9
Adivinen.
Descubrí nuevos moretones.
Me iba a duchar y al quitarme la blusa descubrí que tenía más.
Genial.
Los moretones de las clavículas desaparecieron para ahora aparecen más.
Bien. Esto no es nada normal. Tampoco el que me sangren las encías con frecuencia. Ni el cansancio extremo que tengo. Bueno el último es la flojera.
¡Me voy a morir! Ok no. Estoy exagerando un poco.
Mejor me apuro o se me hará tarde.
Como de costumbre estaba desayunando con mis padres.
—Al fin pude ganar el caso— mencionó papá emocionada
—Me alegra saber eso mi amor— dijo mamá mirándolo con orgullo
—¡Ay no es justo!— fruncí la boca
—Me debes dinero— sonrió papá con malicia mientras me mira
—¿Hicieron otra apuesta?— preguntó mamá molesta
—¿Por qué crees que papá estaba desesperado por ganar el caso?— dije de mala gana
—Que puedo decir soy el mejor— papá alzó la cabeza con ego
—¿No pueden tener un relacion padre e hija normal?— preguntó mamá suspirando mientras negaba lentamente
—Cariño, ¿cuándo has visto que seamos normales?— dijo mirándola extrañado
—Mamá no podemos ser normales— admití asintiendo dandole la razón a papá
Pasamos a buscar a Selegna pero ella salió y dijo que tenía mucho cólico que no irá a la escuela, así que me quedé sola en la escuela.
Estaba en clase de literatura realizando una actividad, cuańdo la maestra me habló.
—Señorita Leyva
—¿Si maestra?— pregunté extrañada
—¿Se encuentra bien?— fruncí el ceño
—Si, ¿por qué?
—Está sangrando su nariz— dijo acercandose
Me di cuenta de que era así, la mesa tiene pequeñas gotas de mi sangre.
—Alza la cabeza y haga presión en el tabique. ¿Alguien tiene una moneda?— pregunté mirándo alrededor
—Yo— respondió uno de mis compañeros mientras la buscaba en su mochila
Cuando la encontró se la dio a la maestra. La maestra colocó la moneda en mi frente.
—Vamos a enfermería— agarró mi brazo cuando me levanté de la silla, —Terminen sus actividades por favor, cuando regrese las revisare
—No era necesario que me acompañara maestra— dije cuando salimos del salón
—Claro que sí, ¿qué tal si le pasaba algo en el camino? Al estar en mi clase quedas a mi cargo
No volví a decir nada en el camino.
—Buenos días enfermera, le traigo a una alumna que acaba de sufrir un sangrado nasal
—Claro, pasen— la enfermera dijo eso porqué me escondí atrás de la maestra
—Buenos días enfermera— saludé cuando salí de mi gran escondite
—¿Danna?— preguntó extrañada cuando me vio
—La dejo a su cargo, compermiso
—Gracias maestra— y con eso salió de la enfermería
—Danna me estás preocupando mucho
—No es nada grave, de verdad— me encogí de hombros
Ella iba a decir algo pero la interrumpieron.
—¡¿Cómo está la enfermera más maravillosa del mundo?!— gritó exageradamente Milo entrando
Su grito hizo que me empezara un leve dolor de cabeza.
—Ya te habías tardado en llegar— contestó suspirando
—Ay, acaba de admitir que me extrañaba. Este momento nunca lo olvidaré— dijo con ternura
—¿Algún día tendré paz?— preguntó mirando al techo
—Ay, pero si Danna también nos hace compañía— gritó cuándo me vio
Lo miré mal.
—Ay andamos de mal humor— dijo al notar como lo mire
—Deja a la niña en paz, no se siente bien. Bien Danna otra vez a la camilla
Me recosté e internamente lo agradecí porque de nuevo tengo ese cansancio extremo.
—¿Por qué ella sí puede acostarse en una camilla?— preguntó en forma de berrinche
—¿Todo el tiempo eres así de molesto? Provocas dolor de cabeza— admití en voz alta
—Siempre es así querida. ¿Tienes algún malestar?
—Tengo dolor de cabeza
—Danna, ¿te estas alimentando bien?
—Últimamente no— volví a mentir
—Debes cuidarte, estás muy pálida y ahora te sangra la nariz y ni hablar de tus dolores de cabeza— Y lo que falta, pensé
—Lo siento me empezaré a cuidar— fingí estar arrepentida
—Bien, toma las pastillas y recuestate un rato
—Yo también quiero dormir
—Cállate niño— dije exasperada
—No peleen. Iré a la dirección, ahora vuelvo— y dichas esas palabras salió
—¿Qué enfermedad tienes?— preguntó mientras se sentó en la orilla de la camilla en la que me encuentro
—Ninguna— lo mire sin embargo no dije nada. No quiero escuchar su voz
—¿Y entonces por qué dice la enfermera que tienes todos esos malestares?
—Ya oíste el porqué
—No creo que sólo sea por no comer. Yo creo que estás mintiendo
—¿Por qué crees que miento?— cerré los ojos. De pronto me entró un sueño
—No lo sé. Mi intuición me lo dice
—Uhm, tu intuición miente
—No lo creo. ¿Danna?
—¿Si?
—¿Me puedo acostar contigo?
—¿Qué?— pregunté mientras lo mire
—Que si te puedes hacer a un lado para acostarme
—¿Me queda de otra?
—No. Jalate— me acomodé para que los dos entraramos en la camilla
Miré bien a Milo y me di cuenta que no es feo.
Pero si es un insoportable.
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