Capítulo Cinco
Capítulo 5
Llegada la noche…
Después de practicar “el primer mandamiento” y de comer algo en la casa de la señora Gilmour, Liam llevó de regreso a casa a Rosa. Ella estaba nerviosa, no quería enfrentarse a Colin nuevamente, pero era algo de lo que debía hacer. Había aprendido a decir “Perdón”, solo tenía que decirlo y ¡listo! Problema resuelto. Así las cosas volverían a ser como antes, Rosa y Colin volverían a ser... solo amigos.
Sin embargo ella no quería que pasara eso.
Liam manejaba su “Jaguar XF Luxury”, color negro. El auto iba en dirección al edificio donde vivía Rosa, a pocas cuadras de Gilmour's. Mientras Liam estacionaba su carro cerca del edificio, vio que Rosa actuaba algo extraña, la verdad se encontraba muy callada.
—¡Ya llegamos! Los Jueves te buscaré para poder continuar con las clases... ¿Está bien, Rosa?...¿Pasa algo?
—Sí, bueno…la verdad no. ¿Recuerdas que te conté que vivo con un chico llamado Colin, al que me declaré hoy en la mañana?
—Sí, ¿qué pasa?
—Pues… al rechazarme, me largué de la casa.
—¿Qué hiciste qué? ¡Con razón llevas una mochila! Debes regresar y pedirle disculpas a tu amigo. Tal vez estés muy molesta por lo que te respondió, pero eso no quiere decir que dejen de hablarse. Él es tu mejor amigo, ¿o no?
—Sí, pero igual no puedo volver allí. Le dije que le probaría que se equivocó al rechazarme. Solo regresaría para que me vea transformada en la tontería que él prefiere.
—¿Una chica femenina?
Ella asintió con la cabeza.
—Rosa, debes hacer lo correcto. Tu amigo debe estar muy preocupado por ti.
—Tienes razón… lo llamaré para qué ya no se preocupe.—sacó su celular de la mochila y lo prendió.
“45 llamadas perdidas” figuraba en su pantalla.
—¡¿Cómo se te ocurre apagar el celular?! ¡Eso no se hace, Rosa! ¿Si algo malo te hubiera pasado? ¿Dónde te hubiera encontrado, ah?
—¡Perdón, ya! Sé que estuvo mal, siempre apago mi celular cuando quiero pensar y bueno… se me olvido prenderlo esta vez...
Liam estampó su mano contra su frente, esta niña le sacaba de quicio.
—Dame tu celular.—exhortó él.
—¿Para qué?—escondió su celular de su vista.
—Voy a decirle que estás bien y que ya te encuentras afuera del edificio.
—¡No, por favor! ¡No puedo volver! Me va molestar diciendo su típica frase “Te lo dije”. ¡Por favor!
Rosa frotaba sus manos de modo de súplica y colocaba su cara de niña "desesperada".
«¿Intentas colocar cara de cachorro? ¡Eso no te salvará! » pensaba Liam mientras intentaba buscar el número de Colin en el celular.
—¡No, por favor! —exclamó mientras se balanceaba hacia él, haciendo que Liam golpeara el claxon.
De repente alguien se asomó por una de las ventanas del edificio.
—¿Ross, eres tú?—era Colin.
Los otros en el carro, se quedaron en silencio.
—Rosa, creo que mejor es que regreses—susurró Liam.
—¡Shhh! No, aun no es el momento. Colin tiene que verme bonita…
Liam quedó atónito, al parecer le conmovió que Rosa dijera la palabra “bonita” que le regresó su celular.
—Me alegro mucho que quieras cambiar, pero…
—¡Shhh! — le interrumpió Rosa, tapándole la boca con su mano.
—¿Qué tienes? ¿Qué pasa?— murmuró él molesto.
En eso se oía la voz de una chica acercandose a Colin.
—Colin, ¿qué haces en la ventana? ¡Entra ya! El agua de la tina ya está tibia, ven acompañarme…
—¡Vete a tu casa!—exclamó Colin. —¡Estoy cansado y preocupado...!
—¿Es por esa tal Ross?¡Deja de preocuparte por ella! Siempre hace lo que quiere esa mocosa. ¿Qué te hizo esta vez? ¿Le dijiste que limpiara ese chiquero de su cuarto? O… ¡ya sé! Golpeó seguro a alguien, ¿no? Déjala que siga con esa rebeldía. Es una completa inmadura y eso no podrás cambiarlo.
«¡Qué perra!» pensó Rosa.
—¡No la llames así!—exclamó enfadado Colin.
—No te pongas así, bebe…perdón. Es que estoy cansada de verla haciendo todo lo que quiere.
«¡Mira quién habla! Está casada y siempre busca a Colin por placer. ¡Zorra!" pensaba Rosa mientras los ojos se le volteaban de ira. Liam quedó aterrado al verla.
—Bueno, yo me iré a dar un baño, me muero de calor. La puerta del baño estará abierta por si quieres acompañarme...
La chica besó en los labios a Colin y se fue.
Dentro del auto, Rosa estaba a punto de colapsar, tanta era la ira que comenzó estrujar la boca de Liam con su mano.
—¡Ayy! ¡Basta, Rosa! —exclamó Liam mientras botaba la mano de ella.—¡Eso dolió!
—¡Perdón, la culpa lo tiene esa tipeja!
Rosa seguía llevando las trensas francesas, así que Liam aprovechó para jalarle una.
—¡Auch!— gritó ella.
—¡No vuelvas a usar ese lenguaje!
—Cierto…—respondió mientras sobaba su cabeza.
De pronto se volvió a oír la voz de Colin.
—Ay, Ross… ¿por qué no eres como las demás chicas…?
Liam al ver que Colin cerró su ventana, volteó la mirada hacia Rosa y la vio cabizbaja, e intentó animarla.
—Maquillada, cuerpo definido y solo vistiendo una bata...mmm...¡Definitivamente esa jovencita es una pelandusca!—indicó Liam.
—¿Qué cosa? —Rosa no entendía su "palabrota".
—Perdón por decir eso, pero ese tipo de mujeres me dan asco.
—¡A mí también!—exclamó ella— Bueno, supongo que debo regresar a casa.
Abrió la puerta del carro y se despidió de Liam.
—¡Espera! No puedo permitir que estés en el mismo lugar donde se oigan sus… tú ya sabes a qué me refiero... ¡Tengo una idea, Rosa! —Exclamó Liam mientras metía nuevamente al carro a Rosa.—¿Por qué no le das una sorpresa?
—¿A qué te refieres con sorpresa?
—Múdate en la casa de mi madre por un tiempo. Luego de tu trasformación, ellos verán que se equivocaron al decir eso de ti.
—¡Oh! ¡Gran idea! ¡Venganza!
—¡Espera! Eso no es lo que me refiero...
—¿En serio puedo mudarme en la casa de tu madre?—le interrumpió.
—¡De hecho que aceptará! ¿Entonces regresamos a casa?
Rosa asintió con la cabeza satisfecha.
***
De regreso a la casa de la señora Gilmour.
—¡Listo! Ya le envié un mensaje de texto a Colin, para que no se preocupara.
—¿Qué le escribiste?
—Le envié “¡Hey, baboso! No te preocupes por mí… Volveré. Pero no ahora, necesito darme un tiempo para aguantarme de tirarte un gran puñete en la cara y de convertirme en una señorita. ¡Así como leíste, Colin! Me volverás a ver, pero no como Ross, si no como Rosa. ¡Espérate no más a que llegue! Sufrirás por no aceptar salir conmigo... jajaja Nos vemos en 3 meses… ¡Adiós, soquete! PD: No me llames, por favor. ¡Necesito concentrarme!” Y carita feliz.
—¿Cuál es tu propósito con ese mensaje?
—Solo lo estoy molestando… si mi plan de ser “femenina” no funciona volveremos hacer amigos, aunque no quiera. Pero si logro en transformarme en su tipo de chica, él me rogará para salir y hará cosas lindas para que me convenza y desde luego aceptaré… Ambos nos volveremos novios, y finalmente lograré lo que siempre quise.
—¿Es en serio, Rosa? Tú necesitas metas de verdad, conseguir el corazón de un chico no lo es… Además ese chico no te merece. Debes amar a un chico que te quiera por lo que eres, no de lo que tú finges ser.
Rosa suspiró y le contestó— Tienes toda la razón, pero ¿qué puedo hacer?… Ya me convertí en una chica enamorada de un idiota...
***
En la casa de la señora Gilmour, ya habían entrado nuevamente Liam y Rosa.
—Madre, Rosa no tiene donde quedarse por el momento. ¿Se podría quedar en tu casa por algunos meses, por favor?—preguntó Liam.
—¡Por supuesto que sí! ¡Ya me encariñe con esta niña!—exclamó mientras piñizcaba una de las mejillas de Rosa.
Rosa se sobó el chaquete después de que la señora desprendiera sus uñas de ella. Liam comenzó a mirar a Rosa, como diciendole “¿Qué esperas? Di algo”.
—Gracias, señora Gilmour. Usted siempre tan…—la miró de forma rara, ya que la señora llevaba crema de pepinillos en el rostro— ¡Tan linda!
—¡Ay, Rosa! ¡Deja tus mentiras para otra vieja! No necesitas decir esas cosas, eres bienvenida. ¡Siempre quise tener una niña en mi hogar! Veo que no traes muchas cosas. ¡No te preocupes! Tengo un armario lleno de ropa para mujercitas. ¡Al fin podré utilizarlos en alguien!¡Ven, te mostraré tu nuevo dormitorio!—jaló del brazo a Rosa hacia las escaleras.
Liam solo las observaba, estaba feliz al ver a su madre así, toda emocionada de que al fin alguien podría usar los cientos de vestidos que ella diseñó en su juventud. Aunque por una parte, él tenía celos. Ya que tal vez se encariñe tanto con Rosa, que la trataría como su hija. Algo lo que él no pudo ser para ella desde un principio.
***
Hace treinta años, Judith Gilmour recibió la gran noticia que esperaba un bebe.Un día su esposo el señor Gilmour, la encontró tejiendo botitas en el patio de la casa.
—¿Por qué escogiste rosado, mi amor? Aun no estamos seguros que sexo será. Deberías esperar a que nos confirme el doctor si es mujercita o varoncito. ¿No crees?
—William, mi corazón como madre me dice que será mujercita.— seguía tejiendo.
—Pero Judith, tal vez no…
—¡Va ser niña! —le interrumpió—Y se llamará como la flor más hermosa de todas, Rose.
—¡Ay, mujer! —Se acercó a ella y comenzó a acariciar su vientre.—Lo importante es que nazca sano. Sé que quieres una niña y me encantaría también una, la verdad. Aunque a mí me gustaría que mi primogénito sea un varoncito.
—¿Para que sea tu heredero?
—Exacto, mi amor. Necesitamos que nuestro primer hijo sea el que me reemplazará cuando me haga viejo.
—¡Pero mi vida, ya estas viejo!— exclamó la señora sonriente.
—Bueno, entonces cuando me haga más viejo.
Ambos rieron.
Los meses pasaron y llegaron a enterarse que su bebe sería un varoncito. Ambos se encontraban felices, aunque la madre estaba preocupada ya que se había adelantado comprando un montón de vestidos y juguetes para niña. ¿Qué podría hacer con esas cosas? Bueno, solo esperar ya que querían una hermanita para su primogénito.
Cuando llegó el “De”, el 14 de noviembre de ese mismo año. William Gilmour II, el futuro heredero de la compañía Gimour’s había nacido. El rostro del pequeño bebe estaba en todas las portadas de revistas del país y de Europa. Por ese entonces se convirtió en uno de los bebes más queridos de Reino Unido, por sus rulos rubios, grandes ojos azules y una gran sonrisa que enternecía al verlo.
Cuando Liam había cumplido seis años, su padre había conseguido más inversionistas en la compañía que tenía que estar más al tanto en su trabajo que en la familia. Aunque no quisiera, él debía hacerlo. Su madre no pudo lograr su sueño de tener una hija. Por su edad, era muy riesgoso así que intentó recompensarlo con su hijo. La ausencia de una figura paterna, le afectó mucho a Liam. Tenía el apoyo incondicional de su madre, pero quería jugar futbol como los demás niños con sus padres. Para Judith, la forma de pasar tiempo con su hijo, tomó vías diferentes o mejor dicho raras.
Ya que Judith no podía tener una niña, hizo que Liam lo fuera, pero a escondidas de su padre. Liam solo seguía la corriente, ya que era muy pequeño para entender lo que pasaba. Mientras él crecía, su madre le enseñaba clases de ética, lo llevaba a reuniones de té con sus amigas e hizo que vistiera algunos trajes que compró para su “hermanita”. Iba a clases de ballet y de tap. Le enseñó a cocinar y abordar. Hasta le regaló su libro favorito, “La vida es color de Rosa”. Ambos se divertían, aunque eso no duro mucho.
Cuando el pequeño Liam cumplió los trece años, empezó a darse cuenta que las cosas que hacía con su madre, no hacían lo mismo sus compañeros de aula. Liam más paraba con niñas que con niños, y no era porque él quería, ellas iban tras de él. Un muchachito que te aconseje en vez de molestarte, que te ayude y te anime, era lo que toda niña esperaba de los niños. Cuando al fin un día se pudo librar de las mocosas, él preguntó a un grupo de niños, si podría jugar con ellos a la pelota. Ellos de frente respondieron que no. ¿Cuál era la razón?
—¡Eres un niño de mamá! ¡Eres una de ellas! ¡Tienes liendres! ¡No nos juntamos con niñas!¡Vete a jugar por otra parte!—le exclamaban los niños al pobre Liam.
Triste el pequeño corrió hacia su casa y se encerró en su dormitorio, una habitación celeste llena de peluches.
—Liam, abre la puerta. ¿Qué pasó? Recuerda que puedes contarle todo a mamá. —dijo Judith tras la puerta.
—¡Déjame en paz! Quiero estar… solo.
Después de un rato, Liam decidió hacer un gran cambio en su vida. Necesitaba recuperar su virilidad. Cogió bolsas de basuras del baño y comenzó a llenarlas con sus juguetes, peluches, ropa no tan varonil, etc. Cuando cogió el libro que le dio su mamá, lo pensó bien si lo iba a tirar o no. Alguien tocó la puerta y él rápidamente lo metió debajo de su almohada.
—Liam, te traje galletas y leche. ¿Puedo pasar?—preguntó la madre mientras asomaba su cabeza en la puerta.
Judith quedó atónita al ver que las cosas que adornaban el cuarto, ya no estaban.
—¿Qué pasó aquí? ¿Metiste todo en esas bolsas?
El pequeño Liam asintió con la cabeza.
—¿Por qué?
—¡Estoy cansado de que mis compañeros no quieran jugar conmigo! ¡Ni se acercan a mí porque les parezco una niña!
—¡No les hagas caso a esos mocosos! ¡Solo lo dicen por envidia!
—¡No, mamá! ¡Ellos tienen razón! Ningún niño tiene estas cosas en su habitación. ¡Quiero cambiar! Quiero jugar futbol, embarrarme con lodo mientras juego. Vestirme con ropa más ligera y cómoda. Jugar con “Hot Wheels” en vez de muñecos. ¡Quiero ser un niño de verdad, mamá!
—¿Qué cosas estas diciendo, mi vida? ¡Tú eres bien varonil! — se acercó a él y le secó las lágrimas que caían de su pequeño rostro.— Ahora coloca nuevamente esas cosas en su sitio y acompaña a mamá a hornear más galletas, ¿qué dices?
—¡Mamá!¡Tú no me entiendes!
—Claro que te entiendo, mi vida.
—¡No mamá! ¡Nunca podrás entenderme!
Judith se quedó callada.
—¡Ojala papá estuviera aquí!
Esas últimas palabras le dolió mucho escuchar. ¿Acaso había fallado como madre?
Desde ese momento, Judith decidió cambiar. Tenía que actuar como una verdadera madre. Quitarse la tonta idea de tratar a su hijo como una niña. Así que se disculpó con él. Al pasar los meses, ayudó a Liam a remodelar su habitación, a meterlo a clases de futbol, lo cambió de escuela para empezar de nuevo y ella intentó hacer cosas de chicos para pasar más tiempo con él. Bueno, lo último tal vez no. Pero intentó lo posible para que sus últimos años de escuela de Liam, sean como debían ser desde un principio.
A pesar que ya no tendría rastros de femineidad en su camino, se quedó con un recuerdo de sus días como “niña de mamá”. “La vida es color de Rosa”, el libro favorito de mamá y también de él.
Aunque su habitación era distinta, aún tenía su pequeña biblioteca, allí lo guardó y estuvo con él hasta que él creció y se mudó de la casa.
***
Liam estaba por salir de la mansión, en eso se encuentra con Tabata.
—¿Ya se va joven Liam? Qué descanse bien.
—Gracias, Tabata. Mañana después del trabajo, vendré a visitarlas.
—¡Grandioso, joven Liam! Entonces mañana haré su plato favorito.
—Gracias, y buenas noches.
—¡Espere! ¿No se olvidó de alguien? ¿La señorita Rosa, no regresó con usted?
—Sí, pero desde esta noche vivirá en esta casa. Tal vez se convierta en mi nueva hermanita.
—¿Hermanita? Pensé que era su novia.
—¿Novia? Tabata, ella es una chiquilla. Yo soy un hombre adulto. ¿No crees que esa idea es muy absurda?
—¿Me está llamando absurda, joven Liam?
—¡No! ¡No! ¡No! Lo que quiero decir es que nunca, nunca me fijaría en esa niña. ¡Imposible!
—¡Ay, joven Liam!— se rió ella— Lo que usted diga, lo que usted diga…
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