Siempre creí que sería la primera en pronunciar aquellas palabras.

—¿Qué..?— fue lo único que pude pronunciar, por mi mente pasaban aquellos comerciales de pañales para bebé y el olor a vomito de bebé. No era que no me agradara la idea de ser hermana mayor pues no me molestaba, tampoco era que amara la idea y es porque nunca antes me puse a pensar en eso.

—Realmente no me cansaría de ver tu cara de What the hell?— dice la mujer que me dio la vida riéndose— Es una bromita hija mía, no estoy embarazada. Sinceramente ese tren ya abandonó la estación.

— ¿Por qué te encanta hacerme sufrir?— le digo molesta, ya hasta había comenzado a pensar en nombres.

—No linda— aplana mi cabello de ambos lados de mi cabeza— Solo quería ver como reaccionabas— besa dulcemente mi frente, haciéndome embriagar por el dulce aroma a vainilla que emanaba de ella.

—No vuelvas a jugar con mis sentimientos de esa manera— la regaño, haciéndome dudar aún más de quien era la adulta entre las dos.

—Bueno, bueno. Me pondré más seria, lo que necesito decirte es verdaderamente serio— se acomoda mejor— Hasta me siento como una adolecente de nuevo— chilla emocionada.

—Al parecer nunca lo dejaste de ser— palmeo lo alto de su cabeza.

— ¿Recuerdas al doctor panzón y con una barba como la de santa Claus que viste el año pasado para la cena navideña en el hospital?— asiento— Pues por fin se largó y dejó de amargarnos la vida.

— ¿Eso como interfiere en nuestra vidas?— digo desconcertada aun.

—Bueno, eso sucedió hace unos meses ya, lo que quiero decir es que su lugar lo tomó el Dr. Tyler Davies— cierto destello iluminó sus ojos color marrón— Si, es inglés, y tuvo a todas las enfermeras solteras babeando por él las primeras semanas, pero él se encargó de aclararles que no estaba ahí para buscar pareja— hizo un puchero y yo rodé los ojos— No hice nada para cambiarlo, nadie lo hizo pues somos "adultas" y nos tomamos las cosas más en serio y bla bla bla— fue su turno de rodar los ojos.

—¿Pero...?

—Pero estaba tan bueno que no resistí y le pedí su número— rio pícaramente y sentí envidia de como ella era arriesgada y no tenía miedo, deseé haber heredado eso de ella, porque yo era más como había sido mi padre, tímida y reservada, algunas veces.

—¿Y cómo te fue?— necesitaba un poco de palomitas de maíz.

—Al principio puso resistencia, pero no se resistió a mis maravillosos encantos y terminó dándome su número— sonrió orgullosa de ella misma.

—Por favor dime que no fuiste una psicópata y lo seguiste hasta el baño amenazándolo— rogué al cielo porque no me respondiera que eso había hecho.

—Claro que no— mordió una de sus uñas— Entrar al baño de hombres es algo que no haría jamás...

—Ay Michelle...

—Pero bueno, días después me invitó al almuerzo, sin que yo lo obligara— sonrió bobamente, cosa que no la había visto hacer desde que mi padre había fallecido.

—Esa es buena señal— digo más para mí misma.

—Bueno, luego de eso seguimos conversando más y más, a lo que quiero llegar amor mío, es que realmente me gusta-gusta, algo que no había sucedido desde... ya sabes... tu padre...— mi corazón se hinchó por ella, felizmente de que por fin estuviera avanzando a una nueva etapa de su vida, sabía que era algo muy importante para ella y que a pesar de que nunca olvidaría a mi padre, se estaba dando la oportunidad de seguir adelante y salir con otras personas y vivir su vida plenamente feliz.

Salto hacia ella y la abrazo fuertemente contra mi cuerpo, estaba tan orgullosa de ella, la amaba.

—Te amo— le digo con los ojos empañados.

—¿No estas enojada?— dice separándose un poco para poder verme.

—¿Por qué lo estaría?— le digo con una sonrisa— Estoy totalmente feliz de que estés siguiendo con tu vida, algo tarde, pero lo estás haciendo. Tienes todo mi apoyo y estoy segura de que el de mi padre también.

—Pensé que te enojarías— dice con lágrimas en sus ojos.

—Al contrario, estoy rebalsando de felicidad por ti— beso su mejilla dulcemente y la vuelvo a abrazar.

—No olvidaré a tu padre— dice abrazándome de vuelta— Pero eso no impide que pueda ser feliz con Tyler, te puedo asegurar que es un gran hombre, y tan solo es dos años mayor que yo.

—Tráelo a cenar un día de estos— la motivo separándome de ella.

—Vendrá el sábado— sonríe limpiándose las lágrimas.

—Tengo tantas ganas de conocerlo, platícame más de él.

—Es muy apuesto, no tanto como tu padre lo era, pero me recuerda mucho a él. Ojos verdes y cabello rubio, tal como un chico de revista. Es muy inteligente y gentil con todo mundo, sin contar que es un gran besador...

—¡Mamá! Es mejor si omites uno que otro detalle— reímos.

***

Meto mis cosas a la mochila mientras me dirijo hacia mi auto.

—¿Vamos por un café?— me sobresalto al escuchar una vos profunda a mi lado.

—Ya te dije que no luces para nada un chico malo, ni aunque hagas tu voz más profunda— lo saludo con un beso en la mejilla.

—Es por que a ti todo te parece de algodón de azúcar y arcoíris.

—Claro que no, solo tú me pareces de esa manera— le guiño un ojo torpemente, al instante me siento estúpida al hacerlo pues debí haberme visto tan estúpida como me sentí.

—Basta de bla bla bla y vamos a comer algo, me muero de hambre— pasa un brazo por mis hombros y comenzamos a caminar en dirección a mi auto.

—Apuesto a que pedirás una malteada unicornio— bromeo.

—¿Qué comes que adivinas?.

***

—Siempre he querido hacerme un piercing— dice bebiendo de su maleteada unicornio, no me sorprendió que no fuera una broma lo que me había dicho respecto a ordenar esa malteada.

—Y yo quiero saber si después de tomar esa malteada mearas brillitos— le doy un trago a mi malteada de chocolate.

—Serás la primera en saberlo si eso sucede— me guiña un ojo, y él a diferencia de mí, si se mira totalmente sexy haciéndolo.

—Límpiate la baba— dice tendiéndome una servilleta.

—Ja, ja, ja— entrecierro los ojos.

—El domingo regresa tu prima— cambia de tema tan abruptamente que casi me atraganto.

—¿Has hablado con ella?— digo preparándome para sentir mi corazón romperse.

—Solo leí sus mensajes, no te mentiré, me siento como un cobarde al hacerlo, pero no sé cómo reaccionar, ya sabes, por lo que pasó entre nosotros...

—Te arrepientes— de repente mi garganta se secó.

—No, Mel, no— contestó rápidamente, sin embargo eso no me hizo calmar ni un poco— Solo que me hubiera gustado terminar de otra manera con tu prima, y ahorrarnos tanto drama.

—Sí, creo que a mí también me hubiera gustado eso— miro a otra parte.

—Las cosas sucedieron como sucedieron, y te lo repito Mel, no me arrepiento— sus palabras me lograron calmar, no del todo, pero algo era algo.

—Yo tampoco— dije tratando de sonar lo más segura que podía.

Una pregunta comenzó a rondar por mi cabeza, la tenía en la punta de la lengua, pero temía decirla.

—Tendremos que hablar con ella, puedo hacerlo yo solo y recibir todos sus reproches y maldiciones si lo deseas...

— ¿Cuántas veces se acostaron ustedes?— de pronto Jules cerró su boca por completo y me miró con los ojos muy abiertos, si, ese no era el mejor momento para haber dicho aquello ¿pero cuál momento lo seria sino?

— ¿Qué?— dijo sorprendido aun.

—Lo siento, soy tan tonta, no tienes que responder a eso si no quieres— digo rápidamente, midiendo mis palabras para no decir algo más estúpido, aunque dudaba que eso pudiera pasar.

—Tranquila, yo... bueno... no sé qué decir— toma un sorbo de su bebida.

Un silencio incomodo se extiende entre ambos, estúpida, estúpida, estúpida, me repito una y otra vez.

—Ninguna— dice de pronto— Esa es la respuesta a tu pregunta.

— ¿Cómo?— digo desconcertada, sin poder creerlo.

—No lo hicimos ninguna vez— vuelve a repetir.

— ¿Cómo puede ser eso posible? ¿Ni en vacaciones, cuando dormían en la misma habitación? — niego desconcertada.

—Nunca se dio la oportunidad, era tan incómodo el siquiera besarnos, y siempre terminaban interrumpiéndonos, y aunque durmiéramos en la misma habitación, siempre teníamos la excusa de estar cansados y nos quedábamos dormidos. Así que sí, lo de la otra noche contigo fue mi primera vez en mucho tiempo. — casi me muero en ese instante.

—¿Te quité la virginidad?— trato de bromear para aligerar el ambiente.

—Eso quisieras linda— sonríe.

Al menos mi duda se resolvió