Capítulo XIII: Lejos

La individualidad comienza con un alejamiento, y el amor se demuestra al dejar ir las cosas".

-Cecil Day-Lewis

Cronos despertó aun pensando en todo lo que había sucedido entre ellos. Fue extraño para él despertar en ese cuartito de hotel, en pocos meses se había acostumbrado al estilo de vida que llevaba con Zeal. Era difícil culparlo, él había visto a Zeal como su salvador, pero eventualmente se convirtió en su custodio, lo salvó de su existencia para mantenerlo encerrado como las personas que compran joyas para tenerlas en una vitrina. Eso era algo que Cronos no podía aceptar, le faltaban pocos meses para ser mayor de edad y desde que tenía trece había intentado escapar de su familia, ahora que era vampiro no pretendía quedarse con alguien que cuarteaba su libertad... Pero aun así no dejaba de ver la cara herida de Zeal, la sorpresa al verse atacado por el.

Ivanna no estaba con él, no tenía idea de dónde había ido, él le había especificado que no saliera sola, era peligroso, Zeal era peligroso para la integridad física de ella. No entendía ¿Qué le parecía tan gracioso? Ella decía que ser la obsesión de un vampiro no era nada malo. ¿Qué sabía ella? Al separar un poco las cortinas pudo ver que aun era de día, bueno no estaba tan mal que hubiera ido sola si aún había luz solar. Se tiró en la cama nuevamente, no tenía sueño, pero no tenía nada mejor que hacer, busco en la mesa de noche por el paquete de cigarrillos y para su frustración Ivanna se los había llevado... Si tan solo fuera de noche pudiera comprar algunos, pero tampoco tenía dinero, puta vida. Cerró los ojos intentando no pensar en nada.

Zeal estaba sentado en el piano, tocando sonata deprimente, tras sonata deprimente como solía hacer cuando estaba en ese estado lamentable. No había dormido nada, solo pensaba en sus amores pasados, en Cronos, en Philippe y en Gio, en especial en este último, la herida que le causó aún estaba abierta y dolía como los mil demonios. Cerraba los ojos mientras tocaba, recordando a su Gio, sentado en el piano tocando con el... Si tan solo regresara.

A través de la ventana pudo ver como el sol se moría en el horizonte, llenando el cielo de hermosos tonos naranja, púrpura y azul, en otra ocasión hace tantos años que parecía otra vida hubiera sacado sus utensilios para capturar ese instante para siempre. Lentamente la estancia se sumió en la más absoluta oscuridad, eso no perturbó la melodía que tocaba Zeal, tan sumido en el pasado como estaba.

—Eres excelente. — se escuchó la voz de una mujer.

—Solo es practica siglos tocando te hacen bueno. — dijo Zeal sin mirarla.

Ella se sentó al lado de él.

—¿Sabes tocar? — preguntó él mirándola con sus intensos ojos azules.

—¿Yo? No, nunca he tenido habilidad musical. — dijo echando su pelo negro hacia atrás.

—Fuiste creada por Artemis, algunas de sus habilidades debieron de haberte pasado en su sangre.

—Bueno... nunca lo he intentado, tampoco fue como si recibiera mucha sangre de Artemis. Cuando me convirtió solo me dio unas pequeñas gotas de su sangre y me abandonó, pensé que moriría, desperté con una sed incontrolable, deambule por París y me alimente con unas diez personas.

—Es una suerte que no te hayas convertido en una sedienta.

—¿Que es un sediento?

—¿No lo sabes? ¿Artemis no te explico nada?

—Lo básico, el sol, el fuego, alimentarse, solo eso.

Zeal dejó esbozar una sonrisa.

—Es típico de Artemis comportarse así .

—A ti parece quererte.

—Eso dice él, pero de hacerlo es de una forma retorcida y extraña.

Esta vez fue Isabelle la que esbozó una pequeña sonrisa.

—Pero como te explicaba un sediento es un vampiro que ha perdido su humanidad, una bestia sedienta de sangre que solo se guía por su sed. Es capaz de atacar cualquier cosa que posea sangre. Le sucede mayormente a los vampiros que han sido creados y abandonados. Supongo que no te sucedió por lo poderosa que es la sangre de Artemis.

—Es muy viejo. ¿Cierto?

—Sí, no sé exactamente cuanto pero tiene más de un milenio.

—¿Y tú?

—Tengo casi mil años.

—Impresionante.— dijo ella abriendo mucho los ojos.

Zeal solo se encogió de hombros restándole importancia.

—¿Seguiremos buscando el guardapelo hoy?— preguntó ella luego de unos momentos de silencio.

—Si, como ya te dije es sumamente importante para mi.

—¿Esperarás a Artemis?

—Sí, en esta situación es necesario. — dijo volviendo a tocar el piano.

Isabelle se quedó a su lado escuchándolo en silencio, había caído presa de Zeal.

***

—¿Como que aun lo has podido vender? — preguntaba Ivanna exasperada en la tienda de empeño.

—Es difícil de vender Ivanna, es un objeto muy antiguo.

—Necesito el dinero rápido.

—Ya me he contactado con personas que les puede interesar.

—¡Ah! ¿Qué voy a hacer? — preguntó llevándose las manos a la cara.

—Esperar.

—¿No me darías otro adelanto?

—Te di bastante y no me puedo arriesgar a perder dinero de no venderlo.

—¿Como que de no venderlo?

—¿De verdad no tienes idea de lo que trajiste cierto? Eso vale millones Ivanna. Busque a un experto, es un objeto con seis siglos de antigüedad, es del tipo de joyas que terminan en un museo.

Ella no dijo nada... si tan solo pudiera ir a esa casa y tomar algo más. Tenía que convencer a Cronos de ir y así tomar otra cosa más fácil de vender.

—Ok, pero desde que sepas algo me llamas.

—Por supuesto muñeca.

Ella salió de la tienda frustrada, tenía trabajo, pero no pensaba en volver, estaba harta de atender personas y fingir ser una buena persona. iba pensando en un plan para convencer a Cronos de ir a la casa. Necesitaba dinero y lo necesitaba ahora.

***

—Creo que antes de salir tal vez quieras pasar por la casa de Artemis a cambiarte de ropa.

—Una pérdida de tiempo si me preguntas.

—Artemis no puedes pretender que esté con la misma ropa desde la noche anterior.

—¿Recuerdas que los vampiros no producimos ese asqueroso hedor de los humanos? — preguntó Artemis.

—No tardaremos. — fue la respuesta de Zeal con una sonrisa.

Artemis rodó los ojos.

—Pensaba que te interesaba el guardapelo.— dijo Artemis sin mirarlo.

—Obviamente.

—No importa Zeal— dijo Isabelle.

—Ya sé lo que haremos. Compremos ropa, de todos modos tenemos que visitar una joyería, pasamos por una tienda de ropa primero.

Isabelle se sentía como la princesa de un cuento. Zeal la llevó a tiendas elegantes donde le compro ropa, no solo para esa noche, sino para unos cuantos días más. Todo de excelente gusto, Zeal compraba sin reparar precios y todas las personas caían presa de su encanto.

Artemis miraba desde lejos su interacción, ese era su punto al llevar a Isabelle darle a Zeal una muñeca viva para que pudiera jugar con ella, como las niñas cuando son pequeñas, para que la vistiera y la peinara, la convirtiera en un bálsamo para la nueva herida que le estaba causando Cronos, el sabia que la joven caería por la brillante personalidad de Zeal, por su elegante porte y su innegable encanto.

—¿Terminaron? — pregunto fingiendo fastidio.

—Sí, prosigamos.— respondió Zeal poniendo una mano en la base de la espalda de Isabelle, quien ahora vestía un elegante vestido negro ajustado hasta la rodilla, sin mangas, combinado con unos tacones altos y bolso estilo sobre.

Artemis sonrió levemente.

***

Cronos estaba tirado en la cama cuando Ivanna llegó.

—Pensé que tenías trabajo.

—No en realidad.

—Bien. ¿Tienes un cigarrillo de casualidad?

Ella sacó una caja del bolso y se la pasó junto a un encendedor, cuando le pasó el paquete sus ojos se fijaron en el anillo que Cronos llevaba en ellos ,un dragón con los ojos rojos, se veía costoso, ella le retuvo la mano por unos eternos instantes con los ojos clavados en el anillo, Cronos se percató y retiró la mano.

—Lo siento es que me parece muy hermoso.

—Ok.

—¿Es muy viejo?— preguntó intentando disimular su interés.

—Antiguo, Zeal lo compró en una subasta y...

—¿Y? — preguntó Ivanna pensando en que lo había robado.

—Y me lo regalo. — respondió mirando el anillo y recordando el momento exacto en que se lo dio, diez millones de dólares en su puto dedo.

—Bueno si necesitaras dinero lo podrías vender— sugirió ella como restándole importancia.

Eso jamás pasó por la cabeza de Cronos ni una vez, no vendería ese anillo, no le parecía justo. Zeal pagó mucho por eso y se lo había regalado como si nada, no no lo vendería. Cronos encendió su cigarrillo, dio una profunda calada sintiéndose bien con el calor momentáneo que se instalaba en su pecho.

—Sé que no quieres volver a la casa y sé que dices que es peligroso... pero, no tienes nada que ponerte y dejaste todas tus cosas allá. — dijo Ivanna intentando sonar muy casual, ella necesitaba que Cronos fuera a la casa.

El se quedó en silencio mientras fumaba, ella tenía razón, no tenía nada con él, no había planeado huir por lo tanto solo llevaba lo que tenía encima, pero si iba ¿No lo retendría Zeal? ¿No lo encerraría nuevamente?

—¿Y bien? — preguntó Ivanna. —¿Vas a ir?

—No lo sé— respondió porque era cierto, las emociones eran un remolino en su interior, estaba muy confundido.

—Yo debo volver a mi departamento en algún momento, el dinero para pagar el hotel se terminará y no puedo dejar todo perdido.

Era cierto, Ivanna tenía una vida antes de que Cronos la hubiera metido en todo esto. Solo por fijarme en ella todo esto sucedió. Pensó Cronos.

—Iré a buscar unas cuantas cosas. — dijo él por fin. —No creo que Zeal me quiera de vuelta y honestamente no quiero volver con él. — Esto último lo dijo sin mucha convicción.

—Iré contigo. — dijo ella ocultando su emoción.

—No, es peligroso, en caso de que quiera retenerme dudo que te pueda proteger y de todos modos, puedes seguir con tu vida. — dijo poniéndose de pie.

—Es que no me quiero quedar sola. — dijo usando la voz de desvalida que usaba para convencer, funcionaba con la mayoría de idiotas.

Cronos no sabía cómo era mejor.

—Si vienes no puedo garantizarte que estés a salvo. — dijo caminando hacia la puerta.

—No te preocupes, solo quiero estar contigo.

Cronos suspiro abrió la puerta y ambos salieron juntos.

Londres, UK

Otoño 1998

—No te acerques a él. ¿Me entendiste? Solo regresa a casa, — dijo Sebastián al telefono.

El hombre Arthur que lo escuchaba desde el otro lado de la línea telefónica apretó su agarre del auricular.

—No puedo regresar aun, no he terminado con Deian aun.

—Lo sé, pero no puedes arriesgar tu vida por eso.

—Sebastián eso no importa, somos cazadores, nuestra vida siempre está en riesgo.

—Es distinto, Artemis es en extremo peligroso y te tiene un odio especial, solo regresa.

—No... aun no.

Sebastian suspiro pesadamente, conocía bien el sentido del deber de Arthur, él lo había entrenado, pero lo quería demasiado para permitirle que se arriesgara.

—Regresa, te lo digo como tu superior, la misión de Rusia se cancela.

Hubo un prolongado silencio en la línea.

—Está bien. — dijo Arthur soltando el aire que había estado reteniendo en los pulmones. — Volveré en el primer vuelo que pueda conseguir.

—Te espero.

La línea quedó en silencio, Sebastián colgó con la misma preocupación, hasta que Arthur no saliera de ese país no estaría en paz.

—¿Sucede algo? — preguntó Abril quien venía de la biblioteca con varios libros en sus brazos.

—No, nada. .— respondió Sebastian mirando fijamente a la chica, llevaba el pelo recogido en un moño, llevaba un lápiz en su oreja, estaba hermosa como siempre. — ¿Vas a hacer un poco de lectura?

—Ah, sí un poco son libros que me recomendó Archie donde se habla del origen de los vampiros.

—Ya veo.—dijo al escuchar el nombre de Archie. —Ustedes se llevan muy bien. — comentó intentando sonar casual.

—Sí, es que me hace pensar en mi hermano. — dijo con una sonrisa.

Por alguna razón ese comentario le hizo sentirse aliviado, el hecho de que no viera a Archie con ningún otro sentimiento le hacía feliz.

—Entiendo. — dijo se fijó en un mechón de pelo que se había soltado de su castaña cabellera y sintió el deseo de acomodarselo detrás de la oreja, ella se quedó inmóvil al ver como él extendió el brazo hacia ella, pero entonces se detuvo, no continuó con la acción, sintió que no era correcto.

—Bueno que te entretengas con tu lectura, — dijo finalmente Sebastián sintiéndose extraño, Abril se quedó parada donde estaba preguntandose porque se detuvo.

***

San Petersburgo, Rusia.

Otoño 1998

Luego de un rato de caminata llegaron por fin a la casa, todas las luces estaban apagadas y la mansión en sí tenía un aspecto tétrico. Desde la distancia Cronos no percibió la presencia de Zeal , podía ser que no estuviera en la casa, de todos modos fue con cautela, ya que la vida nunca ha estado de su parte.

Ivanna iba pegada a Cronos, si bien quería dinero, Zeal la asustaba un poco.

Entraron por una de las puertas laterales, no estaba asegurada y Cronos pensó que tal vez Zeal no aseguraba sus casas. Se dirigió a la escalera para buscar sus cosas cuando noto que Ivanna no lo seguía.

—¿No vas a subir? — pregunto mirándola escéptico.

—Prefiero esperarte aquí abajo, es más seguro. — respondió ella mirando a todos lados.

—¿Más seguro?

—Si tengo que huir solo debo correr y no tirarme por una ventana.

Él solo levantó las cejas y subió. Todo estaba igual, esto le hizo pensar en cuando regresó a su casa luego de su conversión en vampiro, con su habitación igual que como la dejo, este pensamiento en su casa y antigua vida lo llevó a pensar en Abril. ¿Cómo estaría? Seguramente en california rodeada de todos preparándose para algún concurso de belleza o campeonato de porristas. ¿Debería regresar a California? Solo para ver como estaban todos.

Dejó esos pensamientos de lado, tenía que darse prisa antes de que Zeal regresara.

Ivanna vio a Cronos desaparecer por las escaleras y decidió poner manos a la obra, echar mano a cualquier objeto de valor y fácil venta, las cosas de oro y plata podían venderse más fácil, ya que las fundirían y le pagarían por el material no se fijaban en la antigüedad del objeto, por eso había llevado un bolso más grande. Tomaría lo que estuviera a mano.

Procedió a tomar dos candelabros pequeños de la sala, se movió a la biblioteca de manera rápida donde tomó un pisapapeles y un abrecartas del mismo material, solo esperaba que Cronos no notara nada, antes de que el chico bajara estaba en el mismo lugar donde la dejó.

Cronos bajo con un bulto conteniendo sus cosas, no dijo palabra y tomando a Ivanna de la mano salieron de la casa. Regresaron a la habitación del hotel donde se alojaban.

—No tienes que quedarte conmigo, sé que tienes una vida. — dijo Cronos una vez estaba dentro y se cambiaba de ropa.

—Lo sé, pero me agradas y estoy en deuda contigo. — dijo acercándose a él. —Por cierto, tengo que ir a buscar un dinero que me deben, no tardare, si quieres espérame en el bar.

—Yo debo de alimentarme, si quieres te acompaño.

—No, estaré bien, se cuidarme sola.

—Zeal no estaba en la casa, puede estar buscándonos.

—No te preocupes.

Por más que el chico insistió ella decidió ir sola. Cronos se fue a buscar víctimas con las cuales saciar su creciente sed de sangre, los desafortunados fueron un par de vagabundos, su sangre cálida y viva lo hizo entrar en ese acostumbrado éxtasis que solo se lo provocaba el rojo líquido.

Como prometió fue al bar, un poco preocupado de que Zeal pudiera estar en este más no fue así. Ivanna lo encontró allí al poco tiempo, estaba bastante feliz, tan pronto lo vio lo beso profundamente en los labios, él decidió perderse en su cuerpo, en la música, en la atmósfera oscura del lugar. para no pensar en nada.

Los días de Zeal se resumían en buscar el guardapelo en compañía de Artemis e Isabelle o Elisabeth como él la llamaba últimamente usando la forma galesa de su nombre y tocar piano de forma obsesiva.

Al cabo de una semana Zeal perdió la esperanza de que el guardapelo o Cronos fueran a regresar lo que le sumió aún más en la desesperanza y la miseria. Las pocas horas que dormía eran pobladas de pesadillas donde Philippe le acusaba de no guardar su recuerdo y Gio de no amarlo lo suficiente. Despertaba sintiéndose peor.

—Deberíamos salir, no solo a buscar el guardapelo, sino a distraernos un poco. — sugirió Elisabeth una de las tantas noches que Zeal se sentaba en el piano a derramar su dolor.

—Hazle caso a la cortesana, yo seguiré con la búsqueda por ti, me sentiré mejor buscando yo solo. — dijo Artemis.

Zeal sopeso la posibilidad, de estar con ella no estaría solo, si no estaba solo dejaría de pensar en el pasado, si aunque fuera por una noche olvidaba lo que le atormentaba tal vez pudiera cerrar los ojos sin ser acosado por las pesadillas.

—Supongo que no estaría mal — dijo con una encantadora y falsa sonrisa.

—Excelente. — dijo Artemis. — Los dejo. — dicho esto se disolvió en una nube de niebla.

—Aun no me acostumbro a eso. — dijo Isabelle mirando en su dirección.

—Ponte un hermoso vestido, saldremos por la ciudad. — dijo Zeal a Isabelle.

Ella asintió y subió a cambiarse. Treinta minutos después ambos estaban elegantemente vestidos y salieron a divertirse en la noche rusa.

Isabelle estaba encantada con Zeal, él era el hombre que siempre deseo cuando era mortal, alto, varonil, de bellas facciones, con modales impecables, culto, adinerado y poseedor de una envidiable sonrisa. Para ella él era como el príncipe de los cuentos de hada y ella pensaba tontamente en que podía salvarlo de los demonios del pasado como en las películas románticas.

Para Zeal Elisabeth era una entretención para no estar solo, no la veía como veía a Cronos la veía como una bendita temporal para tapar su herida. Era alguien en quien volcar su atención y tiempo para no pensar en cosas desagradables. Alguien que podía desechar cuando se hartara.

Cronos no sabía porque siempre le tocaban las parejas locas, en el tiempo que llevaba con Ivanna se había empezado a cuestionar seriamente la salud mental de la chica.

Después de que dejaron la casa de Zeal ese dia, todo había sido una completa locura, Cronos no tenía idea de donde Ivanna estaba obteniendo el dinero, pero al segundo día dejaron el hotel y pasaron a un apartamento mejor, más grande y que ella se encargó de cubrir de gruesas cortinas negras. Ella dejó el trabajo e iban al bar diario.

Esa vida desordenada donde ella se despertaba casi a la misma hora que él, fumaba y bebía en demasía hubiera estado bien con Cronos de no ser por sus extrañas peticiones.

—Quiero verte cazar. — dijo una noche.

—¿Perdón?

—Vamos, te he visto tomar sangre en el bar, pero quiero verte matando.

A el joven le pareció raro que una humana quisiera ver algo así. El antes cazaba con Zeal y este lo veía dar cuenta de sus víctimas, pero era raro escucharlo de un humano.

—Venga, vamos a salir, quiero verlo.

Cronos aceptó, como de costumbre busco personas sin hogar, llevó a un señor de unos cuarenta años a un callejón y mordió su cuello mientras Ivanna miraba con ojos brillantes, cuando termino con el, ella se acerco lo jalo de la camiseta y lo beso profundamente en los labios, él tenía aún la sangre del hombre en sus labios y lengua.

—Cogeme aquí mismo. — dijo ella llevando sus manos a los pantalones de Cronos deshaciendo los mismos, sacando su miembro y frotando fuerte para que endureciera.

Este dominado por la euforia de la sangre la tomó por los muslos sin dejar de besarla, le desgarró la ropa interior y de un solo movimiento entró en ella. La tomó con fuerza y brusquedad contra la pared de ese inmundo callejón al lado de su víctima.

Desde ahí sus peticiones siguieron el camino de la locura, no dejaba de acompañarlo a cazar y ella entraba en el juego de engatusar víctimas para luego verlo alimentarse, la emocionaba el juego de la caza. En varias de esas ocasiones Ivanna probaba la sangre de la víctima y más de una vez quería que Cronos la bañara con sangre de esos desafortunados, más de una vez unto su pecho con sangre, más de una vez se cortó mientras lo hacía para ver como la sangre caía en la pálida piel del chico.

Otra cosa que Cronos descubrió fueron los fetiches sexuales de ella. La visión de la sangre la excitaba, siempre que el cazaba quería hacerlo ahí mismo, le gustaba ser mordida en el acto y le gustaba cortarse y cortar Cronos en esos momentos.

En el bar se dio cuenta de que no solo le excitaba la sangre sino que era voyerista. Una de las tantas noches en el bar ella llevó lo que a los ojos de Cronos era una chica joven, durante unos minutos estuvo haciendo insinuaciones sexuales sobre Cronos y esta persona que resultó ser un chico andrógino vestido de chica. Entre tragos y charlas cargadas de sensualidad Cronos y este chico desconocido comenzaron a besarse, todo siendo observado por Ivanna quien estaba sentada en el mismo mueble que ellos.

Terminaron en el baño del bar, ahí en el último cubículo Cronos semidesnudo a este muchacho, sintió una extraña y fuerte excitación al ver su pecho plano y sus rozados pezones que no dudo en succionar y lamer. El cuerpo suave del chico de aspecto femenino le causó una dolorosa erección que debía de ser atendida sin perder tiempo. Así lo hizo preparó al chico de la mejor forma que pudo y lo penetró sin miramientos, en su loca excitación por el cuerpo del chico no se dio cuenta de que Ivanna lo había seguido y lo miraba mientras él tomaba a este chico de forma salvaje.

Una vez hubo terminado dentro del muchacho fue que se dio cuenta de la presencia de Ivanna, tanto Cronos como el muchacho se sorprendieron de verla.

—¡Ivanna!— exclamó Cronos.

—Eso fue maravilloso. — dijo ella arreglándose la ropa interior, aparentemente se había tocado mientras los veía.

El joven salió del baño dejando a Cronos e Ivanna solos.

—Ven Cronos hay que alimentarse.

Esta situación se produjo otras veces con mujeres u hombres de aspecto femenino, estas fueron acompañadas de prácticas de humillación, solo dirigida a los hombres de aspecto frágil, Ivanna gozaba con insultarlos y humillarlos mientras los incitaba a tener sexo con Cronos, quien al final terminaba asqueado más no dejaba de hacerlo. ¿Por qué seguía participando si su mente le gritaba lo mal que estaba todo esto? Tal vez él estaba tan podrido como ella y se merecían.

Lo que Cronos nunca pensó fue que los juegos de Ivanna se tornarian más sádicos y más peligrosos y que él un ente inmortal vería amenazada su existencia. 

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