Capítulo 8: La nebulosa

En una grieta aparecieron Lautaro, Harry y Kaguya frente a Jaime Enrique quien tomaba un té junto al líder de los Firelights.

— ¿¡Pero qué…!? — el Firelight preguntó.

— ¡Vengo de 3 años en el futuro donde el heraldo los mató a todos, creo que esta chica puede ser la clave para ganarle! — fue lo primero que dijo Harry apenas se percató de la presencia del peludo.

— Oh... — Jaime Enrique murmuró tomando un trago estando más relajado que antes — ¿Y por qué piensas eso, Harry de dentro de 3 años?

— Pude ver cómo ella casi vence al heraldo, perdió por un pequeño error.

— Pero perdió — el líder Firelight agregó — Por cierto ¿Qué pasará cuando te veas con tu versión del presente? ¿No se romperá el universo ni nada extraño?

— Cuando viajo al pasado o al futuro mí versión de ese tiempo deja de existir — Harry explicó.

— Vaya... Me caía bien el Harry joven, que descanse en paz — el líder suspiró.

— Digamos que entiendo tu suposición, ¿Y el niño qué?

— ¡Ya tengo más de 18 años! — Lautaro se quejó.

— Vienen en pack, si él no está ella no nos ayudará.

— Parece que me conoces bastante, incluso si nos acabamos de conocer — Kaguya miró Harry con una mirada crítica.

— Es que ví como dejabas que el heraldo te asesine en otra línea temporal — Harry suspiró dejando perplejo a Lautaro, pero Kaguya no se sorprendió.

— ¿¡Qué, por qué hizo eso!? — Lautaro intentó acercarse a Harry para preguntarle pero Kaguya lo empujó a su sitio.

— Por nada jejeje — ella rió como tonta mientras estaba un poco roja.

— A todo esto... ¿Cómo es que se llaman? — Jaime Enrique miró al par.

— Podría decirlo primero usted ¿No? — Lautaro se rascó la cabeza.

— Jaime Enrique, profesor Jaime Enrique.

— Wilson Fisk — tras hablar, todos se quedaron mirando al líder Firelight — ¿Les pasa algo con mí nombre?

— Nada en realidad, mí nombre es Harold Osborn, díganme Harry — el hombre mariposa se presentó.

— O también pueden xd ifle hombre mariposón — Fisk rió.

— Soy Kaguya, él es mí querido Lautaro — ella se acercó a Lautaro mientras hablaba, tímida al sentir las miradas de los tres hombres.

— ¿Y qué eres... Señorita Kaguya? — Jaime Enrique preguntó — Si pudiste darle batalla a Viktor es porque no eres una humana convencional.

— Es que... — Kaguya tiró del brazo de Lautaro con vergüenza.

— Tiene amnesia, me salvó cuando apareció esa extraña nebulosa del cielo — Lautaro explicó.

— ¿"Cuando apareció" dices? — Harry lo miró extrañado — Esa nebulosa lleva en el cielo desde siempre, es parte de la atmósfera del planeta.

— Amh... No soy experto en la materia pero yo ví claramente como de un momento a otro apareció esa cosa en el cielo — Lautaro murmuró sin entender — Respondí un mensaje y en cuanto envíe mí respuesta esa cosa apareció.

— ¿Según tú fue exactamente al mismo tiempo? — Jaime Enrique preguntó curioso, Harry solo suspiró.

— Es un mentiroso, profesor no le haga caso.

— Mire profesor Enrique, este es el mensaje — Lautaro sacó su teléfono y mostró el mensaje.

— Para empezar, llámame solo profesor o profesor Jaime Enrique, es un nombre compuesto no mí apellido — Jaime Enrique miró el teléfono y se rascó su pelaje con curiosidad — Si lo que dices es verdad puede que el mensaje y la nebulosa estén relacionados, vayan a divertirse o algo mientras yo descubro quien envió esto.

— Ahg... — Harry suspiró para después empujar a Lautaro al pasar junto a él.

— Oye... — Kaguya lo tomó del hombro molesta — Disculpate.

— Lo lamento — Harry gruñó para después irse.

— Vengan, los llevaré a comer algo — Wilson se levantó y guió a los recién llegados.

Tras comer e hidratarse los cuatro regresaron con Jaime Enrique que ahora tenía unos goggles puestos.

— Señorita Kaguya, ¿Me permite su mano?

Kaguya miró a Lautaro quien asintió así que Kaguya la extendió, en ese momento el peludo tomó un pequeño alfiler y lo clavó en el dedo de Kaguya extrayendo un poco de sangre, Kaguya se curó rápidamente...

— Cómo me temía... — el profesor dijo tras analizar la sangre en una máquina, dicho sea de paso, la sangre era de un coloror morado y celeste muy extraño — La sangre de la señorita Kaguya... Coknciide con las muestras que se han extraído de la nebulosa.

Lautaro, Kaguya y Wilson no entendieron que quería decir.

— ¿Estás diciendo que ella nació en la nebulosa? — Harry, hijo de una pareja de científicos, entendió rápidamente.

— No... Estoy diciendo que ella creó la nebulosa.

— ¿¡QUÉ!? — Lautaro preguntó indignado, volteó a ver a Kaguya que ante su mirada dió un paso hacia atrás.

— ¿Y-yo? N-no sé, no no lo recuerdo...

— Y para rematar... Él mensaje que recibiste fue enviado desde la propia nebulosa — Jaime Enrique le devolvió el teléfono a Lautaro — Actualmente el aparato que se usó para enviar el mensaje sigue allí.

— Es decir que hay alguien en ese lugar — Wilson murmuró.

— Harry, Kaguya vayan a descubrir quién es esa persona — el profesor miró al par.

— Ella es un peligro profesor... — Harry suspiró — No quiero arriesgarme.

— Entonces lleva también a Lautaro, él se encargará de que la chica no sea un peligro.

— ¡AHGGG!!! — Harry se tomó la sien, molesto — Adelante, nos vamos.

— Kaguya yo lo... — Lautaro quiso decir algo pero Harry los teletransportó.

En la clásica grieta Harry, Kaguya y Lautaro aparecieron en un extremo de la nebulosa.

— Hm... Es sólida — Harry se dió cuenta que estaban parados sobre la nebulosa.

— Espera... ¿¡No sabías si era sólida!? — Lautaro lo miró indignado.

— Las nebulosas son un conjunto de gases y polvo — Harry levantó sus hombros.

Ambos miraron a Kaguya notando que ella se había adelantado y estaba caminado hacia delante.

— Este lugar... Me es familiar.

Harry y Lautaro se miraron al oír eso.

— Creo que hay algo por aquí... — Kaguya se volteó a mirar al par, parecía alicaída — Vengan.

Kaguya guió a los chicos hacia un lugar donde la nebulosa parecía elevarse como una montaña.

— Creí que la nebulosa sería completamente uniforme — Harry murmuró interesado.

Kaguya tocó la elevación en la nebulosa lo que hizo que esta empiece a moverse antinaturalmente hasta mostrar que detrás de la elevación había una puerta metálica...

— ¿Qué hace esto aquí…? — Harry entrecerró sus ojos.

— Me gustaría saberlo — Kaguya apretó sus puños, frustrada por no entender porque recordaba esto.

— N-no te preocupes, Kaguya... Seguro adentro estarán todas las respuestas — Lautaro notó el estado de Kaguya e intentó acercarse para calmarla...

— Si... — Kaguya se hizo a un lado evitando que Lautaro se le acerque, luego se tomó el brazo con incomodidad — Adelante, vamos.

Los tres entraron encontrando que el interior parecía ser un extenso búnker que comenzaba con un pasillo metálico...

— Oigan.. — Lautaro frenó en seco, viendo delante de él una especie de ratsro negro en el aire — ¿Ven eso?

— ¿Ver qué? — Harry preguntó.

— Sigamos adelante — Kaguya ignoró a Lautaro...

— ¿...Ella se enojó conmigo? — Lautaro se acercó a Harry.

— Si tú no lo sabes yo menos — Harry le devolvió el susurró.

Los tres llegaron a una sala con 5 estatuas alrededor de toda la habitación, en el centro había una figura conocida atada por unos hilos de energía... Era Kaguya, la Kaguya conejo.

— Hasta que llegan, ustedes dos... — la Kaguya conejo gruñó al ver a la otra Kaguya y a Lautaro — ¿Oh? Veo que conseguiste una nueva mascota, Kaguya, ¿Ya recuerdas quién eres?

Kaguya miró a la coneja estando molesta, con su mano tomó los hilos de energía....

— ¿Cómo llegaste aquí?

— Luego de que me liberaras vine hacia aquí, después de todo aquí se encuentra el origen de todos los problemas.

— Explicate — Harry se tronó los nudillos.

— Una diosa... La responsable de que todos estemos en este mundo.

— ¿Y vos no eras una diosa? — Lautaro preguntó.

— Tú no te metas — Kaguya ni siquiera se volteó a mirarlo, pero Lautaro dió un paso hacia atrás.

— ¿Enojaste a tu novia? — la diosa conejo rió.

Lautaro notó que el miasma negro empezó a hacerse más denso entrando en las estatuas...

— O-oigan... — Lautaro los llamó.

— Ya escuchaste a Kaguya, no te metas Lautaro — Harry suspiró.

Las estatuas abrieron sus ojos mostrando que estaban vivas... Y sonrieron de forma macabra...

— ¡OIGAN!!! — Lautaro gritó pero ya no le hicieron caso.

Las estatuas empezaron a emitir una luz en sus bocas que produjo un disparo de energía dirigido hacia las Kaguyas y Harry...

— ¡KAGUYA!!!! — Lautaro corrió hacia el grupo.

Justo antes de que los disparos acierten Lautaro saltó sobre Kaguya logrando hacer que ambos caigan al suelo esquivando el daño...

— ¿¡Qué te pa…!? — Kaguya notó que Lautaro la había salvado..

— ¡Harry!! — Lautaro miró hacia atrás preocupado.

— Viajé unos segundos al futuro, no te preocupes — Harry apareció detrás de ambos.

— ¿Y la otra Kaguya? — Kaguya preguntó.

— Estoy bien... — ella tosió, el disparo había destruido los hilos de energía — Esas estatuas me habían atado, no entiendo porque ahora quieren matarnos.

— ¿Lautaro tú me has...? — Kaguya giró haciendo que Lautaro quede debajo de ella.

— ¿Salvado? Si, no me agradezcas, no es nada — Lautaro giró a un lado haciendo que Kaguya caiga al suelo — ¡Luego hablemos, no entiendo por qué te enojaste, ahora debemos descubrir que pasa acá! — le extendió su mano.

— ¡Si! — Kaguya sonrió tomando su mano — Quédate detrás de mí.

Kaguya, Harry y la diosa conejo se prepararon para luchar contra las estatuas pero entonces Lautaro vió aquél aire negro que iba hacia otra habitación...

Lautaro miró a los tres luchando, para después ver el miasma...

— Acabaré con esto yo mismo.

Sin que los otros se dieran cuenta Lautaro se escapó de la habitación yendo tras el origen del rastro negro.

— Si yo provoqué todo esto al responder ese mensaje... ¡Entonces yo seré quien lo resuelva!

Lautaro llegó a una habitación como la anterior, pero al ver lo que había dentro frenó en seco y emitió un sonido de sorpresa...

— Increpación: así que tú eres Lautaro Arpas... — una voz habló delante de él...

Delante de Lautaro había una figura atada con unas cadenas con mucha esencia que se conectaban a las paredes y al techo, también tenía otra cadena conectada a su cuello enganchada al suelo...

Era una chica joven con un cabello naranja brillante que caía en una trenza que llegaba hasta sus caderas y dos largos mechones que caían por delante de sus hombros que giraban formando unos remolinos, sus ojos eran de un azul grisáceo. Ella tenía una figura esbelta y un cuerpo delicado, parecía que podía quebrarse con solo tomarla con algo de fuerza..

— ¿Ka...?

¿¡KAGUYA!?

Continuará....

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