CAPÍTULO 2
—Mel... yo....— dice Math mirándome como si fuera un fantasma con un rostro aterrador.
Las lágrimas no habían tardado nada en caer por mi rostro. Lis por el contrario sonreía con superioridad, como si todo esto lo hubiera planeado.
—¿Cómo pudieron...?— volví a decir sintiendo como mi corazón se destruía cada vez más a medida que los segundos pasaban y no recibía ningún tipo de explicación de parte de ellos.
—Puedo explicarte amor...— Math trato de tomarme las manos, pero me alejo, no dejaría que me tocara nunca más después de lo que acababa de hacer.
—No trates de mentirme. — le digo totalmente dolida.
—Mel... amor...— volvió a tratar de tocarme, pero de nuevo me vuelvo a alejar.
—No me digas así, esto se acabó, me humillaste por completo...— reprimo un sollozo.
—Mellanie, no hagas un drama, todos nos miran. — dice Lis con rastros de diversión en su rostro.
Miro a nuestro alrededor y me doy cuenta que es cierto, todos los que pasaban por el pasillo nos miraban.
Me sentí más humillada aun.
—No entiendo cómo pudiste hacerme esto— le digo una vez la que alguna vez había sido mi mejor amiga, y ahora estaba desconociendo por completo.
Ella solo suelta una risa sarcástica.
—No entiendo como no lo viste venir— dice como si fuera lo más obvio del mundo—, él es todo un rompecorazones, te lo advertí desde el principio. Y yo simplemente quería dejar de ser tu sombra; nunca entendí como podías tener todo lo que querías, soy mucho más atractiva que tú, pero siempre me dejabas la peor parte— me mira con odio, y estaba claro que lo había planeado todo— ¿Creíste que tu cuentito del apuesto galán Universitario duraría para siempre? Estoy harta de tener que aparentar que te soporto solo para tener una amiga, no te necesito más— suelta de nuevo y mi corazón se rompe aún más, si es que eso puede ser posible—, despierta, deja de ser la niña dolida que eres desde la secundaria y madura de una vez por todas.
Voy secándome las lágrimas y la tristeza es remplazada por el odio.
—Los odio demasiado— les escupo completamente enojada, sintiendo asco—, espero que no sea demasiado tarde cuando se den cuenta de las terribles personas que son.
Y sin más, me doy la vuelta para dirigirme afuera del edificio, las clases ya no importaban, había faltado 2 días ya, ¿Qué más daba que faltara un día más?
Estaba claro que lo tenían planeado, ello no tenían ni una sola clase en ese edificio, estaban en carreras distintas. Además que sabían que me negaría a quedarme en casa. Detestaba que me hubieran llegado a conocer tan bien.
Voy a un lugar apartado del edificio, era un área verde que se encontraba hacia la derecha, allí habían unas bancas debajo de unos árboles donde el viento corría perfectamente bien, me serviría para analizar la situación y para buscar una manera de superarlo.
Math y yo habíamos estado juntos desde el inicio del segundo año de Universidad de eso ya hace un año y medio. Él tenía una beca deportiva y estudiaba administración a la vez, yo estaba estudiando actuación y había logrado conseguir media beca. Sabía que éramos de mundos distintos, y que él era el típico estereotipo de mujeriego que veía en las películas. Pero la manera en la que era conmigo y por cómo me había demostrado que había "cambiado"—lo que era obvio que no había hecho—, me habían hecho enamorarme de él. Ahora me daba cuenta de que había desperdiciado un año y medio.
Por otro lado, no todo era su culpa, Liza había sido mi amiga desde la secundaria, me había apoyado cuando mi padre había muerto, y yo la había ayudado a salir de sus problemas alimenticios. Trataba de recordar algún momento en el que me hubiera portado mal con ella, pero no terminaba de entender qué había hecho que fuera tan malo para que ella se vengara de esta manera.
No podía creer que esto había pasado, mi mejor amiga me había humillado de manera tan espantosa, hubiera sido tan fácil y rápido decirme que no quería ser más mi amiga, y yo la habría entendido, y a Math tampoco se le hubiera complicado decirme que quería acabar con lo nuestro, tampoco lo hubiera obligado a quedarse a mi lado.
La chica a la que le había confiado tanto, la chica a la que había llamado una vez hermana.... Me había traicionado.... Ni siquiera le había importado que hace unos días podría haber perdido la vida.
Otro sollozo se me escapa.
—¿Estas bien?— me pregunta una voz masculina que me hace dar un salto. Levanto mi vista y me limpio las lágrimas para poder ver mejor a la persona que se coloca frente a mí.
—¿Qué no ves que no estoy bien?— le suelto de manera grosera.
—Lo siento— dice y se aleja un poco.
Pobre chico... no merece que lo trates así por tus desgracias— dice mi subconsciente.
Detesto que mi pepe grillo tenga razón, no se lo merece el pobre chico.
Estúpido pepe grillo...
—Espera— me levanto de la banca y me acerco rápidamente al chico, por suerte caminaba como tortuga y no estaba tan lejos—, lo siento, no debí tratarte así, han sido días difíciles— le explico, luego le tiendo la mano—, soy Mellanie Williams.
Él sonríe levemente, tan apacible.
—Yo soy Jules Black— toma mi mano—, no fue mi intención molestarte, te vi allí, y te vi mal, quise saber que te sucedía y si podía ayudar...
Dejé de escuchar para poder fijarme más en su aspecto, no en mal plan, sino solo para hacer un estudio mental rápidamente.
No estaba del todo mal, su cabello era castaño con unos toques de rubio en las puntas, su tez era morena clara, sus ojos eran color miel, un miel casi verde, sus labios eran gruesos y estaban levemente húmedos lo cual le daba un aspecto muy sexy.
—... y ¿Qué dices?— sacudí mi cabeza para despertar de mi ensoñación y me sentí estúpida por no haberle puesto atención. Pero mi culpa no era que el fuera así de atractivo.
—Lo siento... no te preste atención. — le digo sin pensar antes de hablar.
Él se ríe, pero no fue una risa burlona si no una amigable, como una melodía para mis oídos.
—Decía que si querías ir a tomar un café para conocernos mejor. — dice sin borrar su sonrisa.
—Me parece bien. — le sonrío de vuelta.
***
—Un caramel macchiato para la señorita— dice el mesero que nos atiende—, y un americano para el caballero, que lo disfruten y cualquier cosa que necesiten, no duden en llamarme.
Asentimos y le damos las gracias.
—De seguro es su primer día en este empleo. — dice Jules luego de que el chico se retira.
—¿Por qué lo dices?— pregunto para luego darle un sorbo a mi bebida.
—Su sonrisa emocionada lo demuestra— dice—, trabajé en una cafetería antes, los primeros días era todo sonrisas y buenas propinas por tratar bien a la gente, luego de un mes todo se volvió estresante y me costó más mantener mi amabilidad. Al carajo las buenas propinas.
Suelto una risa algo fuerte, este chico era tan realista.
—Ya te hice reír. — dice triunfador.
—Cuéntame más de ti— le pido.
—Mmmm.... Veamos— se rasca la barbilla—, no hay mucho que decir— se encoge de hombros—, vengo de Los Ángeles, tengo 2 hermanas menores, estudio psicología, tengo 21 años y debo admitir que ya te había echado un ojo antes, te he visto una que otra vez en el campus. Así que no dudé mucho al acercarme para ver si estabas bien.
Sonrío, hasta el momento no me arrepiento de haberle hecho caso a pepe el grillo.
—Cuéntame ahora sobre ti.
—Mi vida no es tan interesante— me encojo de hombros, me lanza una mirada de ¿en serio? Y yo decido contarle un poco de mi—, tengo 21 años también, soy estudiante de artes dramáticas, vivo solo con mi madre y mi abuelo, nunca he vivido en otro lugar que no sea Nueva York.
—¿Qué paso con tu padre?— me pregunta atento a mi respuesta.
—Falleció hace un par de años. — digo con nostalgia.
—Lo siento... yo no debí preguntar...
—No hay problema— me apresuro a decir—, ya he superado la etapa de no poder hablar sobre eso, lo extraño, pero acepté ya que es parte del siclo de la vida, y que al menos tengo buenos recuerdos de él.
—Eso es realista, y doloroso a la vez. — sonrío levemente ante su comentario.
—La vida te enseña que debes ser realista y sentir dolor a le vez. — le digo para luego beber de mi bebida.
—¿Por qué estabas llorando?— me pregunta haciendo recordar el momento más humillante que había vivido hasta ahora.
—No quiero hablar de eso ahora. — le digo apartando mi mirada, rogando por que no insistiera más.
—No hay problema. — me dice tranquilo.
Le agradezco con la mirada y cambiamos de tema.
***
Salimos de la cafetería, me dijo que iba tarde para su siguiente clase, pero que en definitiva teníamos que volver a encontrarnos.
Acepté obviamente y compartimos nuestros números telefónicos para estar en contacto.
Ya me había pasado las dos primeras clases, pero decidí ir a la tercera, con algo más me tenía que despejar la mente.
Agradecí que la Universidad y Nueva York fueran lo suficientemente grandes para no tener que volver a toparme con personas que no quería volver a vez en mi vida.
Volví a mi casa completamente agotada mentalmente, también porque los medicamentos estaban algo fuertes.
Todo lo que había sucedido volvió a mí, esta vez con más ganas de llorar.
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