Capítulo 15 🎬

La niña que venía de la luna trataba de una niña que se llamaba Annya, bajaba a la tierra en las noches de luna llena y buscaba a niños y niñas que estaban tristes o tenían algún problema. Ella tenía un corazón hecho de piedra lunar que era visible a través de su piel casi transparente. Cuando Annya encontraba algún niño triste, colocaba su mano izquierda extendida sobre su frente y luego sobre su corazón, este brillaba con intensidad y transfería un poco de su poder a ese niño. Con ese gesto ella otorgaba alegría y esperanza. Cada niño que Annya tocaba tenía la misión de extender esa esperanza y esa alegría a otros niños y de esa manera, el mundo terminaría siendo un lugar mejor.

Era una serie inocente y cargada de magia para los más pequeños de la casa, Oriana tenía la belleza y el carisma que transformó a Annya en el personaje favorito de toda una generación. Las niñas se disfrazaban de ella, las fiestas de cumpleaños eran temáticas de la serie, se vendían corazones y collares de piedra lunar, era un mundo en el cual Annya era la reina.

Y yo era uno de esos niños que soñaba con ella y con ser tocado por su corazón de luna.

Como ahora, que dormía en su cama... bueno, la cama de la habitación de huéspedes de su casa, y había sido tocado por su sonrisa, su mirada y su corazón de luna.

Oriana era como Annya, hermosa, luminosa e inalcanzable, solitaria y lejana, brillante y perfecta. Sin embargo, en cuestión de días me había acercado a ella y ella había dejado en mi pecho un poco de su corazón de luna.

Suspiro.

Compartir con ella detalles de su vida es más de lo que he soñado alguna vez y esta noche siento que estoy en la luna, con ella.

Con esa idea me levanto a mirar la ventana para ver cómo está la luna, y casualmente, está llena. Sonrío.

Necesito idear la manera de hacer que Oriana viva las situaciones que desea vivir, que pueda experimentar al menos algunas de las cosas que se perdió a lo largo de su vida, quiero darle esa alegría, cumplirle ese sueño en agradecimiento a este que ella me ha cumplido a mí.

Con ese pensamiento me acuesto a dormir, y cuando despierto, la encuentro en la cocina, vestida con una camisa larga y el cabello sujetado en una coleta, conversa con Sara y sonríe.

—Ya estaba por ir a despertarte, tenemos que ir por tu casa para que te cambies antes de volver al set —dice y yo asiento—, ven a desayunar —llama.

Sara me regala una sonrisa y me sirve, luego se retira.

—¿Has dormido bien? —inquiero y ella asiente.

—¿Tú?

—También... —respondo y la observo.

—No me mires así, acabo de despertar —dice como si necesitara excusarse.

—Estoy pensando que te ves más linda que nunca —digo y ella se sonroja, eso me encanta, nunca la había visto así, más vulnerable y humana.

—Voy a cambiarme y nos vamos —añade y yo asiento.

Maneja hasta mi departamento y sube conmigo, es pequeño en relación con su casa, pero no me avergüenzo, de hecho, estoy orgulloso de este pequeño espacio porque es el primero que puedo pagar yo mismo de mi trabajo.

—Me gusta —dice antes de sentarse en el sofá—, anda... te espero —añade.

Voy a mi habitación, me doy una ducha rápida, me cambio y vamos al set. Soy capaz de oír algunos cuchicheos cuando nos ven llegar juntos, y también veo las miradas de curiosidad o asombro. Los dos lo ignoramos y sin decirnos nada cada uno se dirige a su camerino.

Una vez dentro me echo en el sofá, pongo a cargar el celular que se me apagó la noche anterior y comienzan a llegar los mensajes.

«Te extrañé anoche, tenía muchas ganas de hablar contigo. ¿Estás bien? ¿Qué sucedió?».

A Vero solo le había enviado un mensaje que decía que había surgido algo y no podría conectarme.

«Buenos días, Vero, estoy bien, solo tuve una reunión importante... Podemos hablar esta tarde si deseas, yo te aviso en cuanto me libere».

Prefiero no decirle nada, o al menos no hasta que hablemos por videollamada, no quiero que saque conclusiones extrañas.

El día se me hace largo y extenuante, será porque he dormido muy poco, Oriana se ve igual de cansada y no tenemos mucho tiempo de conversar entre las grabaciones, en el horario de almuerzo salgo a dar una vuelta con un par de actores secundarios, mi amigo Miguel y otro chico que se llama Andrés.

—¿Qué hay con Oriana? —inquiere Miguel.

—Nada, somos amigos, o eso creo —respondo.

—Es raro, esa mujer es extraña y es una pena, es hermosa.

—No creo que sea extraña, pienso que es resultado de la vida que ha llevado —digo y él asiente.

—Yo diría que tengas cuidado —comenta Andrés—, se dice cosas de ella... a lo mejor solo te usa para que su carrera no termine de caer en el abismo...

—No lo creo, es solo una mala racha y seguro pasará —respondo sin darle mucha importancia.

—¿Te la vas a tirar? —pregunta Miguel.

Yo lo miro con el ceño fruncido, no creía tener esa confianza como para hablar con ellos así.

—No es mi intención, ¿por qué?

—Porque eso es lo que hacen todos ¿no? Acercarse a las estrellas como ellas, bonitas e inalcanzables e intentar un buen polvo. Al menos yo no lo dudaría... Y no creo que ella se niegue, se sabe que no es tan difícil.

No me gusta escuchar hablar así de ella.

—Yo solo quiero su amistad, no pretendo más —respondo.

—Estás muy nuevo —dice Andrés—, debes aprovecharte de tu éxito y tirarte a todas las que puedas, ¿acaso no te das cuenta cómo te miran las chicas? Pronto también tendrás tus propias seguidoras que se arrojarán a tus brazos.

Yo niego, no me gusta esta conversación.

—Bueno, supongo que no soy esa clase de persona.

—Bah, todos piensan lo mismo al inicio.

Dejo pasar un rato para no ser demasiado descortés y luego finjo tener que regresar, esta conversación me ha molestado bastante, estoy un poco harto de esto de que la fama o el éxito me cambiarán, en realidad no lo deseo.

Camino hasta mi vestuario y la veo, está hablando con Alessia, me regala una media sonrisa y yo le respondo y voy a mi vestuario a cambiarme y repasar un poco las líneas de las escenas que me quedan por grabar esta tarde.

Mañana es viernes, tengo libre y quiero ver lo de la moto, por la noche es la fiesta que teníamos pendiente desde el inicio del rodaje. Hoy estoy agotado y un poco de mal humor, pero aun así continuo mi día de la mejor manera posible.

Por la tarde, y luego de acabar de grabar, me retiro a casa. No la veo, quizás ya se haya ido o puede que aún esté grabando algo.

Al llegar a casa y luego de darme un baño y prepararme un café, llamo a Verónica.

—¿Qué fue lo que sucedió ayer? —inquiere.

—Nada, solo... Oriana me invitó a un café y no podía decirle que no —digo y ella suspira. Al final creo que es mejor ser sincero con ella, me conoce demasiado bien.

—Te vas a meter en problemas con esa chica —advierte.

—No, somos amigos, ¿qué tiene de malo?

—Ya ha decidido dejar de ignorarte? —pregunta y yo sonrío.

—Parece que sí... además me ha contado algunas cosas de ella... Es normal que no confíe, la gente se acerca a ella siempre por algo...

—Y sí... debe ser —responde ella y se toma un poco del jugo que tiene a su lado—, me preocupa... no sé, que ella te haga daño...

—No es mala, de verdad... deberías conocerla.

—Cuando vaya a verte —dice con diversión—. ¿Cuáles son los planes para el resto del año? —pregunta entonces—. ¿Crees que vendrás para las fiestas?

—Sí... eso tenlo por seguro, los extraño mucho a todos. Mañana tenemos una fiesta con todo el equipo, ya sabes, esas que se dan siempre al inicio y al fin, por cuestiones de logística se venía retrasando, pero será mañana al fin —comento.

—Qué bueno, diviértete —dice mi amiga y yo asiento—. ¿Tú? ¿Cómo va todo?

—Bien, ya a punto de iniciar exámenes y luego podré descansar un poco. Espero ir a verte y conocer el loco mundo en el que te has metido...

—Claro que sí, estoy ansioso por tenerte por aquí —digo y ella sonríe.

—Anoche estuve escuchando uno de esos programas de chismes, cada vez hay más comentarios sobre la grabación de la película y se crean expectativas...

—Sí, ya nos han pedido algunas entrevistas, pero todavía no... seguro serán más adelante, hacia la mitad del rodaje, para poder empezar a promocionar la peli...

—¿Cómo te va con las escenas de calor? —inquiere y se sopla con las manos, yo río.

—Bien, no hemos grabado más que la del otro día, creo que vamos dejándolas para más adelante... y es mejor así —admito—, no quiero pensar en eso...

Ella se echa a reír.

—Mejor aprovecha, después de todo Oriana es tu amor platónico. ¿Sabes lo que daría yo por grabar esas escenas con mi cantante favorito?

—Lo sé —rio porque sé lo mucho que lo ama y la cantidad de posters y fotos que tiene de él.

—Somos un par de fanáticos locos —dice—, pero al menos a ti se te dio, así que aprovecha.

Hablamos un poco más y luego nos despedimos, yo solo puedo pensar en dormir, estoy agotado, y aunque casi no dormí la noche anterior, no me quejo, poder pasar ese tiempo con Oriana fue mágico, como si los minutos no pasaran entre nosotros, se ha sentido cómodo y me ha encantado que me dejara conocerla un poco más.

Me quedo pensando en su vida y en lo solitaria que se siente y decido que quiero hacer algo al respecto, se me ocurre una idea tan loca como brillante y no puedo esperar a que llegue el sábado.

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