Capítulo 45 🎬
Estar aquí y verlo en escena en el teatro ha sido mágico, la cantidad de gente que ha llegado por su presencia y el enterarme de que es una obra benéfica calientan mi alma. Lo miro una y otra vez, disfruto de sus escenas, del talento que tiene y de lo mucho que le gusta estar allí. Sé que es él mismo, el chico del que me enamoré, ese que amo con locura.
Luana bromea diciéndome que se me cae la baba, y es un poco cierto, verlo en su ambiente, en su casa, con su gente, es tan estimulante. Es tan contrario a todo lo que conozco y tan mágico al mismo tiempo que solo logra enamorarme un poco más y darme ese empujoncito que requiero para hablarle con sinceridad y decirle todo lo que siento y lo que pienso, tenemos que solucionar esto de una vez por todas.
Luego lo veo firmar autógrafos y sacarse fotos, abraza a todos, habla con todos, disfruta de estar allí y no se cansa. Lo admiro por eso.
—Hola —Verónica se acerca a mí en un momento en que Luana ha ido al baño.
—Hola —saludo.
Las dos miramos a Ramiro y ella sonríe.
—Está feliz.
—Lo está —asiento.
—Te debo una disculpa —dice entonces y voltea a mirarme.
—¿Eh?
—Sí... por lo del beso... salió en las revistas y...
—Ha pasado mucho de eso y no tengo nada que decir al respecto... de hecho, te comprendo —admito.
—¿Sí?
—Sí... es imposible no enamorarse de él —afirmo.
—Bueno, por suerte todo eso ha quedado en el pasado ahora —comenta—, estoy saliendo con alguien y... bueno...
—Felicidades —comento ante su silencio.
—Oriana yo...
—Dilo, Vero. ¿Qué sucede? —inquiero.
—Él es mi amigo y deseo retomar la amistad en el punto en el que lo dejamos, al menos antes de que todo eso se mezclara...
—Me parece muy bien —afirmo—. Estoy segura de que te extraña y le haces mucha falta...
—¿Tú no te opondrás? —pregunta.
—¿Yo? Él y yo no estamos juntos...
—Lo sé, pero también sé que él te ama y deduzco por la forma en que lo miras que tú a él también... es cuestión de tiempo —comenta con seguridad.
Sonrío ante la esperanza que me brindan sus palabras.
—No me opondría a nada que lo hiciera feliz —digo completamente segura de todo lo que implican esas palabras, sus amistades, su historia, su carrera. Ella asiente.
—Espero que seamos amigas entonces —añade.
—¿Sí? —pregunto sorprendida.
—Sí, porque si pretendo mantener mi lugar de mejor amiga y tú el de su novia, sería bueno que nos llevemos bien, pero de verdad, ¿no lo crees?
—Me parece una idea genial —añado con diversión—, aunque todavía no sé si podré recuperar mi lugar.
—No seas tonta, Ramiro respira por ti, claro que lo harás... —La miro y se ve sincera, me agrada—. Estamos bien entonces —dice y yo asiento. Un muchacho se acerca a ella y me mira con curiosidad.
—¿También eres la mejor amiga de Oriana Iglesias? —inquiere confuso—. ¡Eso no me lo contaste!
Verónica se echa a reír.
—No, en realidad estamos afianzando el vínculo —dice con diversión antes de girarse a mirarme—. Él es Elías, mi novio y padre del bebé que espero —comenta y yo reacciono con sorpresa cuando ella se lleva la mano al vientre. Es una noticia hermosa y logra emocionarme, aunque intento controlarlo—. No me creía que era la mejor amiga de Ramiro —explica.
Yo sonrío viendo de uno al otro.
—Pues un placer, Elías, y muchas felicidades a ambos —respondo con diversión.
—¿Puedo quitarme una foto con ella sin que me pidas el divorcio? —bromea Elías mirando a Verónica—. Ninguno de los chicos del futbol me creerá si no llevo pruebas —Se excusa.
—¿Por qué me lo preguntas a mí? Tienes que preguntárselo a ella —dice Verónica encogiéndose de hombros.
—Sí, pero no quería que tú enloquecieras —bromea el chico que la besa en la frente con ternura y ella le da un golpe en el hombro. Entonces voltea a mirarme—. ¿Puedes? ¿Por favorcito? —me pregunta con cara de niño.
—¡Claro! —respondo y nos quitamos una foto juntos—. Ahora los tres —digo y abrazo a Verónica, ella sonríe—. Espero que no sea la última —añado mirándola y ella asiente.
Tengo la sensación de que estaremos juntos por mucho tiempo más, quizás en cumpleaños o a lo mejor en bodas... o a lo mejor solo un domingo en un almuerzo con amigos. La idea me agrada, soñar y visualizar un futuro en el cual Ramiro es parte de mi vida y yo soy parte de la suya me genera emoción.
—Vamos a saludarlo ahora —dice Verónica estirando de la mano de su novio y se despide de mí con un saludo.
Luana se acerca de nuevo y me trae un café.
—Es buena, Vero es muy buena —dice y yo asiento.
—Lo sé, sino no sería amiga de Rami, ¿no?
Luana se encoge de hombros y asiente.
Unos largos minutos después, cuando lo miro de nuevo, él me ve por fin. Le sonrío y saludo con la mano, y él devuelve el saludo. Firma un par de autógrafos más, se saca un par de fotos y luego camina hacia mí, y entonces las piernas comienzan a temblarme.
—Hola...
—Hola... ¿Viniste? —inquiere con sorpresa.
—Eso parece —bromea Luana—. Los dejo, hay cosas que tienen que hablar —añade, me guiña un ojo para darme fuerzas y se marcha.
Ninguno de los dos se percata de nada, solo nos miramos.
—¿Tenemos que hablar? —pregunta y yo asiento—. ¿A dónde quieres ir?
—Me estoy quedando en el departamento de Luana, así que no sé a dónde podríamos ir...
—Yo me estoy quedando en casa de mis padres, así que no es buena idea ir ahí, no hay demasiada privacidad.
—¿Vamos a comer algo? Muero de hambre —pregunto.
—Vamos... podemos empezar por allí...
—Eso suena prometedor —bromeo para sacarle tensión al asunto.
—Esta vez vamos a hablar primero —dice él con picardía y yo pongo los ojos en blanco.
—Lo que tú digas...
Él solo niega divertido, pero me pasa la mano y así salimos del teatro y caminamos por las calles de su pueblo hasta un restaurante cercano donde tomamos una mesa un poco apartada del resto y hacemos nuestro pedido.
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