Capítulo VIII: "Alerta de huracán"

"La responsabilidad es el precio de la libertad".- Elbert Hubbard.

Verano 1998
Londres, UK.


—¡Ah!- gritó Abril. —Continúa.

—No creo que sea apropiado.—respondió Sebastián.

—Solo... Sigamos...—jadeaba.

Pequeñas gotas de sudor cubrían su cuerpo y el de Sebastián, sus respiraciones agitadas, sus miradas fijas en el otro, sus rostros enrojecidos.

—No puedes continuar.

—Claro... que puedo.

—Abril...

Ella se abalanzó hacia él, el solo la esquivó, ella perdió el equilibrio, mas no cayó. Estaban en el salón de entrenamiento donde peleaban cuerpo a cuerpo. Llevaban la mañana completa en esto.

—Es mejor que descanses, subas, tomes un baño y luego almuerces algo.

Ella se dejo caer en el piso. Sebastián la observaba, llevaba ajustada ropa deportiva y el pelo recogido en una cola de caballo.

—Quiero hacerme fuerte para ser de utilidad. Quiero ayudarlos a acabar con los vampiros.—respondió entre jadeos.

—Lo harás pero de nada vale que te sobre esfuerces.—dijo el tendiendole una mano para ayudarla a levantarse. Ella aceptó la mano y se puso de pie, se quedaron mirándose unos segundos sin soltarse.

Bien mirado Sebastián no era mal parecido, alto fornido, de amplios hombros, facciones fuertes y masculinas, es verdad que siempre tenía el ceño fruncido y una expresión adusta, pero con ella era muy amable. Era muy diferente a los chicos que había conocido en su vida, muy diferente a Julio.

Sebastián ya se había fijado en lo hermosa que era Abril, pero a sus ojos era una niña.

—Vamos, es mejor que subas para que descanses—dijo en un tono suave rompiendo el silencio.

—Sí— confirmó ella.

Ambos se soltaron.

Abril subió a su habitación pensando en Sebastián.

†††

Verano 1998
San Petersburgo, Rusia.

Habían pasado tres días desde el incidente de la salida, las cosas entre Zeal y Cronos seguían tensas, su rutina era salir a cazar y regresar a la casa.

No se tocaban, no habían vuelto a dormir en la misma habitación, no se hablaban más de lo imprescindible.  Cronos por lo general leía en la biblioteca hasta el amanecer y Zeal tocaba el piano de forma casi obsesiva. Esto hacía a ambos sentirse como un matrimonio de años donde los integrantes estaban hartos del otro y esta idea les daba asco.

Zeal estaba un poco irritado por todo el drama que Cronos estaba haciendo, pero él también estaba comportándose de manera infantil por algo tan insignificante. Fue una estupidez de Zeal pensar que podía controlar a un adolescente del siglo XX.

—Estoy harto es inútil— dijo Cronos tirándose hacia atrás.

—Solo esfuérzate— replicó Zeal en tono calmado.

Se hallaba en uno de los tantos salones de la casa, Cronos sentado en el piso con las piernas cruzadas, el salón estaba profusamente iluminado, por un enorme chandelier que pendía del techo, todas las cortinas corridas, se podían ver las rosas blancas plantadas afuera.

Zeal estaba intentando entrenar los poderes mentales de Cronos, en un intento por sesgar la distancia entre ambos. Intentaba hacer que pudiera romper cosas con su mente.

Zeal estaba parado, con su rostro vuelto hacia la ventana, con la mirada perdida en las rosas blancas. 

—¿Para que debo esforzarme?— preguntó frustrado por su incapacidad de romper cosas con la mente.

—Ya que el señorito quiere salir sólo.

—¡Ah! ¿Vas a seguir fastidiándome con eso? ¡Eres imposible!— Cronos se levantó, comenzó a salir de la estancia.

—¿A dónde vas?

—No se preocupe amo, no pretendo dejar la prisión—dijo deteniéndose y haciendo una exagerada reverencia.

Zeal puso sus dedos en el puente de la nariz, cerró los ojos e inspiró profundamente.

—Es el karma— dijo para sí mismo.

Cronos entró a la habitación, no se encerraría por una razón: Zeal era un vampiro, las cerraduras no eran algo que lo detuviera, se puso una almohada en la cara frustrado, Zeal honestamente lo tenía más que harto.

Zeal entró a la habitación se sentó al lado de Cronos, le quitó la almohada de la cara, este tenía los ojos cerrados. 

— Déjame en paz Zeal, no me interesa lo que tengas que decirme. 

—Cronos... 

—Vete. 

—Las cosas no tienen que degenerar entre nosotros... Ni siquiera nos rozamos.

Cronos dejó escapar una carcajada despectiva. 

—No voy a acostarme contigo, si es a lo que te refieres.

Dijo volviéndose dándole la espalda a Zeal

—No lo digo por eso...  — dijo acariciando su nuca —Prometo que lo olvidaré, no mencionaré lo de la salida nuevamente, pero no podemos seguir como estamos, hablando apenas.

Cronos dejó escapar un suspiro.

—No es por si lo mencionas o no, ese no es el punto.— dijo volviéndose de nuevo para mirar a Zeal a la cara. — Es que tienes que entender que las personas no somos pertenencias, tal vez en el siglo X era normal, pero no ahora, las relaciones no funcionan así. 

Zeal acaricio su rostro. 

—Lo se, lo sien...

— No me digas que lo sientes de nuevo, por favor. 

—Bien...— dijo Zeal con la mano aun en su mejilla mirándolo con una triste sonrisa. — ¿Puedo besarte?

—¿Crees que eso seria lo mas apropiado?

— No— dijo con la misma expresión. — Es solo que tengo mucho sin probar tus labios, es solo eso. 

—¿Solo un beso?

— Eso es todo. 

Cronos de incorporo y beso a Zeal, le gustaba cómo se sentían sus labios, podía oler la sangre de Zeal , el vampiro milenario se alejó de Cronos. 

— Gracias. 

— No me agradezcas, es raro si lo haces.

— Duerme— dijo Zeal y salió de la habitación. 

Cronos se quedó acostado, pensativo, tenía un brazo sobre su rostro tapando sus ojos. Se hallaba en un impasse. Por un lado el vampiro que deseaba esa deliciosa y poderosa sangre de Zeal, que llevaba días sin probar, por el otro lado su deseo carnal, ese deseo irresistible de tener a Zeal profanando su cuerpo hasta más no poder, hasta caer exhausto y perder conciencia del tiempo y el espacio... Y por último, estaban sus principios, Zeal había demostrado ser un posesivo, un obsesivo. ¿Y si lo dejaba pasar? Solo esta vez... De todos modos Zeal lo estaba entrenando para que pudiera ser más fuerte, para que pudiera enfrentar amenazas él sólo. Dio un par de vueltas en la cama considerando todo esto. No podía estar enojado con Zeal para siempre, ellos vivían eternamente. Se levantó de la cama, se dirigió a la puerta, cuando tomo el picaporte se detuvo. ¡No! No podía ir como si nada hubiera pasado, por otro lado ya habían hablado de eso... 

—¡Maldición!— exclamó frustrado pasándose las manos por el rostro. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? Volvió a sentarse en la cama, luego se puso de pie nuevamente, estuvo así por unos diez minutos hasta que por fin salió. Se detuvo ante la puerta de la habitación de Zeal. ¿Entrar o no entrar? He ahí el dilema. ¿Es más noble el ser fiel a sus principios y esperar más tiempo o es acaso más noble ceder a los deseos de la carne? Abrió la puerta. Zeal estaba acostado vestido boca arriba con los ojos cerrados. Cronos se sentó a su lado estudiando su perfil. 

— ¿Sucede algo?

Cronos no tenía nada preparado para decir así que lo beso, este acto atrapó a Zeal por sorpresa, el joven sin darle tiempo a reaccionar se subió encima de él, comenzó a desabotonar la blanca camisa de Zeal, cuando tuvo el pecho de Zeal al descubierto, repartió besos y mordidas hasta llegar al inicio de sus pantalones.

Zeal lo miró con una ceja levantada.

—¿Que haces?

—Agradece que tu cuerpo y tu sangre me hacen reconsiderar mis principios.— dijo mientras lo desabrochaba, procedió a quitarse la camiseta.

Bajó los pantalones de Zeal despacio admirando el estado en que se encontraba, se puso de pie para  terminar de desvestirse. Lo hizo despacio ante la intensa mirada de Zeal.

—Esta vez lo haremos mi manera.— dijo el joven.

Busco lo necesario para prepararse, comenzó rociando lubricante en sus dedos, mientras era observado atentamente por Zeal.Los gemidos no se hicieron esperar mientras los dedos del chico entraban y salían jugando en su interior, preparándolo para lo que en realidad quería.Zeal estaba encantado con el espectáculo frente a él, ver a Cronos prepararse se le hacía sumamente estimulante.

Cuando Cronos sintió que ya era suficiente subió a la cama, se posicionó encima de Zeal, lentamente fue bajando en él, penetrándose hasta que todo estuvo dentro de él, puso ambas manos en el pecho de Zeal.

—No te muevas— musitó.

Después de unos segundos, él empezó a moverse, lento, luego fue aumentando el ritmo, le gustaba estar arriba, le daba una falsa sensación de control.
Era la primera vez que él marcaba el ritmo por extraño que parezca, pero definitivamente no sería la última.

Zeal se lamentaba no haberlo hecho antes, la imagen de Cronos montandolo era lo más erótico que había visto en siglos, su rostro enrojecido, reflejando el placer que sentía, su sinuoso cuerpo moviendose sensual y rítmicamente, su respiración agitada, sus erráticos gemidos, todo expuesto ante su vista.

Cronos usó a Zeal Como un mero instrumento para su propia satisfacción, así que cuando terminó manchado su abdomen y el de Zeal, sus movimientos cesaron.

Zeal al sentir ese líquido cálido cayendo en él y los movimientos de Cronos detenerse lo tomó fuertemente de las caderas, embistiendo brutalmente hasta terminar profundamente en el, llenando completamente a Cronos.

†††

Zeal cumplió con no volver a mencionar la salida. Todo entre ellos había vuelto a la normalidad... Oh pero presta atención si la trágica vida se siente bien...

Una noche Zeal decidió llevarlo a un bar de vampiros al que ya había ido antes en previas visitas a Rusia.

La fachada externa del lugar dejaba mucho que desear, el lugar parecía pequeño, la pintura descascarada por fuera, un miserable letrero de madera rezaba "красные губы (krasnyye guby)"*labios rojos,  el nombre del bar. Un hombre con aspecto de matón hacía de portero, este les abrió la puerta del bar sin mediar palabra.

Al entrar todo era muy distinto Cronos lo amó de inmediato, era muy diferente al bar de Liverpool. Éste se veía tan clandestino, la atmósfera era muy oscura, como entrar a una pesadilla... Pero una pesadilla que te hacía no querer salir de ella, sino dejarte envolver por los horrores nocturnos.

Una banda tocaba, su música era metal crudo, lo que ayudaba a la atmósfera del lugar.

Cronos adoró tanto el bar que iban todos los días. Una de las cosas que más amaba del lugar era la música en vivo, todas las noches presentaban una banda.Cronos notó que aquí los vampiros eran más discretos en cuanto a las víctimas, de hecho no vió que mataran a nadie en el bar y de hecho había varios humanos, más que en Liverpool.

Esa noche se presentaba una banda de metal gótico vampírico, Cronos no escucho el nombre de la banda.La banda parecía ser muy famosa puesto que fue recibida con gritos de júbilo por parte de los presentes tanto humanos como vampiros.

La música era oscura, con toques místicos, se acoplaba perfectamente a la atmósfera surrealista. Su vocalista, una mujer, tenía una voz poderosa e hipnótica.

Cronos no pudo ocultar su sorpresa al verla, era la chica de la tienda, Ivanna, se veía muy pero muy distinta, llevaba unos pantalones extremadamente cortos en cuero negro, la parte de arriba de arriba era solo un sujetador, medias de mallas, botas de combate... Su maquillaje oscuro, sus labios tan rojos, al igual que su pelo de fuego...
Su poderosa voz cantando sobre vampirismo, lo tenía atontado.

Zeal notó todo esto, decidió que odiaba a la chica, ella era el enemigo. Abrazó a Cronos por detrás, el chico no reaccionó al gesto.

En la última canción de la banda la chica se hizo varios cortes sus brazos, incitando a los presentes a beber su sangre, Cronos se sumó al grupo de entusiastas, Zeal intentó detenerlo agarrándolo fuertemente del brazo pero el chico continuó.
Lamió la sangre que brotaba de las heridas de la joven, los ojos de ambos se encontraron por unos segundos eternos.

Sintió como fue halado fuertemente hacia atrás, era llevado rápidamente fuera del bar, la calle estaba desierta, Cronos vió los ojos de Zeal, estaban de un tono claro, lo próximo que supo es que era succionado por un túnel, todo fue tan rápido que cuando reaccionó vió que estaban en la habitación de la casa.

—¿Pero qué demonios te...?

No completó la frase pues Zeal lo besaba fuertemente, demandante, lo tiró a la cama, mientras lo besaba con desesperación.

—¿Qué te pasa?— preguntó Cronos intentando quitárselo de encima.

Zeal no respondió solo atacó su cuello, pues sabía el efecto que tenía en el joven, Cronos era suyo, completa y totalmente suyo, nadie se lo iba a arrebatar.
Rompió la camiseta de Cronos, antes de que el muchacho reaccionara volvió a morderlo.

Pero no podía morderlo toda la noche, cuando lo soltó Cronos volvió a sus cinco sentidos.

—¿Qué demonios te pasa?

Zeal iba a volver a morderlo, Cronos lo detuvo.

—No, me vas a explicar porque salimos tan rápido del bar.

—Quería tenerte solo para mí.

—Aja... Te dió uno de tus inexplicables impulsos. Así como tipo ¿Qué tal si me llevo a Cronos sin decirle y lo violo?

—No te iba a violar.

—Que curioso porque a mí me dió esa impresión.

Zeal se acostó completamente encima de él.

—¿Esa era la chica que conociste?

—¡Ah!—exclamó frustrado. —Ya veo por dónde viene esto.

Zeal permaneció en silencio, abrazó a Cronos apretándole por la cintura.

—Eres un maldito inseguro de mierda.— dijo riendo.

Para Cronos eso no era tanto un insulto como un comentario.

—Tal vez lo soy.

—¿Y se supone que tú eres el mayor aquí?

Zeal alzó la cabeza para mirarlo a los ojos.

—¿Me dirás qué no deseaste a esa chica ni siquiera un poco?

—Solo hablé con ella esa vez y me gustó su banda, eso es todo.

Zeal lo besó de manera posesiva, mordiendo fuertemente sus labios.

— Tienes que relajarte un poco Zeal, se supone que eres el mayor entre nosotros.

Zeal solo dejó escapar un largo suspiro.

—Te lo digo ese comportamiento solo aleja a las personas de ti.

Zeal rodó hasta quedar al lado de Cronos.

—Supongo que no puedo evitarlo.

—¿Ser un posesivo?

—Es mi naturaleza.

Verano 1998.
Praga, República Checa.

La joven llevaba una cadena al cuello que la ataba a la pared, llevaba grilletes en manos y pies, estaba totalmente desnuda, tirada en el frío piso, sus ojos perdidos sin la más mínima emoción, su bello rostro inerte, el ser que la mantenía allí la halo por un brazo, corto profundamente en él y dejó que la sangre que extrajo cayera en una copa.

El ser estaba sentado en un sillón con un respaldo tan alto, que lo hacía parecer un trono, su fina mano sostenía la copa, miraba el vacío con sus impresionantes ojos dorados. La habitación pintada de rojo oscuro, era una sala decorada con elegancia, buen gusto... Y sadismo.

Una mujer en sus cincuenta entró en la sala, su pelo cano suelto, su porte era distinguido y su cara severa, vestía un recatado vestido negro.

—¿Qué noticias tienes?— preguntó el ser.

— Sufrirá y mucho.— respondió la mujer con naturalidad, obviando la joven encadenada.

El ser suspiro pesadamente.

—Pues supongo que debo ir en su auxilio.

— Solo espero que no te ausentes por mucho tiempo, Vanessa se pone insoportable cuando no estás Artemis.

—Ella es insoportable por lo general.— dijo poniéndose de pie, caminó hacia la chica encadenada y le rompió el cuello. — Su sangre no era tan buena.

La señora no se inmutó ante esto, estaba acostumbrada a Artemis.

—Me iré mañana, primero hay unos asuntos que debo resolver en Francia.

†††

Verano 1998.
San Petersburgo, Rusia.

Cronos no podía dejar de pensar en Ivanna, por más que intentaba hacerlo, su imagen del concierto volvía a él, lo que le hizo pensar que tal vez lo que en realidad lo que le gustó de Ivanna fue como se veía en ese escenario, tal vez si la veía de civil no fuera tan intenso su sentimiento.

Estúpidamente eso fue lo que hizo, salió de nuevo, sólo, cosa que él sabía había enojado a Zeal en sobremanera. Quería verla en su uniforme de trabajo y decidir que el maquillaje y su puesta en escena fue en realidad lo que llamó su atención.

Llegó al café donde la chica trabajaba, en realidad era linda, es verdad que se veía menos llamativa, por fin podría irse y no pensar en ella hasta que ella llegó a la mesa.

—Hola chico Beatles. Te ví en el concierto.— dijo ella sonriendo.

—Hola, por cierto tengo nombre.

— Sí... A ver si recuerdo, era algo griego...

—Cronos.

—Sí, un nombre muy curioso para un americano.

—Mi papá era catedrático de antropología, le gustaba mucho la mitología griega.

—Ya veo. ¿Quieres ordenar algo?

—Oh sí, claro, un café negro.

—¿Solo eso?

— Sí, solo eso.—  dijo con una sonrisa.

—Ya vuelvo.— la chica correspondió su sonrisa.

Cronos no veía nada malo en lo que hacía, porque no lo había, pero no le había pasado por la cabeza lo que Zeal podría pensar. La chica volvió con el café, lo puso en la mesa. Hablaron poco pues ella estaba trabajando, pero de vez en cuando volvía a la mesa y compartían unas cuantas palabras.

Cronos iba por la mitad de su segundo café, cuando lo sintió, lo vió entrar en el café, caminar y sentarse en su mesa, tenía una brillante sonrisa, aunque Cronos podía sentir el enojo bajo su fachada de buen humor.

—Hola mi hermoso.— su voz se sintió como un balde de agua fría.

—Zeal... Yo.

—No me des explicaciones.— ese tono de voz frío, esos ojos claros.

La chica volvió a su mesa.

—Ivanna, él es mi amigo

—Soy Zeal, un placer.— dijo con una brillante sonrisa.

—¿Que puedo traerte?

—Nada, ya nos íbamos— se apresuró a decir Cronos.

—¡Claro que no!— exclamó Zeal. — Sí solo acabo de llegar. Quiero un expreso.

Cronos lo miró como si Zeal hubiera dicho la blasfemia más grande de la historia.

—Pero Zeal...

—¿Algo más?

—Sí ¿Hasta que hora trabajas?— preguntó posando ambas manos en su mentón. — Es que nos encantaría cenar contigo.

Eso sí era la blasfemia más grande de la historia a oídos de Cronos.

—Eh... Bueno a las once.

—¿Eso es un sí?

—Zeal... Tenemos que irnos, es en serio.

—No, vamos a esperar a...— fingió leer el gafete con su nombre. —Ivanna.

Cronos estaba nervioso, no quería que la muchacha terminara convertida en cena, se acercó a Zeal.

—¿Porque mejor no cenamos solos y luego nos divertimos entre las sábanas?— susurró a su oído con una voz sensual.

—No. Yo quiero conocer a la vocalista de tan excelente banda.

La chica aún seguía como clavada ahí, mirando a Zeal con fascinación.

—Ivanna el café— dijo Cronos, haciéndola despertar de su sopor.

—Sí, enseguida.— la chica de retiró de la mesa.

—¿A qué juegas Zeal?— preguntó sin mirarlo.

—¿A qué juegas tú, si tienes prohibido salir sólo?

Cronos giró los ojos.

—¡Y seguimos con lo mismo! Pensé que ya habíamos aclarado todo esto— exclamó con fastidio— Yo no voy a ser partícipe de tu estúpido juego.— dijo poniéndose de pie, dispuesto a marcharse del café.

Zeal lo detuvo sujetando su  brazo con firmeza.

— Detente, sí yo quiero jugar con la comida es mi decisión y quiero que te quedes.

— Suéltame, y gracias pero no, además ella no es una víctima de bajo riesgo. — dijo Cronos intentando soltarse del agarre de Zeal.

—No fue una petición, fue una orden, te ordeno que te quedes— dijo apretándolo más.

—¿Quién diablos te crees tú para darme órdenes?

— Soy tu creador, yo te dí esta nueva vida, haces lo que yo te diga— era la primera vez en sus mil años que le hablaba así a alguien, era la primera vez que sentía que perdería alguien a quien consideraba suyo.

Cronos lo miró sorprendido, nunca espero escuchar palabras así salir de la boca de Zeal. Halo con más fuerza intentando soltarse.

Ivanna volvió con el café, Zeal soltó a Cronos.

—Aqui tienes tu expreso.— dijo poniendo la taza sobre la mesa.

— Gracias, Ivanna Cronos no nos quiere acompañar. ¿Me ayudas a convencerlo?

Cronos aprovechó que Zeal lo soltara para salir del café, no le importó lo que Ivanna podía pensar sobre él al irse tan repentinamente. 

En el café Zeal sonreía, se levantó.

—Será en otra ocasión querida, debo ir a hacerme cargo de ese niño malcriado. — dijo depositando unos billetes en la mesa, salió.

Encontró a Cronos unas calles más adelantado, lo tomó del brazo y volvió a aparecerse en la casa.

—¿Ahora como voy a alimentarme?— preguntó enfadado.

—No quisiste la cena— dijo simplemente acercándose peligrosamente a él. — Pero yo puedo suplir esa necesidad— dijo apartándose el pelo del cuello.

—Prefiero acostarme sin cenar como niño castigado— dijo dirigiéndose escaleras arriba.

Zeal lo siguió se dirigió a la habitación que compartían, mas Cronos había decidido dormir en otra. Zeal cuál vampiro que era, abrió la cerradura y entró en la habitación.

— Déjame en paz. — dijo Cronos sin voltearse a verlo.

Zeal hizo caso omiso y se acostó a su lado.

—¿No entiendes que no es no?

—Mi hermoso.

—Zeal... Solo aléjate.

Zeal besó su cuello con suavidad.

—Esto no va a resultar en sexo si es lo que crees. Esto esta mal, tu estas mal. 

Zeal mordió a Cronos, el chico no se había alimentado, un par de sorbos fueron suficientes para dejarlo inconsciente.

—Duerme ahora mi hermoso. — dijo besando su frente.

†††

Londres, UK.

Abril no podía dormir, tenía una taza de café en sus manos, pensaba en lo que su vida se había convertido en las últimas semanas, parecía sacado de una película. Aunque mayormente pensaba en Cronos, en la forma de salvarlo de esa situación tan horrible en la que se encontraba.

Ensimismada en sus pensamientos no notó la mujer que se materializó ante sus ojos.

— Señorita Abril— dijo con voz sobrenatural.

La impresión de Abril fue tanta que casi dejó caer la taza. Una chica de pelo castaño, ojos azules y tez demasiado blanca la miraba con una sonrisa. Había algo raro sobre esa chica, su piel era muy pálida, sus ojos muy brillantes, parecía envuelta en una luz blanca.

—¿Quién eres? — preguntó en un susurro.

—Tu redimirás mis pecados— dijo en el mismo tono espectral.

—¿A qué te refieres?.

La chica solo se desvaneció en el aire. Si está le hubiera sucedido un mes atrás habría pensado que estaba loca, ahora solo estaba asustada, muy asustada. No sabía nada de espectros, fantasmas o apariciones, Sebastián nunca abundaba sobre esos temas o en general ninguno que no tuviera una ver directamente con vampiros. Lo que la asustaba era que no sabía si podían dañarla de ser así ¿Cómo te defiendes de un muerto?

No durmió esa noche, asustada por la aparición e intrigada por sus palabras.

Otro Capítulo más. 

Zeal siendo pues... Zeal. 

Como siempre dejen sus comentarios, preguntas, dudas o aclaraciones.

Gracias a todos por leer. 

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