Capítulo 43 🎬
Volver a casa restablece el equilibrio de las cosas porque mi hogar siempre ha sido la raíz, llevo aquí un mes y todo se siente en orden y en calma. Al inicio me costaba ver mis posters y fotos de Oriana porque todo me recordaba a lo desconcertado y molesto que me sentía, pensé en quitarlo todo, pero no lo hice porque terminé convencido de que esa no era la solución. No se enfrentan los problemas ocultándolos, así que los dejé y decidí esperar un poco más.
La vida volvió a su curso cuando mis amigos empezaron a llegar y comenzamos a salir a bailar o a encontrarnos en casas de algunos. Todos me presentan a sus familias, algunos están casados y un par ya tienen hijos o están esperándolos. Me agrada verlos, reencontrarme con ellos y darme cuenta de que, aunque pase el tiempo y cada quién haya tomado su camino, seguimos siendo los mismos, nos reímos de las mismas cosas, nos burlamos de los mismos defectos y recordamos situaciones que nos hicieron felices.
Verónica también me ha llamado, nos veremos más tarde, cuando vuelva de acompañar a mamá del mercado. A mamá le encanta que la acompañe a todas partes, dice que es porque quiere exprimirme hasta el último segundo ya que luego me volveré a ir y no sabe cuando regresaré, pero la verdad es que le encanta pavonearse conmigo frente a sus amigas, todas la halagan por el hijo famoso y me piden fotos y ella no entra en sí misma de la emoción. Y si tengo que ser sincero, a mí me encanta verla así de orgullosa y feliz.
—Bueno, cuéntame de una vez por qué Oriana Iglesias te ha roto el corazón —me dice cuando regresamos del mercado.
—¿Y cómo lo sabes?
—¿Olvidas que te cambié los pañales? —bromea.
—Ay, mamá... es demasiado complicado —suspiro.
—Pues qué bueno, porque sino sería aburrido —añade cuando llegamos—. Ayúdame a guardar las cosas y comienza a hablar —ordena.
Yo sonrío y lo hago, hablar con ella siempre ha sido enriquecedor.
Le cuento entonces lo que sucedió entre nosotros, como ella se alejó antes de viajar, cómo me sentí dolido y ofendido, las cosas que hice en medio y las que no hice, su regreso, nuestra noche y nuestra discusión. Cuando acabo llevamos más de dos horas en el sofá con un té que está frío y con la panza llena de tarta de manzana.
—Vaya... —susurra—. Al principio pensé que lo de ustedes no tenía futuro, no creí que ella fuera a verte más que como un novato dulce al que corromper.
—¡Mamá!
—No me culpes, una lee cosas en las revistas de chimes de la farándula —exclama divertida—. Claramente estaba equivocada, le has hecho bien y ella te lo ha hecho a ti.
—¿Por qué lo dices? —pregunto con curiosidad.
—Porque la amas y el amor siempre hace bien...
—¿Incluso cuando no es correspondido?
—Pero si me has dicho que ella te ama también —se queja.
—Sí, pero no estamos juntos...
Ella hace un gesto con la mano y niega.
—A veces es un poco complicado —se encoje de hombros—. No, mejor, bastante a menudo el amor es complicado —se corrige.
—Pensé que tú y papá la habían tenido siempre fácil.
—¿Ves que eres iluso? Un poco de razón tiene la muchacha —añade con sorna y yo sonrío—. Tu padre y yo hemos andado mucho, hijo, y hemos tenido muchas crisis. La gente de hoy cree que el amor debe ser siempre bello y perfecto, que a la primera dificultad hay que separarse y buscar algo mejor, y así empiezan de nuevo una relación una y otra vez, porque siempre vendrán los momentos difíciles, con Juan o con Pedro —se encoje de hombros—, el tema es simple, es una elección. Uno elige amar a una persona, compartir la vida con esa persona y elegirlo una y otra vez... enamorarse una y otra vez, pero de la misma persona.
—¿Sí?
—Sí... No somos los mismos que éramos diez años atrás, ni veinte años atrás... cambiamos, la vida nos cambia, los problemas, las situaciones nos moldean...
—¿Entonces?
—Entonces solo debes decidir si realmente quieres tener una relación con esa mujer y si ella también lo quiere, y el camino lo harán juntos. Eso de que están en distintos lugares puede tener sentido en algún punto, pero aún así pueden encontrarse, ¿no? Es como cuando tú estás aquí y yo estoy en la casa de tu abuela... me llamas y me dices ¿nos vemos a las siete en la cafetería? Y los dos andamos hasta la cafetería, ¿no?
—Parece sencillo —murmuro con ironía.
—Y lo es... Dile lo que quieres y lo que esperas de ella, escúchala y plantéense qué pueden hacer para estar juntos, dónde pueden encontrarse, en cuál cafetería. ¿Lo comprendes? —asiento—. Sin reproches... No le digas más que tomó una decisión unilateral porque, aunque no deja de ser cierto, es algo que ella necesitaba hacer... porque una pareja está formada por dos personas que juntos son uno solo, pero en ocasiones son uno y en ocasiones siguen siendo dos... no hay que perder eso de vista nunca... A veces necesitas enfocarte en el otro, pero muchas otras necesitas enfocarte en ti mismo... siendo mejor para ti, eres mejor para el otro y viceversa... Ella necesitaba ese viaje tanto como tú necesitabas demostrarte a ti mismo que las fiestas y los desmadres no iban a cambiar tu esencia... ¿Cierto?
Asiento.
—Luana dice que es una buena persona... se llevan muy bien... —comenta.
—Lo sé...
—Ha tenido una vida dura, es normal que sea desconfiada... —añade con la mirada pensativa, como si le estuviera dando vueltas a las cosas.
—Cansa un poco tener que validar esa confianza siempre —me quejo.
—Lo sé... es un proceso... tú eliges qué es lo que vale la pena para ti...
Mamá se pone de pie y da por finalizada la conversación. Yo me levanto y le doy un abrazo antes de ir al ensayo de la obra que estamos preparando con mi antiguo grupo de teatro. La paso bien allí, me distraigo y me dejo llevar por ese mundo que siempre he amado y por mis amigos de toda la vida, aquellos que me conocen como soy y que nunca ponen en duda mi capacidad de ser yo mismo.
Verónica me encuentra a la salida y vamos a tomar un café.
—¿Cómo estás? —inquiere con una sonrisa dulce. Llevamos mucho sin vernos y sin hablar más que de vez en cuando, supongo que la relación se dañó un poco más de lo que esperaba.
—Bien, ¿tú?
—Bien, con trabajo y proyectos.
—Me alegra oír eso. ¿En qué proyectos andas? —pregunto con verdadera curiosidad.
—Bueno, muchos... voy a mudarme con mi novio... —dice con emoción.
—Ni siquiera sabía que estabas de novia —susurro.
—Bueno, hemos perdido el contacto...
—Lo sé, lo siento...
—Si tengo que ser sincera, es algo que esperaba que pasara, ¿sabes? Nadie tiene un mejor amigo que es estrella del cine y sigue como si nada... las cosas cambian —añade con dolor.
—¿Estás diciendo que he cambiado? Sigo siendo el mismo, Vero... —Me dolía que ella pensara aquello.
—Sí, puede ser, pero también es cierto que las circunstancias que te rodean te cambian, tarde o temprano. Ya no tienes mucho tiempo para compartirlo conmigo... nuestros mundos son distintos.
Sus palabras me duelen y me frustran, porque son iguales a las de Oriana.
—Odio todo eso de los distintos mundos, me hace sentir mal, siento como si mi decisión de ir por mi carrera les afectara a todos para mal...
—No es eso, Rami... También tengo parte de culpa, te asusté con el beso y... era lógico que tomaras distancia... —añade encogiéndose de hombros.
—No me asustaste, solo... no sabía cómo seguir y no quería lastimarte...
—Lo sé... Rami, me confundí... lo mezclé todo, pero eres muy importante para mí y no quiero estar lejos de ti, quiero que formes parte de mi vida y de mis proyectos, quiero que mi bebé te diga tío.
—¿De qué bebé hablas? —inquiero y ella sonríe—. ¿Es en serio?
—Sí... —afirma con emoción.
—¡Felicidades, Vero! —exclamo me levanto para abrazarla.
Ella me abraza también y dejamos que el tiempo y la distancia se evaporen para volver a ser los amigos que fuimos antes.
Nos pasamos el resto de la tarde poniéndonos al día en todo lo que respecta a nuestras vidas y contándonos todo como antes.
—La amas, díselo...
—Lo sabe, Vero... A lo mejor todos tienen razón y el amor no es suficiente...
—No, ese que habla no eres tú, tú no te dejas vencer por nada ni por nadie, tú vas por lo que quieres y logras todo lo que sueñas...
Sonrío porque ella me conoce, porque sigue viendo en mí al mismo de siempre. Por un minuto me planteo si acaso no serán los demás los que te cambian, la falta de fe de la gente, la negatividad de los que te rodean, aquellos que esperan que caigas solo porque ellos cayeron antes... Su fuerza me da ánimos y me devuelve un poco de confianza en mí mismo.
—Gracias... —susurro.
Ella no entiende muy bien porqué, pero a veces una palabra o un gesto desinteresado nos devuelve la fe en la humanidad y nos regala una sonrisa.
Salimos de allí y nos despedimos, promete ir a verme en el estreno de la obra y llevar a su novio para presentármelo, me dijo que le ha hablado mucho de mí porque él no le creía que fuera la mejor amiga del actor más cotizado del momento. Me pidió que se lo dijera, ya que hicieron una especie de apuesta, yo sonrío y le prometo que lo haré.
Quedan tres capítulos y el epílogo :)
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