Capítulo 1

Narra autora

Era una noche inusualmente fría en Metrópolis, las nubes oscuras y espesas habían cubierto la luna dejando la ciudad en una penumbra algo inquietante y perturbadora, en una noche como esta Izan Romanoff nunca esperó volver a encontrarse con su hermana menor después de veinticinco años sin tener un mínimo de contacto.

- ¿Qué haces aquí? - habló Izan con voz áspera y gruñona.

El aliento del hombre exudaba un olor fétido a alcohol fuerte que hizo que la mujer arrugara la nariz y hiciera una mueca de disgusto.

- Buenas noches para ti también, hermano mayor – el sarcasmo y la ironía goteaban de cada palabra de la mujer.

- Mary, en serio, ¿qué carajo haces fuera de mi maldita casa a las tres de la mañana?- gruñó Izan con evidente cansancio y frustración.

- Vine a dejarte un paquete no deseado – respondió Mary y sin dejar que su hermano respondiera, dejó caer en sus brazos un pequeño bulto envuelto en una gruesa manta de lana.

- ¿Qué? - Izan sostuvo torpemente el bulto - ¿Qué diablos quieres decir? - El hombro miró de reojo a su hermana mientras acomodaba el pequeño bulto.

- No tiene nombre, ni siquiera sé si es niño o niña, aunque en realidad no me importa, puedes cuidarlo o abandonarlo, eso lo dejo a tu criterio, solo ni se te ocurra devolvérmelo – habló Mary rápidamente y con un tono despectivo e insensible.

- ¡Espera un segundo, mocosa sin alma! - Izan gruñó en voz alta y acunó el bulto (el bebé. Dios, era un bebé) y miró con renovada ira a su hermana menor - ¡Eres una descarada! ¡Tuviste un hijo y ahora me estás dejando la responsabilidad a mí! - ¡No era una pregunta, por supuesto que no lo era!

Mary Romanoff miró con indignación a su hermano mayor.

-¿Qué se supone que debo hacer con un parásito? - preguntó con irritación - ¡Solo tengo veinte años! ¡No voy a arruinar mi vida por un error! - prácticamente chilló mientras hablaba.

- ¿Y crees que porque tengo cuarenta y cinco años sé cómo criar y cuidar niños? - Izan reajustó su agarre sobre su pequeño sobrino o sobrina para que el bebé pudiera estar más cómodo.

Mary miro con fastidio a su hermano mientras rodaba los ojos con claro disgusto y desdén.

Izan miró con decepción y asco a la mujer que tenía frente a él y, decidido, tomó una decisión.

- Vete, sal de aquí. No quiero volver a ver tu estúpida cara nunca más – Izan tenía el ceño fruncido.

Mary lo miró con expresión de absoluto aburrimiento y sin mediar palabra abandonó la casa de su hermano y a su bebé sin ningún remordimiento ni vacilación. Ya lo había decidido, si no lograba que el amor de su vida se quedara con ella, ese parásito no le servía de nada.

Izan Romanoff cerró la puerta de su casa con un profundo suspiro. Apoyó la cabeza contra la puerta y suspiró de nuevo antes de mirar con lástima y tristeza al bebé.

- Lo siento mucho, amigo – le susurró Izan al pequeño bebé que aún no había tenido el coraje de ver.

Dejando escapar otro profundo suspiro (Maldita sea, está suspirando mucho esta noche), Izan tomó una de sus manos callosas hacia un extremo de la manta y con cuidado y lentamente descubrió el rostro de su sobrino o sobrina.

Bajo aquella manta de lana gruesa y suave lo saludaba una carita pequeña, redonda y ligeramente roja, con una pelusa de pelo negro ondulado decorando su cabecita, junto con un lunar debajo de sus dos ojitos, el bebe tenía además las pestañas más largas y abundantes que el hombre había visto en su vida.

Este bebé era la viva imagen de su padre, solo los lunares y el hecho de que su cabello fuera ondulado delataban los genes de Mary Romanoff.

Un jadeo escapó de los labios agrietados de Izan.

- Oh, Dios mío. Eres el bebé más lindo del mundo. - Los ojos de Izan se llenaron de lágrimas. - Y eres un niño. - Una sonrisa temblorosa adornó el rostro duro del hombre.

El pequeño bebé se movió un poco antes de estornudar adorablemente y comenzó a abrir lentamente sus grandes ojos.

Izan jadeó audiblemente al ver los impresionantes ojos azules que lo miraban con tanta curiosidad e inocencia infantil.

- Hola pequeño, soy tu tío – lo saludó con una sonrisa tonta en su rostro.

Su actitud difería abismalmente de cómo se había comportado con su hermana al principio.

El bebé lo miró con sus grandes ojos azules antes de bostezar y volver a dormirse.

Izan, embelesado por la absoluta ternura de su sobrino, se sentó en el suelo con la espalda apoyada contra la puerta.

- Mary es una idiota, amigo – le dijo Izan suavemente a su sobrino – pero no te preocupes amigo, no te dejaré colgado – le prometió el hombre mientras le daba un pequeño beso en la frente a su sobrino.

El bebé apenas se movió un poco en los brazos de su tío, inconsciente y totalmente despreocupado de lo que pasaba a su alrededor el pequeño bebé continuó durmiendo.

------------------------------🕷️

Izan Romanoff se cubrió el rostro con sus manos callosas, ocultando un patético sollozo que logró escapar de entre sus labios agrietados.

Habían pasado apenas dos semanas desde que su sobrino llegó a su miserable vida y ahora tenía que renunciar a su angelito.

Él le había prometido que nunca lo abandonaría y ahora estaba haciendo exactamente lo que dijo que NO haría. Había roto tantas promesas a lo largo de su vida que se engañó a sí mismo creyendo que esta vez podría cumplir una de ellas.

Le habían diagnosticado un cáncer cerebral, glioblastoma multiforme. No tenía forma de escapar de ese horrible final.

La ira y la desesperación se extendieron por su pecho. Quería golpear la pared hasta que le sangraran los nudillos, quería gritar hasta quedarse ronco y quería llorar hasta secarse por completo.

Pero tenía que ser fuerte por el pequeño Romanoff. Si no podía cumplir su promesa, tenía que llevarlo con su padre biológico y asegurarse de que el pequeño Romanoff viviera una vida feliz, siendo cuidado, protegido y amado.

Izan miró su reloj con tristeza, el paquete ya debería estar llegando.

Se escuchó un fuerte golpe en la puerta de su casa, según sus pensamientos el paquete ya había llegado.

El hombre se levantó y caminó lentamente hasta la entrada de su casa. Por un segundo Izan dudó en abrir la puerta, no quería hacer esto, no quería abandonar a su pequeño sobrino, quería ser parte de la vida del pequeño Romanoff, quería verlo crecer, escuchar sus primeras palabras, verlo caminar por primera vez, llevarlo a la escuela, verlo triunfar en la vida.

Dios, ¿por qué la vida tenía que ser tan malditamente injusta?

Izan se pellizcó el brazo con fuerza hasta dejar una marca roja e irritada, ahora con renovado coraje abrió la puerta para encontrar un gran sobre dejado en el suelo de su entrada.

El hombre miró a su alrededor antes de recoger el sobre y cerrar rápidamente la puerta.

El pequeño bebé Romanoff seguía durmiendo en la cama de Izan, protegido por gruesas sábanas y almohadas que evitarían que se cayera de la cama, sin saber que el sobre que sostenía su tío contenía toda la información de la identidad de su padre biológico.

- Vamos hombre, eres Izan Romanoff, ex jefe de la mafia rusa más grande y temida que jamás haya existido en todo el maldito mundo, esto no es nada – Murmuró con voz irritada, tirándose de su castaño cabello antes de abrir el sobre.

Izan soltó una risa histérica.

- Maldita perra, tantos gilipollas con los que podrías haberte acostado y decidiste follar con un pez gordo - gruñó Izan sintiendo que la ira volvía a aumentar. 

Miró al pequeño bebé Romanoff, que dormía sin preocupaciones. Izan inhaló profundamente mientras se sentaba en la silla de madera junto a su cama.

Izan agarró su teléfono y marcó amargamente su contacto de emergencia.

- Aquí el oficial Gordon – se escuchó una voz gruesa y firme desde el otro extremo de la línea.

- Cuánto tiempo sin saber nada, viejo amigo - saludó Izan con voz cansada.

- Izan, ¿de verdad eres tú? - La sorpresa y la incredulidad se reflejaron alto y claro en la voz del viejo oficial.

- ¿Ya no reconoces a tus viejos amigos? Eso me duele, Gordon – dijo Izan con fingida tristeza.

- No, claro que te reconozco, viejo amigo, sólo que me sorprende volver a saber de ti. 

Izan podía escuchar perfectamente la felicidad que emanaba de las palabras de su alma gemela.

- ¿Izan? – La voz de Gordon sonó confusa ante el silencio de su amigo – ¿Sigues ahí, hermano? 

- Sí, lo siento, por un segundo me perdí en mis pensamientos – sonrió Izan con tristeza.

-Ja, ja, nunca cambias, ¿eh? 

Izan se mordió el labio inferior, la culpa lo ahogaba sin fin. Su alma gemela, prácticamente su hermano de otra madre, James Gordon, sonaba muy feliz de saber de él nuevamente y solo lo estaba llamando para darle malas noticias.

Era un idiota, pero aún así tenía que hacerlo.

- Jim, hermano, me quedan pocos días de vida - Izan fue directo al anunciar su sentencia de muerte, no quería evadir más el tema y su hermano merecía honestidad, no mentiras ni engaños.

- Estás bromeando ¿verdad? – susurró James con la voz estrangulada por el nudo que se estaba formando en su garganta.

- Me diagnosticaron cáncer cerebral. 

Un profundo silencio siguió a su declaración, solo se escuchaba una respiración rápida en el otro extremo de la línea e Izan ya se sentía peor que antes.

- Lo siento – susurró con pesar. 

—¿Cuánto tiempo te queda de vida? —preguntó Gordon, con su voz carente de cualquier sentimiento.

- Dos semanas... quizá ni siquiera llegue tan lejos - admitió con voz teñida de amargura.

- Yo... ¡joder, sólo joder! - Se oyeron fuertes golpes al otro lado de la línea.

- Necesito que me hagas un favor. - Sabía que era egoísta, pero su sobrino era más importante.

- Izan Romanoff - Gordon inhaló profundamente mientras decía su nombre completo con lo que parecía ser una nota de advertencia.

- Por favor, eres el único a quien le puedo pedir esto – suplicó Izan mientras se cubría los ojos con la mano izquierda.

Un pequeño suspiro se escuchó del otro lado.

- Dime, haré todo lo que pueda para cumplir tu última voluntad - prometió James Gordon e Izan supo que el futuro de su sobrino ya estaba asegurado.

-------------------------------🕷️

- Jim, es bueno verte de nuevo – Batman le sonrió levemente a su amigo.

- Batman necesito hablar con Nightwing urgentemente 

Batman levantó una de sus cejas con absoluta curiosidad bien disimulada por su máscara a petición de Jim.

- Por supuesto, me pondré en contacto con Nightwing tan pronto como tenga la oportunidad – le aseguró Batman, pero el oficial Gordon negó con la cabeza en lo que parecía desesperación. 

- Por favor, debe ser ahora – pidió el oficial con una ligera nota de angustia en su voz.

- Está bien, pero necesito que me digas qué está pasando.

El oficial Gordon se acercó a Batman y le susurró muy suavemente al oído, quien si no fuera por la proximidad del justiciero no habría podido escuchar sus palabras.

- El hijo de Nightwing lo necesita, ahora.

La expresión de absoluto shock que había adquirido el rostro de Batman era digna de un retrato.

🕷️——————————🕷️

Estoy obsesionado con las historias de Dick Grayson siendo el padre biológico de Peter, así que decidí hacer mi propia historia, ¡espero que la disfruten!

Si te gusta no olvides comentar y decirme que opinas! 👀

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top