Capítulo Uno

La revista" POP!" hizo la siguiente pregunta a sus lectores.

 ¿A quién consideras el hombre perfecto de Reino Unido?

Puesto Tres: Estaba el cantante Jaden, vocalista principal de una famosa banda pop británica.

Puesto Dos: El actor juvenil,  Ricky Lewis.  Famoso por su actuación en películas románticas.

Y el puesto número uno, con el más del 50% de los votos. No era un actor, ni cantante, y mucho menos un modelo. Era nada más ni nada menos que el heredero y CEO de la cadena de tiendas departamentales Gilmour's, William Gilmour II o mejor conocido como Liam Gilmour.

¿Cómo es tan popular entre las mujeres británicas?

Aparte de ser heredero de una gran fortuna y ser el jefe de una de las empresas más famosas del mundo, es un hombre bien atractivo y caballeroso. Tiene una voz muy dulce y calmada que hace que las chicas se derritan al solo oírlo. A participado en campañas contra la violencia, hasta ha donado más de medio millón de dólares a fundaciones para ayudar a países en desarrollo. Es amante de la poesía y de la música clásica, sabe tocar varios instrumentos. No fuma, ni toma. Hasta es muy amable con todas sus seguidoras.

Mujeres británicas han creado un fan club dedicado a él, desde el primer día en que el dueño y padre de él dejó en sus manos, Gilmour's.  Fue en una entrevista de prensa, él dijo su discurso, no fue largo para no aburrir a los reporteros —tan considerado—, terminó de hablar y sonrió. Miles de mujeres que veían la transmición de la entrevista por televisión, niñas, mujeres casadas hasta abuelitas; se enamoraron de él a primera vista. Desde ese día, su popularidad se hace mayor.

Muchos hombres, incluyendo señores casados, cansados de ser ignorados por sus mujeres, se hacen la misma pregunta.

¿Cómo lo hace?

¿Cómo logra este hombre enamorar a tantas mujeres? ¿Tendrá algún secreto?

Varios reporteros le han hecho esas preguntas, pero él no las responde. Tal vez no quiera malograr su táctica, nadie lo sabe. Pero lo que sí está claro en Reino Unido, es que los hombres darían cualquier cosa por ser como él o por lo menos saber, ¿cómo es que Liam Gilmour es tan popular entre las mujeres?

***

Londres- UK.

Un viernes por la mañana, Liam acompañado por su secretario, llegaron a Gilmour's. Él entró y todos los empleados del lugar estaban formados en filas para saludarlo.

Liam pasaba y los empleados, con la mano en el pecho, hacían su reverencia.

Entraron al ascensor.

—¿Cuántas veces les he dicho, que no quiero que me saluden así? ¿Acaso soy de la realeza? ¡No! ¡Soy igual a ellos! Espero el día en el que todos solo digan, "¡Buenos Días, Liam!". No una tonta reverencia.— le reprochaba Liam a su secretario.

—Lo sé, joven Liam. Pero su madre ordenó que no hicieran caso a esa orden suya. Perdón.

—¿Por qué siempre ella tiene que meterse en mi vida? Ya soy grande. ¡Tengo treinta años!

—Joven, su madre no lo hace con mala intención. Es solo que usted debe diferenciar trabajo con esas cosas. Sí usted hace eso, poco a poco, no lo respetarán. Piénselo bien...

—Pues, sigue sin gustarme.

La puerta se abrió, salieron del ascensor y llegaron a su lujosa oficina, a su primera reunión del día con los directivos.

—¡Buenos Días a todos! ¿Cómo han amanecido? Lamento la demora. — se disculpó Liam.

—No, no se preocupe joven. Llegó justo a tiempo, empecemos con la reunión. — respondió uno de los directivos.

En otra parte de la ciudad.

— Hay algo que tengo que decirte, Colin— dijo Rosa a su mejor amigo. — Eres un gran amigo. Cuando me fugué de la casa de mis padres, tú me acogiste en la tuya. Sé que a veces soy muy pesada y siempre hago las cosas a mi manera. Pero tengo un gran afecto hacia ti. Hasta diría que me gustas mucho...

Rosa estaba muy roja y nerviosa, ya que era la primera vez que se declaraba a alguien.

Colin, en cambio; quedó atónito, nunca se esperaba esa declaración de su mejor amiga o mejor dicho su mejor amigo.

—¡Hey! — Gritó ella mientras le golpeaba el hombro toscamente. —¡Acabo de decirte que me gustas! ¡Di algo!

—Ross, la verdad no sé qué decir...

—Tal vez, de que sientes lo mismo que yo, ¿no?

— No, lo siento...

En eso Colin levantó sus brazos trantando de tapar su rostro.

—¡No me lastimes, por favor! — gritó en tono de broma.

—¿Lastimarte? ¿Crees que te voy a golpear?— preguntó Rosa ofendida.

—No, Ross. Solo bromeaba. Si hubiera sido otro chico el que te niegue, de hecho lo golpearías. ¿O me equivoco?

— ¡¿Estas diciendome que soy una brabucona?!

— ¡NO! ...Bueno sí, a veces... ¡Eres muy tosca! No te veo como una novia, si no como un amigo.

Colin colocó su mano en el hombro de ella, tratando de convencerla que solo sean amigos.

—¿AMIGO? ¡Soy una chica!— gritó Rosa exaltada.

—¿Una chica? — Colin rió.— Tú fuíste la que quizo que te llamáramos "Ross", en vez de Rosa. Ross es nombre de chico. ¿Se te olvidó? Tú, muy bien sabes que no te comportas como una chica ni como una niña. Además sabes que me gustan las chicas muy femeninas, no fresas. ¡OJO! Si no con clase...

—¿Quieres que sea de esas huecas que solo les importan como visten, con sus tacos y sus estúpidos vestiditos?

—¡Algo así!

Rosa enfadada botó la mano de Colin de su hombro y corrió hacia su dormitorio.

—¡Hey! — él la siguió.— ¡¿Qué estás haciendo?!

Preguntó Colin mientras veía a Rosa empacando. 

—¡Me voy de acá! Gracias por darme un techo donde vivir, pero no podré soportar verte con otras mujeres, mientras yo estoy aquí, enamorada de ti. — cerró su mochila y la colocó en su espalda.

Se dirigió hacia la puerta principal del apartamento.

— ¡Ross, espera! ¡No exageres! Olvidemos este mal entendido, y hay que seguir. No quiero perder a mi mejor amigo.

Rosa volteó y lo miró a los ojos.

—¡Soy una chica! ¡Dime mejor amiga! Vas a lamentarte, por no haber aceptado mis sentimientos, idiota.

—Pero ya te dije que no quiero perder tu amistad, Ross. No te vayas. — le cogió de la mano.

—¡Suéltame!— quitó su mano rápidamente de la suya. — ¡Te demostraré que te equivocaste al rechazarme! Yo tambien puedo ser una "señorita" cuando yo lo desee.

—¿Así? — Colin se rió.— Ni tú misma te lo crees.

—Pues, claro que sí. ¡Ya verás!

Rosa salió del apartamento y cerró la puerta bruscamente. Dando la espalda a la puerta,  escuchaba la voz de Colin hablandole en voz alta,  "Eso no es de una dama, Ross." Escuchó su risa macabra mientras sus pasos se alejaban de la puerta. Trató de aguantarse la ira y salió del edificio rápidamente.

Caminando por la calle, Rosa recordó que olvidó su dinero. Ella no iba a regresar ya que su orgullo no le permitía. Solo tenía algunas prendas, su celular, su diario y la foto de ella con su hermanita en su mochila. ¿Qué haría? ¿A dónde iría? ¿Donde dormiría?

Ross no se llevó todas sus pertenencias, ya que sabía que al final ella volvería donde Colin. Ya que él es su mejor amigo y sabe que aunque estén molestos el uno con el otro, siempre Colin es el primero en disculparse, aunque nunca tiene él, la culpa.

Ross estaba decidida a que cuando ella volviera a la casa, ya no sería la misma chica famosa por sus polos y pantalones anchos o por sus gorras deportivas, ni por su mala actitud. Si no como una señorita, pero ella se preguntaba "¿Cómo?"

Vio que la calle de al frente estaba la tienda departamentales, Gilmour's, ella decidió a pasear por allí para pensar.

Dentro de Gilmour's. 

En la sección de cosméticos.

—¡Señor Gilmour!—gritó sorprendida una de las empleadas. — ¿Qué le trae a usted por aquí?

—Hoy es la inspección en su sección, señoritas. — respondió el secretario de él.

— ¡Oh! Discúlpeme, señores.

—No te preocupes...— respondió Liam, leyó la identificación de la chica. — Miranda. Bueno, muéstrame ¿Cómo ayudas a una clienta a lucir mejor?

—Sí, sí. Ahora mismo, señor.

Una clienta se sentó frente al tocador, Miranda trataba de explicar mientras la maquillaba, y Liam se quedaba atento a lo que ella tenía que decir.

Pasaron menos de diez minutos y la joven terminó. Nerviosa le preguntó a su jefe, sí le gustó su trabajo.

—A mí no preguntes. Pregúntale a la clienta, por favor. —respondió él.

—Cierto, perdón. Señorita, ¿le gusta cómo luce ahora?

—Mmm... Creo que está bien, aunque me hace ver un poco más señora.

Miranda volteó asustada a ver la reacción de su jefe.

Él: — Lo que necesita es un tono palo rosa en los labios y no un rojizo. Las sombras no son necesarias, a menos que sea para una fiesta. Pero si usted desea sombras, use colores bajos como melón.  Use polvos en las mejillas de color rosa o crema para que resalten. ¡No exagerados! Si no que la hagan lucir más radiante.

Cuando terminó de hablar, los demás se quedaron con la boca abierta.

—¿Cómo sabe todo eso?— preguntó la clienta asombrada.

—Bueno, bueno yo... Ya me tengo que ir.

Huyó del lugar acompañado de su secretario.

—¿Qué tenemos en la agenda?

—Bueno, ya terminó las cuatro reuniones programadas del día y terminó con las inspecciones. No, nada más. Ya termino, joven Liam. — respondió el secretario mientras seguía el ritmo de su jefe.

En eso Liam se detuvo.

—¡Espere! ¡Quédese quieto!— indicó.

—¿Qué pasó?

—Voltee la cabeza discretamente.

El secretario volteó su mirada donde Liam señalaba.

—Es una joven, señor.

—Exacto.

— ¿Y...? ¡Oh! Está actuando sospechoso.

—Así es.

—¿Quiere que llame a seguridad, señor?

—No, yo me encargo de esto.

Al frente de ellos.

«Las novias de mis amigos, siempre están con los labios pintados. ¿Debería pintarme yo también?»—pensó Ross mientras caminaba por los cosméticos.

Cogió un labial, color rojo intenso y se lo colocó en los labios. Se miró en el espejo y empezó a posar.

«¿Ahora sí me veo linda, Colin? ¿Ahora sí me podrás ver como una chica?»— pensaba Rosa mientras envíaba besos volados al espejo. — ¡Dios! ¡Qué horror! ¡Así no soy yo!

Se limpió la boca toscamente con su ropa.

—¿Tengo que ser así para que me quieras? ¡No quiero! Pero debo... ¡Rayos! Pero no tengo dinero, tal vez...

Rosa miró ambos lados e intentó ocultar el labial desapercibidamente en su bolsillo.

De pronto escuchó una voz.

— Señorita, ¿qué cree qué está haciendo?

—¡Nada! — respondió asustada— Solo estaba viendo.— colocó instantaneamente el labial en su sitio.

—Usted no me puede engañar. ¡Intentaba hurtar ese labial!

—¿Robar? ¿Yo? ¡Ústed está demente! Y si el caso fuera cierto, no tiene pruebas, anciano.

—Acabo de verla tratando de ocultar ese labial en su bolsillo... ¡Espere! ¿Cómo me llamaste? ¿Anciano?

—¡Sí! ¡Anciano! ¡Anciano! ¡Anciano!

—¿Cómo te atreves escuincla desubicada?

—¡Hey!

—Discúlpate ahora mismo, o llamo a seguridad a que la expulsen de aquí.

—¿Usted quién se cree? ¿El dueño de este lugar? Hágame el favor de largaste de mi vista, viejo.

—¿Viejo? ¡Tengo treinta años, niña!

En eso se acercó corriendo el secretario.

—Señor, ¿qué pasó? ¿Traigo a seguridad?

—No, yo me encargo de ella.

Rosa se dio cuenta que ese tal "anciano" sí resultó ser el dueño del lugar, así que intentó huir, dando pasos largos mientras estaban los otros dos distraídos.

—¡No tan rápido! —gritó Liam.

"¡Maldición!" pensó ella. Nerviosa de lo que le esperaba, volteó.

—No puedo permitir que una jovencita hable de esa manera a sus mayores, necesitan corregirte.

—¡Usted no es nadie para decirme eso!

—Debo comunicarme con tus padres. ¡Deben castigarte!

—¿Castigarme? ¡JA! ¡A ellos no les intereso!

—¡No diga eso con crudeza!

—¡Llamalos para que veas que digo la verdad! ¡Te dirán que no tienen... una hija!— exclamó mientras aguantaba quebrantarse.

Rosa vio que el hombre se había sorprendido sobre su comentario. Hubo un silencio incómodo que ella se retiró primero.

Liam se quedó pensando. 

—«Tal vez ella no tiene la culpa de ser así... Me recuerda algo a mí. No puedo dejar que siga actuando así. La sociedad la va destruir si sigue teniendo ese actitud rebelde... Creo que debo ayudarla.»

Ross estaba saliendo de Gilmour's rápidamente sin mirar atrás.

De repente alguien la llamó a distancia.

—¡Hey! ¡La del gorro rojo!

Ella volteó y vio que se acercaba Liam a ella.

—Ya devolví el labial. ¿Qué más quiere?

Liam se detuvo frente de ella, un poco agitado.

—¿Qué? ¿Quiere que me disculpe? ¡Pues, no lo haré!

—Sé que no recibiré unas disculpas de una jovencita como usted. Pero soy tolerante, además no es toda tu culpa, debieron enseñarte a comportarte como tal. ¿No te importaría si te ofrezco clases de etiqueta?

—¿Cree que soy un caballo? ¿Qué soy salvaje y debo ser domado?

—¿Qué? Bueno, si lo entiendes así. Creo que sí...

—¡Está loco! ¡No gracias!

—Bueno, solo te estoy ofreciendo. Si no quieres, ya tú verás que ganas con esa actitud fea. 

—¿Por qué quiere hacer esto conmigo?

—Me recuerdas a alguien... Debe ser feo no tener el cariño, ni el apoyo de una figura paterna o de un adulto. Bueno, ¿quieres mi ayuda? ¿Sí o no?

Rosa se quedó pensando.—«Si este viejo me ayuda a ser más educada, eso quiere decir que seré más femenina. ¡A Colin le gustan las féminas así! ¡Así él, sí se fijaría en mí!»

—¡Está bien, acepto! — exclamó ella— Quiero que me enseñe todo sobre esas cosas de estética.

—Ética.— le corrigió.

—¡Eso! 

Se estrecharon las manos.

—Muy bien, te ayudaré a lograrlo. Aunque veo que será muy difícil, pero me gustan los retos. Entonces empecemos ya, con esas clases. ¡Cierto! Mi nombre es Liam, Liam Gilmour.

— ¡Ah! ¡Soy Ross!... Digo, Rosa. Rosa Wood.

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