Capítulo 14
Ariana había estado retrasándolo todo lo posible, sin embargo se había llegado el momento.
Jack se había encargado de sacarle cita en una clínica argumentando que debía asegurarse de que todo marchara bien, incluso por su propia salud.
Al final ella había tenido que aceptar, y ahora ahí estaba, en la sala de espera, a unos minutos de que la enfermera dijera su nombre y la invitara a pasar al consultorio.
Se sentía bastante nerviosa e inquieta. Las manos le temblaban. Deseaba dar media vuelta y salir corriendo de ahí, pero sabía bien que no podía hacerlo.
¿Era una cobarde por no quererse enfrentar al hijo que llevaba en las entrañas?
Sí, sí lo era, y no le importaba admitirlo.
Estaba a punto de estallar en llanto, y sentía que no podía seguir conteniéndose.
Se abrazó a sí misma cruzando sus brazos y fue entonces cuando sintió una presencia tras su espalda.
Era Jack.
Ella alzó su cabeza para poder mirarlo.
En ese momento él la vio tan mal que sintió mucho pesar por ella.
No se arrepintió de llevarla ahí, porque consideraba que era necesario que un médico evaluara el embarazo y el bienestar tanto de ella como del bebé, pero deseó tener el poder de hacerla sentir mejor. Deseó con toda su alma poder cambiar esa expresión en el rostro, poder quitarle esa angustia que veía en ella.
–¿Quieres que entre contigo?– le preguntó bajando hasta su oído.
Ariana no volvió a mirarlo pero asintió.
Iba a necesitarlo a su lado, y saber que ahí era donde lo tendría la hizo sentirse un poco más tranquila.
Todavía no terminaba de explicarse esa sensación de seguridad que ese hombretón tan rudo y tierno a la vez le causaba, pero no pensaba cuestionárselo en ese instante.
–Ariana Reed– la enfermera la llamó haciéndola sobresaltarse.
Jack la tranquilizó acariciando sus brazos de arriba abajo, y enseguida la animó a entrar tomando su mano con la suya.
Ambos entraron a donde la enfermera les indicaba.
Ahí se encontraron a una agradable mujer de sonrisa amable que ya los esperaba.
–Bienvenidos. Pasen por favor. Ariana, ¿cierto? Es un placer conocerte, Ariana, yo soy la doctora Chastain, y este que está aquí debe ser el padre de tu hijo– les dio la mano a los dos.
Ni Ariana ni Jack lo negaron. Habían optado por dejar que las personas asumieran lo que tenían que asumir a tener que explicarles su situación.
–Es mi marido– respondió sin más.
–Jack– él mismo se presentó.
–Mucho gusto, Jack. Pues los felicito a ambos por la llegada de este hijo. ¿Les parece si comenzamos? Siéntate en la camilla, Ariana, por favor–
La castaña se quitó el suéter de tela delgada que llevaba encima, quedando en un top rojo que cubría solamente sus pechos. Después obedeció y utilizando el escaloncito más el brazo de Jack que se acercó para ayudarla, consiguió subir al lugar solicitado.
–Desabrocharte los jeans. En poco tiempo ya no podrás usar más de estos, y tampoco ningún tipo de ropa entallada– le dijo cuando notó lo ajustados que eran. Luego dio la indicación a su enfermera para que comenzara a colocar sobre el abdomen la cantidad adecuada del gel conductor.
Ariana se estremeció cuando sintió la consistencia fría y viscosa de aquella sustancia en su piel.
–No te pongas nerviosa, Ariana. Comprendo perfectamente cómo debes de sentirte, pero tienes que estar tranquila. Dime, ¿cómo ha sido tu embarazo hasta el día de hoy? ¿Has tenido malestares? ¿Vómitos? ¿Mareos?–
–Vómito todo el tiempo y sí, los mareos son constantes– respondió Ariana recordando con desagrado cada vez que corría al baño a vomitar.
–¿Han aumentado tus horas de sueño?–
La castaña asintió.
–Creo que ahora duermo el doble o el triple de lo que dormía antes–
–¿Has sufrido de algún desmayo?–
–Unas tres o cuatro veces–
La doctora transcribió todos los datos en su portátil.
–De acuerdo. Ahora préstame mucha atención– encendió el monitor pero no lo giró inmediatamente, sino que procedió a dar su explicación médica mientras pasaba el aparato transductor por ciertas partes de su abdomen.
–Estás atravesando tu tercer mes de embarazo. El feto sigue en fase embrionaria. Al día de hoy está midiendo 6 centímetros y pesando 23 gramos. No vayas a sorprenderte si en la siguiente consulta ya duplicó su tamaño, porque así de rápido crecen. En pocos días estará presentando cambios importantes en su forma externa. Sus extremidades están ya formados, y sus órganos también, pero siguen en desarrollo, y lo seguirán estando hasta el noveno mes. Para este momento el pequeñín ya percibe estímulos, reconoce las voces que lo rodean, y es capaz de hacer movimientos como girar la cabeza, estirar sus bracitos, sus manitas, cerrar los puños... Quizás te estoy mareando con toda esta información, pero pasemos ya a la parte más sencilla que es ver a tu bebé, sé que debes estar ansiosa–
Lo que estaba Ariana era aterrada.
Jack lo supo cuando vio todo ese temor que le desfiguró por segundos los rasgos de su femenino y delicado rostro.
Tomó su mano en señal apoyo. Quería que supiera que estaba ahí, con ella, que podía apoyarse en él.
Ariana apretó su mano, agradeciéndole mentalmente simplemente por estar a su lado cuando más lo necesitaba.
Se preparó entonces para lo siguiente que sucedería...
Cerró sus ojos pero sabía que no podría seguir escapando.
Los abrió al instante y se encontró con esa imagen que le presentaba la pantalla.
Aquel hijo que había llegado a destruirla, a destruir todo lo que tenía.
Estaba frente a ella.
Y era tan pequeño...
¿Cómo era posible que aquella cosita diminuta hubiese causado toda esa revolución en su vida? ¡¿Cómo, si parecía tan inocente?!
Los ojos se le llenaron de lágrimas pero se negó a dejarlas caer. Las limpió de inmediato y giró su rostro para no seguir mirando.
Había sido suficiente.
Para su fortuna en ese momento la doctora Chastain volvió el monitor a su lugar.
–Todo marcha con normalidad. El bebé está creciendo tal y como debería. Su peso es el ideal y su tamaño también. Tiene la cantidad perfecta de líquido amniótico, y tu matriz no parece presentar ningún problema, así que no hay nada por lo que debamos preocuparnos. En cuanto a ti, no quiero decir que sea alarmante el hecho de que no se note aún tu estado de gestación, porque es evidente que eres de complexión delgada, pero te daré una dieta a seguir junto a vitaminas y suplementos para que recuperes nutrientes, y puedas alcanzar el peso adecuado conforme a cada etapa de tu embarazo. Por otro lado, presentas una baja en tu presión arterial, por eso has tenido tantos desmayos. Tienes que disfrutar este período, cuidarte, tratar de no estresarte ni tener emociones muy fuertes, aún menos si son negativas, porque tu hijo resiente todo eso, y puede llegar a afectarle–
Una vez que la enfermera terminó de limpiarle el gel, Ariana se puso en pie de la camilla, tomo su suéter de las manos de Jack, y se lo puso de inmediato.
–Yo... yo... le agradezco mucho, doctora Chastain. Creo que la consulta ha acabado, y debemos irnos– sin decir otra cosa, la castaña salió a toda prisa del consultorio.
Jack se quedó de piedra, pues no había esperado que realmente ella fuese a tener esa reacción.
–Lo lamento– se disculpó con la obstetra, y de inmediato se dispuso a seguir su esposa.
–Tranquilo, Jack– de inmediato lo despreocupó. –Es normal que Ariana se haya puesto tan sensible. Tenemos que ser comprensibles con ella, es joven, mamá primeriza, seguro está asustada, y encima todas esas hormonas descontroladas que la hacen reír un día y llorar al otro. Tú como su esposo tienes que cuidarla, mimarla, evitarle situaciones que la alteren desfavorablemente. Para que una mujer en gestación lleve un embarazo saludable debe estar en un ambiente agradable y tranquilo–
–Así será, doctora. Gracias–
Enseguida Jack salió en busca de Ariana.
Por fortuna la encontró en la entrada de la clínica.
Exhaló de alivio al verla.
–¿Cómo estás?– le preguntó cuando se acercó.
–Bien– respondió ella sin más.
Pero Jack no le creía nada. Había aprendido a conocerla bien.
–No lo creo. Pienso que ver a... a tu hijo en esa pantallita te afectó más de lo que habías pensado–
–Pues sí, sí me afectó, pero no quiero hablar de eso, ¿de acuerdo? Esta fue la primera y última vez que veré a ese... a ese bebé. Se lo diré a la doctora en la próxima consulta–
Jack frunció el ceño.
–¿Pero por qué?–
Entonces Ariana la miró. Su mirada mielosa volvió a cristalizarse.
–Porque si lo sigo mirando crearé lazos con él, y eso es lo último que quiero– estaba aterrorizada de empezar a quererlo y no poder dejarlo ir. Se encaminó rápidamente a donde habían dejado aparcada la camioneta.
Él la siguió y la detuvo.
–¿Puedo hacerte otra pregunta?–
Un poco más calmada, la castaña exhaló y asintió.
–¿Qué cosa?–
–¿No has pensado en la posibilidad de... de quedártelo?–
A Ariana le dio un vuelco en el pecho.
Quedarse con el bebé. Ser una madre para él. Criarlo, verlo crecer...
–No, y por favor no vuelvas a hablar de ese tema. ¿Podrías ayudarme a entrar por favor?– esperó con impaciencia.
Jack abrió la puerta, y la ayudó a subir. Al segundo entró al asiento de piloto pero antes de dar marcha se giró para mirarla.
–Lo lamento. No debí haberte preguntado eso–
Ella negó.
–No importa. ¿Te molestaría si me llevas al centro comercial de Boca Ratón? Quedé de verme ahí con Liz–
–Claro que sí. Te hará bien distraerte un poco– Jack encendió el motor y se dispuso a llevarla a donde pedía.
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Ariana necesitaba con urgencia comprar nuevos sostenes.
Quizá el embarazo todavía no daba ninguna evidencia de su existencia pero sus pechos sí que lo hacían.
De pronto, de un día para otro, acompañado claro de un inusual dolor de pezones, su talla de bra había aumentado significativamente.
La doctora Chastain no le había advertido que eso iba a suceder.
Exhaló y se dispuso a encontrar los que más le gustaran.
–¿Noah te ha preguntado por mí?– Elizabeth sonó un poco desinteresada pero en realidad no lo estaba.
–¿Por qué ahora usas ese tonito?– le preguntó Ariana sonriente. –El fin de semana te escuché muy contenta–
La chica de ojos grises se hundió de hombros.
–Bueno, sucede que apenas nos estamos conociendo, no es nada serio, ¿sabes?–
Oh, Elizabeth se iría de espaldas si en ese momento le decía que Noah había proclamado que ella era el amor de su vida. Ariana casi rió al imaginarlo.
–¿Pero la pasaste bien con él o no? Recuerdo que me dijiste que así había sido–
–Sí, quiero decir, tenemos los mismos gustos y es muy divertido pero no quiero llevar las cosas tan rápidas. Yo amo mi soltería–
–De acuerdo, Liz. Sólo no vayas a jugar con Noah. Es un chico muy lindo–
Elizabeth sonrió.
–Pareces su mamá, pero vale. No jugaré con él. Sabes que eso no va conmigo–
–Lo sé, boba, es sólo que... se ve tan ilusionado. Me daría mucha pena que le rompieras el corazón. Tú y yo sabemos que eres una rompecorazones. Los chicos babean por ti, y tú sólo los ignoras–
Elizabeth rodó los ojos.
–Oye, pero eso no es culpa mía. Todos esos chicos son sosos y poco interesantes, hijos de papi que tanto detesto. En cambio Noah es diferente, me simpatiza mucho y me atrae, no lo niego. ¿A quién no va a gustarle un moreno alto y de ojos tan lindos? Pero tengo otras prioridades, mi carrera universitaria. Mi mayor anhelo es entrar a la universidad de Florida. No sigamos más con el tema, ya te lo dije. Veremos qué sucede. Pero tú, cuéntame. Dijiste que mañana es el cumpleaños de Jack. ¿Les comprarás algún obsequio?–
–¿Crees que deba hacerlo?– le preguntó Ariana un tanto insegura.
–Por supuesto– respondió Elizabeth con rapidez. –Es tu marido, y bueno, no en toda la extensión de la palabra, pero se ha portado de las mil maravillas contigo. Nos ha demostrado que es mejor hombre que el estúpido de Drew, y muchos otros juntos. Hasta yo siento que ya lo quiero simplemente porque te ha tratado como a una princesa, y ha cuidado de ti. Creo que se merece que le obsequies algo el día de su cumpleaños–
Ariana vaciló por unos momentos.
Su amiga tenía razón, Jack había sido maravilloso con ella, y eso era lo peor de todo.
¿Cómo iba a corresponder a eso?
Un reloj no sería suficiente, una loción masculina tampoco.
Estaba metida en un gran dilema.
–No sé qué debo darle. Todo parece insuficiente. Él se merece todo–
Elizabeth sonrió y arqueó los ojos.
–¿Todo, Ari? ¿Le darías lo que a él más le gusta? Ojo, no estoy aconsejándote que lo hagas, sólo te lo estoy preguntando. ¿Se lo darías?–
–¿Te refieres a comida chatarra? ¿Dulces? ¿Chocolates? Porque eso es lo que más le gusta a ese grandulón. Me costó mucho hacer que los dejara, así que no pienso...–
–No, no me refiero a eso– la interrumpió de inmediato. –Hablo de ti. Le encantas–
–¿Qué?– Ariana frunció el ceño. –Claro que no, Liz. ¿De qué hablas?–
–De lo evidente, amiga. Traes a Jack babeando por ti–
–Debes estar bromeando–
–¿Crees que bromeo? Solo digo lo que veo–
–Pero es que es imposible. Incluso recuerdo una conversación que tuvimos hace tiempo, antes incluso de todo esto. Me dejó bien en claro que yo no era el tipo de mujeres que le gustaban–
–En definitiva estás ciega. Deberías dejarte de tonterías y aceptar que necesitas anteojos–
–Liz, hablo en serio–
–También yo. Ari, no puede ser que no te hayas dado cuenta de que Jack está loquito por ti. Noah y yo estuvimos discutiéndolo en nuestra cita, y los dos llegamos a la misma conclusión–
Ariana colocó sus brazos en su cintura, y miró a su amiga con enfado.
–No puedo creerlo. ¿Estuvieron hablando de nosotros?– se mostró ofendida.
–Y de mil cosas más, pero ese no es el punto. Le gustas. Se le nota a kilómetros, y la idea no es descabellada, eres muy hermosa–
–¿Tengo que recordarte que estoy embarazada? Dudo que en estos momentos Jack me encuentre atractiva–
–Oh, te sorprenderías si supieras la gran cantidad de fetiches que tienen los hombres. Obsesión por los pies, por dedos, chicas asiáticas, chicas embarazadas. Además tú aún no luces como una chica embarazada sino como la misma Ari de siempre–
Ariana exhaló.
–¿Sabes qué? Le regalaré un reloj– dijo sin más.
Elizabeth soltó una carcajada.
Al igual que Noah, se estaba divirtiendo bastante.
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Aquel 29 de Noviembre Jack estaba cumpliendo 21 años, y a pesar de ello, como cualquier otro día, se había levantado de madrugada para ir a entrenar dándolo todo y golpeando con gran fuerza. Después de aquello se había ido al taller mecánico rumbo a una jornada más de trabajo, consiguiendo así día a día lo que se había propuesto sobre perseverar y salir adelante.
Cuando llegó al departamento se encontró con Ariana. La chica estaba descalza y vestía shortcitos de mezclilla y una blusita de Born In The USA. Llevaba el cabello húmedo, como si hacía muy poco hubiese salido de bañarse.
Ella sonrió en cuando lo vio.
–Feliz cumpleaños, Jack. Déjame darte un abrazo–
–Oh, nena, será mejor que no–
–¿Por qué no?– cuestionó la castaña confundida.
El joven peleador extendió sus brazos mostrándole lo evidente. Llevaba su mono caqui de trabajo. Estaba como habitualmente, sucio.
Ariana se hundió de hombros.
–A mí no me importa–
–Pero a mí sí. Tomaré una ducha, y después podrás darme todos los abrazos que quieras– le guiñó un ojo con coquetería.
Ella odiaba que hiciera eso porque la hacía sonrojarse frente a él. Aun así le encantaba.
–Bien–
Jack no hizo ademán de entrar.
–Tú estabas a punto de entrar cuando llegué. Adelante– le hizo un gesto de caballerosidad.
–Tranquilo. Sólo iba a maquillarme para tu cena de cumpleaños– le mostró su estuche de maquillaje. –Suelo tardarme eternidades, así que primero tú, yo esperaré–
–¿Por qué no lo haces en tu habitación?–
–Es que el espejo del baño es más grande–
–Ya. Bien. Entonces me ducharé rápido para que puedas hacer lo tuyo– se apresuró de inmediato.
Ariana sonrió. No pudo evitar pensar en lo guapo que se veía incluso con su ropa sucia de trabajo, y el rostro manchado de grasa de motor. Además su barba de tres días lo hacía lucir muy sexy.
Exhaló y decidió que lo esperaría en su habitación.
Diez minutos más tarde, Jack apareció tocando a su puerta que estaba abierta. Se había puesto shorts holgados y estaba sin camisa. Su inmenso torso salpicado de vello oscuro, y los musculosos brazos al descubierto. Suspiró. Ya se había acostumbrado a verlo así, aunque ciertamente no terminaba de acostumbrarse al vuelco en su interior.
–El baño es todo tuyo– le dijo mientras terminaba de secarse el cabello con una toalla. –Tárdate todo lo que quieras, la cena será hasta las ocho. Yo iré a vestirme y después me afeitaré–
La castaña lo miró con una idea brillando en su cerebro.
–¿No quieres que te depile con cera?– le propuso con una sonrisa divertida.
Jack arrugó la cara y después hizo una expresión de horror.
–¡Joder, no! ¡Eso debe doler barbaridades!–
Ariana rió.
–Claro que no, ven conmigo–
Lo tomó de la mano y lo llevó hasta el baño. Más temprano esa misma tarde, había estado haciendo su rutina de skin care, y había aprovechado para depilarse. Todavía tenía las cosas ahí, así que únicamente bastaría que conectara el calentador eléctrico. Sin embargo cuando se giró, se encontró con un problema. Gran problema.
La altura de Jack. Ella le llegaba más abajo del esternón. Eso dificultaría por mucho la tarea.
–Eres demasiado alto. No te alcanzaré–
–¿Yo soy demasiado alto o tú eres demasiado pequeña?– señaló él arqueando su ceja.
Ariana lo miró con ojos fruncidos.
–Qué gracioso–
Jack le sonrió inocentemente.
–De acuerdo. Tengo la solución– sin previo aviso la tomó de las axilas y la alzó elevándola del suelo hasta sentarla en el lavamanos. –¿Ves?– le dijo mientras apoyaba sus manos en la planicie y se inclinaba hacia ella. –Problema resuelto–
–Muy práctico– asintió Ariana. Divertidos, los dos se miraron fijamente por prolongados segundos. Entonces ella no pudo evitar decir lo que dijo. –Me gusta mucho tu color de ojos. Son muy oscuros–
Él se enderezó y frunció el ceño.
–¿De verdad? A mí no me agradan– no dijo el motivo, y tampoco quería pensar en él, así que se negó a hacerlo. –Los tuyos son hermosos. Me recuerdan a la miel–
La vio sonrojarse, y maldito si no admitía que la entrepierna se le tensaba cada vez que la veía hacer eso. Tragó saliva.
>Más te vale que te controles< se dijo a sí mismo.
Al segundo Ariana comenzó con la labor, untándole la cera en sus ambas mejillas.
–¿Te parece si charlamos sobre algo? Lo mejor será que te mantenga distraído– le dijo ella.
–Claro. ¿De qué quieres que hablemos?–
La castaña se lo pensó un poco.
–Mmmmm. Ya sé. Cuéntame sobre todos esos rumores que habían sobre ti en la escuela. ¿Es cierto que reñiste en un lugar de mala muerta, y te dispararon?–
Jack negó.
–Claro que no... ¡Puta mierda!– gritó de dolor cuando Ariana retiró la primera tira. –¿Qué es esto? ¿Mi muerte?
–Jack, no seas exagerado. Las mujeres soportamos este dolor y muchos otros. ¿O es que acaso eres un chico débil?–
Él negó.
–Y un carajo. Sigue preguntándome de los rumores–
Ariana resistió una sonrisa.
–Decían que te habías acostado con una maestra en tu antigua escuela, antes de Worthington, y que te peleaste a golpes con su marido–
La carcajada masculina se escuchó de inmediato.
–Ojalá eso hubiese sido cierto, pero también lo inventaron... – entonces Ariana tiró de la banda con mucha más fuerza de la que debería ocasionándole un terrible dolor y escozor. –¡Ahhh, carajo!– gritó él. –Esta me dolió más que todas la anteriores–
–¿Ah sí?– la castaña sonrió. Esa había sido su intención. ¿Estaba celosa? Claro que no. Solamente no le había gustado escucharlo decir eso sobre aquella maestra inexistente. –Bien, sigamos. ¿Es cierto que estuviste en prisión?–
–Más o menos–
–¿Cómo que más o menos?– su respuesta la desconcertó.
–Sí, bueno, me metí en un problemita cuando estaba más chico–
–¿Qué clase de problema?–
Él dudó en si debía decirlo o no. Finalmente decidió hacerlo. Exhaló.
–Te lo resumiré porque no me gusta mucho hablar de eso. Pasé los últimos años de mi vida siendo menor de edad, en casas con familias temporales. ¿Sabes lo que es eso?–
Bastante impresionada, Ariana asintió.
–Bueno. Resulta que la última familia con la que estuve... Era bastante disfuncional. Mierda, todas con las que estuve eran disfuncionales, pero en esta pasó algo que simplemente me hizo actuar–
–¿Actuar?– la castaña no comprendió. –¿Qué hiciste?–
–Le di una paliza al padre de familia, y él...–
–¿Lo mataste?–
–Casi. Quedó paralitico–
Si Ariana había estado impresionada ya, en esos momentos se quedó en shock.
–¿Por qué lo golpeaste?–
–Porque lo encontré abusando sexualmente de su hija de nueve años. Ese depravado de mierda estaba violando a la niña, mientras ella lloraba. Tenía que ayudarla, y eso fue lo que hice–
Ella asintió sin dudarlo aplaudiéndole mentalmente por su gran hazaña.
–Por supuesto. Hiciste bien. ¿Por qué te metieron a la cárcel si tú sólo defendiste a la pobre criatura?–
–Porque el sistema judicial de este país es una payasada. Victimizaron al hijo de puta, y toda la ley se fue sobre mí. Yo estaba a meses de cumplir los dieciocho años, pero querían juzgarme como a un adulto. Afortunadamente Mark siempre estuvo conmigo, y me ayudó en todo–
–¿Ahí lo conociste?–
–En realidad lo conocía de mucho antes. Él era algo así como el encargado de llevar mi caso en el departamento de bienestar infantil. En ese momento consiguió que no me procesaran ni me condenaran. El gobierno le puso algunas condiciones, como que yo acabara la escuela e hiciera servicio comunitario, nada del otro mundo. Luego de eso le pedí que no me llevara con ninguna otra familia, y optó por llevarme a su casa, ahí conocí a Noah, y bueno, desde entonces somos mejores amigos, y a Mark lo quiero como un padre. En cuanto cumplí la mayoría de edad renté este lugar, y... aquí sigo, ahora lo comparto contigo– le sonrió.
Ariana admiró mucho esa sonrisa. Ese buen corazón. No pudo evitar acariciarle el rostro.
¿Qué clase de hombre era ese? ¿Por qué se lo había topado en el camino?
Deseó llorar pero se contuvo.
–¿Ya mero termina esta tortura a la que llamas depilación con cera?–
Ariana negó divertida.
–Ahora háblame de otra cosa... Dime, ¿qué se siente tener 21 años?–
Él se hundió de hombros.
–No lo sé. Nada especial, salvo que ahora podré seguir bebiendo, pero sin que sea ilegal. Oh, y además ya podré votar. Y te aseguro que no pienso votar por ese puto zanahorio de Trump–
La castaña rió.
–Gracias al cielo, lo odio–
Pasaron unos cuantos minutos mientras terminaba de depilarlo, riéndose de tonterías y pasando un momento realmente agradable. Luego Ariana bromeó con depilar el vello de su pecho, ocasionando que Jack la mirara como si le hubiese dicho la peor cosa del mundo.
Cuando terminaron, él se observó en el espejo dándose cuenta de que la piel se le veía de distinta manera. Se la tocó y la sintió diferente.
–¿Suave, no?– Ariana enarcó una ceja y le sonrió.
–Muy suave– asintió Jack con una incrédula sonrisa. –Pero sigo prefiriendo el rastrillo. Ustedes las mujeres son unas masoquistas– se tocó la piel, y aunque le había quedado muy tersa, aún sentía ardor en algunas zonas.
Ariana sacó unas cuantas cremas del estante, y pronto comenzó a untárselas en la enrojecida piel.
–Esto te ayudará a que el ardor se vaya–
–No le vayas a decir a Noah– le pidió Jack de una manera suplicante que resultó tierna.
La castaña negó con la cabeza, aguantándose las ganas de reír.
–Por supuesto que no. Esto afectaría en tu imagen de macho, y nos queremos hacer eso, ¿cierto?–
Jack frunció el ceño infantilmente.
–Pues... no–
–Entonces no lo haremos, campeón– Ariana pellizcó su mejilla, y después bajó del lavamanos para comenzar a arreglarse.
Esa noche tenían un cumpleaños que celebrar.
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Vistiendo un vestido gris, chaqueta de cuero negro y botines de tacón del mismo color, Ariana salió de su habitación, perfectamente maquillada y con su cabello castaño cayéndole en ondas suaves por toda su espalda.
Jack llevaba pantalones de mezclilla y una camisa a cuadros rojos junto a su chaqueta de cuero marrón. Él sonrió en cuanto la vio
Se veía preciosa. Siempre lo estaba.
–¿Lista?–
–Sí– contestó ella mientras guardaba el celular en su bolso. Caminó hasta la puerta pero se dio cuenta de que algo importantísimo se le olvidaba. Corrió enseguida al refrigerador.
Jack miró con gran sorpresa lo que ella sostenía con sus manos.
Era un pastel de chocolate. Un pastel para él.
Un nudo se formó en su garganta. Se quedó de piedra.
–Yo lo hice– anunció la castaña contenta. –Bueno, en realidad lo compré, y yo sólo lo decoré. No te gustó, ¿o por qué me miras así?–
–Eh... S...sí. Sí. Claro que me gusta, es sólo que... Nunca antes tuve uno–
Esa nueva declaración le partió el corazón a Ariana.
Ella respiró hondo y se acercó hasta él. Alzó su cabeza para poder mirarlo a los ojos.
–No sé exactamente qué clase de infancia tuviste, pero asumo que no fue una infancia feliz, por eso hoy quiero encargarme de que tengas un cumpleaños muy divertido– le guiñó el ojo y a Jack se le llenó el corazón. –¿Puedes abrirme la puerta?–
Todavía con el choque de emociones, él abrió para que pudiese salir.
Ariana adelantó el camino rumbo al ascensor.
Jack se quedó de pie en la entrada de su departamento, mirándola caminar.
Esa chica era increíblemente amable con él. Linda y dulce. Lo hacía sentirse tan especial que cada día se perdía más y más en sus encantos.
Exhaló, porque aún y con todo eso, a quien ella amaba era a Drew Van Acker. Esa certeza lo deprimió bastante. Sin embargo se dijo que no iba a arruinar esa noche con esos estúpidos pensamientos.
Fue en ese momento cuando Ariana se detuvo, girándose y mirándolo con esa sonrisa en el rostro que todos los días lo llenaba de vida.
–¿No piensas venir o qué?–
Una gigantesca sonrisa apareció en el rostro de Jack. Corrió entonces para poder alcanzarla.
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La cena de cumpleaños transcurrió estupendamente.
Sorpresivamente, Ariana había llevado gorritos de fiesta para los cuatro. Después le habían cantado Happy Birthday, y mientras la vela de bengala llegaba hasta lo más alto, Jack sonreía porque la estaba pasando realmente bien.
Mark, Noah y Ariana también estaban divirtiéndose. Entonces a la castaña le pareció lo más natural sacar su celular y tomar una fotografía de Jack junto a su pastel para capturar el momento.
–Bien, creo que se ha llegado el momento de los obsequios– opinó Mark mientras le entregaba el suyo.
–¡Apoyo esa idea!– Noah colocó su regalo sobre la mesa.
Jack comenzó a abrirlos. Mark le había obsequiado guantes nuevos de combate Everlast y Noah calcetines largos de Spongebob.
Les agradeció a ambos.
–Ahora es mi turno– dijo Ariana quien enseguida le entregó lo que había comprado para él.
Su esposo tomó la linda bolsa y la abrió.
Dentro se encontró un reloj y... ¿Un muñeco de acción? Sí, era un muñeco de acción. Un peleador de la UFC.
Sonrió, luego la miró.
–Muchas gracias. De verdad, gracias por todo– dijo ahora refiriéndose también a Noah y Mark.
–¿Te gustó?– preguntó Ariana emocionada.
–Desde luego. La he pasado muy bien. No puedo recordar otro cumpleaños más genial que este. Se los agradezco mucho–
–No tienes nada que agradecer, Jack. Te mereces mucho más– le aseguró la castaña.
–Tu esposita tiene razón– secundó Noah. –Eres un gran amigo y gran persona, y es nuestra manera de agradecértelo–
–Ellos no mienten– concedió Mark.
La velada siguió transcurriendo, y luego de una hora más de charla agradable y risas, se llegó el momento de despedirse.
Salieron del restaurante para subir a sus respectivos vehículos.
–Eh, Jack, antes de que nos marchemos. Quiero pedirte un favor, bueno a ambos– dijo Ruffalo mirando también a Ariana.
–Claro que sí, Mark. ¿De qué se trata?–
–Necesito que los dos vayan a un evento de beneficencia, y me ayuden en algunos aspectos con los niños y demás. Será unas cuantas semanas antes de Navidad. ¿Qué dicen?–
Jack no podía negarse. Mark había hecho demasiado por él. Era lo menos que podía hacer.
–Sabes que sí, Mark–
–Excelente– sonrió Ruffalo. –¿Y qué me dices tú, Ariana?–
–Tú nos ayudaste a Jack y a mí en nuestra locura de casarnos. Cuenta conmigo para todo lo que necesites– le sonrió.
–Gracias a ambos. Se divertirán mucho, se los aseguró– Mark les mostró una sonrisa.
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De regreso al departamento, Jack dejó las llaves en la mesilla donde siempre solía dejarlas junto a su chaqueta.
–Espero que hayas tenido un gran cumpleaños– le dijo Ariana con toda sinceridad. Realmente deseaba que así hubiese sido.
–Te aseguro que sí. Con el pastel, las calcetas de Bob Esponja y la figura de acción, me sentí como un niño–
La castaña río.
–¿Quieres saber por qué decidí regalarte un muñeco de acción?–
–Supongo que fue porque sabes que me gusta mucho–
–No– negó ella. –Decidí regalártelo porque quiero que sea un recordatorio–
Él frunció el ceño.
–¿Un recordatorio?–
–Sí. Un recordatorio de que algún día tendrás tu propio muñeco. Tendrás tanto éxito en la UFC que harán cientos de estos con tu nombre y aspecto–
–¿Eso crees?–
Sin dudárselo, Ariana asintió.
–Estoy segura. Ahora debo ir a la cama porque los ojos se me cierran de tanto sueño. Hasta mañana, Jack–
–Hasta mañana, Ari...–
La castaña entró a su habitación y suspiró mientras se recargaba sobre su puerta cerrada.
Dejó su bolso sobre el tocador, y comenzó a quitarse los aretes. Enseguida se deshizo de la chaqueta y de sus botines, quedando descalza en las medias negras que cubrían sus piernas.
Se acercó entonces a su espejo para poder desmaquillarse, y mientras lo hacía no pudo evitar volver sus pensamientos hacia Jack. Hacía la terrible infancia que debió haber tenido.
Lo admiraba tanto porque a pesar de eso era un buen hombre, el mejor que había conocido.
Cualquier mujer podría enamorarse de él. Y sería tan fácil hacerlo...
Exhaló.
Quizá ya estaba enamorándose de Jack.
No.
Ariana cerró los ojos. ¿A quién engañaba? No podía dejar de pensar en ese hombre ni un solo minuto del día.
Se había acostumbrado tanto a su carácter fuerte, a su rudeza, a la belleza de su alma. Disfrutaba verlo sonreír, verlo emocionarse, verlo feliz...
¡Cielo santo!
Ya estaba enamorada.
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Este cap va delicadísimo a mi amiga Mariana Phelan, que al igual que Jack, hoy cumple 21 años, (claro, en fechas distintas).
Phelan19 Girl, te deseo el mejor de los cumpleaños. Pásala increíble. Te quiero y lo sabes ♥️🥂
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