Capítulo 22
La carta de mi madre, desestabilizó mi mundo de nuevo. De pronto me encontré con dinero suficiente como para poder irme a vivir a un piso compartido y para colmo, sus palabras hicieron que la comprendiera un poco mejor, aunque por supuesto, no tanto como para aceptar la decisión que tomó. Ella no fue capaz de entender que la habría cuidado todos los días de mi vida sin dudar, sin pensar que estaba perdiendo la oportunidad de hacer otras cosas.
Por primera vez, me sentí con la necesidad de hablar de ello con mi padre. Le conté cómo mi madre había planteado todo y sorprendentemente se había cumplido cada una de sus palabras. Inclusive la buena relación entre nosotros.
Después de una larga conversación, decidí pasar el resto del curso en casa y ya, de cara a segundo, me plantearía la posibilidad de mudarme. Creo que se sintió aliviado al ver que mi intención no era salir corriendo de su casa y de su vida y esa fue la primera señal de que mi madre había tramado el plan perfecto.
Es 14 de febrero, una fecha que siempre he aborrecido. No porque sienta envidia de las parejas que se regalan flores y bombones y se dicen veinte mil veces en un día lo mucho que se quieren mientras se hacen arrumacos. Odio este día porque no quieres más ni mejor a otra persona, por volcar todo en un solo día y de forma tan ostentosa. Puede que muchas de esas personas después, echen de menos una simple mirada de su pareja, una pregunta a tiempo o un abrazo en el momento adecuado.
Oigo sonar el timbre de la puerta y grito desde mi habitación:
—¿Puedes abrir?
Los pasos de mi padre suenan por el salón y me parece oír dos voces entremezcladas pero no entiendo lo que hablan. Antes de que me haya atado los vaqueros, Oli asoma por la puerta.
—Me encanta tu padre —dice. Ni hola ni nada.
—¿Que te encanta?
Ella sonríe mientras entra en la habitación y cierra la puerta.
—Sí, una vez que ha dejado de mirarme como a un bicho raro es de lo más simpático.
No puedo evitar reírme, como la mayoría de las veces con sus ocurrencias.
—No está tan mal vivir con él, después de todo. ¿Y bien? Recuérdame cuál es el plan para hoy.
Me doy la vuelta y la veo revolviendo en mi armario. Coge una blusa roja escotada y me la tira.
—Para empezar, ponte esta.
—Roja, en San Valentín... es coña, ¿no?
Arquea las cejas y niega con rotundidad.
—No me vengas con esas ahora. Además vamos a una fiesta.
La miro sin entender absolutamente nada. Ayer no dijo nada de fiestas.
—No pienso celebrar este día, por si no lo sabes, ¡no tengo pareja!
—Bueno, eso ha sido elección tuya —responde lanzándome una mirada asesina—. Sabes que alguno estaría más que dispuesto.
Sé que no lo hace por fastidiar, sino porque Ezra le cae genial, sin embargo con sus pullas no va a conseguir que cambie de opinión.
—No sé para que pierdes el tiempo con esos comentarios. —Me pongo la camisa y miro la imagen que me devuelve el espejo, odio darle la razón a Oli, pero realmente me veo más favorecida así que con la sosa camiseta que había elegido yo.
—Para tu tranquilidad te diré que no vamos a una fiesta de San Valentín. Vamos a justo lo contrario.
—No te entiendo.
Oli suelta una carcajada.
—Es para gente sin pareja. O para parejas que no les gusta esta fecha. Vamos, que va a estar a tope.
Espero que "a tope" no signifique coincidir con Ezra. No le he visto desde el aniversario de mi madre y prefiero que siga siendo así. Sin embargo, un cosquilleo en el estómago me avisa de que las posibilidades de encontrarnos en la fiesta son bastante altas. Al fin y al cabo nos movemos con la misma gente. Lo fácil para no verle sería quedarme en casa, pero ahora que vuelvo a tener amigos, no pienso desperdiciar la oportunidad de disfrutar un poco. Además si quiero ser consecuente con mi decisión, no puedo comportarme como una cobarde.
Termino de guardar mis cosas en el bolso y salgo con Oli dispuesta a lo que me depare la noche. Más o menos.
Dos horas después, llevo tres cubatas y cuatro proposiciones indecentes lo que me hace pensar que he venido a una fiesta de contactos, en vez de a una de "gente feliz sin pareja".
A.J. me rodea los hombros con el brazo y me grita al oído.
—Igual prefieres que me haga pasar por tu novio para que así te dejen en paz.
Era lo que me faltaba por oír esta noche.
—Me puedo apañar yo solita, A.J.
—Sé que no necesitas ayuda pero tenía que intentarlo —dice mientras me suelta, resignado.
No puedo evitar sonreír pues me parece adorable su perseverancia aún sabiendo que sus posibilidades son prácticamente nulas.
Mi sonrisa se borra al ver aparecer a Ezra y para variar llega acompañado de Enma. Sé que son amigos, sé que ella me contó que fue una buena idea que dejaran de salir, sin embargo, algo me dice que sigue enamorada de él y lo único que está haciendo es esperar su oportunidad. ¿Serán los celos los que hablan por mí o realmente la tengo calada? Se acercan a nuestro grupo pero en cuanto Ezra me ve, le susurra algo a ella al oído y se va a pedir a la barra. El vuelco que me ha dado el corazón se convierte en una punzada de dolor al ver la huida en toda regla que se acaba de marcar. Vale que nos resulta difícil compartir el mismo espacio, pero verle escapar así me sienta fatal. Quizás es que no estoy acostumbrada a sentirme ignorada por él...
Para colmo Enma nos saluda con unos rápidos besos y no tarda en correr a su lado. Doy un trago a mi bebida mientras veo cómo ella hace alarde de toda la sensualidad que posee frente a él. Se pasa los dedos por el pelo, sonríe con coquetería, se acerca a hablarle al oído... ¡Y ahora ambos estallan en risas!
—Tú te lo has buscado, bonita. —Me salta Oli mientras me da un golpe de cadera. Me tambaleo un poco y la miro furiosa—. Oye, no me mires así, no estás con Ezra porque no quieres. No me cansaré de decírtelo hasta que recapacites, ¡cabezota!
Decido intentar centrar mi atención en otra cosa, así que me acerco a Mikel y Meli dispuesta a un poco de conversación. Están hablando de cine independiente y no me cuesta unirme a la animada charla. Para cuando quiero darme cuenta estoy dando buena cuenta de otro cubata y creo que debería pasarme a la cerveza o quizás sea mejor tomar solo agua. Busco con la mirada por el local de forma distraída y no tardo en encontrar a Ezra en la pista bailando con Enma. Aunque él parece esforzarse por mantener cierta distancia, ella no hace más que intentar que esta desaparezca. Me está dando pena la pobre chica pero por otra parte, sufro ante la posibilidad de que Ezra ceda a sus encantos. ¿Sería capaz de soportar verle besando a otra? Me siento fatal pues sé que no tengo ningún derecho a sentirme así, sin embargo, no puedo evitar sentir mi débil corazón machacado. "Tiempo y distancia. Tiempo y distancia", me repito una y otra vez.
Comienzo a notar cierto mareo, por lo que decido dejar mi copa y acercarme a la barra a buscar un refresco o agua o algo. Agito la mano intentando hacer que el camarero repare en mí pero al parecer está demasiado ocupado atendiendo a gente al otro lado.
—¿No hay suerte? —escucho a mis espaldas.
La voz me suena familiar y cuando giro, encuentro los ojos color caramelo de Raúl a poca distancia de los míos.
—¡Hola! —saludo sorprendida.
Sin darme tiempo a reaccionar me da dos calurosos besos y tanta soltura por su parte me hace pensar que ya lleva unas cuantas copas encima. Como yo.
—¡Qué sorpresa encontrarte aquí!
—Lo mismo digo. ¿Celebrando la soltería?
Me señala con el dedo a dos chicas que hay en una mesa cercana.
—Algo así. Todo es culpa de ellas que me han arrastrado a esta fiesta. Son mis compañeras de prácticas. La rubia que parece modelo es Marisa y la morena de gafas, Lara. Las gafas son de mentira —me explica—, pero dice que le dan pinta de intelectual y que así se liga mucho. Yo de eso no entiendo mucho, así que no sé si tiene razón o no.
Realmente Raúl con dos copas de más, me resulta de lo más divertido. Es adorable con esa verborrea incontenible.
—¿De qué no entiendes? ¿De ligar? ¿De gafas de mentira? ¿De ser intelectual? —Me pueden las ganas de ponerle en apuros y ver cómo sale de esta.
Abre la boca para decir algo, sin embargo se lo piensa y la vuelve a cerrar. Cuando por fin habla todo lo que es capaz de decir es:
—¿La verdad? No entiendo de nada y menos con la cantidad de alcohol que hay ahora mismo corriendo por mis venas. No soy de salir por ahí a ligar, hoy hubiera sido un día estupendo para quedarme en casa viendo una película y ya está. Claro que entonces no te hubiera encontrado y solo por eso ya ha merecido la pena dejar que esas dos arpías me emborrachen.
No puedo evitar reírme y algo me dice que cuando se despierte mañana, se avergonzará un poquito de esta noche.
—Entonces pásate al agua como yo. No pienso beber más por hoy.
—Es una buena idea —dice mientras observa mi rostro, sonriendo. Al momento se da cuenta de que me está mirando fijamente, así que se gira y hace señas al camarero, que le atiende de inmediato. Quiero pensar que su altura le hace más visible y no que el tipo de la barra pasa de mí, el caso es que un minuto después puedo dar buena cuenta de mi botellín de agua.
Miro hacia sus compañeras y justo en ese momento, un par de tíos se acercan a charlar con ellas.
—¿Cómo les va la noche? —le pregunto haciendo un gesto con la barbilla hacia la mesa donde se encuentran—. Porque yo ya me he tenido que librar de algún pesado.
—¿Soy yo otro de esos pesados?
Le miro sin entender cómo ha llegado a esa conclusión.
—Para nada. Si así fuera, te hubiera despachado hace rato.
—Está bien saberlo... —Las mira y me explica—. Han jurado y perjurado que hoy no iban a ligar con nadie, pero no estoy muy convencido de que vaya a ser así.
—¿Y tú? —la pregunta sale de mi boca antes de que me dé cuenta de lo que estoy haciendo. ¿Qué me pasa? Casi podría asegurar, que estoy tonteando con él, cuando sé de sobra que si tener algo con Ezra no fue una buena idea, intentarlo con Raúl, es una idea garrafal.
—Yo...
—¡Aquí estás! Te había perdido —Oli se coge de mi brazo y mira a Raúl—. ¿Y este quién es?
Le lanzo una mirada asesina, pues me ha dejado sin saber la respuesta a mi pregunta, sin embargo ella no parece captarla.
—Es Raúl, trabaja para mi padre.
—¿De verdad? Eres demasiado guapo para ser abogado...
Veo su incomodidad y me da la sensación que le cuesta aceptar los cumplidos tanto como a mí.
—¿Gracias? —responde apurado.
—Ella es Oli, mi amiga y compañera de la academia. No le hagas mucho caso, le gusta intimidar a los tíos. Bueno, en realidad no solo a ellos...
—¡Hay que ver qué bien me conoces! —dice mirándome a mí, luego se centra en Raúl y salta—. Bueno, despídete de ella que me la tengo que llevar.
No entiendo nada de lo que está pasando, sin embargo él se lo toma al pie de la letra.
—Bueno, una pena que no podamos seguir charlando. Iré a ver si consigo sacar a esas dos de aquí ya. Creo que por esta noche he tenido suficiente.
—Gracias por la charla. Y por el agua.
Se acerca a darme un beso en la mejilla y oigo a Oli carraspear a mi lado. ¿De verdad? No me puedo creer que me esté boicoteando de esta manera. Solo por eso, soy yo la que acorta las distancias entre él y yo.
—De todas formas... tenemos un café pendiente —suelta de golpe.
Y no sé si por lo agradable que ha sido hoy, o por fastidiar a Oli o porque realmente me apetece, ni me lo pienso.
—Sí, claro. ¿Por que no me mandas un mensaje esta próxima semana y quedamos?
Una enorme sonrisa se dibuja en su rostro.
—¡Por supuesto! Ten por seguro que lo haré.
Le hago un gesto con la mano de despedida mientras se aleja y al llegar donde sus compañeras me dedica una última sonrisa. Lo siguiente que hago es girarme hacia Oli y fulminarla con la mirada.
—¿Y a ti que te pasa? —pregunto enfurecida.
—¿A mí? Nada. Es a ti a la que le pasa algo. Le estabas haciendo "ojitos" al tío ese. ¿Esa es tu forma de olvidar a Ezra?
Sé que es mi amiga y quiere lo mejor para mí, pero esto es el colmo.
—Que te encante Ezra no es motivo para que yo no pueda relacionarme con nadie más. Lo que tenía con él se acabó. No vamos a volver a estar juntos simplemente porque no es bueno que estemos juntos. ¡Tú no lo entiendes! No quiero hacerle daño y ya se lo estaba haciendo. Las cosas solo podían ir a peor.
Oli se cruza de brazos ofendida.
—Sabes que nunca vas a encontrar a nadie igual de bueno que él, ¿no?
—Es que no busco a nadie. ¿No eres tú la que siempre defiendes la libertad en las relaciones? No puede ser que tú cambies de pareja cada dos por tres y no entiendas que yo no busco nada más que eso. Alguien con quien pasarlo bien sin ningún tipo de ataduras, sin que nos lleve a ninguna parte. Y con Ezra todo se estaba volviendo demasiado... "intenso". Tú sabes mejor que nadie el punto en el que estábamos y sabes que no debería haber llegado hasta ahí con él.
El nudo en la garganta hace que me falle la voz. Pasan los días y da igual. En el momento en que hablo de Ezra, todo vuelve a la superficie. No consigo enterrar mis sentimientos por mucho que lo intente y eso me está volviendo loca.
Oli lo nota y me da un fuerte abrazo.
—¡Lo siento! No quería fastidiarte así, pero es que sabes que me duele muchísimo verte pasarlo mal. Cuando estabas con él se te veía tan feliz... ¡a los dos! Es que... me gusta pensar que en algún momento encontrarás la forma de poder estar con él y por eso no quiero que pierdas el tiempo con otros. ¡Aunque sean tan adorables como ese chico!
Me separo de ella y le doy un suave golpe en el hombro.
—Anda que ya te vale... mira que carraspear cuando me iba a dar el beso en la mejilla...
Ambas soltamos una carcajada.
—Lo mejor ha sido su cara. Pobre. Me ha dado un poco de pena la verdad... aunque yo estaría dispuesta a animarle, si hace falta.
—Pero serás... anda vamos con el resto antes de que digas alguna barbaridad más. Y dígame usted, ¿cuándo quede para tomar café con él querrá acompañarme a modo de carabina? —le pregunto con sarcasmo.
—No seas puñetera no vaya a ser que me lo tome en serio y me plante en vuestra "cita".
Volvemos con el resto y me fijo que Raúl y sus compañeras ya no están en la mesa. Quizás haya conseguido convencerlas de volver a casa, después de todo. Enma está con el grupo y por suerte para mí no hay ni rastro de Ezra. De verdad que lo único que me faltaría hoy sería tener que hablar con él.
Aviso a Oli de que me voy al baño, tanta bebida está haciendo estragos en mi vejiga y después de unos interminables diez minutos en la cola, consigo hacer uso de él. Cuando tomo el camino de vuelta, esquivando a gente a uno y otro lado, me encuentro de frente con la única persona a la que no quería saludar y sin escapatoria posible. Estamos literalmente atrapados, por lo que no nos queda más remedio que saludar.
—Hola —consigo decir con un hilo de voz.
—Hola, ¿qué tal todo? —pregunta dando un paso hacia mí. Casi preferiría que no se hubiera acercado. Tenerle a unos pocos centímetros no ayuda.
—Bien, todo bien —respondo sin mucho convencimiento mientras meto las manos en los bolsillos de los vaqueros para intentar parecer menos nerviosa.
Justo en ese momento un grupo de gente nos obliga a desplazarnos hacia un lateral del pasillo quedando arrinconados allí. Ezra me sujeta del brazo para impedir que me empujen y se mueve hasta dejarme protegida entre la pared y él.
"¡Genial! Esto de ir al baño ha sido una idea estupenda" pienso, y acto seguido intento sopesar mis posibilidades de huida. Ahora sí que sería buen momento para que Oli viniera a rescatarme...
—Creí que ya no coincidiríamos esta noche...
Su voz suena más seria de lo habitual y me duele ver que no es capaz de tratarme como antes.
—¡Mala suerte entonces! —suelto dolida—. Tu plan de mantenerte lo más lejos posible no ha funcionado muy bien, no has tenido en cuenta los baños.
—Yo no tengo ningún plan, no digas cosas que no son.
Evito mirarle porque temo lo que pueda leer en sus ojos así que mantengo la vista fija en su camisa.
—Pues has mostrado tanto empeño en entretener a Enma que ni te has acercado a saludar.
—Lo único que he hecho ha sido darte espacio.
Asiento vigorosamente.
—Cierto. Cosa que Enma ha agradecido enormemente. Estoy segura.
—No te voy a dar explicaciones, ni me voy a justificar. Solo espero que te des cuenta de que ahora mismo, no sé... juraría que suenas como si realmente te molestara la posibilidad de que hubiera algo entre ella y yo. Sin embargo, eso no tiene ningún sentido ¿no?
—¿Lo hay? —pregunto levantando la mirada y encontrándome con sus ojos de una tonalidad más oscura de lo habitual.
Ezra se acerca aún más a mí y durante un segundo contengo la respiración. A pocos centímetros de mis labios exhala:
—Sabes de sobra que no.
Se separa lo justo para observar mi rostro y yo cruzo los brazos malhumorada.
—Pues entonces quizás deberías dejar de jugar con ella, porque lo que he visto esta noche no ha sido a una amiga, sino a una chica desesperada porque el chico que le gusta se decida a ir un paso más lejos. Así que solo tienes dos opciones, o dejarle las cosas claras o darle una nueva oportunidad.
Ezra frunce el ceño y creo que está evaluando si voy en serio o no. Ni yo misma me creo lo que acabo de decir porque aunque cada una de las palabras sean ciertas, si él decidiera salir de nuevo con Enma, yo no lo llevaría nada bien.
—¿Y tú?
—¿Yo qué?
—Te he visto hablando con ese chico en la barra...
Raúl. Como no. Tenía que salir en la conversación. Sin embargo mi corazón da un pequeño brinco al saber que me estaba observando.
—Sabes quién es, te hablé de él. Trabaja para mi padre —respondo con indiferencia.
—Parece que os lleváis muy bien.
—Es muy simpático. —Soy consciente de que estoy intentando fastidiarle porque me puede el darle a probar un poco de su propia medicina.
—¿Vas a salir con él? —Parece que la pregunta se le atraganta y eso me recuerda que para ninguno de los dos, esta situación está siendo fácil.
—Yo no salgo con nadie.
—¡Ah! Es verdad... reformularé la pregunta entonces. ¿Vas a pasar tiempo con él?
—¿De verdad quieres que te conteste a esa pregunta, Ezra?
Bajo la mirada hasta su boca, tiene los labios ligeramente entreabiertos y no puedo evitar pensar lo fácil que sería acercarme un poco a ellos y besarle.
—No, no quiero. Y no quiero imaginar siquiera la posibilidad de que alguien pueda ocupar mi lugar. —Pone la palma de su mano sobre mi mejilla y no puedo evitar respirar entrecortadamente al sentir su caricia. No sé si por la cantidad de gente circulando o por iniciativa suya, noto su cuerpo más pegado al mío y su cercanía está a punto de volverme loca.
—Que ya no estemos juntos, no significa que otro pueda llegar tan lejos como has llegado tú.
Algo en mis palabras le hace decidirse y posa sus labios sobre los míos, primero con suavidad pero al ver que no le rechazo, el beso se vuelve urgente y febril. Sus manos se mueven a mis caderas para acercame todo lo que pueden al él y yo no soy capaz de pensar, más que en lo mucho que he echado de menos sus besos. Durante un momento me olvido que estamos en los pasillos de un local abarrotado de gente, comportándonos como dos adolescentes de hormonas revolucionadas. Solo somos dos personas queriendo y no queriendo a la vez, porque lejos de solucionar las cosas, sabemos que un arrebato como este, lo único que va a hacer, es complicarlo todo aún más si cabe.
Al parecer, el mismo pensamiento cruza su mente, pues finaliza nuestro beso y apoya las manos en la pared a ambos lados de mi cabeza. Nuestras frentes están haciendo contacto y mantiene los ojos cerrados como si tuviera un lucha interna entre lo que debe, y lo que quiere hacer.
—Maldita sea Alma... no... no puedo estar cerca de ti y no...
Pienso qué decir, pero en estos momentos mi mente no está muy lúcida precisamente. En realidad es un caos, llena de contradicciones y no estoy conforme con ninguna de las posibilidades.
—Ezra yo...
Se separa lo justo para centrar sus ojos en los míos y veo en ellos una determinación que me asusta.
—Espera, no digas nada. Sé que no has cambiado de opinión, así que prefiero no oírtelo decir. Solo deja... deja que te bese y luego me iré y si quieres haremos como que nada de lo que hemos dicho o hecho esta noche hubiera pasado. Solo quiero besarte...
Asiento lentamente y él se demora un poco antes de besarme de nuevo. Intento grabar en mi mente cada uno de los detalles de este instante. Su aliento entremezclado con el mío, el sabor de su boca, el movimiento de sus labios. Me abraza, me acoge entre sus brazos y es como volver al lugar donde me siento segura. Y eso es lo que más me asusta. Necesitarle así me aterra. Quiero echar a correr y a la vez quiero que no me suelte nunca. Pero todo tiene un final y este beso también.
Soy incapaz de levantar la vista, noto su mano en mi mejilla y sé, que ni siquiera habrá palabras de despedida hoy. Se pierde entre la gente y a mí me gustaría poder desaparecer de golpe.
Estoy en un lugar abarrotado y nunca me he sentido más sola.
¡Hola a todxs!
Por fin nuevo capítulo, he de decir que aun con el desbarajuste que es el verano para mí, por suerte estoy avanzando bastante con esta historia. Como os digo, de pronto, los capítulos salen rodados.
Bueno, ¿qué os ha parecido el capítulo? Alma parece tener muchos pretendientes... A.J., Raúl, Ezra... aunque viendo el final del capítulo yo diría que ella (aunque lo niegue) no es capaz de desprenderse de lo que siente por Ezra.
Y ya sabéis, si os ha gustado, espero vuestros votos y comentarios.
Gracias por leer. ¡Millones de besos!
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