K


Echaba de menos a todos, los primeros días aquí no fueron tan sencillos, tenia una compañera un poco conflictiva, su nombre era Belinda y no era de este país, al parecer sus padres la abandonaron. Ellos eran muy jóvenes y no estaban preparados para hacerse cargo de ella. Además pasó por varias familias pero la devolvieron; solo le faltaban dos años para abandonar el centro.

Me daba lástima aunque me ignorara cada vez que coincidimos en el comedor o en el patio.
A mi sólo me quedaban unos meses para salir. Mayormente pasaba el tiempo paseando por el patio y estudiando en mi cuarto. Había una sala enorme donde podemos chatear con quien quisiéramos y ahí obtengo correos por parte de Claudia y Tina. Belinda se aparecía de vez en cuando para entretenerse.
A veces cruzábamos miradas pero nada más. La verdad es que apenas me he relacionado aquí con nadie, estas chicas se les ve que son más experimentadas que yo, como si hubieran vivido una infancia difícil, comparada con la mía.

La asistente se pasó un día para informarme de Manuel porque Cata está al tanto de lo que ocurre fuera y por eso se lo pedí.
Todavía me acuerdo lo que dijo: tu hermano ha estado trabajando en una tienda de móviles y al parecer vive con una chica que conoció hace un mes.
Me alegré de saber que tiene a alguien y que trabaja. Me adelanté en pensar que andaba en malos pasos.
A veces  me aburría tanto que escribía a mi padre, solo eran unas líneas describiendo cómo era este sitio y como me iba.

No volví a quejarme mas de mi suerte.

Pasado el tiempo tuve otra visita de Catalina, ella quería ayudarme a conseguir un empleo en cuanto saliera del centro. Ambas nos encontrábamos en una de las oficinas que dejaron vacía para ese menester.
Cata me ayudó a realizar mi primer curriculum vitae. No sabía qué era eso pero ella me explicó de qué se trataba.
Empezó a rellenar ese documento con mis datos personales y mis conocimientos etc. Mostraba interés a todo lo que me explicaba. No perdía detalle.
A eso de las cinco de la tarde tenía que irse, casi siempre andaba ocupada. Yo no veía  inconveniente en quedar otro día.
Antes de irse apuntó en su agenda la próxima visita.
Pasé por mi cuarto antes de encerrarme en la pequeña biblioteca; quería coger mi libreta y un bolígrafo para escribir o anotar. En breve salí y tropecé con Belinda. A ella no le gustaba perder el tiempo con las nuevas, más bien prefería irse al patio a fumar, algo que estaba prohibido. Siempre me cuestione cómo conseguía que no la pillaran.
Enseguida noté que guardaba su cigarrillo en su canalillo.

—Perdona—dije al percibir su nerviosismo.
—No... tampoco es que me importe que me pillen. Si me castigan no tendré que ir obligada a clase. Detesto aprender religión y literatura.

—Vaya.

La joven me observó con detenimiento, seguro que se aburría de mi escaso vocabulario.

—Sabes..siempre me he preguntado cómo acabaste aquí, no eres como las otras chicas. Me fijé que pasas la mayor parte del tiempo con tus libros y apenas socializas.

—Es lo que tu has dicho, no me parezco a nadie; Además ustedes son más...

Preferí callar porque me parecía que ya hablé demasiado y eso era moverme en un terreno pantanoso. No quería hacer amistad con nadie y menos con ella.

—Es cierto que aquí no se hace amistad fácilmente pero si no te integras seguirás sola. Chao.

Esta chica siempre me confunde, es la primera vez que me habla y se atreve a darme un consejo.
Sin embargo decidí ir a mi bola, hasta ahora me ha ido bien.
¿No?

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