Capítulo VII: "Vientos de tormenta"
"Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama."
-Miguel de Cervantes.
Querida tía:
Lamento haberme ido sin decirles nada, de verdad discúlpenme.
Ya sé sobre el paradero de Cronos y voy a encontrarme con él.
No sé cuándo vaya a volver a California, no creo que sea pronto. Quería agradecerles por todo lo que todos ustedes han hecho por Cronos y por mí desde la muerte de nuestros padres. Gracias por cuidarnos
Solo quiero que no se preocupen por mí... Por nosotros, estamos bien.
Hasta luego.
Besos
Abril.
Abril leyó la carta un par de veces y consideró que estaba bien, era corta, pero expresaba justamente lo que quería decir.
Escribió tres cartas más, una para la universidad, una para el concurso de Miss California y otra para Julio.
Julio:
Sé que es muy feo terminar con alguien vía carta, pero no estoy en California, tampoco creo que vuelva en mucho tiempo.
No termino contigo porque no sienta nada por ti, si no porque mereces a alguien que esté contigo. Alguien presente.
En mi vida están pasando muchas cosas y no soy la chica que conociste. Espero que puedas encontrar una chica que te ame como lo mereces.
Adiós
Abril.
Se quitó una cadena que llevaba, con un dije en forma de corazón partido, tenía una letra J grabada, la sostuvo en sus manos, la miró por unos instantes y la puso en el sobre con las cartas. Dando por terminada cualquier relación entre ellos.
Sí, estaba satisfecha con las cartas. Las pensó por mucho tiempo, duró horas frente al papel en blanco, sin estar muy segura de que escribir. Esas cartas eran muy importantes daban un punto final a su antigua vida, curiosamente no se sentía triste, sentía una especie de liberación, era como si por mucho tiempo estuvo fingiendo ser alguien que no era y por primera vez en la vida era ella.
Llevo las cartas con el encargado de mensajería que tenían los Lancaster, no la sorprendería para nada que fuera un tipo con miles de palomas mensajeras.Pensaba en Cronos, rogaba a Dios que Sebastián tuviera noticias del vampiro que lo tenía, necesitaba ver a su hermano... Sobretodo debía de impedir que Sebastián lo matara.
†††
Verano 1998
San Petersburgo, Rusia.
La casa de Los Angeles, lo había impresionado, la de Liverpool lo había maravillado, está lo había dejado sin palabras.
Era maravillosa, enorme, ornamentada en exceso, decadente, vampírica...
—Te daré un recorrido por la casa— le dijo Zeal.
El primer piso estaba compuesto de varios salones cada uno con un tema específico, el salón de música con más instrumentos de los que había en Liverpool, un salón con un gran chandelier, que hizo pensar a Cronos en los bailes, como en las películas.
—Nunca hice un baile aquí— respondió Zeal leyendo su mente.
A continuación entraron a un salón lleno de espejos, de todo tipo, formas, tamaños, con distintos marcos, Cronos se vio reflejado hasta el infinito, era una ilusión muy curiosa, como un cuadro surrealista.
— Esto es muy raro— comentó Cronos.
—Es que tenía muchos y decidí ponerlos juntos.
—No sé pero causan una extraña sensación. Mejor seguimos.
Recorrieron salón tras salón, algunos tenían una atmósfera oscura, que lo hizo recordar su cuento favorito de Edgar Allan Poe: "La máscara de la muerte roja."
Entraron en la biblioteca, aún más impresionante que la de Liverpool, con más libros antiguos, incluso había hasta rollos de papiro, Cronos se sentía como Bella.
—Quiero que veas esto— dijo Zeal. De una cómoda sacó una caja de Cristal, la abrió, dentro había una biblia, Zeal la sacó con sumo cuidado. — Está biblia tiene ochocientos años de antigüedad, es muy preciada para mí, me la regaló una mujer que amé y perdí. Ella... ella se quitó la vida, esto es un recuerdo.
Cronos se acercó a él y lo tomó de la mano entrelazando sus dedos. Zeal levantó sus manos unidas y depósito un beso en sus nudillos. Luego volvió a guardar la biblia.
Siguieron con el tour hasta que Cronos se tiró en un mueble en una sala decorada al estilo romántico de principios del siglo XIX.
—Esta casa es infinita— dijo.
Zeal sentó a su lado y puso la cabeza de Cronos en su regazo.
—Y esta no es mi casa más grande.
Cronos solo lo miró.
—¿Qué la otra es una isla?
—No. Esta en Francia, algún día iremos.
—¿Cuántas casas tienes?
—Siete.— dijo acariciando el pelo de Cronos, este cerró los ojos relajándose en el toque de Zeal.
Era un toque tierno, era agradable.
Sintió los labios de Zeal en los suyos, en un suave beso.
—Aun tengo algo que mostrarte.
Cronos abrió los ojos lentamente, se levantó sin mucho ánimo. Se dirigieron hasta unas escaleras que los llevaron a una buhardilla, había muchos objetos amontonados ahí y una pequeña puerta al fondo, Zeal se dirigió allí y con una llave antigua abrió la puerta.
Cronos pensó que se hallaba en el cuento de Rumpelstiltskin o en la guarida de un pirata. Por donde mirara había oro, monedas de oro, monedas antiguas de diferentes lugares, en montones, como en las películas.
—Esto es increíble, ya me hago una idea de dónde sacas el dinero. Tienes un tesoro aquí.
Zeal solo se encogió de hombros. Entró en la pequeña habitación, Cronos le siguió, miraba todo con fascinación. Zeal tomó un pequeño estuche y lo abrió había dos monedas de oro.
Tomando en cuenta lo que los rodeaba eso no era nada.
—Son de cuando era mortal. Un caballero sufrió un accidente en nuestro pueblo, yo y mi esposa le ayudamos, nos dió estas monedas. Las tenía conmigo el día que Artemis me llevó... aún no sé porque me permitió conservarlas.
Cronos las miró, no dijo nada, Zeal volvió a cerrar el estuche.
—Vamos a bajar.— dijo Zeal tomándolo de la mano.
Bajaron hasta el segundo piso, donde estaban las habitaciones.
Zeal abrió la puerta de una habitación, decorada al mejor estilo gótico. Una gran cama con dosel, se alzaba orgullosa en el centro de la habitación, las cortinas de la cama eran de encaje negro, la cama tenía sábanas negras de seda, cojines rojo intenso de seda y terciopelo. Lámparas antiguas se hallaban colocadas en las mesitas de noche, diminutas cuentas, colgaban de sus pantallas, un chandelier con cientos de lágrimas colgaba del techo. Toda la madera de la habitación era ébano. Las paredes eran negras y negras las cortinas que cubrían los ventanales.
Cronos lo miraba todo encantado, era justo de su estilo y su gusto, una habitación sacada de sus sueños.
—Pensé que te gustaría, la mande a decorar específicamente para ti,
Zeal lo abrazó por la espalda, beso su cuello, suavemente. Cronos se volvió hasta quedar frente a él.
— Gracias en verdad me gusta bastante.
— Eso me alegra, no estaba seguro de que las personas a las que se lo encomendé pudieran hacerlo. En fin hemos recorrido mucho de la casa, debes de estar cansado .
— Te puedes quedar, siempre es mejor dormir con compañía... si tu quieres. — Le propuso Cronos.
—¿Solo dormir?
Cronos esbozo una sonrisa malévola.
— Entre otras cosas— respondió poniendo sus brazos alrededor del cuello de Zeal.
Este último lo beso hasta caer en la cama con él riendo como niños traviesos. La ropa comenzó a ser retirada de sus cuerpos, caricias, besos y mordidas fueron repartidos hasta que la habitación no hubo otro sonido que el de sus respiraciones agitadas, la piel chocando entre sí, palabras incompletas e ininteligibles, gemidos descontrolados, hasta que sus cuerpos no dieron para más cuando el sol ya estaba alto en el cielo, cayeron presa de los brazos de Morfeo.
†††
Los días fueron pasando, todo entre ellos estaba viento en popa...
—Así pues, presta atención si la trágica vida se siente bien...
atrapada en una trampa para conejos
con todos los colores como espadas de luz solar,
y tijeras como el Señor Viviente.— Cronos cerró el libro—Es uno de mis poemas favoritos ese y "Sólo" de Edgar Allan Poe.
Zeal tocaba el piano suavemente, estaban en la sala de música, tocaba a Vivaldi, 4 estaciones, invierno.
—Es tu escritor favorito, Poe. ¿Cierto?
—Sí— respondió Cronos cerrando los ojos y recostandose del piano. — Zeal... En la biblioteca ví un cuadro de alguien que no había visto antes, pelirrojo con los ojos verdes ¿Quién es?
—Era— respondió Zeal terminando la pieza- Su nombre era Phillipe. Murió en el año mil trescientos cincuenta y ocho, jamás lo olvidaré, lo amaba con locura.
—Haz amado a mucha gente.
—He vivido mucho. Pero ¿Sabes una cosa? Y he deseado aún más- dijo inclinándose para besar a Cronos.
Zeal no dijo nada más, volvió a tocar esta vez verano de Vivaldi, obviando a Cronos la parte donde Phillipe dijo que regresaría a él.
Cronos se quedó meditando las palabras de Zeal. A él lo deseaba pero no lo amaba, ¿Cierto? ¿El que sentía por Zeal? Fascinación parecía la palabra adecuada. Estaba bien así, era de hecho perfecto así.
†††
Verano 1998.
New York, USA.
Estaba solo en el bar, sentado en una mesa al fondo, desde donde podía ver a todos, el bar se hallaba casi desierto, lógico para un martes por la noche. El lugar era pequeño, poco popular, la luz era tenue, en verdad aquel sitio era sencillamente deprimente.
Era su cumpleaños aún después de cuatrocientos noventa y seis años lo recordaba. Había tenido cumpleaños buenos malos, regulares... pero este era por mucho uno de los peores, su voluntad estaba flanqueando, tenía unas ganas locas de regresar con él.
Había recibido rosas blancas en los camerinos del desfile, veinticinco rosas blancas, veinticinco, como el día de su cumpleaños. La tarjeta que las acompañó solo tenía dos letras Z. W. Cuando las vio el corazón le dio un vuelco, sus ojos se llenaron de lágrimas, los recuerdos llegaron a él tan violentamente como ráfagas de un huracán. Después del desfile las llevó a su cuarto de hotel.
Ahora sentado en el bar jugueteaba con el crucifijo que llevaba al cuello. Un crucifijo pequeño de filigranas de oro, con cuatro pequeños rubíes en cada extremo y un diamante en el centro. Recordaba cuando se lo dio, fue un día como ese, hacía ya más de cuatrocientos años, cuando cumplió diecisiete y aún era mortal...
Se hallaba en la terraza, las rosas blancas despedían su aroma en esa fresca noche veraniega en Milán, Gio había estado tocando el clavicordio. Zeal hizo su entrada vestido tan elegantemente, que le quitaba el aliento, se sentó detrás de él, Gio se acomodó al sentirlo hasta quedar sentado en sus piernas. Zeal besaba todo su cuello, aspirando su aroma.
—Tengo algo para ti mi ángel.
Se levantaron y Zeal se sentó en un sofá, le indicó a Gio que se sentara en su regazo.
Del bolsillo interior de la levita sacó un crucifijo pequeño en una cadena de oro, Gio se quedó contemplándolo.
—Este crucifijo me lo dió una persona muy importante para mí, su nombre era Phillipe, yo lo amaba con locura... él murió hace más de cien años, antes de morir me dijo que nos volveríamos a encontrar aunque sea en otra vida, porque nuestras almas estaban destinadas.
Gio lo miró confuso e incómodo.
—¿Por qué me dices ésto?—dijo un poco triste acurrucandose en el pecho de Zeal como un niño pequeño.
—En los países de oriente las personas creen que el alma vuelve a encarnarse, que cuando morimos volvemos a nacer con otro rostro, en otro cuerpo, pero nuestra alma es la misma.—explicó —¿Sabes Gio? Sentí algo tan intenso cuando te ví, en ese momento no lo supe, pero ahora sé que eres esa alma que ha estado destinada para mí. Phillipe me dijo que le diera este crucifijo a esa persona que cuando la encontrará amaría de forma sobrenatural.
Zeal le levantó el rostro por el mentón.
—Ese eres tú, mi Gio.
Gio rozó con sus dedos el crucifijo.
—Déjame ponértelo.
Zeal se lo puso.
Gio no quiso seguir recordando, porque sabía bien lo que sucedió después, si los objetos inanimados hablarán, ese sofá de Milán tendría material para más de cien novelas homoeróticas.
No quería, pero recordaba las manos de Zeal sobre su cuerpo, sus labios, todo su ser... debía de buscar a alguien con quien pasar la noche, alguien que no se pareciera a el, alguien que lo hiciera olvidar a ese maldito Galés, que tenía el atrevimiento de mandarle flores después de doscientos años. Tenía que ahogar esas ganas locas que tenía de volver.
—Doscientos y aún pienso en ti. — dijo en voz baja.
Se levantó de la mesa y se sentó en la barra... probablemente alguien aparecería para intentar seducirlo, el hombre que hiciera eso se convertiría en su descarga y en su alimento.
†††
Verano 1999
San Petersburgo, Rusia
Cronos se despertó primero que Zeal, se bajó de la cama con cuidado, se dio una ducha y se vistió. De la mesa de noche tomó un poco de dinero y salió.
A pesar de ser verano estaba bastante frío.
Cronos había decidido salir a comprar unos discos de vinilo, había visto un tocadiscos en el salón de música y pensó que sería buena idea ir a comprar unos cuantos discos de rock clásico, decidió ir sólo, ya había salido con Zeal varias veces y conocía cómo llegar a la ciudad.
Al llegar a la ciudad tomó un taxi, le dijo que lo llevara a una tienda de discos.
El hombre lo dejó en una plaza, en el primer piso había una tienda de discos. Cronos entró en el lugar solo estaban él y una chica vestida con una camiseta de la banda Bauhaus, una falda corta, botas, lo que llamó la atención de Cronos fue su pelo rojo intenso.
—Buena banda la de tu camiseta— dijo Cronos.
Ella lo miró, lo estudiaba en silencio.
—¿No eres de aquí o sí?— finalmente preguntó ella.
—No, soy estadounidense, estoy aquí con... con un amigo.— porque esa era la forma de definir su relación, además de amigos Zeal era su creador pero no es algo que Cronos fuera a decir. Amigos que de vez en cuando tienen sexo.
—Ya.
Siguieron buscando discos, hablaron de música todo el tiempo. La chica se llamaba Ivanna, tenía veinte años, trabajaba en una cafetería y era vocalista de una banda de rock gótico.
Cronos compró cuatro discos, uno de Led Zeppelin, otro de Judas Priest, uno de Black Sabbath y por último los Beatles.
—¿Los Beatles, en serio?— se burló Ivanna.
—Son una gran banda.
—¡Ja! Si te gusta la música con el único propósito de vender... Bueno.
Cronos decidió acompañarla hasta la cafetería donde la muchacha trabajaba y luego el tomó un taxi de regreso a casa.
†††
Zeal de despertó, de inmediato se dio cuenta de que Cronos no estaba allí, no sentía su presencia. Se asustó pensando en que podía haberle pasado ¿Quién había podido llevárselo? Se levantó de la cama desnudo como estaba, cuando vió una nota en la mesa de noche.
"Salí a comprar algo, no tardo
P.D: Tomé un poco de dinero espero no te moleste"
Zeal no estaba enojado, decir que estaba enojado era poco, estaba furioso, no porque haya tomado dinero, eso no era nada, si no porque había salido solo. ¡Sin él!
Se vistió rápidamente, se debatía entre buscarlo o no. Cronos era suyo, no podía andar por ahí solo, sin su protección, sin su supervisión. Se preguntaba si se había alimentado propiamente, si había sabido encontrar una víctima apropiada. Bajó las escaleras, entonces sintió la presencia de Cronos acercándose, se detuvo y lo esperó al pie de la escalera.
Cronos pagó al taxista y caminó despreocupadamente hacia la puerta principal, sentía algo extraño, era la presencia de Zeal, pero se sentía extraña, pesada.
Al abrir la puerta se encontró con una fría mirada en sus ojos, los brazos cruzados a la altura del pecho.
—Buenas noches Zeal— Fue lo único que dijo al verlo.
—¿Se puede saber por qué fuiste sólo?— preguntó conteniendo su enojo.
Cronos se encogió de hombros, colocó la bolsa con los discos sobre una silla, se quitó el abrigo, tomó la bolsa nuevamente y caminó hacia Zeal.
—A veces es bueno estar con uno mismo. ¿O es que tengo prohibido salir solo? — siguió caminando hacia la sala de música.
—No deberías.
—¿Y eso cómo por qué?
—Eres muy joven—dijo siguiéndolo.
Cronos dejo escapar una carcajada, se giró para mirarlo a la cara.
—Soy muy joven para salir sólo, pero no para cogerme contigo. ¿Verdad?— preguntó alzando una ceja.
—Eres un vampiro muy joven. Pudo pasarte algo.
—Estás exagerando. Estoy en la cima de la cadena alimenticia, tengo habilidades sobre humanas. ¿Qué me podría pasar? — preguntó poniendo, mientras sacaba uno de los discos y los ponía. Puso Black Sabbath de Black Sabbath.
—¿Siquiera te alimentaste?
—Lo olvidé.
—¡Oh! ¡Lo olvidaste! ¿Qué ibas a esperar tener una sed incontrolable para morder al primero que vieras?— gritó bastante alterado.
—Tu puedes alimentarme, tu sangre siempre me calma.— respondió indiferente.
Zeal se cruzó de brazos.
—Tenemos que poner reglas aquí, si eres lo suficientemente independiente para andar tu solo, pues también debes de serlo para alimentarte tú sólo.—su tono era frío y cortante.
Cronos se acercó a él, tiró sus brazos al cuello de Zeal.
—¿Reglas? ¿Es decir que no vas a alimentarme? ¿Y vas a dejar que tu pequeño erómeno* se vuelva un sediento?
—No te volverás un siento por una noche, pero te dolerá y mucho.
—¿Quieres castigarme? ¿Por qué mejor no me das unas nalgadas? Daddy.—dijo con un fingido tono de niño pequeño.
Zeal quitó los brazos de Cronos de su cuello.
—Deja deja el acto, no te queda.— dijo con tono de fastidio.
—¡Deja tu de exagerar entonces!—ahora fue el turno de Cronos de gritar— Solo salí, eso es todo. Cada quien necesita su espacio Zeal, no siempre estaremos juntos todo el tiempo.
—¿Y la chica? ¿Cómo es que cada vez que sales sólo hay una chica envuelta?
—¿Lo dices por Tsuki?—preguntó boquiabierto.
—Y la nueva pelirroja, lo veo en tu mente. ¿La deseas? —preguntó Zeal entre cerrando los ojos.
—Es solo alguien que conocí. ¿Estas celoso? ¿Es que también tengo prohibido interactuar con más personas? Tu no eres mi dueño.
Zeal puso sus manos en las caderas de Cronos, lo miró a los ojos.
—Eres mío, me perteneces.
—No te pertenezco Zeal, no soy otro de tus hermosos objetos, soy una persona, vampiro, lo que sea, no le pertenezco a nadie. No soy una cosa .
Zeal lo puso contra la pared.
—Eres mío Cronos— dijo besándolo salvajemente, Cronos opuso resistencia apartándolo con las manos.
Zeal tomó sus manos y las puso por encima de su cabeza, Cronos le mordió el labio con fuerza, cuando la sangre se esparció por su boca fue como una droga que borraba todo de su mente, la situación en que se hallaba. Eso duró solo unos segundos pues la boca de Zeal cicatrizó y la sangre dejó de manar.
—Suéltame— dijo Cronos.
Zeal soltó sus manos, dejó caer su cabeza en el hombro de Cronos.
—La soledad es tan fría, es intolerable para mí, no quisiera perderte — dijo abrazándolo fuertemente.
—No puedes despojar a las personas de su libertad, porque eso solo los alejara. Las personas no somos cosas.
—Disculpame por alterarme —dijo — Es solo que...
—No sigas ¿OK?
Zeal lo soltó, le levantó el mentón, le dio un suave beso.
—Ven— lo tomó de la mano, se sentaron en un sofá, Zeal sentó a Cronos en sus piernas, se retiró el cabello del cuello.
—¿No que no?— preguntó escéptico.
—Solo hazlo—dijo.
Cronos no iba a rechazar el cambio de idea de Zeal. Mordió su cuello, dejándose envolver por la dulzura de su sangre. Zeal también se dejó envolver por el placer de sentir a Cronos en su cuello, tomando de él.
A/N: Erómeno: En la antigua grecia era un adolescente comprometido en una pareja con un hombre adulto.
Hello hermosas personas que están leyendo esto, la historia estuvo pausada por un tiempo, pero... Here we go again... es decir I'm back! Estoy de vuelta con mi amada saga de vampiros, nuevo año hora de ponerme en serio con todos estos proyectos y darle amor a todos.
La novela de la vida de Cronos planeo subir un cada ocho días.
Deje sus votos, comentarios, opiniones, valoraciones ,emotional outburst, lo que quieran , de nuevo gracias por leer los amo.
Una cosita más, como muchos autores de la plataforma hice los personajes usando ArtBreeder pueden pasarse por mi FB a verlos.
Besos. 😘
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