Dos
Tras lo que había descubierto decidí seguir una vida normal, como si no hubiera pasado nada, sabía que no me creerían si decía lo que había visto, lamenté no decirlo, pero no puedo cambiar lo que decidí, cada lágrima que Thalia derramó fueron como si me clavaran dagas en el corazón, mi pequeña hermana sufriendo por algo que nosotras no ocasionamos, recibiendo golpes como si nosotras hubiéramos hecho algo malo.
No todo fue malo eso debo admitirlo, el trabajo de papá hacía que estuviéramos de un estado a otro provocando que tanto Thalia como yo fuéramos extrovertidas y sin pena alguna de jugar con otros, además de que nuestra imaginación nos brindaba suficientes juegos, aunque solo estuviéramos nosotras dos. Éramos inseparables, cuando aprendimos a andar en bici me estrellé contra un árbol, Thalia había estrellado con el mismo árbol apropósito solo para que nuestras experiencias fueran las mismas.
Adoro a mi hermana y siempre intenté protegerla de todo y de todos.
—Tierra llamando a Clark, tierra llamando a Clark —una chica morena movía su mano repetidas veces de arriba hacia abajo frente al rostro del chico que aún lo tenía agachado al estar leyendo el cuaderno.
—¿Eh? ¿Qué decías? —carraspeó mientras cerraba el cuaderno tratando de evitar que su secreto fuera revelado, en sus labios estaba plasmada una tonta sonrisa provocada por la manera en que Scarlett relataba el amor incondicional que le tenía a su hermana.
—¿Qué es ese cuaderno? Llevas todo el día con él y haces muecas extrañas mientras lo lees —la morena intentó ver de cerca el cuaderno, pero el brazo de Clark se lo impidió tras que este lo colocará de manera intencional evitando que siquiera se viera el encuadernado—. Además de que tienes una sonrisa de estúpido —señaló el rostro de Clark con su dedo índice.
—Es un cuaderno normal. ¿En dónde están Athena y Fred? —intentó distraer a la chica cambiando el tema, no le apetecía responder a las preguntas que le hacía al verlo actuar de aquella manera, suficiente había tenido con la plática tan extraña que había tenido con su madre tras que esta le encontrara a altas horas de las noches con audífonos puestos y el cuaderno que solo logró ver de reojo, la plática había tomado un tema demasiado perturbador para Clark al tratarse de su madre.
—Te has ido bastante tiempo —bromeó mientras tomaba un sorbo del jugo de naranja para después volver a dejarlo sobre su bandeja de comida—. Athena dijo que debía arreglar unos asuntos con el profesor de filosofía y Fred fue a cambiar su comida porque encontró un cabello en la anterior. Sigo sorprendida por la gran higiene que presume la escuela y eso le ocurra al menos una vez por semana a un chico diferente —los dos miraron hacia la barra de la cafetería dónde lograban ver el inconfundible cabello plateado de su amigo Fred, el mismo que se encontraba discutiendo con una de las señoras del otro lado de la barra.
—Con Bertha ahí no me sorprende, aun espero encontrar una de sus pestañas postizas en la sopa —Clark se sacudió por el escalofrío que había recorrido su cuerpo de tan solo imaginarse aquello, asqueroso era la única palabra que le venía a la mente en esos momentos.
—Cambiemos de tema antes de que empiece a dudar en comer mi ensalada —Hannah alejó un poco su bandeja para después acomodar su cabello y mirar a Clark de manera acusadora—. Un pajarito me dijo que ayer el grupito Heather te interceptó para decirte más de un piropo —el castaño rodó los ojos al recordarlo además de que sus mejillas se sonrosaron un poco, no estaba acostumbrado a los piropos tan subidos de tono de aquel grupo de chicas y Hannah encontraba siempre un momento para recordárselo.
—Deja decirles de esa manera, es más raro de lo que ya son. Que me hayas hecho ver ese musical no significa que lo entienda del todo —mordió la manzana que estaba frente a él mientras Hannah lo miraba ofendida—. No puedo entender por qué tiene que ser iguales en todo, dan miedo. Después del entrenamiento me acorralaron para que las invitara a salir. Hannah, querían que saliera con las tres. ¡Al mismo tiempo! —se dejó caer en el respaldo de la silla, a pesar de jugar en el equipo de fútbol y ser uno de los mejores jugadores, no estaba acostumbrado a que las chicas se le insinuaran tan abiertamente, su timidez por más popular que sea jamás se iría.
—No puedes culparme por decirles de esa manera, esa obra es muy buena y ellas enserio me recuerdan a las Heathers, hasta usan pañuelos como ellas. No sabes lo que es bueno, aunque lo tuviera enfrente —llevó el tenedor con ensalada hacia su boca, masticó unos segundos hasta pasarla y seguir hablando—. Eso es escalofriante; pero era de esperarse. Tú, Clark Byrne eres un estupendo jugador de futbol, eres guapo y amable. El príncipe azul que muchas esperamos, pero por alguna razón no te interesa salir con las chicas que te han pedido una cita —lo miró fijamente por varios segundos incomodando a su amigo, el chico jamás podría contra los oscuros ojos de su mejor amiga—. Iba a preguntarte si eres gay, pero los 7 años que llevo de conocerte me gritan un enorme no, así que solo me quedan dos opciones; no te interesa por el momento... —Clark la interrumpió.
—Es eso Hannah deja de intentar ser Sherlock Holmes —miro a un lado buscando escapar de la mirada de la morena, más sin siquiera quererlo su vista se topó con una cabellera castaña que reconocería en cualquier, la misma que veía cada clase de arte al estar sentado detrás de ella.
—O alguien te interesa —susurró Hannah mirando en la misma dirección en la que su amigo miraba con la que según ella era de estúpido, aunque era común en él tener esa cara según Hannah, pero no pudo evitar notar que había algo más en ella, una chispa que no había visto antes—. Al parecer es esa opción —murmuró con diversión, para su mala suerte no había logrado ver a la chica solo logro ver su cabello por unos segundos antes de que desapareciera de la cafetería por uno de los pasillos.
—¿Qué opción? —una tercera voz se hizo presente, giraron a ver al recién llegado encontrándose con Fred con una nueva bandeja de comida, este se sentó a un lado del castaño, se encontraba orgulloso e invencible tras ganar la pelea contra la señora loca de la verruga mejor conocida como Bertha.
—En la que tu ganabas teniendo nueva comida y yo me robaba tu postre —Hannah se estiró hasta alcanzar el postre de la bandeja del platinado.
—¡Hannah! —se quejó como si fuera un niño pequeño—. Peleé arduamente por ese flan —se quejó mientras hacia un tipo de rabieta, pero Hannah ya se encontraba con una gran porción de este en la boca y esto demostraba la derrota del gran Fred—. Olvídalo —gruñó molesto mientras enterraba su tenedor en el spaghetti que estaba en el plato como si de una persona se tratase, específicamente la chica frente a él.
—¿No puedo irme sin que inicien una pelea? —otra voz se hizo presente mientras tomaba asiento a un lado de la morena, Athena acomodó su pelirrojo cabello y de manera involuntaria dirigió su atención al chico castaño frente a ella—. ¿Estás bien, Clark? —todos miraron al castaño que seguía con la mirada perdida, prestándoles mínima atención a sus amigos, él solo pensaba en si debería seguir leyendo el cuaderno, ver a Scarlett le había removido la consciencia. ¿Debería regresar el cuaderno?
—Eh sí, estoy bien —sonrió regresando a la realidad, debía dejar de preocuparse por Scarlett, él no estaba divulgando los secretos de la chica solo quería conocerla y eso hacía por medio de lo que ella escribió en el cuaderno, no era algo malo, ¿Cierto?
—Ok —habló Athena mientras veía a Fred y a Hannah comenzar una nueva discusión por quién era en realidad A en una de las series que acostumbraban ver los fines de semana, pero su mirada regresó a Clark que reía por lo que sus amigos decían. Athena llevaba ya un par de años enamorada de Clark y todos parecían darse cuenta menos él, pero nadie podía culparlo, el chico siempre denotó ser algo distraído, además de que quería a la pelirroja como una amiga, pero nada más, él nunca la vería de otra manera, pero Athena seguía sin perder las esperanzas y estaba dispuesta a esperar el tiempo necesario para que sus sentimientos fueran correspondidos.
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