. ¿Pensaba ella aceptarlo?
Se sentía muy dolida todavía y también muy confundida.
Ella se había casado con Jack. Nada podía borrar eso. Legalmente era su esposa, aunque no pudiese recordarlo.
Sus lágrimas resurgieron sin darle siquiera la oportunidad de responder.
Drew exhaló
–Escucha, no quiero presionarte. Voy a darte tu tiempo para que lo pienses, y también para que te recuperes. Yo puedo esperar por ti todo lo que sea necesario. Ya esperé bastante cuando te fuiste de la ciudad sin decir nada por medio año–
–¿Me fui de la ciudad? ¿A Nueva York?– lo había escuchado ya por mucha gente pero Ariana no podía evitar sorprenderse cada vez que le hablaban del tema.
–En realidad no sé a dónde te fuiste, pero estuviste fuera de Boca por meses– Drew decía la verdad.
Ariana aceptó la contestación y no cuestionó más.
–¿Puedo hacerte una pregunta más?– preguntó Drew
Ella asintió.
–¿Crees que... que podría ver a Aaron?–
–¿Verlo?– de nuevo Ariana se removió incómoda. Sentía que estaban yendo demasiado rápido. Ella ni siquiera había tomado una decisión todavía.
– Sí. Es mi hijo, y nada me haría más feliz que poder ver su carita de cerca,. Es lo que más deseo. Lo deseo con toda mi alma–
–No sé si sea conveniente– le dijo a pesar de que veía en él todo ese anhelo del que hablaba. Sintió un apretujón en su corazón pero a la vez había algo que la detenía, que le decía que no era buena idea. –Lo mejor sería que no–
La desilusión se formó en la cara de Drew. No hizo esfuerzo por esconderla y estuvo muy dispuesto a replicar.
–¿Por qué no? Soy su padre, Ariana. Tengo derecho a verlo después de tantos años en que he estado separado de él, ¿o no?– se mostró incluso molesto.
–No lo sé– se estremeció. Una culpa y una confusión mayores la abarcaron.
Drew no dudó en desaprovechar tal momento de vulnerabilidad. Sabía que había logrado algo en ella.
–Por favor no lo pienses más. Dame la oportunidad. No te defraudaré de nuevo, lo prometo–
–¿Él te conoce?– preguntó Ariana refiriéndose a Aaron claramente. –¿Te ha visto alguna vez?–
Drew apretó el volante con sus dos manos. Exhaló.
–No. Ha crecido creyendo que Reed es su padre. Yo no soy más que un desconocido para él. Y me duele en el alma pero quiero remediarlo, por favor no me niegues esto– la tomó de las manos y le suplicó. –Te lo ruego, Ari, no te pido más. Sólo déjame verlo. Por favor, por favor, por favor–
Ariana suspiró y se llevó ambas manos a la frente. No iba a ser capaz de decirle que no. Lo sabía, y entonces sólo lo dijo...
–De acuerdo–
La sonrisa de Drew fue gigantesca. Abarcó su rostro entero de extremo a extremo.
Soltó una risa de alegría, la tomó de las manos de nueva cuenta y comenzó a besarle los dorsos.
–Gracias, gracias, gracias, Ari, no sabes lo feliz que me haces... ¡Ahhh! ¡Qué dichoso me siento! Jamás pensé que... quiero decir, veía esto tan lejano. Gracias, linda, muchísimas, gracias–
Ariana le sonrió.
No estaba segura de estar haciendo lo correcto, pero deseaba con todo su ser que así fuera.
Después de todo... aquello había sido su sueño de juventud. Formar una familia con Drew.
Él no dejó de sonreír. Depositó esta vez un beso en su mejilla y después volvió a colocarse el cinturón de seguridad para encender el auto.
–Quiero que sea ahorita mismo. Ya no aguanto más estas ganas de verlo y de hablarle–
La castaña se mantuvo en silencio y con el corazón acelerado, mientras Drew condujo rápidamente hasta su casa.
Demasiado rápido.
Demasiado... Sólo demasiado.
Deseó que el camino se hiciera eterno pero sucedió todo lo contrario.
Él consiguió llegar en tiempo récord. Recorrió las calles de la ciudad a gran velocidad. Tal parecía que en serio estaba entusiasmado con conocer al pequeño. Eso volvió a darle un vuelco.
Pensar en Aaron y Drew juntos le revolvió el estómago por alguna razón que en esos momentos desconocía.
–Me siento muy nervioso– comentó entonces. –Este será por mucho el mejor día de mi vida. De acuerdo, no. El mejor día será cuando lo escuche decirme, papá... ¡Ah! No puedo dejar de temblar, ve esto– le mostró una de sus manos y en efecto esta temblaba segundo a segundo.
–¿Tú...tú de verdad lo quieres?–
–¿No lo he dejado en claro? ¿Por qué no lo querría? Es sangre de mi sangre–
–No lo sé– Ariana se hundió de hombros. –Todavía no concibo que sea tuyo y... que no estés presente en su vida como lo haría cualquier otro padre–
>Como lo hacía Jack< lo pensó, pero no lo dijo.
–Para ya con eso– Drew exhaló irritado. –Estoy suplicándotelo. Ya me duele lo suficiente. Te juro que lo quiero y deseo estar cerca, que él sepa que yo soy el hombre que le dio la vida–
Ariana asintió.
–Bien... Supongo que... iré a buscarlo–
Drew asintió y la sonrisa regresó a él.
–Voy contigo–
La tomó de la mano, y juntos caminaron hasta la gran casa.
Subieron escaleras y después entraron.
La empleada apareció.
–Buenas tardes...– Nía se quedó de piedra al ver que Drew Van Acker acompañaba a la joven Ariana. Los miró con gran asombro. No pudo siquiera disimular.
–Hola, Nía, ¿cuánto tiempo?– Drew le sonrió intentando parecer cortés.
La castaña exhaló.
–Nía, ¿podrías traer a Aaron aquí, por favor?–
La empleada consiguió reaccionar de su trance pero la miró como si le hubiesen salido dos cabezas.
Llevaba años trabajando para la familia, desde luego conocía la situación.
–Es para ahorita–
–Sí, señora. Señorita... Ahora mismo lo traigo– Nía bajó la cabeza un tanto avergonzada. De inmediato se marchó para cumplir con la orden.
–Gracias–
Drew comenzó a caminar y dar vueltas por todo el recibidor.
–Ah, estoy demasiado ansioso. Y feliz también. Muy feliz. Gracias por esto, Ari. Este encuentro me llena de felicidad, no sabes cuánto lo he deseado, cuánto tiempo lo llevo esperando–
Sí, Ariana no lo dudaba. Lo veía en su cara.
–¿Sólo... puedo pedirte un favor?– le preguntó.
Él asintió prontamente.
–El que quieras, linda. Lo que desees–
–No le digas a Aaron que tú eres su padre... Al menos no todavía. No quiero causarle un trauma más. Debemos ir despacio, de poco en poco. Él es lo más importante para mí ahora y no quiero lastimarlo más–
No le agradaba mucho la idea de seguir esperando más pero Drew estaba muy dispuesto a aceptar sus condiciones. Sería como ella quisiera, siempre y cuando le permitiera seguir viendo al niño.
Asintió.
–Lo entiendo y lo acepto. Tengo especial urgencia en que mi hijo me conozca y sepa quién soy, pero sé perfectamente que primero es su bienestar. En estos momentos sólo quiero ser su amigo, ganarme su cariño y su confianza. Con eso me bastará por ahora–
–Gracias–
La empleada regresó, y traía con ella al pequeño.
Aaron la miraba con su carita de confusión.
–Aquí está su hijo, señorita Ariana–
–Gracias, Nía, puedes retirarte–
–Hola, mami–
–Hola, Aaron– ella le sonrió. Era hermoso y muy tierno. Se derretía de ternura cada vez que lo miraba. Verlo le llenaba el corazón de una manera que todavía no conseguía explicarse pero empezaba a entender todas esas emociones maternales de las que los demás le hablaban.
No se quejaba aún así. Su hijo la hacía feliz dentro de toda aquella película de terror. –Ven aquí, quiero presentarte a un amigo–
–¿Un amigo?– el niño se acercó y tomó la mano que le ofrecía. –¿Él es tu amigo, mami?– señaló a quien para él no era más que un extraño.
–Sí, y está muy emocionado por conocerte– le dijo mientras acariciaba el cabellito castaño.
–¿De verdad?–
–¡Sí!–
Drew le sonrió y lo miró con mucho entusiasmo. Para él fue algo maravilloso.
–Hola, Aaron... Wow eres muy apuesto. Tienes todo el porte de los Van Acker, no hay duda alguna– la emoción lo llenó.
Ariana en cambió pareció consternada, pero Drew se encargó de tranquilizarla con una sonrisa. No pensaba decir nada más con respecto al tema.
–Seguro cuando seas grandecito romperás un montón de corazones– le guiñó el ojo, después se enderezó y volvió con Ariana. –Debo admitir que es idéntico a ti, y eso me alegra porque tú eres muy hermosa. ¿Escuchas eso, Aaron? Eres un galán gracias a los genes de tus padres. Tu mamá es una belleza, y... tu padre también tiene lo suyo– casi no podía creerse que en serio estuviese hablando con su hijo. El bebé que había procreado con Ariana aquella noche de locura. El verlo en esos instantes lo hacía no arrepentirse de eso pero sí de todo lo demás.
Aaron se sintió con un poco más de confianza y sonrió.
Eso le agradó muchísimo a Drew, sin embargo cuando lo escuchó hablar todo lo demás se vino abajo...
–Papi es muy muy muuuy alto. ¡Yo quiero ser como él cuando sea grande!–
La mención de Jack Reed irritó a Drew bastante, pero no tanto cómo el mero hecho de darse cuenta con cuánta admiración y devoción hablaba el pequeño de ese tipo al que creía su padre.
Resintió la distancia y todos aquellos años transcurridos. Se maldijo y se sintió más arrepentido que nunca. Los sentimientos de rabia y culpa fueron devastadores.
Ariana exhaló. Se acercó al niño y lo asió por los hombros.
Aaron alzó su carita para mirar a su madre.
–¿Mami, puedo irme a jugar?–
–Claro que sí. Puedes irte–
El pequeño sonrió contento y sin siquiera dirigirle una mirada más al desconocido, se fue corriendo para dirigirse al jardín trasero.
Drew lo miró con anhelo hasta que desapareció. Después soltó un suspiro.
–Se ve que es un niño estupendo– dijo un tanto desanimado.
Ariana tenía realmente poco tiempo conviviendo con su hijo, pero unos minutos a su lado habían bastado para maravillarse con lo lindo, ocurrente e inteligente que era.
Sonrió conmovida.
–Sí, sí lo es–
–Son estos momentos cuando más me arrepiento de haberme separado de ustedes. Si no hubiera sido tan imbécil... ahora estaría disfrutando de mi hijo, contigo–
La castaña no mencionó nada con respecto a eso. Desvió su mirada.
Confiaba en Drew, siempre lo había hecho. Sin embargo habían sucedido tantas cosas... Cosas que ella no lograba recordar ni entender.
Pero él era lo único que podía conectarla en esos momentos con su pasado, que para ella eran más un presente.
–Drew...–
–Espera, Ari, antes de que digas algo, quiero pedirte una última cosa. Y muy importante–
–¿Qué cosa?–
–Una tarde con Aaron... Sólo una, es lo único que pido por ahora, por favor, Ariana. Quiero estar con él más tiempo, aunque sea un poco, llevarlo a pasear y consentirlo mucho. Por favor. Puedes venir con nosotros si tú quieres–
La duda se sembró en ella de nuevo.
Su corazón palpitó con fuerza una vez más.
–No lo sé, Drew...–
–Te lo suplico. He estado tantos años lejos de él. Sólo quiero una oportunidad. Dame esa oportunidad. Dánosla a los tres. Podemos ser muy felices. ¿No te gustaría? ¿No era lo que querías hace seis años?–
–Quería una vida contigo, Drew– eso no podía negarlo.
–Y el destino nos está poniendo en bandeja de plata esta nueva oportunidad–
–Pero... ¿Qué pasará con Jack?– ella no podía evitar pensar en su marido.
Drew frunció el ceño.
–¿No dijiste que se había marchado?–
–Sí, pero... seguimos casados. Soy su esposa. Y además... ¿Qué sucederá si recupero la memoria?–
Drew no había pensado en aquella posibilidad.
Se quedó sin respuesta y comenzó a sentirse muy frustrado.
Si Ariana recuperaba la memoria él corría el riesgo de perder todo lo avanzado.
Se dijo que no debía ser pesimista. Aquella era su oportunidad de oro.
–De acuerdo, no voy a insistir más con ese tema. Entiendo tu situación ahora y el caos en tu cabeza. Debes recuperarte primero, pero permite al menos que vea a mi hijo. Deseo empezar a ser su padre, de poco en poco claro, pero tener al menos un comienzo–
Ariana exhaló.
–Está bien, Drew... Está bien–
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Los días transcurrieron para Jack como si no lo hicieran realmente.
Desde luego su madre no había permitido que pasara una sola noche en el taller mecánico y de inmediato lo había hecho traer a su casa.
Jack se lo agradecía, al menos ahí la tenía a ella, tenía a los gemelos e incluso a Emma, a quien Natalie había recibido como una hija más y le había dado todo su cariño y apoyo.
Ellos eran su familia y sin duda alguna sabía que si no los hubiese tenido a ellos no habría resistido aquella situación.
Seis años atrás, los mismos que Ariana había olvidado, las cosas habían sido muy distintas entonces. Él había estado solo, había creído que su única familia era aquel desgraciado de Jason, pero después... la vida le había otorgado una esposa, un hijo, una mamá, dos hermanos, y al final, y como si todo aquello no había sido suficiente, le había dado a una hermana más.
Ansiaba muchísimo recuperar a su esposa, pero mientras tanto era el resto de su familia quienes le daban consuelo.
Se los agradecía en el alma.
Durante la mañana habían disfrutado de un almuerzo juntos, todos habían puesto todo su esfuerzo en intentar levantarle el ánimo.
Después Tom y Kyla se habían despedido pues tenían clases temprano en la universidad. Ambos estaban próximos a terminar sus carreras. Emma también tuvo que marcharse, pues Cameron pasó a recogerla. Debían estar temprano en la academia con el señor Lewis para empezar a planear el siguiente musical.
Natalie y Jack se quedaron solos en el comedor.
Su madre colocó su mano sobre la suya y lo acarició con cariño.
–No me gusta verte triste, mi cielo–
Él le mostró una sonrisa desanimada que pareció ser más una mueca.
–No puedo evitarlo, mamá–
–Lo sé, cariño, sé que estás sufriendo mucho, y me duele en el alma–
–No entiendo por qué la vida se ha ensañado tanto conmigo. Siento que estoy maldito, debo tener alguna maldición, ¿o por qué me persiguen las desgracias?–
–No, no digas eso, mi amor–
–Es lo que siento. Cada vez que pareciera que seré feliz, pasa algo. Lo peor de todo es que siempre afecta a las personas que amo–
Su mamá se acercó más a él para darle toda su calidez de mamá.
–Ari va a estar bien, y tú también. Volverán a estar juntos como antes, con Aaron–
Jack soltó su aliento. Se sentía muy tenso todavía.
–Parece un sueño... Uno muy lejano–
–Uno que se hará realidad– le dijo Natalie convencida de eso.
–Tu optimismo me da un poco de esperanza, ¿sabes?– esta vez la sonrisa de Jack fue un poco más real.
–Eres un chico maravilloso que vino a este mundo a hacerlo un lugar mejor, pronto la alegría regresará a ti, volverás a sonreír, mi cielo–
–Gracias, mamá–
Ella lo abrazó llena de amor.
–Mientras tanto yo disfruto de tenerte viviendo aquí conmigo–
–No podría soportar regresar a la casa que compartía con Ari. No puedo hacerlo sin ella–
Natalie lo tomó de las manos.
–Y no tienes por qué. Esta es tu casa también–
–Ahora debo irme. Le prometí al hombrecito que pasaríamos la tarde juntos, procuro pasar mucho tiempo con él para que no resienta tanto el que me haya ido–
–Haces bien, cariño. Tu hijo te necesita mucho en estos momentos–
–Y siempre estaré para él, mamá, es mi cachorro, lo protegeré con mi vida–
–Eres el mejor padre que Aaron pudo tener– su madre le acarició el rostro.
–Y él es lo mejor que me pudo haber pasado. Me cambió la vida por completo. Lo amo con toda mi alma, y a Ariana también–
–¿La verás?–
–No lo sé. Pero ojalá. Verla siempre me da fuerzas– y la verdad era que estaba muriéndose por mirarla aunque fuese solamente por unos segundos.
–Mucha suerte–
–Gracias, mamá, te quiero– Jack se puso en pie y depositó un beso en su mejilla.
–Yo te quiero más, mucho más– ella sonrió.
Ambos se abrazaron.
Luego de aquello Jack se marchó, mientras Natalie soltaba un suspiro y pensaba en que ojalá Ariana recordara pronto que era la mujer más afortunada del planeta por tener a ese maravilloso hombre a su lado.
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Ariana tenía un presentimiento. Una sensación de equivocación muy grande que la tenía bastante nerviosa.
Pero ya le había prometido a Drew que le permitiría ver a Aaron. No podía retractarse.
Y por otro lado...
¿Por qué tenía que sentirse culpable o avergonzada?
Se trataba de su hijo.
Su hijo, tenía que recordarse a cada instante.
Era su madre, y quería lo mejor para él, para ella y para todos.
No había nada de malo en que comenzara a convivir con su papá biológico.
Jack podía haberlo criado durante los cinco años de su vida, pero eso no borraba el hecho de que había sido Drew con quien lo había procreado. Y ella, lo quería.
Le sorprendió muchísimo ese pensamiento.
Realmente no se había puesto a pensar en sus sentimientos, en lo que había sentido por Drew a los diecisiete años, y en lo que, se suponía, debía seguir sintiendo.
Lo había amado durante mucho tiempo. Había sido su amor de niñez, el primero, y también su más grande ilusión. Habían formado la pareja perfecta, una salida de un cuento de hadas. Ella la princesa y él su príncipe azul.
¿Pero estaban todavía a tiempo? ¿Todavía podrían tener su final feliz? ¿Su "felices para siempre"?
Estaba demasiado confundida. Se sentía muy insegura aunque deseaba estar segura.
Su vida seguía siendo una pesadilla, una maraña de confusiones que la dejaban siempre afectada y aturdida.
Soltó un tenso suspiro.
Seis años atrás había soñado con formar una familia a lado de Drew, y esos mismos seis años parecían no haber transcurrido para ella, porque seguía atrapada en el pasado.
Todavía no lograba entenderse, y aún menos era capaz de ponerle nombre a lo que sentía por Drew, y a lo que, de cierto modo sentía por Jack.
No aún.
–Te ves muy hermosa hoy, Ariana– la saludó su ex novio con un beso en la mejilla y una suave caricia en el brazo.
La castaña esperó a que la cercanía con él fuese a producirle alguna emoción interna agradable, algo como lo que había sentido en su adolescencia, pero extrañamente no sintió nada.
Se dijo que quizá era por la tensión que no la había abandonado.
–¿Lista para nuestra salida de esta tarde?– le preguntó entonces Drew sacándola de sus pensamientos.
–Yo... supongo que sí– contestó pero la realidad era que no se sentía preparada todavía.
–¿Supones?– Drew la miró con el ceño fruncido.
Ella abrió la boca para responder pero fue interrumpida por otro cuestionamiento más.
–¿En dónde está Aaron?–
Drew miró su reloj. Parecía impaciente.
Estaba muy elegante además, pero él siempre lo estaba. Llevaba una camisa celeste lisa, pantalones color caqui y mocasines. Todo en él, caro desde luego. Se había peinado con gel y traía puestos sus lentes de sol.
Ella no pudo evitar compararlo con Jack. Eran demasiado diferentes, y sin duda ella debía haber tenido un gusto muy variado en su tipo de hombres.
Claro estaba que Drew era lo que más se acercaba a su chico ideal. Se convenció de eso.
–Iré a buscarlo– le dijo.
–Bien, por favor no tarden–
Ariana soltó el aliento y volvió adentro de la casa.
Tardó más de quince minutos en regresar y eso lo exasperó bastante.
Se recargó en la parte superior de su vehículo, volvió a mirar su costoso reloj de muñeca, cerró los ojos y después miró al cielo.
Siempre había sido un hombre paciente pero en esos momentos se sentía demasiado ansioso. Había planeado meticulosamente todo lo que harían aquel día. Estaba decidido a ganarse el cariño de Aaron. Lo llevaría a un parque de diversiones y al cine a ver la película que deseara, después irían a ese centro de entretenimiento donde tenían todo tipo de videojuegos para que se la pasaran en grande. Además le compraría todo lo que deseara. Afortunadamente el dinero era algo que le sobraba, lo tenía a manos llenas y no tendría miramientos en consentirlo de todas las maneras posibles, así él se convencería de que era mucho más divertido que el propio Jack. Seguro ni siquiera lo recordaría. Eso era lo que deseaba, desaparecerlo de sus vidas, especialmente de la mente y el corazón de su hijo porque únicamente había espacio para un padre, y ese era él.
Sonrió alegremente cuando los vio salir de la casa.
De inmediato corrió hacia ellos acortando la distancia.
–Hola, peque–
Aaron lo reconoció como el amigo de su madre del otro día. Se inclinó hacia atrás al sentir que estaba acercándose mucho a él. Tanto que pudo mirarse en el reflejo de sus gafas.
–Hola– contestó pero sólo porque su mamá le había enseñado a ser un niño educado. Su infantil cabecita no le permitía todavía comprender por qué ese sujeto estaba tan interesado en él.
–Soy yo, tu amigo Drew. ¿Me recuerdas?– le dijo muy entusiasmado.
Aaron en cambio permaneció muy serio.
–Creo que sí– contestó.
–Eso me pone muy feliz. ¿Y Adivina qué? Te tengo una sorpresa– la manera en que Drew le hablaba era de confianza y muy amistosa. Estaba emocionado también.
–¿Una sorpresa para mí?– Aaron abrió sus ojitos sorprendido pero también contento. Las sorpresas le agradaban muchísimo. ¿A qué niño no le gustaban?
–Así es, iremos a un parque, y te divertirás muchísimo. Después te llevaré al cine y a un centro de juegos. La pasaremos increíble los tres. ¿Te gusta la idea?–
Contrario a lo que Drew pensó que sucedería al siguiente instante, Aaron negó sin más.
–¿No?– le preguntó confundido y tuvo que repetirlo con la esperanza de haber entendido mal. –¿No?–
–No puedo ir con usted– fue la respuesta del pequeño.
Totalmente perdido con el rumbo que había tenido la conversación, Drew se puso en pie pero no dejó de mirarlo.
–¿Por qué no?–
–Porque mi papi vendrá por mí. Me prometió que me llevaría a los Go Karts y estoy esperando a que llegue–
La mención de Jack hizo que Drew borrara la sonrisa en su rostro y sus facciones se endurecieran.
–Pues lo lamento mucho, pero tu mami y yo planeamos esta salida desde hace ya una semana. Tendrás que ir a los Go Karts otro día– lo tomó de la manita con fuerza e intentó arrastrarlo hasta su auto. –Vamos, se nos hará tarde–
–¡Nooo!– Aaron intentó liberarse del agarre. Con su manita libre lo golpeó, y aunque no le causó gran dolor, consiguió liberarse. –¡Yo no quiero ir con usted!– para ese momento ya se sentía un poco alterado. Se había llenado de pánico al ver atrapado por aquel sujeto.
Drew intentó no perder su paciencia. Miró a la castaña.
–¿No vas a decirle nada?– lo señaló. Evidentemente estaba esperando algo de ella.
Pero Ariana no sabía qué. ¿Que lo reprendiera? ¿Que lo obligara?
Se quedó muda.
Luego se hundió de hombros.
Irritado, Drew regresó la vista hacia Aaron. Colocó las manos a sus costados e intentó tranquilizarse. No debía olvidarse de que era un niño y no podía asustarlo.
Lo malo ahí era que él jamás había tratado con niños.
Exhaló y trató de retener toda su paciencia y hasta más.
–Dices eso porque no imaginas lo bien que la vamos a pasar. ¿Eh, Aaron? Te compraré todo lo que me pidas y podrás comer todos los dulces y helados que quieras–
Pero incluso aquel ofrecimiento resultó no ser atractivo para el pequeño que tenía una sola cosa en mente y esa era esperar a que su papi llegara por él y lo llevara a los Go Karts.
–Mami no me deja comer muchas golosinas– lo miraba enfadado. Si momentos antes Drew había pertenecido a la lista de personas que le daban absolutamente lo mismo a Aaron, en ese momento había pasado a encabezar la lista de personas que no le agradaban ni un poco.
–Pues hoy sí te dará permiso, andando– volvió a tomarlo del brazo y volvió a hacer intento de meterlo a su auto.
Aaron se resistió todo lo que pudo.
¡Suélteme!– le gritó desesperado. –¡Mamá, dile que me suelte!– suplicó.
Ariana estaba muy impresionada de la escena que sus ojos veían.
–Drew no creo que sea conveniente que lo presiones así...–
Pero él no hizo caso alguno.
–Tranquila, puedo convencerlo– se inclinó de nuevo al pequeño, y se rehusó a soltarlo. –¿Has oído hablar de esa juguetería que está en el centro? Le haremos una visita y te compraré el Go Kart más bonito y grande que veas–
–¡No! ¡No quiero! ¡No quiero!– Aaron gritó, forcejeó con él y comenzó a llorar al ver que no podía librarse.
–¿Por qué no quieres?– Drew terminó de exasperarse. –Te he ofrecido la mejor tarde que cualquier niño pudiera desear. ¿Qué más quieres?–
Los ojitos furiosos de Aaron lo miraron.
–¡Tú no me gustas!– exclamó sin temor alguno de herir sus sentimientos. –¡No me gustas! ¡No me gustas!– repitió por si no le había quedado claro todavía.
Drew negó.
–Eso es porque no me conoces lo suficiente. Quiero ser tu amigo, Aaron. Deja de llorar y hablemos. Vamos, habla conmigo–
–¡No!– estaba reacio a hacerlo. –¡Quiero a mi papi! ¡Quiero a mi papi!–
–Oh, maldita sea...–
–¡Que venga mi papi!–
Y para Drew fue demasiado. Lo miró con enojo.
–¡Él no es tu papá!– se lo gritó tan crudamente que Ariana pensó que en esos instantes iba a desmayarse. No lo hizo sin embargo. Una adrenalina muy fuerte le recorrió el cuerpo. Ver a su hijo en aquel estado la hizo despertar.
–¡Drew, suéltalo ahora mismo!– no estaba sugiriéndolo, se lo estaba exigiendo.
–¡Sí lo es!– Aaron estaba ahora furioso y demasiado afectado.
–¡No! ¡Soy yo! ¡Es a mí a quien debes de querer!– se arrodilló frente a él y con sus manos cubrió sus dos infantiles hombros. Empezó a sacudirlo.
Aquello fue más de lo que Ariana estaba dispuesta a permitir como madre. Se colocó entonces en medio de ambos y estuvo a punto de decirle que no tratara así a su hijo, que no se atreviera a hacerlo de nuevo cuando una voz a sus espaldas los hizo girarse.
–¡¿Qué demonios sucede aquí?! ¡Suelta a mi hijo!–
Era Jack... Y todos se quedaron estupefactos al verlo ahí de pie, tan inmenso como imponente. La puerta de su camioneta todavía abierta. Había bajado de ella con rapidez una vez que se dio cuenta de lo que ocurría.
Ariana sólo cerró sus ojos consciente de lo que se desencadenaría ahí.
Drew maldijo en silencio.
Aaron aprovechó entonces la distracción del sujeto que lo había tenido preso durante los últimos minutos. Le soltó una patada y una vez que se encontró liberado corrió sin dudarlo hacia los brazos de su padre. Su único y verdadero padre.
–¡Papi!– limpió las lágrimas de sus ojitos con sus manitas.
Jack mantuvo la calma únicamente por él. Se inclinó para recibirlo, y la determinación de siempre protegerlo incrementó. Con su gran mano acarició la pequeña cabecita, lo pegó a su pecho, pero su mirada no se despegó ni un solo instante de Drew Van Acker que a su vez también lo miraba con muchísimo rencor.
–Ya, ya, tranquilo, hombrecito, papá está aquí, todo estará bien, te lo prometo– le dijo para tranquilizarlo e incluso para tranquilizarse a sí mismo.
Si no iba y mataba a golpes a aquel canalla era sólo por tres razones, uno Aaron, dos Ariana y tres estaban en casa de sus suegros. No iba a irrespetarlos de aquella manera, pero en cuanto tuviera la oportunidad... ¡Que el cielo se apiadara de Drew porque él no lo haría!
Hugh y Sandra también salieron de la casa. Al escuchar todo el ruido proveniente de las afueras.
Se detuvieron asombrados al ver a Ariana, Jack, Aaron y Drew ahí mismo en el jardín de la residencia.
Nada bueno había ocurrido y de eso estaban seguros.
–¿Qué es esto?– Hugh habló.
–¿Qué ha sucedido?– Sandra también estaba muy consternada.
Los dos miraron todo a su alrededor.
Ariana estaba pálida como la grana. Aaron llorando abrazado de Jack. Y Drew con expresión alterada.
¿Drew?
La mirada de Hugh se concentró en él.
–Sandra, llévate a nuestro nieto– habló el patriarca de la familia con seriedad y sin derecho a replica por ninguna parte.
Su esposa asintió. Lo mejor era alejar al pequeño de aquel lío. El deber de todos ahí era protegerlo. Tan importante como la misma recuperación de Ariana.
–Vamos, mi cielo– intentó tomarlo de los brazos de Jack.
El niño tenía su carita roja. Todavía soltaba unas cuántas lágrimas.
–¡No, no, abu! ¡Me quiero quedar con mi papi!– se abrazó con más fuerza de él y aferró su cuello.
Jack le dio un par de palmaditas en la espalda.
–Está bien, hombrecito, ve con tu abuelita– le hablaba amoroso y paciente, aunque por dentro estuviese deshecho.
Aaron negó y mantuvo su agarre.
–Papi, no quiero que me separen de ti– sollozó.
–Nadie lo hará, te lo juro– Jack continuó abrazándolo y acariciándolo.
–Te amo, papá–
Esa declaración le dio al peleador las fuerzas que había estado necesitando.
–Yo te amo más a ti, mi amor– le besó la frente.
Finalmente Aaron se separó de él para poder mirarlo a la cara.
–¿Vas a llevarme a los Go Karts?– sonrió emocionada.
La inocencia de los niños era maravillosa.
Jack lo bajó al suelo y se inclinó para poder hablarle a su altura. Acarició su carita y depositó ahí un montón de besos.
–Sí, campeón, pero mañana. Te prometo que te compensaré, ahora ve con abu Sandy, ¿sí?–
–De acuerdo– Aaron confiaría ciegamente en su papá, eso sucedería por siempre.
Le dio un último abrazo y entonces su abuela lo tomó de la manita.
Juntos se adentraron a la casa.
Nadie habló hasta que los vieron desaparecer por la puerta.
Sólo entonces Jack se olvidó por completo de su control. Ni siquiera hizo el esfuerzo por retenerlo. Se lanzó directo a Drew apretándole el cuello de la camisa y arrastrándolo unos cuantos metros a pesar de que puso resistencia.
–¡Maldita sea, cabrón! No vuelvas a acercarte a mi hijo!– le exigió lleno de furia. La fuerza de sus manos aumentó destructoramente. Los niveles de violencia fueron mayores, indominables. Nublaron cualquier otro pensamientos que pudiese llegar a tener.
Pero Drew no iba a dejarse vencer. Estaba preparado para pelear. No dejaría que su plan se echara a perder. Había puesto todas sus esperanzas en él y no renunciaría.
–¡Sabes bien que no es tu hijo! ¡Es mío! ¡Mío!– le gritó lleno de odio y desprecio. Verlo abrazando al niño había alborotado todo en su interior.
Jack negó. No iba a permitirle que dijera aquello.
–¡Cierra la boca, imbécil!– le ordenó. Ciertamente estaba acabando con la paciencia del peleador. Jack se sintió incluso más enfurecido. Su ser rebosó con rabia. Sus manos no lo soltaron. Lo apretaron con más fuerza.
–Oh, cielo santo...– detrás de ellos, Ariana fue incapaz de reaccionar. Por instantes permaneció en inmóvil, los ojos exaltados, la boca abierta, intentando juntar dos pensamientos coherentes, pero resultándole imposible.
Para fortuna de todos Hugh intervino de nueva cuenta.
–¡Paren ya! ¡Alto los dos!– les exigió. –¡Dije que paren ya!– se colocó entre ambos y consiguió separar a Drew lanzándolo lejos de Jack para evitar que lo golpeara. –Ya es hora de que te marches– le dijo a quien fuese en el pasado el novio de su princesa, y primogénito de aquellos a los que había considerado amigos, y a quienes ahora ni siquiera saludaba.
–¡¿Qué?!– Drew no pudo creerse que en serio Hugh estuviese pidiéndole tal cosa. –¡Pero fue él quien ha comenzado a agredirme!– argumentó y señaló hacia Jack.
Butera negó inmediatamente sin temor a ofenderlo.
–No. El causante de todo esto fuiste tú al atreverte a venir aquí y reclamar una paternidad que no te pertenece– sus palabras fueron claras y frías.
Drew se quedó estupefacto al oírlo.
En el pasado el padre de Ariana jamás le habría hablado así. Lo adoraba, además de que se la vivía elogiándolo y diciéndole que era el hombre perfecto para su hija.
Intentó acomodarse la camisa arrugada y limpió su sudor. Inhaló y exhaló haciendo grandes esfuerzos por recuperar su respiración.
–¡El papá de Aaron soy yo! ¡Tengo derecho a estar aquí y verlo!–
Hugh rió con ironía.
–Jamás creí que fueses a ser tan cínico... Perdiste todos tus derechos cuando abandonaste a Ariana. Aquí el único padre de Aaron es Jack, así que ya lárgate antes de que sea yo quien te rompa la cara por lo que le hiciste a mi hija hace seis años–
Esta vez Drew no tuvo excusa para defenderse. No había réplica alguna y odiaba tener que admitirlo. Lo más viable para él fue no hacerlo.
–Pues no me iré. Estoy dispuesto a todo por recuperar al niño que nació de mi simiente. ¡Es un Van Acker! ¡El heredero de mi familia, les guste o no!–
–¡Heredero y una mierda! ¡Si no te largas yo mismo te sacaré de aquí!– Jack lo alcanzó de nueva cuenta, y lo tomó agresivamente llevándolo hasta la entrada de la residencia.
Aún así para la Bestia fue como una subida masiva de adrenalina. La mueca de furia hacía su rostro casi irreconocible.
Ariana no podía creerse lo que sus ojos veían.
Drew y Jack Reed a punto de matarse a golpes.
Era más de lo que podía soportar.
La crisis nerviosa la abarcó en su totalidad.
–¿Qué pasa, Jack? ¿Estás preocupado porque Ariana no puede recordarte? ¿Te sientes amenazado?– Drew comenzó a burlarse de él en su cara.
–¡Cállate, hijo de perra!–
Pero Drew no guardó silencio ni mucho menos.
A pesar de permanecer preso por Jack, seguía muy dispuesto a afrontarlo.
Rió con sorna.
–¿No has pensado que quizás en realidad ella no quiere recordar nada sobre ti? ¿O qué esposa olvidaría todo sobre su marido? No te pareces en nada a lo que Ari soñaba a los diecisiete. ¡Ella me quería a mí! ¡Me sigue queriendo, y te juro que voy a luchar por esta oportunidad de y estar con ella y con nuestro hijo!–
Ah, pero eso sólo sería sobre el cadáver de Jack.
Primero lo mataría.
–¡Te voy a matar! ¡Te voy a matar, imbécil!–
Los puños comenzaron a azotarse sobre la cara de Drew, uno tras otro provocando un ruido seco en cada encontronazo, entremezclándose con los quejidos lastimosos.
Los nudillos comenzaron a dolerle al peleador pero no le importó. En esos momentos nada le importaba. Lo golpeó una y diez veces más. Cada puñetazo liberándolo de la tensión que instantes antes había explotado, sacando a gritos su dolor y su furia.
–¡Jack, detente!– le exigió Hugh muy consternado.
–¡Jack, suéltalo!– Ariana no lo soportó más. Lágrimas se desbordaban por todo su rostro pero las limpió. Le suplicó. –¡Jack, basta!–
Para esos momentos el rostro de Drew era una máscara brillante de sangre. Estaba hecho añicos.
La furia de Jack no había disminuido ni siquiera un poco. La ira le quemaba las entrañas.
Hugh utilizó entonces todas sus fuerzas para lograr apartarlo.
–¡No te vuelvas a acercarte a ellos!– le gritó Jack mientras su suegro lo arrastraba. –¡¿Me escuchaste?! ¡Nunca más te les acerques, joder!–
Drew palpó la sangre saliendo a chorros de su nariz. Intentó limpiarla pero esta siguió brotando.
Le quedaban las fuerzas suficientes para responder.
–Será...– tosió y sus dientes crujieron de dolor. –Será Ariana quien lo decida. ¡No tú!–
La castaña lo ayudó a ponerse en pie.
–Drew, será mejor que te vayas, por favor vete– su voz fue completamente un ruego. Estaba muy alterada y verlos pelearse había conseguido que su estómago se revolviera.
Esta vez su ex novio no reprochó.
Lo mejor era marcharse. Nada iba a conseguir ahí en esos momentos. Todo estaba en su contra.
Asintió sin más.
Utilizó la manga de su camisa para limpiar la sangre.
Miró a Jack, después a Hugh, y finalmente a Ariana.
Luego subió a su auto y se marchó.
Apenas salió el vehículo de la residencia, el bonito Mazda de Adrienne entró por el mismo lugar.
Cuando ella bajó y observó las expresiones de todos, el rostro ensangrentado de Jack, el sudor y el cabello despeinado, su camisa sucia y la sangre en sus nudillos. Ariana más pálida que la grana. Hugh demasiado tenso.
–¡Cielo santo! ¿Pero qué ocurrió? ¿El que se marchó era Drew Van Acker?–
–Sí, era Drew, y ocurrió lo que era de esperarse, Adrienne– Hugh respondió y después miró a su yerno.
Adrienne abrió los ojos impresionada.
Ni siquiera hacía falta preguntar por qué.
Ariana seguía en shock. Enmudecida.
Fue Hugh quien habló.
–¿Puedes ocuparte de Jack, hija?–
La mayor de las hermanas Butera asintió.
–Sí, sí, claro que sí, ven aquí, Jack. Le pediremos ayuda a Nía para curar esas heridas– tomó a su cuñado del brazo y lo condujo dentro de la casa.
Hugh y Ariana se quedaron solos en el jardín.
–¿Estás bien?– le preguntó el padre a su hija.
La castaña negó.
–No... no estoy bien– exhaló. –Vi cómo Jack destrozaba la cara de Drew. ¿Cómo quieres que esté?– más lágrimas se desbordaron hasta su mentón.
–Eso fue algo que pudo haberse evitado, Ariana. No tenías por qué traerlo aquí. Maldición, ni siquiera tenías que hablar con él. No estás recuperada todavía. Esto sólo empeoró tu situación– le dijo severamente.
Ariana frunció el ceño.
–Drew ha sido el único que no me ha mentido–
–Sí, claro, te lo contó todo a su conveniencia. Vaya cobarde–
–No fue así– replicó defendiéndolo. –Él admitió sus errores, incluso se disculpó–
–Pero eso no borra nada de lo que ocurrió. El padre de Aaron es Jack, siempre ha sido Jack, y tú no puedes hacerles esto a ninguno de los dos. Los estás traicionando–
–No entiendo por qué de pronto sientes tanto desprecio por Drew. Antes lo querías, decías que era el hombre ideal para mí, en cambio jamás hubieses permitido que me casara con un tipo como Jack– sí, esa parte seguía siendo un misterio para ella.
–Tienes que soltar el pasado, hija, tienes que abrir tu corazón, de otro modo jamás saldrás de este hoyo tan profundo en el que te encuentras–
Ella rodó los ojos con irritación.
–Estoy harta de escucharles decir eso...–
–Y no dejaremos de repetirlo hasta que lo entiendas. Todos queremos lo mejor para ti. Este es el único camino para que recuperes tu antigua vida–
–¿Y no se han puesto a pensar en que quizás yo no quiera esa antigua vida de la que tanto hablan? No soy más esa Ariana de diecisiete años, eso es evidente, pero tampoco soy la Ariana de hace un mes, así que no pueden pretender que en serio acepte todo como si nada–
–Ariana no estás pensando bien las cosas. Estás asustada, y confundida, y...–
Ella lo interrumpió.
–Y nada, papá. Esta es mi vida, y si mal no recuerdo, tengo veintitrés años cumplidos, así que soy lo bastante mayorcita para decidir por mí misma. Y también por mi hijo–
Hugh comenzó a enfadarse.
–No metas a mi nieto en esto. Él no merece sufrir. Entiendo tu situación, te juro que la entiendo, pero deja de involucrar a Drew–
–Drew es el papá real de Aaron–
–¡Bobadas! Drew ya no es parte de tu vida, y jamás ha sido parte de la vida de Aaron. Ojalá pudieses recordarlo, ojalá pudieses volver a ser esa Ariana que se convertía en leona cada vez que alguien amenazaba con lastimar el corazoncito de su pequeño hijo–
–Yo quiero a mi hijo, papá, aunque nadie aquí lo crea–
–Pues si lo quieres como tanto dices, entonces hazme caso y aléjate de Drew. No es el momento de tratar ese tema, sino hasta que te recuperes por completo–
–¿Y qué pasaría si te digo que es con él con quien quiero estar a partir de ahora?–
–Te diría que vas a terminar arrepintiéndote. En cualquier momento recuperarás la memoria–
–¿Y si no la recupero nunca?–
–Lo harás– Hugh afirmó seguro.
Ariana en cambió negó.
–Hay un alto porcentaje de padecer esta amnesia para siempre. El doctor mismo fue quien lo dijo–
–¿Y sólo por eso vas a empeñarte en seguir el rumbo de las cosas como hasta lo último que recuerdas? Ya no estás en la preparatoria, Ariana, ya no eres una adolescente inmadura. Eres una mujer, estás casada, tu marido y tú tienen un hijo–
–Un hijo que no es suyo–
–Un hijo que Jack crió como si llevara su propia sangre incluso desde mucho antes de que naciera. Recuerda bien esto, padre no es el que engendra–
La castaña se hartó.
–Me marcho a mi habitación–
Su padre sólo le asintió.
–Piensa en lo que te dije. Piénsalo muy bien antes de que cometas una locura–
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Las lágrimas no habían cesado para Ariana.
Estas seguían fluyendo como dos ríos en plena corriente.
Le parecía increíble la cantidad de ellas que había derramado ya.
Llorar se había convertido en su diario vivir.
Sentía que se había secado por dentro a pesar de seguir teniendo los ojos hinchados como si se hubiera restregado ortigas por la cara. La pena había dado paso a la rabia por un rato. Su vida podría haber tomado un curso totalmente distinto al que había esperado pero no estaba dispuesta a aceptarlo.
No era más que una pesadilla
Su cabeza estaba hecha un caos, sus sentimientos, sus emociones.
Sentía que no era ella misma. Que había una intrusa dentro de su ser.
La confusión era cada vez mayor. Su angustia crecía a cada segundo transcurrido y también el temor de no saber qué hacer.
Su vida luego del momento exacto que recordaba había tomado un rumbo muy diferente a todo lo que ella había planeado. Ir a Julliard, casarse con Drew, convertirse en una estrella de Broadway...
Todos esos sueños... ¡Sus sueños! Se habían ido al traste.
Muchas cosas se habían interpuesto. Su separación de Drew, el embarazo, Jack Reed, y ahora ahí estaba. Más confundida que nunca porque no podía recordar nada de aquellos años vividos. Sus errores. Sus dolores, sus alegrías, cada decisión tomada que para entonces eran ya imborrables.
Ariana se encontraba mirando la luna por su ventana, mientras el reflejo de esta bañaba su rostro.
Últimamente era algo que hacía con frecuencia cada noche. Le gustaba pensar que la luna seguía igual, que era la única ahí que no había cambiado. Se imaginaba que era la misma de seis años atrás, y aunque eso sonase extraño, lograba reconfortarla un poco.
Los errores la seguían persiguiendo, le importaba un bledo su amnesia. No tenía nada que ver.
En su cabeza su pasado era más un presente, pero no existía más. Se había quedado atrás, junto con sus recuerdos.
Su realidad eran Jack y Aaron.
No más Drew. No más Broadway.
Exhaló.
Le dolía demasiado el corazón.
El dolor era insoportable pero no tanto como el no saber qué era lo que debiera de hacer, qué decir, qué nuevas decisiones tomar.
Y justamente en aquel momento se le presentó la oportunidad de hacerlo con la primera.
Su celular comenzó a timbrar.
El corazón le dio un vuelco cuando miró la pantalla y se percató de que era una llamada entrante de Drew.
Las imágenes de él y Jack golpeándose a muerte en el jardín de su casa acudieron a su mente sin poder evitarlo.
La violencia recordada y vivida la hizo estremecerse.
Exhaló.
No podría hablar en esos instantes.
Sin más desvió la llamada y decidió que no iba a responderle.
La convicción fue más fuerte de lo que esperó. La dejó incluso sorprendida.
Se había negado a hablar con Drew, y no quería admitirlo pero las palabras de su padre habían tenido mucho que ver.
Apagó el celular y a los pocos segundos sintió que la presión en su pecho dejaba de sofocarla.
Volvía a respirar con normalidad.
Se sintió liberada, pero más que eso se sintió en paz consigo misma. Una paz que no había sentido en ningún solo segundo de las últimas semanas.
Tomó asiento sobre su cama y miró al techo.
De nueva cuenta se preguntó qué era lo que debía hacer pero esta vez el panorama fue mucho más amplio.
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Pero la mañana durante el almuerzo las cosas marcharon con mucha tensión.
Todos desayunaron en silencio.
Ariana se limitó solamente a dar los buenos días y sentarse.
Fue su madre quien le preguntó cómo se sentía durante aquella mañana.
–Estoy bien, mamá–
–Me alegro, cielo–
Le sonrió y después permaneció seria. Concentró su atención en el jugo verde que bebía.
Por su parte Hugh no mencionó nada, salvo lo estrictamente necesario.
Aaron no emitió palabra alguna, ni siquiera sonidos. Era común en él reír y jugar incluso cuando ingería sus alimentos pero en esos momentos no. Se mantuvo calladito y muy distante. Lo peor fue que ni siquiera la había mirado, lo cual la hizo sentir peor si todavía cabía. Tal parecía que no lograba perdonarla por lo del día anterior. Eso le rompió el corazón de nueva cuenta. Se había pasado la noche entera llorando al recordar la carita de su hijo inundada en lágrimas mientras pedía ver a su papi, no Drew, sino Jack. Eso le había partido el alma entera.
Había llorado incapaz de poder dormir y entonces había entendido una cosa... Su padre había tenido razón. Había hecho las cosas sin pensar, o quizás solamente había pensado en ella misma. Se había comportado como una perra egoísta y esa era la verdad.
Ansiaba con toda su alma poder ser una buena mamá para su pequeño. Si no podía recordar cómo era, al menos deseaba hacer su mejor intento. Pero no tenía idea de cómo lograrlo.
Eso la tuvo pensando durante mucho, mucho tiempo. Ni siquiera tocó su plato.
Se sobresaltó un poco cuando su progenitor se puso en pie y abrochó el botón de su elegante saco.
–Debo irme a trabajar– anunció como era su costumbre. –De camino dejaré a Aaron en casa de su otra abuela–
Sandra asintió.
–Vamos, cariño– le habló amorosamente a su nieto. –Lavemos esas manitas y prepararemos tus cosas–
A Aaron le entusiasmó muchísimo la idea porque su carita apagada se iluminó. La emoción fue evidente en él.
–Sí, abu–
Enseguida los dos se pusieron en pie y salieron del comedor.
Hugh les sonrió y les dijo que los esperaría.
Ariana miró a su papá.
No quería preguntarle si al mencionar a la otra abuela de Aaron estaba refiriéndose a Felicity Van Acker, así que se abstuvo de cuestionarlo.
Hugh sin embargo adivinó todos y cada uno de sus pensamientos.
–Llevaré a Aaron con su abuela paterna. Con la madre de Jack, si es lo que te estabas preguntando–
–Yo no pregunté nada– le dijo Ariana a la defensiva.
–No, pero lo pensaste, y ya deberías irlo aceptando. Aaron no es un Van Acker, no tiene relación alguna con ellos. Es un Reed y un Butera, eso es lo que es–
–¿Ahora los Van Acker son nuestros enemigos?
Hugh se hundió de hombros como confirmándolo.
–Dejaron de ser mis amigos desde el momento en el que te rechazaron y te acusaron de estar mintiendo con el asunto de tu embarazo, y también desde que supuestamente se arrepintieron y volvieron a buscarte sólo para amenazarte con quitarte al niño–
Ariana abrió la boca impresionada con aquella nueva información.
–¿Ellos hicieron eso?– no lo creía. John y Felicity siempre habían sido buenos. La adoraban además.
–Sí, Ariana, porque son personas egoístas que sólo piensan en sí mismos. Así como antes lo éramos nosotros. Gracias al cielo que nos abrió los ojos. Ahora, espero que ya hayas hablado con Drew, y le hayas dejado en claro que no volverás a verlo–
–No lo he hecho–
–¿Qué te detiene?
–Yo... yo no lo sé. Todavía necesito pensar muchas cosas–
Hugh soltó su aliento. Tener paciencia era algo sumamente difícil. Lo hacía porque amaba a su hija por sobre todas las cosas y quería que estuviese bien siempre.
–De acuerdo, tómate tu tiempo, pero toma en cuenta todo lo que hemos hablado–
–¡Wobby, ya estoy listo!–
Aaron regresó cargando una simpática mochila de Mickey Mouse tras su espalda. Sonreía y estaba muy entusiasmado.
Ariana se limitó solamente a mirarlo. Le dolía mucho pensar que lo único que ella le había otorgado hasta el momento habían sido confusiones, tristeza y una carita inundada en llanto. Ni una sola sonrisa.
–Ah, ese es mi campeón– Hugh lo alzó en brazos y lo llenó de besos en las mejillas. –Dile adiós a mami y a abuelita Sandy–
Aaron agitó su pequeña mano y se despidió con un sonoro beso de su adorada abuela.
Con Ariana se mostró un poco más apartado.
–Adiós, mami–
–A...adiós, Aaron–
Hugh exhaló al notar la expresión desolada en el rostro de Ariana. Luego le sonrió a su nieto.
–Dile a tu mamá que la quieres. La quieres, ¿no es así?–
El niño asintió sin dudarlo ni un segundo. Su madre era su adoración.
–Te quiero mucho, mami–
A la joven castaña le dolió el corazón.
Un nudo se atoró en su garganta.
Luego de un par de segundos fue capaz de responder.
–Yo...yo también, Aaron– le sonrió pero su sonrisa estaba cargada de tristeza.
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Muy temprano por la mañana, Noah, Elizabeth, Cameron y Emma se encargaron de ir a buscar a Jack. Entre los cuatro habían acordado no permitir que decayera aún más.
Decidieron entonces un plan para ir todos juntos al gimnasio y entrenar un poco. Ahí enseñaron algo de defensa personal a las chicas. Después de aquello se dirigieron a un conocido restaurante para almorzar.
Fue ahí cuando Jack les contó lo que había ocurrido un día anterior con Ariana y Drew Van Acker.
La camarera colocó sobre la mesa los platillos que había ordenado cada uno.
El peleador ni siquiera tocó el suyo.
–Lo habría matado si hubiese tenido la oportunidad–
–Jack, no digas eso. Matar es algo horrible– le dijo Emma en réplica.
–Es lo que me provoca el muy idiota–
–No creo que haya sido buena idea golpear a ese Drew– intervinó Noah preocupado.
–¿Y qué querías que hiciera?– cuestionó Jack aún más molesto. –Tenía que darle su merecido a ese maldito cabrón– la furia no se había disipado todavía.
–Ss...sí, Jack, pero pu...puedes meterte en muchos problemas– secundó Cameron con la misma consternación.
–¿Crees que ese niño rico se quedará de brazos cruzados?– la pregunta de Noah no se hizo esperar. –Especialmente ahora que representas un estorbo para él. Querrá borrarte del mapa a como dé lugar, ¿y qué mejor que metiéndote una denuncia por haberle tirado los dientes?–
Jack exhaló con tensión.
Ir a la cárcel por agresión no aumentaría sus posibilidades de recuperar a Ariana.
Al contrario, lo había empeorado todo, lo había arruinado. Pero por su vida que no había logrado contenerse.
Hacía mucho tiempo ya que había deseado romperle la cara a Drew Van Acker, y hacerlo había sido liberador.
No se arrepentía, eso estaba claro.
–Quizá nosotras podemos ayudar en algo– intervino Emma con preocupación. Para ella su hermano era lo más importante.
–Pienso lo mismo. Podríamos buscarlo e intentar hablar con él– dijo Elizabeth en acuerdo.
–Sí, quizá logremos convencerlo de que no te denuncie–
Jack frunció el ceño y negó de inmediato.
–No necesito que me defiendan de ese imbécil– aclaró lleno de enfado. –Escuchen, aprecio mucho que se preocupen por mí, y que deseen ayudarme pero este es mi problema. No intentaré llegar a ningún maldito acuerdo con él, tan sólo necesito que le quede bien claro que no debe volver a acercarse ni a mi esposa ni a mi hijo, o de otro modo terminará lamentándolo–
Noah exhaló y rodó los ojos.
–Ay, Jack... Eres más terco que una mula–
–E...en un concurso de terquedad, Jack le ga...ganaría a cualquier mula– rió Cameron.
–Ya sé de dónde lo saqué– opinó Emma en el mismo tono.
–Vamos, Jack, tranquilízate. No pienses más en Drew. Te aseguro que después de esto se mantendrá alejado– Elizabeth intentó darle un poco de ánimos.
–Yo no estoy tan seguro. Hace meses nos buscó porque según deseaba recuperar a Aaron, y ahora parece que Ariana viene incluida. Le viene perfecto considerando su amnesia. Creo que estoy acabado–
–Claro que no, a quien mi amiga ama es a ti–
–No, Liz– negó Jack con dolor. –Según sus recuerdos ni siquiera me conoce. Es a Drew a quien ella recuerda–
–Drew se irá al carajo cuando Ariana recupere su memoria–
–Pero si no la recupera el que se irá al infierno seré yo–
–No digas eso–
–Liz... Es la verdad–
–No, Ari lo recordará todo pronto, yo no tengo ninguna duda de eso. El amor que ustedes se tienen es más fuerte que esto, más fuerte que cualquier amnesia, debes confiar en eso–
Jack soltó su aliento pero no consiguió liberar ni un poco de tensión.
–Pero los días pasan y no tiene ninguna mejoría. Todo está peor que en un principio. Me echó de su lado y encima ha comenzado a verse con Drew. La estoy perdiendo– decirlo le rompía el corazón. Saber que era su realidad lo destrozaba por completo.
–Y ahí es donde debes comenzar a actuar, hermanito, ya te lo dije. No es tan difícil, puedes con esto, haz podido con tantas cosas...–
–No es tan sencillo, Emma. Para empezar Ariana sólo se enamoró de mí por qué no le quedó de otra–
–¿Sigues con esa estúpida idea?–
–Porque es cierto. Todos aquí sabemos que en cualquier otra circunstancia ella ni siquiera habría volteado a mirarme dos veces. Nunca se habría fijado en un tipo como yo–
Elizabeth negó prontamente.
–Qué tonterías estás diciendo. Ari se enamoró de ti por quién eres, no por lo que hiciste por ella. Te ama con toda su alma y creo firmemente que estaban destinados a estar juntos–
–Así es, Jack, el destino los juntó por una razón– Noah apoyó por completo las palabras de su novia.
Pero la desilusión de la Bestia era insuperable.
–Ese mismo destino se ha encargado de separarnos. ¿No lo ven? Porque yo sí. Todo se ha acabado para los dos. Y yo no soy más que un imbécil que se permitió soñar muy alto. Ahora soy más consciente que nunca de que... puse mis ojos en alguien inalcanzable. La princesa y el plebeyo... Simplemente no encajan, y jamás lo harán– enseguida se puso en pie. –Debo marcharme–
Y después salió del establecimiento dejándolos a todos más que consternados.
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Ariana se encontraba en la sala de su casa sintiéndose muy impaciente.
Daba vueltas por la gigantesca habitación mientras miraba su bonito reloj de pulsera.
Ya casi anochecía y Aaron no había regresado todavía de casa de su supuesta abuela.
Su padre le había dicho que no iría a recogerlo ya que ella misma se encargaría de traerlo de vuelta.
Sin embargo ya era tarde. Su hijo debiera estar ahí en casa desde hace mucho tiempo.
La preocupación la llenó. Su corazón latió con fuerza.
Sólo de pensar que algo malo pudiera haberle sucedido a su pequeño, sentía que se moría de angustia.
Cuando escuchó la puerta abrirse luego de que una de las empleadas la abriera, corrió de inmediato esperanzada de ver a Aaron aparecer.
El alivio que sintió al verlo entrando a la casa corriendo con su ternura y encanto infantil fue inmenso.
El niño corrió alegremente y saltó emocionado.
–¿Le puedo ir a mostrar mis regalos a Wobby?–
Natalie rió.
–Claro que sí, precioso. Pero antes ven aquí y dame un beso de despedida–
Aaron asintió con emoción. Se acercó a ella que se había inclinado para acercársele, y depositó un sonoro beso sobre su mejilla.
–Te quiero–
–¡Yo también!– enseguida se marchó directo al estudio de su abuelo, donde bien sabía él solía pasar sus tardes.
Ariana miró la escena muy confundida.
–¿Natalie?– realmente estaba muy sorprendida de verla ahí. Es decir, era la mejor amiga de su madre, siempre lo había sido. Solía frecuentar su casa y viceversa, pero aún así no había esperado su visita, y aún menos que fuese ella quien llevara a Aaron.
La simpática mujer le sonrió encantada y rapidamente se acercó para darle un largo y tendido abrazo.
–Oh, hola, Ari, me da mucho gusto verte recuperada– la observó de pies a cabeza. –Sí que eres una chica fuerte. Sé además que vas muy bien con tu recuperación. No he venido a verte porque no quería importunarte pero me mantengo siempre al tanto. Eres alguien muy especial para mí y te quiero muchísimo–
Ariana le mostró una sonrisa. Todavía no entendía nada y necesitaba una explicación.
–Te lo agradezco, Natalie. Sí, me he recuperado con rápidez. ¿Pero puedo hacerte una pregunta?–
–Sabes que sí–
–¿Aaron llegó contigo?–
–Sí, llegó conmigo–
La respuesta sorprendió aún más a la joven castaña. Por segundos no supo qué decir.
–Lo lamento es que... me dijeron que estaría con su abuela... Con la madre de mi... esposo, de Jack, supongo que lo conoces–
La sonrisa en el jovial rostro de Natalie apareció. Fue gigantesca.
–Ari, yo soy la mamá de Jack– le dijo delicada y cautelosamente.
Ariana frunció el ceño y negó.
–Natalie, por favor no juegues con eso– le pidió.
–Es la verdad, linda. Jack es mi hijo–
–¿Q...qué estás diciendo? N...no puede ser tu hijo. No, no puede ser– exclamó exasperada.
–Claro que sí, y lo es. Es mi adoración–
–Pero... Natalie, tú eres millonaria. Jack... no. En la secundaria no era más que un becado–
Natalie emitió una risa suave.
–Eso lo sé, sé que es así como lo recuerdas, pero como ya te habrás dado cuenta, muchas cosas cambiaron desde entonces–
–¿Tú...tú lo adoptaste?–
–No lo adopté. Es mi hijo biológico–
–¿Cómo que biológico?– Ariana estaba ahora más confundida que en un principio.
–Me refiero a que nació de mí– le contestó Natalie con simpleza.
–Sí, sí, pero... tú sólo tienes a Kyla y a Tom. Los conozco de toda la vida– la joven se mostró de pronto angustiada. –Natalie, literalmente has sido amiga de mi madre desde que yo usaba pañales. Sé perfectamente que Pierce y tú no tienen más hijos–
Natalie sabía que debía explicarle cómo habían sucedido las cosas.
Exhaló.
–Tuve a Jack mucho antes de que me casara, su padre es un hombre que gracias al cielo ya no está en nuestras vidas. Tú no sabías nada, en realidad nadie sabía nada porque era mi secreto, sólo mi Pierce estaba enterado–
–Sigo sin entender. ¿Por qué lo mantenías oculto? ¿Te avergonzabas de él?–
Natalie negó rápidamente.
–Desde luego que no. Jamás me avergonzaría de un hijo mío. Sucede que... personas malas lo alejaron de mí cuando recién nació. Desde entonces no supe nada de su paradero. Mi vida estaba destrozada y me dediqué años enteros a buscarlo, hasta que... gracias a ti lo encontré–
–¿Fue gracias a...a mí?– Ariana se sintió aún más impresionada.
–Sí, y jamás dejaré de agradecértelo– Natalie le sonrió y la tomó de las manos. –Encontrar a mi pequeño, que ya no es tan pequeño...– rió un poco mientras pensaba en la descomunal altura de su retoño. –...ha sido el mejor regalo de mi vida–
–Wow. Estoy muy... impactada. Disculpame pero me cuesta mucho creerlo–
–Lo sé, pero esa es la verdad–
–¿Entonces... eres la abuela de Aaron?–
El rostro de Natalie resplandeció con mucho amor.
–Así es, y me encanta. Sé que esa hermosura de niño no lleva mi sangre ni la de Jack, pero lo amo con toda mi alma. ¿Quieres saber por qué? Porque Jack lo ama de igual manera. Él me ha enseñado la manera más pura y sincera en que alguien puede llegar a amar–
Ariana bajó la mirada. Soltó su aliento.
Cerró los ojos y después habló.
–Todo el mundo habla de Jack como si... como si fuera un superhéroe. Entiendo que tú lo hagas, es tu hijo– no pudo evitar el tono frío en su voz.
–El hecho de que sea mi hijo no tiene nada que ver con la admiración que siento por él. Es un chico maravilloso, es honesto, es honrado, trabajador, valiente, protector, y te ama, te ama más que a nada en el mundo– mientras decía aquello Natalie pudo observar la expresión de negación en el rostro de su nuera. Suavizó sus facciones y volvió a tomar sus manos. –No voy a pedirte que lo aceptes como tu marido, así que tranquila. Ya debo irme, pero quiero decirte que deseo de todo corazón que tu recuperación sea completa muy pronto, y que puedas así recordarlo todo–
–¿Hablas en serio?– le preguntó Ariana mirándola con fijeza.
–¿Sobre qué?–
–¿No vas a pedirme que le dé una oportunidad a Jack para que empecemos a vivir nuestras vidas como eran antes? Es lo que todos en esta casa han estado haciendo desde que salí del hospital–
Natalie negó y reflejó toda paciencia.
–A ninguna madre le gusta ver a su hijo sufriendo, y aún menos cuando no lo merece, pero sé que no la estás pasando nada bien y que esa cabecita tuya es ahora todo un caos, así que presionarte sería lo último que querría hacer. Sólo espero que tu memoria no tarde más en volver para que tú y Jack puedan aclarar todo y vuelvan a ser tan felices como lo eran antes–
Ariana percibió toda la sinceridad de Natalie.
Se quedó muda y muy quieta luego de que ella se despidiera.
A sus espaldas la escuchó cerrar la puerta.
No pudo evitar pensar en las palabras que le había dicho.
Estas retumbaron en su mente una tras otra vez...
Se sintió más perturbada que nunca.
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Un cap muy exasperante, i know. Seamos pacientes! Quizás el siguiente sea mejor 😉
Jackriana no ha muerto NI MORIRÁ!
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