Capítulo XII: "Karma"

"Solo entenderás el dolor que causaste cuando el dolor te atrape a ti."

Otoño 1998. 

San Petersburgo, Rusia. 

Cronos no podía creer lo que veía, Zeal ahorcando a Ivanna mientras le gritaba fuera de sí.

—¿Qué hiciste con él maldita zorra?

Ivanna no podía hablar el agarre en su garganta era asfixiante y aun de no serlo el terror era demasiado. Sus ojos estaban desorbitados y su cara deformada en una mueca de horror. 

Cronos aún no daba crédito a sus ojos, la escena frente a él era de pesadilla. Zeal parecía la imagen misma de la furia, sus ojos de un azul tan claro que parecían translúcidos, sus elegantes facciones transformadas por la furia que expresaba, su voz sonaba inhumana con ese eco sobrenatural que poseen los demonios en las películas. No podía pensar que la obsesión y posesividad de Zeal llegaran a tanto. 

Los pies de Ivanna pateaban el aire, Zeal seguía con su agarre en el cuello como una garra de acero, miraba sus ojos con intensidad intentando entrar en su mente, pudo ver que lo tomo, pero las imágenes eran difusas y a cada instante era sacado de su mente, como si algo lo expulsara.

—Maldita ¿Por qué no puedo acceder a tu mente?  —su agarre se hizo aún más fuerte, de seguir así la mataría. 

—¡Zeal suéltala! — gritó Cronos, pero el vampiro milenario estaba tan fuera de sí que no pudo escucharlo. Cronos no sabía qué hacer, no consideraba que fuera justo que Zeal matara a Ivanna por el simple hecho de estar con Cronos, una cosa era matar por alimentarse, pero esto era algo completamente diferente.  El joven vampiro en su desesperación por salvar a quien consideraba inocente invocó toda su fuerza vampírica y atacó el cuello de Zeal mordiendolo. 

Zeal se sorprendió ante el ataque de Cronos, su agarre en la chica se flojo mientras era inundado por la sensación, pero su enojo era mayor, además el hecho de saber que la única razón por la cual Cronos lo hacía era por salvar a la maldita humana le hacía doler el alma, por lo que empujó al chico haciéndolo trastabillar unos pasos,volvió al agarre aún con más odio, pero el vampiro milenario no estaba preparado para lo que haría su hermoso, Cronos se concentró como tantas veces le había enseñado y con la fuerza de que lo proveía esa sangre antigua lo atacó, mordió el brazo donde Zeal tenía agarrada a la chica haciendo que este la soltara más por la sorpresa que por el dolor en sí. 

Cronos se puso en una actitud defensiva frente a Ivanna quien tosía y se pasaba las manos por el cuello. 

—¿Qué crees que haces Cronos? 

—No voy a permitir que la mates por tu puto egoísmo.—dijo Cronos en una voz que no parecía la suya. 

—Ella es una maldita ladrona, robo lo mas preciado para mi. 

—No hables de mí como si fuera una cosa. 

—No estoy hablando de ti, mira en su mente, ella se llevó el guardapelo de Philippe. 

—Solo estás inventando cosas para darle veracidad a tu obsesivo comportamiento 

—Mira en su mente, sabes como hacerlo. 

Cronos la miró, se veía aterrorizada, aún así hizo lo que Zeal le pidió. Su sorpresa fue grande, no podía ver dentro de su mente, algo impedía que entrara. Ivanna estaba paralizada por el horror estaba concentrandose en mantenerlos alejados de su mente. 

—No lo hice— Murmuró ella en un hilo de voz. 

—No puedo creerte.— dijo finalmente Cronos hacia Zeal. — Siempre la has odiado por acercarse a mí. 

Los ojos de Zeal volvieron a mostrar ese color azul translúcido, sus facciones se deformaron por la furia que había en su rostro.

—La mataré y te traeré de vuelta. — gritó Zeal flotando hacia Ivanna, Cronos atajó su ataque interponiéndose, empujó a Zeal con fuerza. Zeal lo sintió en su corazón, su hermoso lo estaba atacando para salvar a esa humana a la que apenas conocía. —¿Estás atacando a tu creador?

—No puedo permitir que lo hagas— murmuró Cronos. —No permitiré que decidas sobre mi vida. 

—¿Es que no entiendes que esa maldita robo un pedazo de mi vida?— Zeal era un desastre emocional arremetió contra Ivanna que aun se hallaba detrás de Cronos, este último apeló a toda su fuerza y aprovechando el estado de Zeal lo empujó  apoyado sus manos en él, el impacto lo mandó varios metros atrás, Cronos se preocupo al verlo tirado, mas no fue hacia él, sin embargo pudo ver el dolor en sus ojos, la decepción y la traición que este sentía.

—Vámonos, rápido—  dijo Cronos tomando a la chica de la mano y caminando lo más rápido que podía, no tenía idea de donde iría, pero una cosa era clara no volvería con Zeal, ya no, se habían enfrentado algo que jamás pensó que sucedería. 

Zeal tardó un momento en levantarse, no salía de su asombro,  Su hermoso, su creación lo había atacado. Se puso de pie asimilando todo lo que había ocurrido en ese pequeño espacio de tiempo, había perdido  su posesión más preciada, su hermoso se había enfrentado a él por una desconocida  y lo había perdido. 

Se encaminó a la casa bajo la fría noche rusa, debía encontrar un método de entrar en la mente de esa chica, para descubrir donde había llevado el guardapelo, le rogaba a la diosa que pudiera encontrarlo intacto con el bucle de su adorado Phillippe dentro. Como solía ocurrir cuando se sentía tan miserable sus pensamientos flotaron hacia Gio, se preguntaba dónde estaba. ¿Estaría solo? ¿Pensaría en el? Esto que le sucedía no era otra cosa que el karma por haber traicionado a su ángel.

Llegó a la casa con el mismo sentimiento de derrota y fría soledad, tenía que ir a la biblioteca y de esos libros antiguos, llenos de polvo y dejados en el olvido debía buscar como poder entrar en la mente de Ivanna, no era la primera vez que se encontraba con alguien que tenía defensas mentales para impedir a seres como el entrar, pero era la primera vez que era una necesidad para el burlar esas defensas. 

†††

—Alea iacta est*— dijo el vampiro de brillantes ojos dorados que se hallaba de pie mirando a través de una ventana. 

—¿Qué?—  preguntó la hermosa chica sentada en el sillón individual de respaldo alto. 

Se encontraban en uno de los tantos salones llenos de opulencia y decadente elegancia de la fortaleza propiedad del enigmático vampiro. 

—Nuestra intervención está próxima, tenemos una alma que salvar. 

—¿Por fin iremos a ver a tu hijo?

— Sí, así que saca tus mejores atributos de cortesana. 

La joven dejó ver su cara de extremo fastidio, los insultos de Artemis siempre estaban presentes. De todos modos la joven se preguntaba en qué tipo de ayuda era la que ofrecería al tal hijo de Artemis, por la expectación de este ella esperaba encontrar una persona excepcional. 

†††

El frío de la noche rusa se había mudado al alma de Zeal, la calidez fugaz que Cronos le brindara estaba ahora ausente, el dolor del cual creía lo había salvado había regresado multiplicado, aún más grande por haber sido añadida otra pérdida, otra vez la daga que llevaba encajada en su pecho era retorcida. 

Estaba en la biblioteca frente a los inmensos anaqueles, en necesidad de sondear el mar de palabras en busca del conjuro perfecto, la técnica precisa o el hechizo adecuado que le permitiera hallar su invaluable recuerdo.

Zeal por lo general no utilizaba la magia, fuera de su poder vampírico, pero esta era una excepción. No podía perder su último recuerdo de Philippe, eso era todo para él. Los libros comenzaron a caer de sus estantes sin necesidad de tocarlos apilandose a su alrededor, las páginas pasaban con suma rapidez mientras sus ojos de vampiro leían al mismo ritmo, sin dar con lo que buscaba. Había hechizos para localizar personas, instrucciones de cómo leer la mente muy básicas, no lo estaba llevando a nada.

Su frustración llenó el aire, un grito de angustia creció en su pecho, subió por su garganta hasta que escapó de sus labios, con el sonido desesperado las luces de la biblioteca se apagaron sumiendo todo en la misma oscuridad que pesaba en su alma.  Se dobló sobre sí mismo presa de la congoja que oprimía su pecho, aplastaba su espíritu y destruía su ya lastimado corazón. 

—Que patético te ves.— se escuchó una voz divertida que provenía de detrás suyo. Zeal no respondió, ignoró la voz, se quedó en la misma posición. 

—El poderoso y elegante Zeal reducido a un lastimero despojo. — continuo aquella voz tan conocida para él.

—Lárgate.— dijo en un susurro. 

—Solo quiero ayudarte, no seas mal agradecido. 

— No necesito tu ayuda. 

—Claro que la necesitas. — dijo acercándose a él y agachándose a su altura. — Siempre me necesitas para que te salve de ti mismo. — dijo el ser, Zeal giró la cabeza para mirarlo a través de las hebras de pelo que cubrían su rostro,  los ojos dorados del poseedor de la voz brillaban en la oscuridad de la biblioteca.  Artemis apartó el largo pelo negro que cubría el rostro de Zeal. 

—Lo perdí, perdí lo único que conservaba de él, no tengo cómo encontrarlo.— sonaba desesperado. 

Artemis suspiró profundamente. 

—Sintiéndote miserable no lo conseguirás de vuelta.— dijo poniéndose de pie. 

—No se donde lo llevo. 

—Zeal hasta un humano puede dar con algo así fácil, estás haciendo todo este drama porque se llevo a tu nuevo juguetito, te aconseje que no los hicieras tan jóvenes.

—Es el karma.—  dijo en voz baja mientras se ponía de pie. — ¿Quién es ella? — preguntó mirando hacia las cortinas que ocultaban los inmensos ventanales. De las sombras salió Isabel, estaba vestida con una camiseta roja de gran escote y ajustados pantalones vaqueros azul intenso, la intensidad de los colores hacía ver aún más pálida su piel. 

—Es una cortesana barata, cómo sé tu gusto por las cualquiera la traje para ver si te animaba. 

—No deberías referirte así de ella. 

—Pero ellas sabe que lo es. ¿No es así Elizabeth?— dijo Artemis acercándose a ella y tomándola del rostro.

—Vete al diablo Artemis.—respondió retirando la mano violentamente de su rostro.

—Me ama. ¿Entonces qué planeas hacer hijo? —pregunto Artemis dirigiendo su atención a Zeal. 

—Supongo que visitar las tiendas de antiguedades, debe haberlo llevado a una. 

—Te acompañaremos.— sentenció el vampiro más viejo. 

—No mataremos a nadie Artemis.— añadio Zeal conociendo bien a este 

—No planeo matar a nadie... aún.

Los tres vampiros se encaminaron hacia la salida de la casa. Para Zeal era un poco extraño estar en compañía de Artemis porque eran más las veces que estaban de malas, para el más antiguo del grupo era un goce estar al lado de a quien consideraba su hijo, porque en verdad lo quería aun fuese de una forma retorcida y extraña, para la única fémina del grupo era excitante estar en compañía de Zeal, sus profundos ojos azules le gustaron , su porte seguía siendo distinguido a pesar de la congoja. 

Salieron a la cacería del objeto más preciado para Zeal, el único recuerdo de su único y verdadero amor. 

†††

Cronos caminaba agitado llevaba a Ivanna casi a rastras. 

—¿Cronos a donde vamos?— pregunto Ivanna un poco sofocada por la rapidez con que la llevaba Cronos. 

—No lo sé, pero no podemos volver a tu departamento.— el joven estaba agitado y seguro de que Zeal estaba furioso, cuando lo vió estaba fuera de sí, era una locura. La obsesión de Zeal por él no era sana y lo asustaba que fuera capaz de matar a alguien solo porque estuviera cerca de el. —Debemos buscar un lugar, uno donde pueda pasar el día, un lugar oscuro. 

—Podemos ir a un hotel. 

—No tengo nada de dinero... ¡Maldita sea!— la preocupación crecía en él conforme pasaban las horas, ya que tarde o temprano llegaría la mañana y con ella el sol amenazante. 

—Yo tengo un poco. — comentó ella suavemente, recordando el adelanto que el hombre de la casa de empeño le dió. 

—No podemos quedarnos en un motel de paso, debe de ser un hotel con cortinas black out. 

—No tenemos porque ir a un hotel de paso. Cobre una deuda antes de ir al departamento.— explicó ella a pesar de que el chico no le había pedido ninguna. 

—Pues vayamos a uno, solo necesito un lugar donde no entre el sol. 

Cronos siguió a Ivanna hasta que llegaron a las puertas de un hotel, no se veía tan lujoso como los que había estado con Zeal, pero no estaba mal. Se veía un poco antiguo y en decadencia, aunque estaba limpio y daba la impresión de que intentaban mantenerlo en el mejor estado posible.

—Habitación doscientos seis.— dijo el joven de la recepción dándole la llave. 

No tenían nada de equipaje con ellos, aun así el botones los llevó a su habitación, al abrir Cronos comprobó con satisfacción que las cortinas eran lo suficientemente gruesas y oscuras para no dejar pasar los rayos del sol. 

Cronos se tiró en la cama con un brazo por encima de la cabeza pensando en su situación. En las últimas horas había perdido todo, ahora estaba solo con una prácticamente desconocida sin nada a parte de la ropa que llevaba puesta. No tenía muy claro lo que haría de ahora en adelante. ¿Lo perseguiría Zeal? ¿Se olvidaría de él? ¿Lo querría de vuelta? 

—¿Estás considerando regresar?— pregunto Ivanna sentándose a su lado.

—No puedo hacerlo. 

—¿Quieres hacerlo? 

—No...  — ¿O si quería? ¿Se habia acostumbrado a Zeal?

—Bueno si fuera yo lo haría. 

— Intentó matarte Ivanna.— dijo quitando el brazo que cubría sus ojos y mirándola como si ella estuviera loca.—Además nos enfrentamos.

— Sí lo recuerdo, pero bueno esta medio obsesionado contigo. No me molestaría tener a un vampiro obsesionado conmigo. — lo decia de verdad, habia conocido muchos vampiros en el bar, pero ninguno muy impresionante... bueno excepto por Deian el dueño del lugar, pero a el solo lo habia visto de lejos. 

—No sabes lo que dices. —dijo Cronos en un suspiro. 

—Tengo que buscar algunas cosas en mi departamento.— dijo poniéndose de pie. 

—No es seguro que vayas. 

—Debo ir. — En realidad Ivanna nunca pensó en estar con Cronos fuera de una diversión ocasional y como entrada a la cueva del tesoro que era la casa de Zeal. El chico no era desagradable, pero era muy niño. Ahora era un poco distinto, se enfrentó a su maestro por ella y para ella eso tenía mucho valor. 

—Espera a la mañana. 

—Esta bien— se rindió Ivanna, después de todo Zeal podría estar rondando por ahí.  — De todos modos mañana tengo el turno de la noche. 

—Creo que debo de ir contigo, no puedo asegurar que Zeal no quiera matarte, de hecho ahora tendrá más ganas de matarte. 

Ivanna se dejó caer a lado de Cronos, pensaba en el guardapelo, esperaba conseguir mucho dinero por él, todos los problemas que estaba enfrentando por el debían de ser recompensados en metálico. Se giró sobre su costado para mirar a Cronos. 

—Oye ya que nos quedaremos aquí y no me dejaras ir hasta mi departamento ¿Por que no nos divertimos un rato?

Cronos se volvió a mirarla, no estaba particularmente excitado, pero uso con ella la misma fórmula que con Tsuki: ¿Por qué no? Así que se acercó a ella y la beso con voracidad, para envolverse en su suave cuerpo y por unos minutos olvidarse de su situación actual. Estar con ella no era como estar con Zeal, no porque este último fuera hombre, simplemente no era lo mismo. Era una experiencia en sí vacía, le faltaba la pasión y elegancia que caracterizaba a Zeal.  Se concentró en poseerla para olvidar, eso era lo único que quería, olvidar esa noche. 

†††

Nada, en ninguna de las tiendas de antigüedades habían dado con el guardapelo. 

—¿No puedes entrar en su mente? ¿Es acaso eso posible? — preguntaba Isabel incrédula cuando Zeal le explicó a ambos que no podía ver en la mente de Ivanna. 

—De hecho lo es. Todo el mundo puede resguardar su mente si lo intenta, solo es cuestión de entrenamiento. Claro hay personas que lo hacen de forma inconsciente.

—Vaya, eso dificulta todo. ¿No?

—Un poco, solo es cuestión de buscar con más ahínco. 

—Es muy importante para ti por lo que veo. 

—Ah es el amor de la vida de Zeal, pero si buscaras al rubio con el afán que buscas el guardapelo  no necesitarías a este último. 

—Gio se fue por su propia voluntad. Además sabes lo que contiene ese guardapelo

—Y tu sabes lo que contiene el cuerpo de el muñeco. 

—No quiero hablar sobre él Artemis, demasiado ha sucedido en una sola noche. 

Isabel los escuchaba atenta, quería saber más sobre Zeal, un impulso casi animal la atraía a él. 

—Supongo que regresaran a la casa de Artemis. — comentó Zeal una vez cerca de su casa. 

—¿Te quedaras tu solo en esa inmensa casa? Yo puedo hacerte compañía. — sugirió Isabel con claro aire de coqueteo. 

—¡Pero vaya que eres ofrecida!— exclamó Artemis. — Sabía que tu espíritu de zorra no se podría controlar al verlo. 

—No es necesario que la humilles. En verdad quisiera estar solo, pero entiendo perfectamente si no quieres quedarte con Artemis, así que eres bienvenida a hospedarte en mi casa. 

Isabel se emociono ante la oferta, Artemis era insufrible, irritante y tenía un gusto extremo por humillarla a cada momento. La joven vampiresa miró a Artemis un poco temerosa. 

—¿Quieres mi permiso? — pregunto divertido. — Si te quieres ir con él adelante. 

Zeal muy galante le ofreció el brazo a Isabel, esta lo tomo gustosa. 

—Nos veremos al anochecer para seguir cazando tu tesoro.— dijo Artemis con una ligera sonrisa desvaneciéndose en el acto. 

Isabel y Zeal emprendieron el camino a paso lento de regreso a la casa de Zeal. Una vez allí, el milenario vampiro le informó a la joven que podía tomar la habitación que quisiera exceptuando la de Cronos y la suya las cuales señaló con el dedo, luego de esto procedió a bajar las escaleras. 

—¿Tu no te vas a acostar? 

—No necesito de muchas horas de sueño... y ahora mismo no me apetece ir a dormir. 

—¿Quieres que te acompañe? Si necesitas hablar... 

—No, gracias, pero como te dije prefiero estar solo. 

—Entiendo. 

—Buenas noches Isabel. 

—Buenas noches Zeal.

Zeal bajó despacio, la ausencia de Cronos se sentía, su aura había llenado la casa y ahora no estaba. Camino hacia el piano se sentó a tocar y dejar salir por sus manos la frustración y pena que sentía. 

El cazador de nombre Arthur contemplaba la pila de cadáveres de sedientos que había exterminado esa noche, su cara bien parecida estaba bañada en sangre al igual que sus ropas. Había destruido un nido, a pesar de haberlos destruidos a todos sentía una presencia extraña en lugar, algo se escondía fuera de su vista. 

Se sentía insatisfecho con su trabajo, si bien había exterminado varios nidos él iba tras un pez más gordo, Deian el jefe del clan de vampiros más grande de toda Rusia, se decía tenía unos cuatrocientos años y manejaba el mayor número de vampiros de la región. Los vampiros nuevos del lugar buscaban refugio en él para no volverse sedientos.. 

Salió del lugar rumbo a su camioneta pensando en su mentor Sebastian, el hecho de que tuviera una pupila nueva lo impresionaba, más al saber que no pertenecía a los Lancaster sino que era una chica común y corriente. Se moría por conocerla y ver que lazos habia formado con la hermosa muchacha, bueno hermosa según decían los demás miembros del clan.  De pronto se paralizó, todos sus sentidos alerta, esa presencia... No podía ser, ese vampiro no tenía porqué estar ahí en ese lugar.

—Hola Artie. ¿Que hace una rata como tu aquí?— escucho esa voz venir de su espalda. 

Arthur se volvió lentamente y vio sus intensos ojos dorados. Tomo una de las pistolas con balas explosivas de su cinturón, pero Artemis se desapareció de su vista. Lo busco frenéticamente con la mirada. ¿Lo imagino? ¿Su mente le jugaba esos trucos tan viles? 

—Deberías enloquecer, es lo mínimo que te mereces, pero soy real Arthur, muy real.— Vio a Artemis parado... no, flotando frente a él. Lo apuntó con el arma que aún tenía en la mano, pero el vampiro más rápido que él le quitó el arma y la aplasto frente a sus ojos con solo sus manos. 

—Estoy contra el uso de armas. 

Arthur trago en seco, moriría era seguro, Artemis era el vampiro más fuerte que conocía. 

—Relájate Artie, no voy a matarte... hay destinos peores que la muerte y el destino te tiene uno reservado— después de decir esto se desvaneció en el aire. 

Arthur soltó el aire que no se habia dado cuenta que estaba aguantando.  Un destino peor que la muerte... hace mucho que el sabia que eso le esperaba. 


*Alea iacta est es una locución latina de uso actual que significa "se echó el dado", "el dado fue lanzado" o, más propiamente en español, "la suerte está echada" Es una expresión atribuida, a Julio César  en el momento que éste cruzara el río en el norte de Italia, límite entre (territorio metropolitano de Roma)​ y la , provincia que le había asignado el .


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