Capítulo 22




 Me pregunto cuándo Bilbao se ha llenado de cafeterías. Sí, parece una tontería, pero de pronto se han multiplicado los pequeños locales en los que disfrutar de capuchinos tamaño extra grande y muffins. Pienso que esto es cosa del turismo, que ha vuelto la ciudad cosmopolita, con un toque europeo que antes no tenía. Sigue habiendo bares de pinchos, de esos en los que todo tiene una pinta estupenda y no sabes cuál elegir, pero está claro que tener mayor número de visitantes cada año que pasa, ha diversificado la oferta.

Pienso esto mientras espero que Naiara me traiga uno de esos enormes cafés. Me ha contado que esta cafetería ha abierto hace poco, pero la verdad es que parece que hace siglos que me he ido de aquí y no algo más de dos meses. Tiendas que han cambiado de lugar, otros bares, otras cafeterías...

Llevo apenas tres días aquí, en casa de mi amiga, esperando a que empiecen las fiestas. Justo cuando ya pensaba que me iba a dar un ataque de nervios dándole vueltas a todo, me llamó para invitarme ya que estaba sola en casa y pensó que volver por unos días me sentaría bien.

—¿Por qué tienes esa cara tan larga?

Me sobresalto al escuchar su voz tan cerca y esbozo una sonrisa que sé que no resulta creíble mientras ella deposita los cafés en la mesa y se sienta frente a mí.

—Venga, suéltalo —insiste.

—Nunca pensé que me sentiría fuera de lugar en mi propia ciudad, pero es así... no sé, es raro.

Naiara se entretiene en coger con la cucharilla la espuma del capuchino. En cambio yo, remuevo hasta que la canela se mezcla con el resto del café.

—Jo tía, ni que llevaras años lejos... yo todavía no me he acostumbrado a que no estés y tú diciendo que ya te encuentras fuera de lugar.

—Lo sé, yo también te echo de menos y pensé que siempre viviría aquí, sin embargo no sé si ahora sería capaz de acostumbrarme de nuevo.

Me mira sorprendida.

—¿Estás diciendo que prefieres vivir en un pueblo enano en el que se conoce todo el mundo, que apenas tiene tiendas y donde la cobertura móvil es una mierda?

Empleo unos minutos en analizar su pregunta. ¿Me gusta vivir allí? ¿Lo prefiero a la ciudad? Pienso en las vistas desde mi ventana, en los animales, en la biblioteca, en el olor a hierba, en Aquiles y Beltza, en los tomates de la huerta, en la brisa del mar, en Ángel...

—¡Maldita sea!

—¿Qué te pasa ahora? —pregunta preocupada.

—Que sí, que prefiero ese pueblo. Te juro que no sé en qué momento ha pasado, pero es así. Me encanta despertarme por las mañanas, abrir las ventanas y ver el mar. Me gusta cómo Pili y Mili me siguen cuando ven que cojo el cubo para ordeñarlas, me chiflan las ensaladas que prepara mi madre con cosas de la huerta. ¿Sabes? Los tomates de allí tienen sabor, y en las manzanas puedes encontrar un gusano. Nada que ver con lo que compras en el supermercado que parece todo plástico.

Me tapo la cara con las manos frustrada. Jamás pensé que volver a mi ciudad me haría darme cuenta de dónde está mi hogar ahora.

—Nena, no se acaba el mundo...—me dice apartándome las manos para mirarme a los ojos—. ¿Ves? Puedes venir a verme de vez en cuando y desquitarte de la vida en el pueblo. Un maratón de compras, cine y fiesta conmigo no tiene precio.

—Eso es cierto... y quiero que tú también vengas a visitarme.

Naiara alza las manos, escandalizada.

—Ah, no. ¡No pienses que me vas a poner a ordeñar una vaca! Ni en sueños...

Las dos estallamos en carcajadas y reírme así hace que la presión en mi pecho se aligere un poco.

—Pero yo quiero viajar...

—¡Vamos a ver! ¿Qué pasa? Que si vives en un pueblo, ¿no vas de vacaciones? Dedícate a algo con lo que ganes dinero y podrás viajar todo lo que quieras...

Dicho así ¡parece tan fácil! Pero en realidad tiene razón. Nunca he sido de muchos lujos y perfectamente podría irme de vacaciones a la aventura, con una mochila y poco más.

—¿Sabes? Echo de menos a Ángel...

Ella me da unas palmaditas en la mano, intentando ser todo lo comprensiva que una tía loca como ella es capaz de ser en estos temas.

—Ya sabes que yo no soy de atarme a la misma persona más allá de... un par de sábados. Sin embargo, veo esa carita triste y sé que tú estás más pillada por ese Ángel de lo que has estado nunca por nadie. Me lo has contado todo con pelos y señales y lo que no entiendo es cómo todavía no le has mandado un mensaje diciéndole que estás loca por él.

Venga, vale. No puede ser que todos me digan lo colada que estoy por Ángel, incluso mi mejor amiga, y yo no me dé cuenta. ¿Me estoy cerrando a lo que siento? ¿No será que tengo miedo de que todo sea real y verme sobrepasada? Estoy a punto de cumplir diecisiete y me queda mucho por delante. ¿Quiero tener una relación seria tan pronto?

—No sé...

—Bueno, mientras te lo piensas, vámonos de fiesta que hay mucha gente que está deseando verte.

Aunque llevo tres días en Bilbao, a la mayoría de la cuadrilla no les he visto, por lo que me paso la siguiente hora, dando besos y abrazos por doquier. Todos me preguntan por la vida en el pueblo, por algunas fotos que han visto en mi Instagram y por la gente. Me entretengo contando anécdotas mientras Nai pone los ojos en blanco porque ella ya se las conoce todas. Nos vamos de quinito, hasta estar bien borrachas y después a bailar. Se nota que dentro de dos días comienzan las fiestas, porque para las fechas que son, los bares están a tope. Disfruto como nunca, bailando con mis amigas, cantando a pleno pulmón y viviendo cada segundo como si esta fuera mi última noche. Pero como todo no puede ser perfecto, el subidón se me pasa en el momento en que Miguel, mi ex, se acerca a saludarme. Sin que tenga tiempo a reaccionar me planta dos besos y enrosca su brazo a mi cintura. Nada en él ha cambiado, ni su pose, ni su olor, ni su ego.

—Hola nena, no te imaginas cómo me alegro de verte —me grita al oído.

Le aparto la mano de un tirón, asqueada de su cercanía y de las confianzas que se gasta.

—Mira Miguel... ya te puedes marchar por dónde has venido.

—Pero cariño, ¿crees que esa es forma de hablarme después de todo este tiempo sin vernos? ¿Ya te has olvidado de mí?

Y tanto. Prácticamente me olvidé de él en el momento en el que me fui de Bilbao.

—Lo que no sé es cómo perdí tantos meses contigo.

—Ey nena. No digas eso, ¿ya no recuerdas cómo te hacía sentir? Porque yo no lo he olvidado y te he echado mucho de menos.

Intenta acercarse de nuevo, pero yo reculo un paso por puro instinto. Le quiero cuanto más lejos mejor.

—No, no se me ha olvidado que me tratabas como una mierda. ¡Me pusiste dos veces los cuernos! Y lo único que querías era meterte en mis bragas. Eres un impresentable, Miguel.

Me quedo tan a gusto con lo que acabo de decir que incluso él es consciente de que lo mejor que puede hacer es largarse.

—Bueno preciosa, tú te lo pierdes.

Una sonrisa de satisfacción se dibuja en mi rostro.

—No. Tú te lo pierdes.

Se da la vuelta y se aleja resignado mientras la euforia crece en mi interior por haber sido capaz de plantarle cara. Salgo un momento fuera del bar para disfrutar en soledad de mi triunfo y no puedo evitar pensar que fui una tonta por perder un solo minuto de mi tiempo con semejante personaje. El recuerdo de Ángel viene a mi mente, como una comparación imposible. No podrían estar más alejados el uno del otro. Ángel leyendo por debajo del pupitre. Ángel paseando por la playa con Aquiles. Ángel besándome lento y pausado, demostrándome que no necesita a nadie más que a mí... Cierro los ojos por puro instinto y me doy cuenta de que ahora no echo de menos que me besen. Echo de menos que me bese él.

Me alejo un poco de la gente, saco mi móvil del bolso y comienzo a grabar en el Whatsapp:

"Sé que quedamos en no enviarnos mensajes pero de buenas a primeras me he dado cuenta de unas cuantas cosas: Uno. Me gusta vivir en el pueblo, lo que es toda una sorpresa para mí, la chica de ciudad que no sabía ni hacer un arroz con leche. Dos. Me encantan mis animales, mi gatita, Pili y Mili, las gallinas, el cerdo e incluso el pesado de mi gallo. Adoro a Aquiles y él lo sabe. Tres. No sé qué es lo que quiero hacer, pero sí que estudiaré Filología. Puede que me dedique a escribir, o dé clases o abra una tienda de libros, no lo sé, pero cualquiera de esas ideas no será incompatible con tus planes. Cuatro. Quiero viajar y mucho. Que lleguen las vacaciones y elegir un destino nuevo al que ir. Quiero ir a Japón aunque no me guste el sushi. Cinco. Me gustaría ir de boda contigo y bailar hasta acabar agotada. Seis. Echo de menos tus besos, sí, los tuyos, y tus abrazos y escucharte mientras hablas de animales o libros y mirarte cuando observas el mar, sentados en la playa. Me has dado los mejores momentos de mi vida y te aseguro, que cuando me mudé, lo último que podía imaginar era que encontraría a alguien como tú capaz de verle lo bueno a una tía loca que nunca sabes por dónde va a salirte. ¡Está claro que te gusta la aventura! Mira, sé que he estado hecha un lío y que con este mensaje tampoco estoy mejorando mucho las cosas pues estoy hablando tal y como me vienen las ideas a la mente y seguramente cuando me levanta mañana me eche las manos a la cabeza por haberlo enviado y no haber esperado a hablar contigo en persona, pero tenía que decirte todo esto porque de pronto soy consciente de lo que quiero y no me parecía justo esperar y no explicarte cuanto antes cómo me siento y vale, sí, he bebido un poco y por eso puede que me esté enrollando más de la cuenta. ¡Ah! Se me olvidaba lo más importante. Te quiero".

En el mismo momento en que veo la uve de enviado me echo las manos a la cabeza. No tengo ni que esperar a mañana para asustarme. ¿Qué acabo de hacer? No digo que no piense todo lo que he dicho pero cuando Ángel escuche ese mensaje va a pensar ¡que estoy loca! Entro al bar y saco a Naiara prácticamente a rastras. Me mira con cara de no entender y yo le paso el móvil y doy a reproducir mi mensaje de voz que en este momento ya marca doble check. Nai escucha mi parrafada con atención y al darse cuenta de lo que digo comienza a reírse. Al acabar me pasa el móvil mientras niega con la cabeza.

—Tía, estás más loca que yo.

—¿Y ahora qué hago? ¿Emigro a otro país?

Ella me sujeta por los hombros.

—No seas tonta. Es la declaración más bonita que he oído nunca. Después de la suya, claro.

—Me muero de la vergüenza Nai... esto ha sido culpa de Miguel. Al hablar con ese idiota ha sido toda una revelación. He sido consciente de lo que tenía con Ángel, de pronto ya no tenía dudas y le he enviado ese estúpido mensaje casi sin pensarlo.

—No te preocupes, en cuanto lo lea, caerá rendido a tus pies.

Sin embargo, peor que enviar ese mensaje, es ver el doble clic en azul y no obtener contestación. Pensaba que era terrible haber soltado todos mis pensamientos así de buenas a primeras, sin filtro, pero mirar un millón de veces el móvil esperando una respuesta y no encontrarla, va a acabar conmigo.

Hoy comienzan las fiestas de Bilbao. En menos de una hora el txupinazo pondrá en marcha varios días de beber, comer, bailar... y desesperarme si sigo sin saber nada de Ángel. Voy camino del Arriaga, lugar del txupinazo y voy sola ya que Nai me ha dicho que tenía que ver a una amiga antes y que nos encontraríamos allí. Yo creo que necesitaba librarse un rato de mí. Por muy buena amiga que sea, la paciencia tiene un límite y puedo asegurar que me he puesto un poco pesada con todo este asunto de Ángel. Incluso su tía, la que nos vigila para que no quememos la casa o montemos una fiesta ilegal, me ha preguntado varias veces en estos dos días a ver qué me pasa. Obviamente me he hecho la loca, pues por muy enrollada que sea, no creo que entienda por lo que estoy pasando en este momento.

Las primeras horas supuse que Ángel estaría asimilando mi absurdo mensaje e intentando sacar algo de provecho de él. El "te quiero" por ejemplo, pero a estas alturas he llegado a la conclusión de que ha cambiado de opinión. ¿Qué otro motivo podría tener para no contestarme? Ni una llamada, ni un mensaje...

Comienza a llover. El típico sirimiri de Bilbao, un calabobos que parece que no moja pero que a la larga empapa. "El tiempo está como mi ánimo" digo para mí misma. Agradezco que la mayoría de la gente vaya en la misma dirección que yo, sería difícil ir contra marea y según me acerco al Arenal, es la muchedumbre la que marca el paso. Cojo el móvil y miro los mensajes. No tengo ninguno así que le envío uno a Nai.

"¿Dónde estás?"

Paso por entre las txoznas, preparadas para una semana de servir litros y litros de alcohol y jornadas interminables de música. Lloviendo como está, nos espera pasar la noche apilados bajo los toldos para no mojarnos. No es nada nuevo, ¿qué serían las fiestas de Bilbao sin algún día de lluvia? Por lo menos hace calor...

Me vibra el móvil y miro la pantalla.

"Ikurriña".

"¡Maldita sea! Qué puñetera costumbre de quedar siempre en el sitio más complicado". Sigo andando cada vez más cerca del poste donde la Ikurriña ondea con fuerza. A mi alrededor los ecos de la canción de Marijaia me incitan a entrar en ambiente.

"Ene, ene, ene, oi ai ene bada. Aste hau pasata barriro joango da. Marijaia bera, gure Marijaia, Bilbora etorri da Aste Nagusira. Aste Nagusi bakarra munduan, bakarra munduan Marijaia!...".

La susodicha Ikurriña está a pocos metros del balcón del Arriaga desde el que se tira el txupin, es decir, el sitio más concurrido de todo Bilbao en estos momentos. La gente lleva rato cogiendo sitio y acercarse al poste es toda una aventura. Esquivo a derecha e izquierda mientras mentalmente pienso en una tortura a la que someter a mi mejor amiga. ¡Esto no se hace! Pisotones y codazos me recuerdan por qué suelo ver lanzar el cohete desde el puente y cuando llego al maldito punto de encuentro, la pregonera ya está recitando su discurso. La gente salta y aplaude metida en ambiente y yo busco a Naiara.

Cabreada cojo el móvil y tecleo.

—No te encuentro.

Al momento entra su respuesta.

—No es a mí a quien tienes que buscar.

Sin comprender del todo sus palabras, miro a mi alrededor nerviosa. Unos brazos me rodean y antes de darme la vuelta ya sé quién me envuelve con ellos. Me giro y observo a Ángel atónita.

—Hola.

—¿Qué haces aquí? No contestaste a mí mensaje, pensé que habías cambiado de opinión, pensé...

Ángel sonríe y yo estoy a punto de llorar. Un contraste perfecto.

—Tenía que venir y hacer una cosa en persona.

—¿El qué?

Estamos gritando para oírnos entre el bullicio de gente, aún más cerca que al principio, apretujados por la multitud. Espero con ansia saber qué es lo que me tiene que decir. Acerca su boca a mi oreja y me habla en un tono tan tranquilo que me sorprende su seguridad.

—He oído en algún sitio que echas de menos mis besos. Vengo a solucionarlo.

No me da tiempo a pensar ni a reaccionar. Me besa con todas las ganas del mundo y yo respondo sabiendo que nada puede ser mejor que sus labios sobre los míos. Es un instante tan increíble, que incluso escucho cohetes y música de fondo como en las películas románticas, solo que en esta ocasión no se trata de mi imaginación, esta vez es de verdad y las fiestas ya han empezado.

Estas últimas semanas separados, quedan borradas de un plumazo. No sé lo que nos espera mañana, pero me da igual porque siento que juntos somos mejores y que aunque haya días que no sean perfectos, seremos capaces de seguir adelante. Si al final es más fácil de lo que parece, solo se trata de ir improvisando...

La gente salta a nuestro alrededor, cantando y bailando.

Mientras, nosotros disfrutamos del momento, del beso, de la vida.

FIN


MULTIMEDIA: Si no queréis ver todo el vídeo, podéis ponerlo a partir del  minuto 4:30. Creo que así entenderéis mejor la escena final. Imaginad a Uxue y Ángel metidos allí, en medio de semejante barullo. La gente, la música, la emoción...

*Traducción canción en Euskera de Marijaia:

"Madre, madre, madre, oh madre mía. Cuando pase esta semana. La misma Marijaia, nuestra Marijaia ha venido a Bilbao a la semana grande. Semana grande, única en el mundo. Única en el mundo, Marijaia".


Bueno, hasta aquí ha llegado esta pequeña historia. Espero que hayáis disfrutado con ella porque para mí ha sido muy divertido escribirla. 

Recordad, buscad a alguien que os quiera, pero que os quiera bien. Apreciad los pequeños detalles y las cosas simples. Las buenas palabras, nunca están de más.

Y sobre todo, disfrutad de la vida, de cada beso, de cada momento... 

Os espero en mis otras historias. Gracias a todos por estar ahí.

Besitosss


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