Capítulo Doce

Capítulo 12

Después de varios intentos de llamar a las enfermeras y de derribar la puerta, Rosa se rindió. Eran casi las 9pm. y ambos seguían "atrapados" en la habitación del hospital.

Rosa cansada y furiosa volteó su mirada a Liam—¡Todo es tu culpa!

—¿Mi culpa?

—¡Sí! ¡Si no sé te hubiera ocurrido la idea de expulsarme del concurso, tu madre no nos hubiera enjaulado aquí!

—¡No lo hago porque quiero, Rosa!  Lo hago porque-

—Porque todo lo que me sucediera, quedaba en tu responsabilidad.—le interrumpió Rosa moviendo su mano como ventrílocua.— ¡Ya lo sé!

—Sé que estás molesta por lo que he decidido, y creo que seguirás así por mucho tiempo...

—¡Así es!—afirmó ella con los brazos cruzados.

—Pero espero que algún día me llegues a comprender por qué lo hice.

 Rosa ignorándolo por completo, volvió a meterse a su cama.

—¡Ya estoy en mi cama! ¡Así que no quiero oírte hablar más!

—¡Bien!

—¡Bien!—exclamó ella al último, tapándose completamente con el edredón.

Liam necesitaba desquitarse con algo, así que le dio manotazos al aire. Al calmarse, cogió una de las sillas y  la arrastró hasta el lado de la cama de Rosa. Se sacó su saco y estiró su corbata, antes de tomar asiento.

—Pequeño demonio.—dijo mientras fulminaba con la mirada aquel bulto debajo del edredón.

—¡Te oí!—gritó el bulto.

—¡Ya lo sé!

A las pocas horas, el estómago de la pequeña Rosa comenzó a retorcerse otra vez. 

«¡Ay, mi barrigaaa!» giraba por toda su cama para ver si se calmaba el dolor. Al girar hacia su derecha, vio que el dolor desapareció, quedándose quieta en el borde de la cama.

«Mmm... ¡Quiero echarme boca abajo! ¡No quiero mirar a Liam dormido!» pensaba Rosa mientras evitaba observarlo, ya que su rostro se encontraba muy cerca de él.

¿Pero qué podía hacer? Si se movía, otra vez su barriga le rugiría de dolor.

«¿Estará dormido de verdad?» se preguntó al mirar su rostro.

Rosa estiró su mano que estaba libre y lo aleteó frente al rostro de Liam. « Mmm... al parecer sí.»

«¡Increíble qué Miss Liam haya conseguido novia en el hospital!» pensó Rosa mientras recordaba lo que le dijo George en la tarde. «¡Una doctora es mucho para él! Él lo que necesita es un marimacho para que sea atendida todos los días.» rió ella, imaginándose a Dwayne "La Roca" Johnson con cabello largo en el sillón de su sala, mientras Liam con un mandil le preparaba la comida.

—Ay, eso sería muy gracioso.— susurró riéndose como el "perro pulgoso".

—¿Qué sería gracioso?—preguntó Liam con los ojos cerrados.

Rosa saltó del susto.

—¿Me estás espiando?—preguntó arqueando la ceja.

—No.

—¿Seguro?

—Sí.

Rosa se sentó en la cama agonizando de dolor. Se acercó a él e intentaba ver si sus parpados estaban abiertos por lo menos unos 15 grados, pero nada; se encontraban bien sellados.

—No te acerques a molestarme, Rosa.—indicó Liam.

—¿Cómo sabes qué estoy cerca tuyo?

—Se llama intuición.—respondió él, abriendo los ojos y estirando sus largas piernas.

—¿Ah? Bueno, no puedo dormir.

—¿Y eso me tiene qué afectar?

—Sí, porque si yo no puedo dormir, tú tampoco.

—Qué linda...—susurró Liam con ironía.

 —Me duele la barriga, por eso no puedo dormir bien.

—¿La sientes cómo inflada y dura?

—¡Sí! ¿Cómo sabes? ¿Qué tengo, doctora Gilmour?

—Qué graciosa... Lo que tienes son gases. Solo tienes que ir a expulsarlos en el baño.

—¿Ir hasta el baño? ¡Está muy lejos! ¡Qué flojera!—exclamó Rosa señalando el baño con el brazo extendido, como si estuviera en el otro lado del mundo.

Liam giró la mirada hacia donde ella señalaba. Solo habían seis pasos desde su cama hasta allí.

—Ya me pasará.

—¡Bueno, entonces a dormir!

—¡No espera! Cuéntame un cuento Miss Liam.

—¿Me ves con cara de que quiero? Son las—miró su reloj.—Dos de la mañana. Mañana tengo que ir a trabajar.

—¿Qué hay del concurso?

—Se suspende.

—¡¿Se suspende?! ¿Hasta cuándo?

—No lo sé.

—¿Qué harás con las chicas que me envenenaron?

—Primero hay que probar de que eso sea verdad.

—George, ya trajo la copa.

—Hasta que saquen la evidencia de que había droga en ese vaso, se demorarán semanas... ¿Qué hay de las cintas? Mi madre iba a ir a recogerlas, pero tú tenías que mandarle un "mensaje de emergencia".

—¡Es que era una emergencia!

—Sí, cómo no... Bueno, mañana tendré que ir a pedir las cintas antes de ir al trabajo.

—Ojalá se pudran en la cárcel, ¡modeluchas feas! ¡Si no estuviera postrada en esta cama, horita les estaría destrozando su "perfecto rostro"! Tuvieron suerte esta vez...

—¡Y allí se fue  todo lo que te enseñamos!

—¿A qué te refieres?

—"Quiero ser femenina para mi amigo Colin"—imitó Liam su voz.— ¿No te suena?

—¡Así no es mi voz! Trataré de no aventarme a ellas cuando las vea, pero no prometo nada.

—Al menos lo intentarás.—dijo resignado.—Bueno, ya descansa.—se acercó a ella y la acobijó con el edredón.

—Aún no me has contado sobre tu novia, Miss Liam.

—¿Qué novia?

—¡No te hagas! George nos contó a tu madre y a mí, que te vio intentado seducir a una doctora. ¿Quién es la victima?

—¿Por qué debería decírtelo?

—Solo dime, aún no tengo sueño.

—¡Yo sí!—agregó Liam asado.

—¡Dime! ¡Dime! ¡Dime! ¡Dime!

—¡Ay, está bien!—gritó cansado de oír su chillona voz.—Su nombre es Susan Becket.

—¿De qué hablaron?

—De que consistía su trabajo y de cómo cuidar bien a sus pacientes

—Qué aburrido.

—Para mí no lo fue. Es la primera mujer con la que hablo, que no habla de ella sino piensa en los demás.

Un golpe en el pecho fue lo que sintió Rosa.

—Oh...—Al parecer ella se sintió triste de no haber sido ella, esa primera mujer.— ¿Y cómo es? ¿Es bonita?—preguntó sabiendo que era obvio qué lo era.

—Todas las mujeres son bonitas, Rosa.

—Pero, ¿cómo era? Rubia, morena, alta, baja, gorda, flaca.

—Castaña, un poco más alta que tú, delgada y unos lindos ojos cafés acompañados de un par de anteojos.

—¡Osea la mujer perfecta para ti!—exclamó un poco molesta.

—No lo sé.

—¿Cómo que no lo sabes? Es perfecta para ti, es bonita e inteligente.

Liam viendo que Rosa actuaba un poco celosa, se rió.

—¡En serio! Ella trabajaría en el hospital, mientras tú cuidas los niños. Tus hijos serían muy simpáticos e inteligentes. Tendrían tres hijos, Alexander, Penélope y el más pequeño, Liam Junior. ¡Serían la familia perfecta!

Cuando Rosa terminó de "predecir" el futuro de Liam, él otro; acercó su mano hacia la cabeza de ella, despeinandola suavemente.

—No te pongas celosa. Ya ve a dormir.

Diciendo esto volteó su silla  y se sentó dándole la espalda.

—¿Qué? ¿Celosa?—las mejillas de Rosa comenzaron a sonrojarse.—¿Cómo puedes negarte a tu familia perfecta? ¿Cómo puedes negar al pequeño Liam Junior, ah?

—¡Duérmete!

«¿Yo?¿celosa? ¡Por favor!» Rosa solo observaba su espalda mientras ella se volvía a echar en su cama.

«¿O sí estoy celosa?» volvió a preguntarse. « No, no, no. Tranquila.»

Diez minutos después, Rosa seguía despierta.

«¿Por qué yo estaría celosa? ¡Eso no tiene sentido!»

Cinco minutos después...

«¡Yo solo quería que Liam Junior tenga una familia perfecta! ¿Quién cuidará de ti pequeñín, si tu padre no te quiere?»

Después de otros 10 minutos más.

«¿Qué tiene de bonita, Susan? ¡Susan es nombre de abuela!»

20 minutos después, Rosa, al fin llegó a su conclusión.

«¡Oh, por Dios! ¡Sí estoy celosa! ¡¿Pero, por qué?!»

***

A la mañana siguiente en la Mansión de los Kings.

El joven Jules se encontraba sentado en su sillón leyendo el periódico, mientras su mayordomo le servía el desayuno.

El día anterior le había dicho a su secretario que le hiciera un favor. ¿Lo habría hecho?

—¿El desmayo de la modelo Wodd fue una farsa?—leía el encabezado.—¡Bien!—cogió el control remoto y prendió el televisor.

"Al parecer la compañía Gilmour inventó este supuesto concurso de modelos, para llamar la atención del público. ¿Usted televidente, cree qué eso sea cierto?"

Jules empezó a reírse mientras pasaba los canales. En todos ellos, las noticias hablaban de "¡Gilmour's inventó todo!", "¿Rosa Wood, modelo o actriz?", ¿Parte del show del Centenario de Gilmour's?

Apagó el televisor y entre risas comía una tostada con mantequilla.

—Llama a mi chofer.—indicó a su mayordomo.

—Entendido, joven.

—¡Definitivamente este día será un gran día!—reía mientras se imaginaba el rostro de Liam desesperado.

—¿Joven, me llamaba?—preguntó un señor viniendo de la entrada.

—Sí, necesito que me lleves a un lugar.

Se levantó de su asiento abotonándose su saco de paño y caminó hacia la puerta principal. 

—¿Adónde quiere ir, joven Jules?—preguntó el chofer caminando tras de él.

—Ya te diré en el camino.

***

En un hospital londinense...

Rosa se encontraba dormida como la bella durmiente. Bueno, tal vez no como "Aurora", pero estaba dormida. Rosa se encontraba echada boca abajo, su pierna izquierda estaba flotando en el aire, y su edredón estaba tirado en la cama. Tal vez, era la bestia durmiente...

De pronto alguien abrió la puerta de la habitación.

—¡Rosa! ¡Rosa! ¡Despierta!—exclamó Judith mientras la jalaba de los hombros para levantar su rostro de la almohada.

La puerta se cerró.

—¿Ah...?—Rosa seguía medía aturdida.

—¡Monkey!

—¿Qué pasa? ¿Qué pasa?—preguntó ella intentando mantenerse sentada en la cama.

—¡Tienes que cambiarte rápido de ropa!—exclamó Judith levantando una maleta del suelo.

—¿Por qué?

—Hay una "manada" de paparazis intentando subir a este piso. Al parecer se creó un rumor de que todo el concurso fue una farsa. ¡Tenemos que salir rápido, ya!

—Ok, Ok.  ¿Mi pantalón? ¿Dónde está?—preguntó al rebuscar en la maleta.—Solo veo un vestido.

—¡Así es!

—Yo esperaba encontrar ropa negra, con zapatillas y un pasamontañas.

—¡No vamos a robar un banco, Rosa!

—No puedo correr con tacones y un vestido ¡Me van a ver el alma!

—Solo cámbiate y recuerda que estás siguiendo los pasos de mi libro favorito.

#4 Una dama siempre sabe cómo lucir.

La forma de vestir dice mucho de una mujer. La elegancia, puede darte el toque perfecto a la femineidad, pero,¿qué es lo que debo usar para lucir como toda una dama? Pues, no es necesario llenar tu guardarropa con puros vestidos de marca. Una dama necesita tener como mínimo en su armario, una blusa de color blanco, un pantalón de un color entero y un vestido negro. Recuerda que puedes combinar tendencias, pero no te sobrepases con la ropa con escote, ya que ninguna dama llega a la vulgaridad. Hay que saber también qué colores y qué diseños son los que mejor quedan a nuestro color de piel y contextura. Recuerda, tienes que saber que cada lugar tiene un atuendo adecuado y el atuendo hace que una mujer sea femenina por muy diferentes que sean cada una de ellas en los estilos de vestir.

—¿En serio trajo ese libro a un hospital?—preguntó Rosa a Judith mientras se cerraba la cremallera del vestido.

—Hay que aprovechar este lio para tus lecciones.—respondió ella cerrando el libro después de leer el "cuarto mandamiento".

—Claro.... ¿Y Miss Liam? ¿Dónde está?

Rosa lo buscaba con la mirada por toda la habitación.

—Mi hijo  ya se fue a trabajar. Hace rato que llegue aquí, niña. Solo que tú estabas seca como una piedra.

De repente alguien tocó la puerta.

—¿Quién es? —preguntó Judith.

—Soy la enfermera, señora.

—Pase.

La señorita entró y se acercó de frente a la señora Gilmour.  

Antes de que pudiera decir una palabra, el celular de Judith sonó.

—Espera.

La enfermera asintió.

—¿Qué pasa, Oscar?...¡¿Qué?! ¿Y ahora? ¿Cuánto tiempo te tomará?... ¡¿45 minutos?!  Luego te llamo.

—Señora—le interrumpió la joven.—Hay un joven que quiere visitarla.

—Si es un periodista, no me interesa.

—No, él es-

—¡Soy yo, Judith!—terció una voz masculina.

La señora Gilmour y las otras dos voltearon a verlo.

Era un joven bien vestido, alto, rubio y con una mirada penetrante.

—¿Me recuerda?

—¡Jules!—se acercó Judith a él, colgando su celular.—¡Qué elegante te ves!

—Gracias, Judith.

—¿Qué te trae por aquí, jovencito?

—Vi por las noticias que tuvieron problemas con su concurso, así que vine a visitarlos al hospital para darle mi apoyo.—chasqueó los dedos y su chofer entró a la habitación con dos ramos de flores.—Este es un pequeño obsequio para la señorita y para la dama.

El chofer le dio un ramo a Judith y otro a Rosa.

—¡Gracias, Jules! —agradeció la señora Gilmour. —¡Ay, eres un encanto, niño!

—No más que usted.

Ambos se rieron como comadres. En eso entró otra enfermera a la habitación.

—¡Señora Gilmour! ¡Los reporteros tomaron el ascensor! ¡Tienen que salir, ya!

—¡Oh, Dios mío! ¿Y ahora?

—¿Qué sucedió, Judith?—preguntó Jules.

—Oscar, mi chofer se le ponchó una llanta en el camino. ¿Podrías darnos a Rosa y a mí, un aventón? 

—Sería un placer, Madame. 

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Volví-Volví :D

Les tengo una buena noticia. ¿Cuál es, Teffo? :D

Ya que mi primera novela la voy a terminar este mes o primera semana de Agosto, LVECDR  lo escribiré más seguido el próximo mes (lo prometo!) 2 o1 capítulo por semana, hasta que termine. (Aun no sé cuantos caps. tendrá)

¿Y el Maratón? Aún no tengo fecha xD pero creo que será para los últimos caps. para no colapsar por la espera :D Bueno, ahora si me quito :) Bye-Bye Roses! 

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