Capítulo 21
Pensé que sería más fácil. De verdad que lo pensé. Me engañé a mí misma, dejando que mi voz interior me convenciera de que la mejor solución era estar lejos. Sin embargo, el primer pensamiento al despertar por la mañana es para Ezra. Han pasado más de dos semanas desde que hablamos por última vez y cada uno de estos días he sentido su ausencia como una nueva herida en mi maltratado corazón.
Oli no tardó en sonsacarme lo ocurrido, sin muchos detalles por mi parte, pero lo suficiente como para que desde el primer momento haya estado ocupándose de mi bienestar. No puedo negar que es la mejor amiga que puedo tener, sobre todo porque aunque no está de acuerdo con mi decisión, ha decidido apoyarme.
Mi padre y María se huelen algo, pero de momento no se han atrevido a preguntar y espero que aún pase mucho más tiempo antes de que lo hagan. Así por lo menos, tendré una respuesta convincente que darles.
El segundo pensamiento de esta mañana es para mi madre. Hoy hace un año que se fue y la echo de menos como el primer día. Duele, duele tanto... No me veo con ánimo para ir a clase, pero no quiero tener que dar explicaciones así que decido seguir mi rutina de cada mañana y después... ya veré.
Cuando salgo de casa dispuesta a coger el autobús, decido faltar a las clases del día. Sé que va a ser imposible que me concentre en nada, así que tomo otro autobús que me llevará al centro. Mientras dura el trayecto, le envío a Oli un mensaje, comentándole que necesito el día libre y aunque insiste en quedar para hacerme compañía, sé que no es buena idea hacer que ella también pierda las clases.
Me bajo en una de las paradas que conozco y voy directa a una cafetería a coger un café para llevar. Paseo por las calles sin prisa, deteniéndome a mirar los escaparates y entrando en alguna librería a hojear las novedades. Un par de horas después, estoy sentada en un pequeño jardín observando la fuente de piedra que hay frente a mí.
Siento tristeza aunque ni siquiera esté pensando en mi madre. No me empeño en recordar momentos con ella porque no hace falta, su ausencia es suficiente para que lo que me llene en este momento sea dolor. Hay quien piensa que el tiempo ayuda a olvidar o a que sea más llevadero. No creo que sea así, puede que ya no viva ahogada en mis propias lágrimas, puede que ya no me ataque la ansiedad de la misma forma que antes, pero saber que no está, que no va a estar, sigue siendo insoportable.
Oigo mi móvil sonar dentro de la bolsa y lo busco a regañadientes. Espero que no sea Oli insistiendo, o mi padre pensando que quiera compartir este día con él, sin embargo cuando miro la pantalla, el nombre que veo escrito es el último del que esperaría recibir hoy una llamada: Ezra. Me parece mucha casualidad su llamada y observo su nombre mientras decido si quiero hablar con él o no. Antes de que me decida, el móvil deja de sonar y durante un segundo creo que hubiera estado bien oír su voz después tantos días sin saber de él. Suelto el teléfono en la bolsa y justo en ese momento vibra. "Un whatsapp" pienso mientras lo rescato de nuevo de entre mis cosas.
Ezra: Es hoy, ¿verdad?
Suspiro mientras noto cómo las lágrimas se agolpan en mis ojos.
Yo: ¿Cómo lo sabes?
Ezra: Fui a la escuela y al no verte le pregunté a Oli. Cuando me dijo lo del día libre, solo tuve que recordar.
Es cierto, le conté que sucedió a finales de mes. Como siempre, Ezra me escuchó y tomó nota de ello.
Ezra:¿Cómo estás?
Esta vez resoplo en vez de suspirar. Cómo si fuera fácil de explicar.
Yo: Intentando pasar el día.
Ezra: Dime dónde estás. Iré a pasarlo contigo.
Mi corazón da un vuelco pero intento calmarlo a base de mantener la cabeza fría.
Yo: No creo que sea una buena idea. Tienes que dejar de preocuparte de mí.
Pasan unos segundos en los que aunque no quiera, he de reconocer que estoy esperando su respuesta.
Ezra: Lo haré a partir de mañana... dime dónde estás, por favor.
Cierro un momento los ojos y aunque mi razón se empeña en soltar el teléfono dentro de la bolsa sin dar una respuesta, mis dedos guiados por el corazón están ya tecleando la dirección.
Apenas quince minutos después, Ezra se sienta a mi lado y durante los primeros minutos ninguno de los dos decimos nada.
—Gracias.
Noto cómo se gira hacia mí pero no habla inmediatamente. Parece estar... simplemente observándome.
—Dame las gracias cuando mi compañía te haya servido de algo.
Hay algo extraño en su tono que hace que yo también me gire y le mire. Cuando me encuentro con sus ojos, me doy cuenta de lo mucho que le he echado de menos durante estas dos semanas. Sin embargo, tengo la sensación de que él está intentando mantenerse neutro conmigo y eso me hace pensar que está haciendo un gran esfuerzo por comportarse simplemente como... ¿un amigo?
—Sabes de sobra que tu mera compañía sirve y mucho, pero no sé si esto es una buena idea —Realmente no quiero verle incómodo conmigo.
—Tú decidiste que esto era lo mejor para los dos. Sólo estoy intentando ser un buen amigo.
Justo lo que yo pensaba.
—No sé si estamos preparados para ser solo amigos —reconozco.
Una sonrisa torcida aparece en su rostro.
—Vamos a intentarlo. Y bien, ¿qué quieres hacer?
Miro a mi alrededor, bastante desmotivada.
—No lo sé. De momento lo único que he hecho ha sido dar vueltas entre calles y sentarme aquí a ahogar mis penas. Me gustaría... poder desconectar, aunque sea durante un par de horas.
Ezra se rasca la barbilla pensativo y no tarda en ponerse en pie de un salto. Saca su móvil y teclea algo a toda velocidad, tarda unos minutos en encontrar lo que está buscando y cuando de nuevo lo guarda y me mira, sé que ya tiene un plan.
—Vamos.
Echo a andar a su lado y se me hace raro que no coja mi mano, es más, estoy rabiando por que lo haga, pero ni siquiera debería desear eso, así que me muerdo el labio mientras intento pensar en otra cosa.
—¿Y bien? ¿A dónde me llevas?
—Al cine —dice con entusiasmo.
Abro los ojos sorprendida y miro la hora.
—Son... las once y media de la mañana, Ezra.
—Lo sé. Es un pequeño cine que emite cine clásico durante todo el día. Tiene una sesión justo a las doce.
Sonrío, pues me encanta el plan.
—Tú ya lo sabías. ¿Has ido más veces a ese cine?
—Muchas, sobre todo de adolescente cuando faltaba al instituto. Ya ves, no siempre era para ir al parque a fumar hierba.
El cine está lo bastante cerca como para que lleguemos con tiempo de sobra a la función. Miro el cartel que adorna la desgastada puerta y descubro que proyectan "Desayuno con diamantes".
—¿Conforme? —me pregunta antes de comprar las entradas.
—Claro, es una de mis películas favoritas pero hace años que no la veo.
Cogemos las entradas y en el interior nos cargamos de palomitas y refrescos como haría cualquier cinéfilo que se precie. La sala es pequeña, apenas unas cincuenta butacas y no recuerdo haber estado nunca en un cine tan acogedor. Nos sentamos en el centro de la sala y comienzo a comer las palomitas aunque la película aún no haya empezado.
—¿Crees que resulta rentable un cine así?
Ezra se encoje de hombros.
—Siempre he tenido la sensación de que el dueño no lo mantiene abierto por el dinero, sino por el placer de seguir proyectando estas películas una y otra vez. Me contó hace años que la mayoría las consiguió de otro cine que sufrió un incendio y tuvo que cerrar. Y este local es suyo, así que tampoco le supone gran cosa.
—Es un sitio genial y me encanta el cine clásico. Ahora que sé que este lugar existe, podré venir de vez en cuando.
Un matrimonio mayor entra y toma asiento en una de las primeras filas. Me resulta entrañable ver una pareja de esa edad, dispuestos a disfrutar de una película juntos.
—¿Y esa expresión? —me pregunta Ezra mientras nos mira, a ellos y a mí alternativamente—. Hay gente que decide compartir su vida con otra. Aunque te cueste creerlo, no es tan raro.
Me duele la pulla, pero bien merecida la tengo. De todas formas no era eso lo que estaba pensando.
—¿Y qué pasará cuando uno de ellos falte? ¿Qué será del otro?
Entrecierra los ojos y sé que no está pensando nada bueno. Conociéndole seguro que no esperaba que le viniera con esas.
—¿Crees que ellos piensan en eso cada día? ¿Que desperdician su tiempo lamentándose por algo que no ha ocurrido aún? Estoy convencido que simplemente disfrutan de su tiempo juntos y dan gracias por cada momento.
Las luces se apagan antes de que tenga tiempo a rebatir sus palabras, aunque he de decir que no sé si tendría una respuesta adecuada que darle.
Vemos la película en silencio, sin comentar, cosa que agradezco pues odio los que cuchichean durante la misma. Según avanza la película pienso en qué golpe del destino ha decidido que fuera esta, la proyectada hoy. Parece enviarme un mensaje subliminal y no puedo evitar sentirme, hasta cierto punto, identificada con Holly, la protagonista. Cuando salimos de allí, Ezra insiste en llevarme a comer a un local que según él, tienen las mejores hamburguesas de la zona.
—De verdad, Ezra. Ya has hecho mucho y lo del cine ha estado genial pero no quiero quitarte más tiempo.
—No me quitas tiempo. Vamos.
Por suerte el apetito no me ha desaparecido aunque me doy cuenta de que estoy menos habladora de lo habitual. Al parecer, él también es consciente de ello.
—Parece que la película te ha dejado pensativa. Pensaba que te gustaba...
Aparto la mirada del plato y le miro confundida, ya que como siempre parece saber lo que pasa por mi cabeza.
—Es una de mis películas favoritas. No sé, quizás hoy la he visto con otros ojos, hay cosas de Holly que me han recordado a mí misma.
Ezra suelta una carcajada cargada de ironía.
—¿Lo dices por el hecho de que Holly no quiere atarse a nadie? Porque ¿tiene un gato al que no tiene le pone nombre para autoconvencerse de que no siente cariño por él? ¿O porque se niega a enamorarse de Paul? No sé dónde ves el parecido contigo, la verdad.
¿Cuándo se ha vuelto tan sarcástico? Quizás cuando decidí zanjar la "no relación" que teníamos. Realmente no sé qué esperaba, pero esto me confirma que si para mí está siendo dura esta situación, para él lo es aún más.
—¡Oh, venga! No me lo pongas difícil —le suelto y él me mira sorprendido—. ¿Has quedado conmigo para hacerme más soportable el día o para dedicarte a fastidiar? No es que te estés comportando precisamente como un amigo si sigues haciendo comentarios como ese.
Se frota la cara con ambas manos y sé que no esperaba mi protesta.
—Lo siento. Tienes razón, estoy siendo un capullo. Es solo que pensé que no verte sería fácil y no lo es. Solo que verte tampoco es fácil, así que ya no sé qué hacer.
—Yo tampoco. Ninguna opción resulta buena, ¿no?
Nos quedamos en silencio y esta vez no resulta algo malo, incluso sirve para que me relaje. No tiene sentido darle vueltas a lo que está ocurriendo, quizás lo mejor sea ir viendo y forzar las cosas. Puede que con el tiempo, podamos ser amigos. Terminamos de comer y decidimos coger unos cafés para llevar.
Caminamos entre las calles sin hablar hasta que Ezra se detiene y mira hacia un local situado en la acera de enfrente.
—Ya sé lo que vamos a hacer.
Sin darme tiempo a protestar me coge de la mano y tira de mí, llevándome al otro lado hasta la puerta del local. Al detenerse, me suelta, dejando bien claro que solo pretendía arrastrarme con él y yo echo de menos ese simple contacto. Miro el cartel situado sobre la puerta.
—¿Un recreativo?
—Exacto. ¿Se te ocurre mejor forma de desconectar que pasar un rato disparando a Zombies o conduciendo un coche a toda velocidad?
No voy a negar que descargar mi frustración de esa manera puede resultar una buena idea. Cojo la puerta y sin dudar entro en el local dispuesta a ocupar buena parte de la tarde en algo muy poco constructivo pero sin duda alguna eficaz.
Estoy en casa tirada sobre la cama pensando en saltarme la cena. Ezra no me dejó hasta que no tuvo más remedio que hacerlo. Sé que si por él hubiera sido, aún continuaría a mi lado pero le tocaba quedarse con sus hermanos, así que después de hacer todo lo posible por mantenerme ocupada, tuvo que dejarme ir.
Aunque la situación con él resulte tirante, no puedo hacer otra cosa que agradecerle las molestias que se ha tomado aunque su predisposición a estar para mí si lo necesito, me ha hecho pensar que tenemos que intentar vernos lo menos posible. Será difícil que dejemos de sentirnos así, si pasamos tiempo juntos y después de lo de hoy, prefiero echarle de menos, que saber que por estar a mi lado, él deja de avanzar.
Miro la hora y aunque es pronto, barajo la posibilidad de irme ya a dormir. No he visto a mi padre en todo el día y casi prefiero no hacerlo. Él sabe de sobra qué día es hoy y no quiero arriesgarme a que quiera hablar de ello. He conseguido salvar el día, no me apetece echarlo a perder en el último momento.
Justo cuando estoy convencida de mi decisión, tocan a la puerta y no puedo evitar que el corazón me dé un vuelco. Casi había conseguido librarme...
Abro la puerta con cierto reparo deseando que no sea mi padre el que esté al otro lado aunque de sobra sé que es él. Me mira un poco incómodo y aparta la vista, centrándola en el marco de la puerta por el que desliza la mano con nerviosismo.
—Hola, hija. Verás... no quiero molestarte. Sé que hoy no es un día que tengas ganas de compartir conmigo y te aseguro que no estaría aquí si no fuera porque ha llegado esto. —Me tiende un sobre grande que aún permanece cerrado.
Lo cojo y lo miro por ambas caras sin entender.
—¿Qué es?
—Tiene el membrete del abogado que llevaba los asuntos de tu madre. Quizás sea algo de papeleo que aún tenía en su poder y que ha considerado mejor enviarte. No lo sé.
Se me retuerce un poquito el corazón al pensar en la casualidad de que justo haya llegado hoy. Veo a mi padre tan apurado por la situación que me siento mal por haberle estado esquivando todo el día.
—No tengo prisa por ver qué contiene... ¿Crees que serías capaz de hablar de cosas banales durante la próxima hora? Si me dices que sí, podemos pedir algo de comida y cenar juntos, si te parece bien.
Una leve sonrisa se dibuja en su rostro.
—Claro, podemos encender la tele y criticar algún programa de esos absurdos que dan hoy en día.
—Buen plan —apruebo mientras dejo el sobre dentro de mi cuarto y cierro la puerta para seguir a mi padre al piso inferior.
Al volver a mi habitación rato después, lo primero que mi ojos hacen, es localizar el sobre en mi cama. Resoplo mientras me planteo la posibilidad de meterlo en una de mis cajas y olvidarme de él, sin embargo algo me hace pensar que debo abrirlo y averiguar qué contiene. Puede ser algún papeleo que tengo que rellenar, aunque me extraña que el abogado no me haya llamado para comunicarme el envío.
Cojo el sobre entre las manos y me siento en el suelo con la espalda apoyada en la cama. No sé los minutos que pasan sin que haga ningún movimiento, intentando que los nervios no se apoderen de mí. Realmente hasta que no lo abra no me voy a librar de esa incómoda sensación así que respiro hondo y rasgo el sobre por un lado.
Hay varios papeles de lo que parece la contratación de una cuenta bancaria, una libreta, una nota del abogado y un pequeño sobre cerrado.
Cojo la nota del abogado y la leo con interés.
"Señorita Castell:
Tal y como indicó su madre, le hago entrega de esta cuenta bancaria de la que es usted beneficiaria, justo un año después de su muerte. A partir de hoy puede disponer de la cantidad que en ella aparece y gestionarla como lo considere oportuno. Si necesita de mis servicios, no dude en contactar conmigo.
Un cordial saludo".
El estómago se me retuerce de tal manera que durante un segundo pienso que voy a vomitar la cena. ¿Una cuenta? ¿A mi nombre?
Con dedos temblorosos abro la libreta y miro el saldo de varios ceros que figura en ella. No puede ser, ¿de dónde ha salido esto? ¿Cómo es posible que hayamos estado justas de dinero siempre y ahora aparezca una cantidad así de la nada? ¿Y por qué hacerme esperar un año para recibirlo? Demasiadas preguntas y algo me dice que las respuestas están escritas en ese pequeño sobre del que ahora no puedo apartar la vista.
"Para Alma". La letra de mi madre. Pensar que es una carta de ella, que lo que hay en su interior lo escribió para mí, hace que la náusea suba a mi garganta y tenga que correr al baño mientras las arcadas me sacuden una y otra vez. Definitivamente no debería haber cenado. Tardo un poco en levantarme del suelo y cuando veo mis ojos enrojecidos me doy cuenta de que da igual todo lo que haya hecho hoy por evitar sentirme así, el dolor va a seguir ahí. Quizás solo se trata de admitir lo mal que lo estoy pasando y ser consciente de que el próximo año también será duro, aunque con un poco de suerte, lo será algo menos.
Vuelvo a tomar lugar al pie de la cama e intento acompasar mi respiración mientras me autoconvenzo de que lo mejor que puedo hacer es afrontar lo que esa carta quiera decirme. No puedo seguir siendo una cobarde.
Abro el sobre con cuidado, como si de un material frágil se trataba y saco de su interior un cd y un folio doblado. Despliego la hoja en la que encuentro la pulcra letra de mi madre. Siempre me gustó su letra y deseaba poder imitarla. Paso los dedos por el texto cómo si así pudiera sentirla y cierro un segundo los ojos antes de abrirlos de nuevo y comenzar a leer.
"Mi vida,
Sé que en estos momentos tendrás muchas preguntas y quizás haya muchas decisiones por mi parte que aún no me habrás perdonado. Sí, te conozco lo suficiente para saber que estás igual de enfadada o más que el primer día, pero te aseguro que esto ha sido lo mejor para las dos.
Siento que hayas tenido que pasar por el momento de perderme. Sé que pensaras que he sido una egoísta al darme por vencida, pero lo que he hecho es darte la oportunidad de vivir la vida que te mereces. Te hiciste cargo de mí siendo apenas una niña, teniendo que dejar de lado todo lo que a tu edad te atraía, para cuidarme y ocuparte de la casa. Ni te imaginas lo orgullosa que estoy. Por eso irme, es mi regalo. Sé que tardarás en entenderlo, sin embargo en algún momento lo harás y sabrás que tomar esa decisión, ha sido un gran acto de amor hacia ti, Alma.
Necesito que vivas tu vida, que tu día a día no se vea supeditado a mi estado y aunque sé que al marcharme, me perderé grandes momentos y que tú me echarás de menos al no tenerme a tu lado en ellos, yo siempre estaré ahí acompañándote.
Te preguntarás de dónde ha salido todo ese dinero y la respuesta es más sencilla de lo que parece. Lo ahorré para ti. Ese dinero en gran parte es lo que tu padre nos pasaba mensualmente y si bien lo podíamos haber utilizado y disfrutado de una vida más cómoda, desde que enfermé la primera vez, decidí ir separando una pequeña parte para que tuvieras tus gastos cubiertos. No es mucho, pero estoy segura de que le darás buen uso. Te eduqué para que supieras lo que cuesta ganar cada céntimo y demostraste con creces que eras capaz de valerte por ti misma.
Me imagino lo enfadada que habrás estado porque enviara tu solicitud para la Escuela de Arte, sin embargo sé que el día que seas madre, si decides serlo, entenderás que una madre no toma ninguna decisión a la ligera. Contaba con que te aceptarían en ella y espero que estés sacando todo el partido posible a la beca. No creo que nadie la merezca más que tú. Sabes que el arte es algo que se siente dentro, en las tripas, como siempre te he dicho y tú eres una artista. Nada será capaz de llenarte como el acto de crear, lo sé, en eso has salido a mí.
A estas alturas, querrás saber por qué pedí que no se te hiciera entrega de esto hasta este día. La explicación es más fácil de lo que imaginas, quería que te vieras obligada a darle una oportunidad a tu padre. Realmente sé que una de las peores cosas que hice, fue mantenerle al margen de tu vida y te aseguro que me arrepentí de ello. Espero que mi plan haya llegado a buen puerto, que hayas vivido todos estos meses con él y que la relación sea lo bastante buena como para que, aunque ahora tengas dinero para seguir adelante, dejes que forme parte de tu vida.
En el sobre hay un cd que espero, te animes a ver en algún momento y en el que te cuento muchas más cosas que quiero decirte, que no puedo resumir en una carta.
Espero que no me guardes rencor por la forma en la que he hecho las cosas pues tu felicidad siempre ha sido mi prioridad.
Te quiero más que a nada en el mundo".
¡Hola a todxs!
¿Qué os ha parecido el capítulo? De verdad que Alma pensaba que resultaría más fácil olvidarse de Ezra, pero va a ser que no... aun así ella hará todo lo posible por mantener su postura. Y como veis en este capítulo se descubre uno de los grandes misterios de la historia... umm resulta que la madre de Alma tenía las cosas más organizadas de lo que podía parecer en un principio. Puede que no aprobéis lo que hizo, pero yo entiendo lo duro que tiene que ser también estar en su posición y tomar todas esas decisiones.
Bueno, espero que os haya gustado y si es así, espero vuestros votos y comentarios.
¡Millones de besos!
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