Capítulo 19-2T
Ariana terminaba de prepararse, lista para iniciar los ensayos. Grease Live pintaba para ser todo un éxito. Le habían dado el papel de Sandra, e iba a tener que usar peluca rubia o incluso teñirse el cabello pero no tenía inconveniente alguno. Estaba dispuesta a hacer ese pequeño sacrificio.
Sonrió mirándose al espejo una vez que terminó de hacerse su ponytail para poder ensayar sin problema alguno, y se dispuso a salir del camerino para atravesar el largo pasillo y llegar así al gran escenario.
Sin embargo antes de que pudiese siquiera salir, uno de los ayudantes de producción se acercó a ella para darle un recado.
–Ariana, te buscan–
Ella frunció el ceño desconcertada en cuanto vio que era Jack.
De inmediato miró a su alrededor para asegurarse de que nadie estuviese mirándolos pues no quería que la vieran furiosa.
–¿Qué rayos haces aquí?– le preguntó con evidente enfado, pero haciendo sonar su voz en un tono bajo. Habían compañeros de la obra y personal del staff que de ambulaban por ahí.
Jack notó su enojo pero nada de eso impidió el orgullo que sintió al mirarla ahí, en el mundo donde ella mejor se desenvolvía, donde bien sabía que triunfaría. Nada lo hacía más feliz que saber que estaba cumpliendo su sueño.
La cosa ahí era que él ansiaba ser parte de ese sueño como debió haber sido desde un principio, y no se rendiría hasta lograrlo.
–He venido a hablar contigo– le dijo con firmeza. –Y antes de que me digas que no tienes tiempo, he escuchado a tu director decir que no empezarán sino hasta dentro de quince minutos. Tiempo suficiente para que hablemos–
La castaña quiso soltar un grito de furia pero no lo hizo.
–Pues es una pena informarte que ya tengo planes para esos quince minutos libres. Voy a vocalizar, así que con permiso– trató de esquivarlo, pero él la detuvo tomándola del codo.
–No me iré hasta que hablemos– le advirtió.
Ariana que estaba poco dispuesta a armar una escenita ahí, soltó un suspiro de frutración.
Lo miró cabreada.
No tenía que preguntar cómo había sabido que estaba ahí. Seguro su madre se lo había dicho.
>Traidora...< no pudo evitar pensar.
–Sígueme– el enfado y la frustración con la que le habló no pasó desapercibido para Jack pero se mantuvo firme y la siguió.
Entraron a lo que parecía ser un camerino. En la puerta decía Ariana Butera, no Ariana Reed. Ella utilizaba ahora su apellido de soltera, le dolió y no se molestó en ocultarlo.
Cuando estuvieron los dos dentro, la castaña se ocupó de cerrar la puerta pero no lo miró ni se quedó esperando a que hablara. Caminó hasta su tocador dándole la espalda y comenzó a guardar algunos de los cosméticos que había dejado fuera de su bolso.
–¿Qué es lo que quieres, Jack? ¿No te cansas?– siguió sin mirarlo.
–Sabes que tratándose de ti siempre tendré energías. Nunca me encontrarás cansado. ¿Acaso lo estuve alguna vez?–
La respuesta la hizo rodar los ojos.
–Eres un cerdo–
El comentario pareció no ofender a Jack porque sabía que ella lo amaba, pero en cambio la ira fue creciendo dentro de Ariana.
No llevaba más de cinco minutos cerca de él, y ya estaba furiosa. Aún así no la sorprendía. Ese hombre seguía causándole el mismo efecto desde siempre.
Un silencio muy extenso se formó entre ellos, en el que ninguno de los dos habló.
Finalmente fue Jack quien lo hizo.
–Es... es genial que tengas tu propio camerino. ¿Significa esto que tienes el papel principal de la obra?–
–Sí, Jack. Tengo el papel principal–
–¿Y por qué apenas hoy comenzarás con los ensayos? ¿No se supone que debieron haber comenzado desde hace meses?–
–El musical de hace meses lo perdí, este es otro diferente–
Aquello le resultó muy extraño a Jack. Frunció el ceño.
–¿Lo perdiste? ¿Pero cómo?–
Ariana exhaló. De pronto se hartó de aquella charla formal, como si los dos no fuesen más que extraños.
–Escucha, acepté hablar contigo sólo porque quiero dejarte un par de cosas en claro con respecto a mi hijo–
–Nuestro hijo. Es mío también, Ariana– replicó Jack de inmediato, utilizando aquel mismo tono serio.
Eso la hizo enfurecer.
–Aaron es mi hijo. Tú sólo estabas jugando a las casitas, ¿ya se te olvidó, Jack?–
Él soltó el aliento. La desesperación lo estaba llenando.
–No, no he olvidado lo que te dije esa maldita noche, pero ese es el motivo por el que quiero que hablemos. Nada de eso fue verdad. Todo fue mentira. Todo fue obligado por las circunstancias–
–¿Ah, obligado por las circunstancias?– Ariana no sabía si reír o soltarse a llorar.
–¡Sí! Me amenazaron, joder. No estuve de vacaciones como te habrás imaginado–
–¿Te amenazaron? ¡Cielo santo! ¿Te piensas que estamos en una película de acción? No, Jack, no voy a creer ya en nada de lo que me digas–
–Pues vas a tener que hacerlo, Ariana, por qué no es más que la verdad– sus ojos la miraron fijamente. Eran oscuros y se adentraban en ella sin que pudiese hacer algo por impedírselo.
–Tu palabra perdió todo respeto para mí. Ya no vale nada–
–Lo vale todo cuando es la realidad de lo que realmente sucedió–
Ariana negó de inmediato. El enojo se había disipado.
–Mira, todo esto es demasiado extraño. No sé qué pretendes ni qué ganes insistiendo tanto–
Igual de exaltado, Jack se inclinó hacia ella.
La diferencia de alturas siempre era considerable entre ambos.
–¿Qué pretendo? ¿Qué gano? Maldita sea, Ariana, los quiero recuperar, a ti y a Aaron. Quiero que me escuches y que entiendas que todo lo que te dije fue mentira. Que te mentí para protegerte–
Pero ella negó. No le creía ni una sola palabra.
–Ya basta, Jack. Detesto que quieras seguir viéndome la cara de estúpida. No entiendo por qué viniste a Nueva York, por qué regresaste si todo lo dejaste demasiado claro hace seis meses. La cosa es que ya estás aquí, y evidentemente no puedo obligarte a que te marches por más que lo desee así. Te has valido de no sé qué artimañas para estar de nuevo cerca de mi hijo. Aaron sufrió demasiado por tu ausencia, lloró por ti días enteros, y me suplicó un sinfín de veces que lo llevara a verte. Ahora es el niño más feliz con tu llegada, y yo no tengo la sangre fría como para prohibirle que te vea, pero escúchame bien, si vuelves a romperle el corazón... si mi niño vuelve a sufrir por culpa tuya, si derrama una sola lágrima más, juro que vas a conocerme de verdad, juro que te haré pagar–
–No soy una amenaza para él, Ariana, soy su padre–
–Un padre que declaró haberse aburrido de serlo. Un padre que ya lo abandonó una vez, y que... no es muy diferente del que le dio la vida, ¿o sí?–
El recordatorio de Drew Van Acker lo tensó. Le afectó profundamente que estuviese comparándolo con aquel cobarde de mierda.
La verdadera furia lo llenó.
–No, Ari. Yo no soy como él. Nunca lo fui– empezó a acercarse a ella a pasos lentos, haciéndola retroceder hasta que toparon contra el tocador de madera. La voz de Jack fue más ronca, casi susurrante. No dejó de mirarla ni un solo instante, y la mantuvo hipnotizada. –He sido el padre de Aaron desde el momento en el que nació, incluso desde antes, maldita sea, y no merezco que me coloques en el mismo nivel que ese imbécil cuando lo único que he hecho es proteger a mi hijo de la única manera que estuvo en mis manos. A él y a ti...–
Ariana se estremeció. La inmensa figura de su marido la hizo entirse débil y muy pequeña a su lado. Su cercanía la puso a temblar pero fue su aliento lo que la puso prácticamente a jadear.
Alzó sus ojos marrones y su corazón le dio un vuelco. La mirada masculina estaba cargada de excitación. Sintió pánico al pensar en que la suya debía estar igual.
Su terror creció cuando lo vio inclinarse todavía más.
Jack se posicionó frente a ella, colocando sus dos manos sobre la planicie del tocador, dejándola atrapada justo en el medio de sus brazos. Pero no la tocó. No todavía.
–Ustedes son lo más importante que tengo, preciosa. ¿Cómo te lo puedo demostrar si no crees en mí? ¿Ya te olvidaste de todo lo que vivimos juntos? ¿De cómo nos amábamos?– alzó su mano y acarició un mechón de cabello acomodándoselo tras la oreja. Lo siguiente que él hizo fue inclinarse más y más hasta casi abrazarla.
Ariana pensó que iba a besarla, así que se preparó para empujarlo, aunque fuera a dolerle en el alma hacerlo. Sin embargo cuando estaba segura de que sucedería, Jack bajó y exhaló por su cuello causándole escalofríos placenteros. Con su aliento golpeó su piel y descendió hasta encontrarse junto a su oído. Lo sintió inhalar, disfrutando del olor de su cabello. El suyo le rozó la mejilla, y le arrojó una descarga eléctrica que fue directo al centro de su femineidad.
–Jack...– volvió a jadear. Reconoció indudablemente aquella expresión en el rostro masculino, y las evidentes señales en su silueta de hombre. Podía ver la intensidad de la lujuria con la que la miraba, y entonces esa mirada no le permitió pensar con claridad. Esa maldita proximidad tenía un efecto desgarrador en su cuerpo, causándole reacciones que le impedían pensar. Un breve roce, y ya estaba ardiendo de deseo. Por instinto trató de alejarse porque ella también lo deseaba, y no confiaba en la capacidad de su cuerpo para resistirse pero ya no había más espacio. –De...deberías irte. Hablaremos más tarde cuando salga–
–No hasta que no te diga lo que tengo que decir... Mi amor por ti nunca fue mentira, y que me parta un maldito rayo aquí mismo si ahora estoy mintiendo. Te amo y esa es toda la verdad que tengo, aunque no quieras aceptarlo–
La castaña se estremeció de nueva cuenta, ahí, cerquita como estaba, escuchando sus susurros. Sintiendo que desfallecía por él, y sólo por él.
Su piel reaccionó palpitando y lo único que deseó en ese instante fue que se lanzara y la pusiera contra el tocador. Pero no lo hizo. La mantuvo así.
Detestó su autocontrol, porque bien sabía que a ella no le quedaba ninguno.
Lo comprobó un segundo después cuando la besó.
Un suave gemido salió de los labios femeninos cuando Jack cubrió su boca con la suya. Y otro más cuando ladeó la cabeza y la tomó de la cintura, estampándola contra su musculoso pecho. Ariana no replicó ni intentó apartarse sino todo lo contrario. Lo hizo sin pensar porque prácticamente no podía ya evocar ni un solo pensamiento. Con el tercer gemido sus labios se abrieron y la Bestia la besó, hundiendo la lengua en ella, pensando únicamente en el cálido sabor de su boca y la sensación tan fuerte y salvaje que siempre había despertado en él y que tanto había extrañado.
Saber que debía resistirse era una cosa, pero hacerlo otra muy distinta. La boca masculina estaba caliente, hambrienta y húmeda. Ella lo besó a su vez, incapaz de no hacerlo, y disfrutó del sabor apasionado y a hombre de él, mientras sus manos le acariciaban le sujetaban las ásperas mejillas. Extasiada, respondió a su beso con todas sus ansias y todo su fervor. Disfrutando de ese hombre tan grande, tan atractivo, tan viril... Y a quien amaba con locura.
La desesperación la golpeaba con fuerzas.
Las manos de Jack rondaban por todo su cuerpo, la apretaban, la acariciaban, y ella ardía por más. Mucho más.
La seductora caricia de esas manos había sido siempre el preludio del sexo más increíble que nunca había podido imaginarse si quiera... El recuerdo hizo que se le acelerara el pulso.
Sus ansias incrementaron y sólo se detuvieron hasta que por fin lo sintió clavarle los dedos en la cadera y empotrarla encima del tocador. Levantándola para ponerla encima.
Quería devorarla.
La necesidad que lo atravesaba sólo por tenerla cerca lo enloquecía. Le aprisionó la boca y la acarició con la suya.
Los brazos de su esposa le rodearon hasta cruzarse tras su nuca, sus generosos pechos se apretaron contra el pecho masculino.
Jack deslizó la mano bajo la tela del top para sentir la piel cálida de su espalda, después no lo resistió más y bajó hasta sus muslos, sin dejar de deleitarse con el contacto ardiente del beso que compartían.
El cuerpo le latía de deseo, y su erección fue incluso más potente. Presionaba con fuerza sus vaqueros.
Ariana sólo llevaba una pequeña faldita deportiva, así que podía sentirlo maravillosamente. La punzada de deseo en sus entrañas la dominó.
Su mujer contuvo un gemido, y encendió a Jack por completo.
Sus bocas se despegaron, y la del hombre cayó sobre la mandíbula de la joven, llenándola de más besos, incitándola a ofrecerle el cuello de nueva cuenta. Él succionó sediento, prestando especial atención a su lóbulo. Sus manos se deslizaron hasta las perfectas redondeces atrapando así los pezones por encima de la tela.
Entonces se detuvo. Despegó su boca de la suya, y Ariana sintió un amargo vacío que la hizo desear gritar. Los dos soltaron el aire.
Jack no se apartó ni un milímetro. La mantuvo sujeta y pegada a él.
Una de sus manos liberó su cadera, y le recogió la falda. Sus dedos acariciaron bajo su vientre y después se adentraron a las diminutas bragas empapándose deliciosamente de los fluidos femeninos.
El peleador empezó a trazar círculos en su clítoris amenazando con arrancarle el éxtasis de golpe.
Ariana supo que no iba a poder aguantar por mucho tiempo.
Respondió con gemidos y jadeos que se tragó mordiéndose los labios que temblaban al igual que todo su cuerpo. Un escalofríos la recorrió.
–Oh, Jack...– ella intentaba no hacer ruido, que detrás de la puerta nadie fuese a escucharla pero no estaba segura de estarlo consiguiendo.
Clavó ligeramente las uñas en sus espalda, y se retorció en su intento de reprimir cada gemido.
Jack empezó a penetrarla entonces utilizando los dedos, deseando arduamente que fuese su polla la que estuviese en su lugar. Se adentró profundamente y se apretó contra esa dulce cavidad dentro de la vagina, reverenciando y adorando la carne inflamada.
Utilizó la otra mano para agarrarle el cabello acaramelado, soportando a duras penas la agitación que atascaba su garganta.
Ariana gimió y él dejó de besarla para recorrerle el cuello de nueva cuenta.
Siempre le había encantado el olor que ella desprendía, pero en esa zona era mucho más intenso. Olor a hembra, a flores, a sensualidad... ¡Ah! Respirarla, olfatearla era la gloria.
De un momento a otro, sacó los dedos y lo llevó hasta su boca lamiendo el delicioso néctar que había fluído de ella.
¡Delicioso!
Ariana era deliciosa, maldita fuera.
No podía soportarlo.
Observarlo fue para la castaña lo más erótico. La volvió loca.
Estaba loca por ese hombre.
Era tan grande, tan fuerte, tan masculino...
Jack Reed. Su más grande sueño y también su peor pesadilla.
Hambrienta de él, tomó su cabeza y lo abalanzó contra ella, besándolo con fogosidad, saboreando su propio sabor, rodeándole las caderas con las piernas y enredando sus manos en la mata de pelo castaño oscuro. Lo besó saciando su sed con una lengua desenfrenada.
El peleador le rodeó la cintura con un brazo y con el otro acarició de nueva cuenta sus pechos.
Desde luego Jack no desaprovechó el estar metido ahí en el centro de su hermosísima y sexy esposa. Se balanceó y restregó las caderas, haciendo que su miembro endurecido, todavía atrapado en la mezclilla, impactara una y otra vez en ella. .
El áspero roce contra su clítoris la hizo gritar. La Bestia arqueó la espalda apretándola contra su erección, moviéndose contra ella hasta que jadeó con fuerza. Gimoteó presintiendo el delirio.
La fricción se hizo más potente y ella se sujetó sin dejar de explorar su boca, manteniendo el nivel impetuoso. Se mordió el labio inferior y rompió en gemidos roncos y bajos, mientras él la sujetaba, hipnotizado por los espasmos que se apoderaron de ella y que parecían no acabar nunca.
Ariana casi no podía creerse que en serio aquello estuviese ocurriendo. Tenía a Jack metido entre sus piernas, dejándola más vulnerable, y le encantaba, le fascinaba. El cómo se movía y la acariciaba, llevándola una y otra vez al borde del orgasmo a pesar de que estaban completamente vestidos. Oh, y él estaba tan empalmado que ella no podía aguantarse las ganas de sacársela de un tirón para que se la metiera hasta el fondo.
Apenas y pudo pensar en eso cuando el clímax la alcanzó.
Se arqueó hacia atrás dejando caer su cabeza.
Trató de recuperarse y recuperar algo de aliento, y el aire en sus pulmones. Pensó en ir directo a desabrocharle el maldito cinturón, cuando algo completamente inesperado sucedió...
Pasos acercándose comenzaron a escucharse.
–¡Ariana!– tocaron entonces a su puerta haciendo que los dos se sobresaltaran. –¡Ariana, empezamos en cinco!– después los mismos pasos se alejaron.
Lo siguiente que ella hizo fue empujarlo utilizando una fuerza que no sabía que tenía.
Angustiada, se bajó del tocador. No fue capaz de mirarlo a la cara. Sus pechos subían y bajaban por la adrenalina. Realizó rápidos movimientos intentando acomodarse la falda y el cabello ahora despeinado.
Jack la miró. Su pecho ascendiendo y descendiendo. No dejó de mirarla.
–Ay, no, no, no. ¡No!– exclamó la castaña en reproche. Desde luego no era difícil adivinar cuál era el motivo de su arrepentimiento. –Tengo que presentarme en el ensayo ya mismo– y el problema era que tenía el pulso tan encabritado que los demás debían oír los latidos de su corazón. A ella le retumbaban en la cabeza, la acosaban a su razón.
Dejó de moverse e intentó tranquilizarse.
–¿A qué hora terminas?– la cuestionó Jack hablando por primera vez luego de que los interrumpieran. Había conseguido bajar ya el acero tras su bragueta.
Ariana estaba furiosa con él pero aún así respondió.
–A las cuatro–
–De acuerdo. Esperaré–
Faltaban seis horas, pero Jack no tenía nada que hacer. Estaba ahí en Nueva York con el único propósito de recuperar a su mujer.
Por la expresión irritada en el rostro de la castaña, Jack supo que no le hacía nada de gracia tenerlo ahí.
Ariana no le contestó nada más. Todavía aturdida por todo lo ocurrido salió del camerino, directo hasta el escenario.
Él trató de seguirla para sentarse por ahí. Caminando por detrás de ella, pudo apreciar el firme trasero, la pequeña cinturita que deseaba volver a rodear, con todas sus fuerzas... Las licras se pegaban a su piel, y cubrían perfectamente aquellas largas piernas que habían sabido abrazar tan bien sus caderas... Se le hizo agua la boca, y se reprendió a sí mismo diciéndose que no debía actuar como un macho dominado por sus instintos. Si volvía a actuar de aquel modo sólo lograría que ella lo detestara más.
Pero entonces vio cómo a su paso, Ariana atraía las miradas masculinas de jóvenes y grandes.
Él apretó el puño, y se sintió posesivo y destructor. El cavernícola que llevaba dentro, y que sólo salía a la luz cuando las cuestiones respecto a esa castaña lo provocaban, quiso salir en ese instante y romperles la nariz a todos esos imbéciles. Le enfurecía saber que su esposa era deseada por muchos hombres, y mierda, más le enfurecía el hecho de que ella ahora se encontrara saliendo con otro en específico. El tal Michael... Por eso estaba ahí, para reclamarla como suya. Esa hermosura de ojos marrones era suya y de nadie más.
Pero debía ser listo. Si algo odiaba Ariana era que se portara violento, así que tenía que permanecer tranquilo y sereno. Aunque pareciera imposible.
Ariana se encontró con su productor quien le dijo que estaban listos para comenzar.
Eso debió haberla entusiasmado pero ella sabía que hacerlo con Jack merodeando por ahí no iba a resultarle para nada fácil.
Precisamente lo vio aparecer.
Él tomó asiento en las butacas de atrás. La observó en todo momento.
La castaña y futura estrella de Broadway tragó saliva. Pronto se dijo que no debía estar nerviosa. A pesar de todo era una profesional.
Desde su lugar, Jack sonrió con verdadera alegría.
Ver a su amada ahí encima de ese escenario fue algo indescriptible para su corazón. La admiraba muchísimo. Ariana era una estrella nata. Había nacido para triunfar en Nueva York y en el mundo.
La veía desenvolverse tan bien ahí arriba del escenario. Haciendo lo que más le gustaba hacer, a punto de alcanzar su sueño de toda la vida, con pasión y con entrega y no pudo sentirse más feliz.
Bailando, su esposa era fenomenal, pero cantando... Cantando era un completo regalo del cielo. Bendecida con cuerdas vocales tan sagradas como el mayor de los tesoros, y una manera de interpretar que cualquier cantante reconocido envidiaría.
Sí, Ariana era única en lo que hacía.
De pronto Jack sintió que había mucho más allá dentro de la manera de cantar de que ella mostraba esa mañana.
Sintió que había otro sentimiento dominándola en la interpretación.
–♫Guess mine is not the first heart broken. My eyes are not the first to cry. I'm not the first to know there's just no getting over you... You know I'm just a fool who's willing to sit around and wait for you, but baby, can't you see there's nothing else for me to do? I'm hopelessly devoted to you♪–
A Jack le gustó imaginar que estaba cantando para él, pensando en él.
No tenía dudas de que lo amaba. No debía perder la esperanza. Bastaba con verla a los ojos, con besarla y abrazarla como hacía unos momentos, para saber que ella le pertenecería, por siempre y para siempre.
Ariana por su parte se sentía perdida.
Hacía tanto años Jack le había prometido que la amaría y la protegería por la eternidad.
Y ella le había creído.
Él debía haber cumplido con su promesa. Amarla sobre todas las cosas. No causarle la mayor de las aflicciones, no romperle el corazón de aquella manera tan cruel, y desde luego no mentirle ni traicionarla.
Pero lo había hecho, y ahora ella sentía que se moría. Había tratado por todos los medios ignorar ese maldito sentimiento, pero no podía, por lo más sagrado que no podía.
No sabía qué castigo estaba pagando, pero sabía que amar a Jack Reed sería su calvario por el resto de su vida.
Era inevitable sentir lo que sentía por él, y era todavía más inevitable, no cantar con todas sus fuerzas y todo su ser, dejándolos a todos maravillados.
Braun por su parte los miró a todos con expresión de yo fui el genio que descubrió a ese talento.
–♫But now there's nowhere to hide since you pushed my love aside. I'm out of my head. Hopelessly devoted to you... Uuuh Hopessly devoted to you... Hopessly devoted to youuuuu♪–
No era fácil en definitiva.
Era demasiado consciente de la mirada de Jack clavada en ella.
El sudor escurría su cuello. Cerró los ojos y exhaló cuando terminó la canción.
Trató de recuperarse pero sin pretenderlo, dio un movimiento en falso lo que ocasionó un segundo más tarde su caída.
Ariana cayó desde lo alto del escenario hasta el suelo inferior.
Jack que desde siempre llevaría consigo aquel instinto de protegerla, corrió hasta ella en el mismo momento en que la vio tambalearse.
Desafortunadamente tardó un segundo más en llegar.
Su mujer se encontraba ya en el suelo. Había caído y nada había amortiguado el impacto.
–¡Maldita sea, Ariana!– masculló Jack, casi temblando de miedo. No soportaba la idea de que se hubiera lastimado. ¡Mierda! ¡Debió haber estado más alerta! ¡¿Cómo carajos no se le ocurrió que ella podría caerse del escenario?!
Se culpó y se sintió como un maldito miserable.
Inmediatamente Scooter Braun y los demás miembros del staff se acercaron a ella, todos preocupados e intentando auxiliarla.
–¿Ariana, te encuentras bien?– cuestionó el productor horrorizado.
Temiendo lastimarla, pero incapaz de soportar verla ahí en el suelo, Jack la levantó con sus fuertes brazos.
Ariana no se quejó, lo cual fue buena señal, pues significaba que no tenía rota ninguna costilla, pero tal vez sí algún otro hueso.
–Creo...creo que me he esguinzado un tobillo– murmuró Ariana apretando los dientes, haciendo notar el insoportable dolor que sentía en esa parte de su cuerpo.
Con rabia Jack notó que no sólo se había lastimado el pie. También sangraba de la sien izquierda. Se había golpeado la cabeza con algo.
–Llamaré a un doctor– dijo uno de los empleados.
–No podemos esperar a que llegue. Yo mismo voy a llevarla al hospital– dijo con su habitual tono autoritario.
–¿Pero quién es usted?– cuestionó Scooter al percatarse de la presencia del hombre desconocido para él..
–Soy su marido– contestó Jack dejándolos a todos impresionados. Entonces, aún con su esposa en los brazos, se marchó de ahí.
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Una hora más tarde, Ariana se encontraba en el consultorio de Urgencias en el hospital, sentada sobre la camilla del doctor, mientras este terminaba de darle su evaluación.
Le habían puesto una vendita sobre la cortada de la sien, y afortunadamente no había necesitado puntadas, pero le habían colocando una férula en su pie. El resultado había sido un esguince en segundo grado.
Jack permanecía serio y sin expresión alguna, escuchando atentamente las palabras del médico.
Aún no asimilaba lo que acababa de suceder. Lo único que entendía era que la caída había estado bastante fuerte, y que su Ariana estaba herida físicamente.
–No tienes nada de qué preocuparte, Ariana. Solamente debes reposar por las siguientes cuatro semanas, y una vez recuperada de tu lesión volverás a ser la de antes. Y respecto a la herida en tu frente, tranquila, no quedará cicatriz– sonrió paternalmente.
Al salir del consultorio, Ariana lo hizo en una silla de ruedas, empujada por Jack.
En la sala de espera se encontró con su productor que todavía tenía una expresión consternada en el rostro.
–No fue nada grave, Scooter. Como puedes ver, sigo viva– le sonrió la castaña con un humor que dudaba poder seguir manteniendo por mucho tiempo.
–Me alegra profundamente que estés bien, Ariana, de verdad no sabes cuánto. El problema es que... Maldita sea... No puedo creer mi mala suerte–
–Lo lamento mucho, Scooter– exhaló ella deprimida.
–Escucha, no te preocupes, veré la manera de retrasar el musical hasta tu recuperación, aunque eso vaya a costarme algunos miles de dólares, mejor dicho muchos miles de dólares, pero tú tranquila, seguirás siendo mi protagonista, ¿ok?–
Ariana se sintió feliz de ver que su talento era irremplazable para un productor como él, pero inmediatamente pensó en la reunión que habían tenido días antes, en la que habían externado su preocupación por los pocos fondos con los que contaba el musical, debido al cambio de mesa directiva.
No podía ser tan egoísta.
–No es necesario que hagas eso por mí– le dijo con una sonrisa que disfrazaba una profunda tristeza.
Jack la miró, sorprendido también.
–Pero, Ariana...– Scooter la miraba con aprecio y admiración. Realmente no quería perder a una actriz tan talentosa como ella, pero era cierto que estaba cortísimo de presupuesto, y tal vez no podría permitirse retrasar todo el trabajo.
–Dudo mucho que una vez recuperada de la lesión, pueda volver a bailar inmediatamente, además, el show tiene que continuar, ¿recuerdas?–
Las lágrimas de los ojos de Ariana estaban luchando por querer salir. El show tenía que continuar, pero sin ella... ¡Cielo santo!
Definitivamente estaba maldita o algo así.
Justo cuando había llegado la oportunidad de su vida, ocurría aquello...
Tenía muchísimas ganas de llorar pero se contuvo.
–Y yo dudo poder encontrar a una actriz lo mitad de talentosa que tú–
Ariana se hundió de hombros sin dejar de sonreírle con suavidad.
–La encontrarás... Después de todo, esta no era mi oportunidad– procuró que su voz no delatara lo decepcionada que se sentía pero no estuvo muy segura de haberlo logrado.
–Pero la tendrás– le dijo Scooter tan seguro como de que el cielo era azul.
La castaña no le contestó. Todo mundo le había dicho que pronto llegaría su oportunidad, pero cada que parecía llegarle, se le era arrebatada con crueldad... Ya no sabía ni qué pensar. Ya ni siquiera estaba segura de que ese fuera realmente su destino.
–Cuando esto pase, y las cosas se arreglen, si no estás trabajando para algún otro productor, te llamaré, te juro que lo haré. No puedo dejar pasar la oportunidad de trabajar contigo. Estoy seguro de que pronto te veré triunfar. Llevas esto en la sangre, Ariana, nunca lo olvides ni te desanimes–
Ella le agradeció, pero sinceramente su ánimo estaba por los suelos. La vida ya le había dado demasiados golpes duros como para seguir siendo positiva.
Se despidió de él y de los demás empleados de producción que habían ido hasta ahí para acompañarla.
Se despidieron también de Jack, quien los despreocupó, pues al ser su marido él se encargaría de llevarla a casa.
Días atrás había alquilado un auto para moverse. Gracias al cielo porque ahí mismo la había transportado hasta el hospital.
Durante el camino hacia el departamento, ninguno de los dos habló, sin embargo Jack pudo notar la profunda tristeza que albergaba la mirada de Ariana.
De reojo, observó cómo ella se limpiaba un par de lágrimas.
Se sintió impotente por no poder hacer algo para aliviar ese dolor que su amada estaba sintiendo.
Estacionó el auto frente al edificio, y tomándola en brazos la subió hasta el departamento.
Ariana estaba tan deprimida y tan absorta en sus pensamientos que ni siquiera protestó ni hizo comentario alguno con respecto al hecho de que la cargara.
–¡Oh, cielo santo!– Sandra se llevó el susto de su vida al ver a su hija en aquel estado cuando entraron. Corrió hasta ella mientras Jack hacía el camino directo hasta su cama. –¡¿Pe...pero qué ocurrió?!– cuestionó totalmente consternada. –¡¿Hija, estás bien?! ¡¿Jack, cómo pasó esto?!–
–Tranquila, mamá, tuve una caída en el teatro. Sufrí un esguince y me corté un poco la frente. Pero estoy bien– trató de despreocuparla.
En silencio, Jack admiró la valentía de Ariana, de no soltarse a llorar frente a su madre por el hecho de haber perdido la oportunidad de actuar en el musical.
–¡Qué horror!– exclamó Sandra todavía asustada.
Ariana se recostó en las almohadas, y se permitió relajarse.
Jack permaneció de pie en la habitación sin dejar de observar a su esposa.
–El doctor dijo que debe reposar por lo menos las siguientes dos semanas. Le recetó algunos analgésicos por si comienza a dolerle– dijo mientras dejaba la bolsa con los medicamentos sobre la mesilla de noche.
–Creo que me tomaré una de esas cosas– argumentó Ariana mientras intentaba reincorporarse.
Inmediatamente Jack se acercó a ella para hacer él mismo la tarea y evitar así que se esforzara.
–Voy a traerte agua, y un té, más almohadas, oh, y algo de comer– a los pocos instantes, Sandra salió de la habitación.
Ariana volvió a moverse en su cama, y cerró los ojos sin siquiera molestarse en pedirle a Jack que se marchara.
Desde luego no pensaba mencionar nada de lo que había sucedido en su camerino momentos antes del accidente, y más valía que él tampoco lo hiciera.
–Lo lamento–
Al escucharlo decir aquello, abrió la mirada, y la clavó en la suya.
–¿Por qué?– preguntó.
Jack se hundió de hombros.
–De alguna manera me siento responsable de esto. Tal vez si no se me hubiese ocurrido ir a buscarte...–
Ella negó.
–Da lo mismo. No fue culpa tuya. Más bien comienzo a creer que... estar sobre un escenario no es precisamente lo que el destino quiere para mí– respondió con frialdad.
Jack la escuchó y no estuvo de acuerdo en absoluto.
–¿Por qué estás diciendo esto? Sabes perfectamente que Broadway es lo tuyo. No puedes desanimarte por esto–
–No es sólo por este incidente– contestó ella rápidamente.
El corazón de Jack se estremeció. Sintió una profunda aflicción por verla así, decepcionada, desanimada, con sus sueños derrumbados.
Quiso hablar, animarla, hacer que se sintiera mejor, pero entonces ambos escucharon unas voces provenientes de la sala.
Jack y Ariana fijaron sus miradas significativamente.
La voz que escuchaban era la de Sandra y la de... un hombre.
Antes de que la castaña pudiera decirle algo, Jack salió disparado de la habitación directo al encuentro con aquel sujeto.
Una vez en la sala, pudo encontrarse con él.
Sandra vio paralizada cómo ambos hombres se sostenían la mirada en un evidente duelo masculino.
Tanto Jack como Michael se habían reconocido aún sin conocerse y mucho menos ser presentados.
El peleador se quedó peligrosamente quieto. Contuvo el aliento y apretó los puños con una fuerza amenazadora. Miró a su oponente como si fuese a matarlo.
Eso era exactamente lo que deseaba hacer.
En ese mismo instante, Ariana apareció por el pasillo, con expresión horrorizada.
Miró a Michael y luego a su marido para enfrentarse a su rostro enfurecido.
Jack también la miró a ella.
Después todo sucedió rápidamente.
En el siguiente segundo, él ya estaba sobre Michael, apretándole el cuello de su camisa, a punto de golpearlo.
–¡Jack, noo!– le gritó llena de angustia. El yeso en su pie le impidió ser más rápida pero aún así fue directamente hacia ellos.
Sandra se quedó impresionada con la escena. No supo si tratar de separar a los hombres o correr hasta su hija para evitar que fuese a caerse debido al peso de la férula.
–¡Ella es mía!– exclamó Jack en un tono intimidante, apretando cada vez más su camisa, haciéndole daño claramente.
Celos, celos, malditos celos. Estaba que se moría de celos. Lo consumían. Pero nada le importaba. Estaba dispuesto a todo.
Michael por lo contrario, mantuvo la calma, y trató de zafarse de su agresión, aunque sin éxito.
La fuerza de Jack redoblaba cualquier intento de parte suya. Por más que el médico gozara de salud y de buena condición física, Jack era un peleador profesional.
Ariana lo notó, y su consternación aumentó. No era justo que Michael saliera herido por todo aquello. Él era completamente inocente en toda esa situación, y por nada del mundo permitiría que Jack utilizara su fuerza para lastimarlo.
–Si lo golpeas, jamás te lo perdonaré–
Jack clavó la mirada en ella. Su cuerpo pareció tensarse, sus puños apretarse todavía más. La vena de su cuello se exaltó de ira redoblada, y sus ojos oscuros destellaron con violencia. Necesitaba golpear a ese imbécil, sin embargo, lo soltó bruscamente.
Michael pudo respirar por fin y se dio el tiempo de acomodarse la ropa.
–No creo que esta sea la manera de solucionar nuestras diferencias– dijo sin más. Molesto y celoso, sí, celoso del esposo de la mujer que lo había enamorado.
Jack exhaló y caminó hacia otro lado, ignorándolo completamente.
–Vamos a que te recuestes, hija– Sandra, preocupada como cualquier otra madre. –No debiste haberte puesto en pie–
–¿Cómo estás?– le preguntó entonces Michael. –Vine en cuanto supe–
La vecina del primer piso le había explicado con lujo de detalles cómo había visto a Ariana llegar convaleciente y en brazos de aquel adonis, como ella misma lo había llamado.
–Ya mejor, gracias. No pasó a mayores– contestó aún tensa.
En ese instante Jack regresó hasta ellos. Era incapaz de seguir soportando la presencia de ese tipejo en el mismo lugar que él.
–¿Por qué mejor no te largas, idiota?– Inmediatamente abrió la puerta y le mostró la salida.
Michael no se movió, pero sí cruzó miradas con él.
Estaban retándose, algo que sólo los hombres comprendían.
–Jack, deja de gritar. Tengo vecinos– argumentó Ariana sintiéndose furiosa. –Además no tienes ningún derecho de correr a Michael. Este es mi departamento, y él es...–
La tensión pareció aumentar en ese preciso momento, y los cuatro lo notaron. Gracias al cielo Aaron seguía en la escuela.
La mirada agresiva de Jack se posó sobre Ariana.
Los ojos marrones de ella brillaron con dolor, un dolor que sólo el hecho de mirar a Jack Reed, y recordar su traición, le causaban.
La testosterona que flotaba en la estancia fue tan espesa que ella pensó que se atragantaría. Estuvo a punto de seguir hablando, e incluso tal vez de empeorar la situación, pero Sandra fue rápida e inteligente, y de inmediato tomó a su hija de los hombros conduciéndola hasta su habitación para hacer que se recostara.
Inevitablemente, Jack y Michael se quedaron solos en la sala.
–Lárgate, si no quieres que te rompa los huesos– fue la clara amenaza de Jack.
–No soy violento en absoluto. Pienso que hay otras maneras. Hablando civilizadamente por ejemplo–
–¿Hablando? ¿Y de qué mierda quieres hablar? ¿Acaso quieres que charlemos sobre cómo planeas arrebatarme a mi mujer?–
–Ella ya no es tu mujer, así que no voy a arrebatarte nada–
Jack dio un paso al frente. Su enorme figura representaba una clara amenaza, pero Michael no retrocedió.
–Creo más bien que eres falto de entendimiento, así que te lo voy a volver a repetir... Ariana es mía, y no voy a permitir que ningún idiota intente quitármela–
Michael sonrió para sí, y desvió la mirada en un gesto irónico.
–No has estado aquí en todos estos meses. Así que no me vengas con esas. Le fallaste, ¿de qué manera? No lo sé, pero bastó con ver el dolor en su mirada desde el momento en que la conocí para saber que un patán le había roto el corazón despiadadamente. Está claro que no fuiste un buen marido, y que... sigues sin serlo. No entiendo cómo es que te atreviste a presentarte aquí después de haberle hecho tanto daño–
Jack no soportó las palabras de aquel sujeto. Lo empujó y se acercó aún más.
–¿Y a ti qué mierda te importa? Lo que pasó entre mi esposa y yo no es asunto tuyo, cabrón, así que sal de mi vista de una maldita vez antes de que pierda los jodidos estribos, y te rompa la cara en mil pedazos–
Michael no podía evitar sentirse impresionado. Jamás se había enfrentado a un hombre como ese. Su instinto de supervivencia lo había hecho mantenerse alejado de todos los de su tipo, pero en ese instante todo era diferente. Estaba peleando por la mujer que amaba.
–No, no me iré. Tengo tal vez incluso más derecho que tú de estar aquí. Por lo menos yo soy bienvenido–
Jack dio otro paso al frente, y esta vez no dudó ni un solo segundo en volver a tomarlo de la camisa.
–Aquí está mi familia, aquí vive mi hijo, y tú no eres nadie más que el pobre imbécil al que voy a despellejar–
Antes de que Jack pudiera lograr su cometido de propinarle un experto puñetazo a Michael, Sandra salió de la habitación en la que había dejado a Ariana, y corrió hasta ellos.
–¡Nada de golpes aquí!– exclamó al tiempo que se colocaba entre ambos, logrando separarlos. –Si continúan con esto, los echaré fuera a los dos, ¿me escuchan? Lo último que mi hija necesita es presenciar una pelea–
Michael se disculpó caballerosamente, pero Jack sólo podía pensar en su frustración al no poder desquitar su furia.
–Así está mucho mejor– dijo Sandra pero no se sentía tranquila en absoluto. Sabía que no podría dejarlos solos ni un minutos más, no sin que intentaran matarse a golpes, o por lo menos sin que Jack intentara matar a golpes al doctor Bakari.
–Pasaré a hablar con ella– dijo Michael cautelosamente.
Jack reaccionó al instante.
–¡Ya, claro! ¡No te acercarás a mi esposa!– se colocó frente a él para evitarle el paso.
Sandra fue entonces hacia su yerno.
–Jack, tienes que tranquilizarte– le habló pacientemente y en un tono bajo y discreto. –Por favor, sé más listo. Sabes que esta actitud tuya sólo la alejará más–
Su suegra tenía razón pero le estaba costando un mundo entero no despellejar a aquel mequetrefe.
Sandra lo tomó del brazo y lo arrastró hasta la mesa permitiéndole a Michael que pasara a la habitación de Ariana.
Lo único que Jack pudo hacer fue apoyar sus manos sobre la mesa, bajar la cabeza en medio de sus hombros y resoplar con fuerza.
Contuvo la palabrota que se atoró en su garganta, pero la tensión no lo abandonó.
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–Lamento mucho lo que sucedió hace unos momentos– dijo Ariana aún avergonzada del comportamiento salvaje e irracional de su marido.
Michael se encogió de hombros, y le sonrió para despreocuparla.
–Ya me imaginaba que algo así sucedería, así que no te preocupes por favor– sin embargo la confrontación no había tenido en absoluto nada que ver con lo que se había imaginado. Sí, había supuesto que el hombre tal vez no querría dejarles el camino libre tan fácilmente, pero el estar frente a Jack Reed, y presenciar la determinación y la fuerza de su pasión por querer retener a su esposa a su lado, lo había dejado un poco sorprendido y confuso, pero no hablaría de eso con ella. –Además, no tienes porqué lamentarte o pedirme disculpas. Tú no tienes nada que ver. Es un asunto de hombre a hombre que sólo debemos solucionar entre él y yo–
No. Ariana no podría permitir que aquello sucediera, porque segura estaba de que Jack terminaría golpeándolo sin piedad alguna.
–Es un tipo...– Michael ni siquiera sabía cómo expresarlo, cómo describirlo. –Jamás imaginé que tú marido sería así. No lo sé, llámame superficial o cómo quieras, pero no es muy común que una mujer tan... tan linda como tú se involucre con un sujeto así de rudo y machista–
Muchas personas ajenas a ella le habían hecho la misma condenada pregunta... ¿Cómo era posible que ese hombre enorme y viril hubiese logrado enamorarla, a ella que sólo se fijaba en los de su clase y estilo?
Suspiró sin pretenderlo.
Aquella pregunta la torturó por algunos segundos.
Imposible había sido no enamorarse. Se había presentado ante ella como el hombre de sus sueños. Ese con el que no había soñado nunca, pero que después de conocerlo no había sido capaz de imaginar su vida sin él.
Se había enamorado con locura. La masculinidad, la fuerza y la energía brutal de Jack habían encajado a la perfección con su delicadeza y feminidad.
Eran la pareja perfecta, o al menos ella lo había creído así.
–Tú necesitas otra cosa– continuó diciendo Michael. –No creo que haga falta decirlo, pero yo jamás sería tan violento y tan posesivo como él. Conmigo puedes estar bien. Nunca te haría daño–
–Lo sé, Michael– le respondió Ariana muy a su pesar. Trató de sonreírle, pero al final no pudo hacerlo. La ponía muy mal el saber que ni en esa vida ni en ninguna otra podría dejar de amar a Jack como lo amaba, que no podría enamorarse de ningún otro.
–Dime una cosa...– dijo Michael con seriedad. –Es evidente en... en él lo agresivo que es, y maldita sea, necesito saberlo... ¿Llegó... llegó alguna vez a golpearte, a ti o a Aaron?–
Al comprender la pregunta, los ojos marrones de Ariana se abrieron de prisa, sorprendidos. De inmediato negó.
–¡¿Qué?! ¡No! ¡Cielo santo, no!– se apresuró a responder. No, Jack jamás le había puesto una mano encima para causarle daño físico, ni a ella ni a su hijo. Caramba, ni siquiera podía imaginarlo haciendo algo así. Su esposo podía ser lo que fuera, pero no era ningún abusador ni un maltratador. Había perdido los estribos infinidad de veces, había enfurecido, había reaccionado violentamente en innumerables ocasiones, pero nunca, nunca en ninguna circunstancia, intentó lastimarla físicamente, y a Aaron mucho menos. –Nunca, Michael. Jamás. Tal vez en este tiempo aprendí que nunca terminé de conocerlo, pero lo sé. Sé que sería incapaz de golpearnos. Jack no es ese tipo de hombre–
La respuesta no pareció dejar más tranquilo a Michael. Se alegró de que Ariana no hubiese sido víctima de la violencia, pero por otra parte, le dolió la seguridad con la que ella hablaba, casi como si estuviese defendiéndolo inconscientemente.
–De todas maneras no confió en él– añadió con molestia. –Sé que lo próximo que hará será tratar de retenerte a su lado utilizando a tu hijo–
–Pues no le funcionará– advirtió Ariana.
Michael exhaló con tensión, y después tomó asiento en el sillón que se encontraba a un costado.
–Debo admitir que no me gustó nada que se haya aparecido por aquí. Demonios, ni siquiera me gusta la idea de que tengas que seguir viéndolo a causa de Aaron–
Se estaba portando muy celoso, cuando sólo tenían unas cuantas semanas de relación, y cuando ella le había dejado claro que aún no estaba preparada para un noviazgo de verdad, pero maldición... Era tan bonita, y la quería tanto que no podía evitar sentirse así.
Ariana se quedó en absoluto silencio. Tal vez ella había pensado lo mismo que él. Se maldijo, pues no quería incomodarla y tampoco presionarla.
–Lo siento, pero es la verdad. Me parece injusto que se aparezca por aquí como si nada, y comience a reclamar cosas. Sé que no has pedido mi opinión, pero no creo que deberías dejar que siga viendo al niño, después de todo, se olvidó de él por medio año–
Una parte en la mente de Ariana, le decía que Michael tenía razón, que a Jack no le habían importado ni Aaron ni ella durante todos esos meses, pero otro lado no era capaz de olvidarse de el padre maravilloso que había sido, de cómo había amado a Aaron desde el primer instante en que lo tuvo en sus brazos, cómo lo mimaba y lo llenaba de amor, besos, regalos, atención, tiempo y tantas cosas más. No podía olvidarse de lo cariñoso, responsable, y dedicado que había sido siempre con ese pequeño al que había aceptado sin compartir ni un solo lazo sanguíneo.
–No podría hacer eso. Aaron ama a su papá, y... Jack también lo ama a él– ni siquiera sabía si eso último seguía siendo verdad. Pero cerró sus ojos y recordó el encuentro que ambos habían tenido. En medio de lágrimas se habían sonreído, se habían abrazado y se habían dicho lo mucho que se habían extrañado.
Deseó ponerse a llorar también.
–¿Estás segura de que lo quiere? Me refiero a que si yo tuviera hijos propios no me olvidaría de ellos ni siquiera un fin de semana–
El comentario logró el efecto deseado en Ariana, pero de todos modos ella no cambió de parecer.
–Cuando Aaron nació... Jack se volvió loco como padre primerizo. No había poder en el mundo que le quitara la sonrisa del rostro. Lo cuidaba a todas horas, no quería dejarlo solito en su cuna porque tenía miedo de que algo fuese a sucederle. Se desveló cada madrugada a su lado alimentándolo mientras yo dormía. Cambiaba sus pañales y le cantaba canciones de cuna...– su voz se quebró y no pudo evitarlo. Le dolía en el alma recordar. –No creo que haya fingido nada de aquello. Lo protegió, lo mimó, lo consoló cuando lloraba por alguna herida o alguna pesadilla, cuidó de él cuando enfermaba, le daba dulces, y después lo llevaba al parque a gastar esas energías– de pronto ante el recuerdo, Ariana se encontró sonriendo. –Creía que yo no lo sabía– después se dio cuenta de lo que implicaban aquellas memorias, y se enderezó cambiando de tono de voz. –No, en definitiva no pudo fingirlo. No tengo idea de cómo pudo ser capaz de fingir amor hacia mí, o... de por qué dijo lo que dijo esa noche en Boca, pero con Aaron no pudo ser así... Tampoco sé por qué se alejó de nuestras vidas por tanto tiempo, pero no me interesa saberlo. Pero el punto es que ha regresado. Es su padre y yo jamás podría separarlos–
Ante todo aquel discurso, Michael no mencionó nada. Evidentemente no habría poder en el mundo que hiciera que Ariana alejara a ese hombre de su vida para siempre.
Se dijo entonces que no había razón para preocuparse.
Ella solamente se había referido a Jack como el padre de su hijo.
¡Oh!
¿A quién diablos engañaba?
Era obvia la pasión y la entrega con la que hablaba de él.
Estaba clarísimo el amor que la bella castaña seguía sintiendo por su marido.
Entonces Michael sintió miedo. Muchísimo miedo.
Temía perder a aquella mujer que era sin duda lo mejor que le había sucedido en la vida. Y tuvo el amargo presentimiento de que así sería.
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Ariana se apresuró a levantarse de la cama una vez que escuchó que tocaban a su puerta.
Había pasado ya una semana desde que sufriera el accidente pero le seguía doliendo como el primer día.
El doctor le había pedido absoluto reposo pero en esos momentos al no estar su madre en casa, se vio obligada a levantarse e intentar caminar, aunque la férula le pesaba unos cuantos kilos, y tardara el doble o el triple en conseguir llegar hasta la puerta.
Se sorprendió un poco de encontrarse a Jack ahí.
Durante los últimos días apenas y lo había visto. Llevaba y traía a Aaron del preescolar a diario y también pasaba las tardes enteras con él llevándolo a pasear o por un helado, pero siempre era su madre quien lo recibía.
Jack no había vuelto a pedir verla ni hablar con ella, y secretamente eso la tenía un tanto triste, algo que desde luego no pensaba admitir.
Al verlo fingió indiferencia.
–Supongo que vienes a ver a mi hijo– dijo con extrema frialdad una vez que lo dejó entrar y cerró la puerta por detrás.
–Sí, pero también vengo a verte a ti– contestó él. –¿Cómo te sientes? ¿Te sigue doliendo?– cuestionó preocupado.
Ariana se preguntó a sí misma si su interés era sincero.
–Un poco, pero estoy mejor–
–Tu madre me llamó hace un rato. Me dijo que iría al supermercado y a hacer algunos recados. Me pidió que viniera a ayudarte con Aaron–
–Ah, entonces sólo estás aquí por eso– no pudo evitar sentirse decepcionada.
–Estoy aquí porque me importas y quiero cuidarte–
En ese instante Aaron apareció corriendo y fue directo a recibir a su padre.
–¡Papi! ¡Papi, qué buena que ya estás aquí!–
La expresión en el rostro de Ariana no estaba para nada complacida. Parecía un tanto molesta e irritada también.
Se sentía terriblemente mal, y su lesión no había dejado de doler a pesar de que hacía veinte minutos se había tomado una buena dosis de pastillas analgésicas. Encima Aaron llevaba más de una hora gritando y jugando sin poder mantenerse tranquilo.
Jack cargó enseguida a su hijo y le llenó la carita de un montón de besos.
–¡Hey, hey!– se dirigió a él. –¿Por qué estás tan inquieto hoy?–
–¡Quiero jugar!– respondió el niño contento.
–Lleva todo el día haciendo exactamente eso– murmuró la castaña en un tono cansado.
–¡Voy a traer mi pistola de burbujas!– exclamó Aaron corriendo de nuevo a su habitación.
A Ariana no le agradó nada aquello. La pistola de burbujas significaba agua jabonosa tirada por todas partes, y mucho desorden de parte de su hijo.
–No deberías estar de pie. Vamos, te llevaré a la cama– Jack hizo ademán de inclinarse para tomarla entre sus brazos pero Ariana se lo impidió.
–Puedo volver a mi habitación yo sola. No es necesario que me toques–
La respuesta lo hizo exhalar frustrado. No quería que ella se esforzara o se lastimara en lo más mínimo pero respetó su petición.
–No debiste haberte levantado–
–Lo sé, pero no puedo cuidar a Aaron desde mi cama–
–¿Por qué no me llamaste tú? Si Sandra no lo hubiese hecho yo jamás habría adivinado que necesitabas ayuda–
–No quería molestarte–
–¿Molestarme? El hombrecito es mi hijo, Ariana. Mi deber es estar aquí con ustedes–
La castaña suspiró. Quiso hacerle un comentario sarcástico respecto a su ausencia de tantos meses, pero se dijo a sí misma que no tenía caso seguir con la misma discusión.
–Como digas, Jack– se limitó a decir con indiferencia.
–Aunque te cueste admitirlo, es así. Y por cierto, no quiero a ese doctorcito imbécil cerca de él–
>¡Y tampoco cerca de ti, carajo!<
–Michael es una persona muy cercana a mí, y a Aaron le agrada. No veo razón por la que no puedan convivir–
–Pues yo sí la veo– espetó Jack furioso. –Mi hijo no necesita a otro hombre en su vida más que a su padre. Podría confundirse, y además no es buen ejemplo que te vea a su lado. Yo digo que ese idiota no puede acercársele, y punto–
La ira se apoderó de ella pero no la demostró en su máxima expresión. No quería seguir discutiendo con él frente a su pequeño que recién volvía con su juguete de burbujas. Bajó el tono, pero no dejó de hablar con furia.
–No me digas cómo tengo que educar a mi hijo, cuando desapareciste de su vida durante tanto tiempo como si no los quisieras... ¿Cómo te atreves?–
Jack apretó la mandíbula, y le clavó la mirada penetrante.
Maldita sea, si ella supiera...
–Me puedes acusar de muchas cosas, Ariana, y probablemente la mayoría de ellas me las merezca, pero no me puedes acusar de no querer a nuestro hijo–
Al instante en el que lo dijo, Ariana pareció arrepentirse. Sabía o comenzaba a convencerse de que Jack en serio amaba amaba a Aaron, pero en ese momento se encontraba furiosa con él. Sin embargo no iba a pedirle disculpas.
Ninguno de los dos habló, y entonces el rostro de Ariana palideció al sentir un dolor pulsante en el tobillo.
En menos de dos segundos, Jack ya estaba a su lado, sujetándola de la cintura y tratando de ayudarla.
–¿Qué pasa?– le preguntó consternado.
–E...el esguince– contestó ella con los ojos cerrados, y los dientes apretados.
Jack la tomó del rostro, y su preocupación aumentó terriblemente.
–Voy a hacerte un té, y tomarás un par de análgesicos–
–No, no hace falta– protestó la castaña. –Sólo necesito...–
–Ir a la cama– y mientras decía eso, Jack la levantó con su gran fuerza, y se dispuso a llevarla a la habitación.
–¡Burbujas!– gritó Aaron que jugaba divertidísimo y reía sin parar.
–Espera un momento, hombrecito. Mami está enferma, y necesita tranquilidad, ¿de acuerdo?–
–De acuerdo, papi...– contestó dulcemente.
Con cautela, Jack llevó a Ariana a su habitación, y la acostó en la cama para después cubrirla con la manta. Le dio sus medicamentos, y luego un vaso de agua.
Mientras el peleador terminaba de alzarle un par de edredones encima, y ella trataba de relajarse, ambos escucharon un ruido escandaloso proveniente de la sala.
Ambos se exaltaron.
–Cielo santo, no podemos dejarlo solo ni un solo segundo– exclamó la castaña mientras trataba de levantarse de nuevo.
–Alto ahí– le dijo Jack. –Tú tienes que descansar y recuperarte. Y la recuperación incluye no forzar tu pie, y andar caminando como si nada, así que limítate a quedarte en cama. Yo me encargaré de aquel revoltoso–
Jack terminó de taparla con los edredones y al inclinarse para hacerlo la miró con profundo detenimiento. Por un momento Ariana creyó que él la besaría, pero eso no sucedió.
Su marido dio media vuelta, y salió de la habitación, directo a controlar a su inquieto hijo.
Sintiéndose de pronto pesada y con mucho sueño, Ariana se preguntó qué haría para lograr calmarlo.
El caso fue que de pronto logró que Aaron dejara de hacer escándalo. Al cabo de unos pocos minutos, ella se quedó dormida, y su sueño no fue interrumpido por ningún otro ruido.
Jack nunca había sido precisamente bueno en la tarea de ejercer autoridad, y disciplina sobre su hijo, pero sorpresivamente Aaron había decidido que era mejor idea jugar en silencio con la plastilina, en lugar de andar corriendo y gritando por todo el departamento.
Se sintió orgulloso de seguir teniendo la habilidad de entretener a su pequeño.
Le hizo un té a Ariana para cuando se despertara, y luego se sentó con Aaron para jugar con él, pero precisamente en ese instante, el celular comenzó a sonar. Era su suegro.
–¿Hola? ¿Qué sucede, Hugh?– cuestionó al responder la llamada.
–¿Cómo están todos por allá? ¿Cómo sigue mi princesa?– preguntó el hombre detrás de la línea.
–Acabo de dejar a Ariana descansando, se sentía un poco mal pero espero que cuando despierte se encuentre mejor. Aaron no ha parado de jugar, ya lo conoces. La señora Sandra salió de compras–
Hugh resopló.
–Espero que mi hija se recupere pronto...–
–Sí, también yo–
–¿Ya lograste hablar con ella?–
–No. Apenas y tolera que esté cerca. No cree en nada de lo que le digo pero confío en que pueda demostrárselo con el tiempo. Tarde o temprano sabrá que lo que digo no es más que la verdad–
–Supongo entonces que por ahora las cosas no están del todo bien entre ustedes–
–Supones bien–
–Bueno, pues ya se presentará el momento–
–Sí, estoy ansiándolo–
De pronto Hugh carraspeó la garganta, como para cambiar de tema.
–También he llamado para recordarte que mañana es el juicio de Jason Reed, y te necesitamos aquí. Eres uno de los testigos fuertes a declarar. ¿Ya has hablado con Ruffalo?–
Jack cerró los ojos, irritado. Lo había olvidado.
La policía había logrado encarcelarlo justo después del enfrentamiento contra Charlie, lo cual había aumentado en gran manera su felicidad y tranquilidad.
–No, la verdad es que no he estado muy pendiente de mi celular, pero gracias por recordármelo. Ahora mismo llamaré para comprar el boleto de regreso. ¿Emma también declarará?–
–Sí, ella también. Está un poco nerviosa, pero Cameron está ayudándola a afrontarlo–
–Me alegra oír eso–
–El encierro de Jason es lo último que nos queda–
Jack sintió una sensación extraña de alivio.
–El verlo tras las rejas será como un tipo de liberación para mí–
–Te comprendo. No puedo ni imaginar la magnitud del daño que ese hombre te hizo–
–Eso ya es parte del pasado, pero de cualquier modo, tiene que pagar, por eso y por todos sus demás delitos–
–Estoy de acuerdo... Bueno, tengo que colgar, pero dile a Sandra, a Ari y a mi nieto que los amo–
–Por supuesto. Hey, Aaron saluda al abuelo– Jack apartó el celular del oído y lo puso en modo altavoz.
–Hola, Wobby, te quiero– exclamó Aaron contento.
–Cielo santo, los extraño con toda mi alma. La buena noticia es que la boda de Adrienne será en pocos días y entonces sí volveremos a estar todos juntos. Por cierto, no compres nada de boletos, enviaré mi avioneta para que te traiga hasta acá–
–Vaya, ¿harías eso por mí?–
–¿Bromeas? Eres como el hijo que nunca tuve. Ya te lo dije, Jack, te quiero–
El joven se soltó a reír.
–No puedo esperar a ver la cara de Ari cuando sepa que mi suegrito y yo ahora nos queremos–
Hugh también rió. A veces ni él podía creérselo.
–Prepara tus cosas. La avioneta estará llegando por la noche–
–Hecho–
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Unas cuantas horas más tarde, Jack se encontraba despidiéndose de todos, para abordar enseguida la avioneta que lo llevaría de regreso a Boca Ratón.
Aaron se habían mostrado reacio a dejarlo ir, pero él le había prometido que volverían a verse en muy poco tiempo, que lo llamaría y que harían videollamada siempre.
A pesar de que el niño había llorado y se había abrazado de su pierna para que no se fuera, Jack había conseguido tranquilizarlo y hacer que confiara en él.
–No te voy a fallar hombrecito, te lo prometo. ¿Me crees?–
–Sí, papi– le contestó su pequeño justo antes de darle un amoroso y prolongado abrazo.
Por su parte Ariana se mostró distante y fría ante su partida.
Una vez que Sandra se despidiera de él, se había llevado al niño para que pudiera hablar con Ariana.
Jack había mirado de manera anhelante a su esposa, y le había tratado de explicar que tenía un asunto pendiente del que ocuparse, un asunto que no podía dejar pasar por alto.
–No quiero ni necesito tus explicaciones–
–Pero yo quiero dártelas, Ariana. Se trata de mi padre biológico. Debor ir a declarar para que al fin lo encarcelen–
Aquello la sorprendió un poco pero no mencionó nada. No era asunto suyo.
–La cosa aquí, Jack, es que no puedes estar jugando así con Aaron, entrando y saliendo de su vida a tu antojo. No te voy a permitir que vuelvas a lastimarlo–
–Tendrían que cortarme un brazo antes de que yo piense siquiera en lastimar a mi hijo– el peleador se lo dejó bien en claro. –Pienso cumplir la promesa que le hice. Jamás, jamás volveré a alejarme de él y tampoco de ti. Eso sobre mi cadáver–
–Ya te dije que no sigas perdiendo tu tiempo conmigo. He dejado que veas a Aaron pero solamente porque él te adora y yo no soy capaz de hacerlo sufrir de nuevo–
Jack se irguió en toda su altura y la miró seriamente.
–Pienso cumplir lo que prometí–
La castaña se mantuvo callada. Desvió su mirada con hostilidad porque no soportaba seguir mirándolo. Le dolía que se fuera pero primero muerta antes que admitirlo.
El peleador no pudo hacer otra cosa que soltar un suspiro.
La realidad era que tampoco quería marcharse. No quería dejarle el campo libre a ese Michael Bakari ni siquiera por un instante, pero debía hacerlo, tenía que solucionar todo lo referente a Jason.
Después de la despedida, Jack salió del departamento, y por una maldita coincidencia, se topó precisamente con su odiado rival.
Era algo loco, algo animal, algo salvaje lo que se apoderaba de él cada vez que se cruzaba a ese sujeto. Un deseo incontrolable de matarlo a golpe lento por el simple hecho de haberse atrevido a poner los ojos en su mujer, por brindarle su amistad, por enamorarse de ella, por convencerla de que pasaran su amistad a algo más... ¡Mierda! ¡¿Cómo se había atrevido ese imbécil?!
–Si vuelves a acercarte a ella...–
La rabia no permitió que Jack terminara su amenaza. Inmediatamente dejó de hablar, y se abalanzó sobre él.
De alguna manera u otra, Michael logró zafarse de su agresión, y lo miró con cautela.
–No me cabe duda de que un hombre como tú sólo sabe expresarse mediante la violencia–
–¿Y usted, doctorcito, qué mierda sabe hacer además de lavarse las manos con antibacterial?–
Michael no se inmutó por el insulto.
–Creo que te agradará saber que sé luchar por la chica a la que amo–
–¡¿La chica a la que amas?! ¡Ella es mi esposa, mi mujer, así que deja de joder, y piérdete, cabrón, antes de que yo te despedace!–
–¿Por qué no puedes aceptarlo, Reed? Tu oportunidad ya pasó, y no la aprovechaste, ahora ella me ha elegido a mí–
–Maldita sea, deja de decir tanta mierda. Ariana es mía, punto. Tú eres un hijo de puta, punto, y yo te destrozaré si no sales de nuestras vidas, punto– mientras hablaba, la furia de Jack crecía.
Michael bajó la mirada, y observó el dedo que le apuntaba desafiándolo y amenazándolo.
–No voy a salir de su vida. Grábatelo bien. Tú le hiciste daño, y ella decidió no volver a tu lado jamás, así que ahora está conmigo, y tienes que aceptarlo–
–Carajo, doctor. Me tienes harto. ¿No te das cuenta de que aquí sales sobrando? Ariana me ama, ella y yo hemos vivido tantas cosas que un idiota como tú nunca podrá comprender–
–Oh, caray, pero claro que lo comprendo. Es hermosa, joven, la viste, te gustó, la enamoraste y la sedujiste para luego embarazarla. Al final, como cualquiera de los de tu calaña, le fuiste infiel quién sabe cuántas veces, y la abandonaste. Ahora siendo el típico machista que eres, no puedes soportar perderla a manos de un hombre que evidentemente está más cerca de encajar con ella, de lo que tú pudiste haberlo hecho nunca–
Jack ni siquiera vaciló.
–Muy bien, tú lo pediste, cabrón–concentrado únicamente en su urgencia de atacar, Jack propinó un puñetazo feroz, y acertado, justo en la mandíbula de Michael.
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–¿Estás segura de esto, Ari?– le preguntó Sandra a su hija, unos cuantos días después de todo lo acontecido.
Ariana dejó de hacer lo que llevaba ya un par de horas haciendo, empacando sus cosas y las de su hijo. Se giró para ver el rostro consternado de su madre.
–Sí, mamá. Ayúdame a terminar por favor, que siento que nunca acabaré–
Dos semanas habían pasado del accidente en el teatro, y la lesión realmente comenzaba a sanar, sin embargo seguía trayendo la férula, hasta nuevas órdenes del médico. Una semana más quizás.
Mientras metía su ropa en las maletas, la joven intentó limpiar las lágrimas que amenazaban con salir y resbalar por toda la extensión de su rostro.
Había tomado la decisión de rendirse definitivamente en lo que a Broadway respectaba, la misma tarde en la que sufrió el accidente, pero no había sido hasta ese momento que se había armado de valor.
Regresarse a Florida y ya estaba decidido.
Regresar a casa, a Boca Ratón, era algo que Aaron le venía pidiendo desde tiempo atrás, pero ella había tomado su impaciencia como simple nostalgia hacia su vida anterior. Aaron era inteligente, y lo demostraba tanto en la escuela como en casa, pero no era feliz. Ansiaba el regreso de su padre. Además sabía que extrañaba a su abuelo Wobby, a Natalie, y a todos sus tíos.
No podía olvidarse tampoco que desde su mudanza a Nueva York, apenas y había tenido tiempo para él. Trataba de hacer su trabajo como mamá lo mejor posible pero a veces había días en los que sentía que sola no podía.
Cuando uno de los productores se había enterado de que a su corta edad era madre de un niño, lo primero que le había dicho había sido:
–De por sí esta carrera es difícil, y con hijos, lo será mucho peor. Tal vez deberías reconsiderarlo–
Y lo había reconsiderado.
Ariana había aprendido que su pequeño estaba primero que todo, primero incluso que sus deseos y sus anhelos. Así que su prioridad debía ser criarlo, darle todo su tiempo y todo su amor. La carrera en el teatro musical había pasado a ser algo secundario en su vida, y después se había ido hasta el último lugar en la fila luego de comprender que su destino no estaba ahí.
Sandra continuó observándola, sin poder asimilar aún la radical decisión de su hija.
Sabía que no era Broadway lo que ella quería, sabía que eso que expresaba esa mirada era una tristeza infinita, sabía que estaba aguantándose dolorosamente las ganas de llorar.
–¿Qué es exactamente lo que piensas hacer después?–
La castaña se encogió de hombros.
–Pasaré meses en el spa limpiando mi piel de la contaminación de Nueva York– hacía sonar su respuesta como si el hecho de regresar a Boca no la lastimara terriblemente.
–¿Pero qué pasa con tu sueño de convertirte en estrella, Ari?–
La pregunta pareció añadir más dolor a la situación.
–Lo sigo teniendo, mamá, pero ahora es más un sueño que una realidad–
Sandra deseó con todas sus fuerzas que la vida no hubiese golpeado tan duramente a su hija.
Era tan joven, y la veía tan lastimada, tan fría, tan decepcionada de todos y de todo.
Ariana trató de sonreír, y quitarle dolor al asunto sólo para despreocuparla.
–No estoy acabada, mamá– le dijo con sinceridad. –Tengo a mi hijo–
La mirada de Sandra comenzó a cristalizarse. Al menos Ariana seguía teniendo un rayito de esperanza en su vida.
La castaña limpió sus lágrimas que no había logrado contener. Las sorbió y consiguió detenerlas.
–Mi sueño siempre fue... despertar por las mañanas, y estar sobre un escenario. Pero ahora... ahora cuando despierto y lo primero que me encuentro es la sonrisa traviesa de Aaron, y su mirada risueña, me doy cuenta de que es él lo que más quiero en el mundo–
Entonces madre e hija se abrazaron.
Ariana regresaría su ciudad natal, y no le gustaba hacerlo con un fracaso sobre su espalda, pero podía soportarlo porque tenía a su pequeño, y con eso lo tenía todo.
Que pasara lo que tuviera que pasar, porque nada más le importaba.
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Pobre Ariana ☹ cuándo creen que pueda llegar a cumplir sus sueños?
MENSAJE IMPORTANTE
A partir de este capítulo tendremos horario fijo para actualizaciones. Esto porque deseo poner un poco de orden en mi vida personal, laboral y familiar.
VIERNES a las 8pm habrá capítulo SIN FALTA.
Quizá algunos días lo publique antes, quizá otros días lo publique un poco después pero sin pasarme del viernes.
No le queda mucho a esta historia, pero se viene un giro MUY INESPERADO que ni se imaginan. ME VAN A ODIAR! (o quizás centren su odio en alguien más) Como sea, no se pierdan lo que viene porque estará muuuuy INTENSO
El regreso de Ariana a Boca estará de INFARTO
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