Por ellos
Desde el día en el que Draco conoció a Astoria, su vida cambió por completo. Él estaba sumido en una inmensa oscuridad, atrapado en lo que había pasado y en lo que él mismo había hecho. Y en aquel momento de desesperación, llegó ella. La única persona que le devolvió las ganas de vivir, la que le demostró que el pasado no debe definir a las personas. Astoria se convirtió en su única razón para levantarse por las mañanas.
Sus padres y, en especial Lucius, nunca habían aceptado su relación. Ella no seguía los ideales de superioridad y racismo que su familia le inculcó e hizo que Draco comenzase a cuestionarlos. Por esa razón, evitaba ver a su padre cuando estaba con ella.
Pero entonces llegó aquel fatídico día. Astoria empezó a mostrar síntomas de enfermedad y, entre lágrimas, le confesó que todas las mujeres de su familia estaban malditas.
—Déjame, sé feliz con alguien que pueda merecerte. A partir de ahora seré incapaz de salir de casa, ni si quiera te aseguro tener descendencia. Draco —éste lloraba en silencio, con la cabeza gacha y apretando fuertemente la mano de su mujer—, por favor.
—No —susurró—. Mi vida no será mejor si no estás a mi lado. No me importa tener que quedarme en casa, no me importa no tener hijos. Sólo me importas tú, Astoria.
Desde ese día, Astoria estuvo en el punto de mira de las brujas que sabían de su condición. Fueron el tema de conversación de todas esas señoras que disfrutaban con las desgracias ajenas. Pero aquello les hizo más fuertes. Tanto, que Astoria no dudó cuando dijo:
—Draco, quiero ser madre.
Su marido levantó la mirada de su trabajo y miró a Astoria con el ceño fruncido.
—Sabes que no podemos arriesgarnos.
—Lo sé y será doloroso. Pero sería mucho peor no intentarlo.
Draco colocó sus manos en la cintura de su mujer y juntaron sus frentes.
—Astoria, ¿y si sale mal? —estaba preocupado. A él no le importaba no ser padre.
—¿Y si sale bien?
Miró aquellos ojos verdes que le habían enamorado años atrás y no pudo evitar pensar en todo lo podría pasar. La veía tan frágil y delicada que sentía pánico al imaginarla dando a luz. Pero sabía que era una mujer fuerte, a pesar de su enfermedad.
Besó a Astoria mientras la conducía hacia el dormitorio.
Cuando Scorpius nació, Draco no pudo evitar sentirse el hombre más afortunado del mundo. Ser padre era una gran responsabilidad y tenía claro que iba a cuidar a su hijo de la mejor manera que pudiese. No permitiría que sufriese lo mismo que él sufrió. No sería como su padre. Astoria empeoró tras el parto, pero la muerte no le ganó la batalla.
Intentaría darles la mejor vida que pudiese a Scorpius y a Astoria.
Lo haría por ellos.
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