🎬 Epílogo 🎬
—Alguien muy importante para mí me dijo una vez que la vida no es una película. Definitivamente no lo es, no hay guiones ni manuales que nos enseñen a ser mejores personas, mejores amigos, mejores parejas o mejores padres, no hay directores ni asistentes de cámara, no hay maquilladores que cubran las cicatrices de los dolores que causan los errores. No hay posibilidad de regrabar escenas ni hay finales felices o tristes.
»La vida es cada día y lo que vamos creando en ella, las páginas en blanco que vamos escribiendo, las relaciones que vamos formando, el perdón y el amor, las nuevas oportunidades, y por supuesto también las caídas y los errores que nos hacen más fuertes. Los finales no existen, al menos no hasta que uno fallece, y aún así, me gusta creer que no es un final, sino un hasta pronto.
»La vida está llena de sorpresas, de situaciones que se suceden cuando menos lo esperas y de otras que esperas demasiado y nunca llegan. No hay nada cierto más que lo que somos y lo que cargamos en nuestra mochila, como se refiere Ramiro a los valores y sentimientos que llevamos dentro.
»Otra diferencia que veo entre la vida y las películas son los villanos. En las películas siempre hay un malo, un villano, esa es la manera en que se hacen alegorías a las dificultades por las que el personaje pasará para llegar a su final deseado... sin embargo, en la vida no siempre son tan visibles, la mayoría de las veces somos nosotros mismos los villanos que sabotean su propia existencia, somos los que nos lo complicamos todo...
»Hace muchos años atrás jamás hubiese pensado que hoy estaría aquí dando clases, estaba tan dolida que lo único que deseaba era alejarme del cine para siempre, pero el tiempo pasó y me di cuenta de que muchas veces solo basta un gesto para hacer un pequeño cambio, y un pequeño cambio sumado con otro pequeño cambio que haga alguien más y otro pequeño cambio, suman finalmente un gran cambio.
»Pueden llamarme idealista, a lo mejor es consecuencia de compartir mi vida al lado de uno, se me pega la utopía y la esperanza que él transmite, pero me gusta pensar que de lo malo puede salir algo bueno y que nunca es tarde para hacer pequeños cambios.
»Por eso estoy aquí, porque quiero prepararlos para el mundo en el que están intentando entrar, quiero darles mi grano de arena y hablarles de esa vida para que no los tome de sorpresa. Seré lo más sincera posible con ustedes y quiero que sepan que pueden preguntarme lo que deseen, la idea es ir más allá de los conocimientos técnicos sobre actuación.
»Es un gusto compartir este semestre con ustedes, lo único que necesitarán para esta clase es creer en ustedes mismos, puede parecer sencillo, pero les aseguro que no siempre lo es.
Los alumnos del primer semestre estallan en aplausos y una vez que regresa el silencio, dedico la primera clase a conocerlos a cada uno.
Hace cuatro años que estoy como docente de Actuación frente a cámaras en la Carrera de Actuación, llegué aquí reemplazando a una compañera que se retiró y me preguntó si me interesaría formar parte. Al principio me negué, no me sentía lista para hacerlo, pero Ramiro me dijo que no había nadie mejor que yo para el cargo, había actuado toda mi vida, ¿cómo podría costarme enseñar aquello que en el fondo amaba?
Luana y yo seguimos con el negocio, he abierto otros más, y de vez en cuando Ramiro y yo actuamos en teatro, sobre todo cuando vamos por su ciudad y nos invita su antiguo grupo. Es divertido y me relaja.
Mi mundo ha dado un giro enorme y mi círculo de personas se ha ampliado inmensamente. Nuestras hijas hijas: Crystal y Amaia, crecen rodeadas de amigos y primos. Los hijos de Renata, los de Verónica, el de Luana y los de Sandra. Son todos como una gran pandilla que comparten secretos y travesuras alejados de las cámaras que todavía persiguen a mi marido, y ocasionalmente, a mí también.
Ramiro sigue en el cine, y sigue llevándolo todo con sabiduría y pasión. Seguimos enamorados como siempre, incluso más, porque los años y los problemas que nos ha tocado atravesar nos han fortalecido y unido. Mis suegros se han convertido en los padres que no tuve y puedo conversar con ellos cada vez que los necesito, mis hijas son afortunadas de tener un par de abuelos tan maravillosos.
¿Qué más puedo pedir? Tengo la mochila llena. A veces hay problemas, siempre los hay, pero ya he aprendido que todo pasa y que al día siguiente vuelve a amanecer, que el sol siempre sale incluso cuando el día está nublado y no lo vemos. Me despierto cada mañana con ganas de exprimir el día, Luana dice que tengo demasiada energía y que a veces se cansa solo de verme. Ramiro dice que brillo más que nunca, como lo hacía la niña que había venido de la luna con esos efectos especiales toscos de aquella época.
Ha hecho que mis hijas vieran mis películas viejas y las dos lo disfrutan una y otra vez. Dicen que están orgullosas de mí y que están felices de ser mis hijas.
Me acuesto cada noche en los brazos de mi esposo y cierro los ojos reconciliada con mi historia y agradecida con la vida. Sé que los problemas llegarán tarde o temprano, sé que habrá pérdidas, sufrimientos, lágrimas... caídas, dificultades... la diferencia es que ya no les tengo miedo, ya no dejo que se apoderen de mí. Les doy espacio a todos los sentimientos, a veces me enfado, otras me pongo triste o melancólica, a veces ni yo misma me entiendo, otras veces bailo bajo la lluvia como aquella vez con Ramiro.
Vivo.
Y eso es lo bueno de que la vida no tenga guiones, que yo misma puedo escribirlos a diario y cambiarlos si no me gustan, que soy yo quien marca su propio destino.
Soy libre.
Soy amada.
Soy feliz.
Y la vida no es una película, es mucho mejor que una.
Ahora sí, hemos llegado al final y como todos los finales se agradece la presencia y el acompañamiento desde quienes han estado aquí desde el día que la comencé a subir. Muchas gracias por sus comentarios, por sus mensajes, por amar a mis personajes y acompañarme en este viaje.
Ahora esta historia va para los wattys :) Deseenle suerte a Rami y a Ori
Besitos.
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