Señoras, señores y demás público presente, es hora de sacar la libreta roja, contar las meteduras de pata y errores cometidos, sacar la verde para ver si esos errores valieron la pena y analizarnos a nosotros mismos a conciencia y con profundidad; el 2016 se nos escapa de las manos con la misma facilidad con que se escurre el agua y esto es un ejercicio necesario. 

He tenido años mucho peores que este, y puedo considerarme afortunada de los avances y logros que he alcanzado a lo largo de estos doce meses; me superé a mí misma en muchos ámbitos, pero descuidé otros.

Crecí emocionalmente gracias a aquellas personas que han estado junto a mí desde muchos años atrás, que me ayudaron a salir de los momentos más difíciles y oscuros de mi vida hasta el momento; también con la ayuda de otras que tomaron papeles tan importantes que lograron sorprenderme y aparecieron algunas más que se metieron lentamente en mi corazón y me hicieron aprender de mis errores.

Viví experiencias que, aunque costaron un arduo trabajo al sacarme de mi zona de confort, me demostraron cosas escondidas en mí y que desconocía o bien decidía ignorar; reconocí mi sentido de liderazgo frente a situaciones de estrés, me atreví a  escribir cosas que años anteriores no hubiera sido capaz ni de pensar, descubrí lo que es reír a carcajadas sin temer a ser reprendida, a llorar hasta desocupar el corazón y entendí lo importante que es no aferrarse al pasado.

«La Vida Según Emma» nació, creció y se sigue consolidando gracias a todo esto, a la necesidad de romper un miedo infundado de años y el gusto de liberar todas las palabras que llevaban tanto tiempo obstruyendo mi mente y ahogándome el corazón. Ha sido un proceso arduo, pesado e incluso doloroso en ocasiones, no fue fácil empezar a domar mis emociones a la hora de escribir, el no dejarme llevar por la rabia, la indignación, la desesperación, la angustia y la nostalgia llevó muchísimas horas analizando los textos. Aquellos y aquellas que llegaron aquí desde sus inicios han visto mi evolución como escritora a medida que subía los apartados: soy más crítica, me detengo más a analizar las cosas, y me tomo mi tiempo decidiendo sobre qué voy a hablarles. Hoy, miro atrás, y puedo decir de corazón que me siento orgullosa de mí misma, porque todo lo que hay aquí ha salido de mí y sólo de mí, recibiendo el apoyo incondicional de las personas más importantes de mi vida y su ayuda en los tiempos difíciles cuando me costaba hallar a Emma en mi cabeza.

Les daré mi gratitud durante toda la eternidad a estas tres personas, que secaron mis lágrimas incluso en la distancia, que buscaron hacerme reír a toda costa cuando me sentía extenuada, que me hicieron reflexionar sobre mi conducta en momentos críticos, cuyas charlas, ideas y posiciones han inspirado más de tres apartados aquí expuestos; por esas  escasas, pequeñas y casi efímeras reuniones que me calentaron el corazón de una hermosa manera gracias a sus risas y ocurrencias que por poco y hacen se me salten lágrimas de la risa; por esos ánimos y ese infranqueable apoyo moral con el que he sido bendecida. Gracias, por nunca dejarme sola a pesar de ser tan complicada como soy.

He crecido, he cambiado, he madurado, he llenado mi libreta roja a tope, pero también logré anotarme algunos puntos en mi libreta verde porque sé que estoy lejos de ser perfecta y no soy tramposa como para hacer la vista gorda con lo que he hecho mal. Busco un broche de oro porque no me siento plena con mi vida en estos momentos, he logrado mucho, pero me falta más para alcanzar esa felicidad que estoy buscando.

Esta no es una despedida, no significa que vaya a acabar esto ni nada por el estilo, simplemente sentí la imperiosa necesidad de hacer esto en razón de que es muy común reflexionar sobre muchas cosas durante estas épocas.

Sin más, una muy feliz, tranquila y atrasada Navidad, y un hermoso año nuevo 2017.

Emma.