Capítulo 21

Cuando estuvieron en el departamento, Jack fue muy consciente de los ojos de Ariana sobre su espalda.

Ella esperaba, desde luego, una explicación.

Él soltó un tenso suspiro, y se preparó para lo que le contaría a continuación.

Se giró para mirarla a los ojos.

Su esposa seguía confundida en proporciones gigantescas. Lo miró fijamente observando con detenimiento todas esas marcas de su infancia escritas en el rostro.

–¿Por qué lo odias tanto? ¿Qué fue lo que te hizo?– Ariana deseaba saberlo.

Lo siguiente que Jack hizo fue emitir una sonrisa irónica, seca, llena de amargura.

–Ese infeliz arruinó mi vida– su voz vibró llena de odio. –Quisiera verlo muerto... Podría matarlo con mis propias manos... Lamento que escuches esto, pero es la verdad y no puedo esconderla. Ese cabrón es la peor escoria que puede existir, y... yo tuve la maldita mala suerte de ser su hijo–

Con ojos muy abiertos, Ariana continuó mirándolo mientras lo escuchaba. Estaba realmente impresionada. Jamás había visto a Jack de aquel modo.

Creyó que aquello sería todo lo que él diría, pero se sorprendió un poco al escuchar que seguía hablando.

–Jamás fue un padre para mí. No tengo ningún recuerdo bueno de él, ni uno solo. Desde que tengo uso de memoria, siempre fue un desalmado de mierda. Todo el tiempo estaba drogado o borracho. Yo tenía que robar para poder comer, pero la mayoría de las veces él me lo quitaba todo. Me golpeaba, y... había ocasiones en las que me dejaba afuera de casa en el frío de la noche. Cerraba la puerta para que yo no entrara...– recordarlo era traumático para Jack. Tanto como volver a vivirlo todo.

Se estremeció.

Había creído que mantenía todos aquellos recuerdos dolorosos enterrados y superados. Lo angustiaba muchísimo darse cuenta de que no era así, de que aún no lograba olvidarlos, mucho menos perdonarlos.

Todavía dolía como el infierno. Todavía se preguntaba... ¿Por qué él?

A Ariana se le rompió el corazón escuchándolo. Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero la peor parte no había llegado todavía.

Lo supo cuando vio algo extraño relampaguear en su mirada oscura.

Desconcertada, se limpió las lágrimas.

–Hay más, ¿no es así?– aseguró.

Lo vio tomar asiento. Su enorme cuerpo masculino se dejó caer con lentitud sobre el sofá.

Jack bajó la cabeza enterrándola en sus dos palmas mientras sus brazos se apoyaban de ambas rodillas.

Asintió.

Sin dudárselo ni un solo momento, la castaña se acercó a él sentándose a su lado. Lo tomó de las manos para recordarle que estaba ahí, que podía apoyarse en ella.

Oh, pero lo último que Jack había deseado había sido que su esposa se enterara de toda esa porquería de la que provenía. Hubiese querido mantenerla lejos de toda su mierda, pero eventualmente había resultado imposible. Si quería compartir toda su vida con Ariana, debía ser completamente sincero con ella, y hablarle de su pasado.

–Cuando yo tenía ocho años, Jason intentó...– cerró los ojos, y la violencia recorrió todas sus venas, transportando la sangre aceleradamente. Apretó los puños y se sobresaltó porque esa era su reacción cada vez que lo recordaba. –Intentó venderme–

–¿Có...cómo?– Ariana no lo comprendió de primera cuenta.

Jack exhaló antes de soltarlo.

–Me llevó a casa de un viejo asqueroso. Él le pagó una suma grande de dinero para... para...– ¡Joder! Ni siquiera era capaz de decirlo.

Pero Ariana entendió lo que debía entender de aquella revelación tan inesperada.

Paralizada, se llevó una mano a la boca, y las facciones de su rostro se deformaron con gran angustia. Su estómago se revolvió con el enfermizo entendimiento de lo que su marido había sufrido, y no fue capaz de soportarlo siquiera. Esta vez no detuvo sus lágrimas. Estas fluyeron como dos ríos cayendo hasta su mentón.

Jack volvió a encerrarse en sí mismo. De nuevo sus manos cubrieron su rostro, esta vez porque no quería que ella lo viera llorar.

Todavía podía recordar aquella pesadilla. Podía visualizarla a la perfección, dentro de su mente. El paso de los años no había conseguido borrar aquel recuerdo no deseado.

Uno de aquellos días, Jack había estado observando por la ventana de su casa, vigilando la llegada de aquel monstruo. Cuando había observado que se acercaba a la puerta, de inmediato había corrido a esconderse. Eso era lo que hacía cada vez que lo veía llegar, así no lo golpeaba ni se desquitaba con él por cualquier enojo que pudieren haberle ocasionado terceras personas. A veces tenía suerte, Jason llegaba tan ebrio que únicamente se dedicaba a dormir, pero no siempre era así. En otras ocasiones iba a buscarlo y lo golpeaba hasta el cansancio dejándolo sangrando o inconsciente. Para su mala suerte en ese momento Jason había ido hasta él pero esta vez no para golpearlo, sino para decirle que se preparara porque saldrían.

Lo había llevado entonces a una casa en una calle solitaria. La mente inocente de Jack no había comprendido nada, pero su instinto le había dicho que lo que le depararía en aquel lugar no sería bueno. Para nada bueno.

De inmediato había deseado huir de ahí, pero la mano de Jason lo había mantenido sujeto con gran fuerza.

Había observado entonces a su progenitor recibir una cuantiosa cantidad en efectivo por manos de aquel hombre.

Luego de sonreír malévolamente, Jason había sonreído.

¡Hijo de puta!

–Es todo tuyo. Disfrútalo– había exclamado luego de marcharse, y finalmente Jack y aquel pervertido se habían quedado solos.

Fue el momento en el que lo vio bajarse los pantalones, cuando supo que debía huir cuanto antes.

A pesar de ser pequeño había entendido perfectamente lo que el bastardo planeaba hacerle. Jack lo había empujado con gran fuerza, corriendo con suerte al hacerlo tropezar con el cable de su televisión, acto que le otorgó un par de segundos a su favor. Sin perder oportunidad había salido corriendo de ahí.

–No lo consiguió– continuó su relato. –No dejé que lo consiguiera– mientras seguía hablando, el asco y el aborrecimiento asomaban las ventanas de su mirada oscura. Un odio muy profundo lo hacía temblar. Fue casi como revivir el horror y la adrenalina. –No sé cómo conseguí empujarlo, pero lo hice... Aproveché su caída para salir huyendo. Jamás volví a casa con Jason–

Las lágrimas de Ariana siguieron siendo derramadas sin poder detenerlas.

Con el corazón destrozado imaginó el tierno rostro del hermoso niño que había sido Jack, inundado de llanto, invadido por el miedo, por el dolor, solito luchando contra el mundo y su maldad... ¡No! ¡No!

No pudo soportarlo. No soportaba tal perspectiva.

Deseó tanto poder abrazar a ese pequeño, decirle que las cosas irían mejor.

Lo miró. Jack no era más aquel niño solo y desprotegido. Había sobrevivido en las calles, y había salido adelante por sí mismo. Había crecido y había aprendido a defenderse, se había convertido en un hombre fuerte, pero aún así Ariana podía ver al pequeño dentro de él. Ese pequeño que no había conseguido sanar sus heridas todavía, ese pequeño que aún sufría en silencio.

Sus ganas de abrazarlo fueron gigantescas, incontenibles. Se acercó a él, y lo abrazó rodeándolo fuertemente.

Imaginar la pesadilla de niñez que había tenido que afrontar su amado, la destrozó por completo.

Se sintió culpable por haber renegado tantas y tantas veces de sus padres. El ser ignorada no podía compararse en nada al sufrimiento de Jack. Ella había gozado de techo, de comida, sus padres la habían mimado en todo, y Adrienne también. Había crecido feliz.

En cambio él...

De nuevo su corazón se quebró.

No lo entendía.

No entendía por qué personas tan maravillosas como Jack tenían que sufrir de aquella manera.

¡Maldición! ¿Por qué?

No era justo.

Lloró incluso más. Lloró por ese hombre al que amaba, y por lo injusta que había sido la vida con él.

Jack se aferró a su delicada esposa, con fuerza. El pequeño cuerpo lo hizo regresar al presente,y recordarle que aquel tormento había terminado muchos años atrás, que ahora las cosas eran distintas, que tenía a esa castaña a su lado, y sólo por eso valía la pena olvidarse de todo, sólo por ella valía la pena sonreír, valía la pena vivir.

Nunca había sido capaz de confiar en ninguna mujer hasta el grado de confesar todo aquello. Había crecido recordándose que su madre lo había abandonado, por eso no confiaba en ellas, y tampoco creía en el amor. Pero Ariana le había devuelto toda esperanza. Cuánto la amaba.

–Tomaría tu dolor si pudiera... Si te aliviara, Jack, tomaría el dolor yo misma– la escuchó decir.

Jack saltó enfurecido. Su respiración entrecortada. La furia corroyendo dentro de sus venas.

–¡Mierda, no!– exclamó sobresaltado y mientras hablaba la tomó de ambos brazos, acercándola a él como si temiera que fuese a alejarse. –¡No, Ariana! ¡Maldita sea, no digas eso jamás! Si alguien te hiciera daño, lo mataría, no me importarían las consecuencias, lo mataría yo mismo– eso lo juraba. Nunca. Nunca dejaría que alguien le tocara un solo cabello. Mataría a quien fuera que quisiera hacerle daño. No se controlaría. ¡Joder! ¡No quiso siquiera imaginarlo! Ella tenía que estar bien, a salvo, siempre, y de eso iba a encargarse él.

La protegería con su vida entera.

Ariana lo miró con un sorprendente brillo en la mirada. El amor que sentía por él de nuevo se multiplicó. ¿Cómo era posible que a cada instante se multiplicara?

Lo amaba, lo amaba tanto... Lo admiraba, admiraba su valor, su coraje...

Sin resistirlo más, volvió a abrazarlo.

Jack la envolvió con su enorme cuerpo proporcionándole el calor perfecto para los dos.

–Ariana...– la llamó.

–¿Sí?– ella alzó su mirada, tenía el rostro pegado al ancho pecho.

–No te alejes de mí. Te lo ruego, no me dejes, y no alejes al bebé de mi lado. Ustedes son todo en mi vida. Me moriría si los perdiera...–

Ella se sujetó de los músculos de sus enormes brazos. Le sonrió.

Jamás se alejaría, jamás querría hacerlo.

¿Por qué querría alejarse de tan maravilloso ser humano, si estaba locamente enamorada de él?

Jack era un hombre grande y fuerte, y la necesitaba. Ella lo protegería.

Con sus manos acarició tiernamente el masculino rostro.

–Nunca– le prometió, y tomó su mano para colocarla sobre el pronunciado vientre. –Los dos pertenecemos a tus brazos–

En el instante en el que la tocó, el bebé se movió. Allí, contra su mano, como si él también estuviera de acuerdo. Tan suavemente, que Jack no estuvo seguro de que en verdad hubiese sucedido hasta que alzó su rostro y miró los ojos de Ariana.

–Se...se movió...– apenas y pudo creerlo. Su expresión fue de total sorpresa. Al segundo pasó a la absoluta emoción. –¡Se movió!–

A Ariana no le sorprendió nada que su bebé respondiera a Jack. No era nuevo para ella que el pequeñín se moviera como un loco cada vez que Jack hablara o estuviera cerca. Presentía que ambos tendrían una conexión especial, aunque todavía no sabía cómo explicárselo ni siquiera a sí misma.

Se miraron fijamente. Un segundo después sus bocas estaban unidas. Besándose apasionadamente. Uniendo también sus almas y sus corazones.

Amándose con profundidad, entregándose los labios.

Dejaron de besarse en el instante en que se quedaron sin respiración. Aún así no se separaron.

Sus frentes permanecieron unidas la una con la otra.

–¿Habías soñado alguna vez con un beso, y deseado que ese sueño se hiciera realidad?– le preguntó Ariana en un susurro.

¡Oh, si ella supiera! Si supiera...

–Cada vez que soñaba con besarte a ti...–

Las manos de la castaña fueron de sus mejillas a su nuca, enredándose en el oscuro pelo.

–Entonces bésame de esa manera, Jack... Bésame como en tus sueños– la voz le sonó a suplica.

Y Jack así lo hizo. La besó como nunca antes la había besado.

La presionó contra sí. Le inyectó placer. Su lengua penetró en su interior, la amó con intensidad.

Estaba decidido a amar a esa mujer por el resto de sus días, hasta su último aliento de vida, y aún en el más allá.

Se inclinó de pronto, y fue para cargarla, tomándola en sus brazos. El peso de su embarazo no significó nada para la fuerza de aquel peleador de artes marciales.

La llevó enseguida a su habitación.

Con sumo cuidado la depositó sobre la cama.

Jack jamás había deseado tanto ser tierno con una mujer. Pero con ella...

Sólo con verla se desataban en él instintos primitivos que no había creído poseer.

Era pequeña y preciosa. Siempre olía a flores frescas, y le encantaba.

Sus ojos oscuros conectaron con aquellas joyas mielosas.

Los ojos de ambos se compenetraron, y el corazón de Jack bombeó desbocado.

Ariana le parecía demasiado joven para cuidar de un bebé, y mucho más para tener uno, aún así estaba seguro de que sería una madre maravillosa, podía vérselo desde ese instante. Dulce, amorosa, protectora. Qué suerte tendría el hombrecito.

La sonrisa en su rostro viril se hizo mayor.

Ella respondió a su sonrisa y acarició su áspera mejilla.

–¿Qué te parece si te preparo un sándwich de mantequilla de maní?– le ofreció.

La emoción se vio reflejada en Ariana.

–¡Mantequilla de maní! ¡Sí!–

¿Cómo había hecho Jack para adivinar su antojo de esa noche?

Él se puso en pie.

–Ahora mismo regreso– le dio un beso corto en los labios.

–Jack, espera...–

Desde el arco de la puerta, él volteó a mirarla.

–Y un vaso de leche–

–Nena... Yo estoy aquí sólo para complacerte–

–Jack...– lo llamó de nueva cuenta.

–¿Sí?–

–Prométeme que hoy dormirás aquí conmigo– le pidió.

–Te lo prometo–

Cinco minutos más tarde, Jack regresó con el sándwich y el vaso de leche, sin embargo encontró a Ariana dormida.

No pudo evitar soltar una pequeña risa ante la ternura que le producía mirarla. Desde sus primeros meses de gestación, ella dormía muchísimo. Se veía adorable durmiendo.

Dejó la comida olvidada, y enseguida se adentró en la cama para poder dormir junto a ella tal y como lo había prometido.

Consciente o inconscientemente, Ariana se acurrucó en su pecho.

Sonriendo, Jack miró al techo, admitiendo que nunca antes había experimentado tanta paz en toda su existencia.

A la par de aquella paz, se sentía bastante inquieto. Era la emoción, y sabía que no podría dormir. Se dedicaría a observarla toda la noche.

Su corazón explotó de amor cuando la vio colocar su propia mano sobre su vientre, como queriendo proteger aquella vida que crecía en su interior, aun estando dormida.

Sintió su pecho llenarse.

Se acercó entonces a la divina redondez.

–Hola, hombrecito– lo saludó. –Fue un día largo, ¿cierto? Pero ya no tienes nada de que preocuparte. Puedes descansar tranquilo. Todo estará bien, papá los cuidará a ti y a mamá. Seremos muy felices los tres... Te lo prometo–

---------------------------------------------------------------------------------------------------------

Jack cogió con una mano el montón de bolsas de supermercado, y con la otra tomó el ramo de rosas que había comprado de camino. Haciendo uso de una de sus piernas, consiguió cerrar la puerta de la camioneta.

Dio entonces media vuelta para dirigirse al edificio y subir a su departamento, cuando se encontró con su mejor amigo a medio camino.

–¡Hey, Bestia!– le gritó Noah quien corrió para alcanzarlo. –¿Por qué no fuiste a entrenar hoy?... ¡Oh! Ya veo la razón– se burló al percatarse de las rosas. –¿Para quién son?– sabía perfectamente para quién eran pero le encantaba molestarlo. Era otro de sus pasatiempos.

–Está bien, Noah, me descubriste, son para ti– Jack estiró el brazo para entregárselas.

Desde luego, el moreno no las tomó, sino que estalló en carcajadas.

–Tengo una mejor idea... Dáselas a Ariana–

–Tienes razón. Eso suena mejor– consintió Jack sin más.

Noah esbozó una enorme sonrisa. Luego volvió a ponerse serio.

–¿Le contaste anoche lo de... tu padre?–

Jack asintió.

–Tuve que hacerlo. Ella fue tan dulce...– sonrió al recordarlo. –Es la mujer de mi vida, y me ama tanto como yo a ella, no tengo ninguna duda–

–¡Eso, tigre!– Noah no pudo controlar su emoción. Inmediatamente lo abrazó. Estaba realmente feliz. Después de todo era su mejor amigo, su hermano. –Tu pasado puede irse al infierno. Ahora te espera una grandiosa vida a lado de Ari. Yo sabía que lo conseguirías–

–Gracias, Noah. Creo que soy el cabrón más feliz de todo el universo. Conseguí a la chica que me trae vuelto loco, y encima de todo... voy a ser papá–

–¿Qué?– aquella fue la parte que el moreno en definitiva no se esperó. Se paró en seco con gran sorpresa.

Con ilusión, Jack le sonrió.

–Ariana no entregará al bebé en adopción. Se lo va a quedar. Nos lo vamos a quedar. Será nuestro hijo–

Noah abrió la boca impactado.

–Eso es... es... ¡Es maravilloso!– de nueva cuenta lo abrazó. –Sé cuánto quieres a Ari, y sé que también adoras a ese humanito. Se te notaba en la cara, viejo. No podías ocultarlo–

Aquello era cierto. Lo había amado porque era el hijo de la mujer a la que amaba, pero había algo más. Algo más profundo.

–Lo quiero como si fuese mío, Noah– declaró Jack sin dudárselo. –Es mío, y yo lo voy a cuidar–

–Eso es lo que has estado haciendo, Jack, solamente faltaba que te dieran el título oficial– le guiñó juguetonamente el ojo mientras daba un codazo en sus costillas, pero después se puso serio. –Has sido más padre que cualquier otro. No puede ser hijo de nadie más, sino tuyo. Tú te ganaste el título de ser su padre–

–Gracias, hermano, y te aseguro que no voy a fallarles. Haré todo lo que esté en mis manos y aún más para que siempre estén bien, para que sean felices–

–Estoy seguro de que así será–

Luego de despedirse de su amigo, Jack subió al departamento.

Al ser todavía muy temprano, Ariana todavía seguía dormida.

Agradeció, pues así tendría todavía tiempo para prepararle el desayuno.

Era 10 de Mayo y deseaba darle una sorpresa aunque fuese pequeña.

En tiempo récord preparó un bowl con fruta como kiwi, fresas y mango; pan francés acompañado de mermelada, un panini integral de pavo y un omelette con especias. Lo mismo preparó para él, acompañándolo también de tocino y un par de salchichas ahumadas, dos cosas que sabía, Ariana jamás comería.

Acomodó todo en la mesa y sirvió el jugo de naranja en dos vasos de cristal dejando la jarra por un lado.

Analizaba si era una buena vista o no, cuando la escuchó a su espalda.

–Buenos días, Jack–

Él se sobresaltó un poco, y de inmediato corrió hacia la barra para tapar el ramo de rosas con su enorme cuerpo, tomándolo con sus manos tras su espalda. Le sonrió.

–Buenos días, nena– adoró mirarla.

La castaña estaba bellísima aquella mañana.

Diminuta y hermosa mujer, ataviada en una tierna pijama.

Deseaba comérsela a besos.

Ella se acercó a él y alzándose en puntas le dio un beso en los labios.

Jack cerró los ojos perdiéndose por segundos en aquel glorioso contacto.

–¿Preparaste todo esto para mí?– le preguntó dulcemente.

Antes de responder, él alzó su mano para entregarle lo que había estado escondiendo tras su espalda.

El ramo de rosas.

–Feliz día de las madres, nena–

La sorpresa fue gigantesca para Ariana. En un inicio no supo qué decir.

Adoró las rosas que le fueron entregadas. Olían de maravilla y eran divinas.

Aún así...

–Pe...pero yo todavía no soy mamá– declaró confundida.

Jack frunció el ceño.

–Desde luego que lo eres. El pequeño todavía no nace pero existe, Ariana, existe y está dentro de ti. Eres su madre, lo has sido desde el instante uno–

Los ojos marrones se inundaron de cálidos sentimientos.

Él tenía razón. No iba a convertirse en mamá. Ya era mamá.

–Gracias, Jack. Esto... ha sido muy lindo de tu parte, y ahora yo sólo quiero... quiero llorar– la voz se le quebró con emoción e ilusión. Lágrimas fluyeron.

Jack que ya había estado preparado para que ella llorara, se acercó para abrazarla. Sus rudos y robustos dedos se ocuparon de secar sus mejillas.

–Sabes que puedes llorar todo lo que quieras. Ven aquí– la acurrucó en sus brazos.

Ariana sorbió su llanto.

–Tú y el bebé me hacen muy feliz. Los amo mucho–

A Jack se le calentó el pecho.

–Espera a que empecemos a vivir nuestro felices para siempre. Casi no puedo esperar–

Todavía abrazada a él, Ariana se hundió de hombros.

–Yo ya lo estoy viviendo–

–Yo estoy viviendo una parte... Maravillosa parte– admitió. –Pero lo mejor vendrá cuando nuestro pequeño salga de ahí–

Era cierto. La castaña se llenó de muchísima emoción.

Jack le plantó un beso más en los labios.

–Prepárate porque saldremos– le dijo entonces.

–¿A dónde vamos?– deseó saber Ariana. –¿No irás a trabajar?–

–No. Quiero que tú y yo vayamos hoy mismo al centro comercial. Tenemos que comprar todas las cosas para cuando el bebé llegue–

–¿Hablas en serio?–

Gracias al cielo Jack tenía una buena suma de dinero ahorrado en el banco. Había sido para emergencias o cosas importantes referentes sólo a Ariana, por supuesto. El hecho de que se quedaría con aquella mujer y con el hijo que esperaba era motivo más que suficiente para ir y gastárselo todo en ellos. El parto había sido pagado ya, así que no tenía nada de qué preocuparse. Por otro lado seguiría esforzándose, esta vez al doble, para darles lo mejor cada día.

–Claro que sí. El hombrecito está a poco tiempo de nacer y no tenemos ni siquiera una sábana para cubrirlo. Debemos comprar una cuna, ropita, biberones, pañales...–

La mirada de la castaña se iluminó. Estaba emocionadísima.

–Me daré un baño y me vestiré, pero antes... ¿podemos desayunar?– preguntó tiernamente.

Gracias al cielo las náuseas y los vómitos habían desaparecido. Ariana estaba teniendo ya un embarazo normal y saludable.

Una hora más tarde, los dos abordaron la camioneta y se dirigieron al centro comercial.

Ariana de nuevo pensó en cuánto disfrutaba viajar en aquel vehículo. Recostó su cabeza sobre el asiento, y se quedó mirando a su amado mientras él conducía.

Jack Reed era un hombre escandalosamente atractivo. Su pelo era increíble. Le caía en mechones largos hasta la nuca. Adoraba que no se preocupara en peinarlo y lo llevara siempre rebelde. Le daban ganas de enterrar los dedos y acariciárselo.

En uno de los altos, él volteó y la miró. Ella traía lentes de sol, y debido a eso no podía saber si estaba mirándolo o si se había quedado dormida como hacía últimamente.

–¿Cómo te hiciste eso?– la pregunta que Ariana le hizo le confirmó que en efecto había estado mirándolo. Se sintió estupendamente bien.

–¿Qué cosa?– cuestionó mientras volvía su vista al camino que recorrían.

–Esto– su esposa estiró su mano para tocarle la pequeña cicatriz que atravesaba la viril y poblada ceja, dividiéndola en dos partes.

–Ah, eso– fue la primera respuesta de Jack. –Pues...hace mucho tiempo. Yo era más joven, tuve una pelea en un bar. Me arrojaron una botella de vidrio, pero no sucedió nada grave–

Ariana abrió los ojos impresionada.

Todo con Jack eran peleas y líos. Lo fascinante era que él únicamente recurría a los golpes para defender a los más débiles.

En la escuela habían creído todos que no era más que un bravucón, adicto a meterse en problemas y atacar a las personas. ¿Pero qué sucedería si todos ellos se enteraban algún día de que ese peleador de artes marciales no era capaz ni siquiera de matar una mosca? Era demasiado tierno a su ruda manera. Le encantaba.

Cuando llegaron al centro comercial, Jack la ayudó a salir de la camioneta.

Le extendió la mano y ella la tomó.

Juntos caminaron hacia la entrada.

Hacía ya un par de meses que Ariana había optado por dejar de lado sus zapatillas de tacón alto y las de plataforma. En esa ocasión llevaba unas bonitas sandalias de suela baja que la hacían verse diminuta junto a él.

A Jack le encantaba caminar junto a ella tomada de su mano. Estaba loco por esa mujercita. Lo reconocía abiertamente. A sus treinta y siete semanas de embarazo, estaba preciosa. Durante todo aquel tiempo él no había hecho otra cosa que fascinarse más y más ante los cambios del femenino y delicado cuerpo. Y es que la belleza de Ariana en estado de gestación era sorprendente. La chica era una completa dulzura, y aún más con esos enormes ojos marrones y esa bonita sonrisa en medio de ambos hoyuelos.

¡Ahhh! ¡Joder!

Lo hacía tan feliz. Adoraba estar con ella, cuidarla... ¡Sí! Cuidarla lo hacía sentirse más hombre que nunca. Su testosterona aumentaba en niveles descomunales.

Se sentía como una verdadera Bestia.

Se dirigieron entonces a la tienda de bebés.

Jack le dio absoluta libertad a Ariana para que fuese ella quien escogiera la cuna del pequeño.

Después de estar completamente indecisa con respecto a algunos modelos, finalmente se decidió por una de madera blanca con la luna y un montón de estrellas talladas.

–¿Estás de acuerdo en que llevemos esta?– le preguntó la castaña.

–¿Bromeas? Es hermosa. Me encanta. Puedo imaginar a nuestro hijo durmiendo todas las noches aquí, mientras tú y yo...–

–¡Jack!– Ariana se sonrojó por completo.

Traviesamente, él le guiñó el ojo, y se dedicó entonces a buscar a la dependiente para informarle que ya habían elegido.

El vuelco en el corazón de Ariana perduró. Imaginarse a ella y a Jack compartiendo aquel tipo de intimidad. ¡Oh, cielo santo!

Alzó su mirada hacia él. Jack se encontraba llenando el formulario para que le entregaran la mercancía a domicilio en las próximas horas.

Ciertamente su experiencia sexual con Drew había sido terrible, algo que no querría repetir ni aunque su vida dependiera de ello, sin embargo estaba segura de que con Jack todo sería distinto... Casi no podía esperar para poder experimentarlo.

Sonrió y se acercó a él.

–Nos llevarán la cuna al departamento hoy mismo, pero más tarde. Mientras tanto podemos seguir haciendo nuestras compras. Todavía nos falta todo lo demás– Jack estaba tan emocionado que a Ariana le daba muchísima ternura.

Lo vio entonces tomar un carrito, en donde comenzó a arrojar los artículos que compraría.

Biberones, chupones, recipientes esterilizadores, pañales, toallitas, talco, una bañera, peluches, juguetes, sábanas, almohaditas...

Finalmente pasaron a la sección de ropita, donde encontraron mamelucos, calcetitas, zapatitos.

Jack quedó fascinado.

–Esto es como ropa de adultos pero en tamaño miniatura... Ropa para enanos– murmuró mientras observaba divertido unos pantaloncitos de mezclilla y una diminuta chaqueta de cuero negro.

Ariana no pudo evitar reír.

Se encargaron entonces de elegir las pequeñas prendas que más les gustaran. Jack tomó un puñado de cada prenda, y lo llevó hasta su esposa para que fuese ella quien decidiera.

Antes de llegar a la caja donde pagarían, Ariana lo detuvo.

–Espera... Jack...–

–¿Qué pasa, nena? ¿Estás bien? ¿Te duele algo?– la preocupación que siempre mostraba era conmovedora.

–No, tranquilo, no me pasa nada, es sólo que... ¿No crees que todo esto costará un montón de dinero?–

Ahí estaba, la misma Ariana Butera de siempre, pero esta vez preocupada por los precios en una tienda, cuando nunca en el pasado lo había hecho.

Las cosas cambiaban muchísimo en tan poco tiempo.

Jack acarició su mejilla.

–No te preocupes por eso–

–¿Cómo no voy a preocuparme? Entonces déjame pagar...– sacó la tarjeta de débito en la que había estado ahorrando parte de su sueldo de la empresa Brosnan.

–¿Qué? Noo. Ese dinero es para Nueva York, para tus gastos. De lo demás me encargaré yo. Conseguiré un lindo departamento para que podamos vivir los tres, y...–

–¿Irías conmigo a Nueva York conmigo?– le preguntó Ariana sorprendida y maravillada a partes iguales.

–¡Desde luego!– respondió Jack como si fuese la más grande obviedad. –Ariana, metete esto en la cabeza... Jamás me separaré de ti, ¿entiendes? Ni loco–

Ella le sonrió. Tuvo muchas ganas de llorar. Se arrojó a sus brazos para abrazarlo.

–¿Qué hice para merecerte?–

Jack negó.

–¿Qué hice yo para merecerte? No tengo idea, pero no pienso cuestionármelo, muñeca. Eres mi sueño hecho realidad–

–Tú eres el mío, Jack– ella todavía se encontraba abrazada a él.

Su marido se inclinó para volver a besarla.

La cajera y algunas otras empleadas de la tienda estaban emocionadas con la perfecta pareja que formaban, en la dulce espera de su hijo.

No dejaron de mirarlos con ternura hasta que se marcharon.

Mientras iban de regreso en la camioneta, Jack no pudo evitar decir:

–¿Sabes? Estoy mucho más tranquilo de saber que es un varoncito lo que tendremos– hizo un gesto con la cabeza señalando el pronunciado vientre.

–¿Por qué?– quiso saber la castaña.

Jack alzó las cejas, y la miró seriamente.

–Recuerda que soy peleador de MMA, nena, y seguro estoy de que si hubiese sido niña, habría heredado toda tu belleza y encanto. Los chicos la perseguirían, y entonces yo no me controlaría si algún aprovechado intentara hacerle daño–

Aquellas palabras llegaron justo al corazón de Ariana. Supo que aquel maravilloso hombre amaría y protegería a su hijo con garras y dientes. Nunca en su vida había sentido tanta seguridad.

Era cierto, y se lo había repetido infinidad de veces. Él era brusco, de trato agresivo y amenazante, pero era lindísimo cuando se mostraba determinado a proteger lo que amaba. Y Jack sin duda la amaba a ella y al bebé.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------

Cuando llegaron al departamento, Ariana notó que la actitud de Jack había cambiado bastante. Eso la confundió, pues al salir del centro comercial, había estado muy contento y emocionado. No había dejado de hablar de la próxima llegada de su hijo, pero de un segundo para otro, su semblante había cambiado.

Estaba callado, y mantenía el ceño fruncido. De vez en cuando suspiraba como con tensión.

–¿Qué ocurre, Jack?– le preguntó una vez que estacionó la camioneta.

Él echó fuera un suspiro más.

–No es nada– respondió.

–Si esperas que te crea que no es nada, estás muy equivocado Jack, te conozco, dime qué sucedió, por qué de pronto te pusiste así. Algo te preocupa, ¿cierto?– lo cuestionó con seriedad.

–Sí, pero no quiero preocuparte a ti, por favor olvídalo, yo me encargaré de solucionarlo, ¿vale?–

–No dudo ni por un segundo de que lo solucionarás, pero quiero que lo compartas conmigo, no tienes que llevar la carga de todo tú solo, yo estoy contigo. Somos un equipo, te amo y quiero apoyarte en todo– Ariana acarició su rostro.

Él amaba sentir aquellas suaves y delicadas manos sobre su piel. De alguna manera consiguieron tranquilizarlo.

–Ya lo sé, nena, y... ¡Joder! Cómo le agradezco al cielo por tenerte. Sucede que... estoy preocupado por la aparición de mi padre–

Ariana recordó a aquel hombre. Recordó las monstruosidades que Jack le había contado sobre él. Podía entender por qué estaba así. Comprendía lo mucho que seguía afectándole.

–No tienes que angustiarte por él. Sería un tonto si se atreviera a acercarse de nuevo a ti–

–No temo porque se acerque a mí, temo que se acerque a ti, maldición, él ahora sabe de tu existencia, sabe que estás embarazada, no sé por qué mierda vino aquí la otra noche, pero el no saberlo me tiene mal. Tenía años de no saber nada de él, y ahora su aparición no puede ser nada bueno... Sólo espero que... que ya no tenga contacto con Hunnam–

–¿Quién es Hunnam?–

–Es o fue un narcotraficante de los bajos mundos. Jason trabajaba para él, y... a veces me obligaban a que yo también lo hiciera–

Ariana lo miró impactada. Desde luego no había esperado en absoluto aquella nueva información.

–¿Entonces... fuiste sicario?– no pudo evitar preguntarle.

Jack negó.

–Yo sólo transportaba la droga en mi bicicleta. Nadie sospechaba de un niño. Pero no consumí ni vendí esa porquería, no me quedaron ganas después de haber vivido ese infierno con un drogadicto como Jasón–

–¿Y por qué no los denunciaste?–

–Nunca pensé en hacerlo, y ahora menos. Tengo que protegerte de ellos, no puedo traicionarlos. pero por favor no te asustes, te juro que no permitiré que nadie te toque un solo cabello. No permitiré siquiera que Jason respire cerca de ti, te lo juro, voy a protegerlos– al decir esto, tocó con sus dos manos el vientre redondeado.

–No tengo miedo de ellos, Jack. Contigo me siento segura. Eres mi héroe– le dijo Ariana sonriéndole, y tomándolo de las manos.

Jack le sonrió, alzó su mano unida a la suya, y le besó el dorso.

Él se ocuparía de que ese hijo de puta que lo había engendrado se mantuviera lo suficientemente alejado. Era capaz incluso de asesinar a ese bastardo. Todo con tal de mantener segura y a salvo a su pequeña y amada familia.

–Subamos todo esto. Seguro no tardarán en traer la cuna. Llamaré a Noah para que me ayude a armarla. Ya sabes lo que dicen, dos cerebros son mejor que uno–

A Ariana le gustó la idea.

Podía llamar a Liz para que los cuatro cenaran juntos.

Subieron entonces al departamento. Jack cargó todas las bolsas, y ella unas pocas, las que pesaran menos.

Venían bromeando y riendo, cuando al adentrarse en el largo pasillo de departamentos, se encontraron a Hugh y Sandra Butera, esperándolos justo frente a su puerta.

Las sonrisas en sus rostros desaparecieron, y aminoraron el paso.

La joven castaña fue la primera en hablar.

–¿Qué hacen aquí?– les preguntó fríamente.

Al ver a su hija, Sandra había irrumpido en lágrimas. No fue capaz de contenerse, y corrió a abrazarla.

–¡Mi niña!– exclamó casi conmocionada. Sus brazos la apretaron, mientras Ariana se mantenía rígida.

Muy a su pesar, luego de algunos segundos, respondió al abrazo. Era su madre después de todo, y la había extrañado muchísimo.

–Te ves... te ves... ¡Oh, cielo mío! Te ves hermosísima– le acarició el rostro, acunándolo con sus manos. Los ojos de Sandra la miraron inundados de llanto, dolor, amor.

Ariana también sintió deseos de llorar pero se contuvo.

–¿Mamá, por qué ha venido?–

–Tu padre y yo queríamos verte. Además queremos hablar contigo– se giró y miró a su marido.

Hugh había adoptado una expresión de furia al estar frente a frente con Jack, a quien todavía consideraba su enemigo.

–¿De qué quieren hablar? ¿Pasó algo malo? ¿Le pasó algo a Adrienne?–

–No, no– se apresuró Sandra a asegurar. –No ha pasado nada malo, salvo... el tiempo que hemos perdido al estar lejos de ti. Adrienne nos ha dicho que será un niño. Por eso estamos aquí. No queremos que siga este distanciamiento entre nosotros. Queremos ser parte de la vida de nuestro nieto. Por favor, danos la oportunidad de enmendar las cosas–

Ariana todavía no estaba muy segura, pero su corazón se sintió feliz en su interior. Había rogado tanto para que un día de aquellos, sus padres aparecieran diciéndole que la querían, que la extrañaban, y que aceptaban a su bebé.

Casi no podía creerse que estuviese ocurriendo.

Miró en dirección a Jack. Él, tan comprensivo como era siempre, le sonrió.

Se apresuró a abrir la puerta del departamento.

–Por favor, entren– los invitó Ariana a pasar.

Hugh hizo una mueca de negación pero apresuradamente Sandra lo obligó a abstenerse de cualquier comentario, jalándolo del brazo hacia el interior del departamento.

Casi en la entrada, Jack dejó todas las bolsas de sus compras.

–Habla con ellos. Perdónalos y reconcíliense, hazlo por el bebé– le dijo él en tono despacio para que sólo Ariana lo escuchara.

Ella le asintió, eso era lo que deseaba hacer.

–Así lo haré–

–Bien, yo... saldré por ahí en la camioneta para que puedan charlar cómodamente. Suerte, nena–

–Te amo–

Él le repitió lo mismo y enseguida se marchó.

Al girarse y entrar, Ariana se encontró con las miradas de sus padres.

–Eh... ¿Tu marido se ha ido?– cuestionó Sandra nerviosa.

–Se fue para darnos privacidad–

–Hugh...– Sandra codeó a su marido para que hablara.

–Ya ha dicho tu madre el motivo por el que estamos aquí. Queremos tenerte cerca–

–¿También al bebé?– sabía que su madre en efecto lo deseaba así, pero no había escuchado a su padre decirlo.

–Claro que también al bebé. A pesar de que sea hijo de... de ese... de ese sujeto con el que te has casado, lleva igualmente nuestra sangre. Es un Butera– Hugh no pudo evitar demostrar el desprecio que Jack le provocaba.

Ariana lo dejó pasar, pero no iba a permitir que lo insultara.

–Papá...–

–Déjame terminar de hablar. Sé que la última vez que vine aquí... Terminamos discutiendo, pero no quiero que discutamos más. Como dijo tu madre, queremos estar cerca de ti. Eres nuestra hija y te amamos. Amaremos también al bebé–

–Queremos invitarte este fin de semana a nuestra casa de campo para pasar tiempo en familia, y demostrarte que somos sinceros–

Ariana se lo pensó durante unos instantes. Claro que deseaba pasar tiempo con ellos.

–De acuerdo, pero si van a aceptarme a mí y al bebé, también deberán aceptar a Jack–

Hugh estuvo a punto de replicar pero de nueva cuenta Sandra intervino.

–Claro que lo aceptaremos, mi cielo. Jack puede venir contigo, no es así, ¿Hugh?–

A él le costó hablar.

–Eh..., supongo que sí– no era del todo sincero pero sabía que por el bien de la relación con su hija, no debía demostrarlo. Después se ocuparía de alejarlo de ella. Desde luego no pensaba quedarse de brazos cruzados. Aquel don nadie no entraría a su familia.

_______________________________________________________________

Dejenme sus comentarios. AMO LEERLOS, saber qué les gusta, qué no les gusta, sus teorías y suposiciones, TODO.

Gracias por leerme, xoxo

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top