Capítulo 32 🎬

En este ambiente no existen días laborales y días de descanso, cuando hay que grabar se graba hasta fines de semana o feriados, por lo que todo el mundo vive en una especie de burbuja completamente ajena al mundo real.

Las fiestas están cargadas de excesos, drogas y alcohol es lo más ligero que se encuentra por allí. El sexo es libre y a demanda, puedes encontrarte con personas desnudas en un pasillo o en una piscina, sobre todo cuando el aire huele a hiervas y a otras cosas que no soy capaz de reconocer.

Lo sé, sé que esto es peligroso, pero también sé que esto es parte del combo de pertenecer a este grupo. Cuanto más famoso eres más invitaciones recibes y más contactos haces, lo que redunda en nuevas oportunidades.

Oriana no lo entiende, no cree en mi capacidad de fingir que soy parte de ellos sin serlo en realidad. La he invitado a acompañarme para demostrárselo, pero no quiere hacerlo, prefiere quedarse en su casa frente al televisor o con un buen libro. No es que no la comprenda, pero también me gustaría tenerla a mi lado aquí, en esta fiesta, abrazarla y besarla, mostrarnos al mundo como lo que somos hace meses, una pareja.

Camila se acerca a mí con dos copas con un líquido rojo intenso, me pasa una y me sonríe. Es una de las protagonistas secundarias de la película que estoy grabando ahora.

—¿Quieres bailar? —inquiere.

Asiento y voy con ella a la pista, la música es ensordecedora y los cuerpos se menean frenéticamente al compás apretujándose unos a otros. Uno ve de todo en estas fiestas, pero calla porque si se hunde uno nos hundimos todos.

Bailamos mientras seguimos llenando de alcohol nuestros cuerpos. Estoy completamente borracho cuando alguien se acerca a nosotros con más copas. Camila me invita a salir a la terraza a tomar un poco de aire y la sigo, nos tumbamos sobre una manta tendida en el suelo.

—¿Qué tal con Oriana?

—Bien, ¿por?

—Es más que obvio que sucede algo entre ustedes, no van a poder seguir callándolo más tiempo —susurra—. ¿No es así?

Tengo la vista perdida en las estrellas y asiento.

—Ella no quiere que se sepa nada —murmuro apenas, de pronto tengo mucho sueño.

—¿Por qué? Estar con alguien como tú en este momento de su carrera le vendría fenomenal, la gente no la olvidaría.

—Oriana es inolvidable —atino a decir y sonrío.

Luego, el sueño se hace tan pesado, que ya no recuerdo nada y todo se vuelve oscuro. Cuando despierto, el sol está quemándome el rostro y siento mucho calor.

Niego con la cabeza, no debí tomar tanto así, miro mi hora y son casi las seis de la mañana, Oriana debe estar preocupada.

Me levanto de allí, sorteo algunos cuerpos dormidos o desmayados, paso por al lado de gente que sigue bailando, tomando o drogándose y voy camino a mi departamento. Antes de llamar a Oriana me doy un baño y me tomo un café bien cargado.

Tengo varios mensajes de ella preguntándome si ya había llegado y si estaba bien, normalmente suelo mandarle uno cuando llego, pero he tomado más de lo que acostumbro y esta vez se me ha pasado. No quiero llamarla aún porque es temprano y es probable que aún duerma.

Me acuesto a dormir con la idea de despertar en un par de horas y llamarla, pero cuando lo hago es de noche y al ver mi hora me doy cuenta de que llevo casi doce horas dormido. Cierro los ojos y niego, con temor reviso mi celular para encontrarme con sus mensajes llenos de preocupación.

Le respondo diciéndole que me he quedado dormido, que estoy bien y que si quiere voy a ir a verla en un par de horas, y en minutos recibo una llamada suya.

—¿Rami? ¿Estás bien? —inquiere asustada.

—Lo siento, creo que tomé más de la cuenta y me quedé dormido, estoy bien, de verdad.

—Ya... estaba... asustada... —suspira.

—Perdona. ¿Quieres que vaya a verte?

—Si quieres... si estás cansado y prefieres dormir...

—No, voy a ir... estoy bien...

—Bueno...

Cortamos y soy consciente por primera vez de sus palabras y su preocupación, hasta ahora siempre había logrado controlarme, pero esta vuelta no sé qué pasó, y al final siento que le he fallado.

No me gusta sentirme así porque no he hecho nada malo, por un instante me siento un adolescente que se enfrentará a su madre luego de haber hecho algo que la misma le había dicho mil veces que no hiciera, es como si fuera a recibir un castigo, y no me gusta esa sensación.

Aún así voy a su casa, consciente de que esa incomodidad solo está en mí, ya que ella no me ha dicho nada. La encuentro sentada en un sillón leyéndose un libro con una taza de té humeante en la mesa de centro.

—Hola —saludo al ingresar, hace meses me ha dado la llave de su casa.

—Hola —responde y levanta la vista del libro.

Me mira como si buscara en mi interior, como si intentara leer en mí algo que no le digo. No me agrada esa mirada.

—¿Cómo estás? ¿Qué haces? —pregunto y me siento en el sofá frente a ella.

—Nada, leyendo... ¿Quieres un té? ¿O prefieres un café?

—Un té estará bien, yo me lo preparo —respondo y voy a su rincón del café donde tiene todos los insumos.

Ella vuelve su concentración a la lectura, aunque podría jurar que no está leyendo en realidad, es como si de pronto hubiese una tercera persona entre nosotros, un fantasma, algo que se erigiera entre los dos y nos bloquea. No me gusta.

Me acerco con la taza y vuelvo a sentarme, unos minutos después ambos hablamos al mismo tiempo.

—Yo...

—Rami...

—Dime —digo y la miro.

Ella deja el libro a un lado y cruza las piernas como si fuera a hacer yoga.

—Te quiero —dice entonces y yo sonrío—, mucho...

—Y yo... claro que te quiero —respondo y la tomo de la mano con ternura.

—No quiero hacer mal las cosas contigo, no quiero equivocarme...

—Ni yo, pero a veces equivocarse es parte del proceso, ¿no?

—Sí, claro, pero hay cosas que prefiero evitarlas, Rami... Creo que estamos en momentos diferentes de nuestras vidas y no sé si estar juntos ahora será la mejor opción para los dos.

—¿Cómo? —inquiero confuso—. Acabas de decirme que me quieres...

—Y justo por eso, porque te quiero y no quiero que terminemos por hacernos daño...

—No lo comprendo. ¿Es porque no te avisé anoche? Me quedé dormido, tomé mucho, lo siento... —Vuelvo a sentirme como el adolescente a punto de ser castigado.

Ella niega.

—No lo sientas, es tu vida, son tus decisiones, eres adulto... No estoy enfadada contigo y no dudo de ti, no tienes que darme explicaciones...

—P-pero...

—Pero necesitamos un espacio, Rami...

—¿Estás terminando conmigo? —inquiero.

Ella suspira.

—No lo sé, suena raro pedir un tiempo porque me parece absurdo, pero creo que lo necesito. Cuando te conocí estaba realmente mal y tú me mostraste un camino distinto, me gusta ese camino y quiero caminarlo, pero siento que tú necesitas ir por otro sendero ahora mismo. Siento que los dos debemos andar por separado un tiempo... y quizá más adelante... —suspira.

—No comprendo, ¿me quieres, pero no quieres estar conmigo? —pregunto.

—Claro que quiero estar contigo... pero necesito estar conmigo primero. Me gusta la persona que soy ahora y mucho de eso te lo debo a ti, lo sé, pero necesito afianzarme con esta mujer en la que me he convertido, conocerme mejor, estar conmigo misma...

—¿Y yo te molesto para eso? —inquiero casi con enfado.

—No, solo que tú no estás en la misma página ahora mismo y tú también necesitas espacio para ir por el camino que estás descubriendo y decidir qué quieres hacer o quién quieres ser sin la presión que te significa no defraudarme o ser la persona que yo espero, Rami. Yo no quiero eso para ti...

Suspiro y niego.

—Te amo, Oriana —murmuro y la miro—. No quiero alejarme de ti... ¿Es por las fiestas? ¿Es por eso?

—No —responde—. Es por mí y es por ti, es por nosotros...

—No lo comprendo...

—Quiero hacer un viaje...

—¿A dónde?

—No lo sé, a algún lugar lejano en donde pueda aprender a ser alguien que no soy aquí, donde pueda escucharme y conocerme... A lo mejor un viaje por varios puntos... no lo sé aún...

—Estoy de acuerdo con eso, pero ¿por cuánto tiempo? ¿Por qué quieres terminar lo que tenemos?

—Porque necesito hacer esto sola, Rami...

—¿No me queda nada por decir que te haga cambiar de opinión entonces? —cuestiono luego de mirarla por un rato como si intentase descifrar su mente, ella niega—. Si la decisión está tomada... —digo con dolor y despecho.

—Lo siento... —interrumpe.

—Es la primera vez que alguien me dice que me quiere y luego que quiere terminar conmigo —susurro.

Ella niega.

—No te das idea lo mucho que te quiero y no lo comprendes, pero es por eso mismo que he tomado esta decisión. Si seguimos juntos nos vamos a dañar, Rami, y no quiero eso...

—Pero esto no es precisamente algo que no me haga daño —murmuro.

—Confía en mí, es lo mejor...

—¿Entonces es eso? ¿Acaba así? ¿Acaba aquí? ¿Nada más? —inquiero con dolor.

—No creo que acabe, creo que es un paréntesis... como cuando acaba la primera temporada de una serie... —dice con una sonrisa dulce.

—¿Y habrá una segunda? —pregunto confundido.

Ella se encoje de hombros.

—El tiempo lo dirá... A lo mejor nos encontramos por el camino...

—Estás tomando una decisión con la que no estoy de acuerdo, quiero que lo sepas, pero te respeto y no puedo hacer más que aceptarlo —admito.

—Y te agradezco por ello...

Me levanto y la beso en la frente antes de salir, me siento dolido, defraudado, abandonado y molesto y no quiero quedarme en su casa ningún segundo más. Ella amaga tomarme de la mano, pero me suelto y niego, le regalo una última mirada y me voy.

Hay dolor en su mirada, pero no hace nada y no logro comprenderla, voy hasta mi departamento y me acuesto a dormir, no tengo ganas de nada más.

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