Capítulo 19 🎬

Miro el calendario y veo que ya vamos a mitad de setiembre, este año se me va a toda velocidad. Ya hace cuatro meses que comenzaron las grabaciones y hace dos que Ramiro y yo salimos todos los sábados con una máscara verde para que yo pueda hacer las cosas normales que siempre quise hacer.

Es divertido, lo paso genial y desde que lo hacemos me siento distinta. Es como si comenzara a descubrir una parte de mí que no sabía que existía, una parte que me agrada, una Oriana mucho más libre y espontánea que no tiene que estar preocupándose a cada rato por esconderse o protegerse.

La vida de Ramiro también está cambiando, ya lo reconocen por las calles y a diario unas cuantas muchachitas hormonales lo esperan en el ingreso del set con la esperanza de verlo llegar o marcharse. Él siempre sale un rato a tomarse unas fotos con ellas o firmarles autógrafos, lo admiro por la humildad que conserva y porque lo vive todo al máximo y a mí me encanta eso, lo envidio un poco.

Este fin de semana no vamos a salir, va a venir su amiga, Verónica, y él quiere pasar tiempo con ella. Me parece lo justo, pero no sé cómo me siento al respecto. Cuando me lo dijo, me enfadé, como si fuera una niña pequeña a la que le sacan un juguete. No se lo dije, por supuesto, pero así me sentí. Tenía ganas de patalear y hacer un berrinche. Ni siquiera sé por qué.

Ramiro me preguntó si Verónica podría cenar con nosotros el sábado, quiere que me conozca y organizará una cena en su departamento. Le pregunté si ella iba a quedarse allí y me dijo que sí, y algo me golpeó en el centro del estómago tras esa respuesta.

Ridícula. Sí, lo soy, pero él es mi amigo y no quiero compartirlo. No tiene sentido ya que antes de ser mi amigo lo era de ella y siento que no puedo competir con la amistad que tienen, y quizá sea eso lo que me tiene así.

Además, las escenas más íntimas comenzarán a rodarse el próximo lunes, y me siento ansiosa por eso, no sé bien por qué, no tiene sentido, pero al parecer últimamente nada tiene sentido.

Las cosas que hacemos los sábados nos acercan bastante, hemos ido a cabalgar, a visitar el jardín botánico, a hacer un picnic en un parque ecológico, a correr, a caminar por la playa, a pescar, a escalar una montaña, entre otras cosas. Uno de esos sábados, salimos en una página de Instagram de curiosidades de la ciudad, nos habían sacado una foto y decía que se nos había visto ya con esas máscaras en otros lugares. Se preguntaban quiénes seríamos y por qué las máscaras.

Pero esa máscara es mi pase al anonimato, una vez la relacioné con aquella careta verde que usaba Jim Carey en la película La máscara, y es que para mí tenía magia. Una vez que me la pongo, soy yo, la persona que deseo ser, la chica sencilla que ha vivido encerrada toda su vida.

Me encanta abrazar a Rami cuando vamos en la moto, es como si durante ese momento tuviera licencia para tocarlo un poco más, para olerlo, para sentir el calor de su cuerpo contra el mío. También me encanta liberar los brazos cuando la carretera va libre y gritar, es como si sacara de dentro de mí un montón de basura que se ha ido acumulando con el tiempo.

Le debo mucho a este chico. Sara dice que ando de mejor humor, y es así, quizás esas salidas fueran la causa, quizás era necesario que me soltara un poco. No se puede vivir la vida tras una ventana, y las salidas con Ramiro son como el día libre de un carcelero, como la única oportunidad de ver el mundo y ser parte de él, y eso me hace ansiar esos momentos cada semana.

Sí, ya sé que estuvo cortito... Les subo otro por eso :)

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