Por obvias razones sabrán que mi nombre es Emma, por lo que sobra decirlo. Aún así quiero que sepan que mi verdadero nombre no es este, y no lo digo por razones de seguridad como moral.
Emma y yo, a pesar se ser la misma, somos diferentes; digamos que hay una especie de Doctor Jeckyll y Mister Hyde entre nosotras, lo que varía es que ni una es la buena, ni la otra es la mala; somos proporcionales en lo que a maldad y bondad respecta.
Emma es mi yo ficticio, aquella que no siente la presión de los prejuicios sociales ni tiene miedo a ser quien es; Emma es mi libertad. Bajo este nombre he peleado, he escrito, he leído, reído, llorado y miles de acciones que para mi familia acá en la vida real, pueden no ser correctas.
El nombre de Emma en sí nace de la necesidad de tener un nombre en el ciberespacio, hubo una época en la que conocí a demasiada gente, y como en ese entonces mi único "nombre" era Lover Girl, las personas no sabían de qué forma decirme; por lo que un día, hablando con una agradable chica de Medellín, Colombia, llegamos al tema de mi nombre. Sin tapujo alguno le pedí que me "bautizara" y el primer nombre que ella escogió fue este, Emma.
Sé que es raro, demasiado, pero fue una experiencia bastante divertida y gracias a ello tengo una verdadera identidad como persona virtual.
Por lo que, resumiendo, Emma es una chica escondida detrás de otra, más libre, más divertida y más abierta a las personas. Escribo esto porque desde hace mucho siento la necesidad de revelar todo lo que soy sin miedo a ser juzgada, de decir lo que pienso sin la angustia de que mis papás vean mi interior y, por encima de todo, por el inmenso placer de ver las letras que fluyen de mis dedos.
Bienvenidos sean,
A la vida según
Emma