Capítulo 9

 Son las seis de la tarde del sábado y estoy esperando al borde de la carretera porque Paula me ha avisado que ya están de camino.

Todavía noto cierta resaca de ayer y teniendo en cuenta que seguramente en un rato estaré bebiendo de nuevo, creo que tendría que pensar en apuntarme a alcohólicos anónimos.

Por la mañana la prima Maruja nos ha preparado un estupendo desayuno, con tortitas y todo. No entiendo cómo Paula no está más gorda teniendo una madre que disfruta tanto de la comida. Casi al mediodía he regresado a casa y directamente me he vuelto a la cama. Por suerte, mis padres no han protestado, ni me han obligado a comer porque creo que consideran más importante que afiance mis nuevas amistades que estar un rato con ellos.

Cuando por fin me he dignado a levantarme, tenía un mensaje de Paula avisando de que en apenas hora y media pasarían a recogerme, así que me he preparado a todo correr. Como no sé exactamente lo que me deparará la noche, me he puesto unos pantalones negros y un top de gasa. Chaqueta de cuero y botas moteras. De primeras pensé en un vestido, pero no sé dónde voy a acabar, así que los pantalones son menos arriesgados.

Un coche se acerca y veo al volante a un chico que no conozco. A su lado está Noa y Paula me abre la puerta de atrás para que suba a su lado.

—Uxue, este es Diego. Todavía no te lo había presentado.

Diego me hace un gesto con la mano.

—Encantada. He oído hablar de ti.

—Espero que bien —dice entre risas.

—Si, por supuesto.

Paula me mira de arriba a abajo.

—Qué guapa te has puesto. Tú hoy sales con intención de ligarte a alguno, ¿no?

—No he pensado nada. Lo que surja.

Hacemos una hora de trayecto y pronto llegamos a una zona llena de bares frente a la playa. Diego no tarda en encontrar aparcamiento en una calle cercana y nos reunimos con el resto. Daniela está con Anxo y Antonio su hermano, que han venido en otro coche.

Nos pasamos las primeras horas en un local de chupitos y yo no tardo en rajarme. Me estoy divirtiendo, pero no puedo seguir ingiriendo alcohol a ese ritmo. Anxo es el chico que le dijo el primer día al profe de mates que me llamaba Uxue y la verdad es que es un tío la mar de divertido. Antonio, todavía más grande que su hermana, tiene pinta de ser buen chaval y me alegra ver que tanto él como Diego no prueban ni una gota de alcohol. Quiero volver entera a casa.

Cuando ya los últimos se cansan de beber, decidimos cambiar de bar. Entramos en un pub cercano, de música atronadora y luces tenues. Tomamos un par de cubatas y las chicas me arrastran a la pista a bailar. Nos movemos y saltamos al ritmo de la música mientras noto cómo el alcohol me hace burbujas en la cabeza. Paula se encarga de presentarme a un montón de gente que no conozco y de la que mañana no seré capaz de recordar el nombre. Del que seguro no me olvido es de Mateo pues desde que me ha dado dos besos, no se ha separado de mi lado. No deja de hablar, parece que lo quiere saber todo de mí y en un momento dado Paula me dice al oído que él es uno de los que le preguntó si yo estaba libre. Me suena haberle visto en el patio y no tarda en confirmarme que es de los de último curso.

Le miro mientras me habla de su vida y no voy a negar que el chico es muy atractivo pero también me parece que se lo tiene muy creído y yo de tíos así, paso. Noto vibrar mi móvil en el bolsillo y le echo un vistazo mientras Mateo le comenta algo a Paula. Espero que no estén hablando de mí.

—¿Estás siendo buena?

Aunque ahora ya tengo su número guardado, no me hace falta ver su nombre para saber que el mensaje lo ha escrito Ángel. Sonrío mientras escribo.

—¿Y tú?

—Compruébalo tú misma.

¿Está aquí? Busco a mí alrededor y le veo en la barra tomando algo con un grupo de amigos. Me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa. De la gente con la que está solo conozco a Juanjo y me fijo en que hay varias chicas con ellos. ¿Estará con alguna de ellas? Me sentaría fatal que me estuviera escribiendo mensajes habiendo quedado con otra. Dicho y hecho. Una de las chicas se le echa literalmente al cuello y le cuchichea algo al oído. Ángel se ríe y esta se abraza a su cintura como una lapa. No la conozco pero la odio. Y a él también. No, a él le odio todavía más.

Me estoy notando enrojecer de pura rabia y eso me fastidia muchísimo así que guardo el móvil y decido dejar de prestarle atención. Si prefiere a esa chica no puedo hacer nada al respecto. Me centro de nuevo en Mateo y parece que él agradece mi interés, me sigue contando no sé qué rollo pero al rato decido que necesito salir a tomar el aire. Entre el calor y los combinados me voy a caer redonda. Aviso a Paula de que estaré fuera y el caballeroso Mateo se ofrece a acompañarme. Tampoco me da opción a decirle que no.

Nos alejamos unos pasos y me apoyo en un coche. El aire me espabila algo pero sigo un poco mareada. Mateo me empieza a hacer la pelota, para ver si consigue algo de mí. Qué guapa eres, tienes un nombre muy bonito... Aunque la cabeza me da vueltas, alguna neurona de mi cerebro aún funciona y no entiendo cómo esa táctica le funciona. Es guapo, pero ligando es patético.

Veo que Ángel ha salido del local con Juanjo y se quedan hablando a pocos metros. Él repara en mí y no me gusta nada la cara con la que me mira. Me gusta tan poco, que decido echar a andar para alejarme de su expresión de desaprobación. Mateo por supuesto me sigue, pero no le presto atención. ¿Por qué Ángel me mira así? ¿Acaso tengo que darle explicaciones de lo que hago? Cruzo al paseo de la playa y me siento en el respaldo de uno de los bancos que hay allí. Al ver a Mateo de nuevo delante de mí, recuerdo que me ha seguido y creo que lo mínimo que puedo hacer es escucharle. Justo en ese momento se calla y me observa en silencio.

—¿Pasa algo? —pregunto. Lleva tanto rato hablando que no sé qué ha podido hacerle callar.

—Es que eres tan guapa...

Ya estamos de nuevo. Es como si su conversación fuese cíclica y una vez termina su discurso, lo comienza de nuevo. ¿Tan difícil es ser original? Ay, casi hubiera preferido que siguiera callado...

Dicho y hecho. Se acerca a mí y ya no tengo dudas de lo que pretende hacer. Antes de que pueda escabullirme del banco, me está besando, sin pedir permiso ni nada. ¡Si apenas hace un par de horas que le conozco! ¡Y no creo que yo le haya incitado para que lo haga! No se lo piensa y no solo me mete la lengua hasta el fondo sino que noto sus manos en la cintura intentando acercarme a él. No digo que bese mal, y su boca sabe a limón, pero no puedo evitar verlo como un ataque, ya que ni siguiera me ha tanteado el tiempo suficiente como para saber si yo estoy interesada en dejarme comer la boca o no. Me aparto, no sin cierto esfuerzo y me bajo del banco dispuesta a volver al local, pero él se lo toma de otra manera y se pega a mí mientras busca de nuevo mi boca. Sus manos ya no se quedan en mi cintura sino que me agarran sin ningún pudor del culo y me arrima contra su pelvis y lo que tras sus pantalones se marca, mientras sus labios parece que quieren succionarme la vida. Ahí sí que ya digo basta. Este tío es un listo.

Le aparto de golpe y cojo una gran bocanada de aire antes de increparle.

—¿De qué vas? Acabamos de conocernos y te estás pasando bastante.

Se acerca de nuevo a mí sujetándome por la cintura. Pega sus labios a mi cuello mientras dice:

—Venga. No me digas que no te apetece.

No sé a qué estará acostumbrado, pero conmigo lo lleva claro. Le aparto de nuevo e intento que me mire a los ojos en vez de al escote.

—Te estás confundiendo.

No le espero y regreso al local. Llego hasta Paula y al momento ve que algo no va bien. ¿Será por mi expresión ceñuda o me estará saliendo humo por la cabeza y yo no lo sé?

—Vamos al baño.

Prácticamente me lleva arrastras. Se cuela de la cola que hay sin hacer caso de las protestas y cierra tras de sí.

—Voy a aprovechar a mear mientras me lo cuentas. No pienso volver a hacer la cola.

—No hay nada que contar. Mateo tenía ganas de fiesta y yo no —respondo apoyándome en la puerta malhumorada.

Paula se ríe.

—Mateo es bastante impulsivo. No te lo tomes a mal. Mañana se sentirá fatal, te lo aseguro.

Lo dice como si hubiera pasado por ello y me fastida que banalice su actitud.

—¿Por qué me da que sabes de lo que hablas?

—Porque sé de lo que hablo. —Me guiña un ojo—-. Entonces, ¿estás bien?

—Sí, es solo que me ha pillado por sorpresa, pero no te preocupes, sé defenderme. —Le muestro los puños en alto mientras hago un pequeño bailecito y ambas reímos—. Eso sí, debería dejar de comportarse así, cualquier día se va a ganar una denuncia o una buena tunda.

Cuando salimos miro alrededor y Paula me aclara al oído.

—Hace rato que no le veo.

—¿A Mateo?

—No, a Ángel.

¿Por qué sabe que le estoy buscando a él? ¿Llevo un letrero luminoso con su nombre?

—¿Quién ha dicho que le estuviera buscando?

—He visto las miraditas que os habéis cruzado antes.

Y yo pensando que nadie se había fijado.

—Hasta que esa chica se le ha abrazado, claro —digo.

Paula frunce el ceño y se queda pensativa. De pronto se echa a reír y no entiendo qué le puede haber hecho gracia.

—Es su prima.

Su prima. Me siento de lo más estúpida. Paula cree necesario aclarar algo más.

—Si lo que te preocupa es que esté saliendo con alguien, por lo que sé, ahora mismo está libre.

—Pero en su Facebook vi que tenía fotos con un montón de chicas. No me interesan los ligones, ya salí con uno y no pienso repetir. ¡Te lo aseguro!

Me hace un gesto con la mano restándole importancia.

—Sí que es verdad que ha salido con alguna, pero la mayoría son amigas.

—Tampoco es que me importe. —Me parece que me he delatado un poco.

—Ya claro.

Rato después estoy tan cansada que cuando Antonio y Daniela nos dicen que se van, me uno a ellos, deseosa de llegar a casa y dormir hasta el mediodía del domingo. Vuelvo dormitando todo el camino, así que la hora de trayecto parece solo cinco minutos. Me despido de ellos y entro en casa lo más sigilosa posible. Una vez cambiada de ropa y ya en la cama, reviso el móvil por última vez. Veo comentarios de mi cuadrilla por una foto que he puesto en la que estoy con las chicas y aunque se alegran, la mayoría comenta lo poco que he tardado en cambiarlas por unas nuevas amigas. "Chicas, vosotras sois únicas y ya sabéis que no os cambiaría por nadie". Pongo un montón de caritas echando besitos y no tardo en recibir otras tantas de respuesta. Al salir a la pantalla anterior del whatsapp veo que tengo un mensaje de Paula y me extraña que me escriba algo a estas horas.

—Después de irte ha habido follón. Angel ha pegado a Mateo y este le ha respondido. Se ha liado una buena.

Veo que lo ha mandado hace una media hora. A ver si tengo suerte y me contesta.

—¿Sabes por qué?

Me contesta al instante como si estuviera esperando que le escribiera.

—Nadie sabía el motivo pero como soy una chica muy lista he ido a sonsacarle a Juanjo que era el que estaba con él. ¡Adivina! Dice que Mateo estaba fardando con sus amigos de que ya te había "catado" y al parecer eso ha hecho a Angel saltar. ¡¡Dime que no es romántico!!

—Es de idiotas. No me puedo creer que le haya pegado por algo así.

—Encima que defiende tu honor... Si me entero de algo más, te lo cuento, aunque después de la pelea Ángel se ha ido, así que el asunto no creo que vaya a más.

—Ok. Gracias.

Me siento de nuevo en la cama. No sé cómo tomármelo. ¿Me debería alegrar por lo que ha hecho o enfadarme por pegar a Mateo? El sueño se me ha pasado de golpe y creo que no seré capaz de dormir sin hablar con él. Por la hora del primer mensaje, Ángel no ha podido llegar a casa, así que sin pensármelo dos veces cojo una chaqueta larga de punto, me pongo las botas y salgo por la ventana. Me acerco al borde del abismo y miro el mar iluminado por la luz de la luna. Hace frío así que me envuelvo con la chaqueta y me abrazo las costillas. Pasan los minutos y comienzo a impacientarme. ¿Y si ha decidido ir a otro sitio en vez de volver a casa? ¿Y si le ha pasado algo? Cada vez estoy más nerviosa y valoro si mandarle un mensaje pero si va en la moto no va a poder mirarlo. Cuando ya me estoy planteando entrar de nuevo en mi cuarto oigo el ruido de un motor en el camino y me asomo para ver si es él. Le veo subir por la cuesta hacia la entrada de su casa y me apresuro a saltar la valla para darle alcance. Deja la moto apoyada en el lateral y se quita el casco mientras se dirige a la puerta principal.

—¡Eh! —le grito antes de que entre y desaparezca.

Ángel se gira y me mira sobresaltado. Creo que lo último que se esperaba era encontrarme a mí allí. Seguramente pareceré una loca furiosa, pero no estoy dispuesta a dejar esta conversación para mañana. De eso nada.

—¿No deberías estar durmiendo? —me pregunta malhumorado, sin mirarme.

—Exacto. Pero resulta que me han contado que le has pegado a Mateo. ¿En qué estabas pensando? —Intento chillarle en voz baja, para no despertar a sus padres, sin embargo hablar en ese tono se me hace difícil.

Ángel mira hacia la casa y me coge del brazo llevándome lejos de ella.

—¿Y a ti qué más te da?

Está claro que está cabreado.

—No me importaría tanto si no me hubieran dicho que ha sido por mí.

Aparta la vista y se ríe secamente.

—Juanjo es un bocazas, porque es mi amigo, que si no... —dice más para sí mismo que para mí.

—No sé qué te ha llevado a hacerlo, pero no hay motivo que justifique que pegues a otra persona.

Se gira hacia mí y su mirada desprende tal intensidad que consigue incomodarme. Intento mantenerme firme pero no puedo evitar huir de sus ojos.

—Simplemente no me gustó lo que le oí decir de ti. Pero no se trata solo de eso... Bah, déjalo. Ya te dije que era mejor que no trataras conmigo.

Se mueve incómodo, parece que quiere escapar de la situación. Cuando la luz de la farola que hay en la entrada le ilumina la cara, veo que tiene un pequeño corte en el pómulo. Sin pensarlo alzo la mano y le toco la mejilla.

—Vaya, tú también has recibido lo tuyo. ¿Te duele?

—Apenas lo noto.

Demoro un poco ese momento. En realidad no me apetece dejar de tocarle la cara y él no parece dispuesto a apartarse. Me acerco un poco más con la excusa de observar el corte y muevo mis dedos despacio desde el pómulo hasta la mandíbula. Por un instante creo ver interés en sus ojos y el corazón me da un vuelco. Es uno de esos momentos perfectos en los que deseas que la otra persona se lance. Con lo fácil que sería que acercara sus labios a mí...

—Dime una cosa. ¿Por qué te has enrollado con un imbécil como Mateo?

Dejo caer mi mano con desgana. No esperaba que me pidiera explicaciones.

—No me he enrollado con él. Mateo se ha tomado la licencia de besarme sin mi permiso. Es diferente —me excuso.

—Pues has tardado en apartarte.

Que sepa eso significa que en el primer momento, me estaba observando. Eso sí, se ha perdido el empujón de después.

—Mateo no me gusta y no quería que me besara, pero cuando lo ha hecho, durante un par de segundos, he recordado cuánto me gusta que me besen. Sé que suena absurdo, pero echaba de menos que alguien lo hiciera. Luego me he dado cuenta de que se trataba de él y me lo he quitado de encima al instante.

Ni siquiera sé por qué le he hecho una confesión como esa y al momento me avergüenzo de haber sido tan sincera. ¿Por qué no me habré mordido la lengua? De pronto me siento incómoda y desearía no haber empezado esta conversación. Lo mejor que puedo hacer es irme. Me doy la vuelta y me alejo sin decirle adiós. Él no me detiene y tampoco añade nada, así que cuando llego a mi ventana tengo la moral por los suelos. No sé qué pensar, de verdad que no.

Me tumbo en la cama y veo iluminarse la pantalla de mi móvil. Lo cojo con desgana. El mensaje es de Ángel, como siempre parece que le resulta más fácil escribir que hablar.

—Lo siento. Me sentó mal ver que un tío como él te besaba y al oírle hablar mal de ti no pude evitar pegarle. Soy así. Buenas noches, Ux.

Sigo un poco molesta así que no le contesto. No quiero que piense que se me pasa tan fácil un enfado. Eso sí, le doy mil vueltas a lo sucedido y solo tengo una cosa clara. Quiero que Ángel me bese. Quiero que lo haga por encima de todo y ahora que lo sé, no puedo dejar de pensar en ello. ¿Y si no ocurre nunca? Esta noche podría haberlo hecho y no ha sido así. "Arg, maldita sea, ¡odio darle vueltas a algo que no tiene solución!". Cojo los auriculares y busco en el móvil algo de música.. Por fin consigo relajarme y me dejo llevar por los sueños.

¿Qué os ha parecido el capítulo? Ya veis que la historia avanza. Uxue va encontrando su lugar con sus nuevas amistades. Y ¿qué opináis de Mateo? Un listo, me parece a mí. Aunque lo mejor es ver la reacción de Ángel... ¿por qué ha pegado a Mateo?

Y ese momento perfecto en el que casi se besan... ay, otra vez será. Quizás en el próximo capitulo!! Un saludo

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