Capítulo 12-2T

Exactamente a las cinco en punto de aquella tarde calurosa, Jack y Hugh estacionaron su vehículo en la dirección que AJ Craig les había dado un día anterior.

Ambos hombres se miraron con impaciencia momentos antes de bajar del auto.

Estaban nerviosos. Cabía la posibilidad de que todo se tratara de una trampa, por eso debían ser extremadamente cautelosos.

Aún así tenían que arriesgar para poder avanzar.

Jack fue el primero en salir. Llevaba una gorra en la cabeza y lentes de sol. Miró a su alrededor, y todo parecía tranquilo, entonces le hizo una seña a su suegro con la cabeza.

Hugh salió detrás de él. Llevaba un elegante sombrero y sus gafas.

–Fue una estupidez venir aquí, sin un arma– argumentó todavía temeroso.

Jack negó con la cabeza.

–No creo que haga falta, además ni tú ni yo contamos con armas, al menos no de momento–

–Tienes razón– Hugh exhaló. –Por cierto... ¿Estás seguro de que estás bien? Esos golpes no se ven nada bien. Quizá deba llevarte con un médico primero–

El peleador negó.

–No, no hace falta. Son sólo moretones. Puedo manejarlo–

El patriarca Butera no estaba de acuerdo pero ahora sabía bien lo terco que podía llegar a ser su yerno. No insistió.

–Entonces andando–

Sin quitar la mirada de todo a su alrededor, Jack sacó el papel de sus bolsillos donde tenía escrita la dirección, y pronto le echó un vistazo.

Alabama Street, Edificio B, #219

Tomando determinación, entraron y buscaron el departamento.

Lo encontraron en el cuarto piso y de inmediato tocaron la puerta esperando obtener respuesta.

Escucharon ruidos detrás de ella, y segundos después esta fue abierta.

Un hombre grande y fornido los recibió apuntándolos a ambos con una pistola.

Hugh y Jack subieron las manos en señal de paz.

Aquel sujeto continuó apuntando y los miró con hostilidad.

–A la pared– con una seña los hizo pegarse a la madera y sin más empezó a revisarlos uno por uno, asegurándose de que no trajeran nada escondido bajo sus prendas.

Era enorme, exactamente del mismo tamaño que Jack, y tenía el cabello negro y la piel de un color claro tostado. Llevaba barba y bigote, y sus brazos descubiertos estaban repletos de tatuajes como si de un mapa se tratara.

–¿Estos son los sujetos?– no estaba dirigiéndose a ellos, y tanto Jack como Hugh tardaron en darse cuenta.

AJ apareció un segundo después.

La morena asintió y después colocó su mano sobre la de aquel hombre, que continuaba sosteniendo la pistola.

–Baja eso, Punk. Creo que no es necesario–

El grandote obedeció pero no les quitó la mirada de encima.

–Ya que comprobé que no están armados, supongo que tienes razón–

–Discúlpennos, por favor– AJ se dirigió a ellos. –Pero comprenderán que aún no puedo estar completamente segura de que puedo confiar en ustedes– se sorprendió muchísimo al ver los golpes en el rostro de Jack que desde luego no habían estado ahí la noche anterior. Aún así fue discreta y no mencionó nada al respecto.

Jack fue el primero en hablar.

–Le aseguro, señora Craig, que no somos ninguna clase de matones o algo por el estilo, y lo aclaro porque... pienso que usted tiene temor de que podamos ser trabajadores de su marido–

AJ no respondió, pero la tensión en sus rasgos le confirmó a Jack que estaba en lo cierto.

–Pues si es así, no tiene nada de que temer. Puede confiar en nosotros, porque yo estoy comenzando a confiar en usted–

La morena pareció más relajada.

–De acuerdo– asintió. –Y por favor deje de llamarme señora Craig, odio ese nombre. Simplemente llámeme... eh...– pareció dudar, hasta que contestó finalmente. –AJ–

–Me parece bien. Creo que llegó el momento de las presentaciones–

Hugh le lanzó a Jack una extraña mirada. Al parecer seguía desconfiando, pero él ignoró su desconfianza. Era cierto que había una posibilidad de que la mujer les estuviera mintiendo, pero tenían que arriesgarse. Era todo o nada.

–Mi nombre es Jack Reed, y él es Hugh Butera. Me encantaría decir que es un placer conocerlos a ambos pero la realidad es que la situación no es para nada placentera–

AJ asintió. Ella se sentía exactamente igual.

–¿Qué relación tienen ustedes dos?– cuestionó el sujeto aún con desconfianza.

–Estoy casado con su hija. Es mi suegro– respondió el peleador.

–Este es Punk Brooks– la morena presentó a su acompañante finalmente. –Confió en él plenamente. Por eso decidí que nos reuniéramos aquí. Cualquier cosa que quieran saber o que tengan que decir, quiero que esté presente–

Jack comprendió.

Ya más relajado el momento, los tres hombres presentes se estrecharon la mano.

–¿Qué le pasó en la cara?– Punk preguntó sin temor a parecer muy entrometido.

–Tuve una pelea–

–¿Por qué?–

–Porque hay gente muy mala, señor Brooks. Por eso–

Los dos se miraron y la tensión creció.

AJ habló para cortarlo del ambiente.

–Pasemos a la mesa. Voy a preparar café– les mostró un desaliñado comedor de madera con cuatro sillas, y pronto desapareció con camino a la cocina.

Hugh y Jack tomaron asiento, seguidos de Punk.

Se mantuvieron en silencio mirándose todavía con suspicacia hasta que este último decidió hablar.

–¿Por qué están tan interesados en Craig?– cuestionó con evidente interés.

Jack carraspeó la garganta. Estuvo a punto de hablar, pero en ese momento, AJ apareció con una bandeja en las manos que contenía cuatro tazas, una tetera, azúcar, leche y cucharas.

Inmediatamente la atención de Punk que estaba fija en sus invitados, se desvió hacia la morena, y pronto avanzó a ella para ayudarla.

Momentos después, los cuatro se encontraban sentados en la mesa con sus respectivas tazas de café.

–Bien, ¿qué es lo que quieren saber de mi marido o por qué me han buscado?– cuestionó ella con un poco de impaciencia.

Jack exhaló fuerte, y Hugh le dirigió una mirada que le recordaba lo arriesgado que era todo ese asunto.

–Como le dije en un principio, señora... AJ– se corrigió. –Por loco que parezca, confío en ustedes, así que de verdad espero no lamentarme por esto después–

–Despreocúpese, Reed. Tiene mi palabra de honor de que ni ella ni yo vamos a salir corriendo a contar lo que está por decirnos– bramó Punk con seriedad.

Jack asintió. Por alguna extraña razón empezaba a confiar en ellos.

–Tanto Hugh como yo estamos tratando de proteger a alguien– dijo sintiendo un escalofrío.

–¿A quién?– indagó AJ.

Jack se quedó en silencio dudando si debía dar a conocer esa información, pero Punk que era bastante listo se le adelantó.

–Supongo que a su mujer– miró a Jack a los ojos, y enseguida se giró con Hugh. –Que también es hija suya–

–Allá afuera hay un desgraciado que tiene amenazado a Jack con hacerle daño a mi princesa– argumentó Hugh furioso.

–¿Daniel?– cuestionó AJ horrorizada.

Jack negó.

–Charlie Hunnam– lanzó el nombre y esperó a ver las reacciones que tendrían al escucharlo.

Evidentemente Punk sabía de quién se trataba, pero AJ no.

–Tenía que ser ese bastardo– bramó él con enfado.

La mujer los miró confundida.

–¿Quién ese ese hombre?–

Esta vez fue Punk el que contestó.

–Una maldita sanguijuela. Llevamos años intentando meterlo a prisión, pero no hay nada que lo inculpe–

–¿Qué tiene usted que ver?– cuestionó Hugh. –¿Es enemigo suyo, o acaso...?–

–Soy policía, señor Butera, y debo aclarar que de los buenos–

Aquello fue una total sorpresa tanto para los dos pero ninguno mencionó nada.

–Pues si lo que estoy tratando de investigar resulta cierto, le aseguro que Charlie acabará en la cárcel, y probablemente su marido también– le dijo a AJ.

Ella abrió los ojos impresionada.

–¿Qué... qué es eso que están tratando de investigar?–

–Estamos seguros de que el Juez Craig tiene un acuerdo con Charlie... Además de que los dos son hermanos–

–¿Hermanos?– AJ no pudo creérselo. –Daniel nunca mencionó que tuviese un hermano–

–Creo que su esposo le esconde muchas cosas, AJ. Los dos son hijos de la misma madre–

–¡Maldita sea!– exclamó Punk furioso, poniéndose en pie. –Ahora todo tiene sentido. Mierda... Por eso siempre ha salido bien librado el maldito cabrón. ¡Craig ha evitado que lo sentenciemos!–

–Por eso queremos investigar en el asunto para demostrarlo. Es la única manera que tengo de destruir a Charlie– miró entonces a la morena. –Cuando supe esta información empecé a investigar al Juez, lo cual... me trajo directamente a ti, AJ. Sabía que estaba siendo muy idiota al acercarme a la esposa del susodicho, pero cuando nos dijiste que el suyo no era un matrimonio de verdad, supe que podía entregarte mi confianza. Comprende que estaba desesperado, maldita sea, lo estoy. La mujer que más amo en el mundo corre mucho peligro... Charlie me aseguró que mientras yo siga sus órdenes, no se acercará a ella, pero... ¡Mierda! El muy bastardo no piensa cumplir con su palabra..– cerró los ojos, y retorció el cuello. –Se me revuelve el estómago sólo de pensar que pueda acercarse a mi esposa, hace que me den ganas de matarlo de una maldita vez... Necesito actuar rápido y no dejar que se me adelante–

Aquello impresionó a AJ.

–¿Dónde está ella?– preguntó con sincera preocupación.

Jack sintió otro pinchazo de dolor.

–Ella y mi hijo están lejos de aquí–

–¿Hi...hijo?– la voz femenina se quebró en un hilo.

–Un niño hermoso... Lo amo con todo mi ser–

AJ asintió. Comprendió de pronto su dolor.

–Yo también tuve miedo de ustedes cuando me interceptaron al salir del gimnasio. Creí que podían ser los matones de Daniel que habían regresado a terminar el trabajo inconcluso–

A Jack le pareció extraño que dijera aquello de terminar un trabajo sin concluir, estaba por cuestionarla respecto a eso, pero entonces ella siguió hablando.

–Si queremos ayudarnos mutuamente a encerrar a mi marido y a ese Charlie del que hablan, debemos poner todas las cartas sobre la mesa. Supongo que se estarán preguntando por qué quiero que encarcelen al hombre del que supuestamente estoy enamorada. Pues bien, ya me han contado los motivos que ustedes tienen, y ahora es mi turno de hacerlo–

Punk pareció ponerse tenso y rígido.

Jack y Hugh se dispusieron a prestarle toda su atención.

AJ tomó aire. Lo necesitaría para poder tener las fuerzas suficientes y poder contar toda aquella pesadilla.

–Yo... yo en realidad no nací en Colombia, y mi nombre tampoco es AJ. Antes... antes de llegar a esta ciudad me encargué de obtener una nueva identidad y de que no hubiera manera de indagar en mi pasado. Mi nombre real es April Mendez, y nací en Nueva Jersey. Mi sangre latina es herencia de mis padres puertorriqueños. Crecí y fui feliz dentro de una familia amorosa, pero cuando tenía catorce años, mi madre y mi hermano murieron en un accidente automovilístico, y yo quedé al cuidado de mi padre. Él me amó e hizo todo lo posible por darme una buena vida. Trabajaba como carcelero, pero una mañana, después de que estuvo desaparecido tres días, lo encontraron en una de las celdas... muerto– en sus palabras se encontraba un profundo sufrimiento, una impotencia desesperante, y sus ojos brillaban con una sed de venganza que la carcomía por dentro. –Los oficiales trataron de encubrir el escándalo y me dijeron que le había dado un ataque al corazón, pero yo no me tragué aquello ni por un segundo. Mi padre fue un hombre sano desde siempre, y además... además la última vez que lo vi, precisamente cuando se despedía de mí para ir a cumplir con su turno de guardia, me besó la frente, me dijo que me amaba, y después murmuró algo de que esa noche tenía una importante misión, y que la misión consistía en hablar con la verdad y mantener la ética ante toda circunstancia... Esas palabras siguieron atormentando mi mente después de su muerte... Yo sabía que papá no había muerto nada más porque sí, sabía que alguien lo había matado y que su asesinato tenía mucho que ver con aquello que me dijo. Quise investigar, pero por obvias razones no podía presentarme en la comisaría, donde se encontraba el asesino de mi padre, probablemente disfrazado de la ley. Así que pasé años con esa incertidumbre. Después de quedarme huérfana, me acogió una tía lejana y me llevó a vivir con ella a Massachusetts, pero en una ocasión, cuando regresamos a Jersey, y pasamos a revisar mi antigua casa, yo me encerré en la habitación donde papá solía tener los libros que tanto le gustaba leer... Abrí uno, y casualmente encontré unas fotografías donde se veía a un hombre vestido galantemente y a un presidiario, el de traje elegante le entregaba un fajo de billetes al otro... Volteé la foto y vi sus nombres. Roman Regins y...

–Daniel Craig– completó Jack.

–Exacto– una lágrima había resbalado por las mejillas color canela de April, pero ella inmediatamente la limpió, sintiéndose sorprendida. Había creído que las lágrimas se habían terminado, que ya había llorado lo suficiente por todos esos años, pero al parecer no era así. La injusta muerte de su padre le seguía doliendo como si hubiese ocurrido el día anterior.

Inmediatamente Punk tomó una de sus manos, y la estrechó con fuerza, como recordándole que él estaba con ella.

–¿Qué pasó después? ¿Cómo descubrió la verdad?– indagó Hugh consternado por la historia.

–Investigué acerca de ambos hombres, y descubrí que Regins había salido de la cárcel exactamente por la misma época de la muerte de papá, y que Daniel se había marchado del estado, pero de eso ya habían pasado cinco o seis años. Comencé a desesperarme, porque estaba decidida a vengarme de los dos responsables de asesinarlo, pero realmente no sabía cómo los encontraría, no contaba con el dinero suficiente, no tenía influencias, y no era más que una chiquilla que nadie tomaría en serio, pero como si una fuerza del destino hubiese tratado de ayudarme, un día encontré en el periódico la noticia de que un ex presidiario de nombre Roman Regins había tenido un accidente en las vías del tren y se encontraba gravemente herido en el hospital de la ciudad... Motivada por mi coraje, decidí hacerle una visita... Debo admitir que cuando lo vi, sin sus dos piernas y a punto de morir, sentí lastima, pero enseguida me reprimí pensando en que ese sujeto no había tenido lástima de mi padre. Me limité a decirle quién era yo, y a cuestionarlo sobre lo que había ocurrido aquella noche. Creí que él se negaría a abrir la boca, pero sorpresivamente comenzó a hablar, después de todo, pronto moriría y no tenía ya nada que perder–

–¿Admitió que mató a tu padre?– cuestionó Jack.

–Sí– la respuesta fue estremecedora en los rasgos de April. –Me contó todo lo que sucedió esa noche. Regins y Daniel mantenían una sociedad. No me dijo en qué consistía, pero debían ser movimientos turbios. Al parecer nadie estaba enterado de aquello, pero hubo un hombre que lo descubrió e intentó reunir pruebas para denunciarlos, sin embargo lo descubrieron y no dudaron ni un solo segundo en matarlo... Ese hombre era mi papá–

–Y te casaste con Daniel para vengar su muerte– aseguró Jack, terminando de asimilarlo todo.

April asintió.

–Roman murió al día siguiente de que me hiciera su confesión, así que el único que me quedaba era el Juez... Con determinación y astucia, descubrí que había sido trasladado a Florida y que se encontraba fungiendo como la máxima autoridad en los tribunales de Boca Ratón. Como comprenderán, no me lo pensé dos veces, y de inmediato planeé mi traslado a esta ciudad. Para entonces mi tía ya había fallecido, y yo me encargué de desaparecer a April Mendez, fingiendo su muerte. Esa es otra historia. El caso es que llegué a Boca, y no me fue difícil tratar de dar con Daniel, gracias a su popularidad. En una ocasión, cuando se presentó una rueda de prensa, por fin pude verlo en persona. Él se encontraba feliz saludando a toda la gente que parecía venerarlo. Lo vi tan contento que me juré que aunque fuera lo último que hiciese, lograría que esa sonrisa se borrara de su rostro, y pagara por la muerte de mi padre. Obviamente no sabía cómo podría lograr introducirme a su círculo social. Resultaba imposible, pero después descubrí que frecuentaba mucho un bar de nombre White Tie & Tails, y de alguna u otra manera, y de cierto modo, gracias a mi físico, logré conseguir trabajo ahí–

Jack y Hugh no se inmutaron ante la mención de aquel sitio tan conocido en la ciuda. Desde luego ellos ya estaban enterados de su antigua profesión, lo habían leído en su investigación.

Sintiendo la necesidad de aclararlo, April continuó.

–Nunca llegué a bailar en el escenario, tampoco hacía bailes privados, ni me iba con los clientes. Servía copas, eso era todo–

–No le hemos pedido explicaciones– bramó Hugh con cautela.

–Lo sé, pero de vez en cuando me siento con la necesidad de que la gente sepa que no sólo soy AJ Craig, la seductora mujer que logró engatusar al intachable juez, aunque eso sea la verdad de lo que hice. Yo aborrecía ese trabajo, pero seguía allí, y al final, conseguí llamar la atención de Daniel– miró a Punk de reojo. –Él siempre cuidó su reputación, sólo tomaba un par de copas y jugaba al póker con sus amigos. Nunca se detenía a hablar con las camareras, aunque de vez en cuando nos echaba una que otra mirada. Supongo que nada me aseguraba que precisamente él se iría a interesar en mí, pero así sucedió. Yo era la más joven, tenía veinte años entonces, y él ya rondaba los cincuenta, pero de todos modos se permitió cortejarme, y yo, sin poder creer mi suerte, se lo permití, aunque apenas soportaba estar cerca de él... Le hablé del pasado que yo misma me había inventado... Le dije que había sido una niña huérfana, que no había conocido a mis padres, ni sabía quiénes eran y que me encontraba aquí trabajando de ilegal, después de haber abandonado mi supuesto país natal que según le conté, era Colombia. Le expresé también los temores que tenía acerca de que el gobierno me deportara o algo parecido. Claramente Daniel estaba interesado en mí, pero no me metí en la cama con él inmediatamente como estarán pensando. Es cierto, lo seduje y me valí de todo tipo de artimañas para hacer que deseara tenerme, pero le aclaré que no conseguiría nada de mí a menos que me pusiera un anillo en el dedo. Sabía que me estaba arriesgando y que probablemente él saldría por la puerta riéndose de mi argumento, pero no fue así. Accedió a casarse conmigo, el muy bastardo aseguraba que estaba enamorado de mí, que haría cualquier cosa por tenerme y que incluso ese matrimonio serviría para legalizarme como ciudadana americana. Yo estaba atónita, aquella era mi oportunidad para entrar en su mundo y lo más importante, en su casa. Nos casamos una semana después. A la opinión de todos nuestros conocidos, parecía una historia perfecta. Era el sueño de Cenicienta hecho realidad, pero dentro de casa...– se quedó callada y tragó saliva con desesperación contenida. –Estos cinco años he tenido que pasar un infierno... Cuando estoy a solas con él, apenas puedo respirar... Tengo que soportar que me toque, que me ponga sus asquerosas manos encima... y yo lo detesto, me repugna, hace que me den ganas de vomitar... Lo odio– añadió con furia.

Punk carraspeó la garganta. Se puso en pie y les dio la espalda por unos segundos, como si él tampoco pudiese aguantar la idea de que Daniel Craig la tocara.

April ni siquiera miró a su dirección y continuó hablando.

–He tenido que soportar también la rabia que me da el simple hecho de verlo sentarse en la sala del tribunal todos los días para juzgar a la gente. Vistiendo su toga, y golpeando la mesa con el martillo, adoptando una pose de justicia, sabiduría e imparcialidad... Aún así no me arrepiento porque todos estos sacrificios los he venido haciendo para lograr mi objetivo que es destruirlo. Durante todos estos años de matrimonio he fingido tener insomnio, y así cuando él duerme, yo recorro la casa en busca de algún tipo de información, pero hasta ahora no he podido encontrar nada. Todo lo importante lo guarda en la caja fuerte de su despacho, pero el muy cerdo no ha llegado a facilitarme la combinación–

–Con una orden de registro podemos acceder a la caja, pero tendríamos que alegar una razón justificable, y hasta el momento, no encontramos ninguna, además, después de lo sucedido últimamente, despertaríamos aún más las sospechas de Craig– añadió Punk con frialdad.

–¿Acaso sospecha ya algo de tu plan?– cuestionó Jack en completa consternación.

April asintió, y los tres hombres se dieron cuenta de su palidez y de su labio inferior temblando.

–Hace menos de un mes, Daniel mandó asesinarme–

Las expresiones de Jack y Hugh fueron exactamente como se esperaban. Se quedaron petrificados. A eso se había referido al mencionar el trabajo inconcluso.

–Pe...pero... ¿Cómo?–

Esta vez fue Punk el que se encargó de explicarlo.

–No sabemos de qué manera, pero estamos cien porciento seguros de que Craig conoce la verdadera identidad de April. Por eso mandó matarla–

–Daniel y yo acudimos a la gala de entrega de premios hace unos veinte días. Él sabe que me engento con facilidad, así que le dije que saldría a tomar un poco de aire. En esos momentos yo no sabía que él ya estaba enterado de todo, y me sentí con la suficiente confianza de alejarme un rato de toda esa gente. A los pocos minutos, un hombre con un pasamontañas salió del estacionamiento y me apuntó con una pistola– April tragó saliva.

–¿Y cómo supiste que lo mandaba Craig? ¿Acaso te lo dijo?– preguntó Jack.

Ella negó con la cabeza.

–Lo supe porque el hombre me miró y me dijo: No me habían dicho que fueras tan hermosa, me pregunto por qué querrá deshacerse de ti– hizo una pausa y exhaló. –Supe entonces que no era ningún ladrón. Daniel lo había descubierto todo, y había enviado a ese tipo a matarme–

–¿Qué hiciste para salvarte?–

–Estaba aterrada por el descubrimiento, sabía que Daniel no tendría piedad con cualquiera que lo delatase, así como no la tuvo con mi padre. No quería morir y sobre todo, no quería fracasar. Entonces lo empujé y corrí hacia el interior del casino. Me detuve unos instantes a pensar en qué haría a partir de entonces pero en ese momento él, mi marido, se acercó a mí con expresión preocupada y preguntándome si estaba bien. Comprendí que aunque su plan había fallado, él tenía la intención de seguir con la farsa así que hice lo mismo, y le expliqué lo que había sucedido. Por supuesto me aseguré de que creyera que yo no sospechaba nada, y que a mi parecer había sido solamente un intento de asalto o un secuestro clandestino tal vez. Después, fingiendo consternación, el muy hipócrita se encargó de denunciar el hecho–

–Y ahí entro yo– secundó Punk.

La morena lo miró y le sonrió con sutileza.

–Acudimos a las autoridades, y yo insistí en que mantuvieran todo lejos de los medios de comunicación, por eso nada de esto se dio a conocer–

–¿Pero por qué sigues con él? Craig te quiere muerta, corres peligro a su lado–

–A partir de ese día, Daniel se ha estado comportando como el marido más amoroso y comprensible del mundo, y por supuesto yo he estado siguiéndole el juego, pero sé que no me queda mucho tiempo. Por el momento no creo que se atreva a hacer algo, sobre todo porque el caso de mi supuesto asaltante sigue abierto y justo ahora, tenemos a muchos policías pisándonos los talones para encontrar a ese sujeto–

–Además yo estoy protegiéndola. Jamás permitiría que ese hijo de puta le hiciera daño. Estoy siguiéndolos y mantengo su casa vigilada, incluso instalé cámaras y estoy al tanto de todo lo que sucede ahí adentro– la pasión y determinación con la que hablaba Punk Brooks hizo que Jack y Hugh supieran sin lugar a dudas que ese hombre estaba completamente enamorado de la bonita April.

–¿Y usted cómo se ha enterado de todo esto?– cuestionó Hugh. –Se supone que es el policía a cargo del caso del asaltante–

–Así es. Yo estoy a cargo del caso. En un principio lo vi todo como si fuese cualquier otra persona. El típico matrimonio unido que había sido a punto de ser víctima de la delincuencia de la ciudad, y quería ayudarlos, tanto a April como al Juez Craig, pero después...– Punk no sabía cómo continuar el relato, y ella terminó de explicarlo.

–Yo estaba desesperada. Sabía que en cualquier momento podía morir, así que no me quedó más remedio que acudir al oficial Brooks en privado. Corrí un riesgo al contarle todo lo que estaba ocurriendo realmente, pero algo en mi interior me decía que él me creería y me ayudaría– con sutiliza, April desvió la mirada hacia Punk, y se miraron significativamente. –Y no me equivoqué–

–¿Alguien más sabe de esto?– preguntó Jack. –¿Pidió ayuda a sus compañeros de trabajo, Brooks?–

Punk negó con la cabeza.

–Hacerlo sería armar un escándalo, y poner a Craig al tanto de todos nuestros planes, así que estoy actuando por mi cuenta– respondió firmemente.

Jack y Hugh asintieron, entendiendo.

–Se me está acabando el tiempo, Jack. Por eso decidí seguir mi instinto, y aliarme con ustedes. Ahora que sé que tienen la misma desesperación y agonía que yo, estoy segura de que podemos ayudarnos mutuamente y destruir juntos a ese Charlie Hunnam y al desgraciado de mi marido– En los ojos oscuros de April se veía aquel brillo nuevo de esperanza, la misma esperanza que comenzaba a tener Jack.

–Cuenta con ello– aseguró el peleador con una leve sonrisa.

–Charlie Hunnam es muy inteligente, debo adelantarles que no será fácil– dijo Punk cruzándose de brazos.

–Lo sé, pero lo lograremos– aseguró Jack. Ahora estaba más que convencido.

–Debemos encontrar la manera de demostrar la sociedad de esos dos– Hugh se quedó pensativo después de hablar.

–¿Cómo creen que le pague Hunnam a Craig?– cuestionó Punk. –Evidentemente no lo hace en persona, y mucho menos con transferencias bancarias–

Jack, Hugh y AJ siguieron pensando, después la morena habló.

–Yo diría que Daniel tiene una cuenta en algún lugar del extranjero. Las Islas Caimán, tal vez. Hemos ido ahí de vacaciones montones de veces–

–Probablemente tienes razón– le dijo Punk. –Pero para indagar en esos archivos hace falta implicar a los federales, toda clase de gestiones y trámites legales–

–No podemos meter a la policía en esto– bramó Jack. –Al menos no por ahora–

–Descuida, pienso igual que tú, aunque precisamente yo trabaje en ello–

–Debemos ser cuidadosos en extremo– opinó Hugh.

En aquel momento, April dio un respingo sobresaltada mientras miraba su reloj de pulsera.

–¡Cielo santo, es tardísimo!– exclamó asustada. –Se supone que he estado haciendo ejercicio como todos los días, si no llego a tiempo a casa, Daniel puede sospechar algo– comenzó a recoger su bolso y a tomó su celular y sus llaves con impaciencia. Antes de marcharse miró a Jack y a Hugh. –Debo marcharme...– argumentó haciendo hincapié de que debía seguir manteniendo las apariencias con su marido.

–Gracias por haber confiado en nosotros, AJ... quiero decir, April– le dijo Jack con sinceridad. –Te prometo que todo saldrá bien, y que la muerte de tu padre quedará vengada–

–Lo sé, y tú podrás salvar a tu esposa, y volver junto a ella y tu hijo–

Jack sonrió aunque era una sonrisa triste. Aquello era lo que más anhelaba.

April agitó su mano despidiéndose de todos, y de pronto miró fijamente a Punk como si entre las miradas de ellos dos se estuviera dando una despedida más íntima, más cercana. A los pocos segundos se marchó.

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Hugh había insistido muchísimo, y por eso Jack había accedido a quedarse a cenar en la residencia Butera.

–Estoy seguro de que hace mucho que no pruebas un poco de comida casera. Vamos, te hará bien. Además puedo pedirle a Sandra que te revise esas heridas. Siguen sin verse bien–

El joven soltó un suspiro. Miró por el espejo retrovisor de su camioneta sólo porque ya se le había hecho costumbre pero debía seguir siendo cauteloso y sobre todo muy precavido.

Tratándose de Charlie Hunnam no podía descuidarse ni un solo segundo.

Se estacionó, y al bajar apretó los dientes soportando su dolorido cuerpo.

Suspiró sintiéndose tranquilo de que no hubiese nada sospechoso. Aún así debía ser cauteloso. No deseaba que aquel ruso malnacido fuese a ensañársela con los Butera.

Hugh lo invitó a entrar a la casa pero antes de hacerlo Jack se dirigió al guardia que se ocupaba de la seguridad de la residencia.

–Quédate atento a cualquier movimiento que suceda aquí afuera, Berny. Cualquier cosa extraña que veas, por favor avísame– le dijo.

El empleado asintió.

Cuando entró a la casa Hugh lo condujo hasta la sala.

–Ponte cómodo. Gloria servirá la cena en unos minutos más. ¿Te ofrezco algo de tomar?–

La situación era completamente fuera de lo normal.

Jack jamás imaginó que alguna vez su suegro jugaría el papel del anfitrión de la casa con él pero como bien habían dicho, la vida daba demasiadas vueltas.

–Estoy bien, Hugh, gracias–

–¡Oh, cielo santo, Jack! ¡¿Qué te ha ocurrido?!– Sandra apareció y lo miró horrorizada. De inmediato se acercó a él y lo tomó del rostro como intentando analizar la gravidez de sus heridas.

–Señora Sandra... por favor no se preocupe– le dijo Jack intentando calmarla.

La angustia de su suegra fue en aumento cuando miró de cerca lo golpeado que estaba.

–¿Quién te hizo esto? Fue ese desgraciado que te tiene amenazado, ¡¿verdad?! ¡Fue él!–

Sandra estaba perfectamente enterada de la situación, de lo que Jack estaba haciendo por proteger a Ariana, del sacrificio tan grande que por amor llevaba a cabo...

–No, no fue él–

–Quizás no, pero indirectamente sí fue quien lo causó– secundó Hugh molesto.

Jack sonrió de medio lado.

–Les aseguro que en algunas de mis peleas anteriores he quedado mucho peor–

–Sí, pero al menos en esas peleas hay reglas y un equipo médico esperando atenderte por si algo se sale de control. Aquí no hay nada, Jack, nada salvo el peligro de morir. Ese maldito es un animal desalmado–

–Lo es– asintió el peleador en acuerdo. –Pero pronto lo destruiremos–

–Jack, estar metido ahí es muy peligroso. Ariana se moriría de dolor si algo terrible te sucediera–

–Lo hago por ella...–

–Pero si esos delincuentes te matan mi hija jamás se lo perdonaría. Yo... yo pienso que Ari debería estar al tanto de todo lo que está ocurriendo. No es justo que esté en Nueva York con el corazón destrozado mientras tú estás aquí arriesgando tu vida– Sandra estaba realmente muy angustiada.

Jack negó.

–No. Ariana no puede enterarse de esto. Si lo hace estoy seguro de que vendría de vuelta aquí, y eso sólo la pondría en más peligro. No me importa que esté odiándome como seguramente me odia en estos momentos, mientras ella y Aaron estén seguros...–

Sandra no pudo contener más sus lágrimas. Estás se desbordaron como dos ríos. Le dolía el corazón de imaginar lo felices que habían sido Jack y Ariana hacía muy poco tiempo, y lo mucho que se amaban, y lo diferentes que eran ahora las cosas. La vida era a veces muy injusta. Demasiado.

–Quisiera sonreír por tener enfrente a un hombre que ama tanto a mi hija que es capaz de entregar su propia vida por ella, pero no puedo hacerlo. Esto es demasiado triste... Y además tengo mucho miedo. Ese Charlie es un monstruo–

Hugh se acercó a ella y la abrazó para reconfortarla.

–Le juro que nada malo va a ocurrirle a Ari ni a Aaron. No voy a permitirlo– Jack estaba hablando malditamente en serio.

–Lo sé, y te lo agradezco en el alma, pero tampoco quiero que te ocurra nada a ti. Mi hija y mi nieto no lo soportarían–

–Por favor confíe en mí. Lo importante aquí son ellos dos y que Charlie no les ponga ni un dedo encima. Vamos a destruir a aquel sujeto– se miró entonces con Hugh.

Su suegro le asintió en complicidad. Estaban decididos a derribar a aquel narcotraficante. Se les había abierto un camino para hacerlo, y seguros como el infierno que iban a seguirlo hasta el final.

–Sandy tomará mañana un vuelo a Nueva York– informó Hugh. –No quiero que mi hija y mi nieto estén solos por más tiempo–

–Me parece bien. Así estaré un poco más tranquilo, solo... señora Sandra, se lo ruego no vaya a decirle nada a Ariana. Estoy protegiéndola y eso implica que ella no se entere de nada de esto–

Muy a su pesar, la desolada madre asintió.

–De acuerdo, Jack. Te prometo que no diré nada–

–Se lo agradezco–

–Yo sólo... voy a rezar día tras día para que esta pesadilla termine pronto–

–Por favor cuídelos muchísimo. Ellos son mi vida entera–

–Claro que sí, Jack. Y ya verás que muy pronto podrás estar con ellos–

–Eso espero... De verdad es lo que más anhelo–

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–Ya está todo listo– Michael se puso en pie después de haber estado cerca de media hora, recostado sobre el suelo de la cocina de Ariana, tratando de reparar la tubería que se había averiado.

La castaña no pudo evitar reírse al verlo con la camisa mojada y muy sucia. Jamás imaginó ver al prestigioso doctor Bakari en aquel estado.

–¿Qué es tan gracioso?– cuestionó él sintiéndose feliz de verla con aquella sonrisa en el rostro que la embellecía aún más.

–Lo lamento, es sólo que luces como un auténtico plomero– contestó Ariana al momento que le entregaba una toalla para que se secara.

Michael bajó la vista hacia su torso, y pudo notar su aspecto. Inevitablemente se echó a reír también.

–Adelante, búrlate lo que quieras– exclamó fingiendo indignación. –Eso es lo que me saco por tratar de ayudar a una linda damisela en aprietos–

Ariana no pudo evitarlo y rió aún más.

Él meneó la cabeza y volvió a reír mientras se secaba con la toalla. De pronto se encontró deseando que fuese ella quien lo secara.

–Deberías sacarme una fotografía con mi teléfono para mostrársela a mis compañeros de trabajo. Jamás creerían que me ensucié las manos con herramientas y tuberías–

Ariana se dio cuenta de que nunca se había interesado en Michael tanto como para indagar más en su profesión y en algunos otros aspectos de su vida, a pesar de que habían pasado ya unas cuantas semanas y se habían convertido en buenos amigos.

–¿Cómo es tu trabajo en el hospital?– preguntó Ariana mostrándose de pronto muy curiosa.

–Oh, no quieres saberlo–

–Claro que sí. Vamos cuéntame–

A Michael le agradó muchísimo el interés que ella mostraba. En realidad le encantaba la atención que le daba.

–Pues... es... aburrido. Ni siquiera me encargo de salvar vidas, y toda esa adrenalina, ¿entiendes? Más bien evalúo los cerebros de las personas, dictamino si encuentro algún tumor maligno, y después otro se encarga de hacer una operación y sacarlo... Nada interesante como podrás ver–

–No minimices tu labor– bramó Ariana al mismo tiempo que le ofrecía una vaso de té helado. –Si no fuera por tu trabajo, los otros doctores no sabrían lo que tendrían que hacer–

Michael le dio un sorbo largo a la bebida.

–Sí, supongo que tienes razón– se encogió de hombros.

–Mientras tanto puedes llegar el lunes al trabajo, y contarles la alucinante historia de que reparaste la tubería de una damisela en aprietos. Serás la envidia de todos en cuanto se enteren de que además de conocer todas las funcionalidades del cerebro humano, sabes de plomería– bromeó con dulzura.

El médico la miró por unos segundos. No podía hacer nada por disimular la felicidad que le daba el estar ahí con ella. Su sonrisa era gigantesca.

–Nada de eso, nada de presumir tuberías reparadas. Mis colegas se morirán de envidia en cuanto se enteren de que tengo a la vecina más guapa y encantadora del planeta tierra–

Los dos se quedaron en silencio entonces y se miraron fijamente.

Ariana no lo entendió del todo pero sintió la atmosfera cambiar.

Desvió la mirada y por alguna razón comenzó a sentirse nerviosa.

Aquel tipo de intimidad de pronto se estaba convirtiendo en algo extraño.

–Disculpa, yo...– ella dejó sobre la barra la jara de té que había estado sosteniendo e intentó alejarse un poco. –Iré a darle un vistazo a Aaron– trató de salir de la cocina, pero entonces la oscura y masculina mano la detuvo. El toque fue delicado.

Sus miradas se quedaron quietas, fijas la una en la otra de nueva cuenta.

Michael necesitaba sacarse ya ese montón de dudas que le impedían dormir por las noches.

–¿Dónde está el papá de Aaron?– preguntó finalmente.

La castaña permaneció inmóvil por los siguientes instantes. La pregunta la había tomado por sorpresa. Realmente no había esperado que Michael fuese a cuestionarla sobre aquel delicado tema. Tampoco se sentía preparada para responder pero era consciente de que de uno u otro modo debía hacerlo. Quizá el decirlo fuese a ayudarla a aceptar la cruda realidad.

–En Boca Ratón–

Michael la soltó pero no dejó de observarla ni un solo segundo. Pudo notar sus parpados pesados, los ojos a punto de estallar en lágrimas, los labios temblándole, la piel pálida. Supo que ahí las cosas no estaba bien. Supo también que aquel era terreno peligroso, y doloroso para ella. Pero él tenía que saberlo. Caray, la incertidumbre de verla a diario, de sentir que se enamoraba cada día un poco más, y de pensar que la hermosa mujer ya tenía dueño, lo torturaba sigilosamente.

–¿Por qué no está aquí contigo? ¿Qué sucedió entre ustedes? Sé que estoy siendo muy entrometido pero contéstame por favor. Sabes que puedes confiar en mí–

Ariana cerró con fuerza los ojos, y evitó llorar a toda costa. Volteó la mirada hacia la sala, donde su hijo se encontraba jugando con sus figuras armables mientras veía una película animada en el televisor, sin prestarles atención o escucharlos.

–Él está haciendo su vida, y yo la mía– contestó llena de frialdad y dolor. Muchísimo dolor.

–¿Eso qué quiere decir?– Michael empezaba a entenderlo pero quería escuchárselo a ella decir.

–Quiere decir que nos hemos separado, que lo nuestro nunca funcionó, y que jamás podré regresar a su lado–

–Te hizo daño– aseguró la voz profunda del médico. Michael continuó mirándola y deseó poder tener el poder de borrar todo ese dolor que veía en sus exquisitos ojos marrones que brillaban con luz propia.

–Basta con decir que fue el primer y único hombre del que me he enamorado. Lo amé con todo mi ser, pero él nunca me amó a mí–

De nuevo Michael se quedó en silencio contemplándola, incapaz de asimilar el hecho de que el único sujeto que había gozado alguna vez de la fortuna de tener a aquella adorable y sensual criatura femenina entre sus brazos, la dejara ir, y no se hubiese comportado a la altura para merecerla. ¡Cielo Santo! Si él hubiese estado en su lugar, le habría besado los pies, le habría bajado las estrellas, la luna, el sol... Lo que fuera con tal de que nunca se alejara de su lado. Aquel tipo debía ser un auténtico cretino. Debía estar realmente loco.

–¿Por qué no luchó por ti?–

Al hacer aquella pregunta, Michael se arrepintió pues vio de pronto la expresión agónica en el encantador rostro de la castaña. Estaba hiriéndola con su cuestionamiento y eso lo hizo sentir mucho pesar. Se sintió lleno de impotencia.

Si tan solo pudiese hacer algo...

–Porque no me amaba. Fue así de simple. Me dijo adiós, y... para él fue solo un juego–

–¿Tú...tú lo sigues amando?– sabía que la respuesta sería afirmativa, lo veía en su mirada y en su expresión desolad, pero deseaba aferrarse a una posibilidad por pequeña que esta fuera.

–Lo que yo sienta no importa. Ese hombre está fuera de mi vida, y se acabó– Ariana trató de limpiar sus lágrimas y enseguida intentó tranquilizarse haciendo que el color volviera a su piel.

–¿Pero y Aaron? ¿Qué pasa con él? ¿No le importa?–

–Al parecer no, porque ni siquiera ha llamado para preguntar por él–

–¿O sea que sabe dónde encontrarte?–

Ella asintió.

–No vine huyendo. Él sabe dónde estoy, sabe cómo puede localizarme, pero al parecer debe estar muy ocupado con otras... cosas–

–Ariana...–

–Por favor, Michael. Dejemos este tema de lado. Recordar me pone mal, y realmente no vale la pena–

El médico le asintió pero se dijo a sí mismo que a partir de aquel día lucharía para tener una oportunidad. Lucharía para borrar aquella expresión de tristeza y reemplazarla por alegría.

Si ella lo permitía, desde luego.

¡Caramba! ¡Y ojalá se lo permitiera!

Estaba frente a una mujer hermosa, talentosa, amorosa, valiente y entregada. En definitiva valía la pena. Lo valía por completo.

Se acercó a ella para tomarla de las manos. Quería que ella supiera que no estaba sola y que lo tenía a él.

Ninguno de los dos habló y sólo se miraron pero el momento fue interrumpido entonces por el timbre de la puerta.

Ariana se apresuró a abrir.

Se llevó una enorme y grata sorpresa cuando encontró a su madre de pie en el arco.

–¡Mamá!– exclamó contenta y sin perder tiempo la abrazó con fuerza.

–Mi cielo, te extrañé mucho, mucho, mucho– contestó Sandra igual de contenta.

–Aaron y yo te extrañamos todavía más. ¡Aaron ven aquí!–

Entonces el pequeño apareció. Abrió sus ojitos de par en par cuando se dio cuenta de la presencia de su abuela materna ahí.

–¡Abuelita, Sanda!– inmediatamente corrió a sus brazos para que lo cargara.

–Ay, por todos los cielos, qué pesado estás. Has crecido mucho en estas semanas, mi amor–

–¡Sí, sí! ¡Soy niño gande, abue! ¡Y un día voy a sed tan gande como papi! ¡Y muy fuedte!– flexionó los bracitos de manera graciosa para enseñarle a su abuela el lugar en dónde estarían sus músculos en un futuro.

Pero Sandra y Ariana no lo miraron a él, sino que se miraron entre ellas.

La mención de Jack hizo que ambas mujeres se miraran a la cara.

–Claro que sí, precioso– Sandra no pudo hacer más que sonreírle al pequeño y abrazarlo de nueva cuenta. Después lo dejó en el suelo para poder abrazar a su hija.

–Mamá, ¿por qué no me dijiste que vendrías? Habría ido por ti al aeropuerto–

–Porque quería que fuera sorpresa– contestó sonriéndole.

–Pues sí que me sorprendiste. Estoy feliz de tenerte aquí–

–Eso espero porque... He venido para quedarme una buena temporada–

–¿Lo dices en serio?– Ariana se emocionó muchísimo.

–Claro que sí. Estuve hablándolo con Hugh y ambos lo decidimos. No queremos que estén Aaron y tú solitos en esta gran ciudad. Yo te haré compañía y te ayudaré en todo–

La noticia fue grandiosa para la castaña. Tener a su madre ahí sería de gran apoyo. Contenta, volvió a abrazarla.

Sandra también estaba muy feliz y lo demostraba, pero se sorprendió cuando notó la presencia de un extraño.

Michael hizo un asentimiento de cabeza y alzó la mano para saludar.

El ceño fruncido en la mujer no se hizo esperar.

–Eh... ¿Ari? ¿Quién es él?– preguntó muy confundida.

Ariana que por unos segundos se había olvidado de Michael se sintió un poco apenada.

–Oh, cielo santo. Claro. Es... es Michael, mi vecino y muy buen amigo. Michael, ella es mi mamá–

–Sandra Butera– se presentó ella con cortesía pero no pudo evitar mostrarse seria con él. En definitiva no había esperado encontrar a un hombre en el departamento de su hija.

–Es un placer conocerla, señora. Soy vecino de Ariana, y... estoy a sus órdenes–

–Michael ha sido muy bueno con nosotros desde que llegamos– la castaña le sonrió al doctor, y este respondió a su sonrisa. La miró y soltó el aliento.

–Ya veo– asintió Sandra que lo había estado observando. –Se lo agradezco–

–No, por favor no agradezca nada. Y... bienvenida. Creo que yo debo marcharme, las dejo– sin más, realizó un gesto de caballerosidad y enseguida se marchó.

Sandra regresó la vista hacia su hija.

–¿Qué hacía ese sujeto aquí?– cuestionó.

–Aaron, ¿por qué no vas y pones la película de Superhéroes que tanto te gusta?– le sugirió a su hijo quien asintió emocionado.

–¿Abu Sanda la vedá conmigo?–

–Sí, mi amor, abu irá a hacerte compañía en un momento–

El pequeño corrió hasta el televisor y las dejó hablar a solas.

–Se llama Michael, mamá– le recordó Ariana respondiendo a la pregunta que había hecho momentos antes.

–Bien. ¿Qué hacía Michael aquí?–

A la joven le parecieron extraños los cuestionamientos de su madre.

–Le pedí que me ayudara con un desperfecto de mi tubería–

–¿Acaso es plomero?–

–No, no es plomero. Es doctor, pero se ofreció a ayudarme. Ya te lo dije, es un tipo muy amable–

–Ya–

Era evidente que a Sandra no le había gustado encontrarlo ahí.

–¿Por qué siento que Michael no te agradó?– le preguntó.

Su madre negó de inmediato.

–Bueno, apenas lo conocí, no puedo decir si ahora me agradó o no–

–No me refiero a eso, mamá–

Sandra exhaló.

–Sólo digo que no deberías haberlo dejado entrar–

–¿Por qué no?–

–Porque me pareció que tú le gustas, y te recuerdo, Ari, eres una mujer casada–

Quizá aquello fue lo peor que Sandra hubiese podido decir dadas las circunstancias.

Ariana no pudo creérselo. La miró con reproche y entonces la condujo hasta la cocina pues no deseaba que Aaron las escuchara.

–¿Cómo puedes decir eso, mamá?–

Sandra debió recordarse todo lo que había sucedido entre ella y Jack. Tragó saliva y se tensó. Le dolió el alma cuando vio a su hija romper en lágrimas.

–Michael solamente es un amigo, y además... tú sabes lo que significa mi matrimonio ahora. Sabes que está destruido y nada lo reparará–

–Ari...–

–No. Déjame terminar. Yo no le debo fidelidad a Jack, no le debo nada– la voz se le quebró porque dolía tener que decirlo. –Él me dejó, así sin más. Prefirió irse con su amante, así que... por lo que a mí respecta no soy una mujer casada–

Sandra exhaló. No pudo decir nada más porque lo había prometido.

–Entiendo, Ari, te juro que te entiendo, mi cielo. Ojalá pudiera hacer algo para evitarte este dolor...–

–Nadie puede hacer nada, mamá... Sólo me queda soportarlo– sollozó las castaña. Luego se enderezó para mirarla. –Por favor, no vuelvas a mencionarlo porque me muero de dolor cada ves que... que lo recuerdo–

A Sandra sólo le quedó acercarse abrazarla mientras ella lloraba desconsolada por la supuesta traición del hombre al que tanto amaba.

–Tranquila, cariño. Todo va a estar bien, ya verás que todo saldrá bien– le dijo y tenía muchas esperanzas en que así fuera.

Comprendía el sufrimiento de su hija y le dolía muchísimo.

Sólo podía pensar en qué tan distintas serían las cosas si Ariana supiera que Jack la amaba con todas sus fuerzas y que el sacrificio tan grande que estaba haciendo era por ella y sólo por ella.

–No sé si algún día estaré bien–

–Claro que sí. Ya lo verás– Sandra confiaba muchísimo en Jack y sólo por eso se atrevió a decirle a su hija las palabras que llevaba en el corazón. –Un día de estos volverás a sentirte feliz y muy amada. Estoy segura de eso–

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Ariana llegó al teatro sintiéndose muy aliviada de estar ahí con quince minutos de anticipación.

La llegada de su madre había sido de gran ayuda. Tener un par de manos extra que la ayudaran era estupendo para ella.

Soltó un suspiro y se sintió preparada para comenzar con su día.

Se dirigió entonces a camerinos y a medio camino se encontró con Maree.

–Buenos días, Ariana– la saludó la bondadosa mujer que recién llegaba también. Sacó las llaves de la puerta que conducía al taller de costura y se ocupó de abrir.

–Buenos días, Maree. Te ves muy bien hoy. Te hiciste algo en el cabello, ¿cierto?–

La mujer mayor tocó su corta cabellera y la alisó.

–Gracias por notarlo. Usé un tinte diferente estás vez–

–Pues luces fantástica–

–Gracias, linda, eres un encanto... Por cierto, traje un rompecabezas para cuando Aaron salga de sus clases–

–Oh, de hecho, Maree, Aaron no vendrá hoy. Mi madre ha venido desde Boca para quedarse una temporada con nosotros. Ella me ayudará a recogerlo de la escuela y después lo llevará a nuestro departamento–

–Entiendo, y me da mucho gusto que tu mami haya venido de visita. Será de mucha ayuda para ti y así podrás tener un buen respiro y aprovechar tu hora de comida para descansar en lugar de ir corriendo por el pequeño–

Ariana asintió porque era verdad.

–Desde luego que sí–

–Por favor salúdame a Aaron, y dile que voy a extrañarlo. Es un niño muy dulce–

–Lo saludaré de tu parte, y te prometo que cualquier día de estos lo traeré para que te dé un gran abrazo–

–Ah, eso será maravilloso–

Ambas mujeres se despidieron y se desearon suerte en sus labores del día.

Ariana se dirigió a camerinos y ahí se dedicó a prepararse.

Rami sonrió al verla y no dudó ni un instante en acercarse a saludarla.

–No cabe duda que iluminas el día de las personas a tu alrededor– le dijo con una gran sonrisa amistosa.

–Hola, Rami. Diría que eres un exagerado, pero quizás tengas razón. Ilumino el día de todos– evidentemente bromeaba.

El director sonrió encantado.

–Al menos aquí en Broadway sí. Estoy ansioso porque Ethan te nombre ya como nuestra protagonista–

–También yo, pero no puedo evitar sentirme muy insegura con respecto a eso–

–Vamos, esta no es la Ariana que conozco. El papel será tuyo. Tienes el talento suficiente para lograrlo, y además de eso... Tienes algo especial en ti. Muy especial–

–¿De verdad lo crees?–

–¡Pero claro!– le respondió. –Escucha, dulzura, yo sé que practicas desde pequeña, pero mi ojo y oído de artista notan en ti algo distinto. Tú tienes algo que se obtiene ni con todos los años de experiencia, tienes eso con lo que nacen las más grandes estrellas–

–Rami, ahora sí creo que estás exagerando un poco– contestó la castaña entre suaves risas.

Pero el director negó.

–Nada de exagerar. Puedo verte y... sólo eso me basta para imaginar el futuro brillante que te espera en esta carrera–

Ariana se sintió entonces muy emocionada. No sólo Rami se lo había dicho. También Christine Baranski y Phil Lewis. Y ella misma lo sabía también... Estaba destinada a triunfar en Broadway.

Pero a pesar de todo ahí había algo que la hacía dudar, no de su capacidad ni talento, sino de el destino y lo que le depararía.

–Aún así no estoy tan confiada–

–Y haces bien en no hacerlo. Ningún actor o actriz, por mejor que sea, debe sentirse así porque el día que lo hagan se convertirán en unos conformistas–

–Exactamente. Además... con Ethan Hawke no puedo precisamente sentirme en confianza. A veces creo que le caigo tan mal que terminará dándole el papel a Victoria sólo por eso–

Rami frunció el ceño y negó numerosas veces.

–No digas bobadas. Yo sé que Ethan es... muy difícil de tratar y su carácter... ¡Cielo santo! Pero no lo tomes personal. Él es muy inteligente y quiere lo mejor para este musical. Sé que no se equivocará al elegir a la más talentosa– le guiñó un ojo en complicidad.

Los dos tomaron entonces camino hasta el escenario mientras seguían charlando y bromeando.

Victoria apareció también lista para empezar su día. Rodó los ojos al verlos y no se preocupó en saludar. Poco le importaba parecer grosera.

Pocos minutos después, Ethan hizo su llegada llamando así la atención de los presentes.

Dejó en la mesilla junto a las butacas, unas cuantas carpetas que llevaba en sus manos, y miró a sus dos opciones.

–Acérquense– les dijo.

A Rami le pareció extraño. De inmediato fue junto a él.

–¿Qué sucede, Ethan?–

No obtuvo respuesta inmediata.

El productor se tomó su tiempo y esperó a que tanto Ariana como Victoria estuviesen cerca y atentas.

–Había tomado la decisión de anunciar hoy mismo quién de ustedes será mi protagonista– empezó hablando.

Aquello hizo que los tres se sorprendieran y lo miraran expectantes.

–¿De verdad?– cuestionó el director que ya estaba ansioso por empezar a trabajar de lleno con Ariana.

–Sí, pero estuve pensándolo bien, y todavía no puedo tomar una decisión–

–¿Qué?– Rami lo miró sin comprender.

Victoria exhaló con fastidio.

Ariana frunció el ceño.

Ninguno de los tres entendía de que iba todo aquello. Los ensayos se habían retrasado ya bastante y la obra debía ponerse en marcha cuanto antes.

–Sé que no comprenden mis razones, pero quiero que sepan que este musical es mi vida y estoy poniéndole todo mi empeño para que el día del estreno sea un éxito como tantos otros que he tenido. Es por eso que no puedo decidir todavía. Necesito seguir evaluándolas porque de una de ustedes dependerá ese éxito del que les estoy hablando, ¿entienden? Entonces así es cómo funcionarán las cosas a partir de hoy. Los ensayos darán inicio ya mismo, y estaremos ensayando con las dos a partes iguales. Trabajarán ya con el resto del reparto, y lo harán como si yo ya las hubiese elegido. Cuando yo observe quién de las dos encaja mejor y alcanza mis expectativas, entonces sí decidiré quién será la elegida, y quien pasará a convertirse en... suplente–

Ariana exhaló. De todas las posibilidades, no había esperado que Ethan fuese a tomar aquella decisión tan extraña.

Algo en el fondo no le agradó.

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Sorpresa! Sorpresa

Les traigo minimaratón.

Espero que lo disfruten aunque sé que sufren por la separación de estos dos.

Comenten pls y pasen a leer el segundo cap

1/2

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