Tres




El día de la semana más esperado por un estudiante por fin había llegado, era viernes y tan solo quedaban tres clases para que la escuela llagara a su fin ese día, los viernes eran el día perfecto para salir de fiesta o simplemente llegar a casa a descansar de una semana agotadora por los trabajos y tareas, pero Clark a diferencia de los demás deseaba que aquellas tres clases durarán una eternidad, deseaba que el tiempo se detuviera para mantenerse en la clase de Arte misma que duraba las tres horas y que el chico comenzaba a adorar por el simple hecho de estar sentado detrás de cierta chica de castaño cabello que le había robado completamente sus pensamientos, este esperaba siquiera recibir una mirada de la chica, que esta girara aunque sea para pedirle alguna goma, lo que fuera para mirarla a los ojos.

—Señor Byrne —los pensamientos de Clark se vieron interrumpidos en cuanto el profesor dijo su apellido y le miraba con una sonrisa—. ¿Desea comentar cuál es la inspiración que utilizará para su siguiente dibujo? —el profesor se recargó en el escritorio con los brazos cruzados, aun cuando se escucharon alguno que otro suspiro el profesor ni siquiera se inmuto. El profesor Hansen, uno de los profesores más jóvenes de toda la escuela, era uno de los profesores más queridos entre los estudiantes y favoritos en lo que se trataba de la población femenina de la escuela, este acostumbraba a reír y hacer bromas en clase, ayudaba a sus estudiantes y parecía que nada le hacía enojar—. ¿Bien? —movió su mano en señal de que el joven debía colocarse de pie para dar su respuesta.

—Eh... —se colocó de pie sintiendo las miradas de sus compañeros, pero aquello no era lo que le ponía nervioso, sino unos ojos amielados que tiraban a verdes mismo que pertenecían a Scarlett Simmons, la mirada de la chica le hacía que sus nervios salieran a flote—. Los ojos —su murmuro logró ser escuchado por todos, algunos lo creyeron algo tonto por lo que rieron.

—Silencio —ordenó el profesor haciendo que callaran las risas de golpe—. No es algo que cause risa, de hecho, debo felicitarlo señor Byrne, su inspiración es bastante peculiar. ¿Podría decirnos el porqué de su inspiración? —Clark pasó saliva con fuerza negándose a decir la verdadera razón de la que sería su inspiración, no podía decir que en realidad su inspiración eran los ojos de su compañera que se encontraba justo frente a él, respiró hondo antes de responder.

—Por lo expresivos que son. Los ojos son el reflejo de los verdaderos sentimientos que uno tiene, de las verdaderas intenciones, uno puede sonreír sin que sus ojos demuestren alegría o al estar enojado, los ojos también pueden demostrar cuan lastimados estamos —sin poder evitarlo su mirada se dirigió a Scarlett sin esperarse que esta también le estuviera mirando, ahí estaban justo frente a él los ojos tristes de aquella chica que se robó por completo su atención.

—Puede sentarse, señor Byrne —Clark tomó asiento y nuevamente la atención regresó al profesor—. Me impresiona la manera en la que describió su inspiración, fue completamente sincero, quizá han escuchado la frase "Los ojos son el reflejo del alma" —caminó hasta el pizarrón y escribió la frase en un tamaño considerable para que todos lograran verla con claridad—. Y esta frase es completamente cierta, los ojos demuestran lo que en verdad sentimos y muchas veces intentamos ocultar —sonrió y comenzó a preguntar por las demás inspiraciones de sus alumnos misma que utilizarían para sus dibujos que serían presentados y expuesto al final del año, Theodore Hansen esperaba que todos demostraran la misma emoción que Clark había mostrado minutos atrás.


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La primera hora había transcurrido demasiado rápido para el agrado de Clark, el escuchar las inspiraciones o ideas de los demás hizo que el tiempo pasara volando, la segunda hora por otro lado había tenido un ritmo normal como otra clase más, se habían puesto a trazar bocetos, líneas, cosas que ayudaban a dar nuevas ideas o para cambiar el curso de su inspiración. La última hora parecía ser eterna y parecía no llegar a su fin cosa que era frustrante para los alumnos que deseaban ya salir de aquel día de clases, solo Clark parecía disfrutar la hora, trazaba líneas que para él parecían no tener sentido, su mente parecía estar muy lejos de ahí ya que no prestaba atención a lo que dibujaba.

—Faltan diez minutos —anunció el profesor Hansen ganándose varios quejidos por parte de algunos alumnos—. Tranquilos, yo también tengo cosas que hacer por lo que pueden irse —este rió antes de tomar sus cosas, abrió la puerta del salón y salió por esta, detrás suyo salió una estampida de alumnos que les urgía salir del aula de clases, máximo quedaron seis personas que daban toques finales a sus bocetos o simplemente guardaban sus cosas ordenadamente, Clark estaba por cerrar el cuaderno en el que estaba su boceto más se le quedó mirando al notar que inconscientemente había hecho un rostro mismo que juraba se parecía a Scarlett.

—Lindo boceto —Clark cerró de golpe el cuaderno al notar que alguien lo estaba viendo, más al ver a la dueña de aquella voz sintió que su rostro se calentaba, pero lo disimuló tosiendo un poco, Clark estaba seguro de una cosa, que no importaría en qué lugar o el tiempo este llegaría a reconocer la voz de la chica frente a él.

—G-gracias —tartamudeó haciendo movimientos torpes al intentar guardar su cuaderno en la mochila al igual que sus demás cosas, Scarlett no notó aquello por lo que solo asintió con una pequeña sonrisa para después salir del aula con sus cosas dejando a un Clark claramente atontado, aquella era la primera vez que la chica le hablaba, la primera vez que sentía latir su corazón como loco por alguien y la primera vez que se sentía un completo idiota por no hablar—. ¿En serio? ¿G-gracias? Con un demonio he de haber parecido un tonto, primera vez que hablábamos y solo dije un diminuto gracias y tartamudeé —Clark comenzó a hablar consigo mismo en murmullos mientras alía del salón y caminaba hacia el estacionamiento donde se encontraba su auto—. Soy un idiota —gruñó molesto mientras miraba el cielo con exasperación.

—Tranquilo, Clark. Todos están al tanto sobre tu idiotez —Hannah había estado caminando a su lado desde segundos atrás, pero Clark ni siquiera le había notado, había estado centrado en tacharse de idiota y reprenderse a sí mismo—. Ahora, tú me llevarás a mi casa y me contarás sobre la chica misteriosa —antes de que el chico negara la existencia de dicha chica Hannah le interrumpió colocándose frente a él—. Escúchame bien, Byrne. Si no me cuentas sobre la chica preguntaré por toda la escuela si alguien perdió algún cuaderno de color negro. Así es, sé que ese no es un cuaderno común y sabes de lo que soy capaz —lo amenazó mientras lo señalaba, segundos después sonrió como si nada y siguió caminando como si no hubiera amenazado a su mejor amigo.

—Te odio —el chico soltó un suspiro antes de seguir a su mejor amiga, odiaba lo mucho que la chica lo conocía algunas veces, además de que maldecía las series de misterio y crímenes que veía la chica, estos le habían hecho creer a la chica que sabía las técnicas de conocer los secretos de todos, también Hannah sentía la necesidad de que los secretos de los demás salieran a la luz para evitar amigos locos.

—Eso no es verdad, me amas y por eso te ayudaré a dejar de ser tan tú con la chica —le señaló por completo en cuanto estuvieron frente al auto del chico para después subir en este—. Ya lo veras, Clark Byrne. Tendrás novia antes de que terminé el año y yo Hannah Williams me encargaré de eso —golpeó amistosamente el brazo de Clark antes de que este encendiera el auto y saliera del estacionamiento en dirección a la casa de la chica.    


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