Cállate, lárgate,
fallaste.

La vida me cagaste,
por última vez me traicionaste.

Aún no sé porque me ignoraste, de nuevo me maltrataste; no entiendo como tú antes me enamoraste.

De todos me aislaste,
marginaste, alejaste.

Y en juegos me emborrachaste, me
amarraste, me violaste, repugnante.

¡Ya me harté!

Escupo en el espejo,
en el reflejo y ante ti.

Y por fín de ti partí,
en mil pedazos me partí.

Arte dí-a y noche yo te dí.

y sí, para ti, y me arrepentí; de ti y de tus insultos, me degradaste a mí.

En milagros ya no creo,
pero espero que te odie el mundo entero.

Recién me entero
que me gustaría hacer una fiesta en el cementerio, el día de tu entierro; bailar sobre tus huesos y tus restos.

Eso deseo.

No soy Teseo, soy Magno en el coliseo.

En mi fraseo buseo,
y tu vida entre mis dedos paseo.

Me alegro de ser ateo,
sino seguramente un Dios me condenaría
a algún infierno
etéreo o eterno por tanto odio que hoy siento en mi pecho.

De hecho, me siento enfermo, deshecho.