Capítulo V: "Revelaciones"

Hay cuerdas en el corazón humano que sería mejor no hacerlas vibrar.
Charles Dickens.

Verano 1998

Liverpool, UK.

Zeal retomó un hábito olvidado para él; pintar.  No había vuelto a pintar desde hacía cien años, cuando tuvo una crisis obsesivo compulsiva y llenó cientos y cientos de lienzos con retratos de Gio y de Fabriccio.

Giovanni, su Gio, era junto con Fabriccio, la persona que más amaba en el mundo. Esos dos rubios eran su todo, de modo muy distinto cada uno... Pero no quería pensar en Gio, el se había ido y jamás iba a volver, él ahora tenía a Cronos y eso era lo que importaba.

Cronos estaba arriba pensando que ponerse. En realidad no había llevado muchas cosas desde California, solo el bulto que había preparado a toda prisa. Para su sorpresa se cambiaba pensando en Zeal. Optó por unos skinny jeans con roturas, una camiseta también con roturas y malla por debajo de las roturas, también decidió ponerse un choker de leather con una gran argolla. Después de mirarse en el espejo se sintió un poco estúpido por cambiarse pensando en alguien más, él siempre se cambiaba para si mismo.

Decidió bajar. Aún tenía recuerdos de la noche anterior, en realidad solo habían dormido abrazados, mas nada. 

Encontró a Zeal dándole los últimos toques al cuadro en la terraza.

—Buenas noches mi hermoso, ven quiero enseñarte algo.

Cronos se paró junto a Zeal, su sorpresa fue palpable al ver el cuadro, era él pero como debió verse cuando Zeal despertó.

El chico en el cuadro estaba semicubierto por las sábanas, de hecho estas solo cubrían sus partes nobles, y es que aunque solo se abrazaron Cronos durmió en ropa interior pues no quiso ir a su habitación a buscar la pijama. En el cuadro estaba profundamente dormido, con el cabello alborotado, en una posición relajada... Lo hacía pensar en cuadros homoeróticos, Tsuki lo había llevado a una exposición en el LACMA* sobre homoerotismo.

El cuadro estaba magistralmente elaborado, la habilidad de Zeal para pintar era excepcional, eso lo hizo pensar en los demás cuadros de la casa.

—¿Qué te parece?

—Excelente. ¿Tu pintaste los demás cuadros de la casa?

—Algunos. Otros son de grandes artistas de la época. En realidad amo el arte y las cosas hermosas—dijo mirándolo mientras acariciaba su rostro.

¿Eran impresiones suyas o le acababa de decir cosa? Zeal entonces pasó a besarlo, despacio, suavemente, saboreandolo. Cronos se separó de Zeal.

—Quería preguntarte algo.

—Lo que quieras.— preguntó con una brillante sonrisa

—Ya que pintaste la mayoría de los cuadros... Me preguntaba ¿Quién es ese chico rubio? Hay muchos cuadros de él.

La cara de Zeal cambió, dejó de ser sonriente.

—Deberíamos salir a comer... Éste cuadro hay que enmarcarlo también.

—Zeal... Me estás ignorando.

— Claro que no, pero es una realidad que debes alimentarte. Oh y dejaste toda tu ropa en California, también debemos comprarte ropa...

Cronos se acercó nuevamente a Zeal, puso sus brazos alrededor del cuello de este y le dió un dulce beso.

— Sí lo sé... Pero solo quiero saber— dijo con la voz más dulce e inocente que pudo hacer. Recordó que Abril siempre decía que se atrapan más moscas con miel que con vinagre. Lo besó nuevamente llevando las manos de Zeal a su cintura. —Me dijiste que me lo dirías más adelante— preguntó despegando sus labios solo un poco.

—Te propongo algo, salimos, te alimentas, compramos unas cuantas cosas, regresamos y te cuento todo lo que quieras saber.

Cronos levantó una ceja.

—¿En serio?

Zeal tomó la mano de Cronos y la besó.

—En serio.

***

Verano 1998
Milán, Italia.

El hermoso joven estaba sentado en una silla frente a un inmenso espejo, mientras le daban los últimos retoques a su maquillaje y peinado.
El lugar era un caos de personas cambiándose rápidamente, diseñadores estresados, personas dando retoques de último minuto a la ropa, claro era la semana de la moda de Milán.

El estilista hablaba un montón de cosas, igual que la maquillista, pero el muchacho no prestaba atención.Pensaba en la casa, había pasado por ella y estaba vacía.

¿Pero que esperaba? ¿Qué Zeal estaría ahí esperándolo? ¿Qué lo vería como aquella vez, con esa elegancia, esa exquisitez que lo enamoró? Debía entender que él se alejó porque era lo mejor para ambos.

—Vamos Gio es tu turno— dijo la joven encargada, Gio se levantó y salió a la pasarela, como siempre era admirado por su belleza. Era irónico cuando joven pensaba que su belleza era como una maldición y ahora vivía precisamente de eso.  

***

Liverpool, UK.

Zeal hizo todo lo posible por retrasar la llegada a la casa.
Lo llevó a cazar, luego a un tour por la historia de los Beatles, a una galería de arte donde enmarcaría el cuadro. Finalmente lo llevó a una tienda gótica, no era Hot topic, era mejor. Nuevamente le compró de todo a pesar de la insistencia de Cronos de que tanto no era necesario.

—En verdad no es necesario.

—En lo que a mí respecta te ves mejor desnudo, pero para salir necesitas ropa— le susurró sensualmente al oído, mientras estaban en la tienda.

Pero por más que intentó extender la salida terminaron regresando, como pasaría tarde o temprano.

Desde que entraron al recibidor  Zeal soltó las bolsas que llevaba y beso a Cronos vorazmente pegándole de la pared, Cronos ante esto también soltó las bolsas que tenía en sus manos, para poner sus brazos alrededor del cuello de Zeal.

Zeal deseaba saciar su sed de Cronos y a su vez hacerle olvidar sobre sus preguntas. Zeal no quería hablar de Gio esa noche ni ninguna otra noche.

Cronos dejó que sus sentidos se nublaran de placer, al sentir los labios de Zeal en su cuello, al ser despojado de camiseta lentamente, el quitaba la ropa de Zeal con desesperación, deseoso de sentirlo, no habían llegado tan lejos pero el joven lo deseaba,  era lo que ocupaba su mente dejando de lado cualquier pregunta sobre la identidad del joven que ocupaba los cuadros.

Le quitó camisa a Zeal en su desesperación por desnudarlo, por ver su cuerpo como lo vio la noche anterior, pero esta vez quería probarlo, sentirlo.  Desabrochó los  pantalones de este, se separó de Zeal, cambiando sus puestos, pegándole de la pared. Se agachó dispuesto a hacer lo que nunca antes había hecho, pero que deseaba experimentar, lo que muchas veces imagino  y reprimió. Liberó el palpitante miembro de Zeal de la ropa interior, lo agarró firmemente, no tenía idea de que hacer pero el como hombre sabía cómo le gustaba, así que sin muchas ceremonias lo engulló y comenzó a aplicar en Zeal Lo que le gustaba a él. Alzó la vista para mirar la reacción de Zeal, por la expresión que tenía le estaba gustando.

Zeal olvidó que su propósito principal era que Cronos olvidará la cuestión de Gio lo único que había en su mente en ese instante era la boca de Cronos complaciendolo, su lengua traviesa llevándolo al éxtasis.

Cronos estaba bastante concentrado, nunca había puesto tanta atención en algo, tanto cuidado. Le gustaba hacerlo más de lo que imaginó que lo haría.

Zeal podía quedarse toda la eternidad así... No sentía algo así desde... Desde Gio... No, no iba a pensar en él. Solo disfrútalo, su mano fue hasta la cabeza de Cronos, enredó sus dedos en el cabello del muchacho, pero no para controlar el ritmo pues como lo hacía era una completa maravilla.

Cronos quería continuar, iba a continuar hasta que Zeal terminará, quería hacerlo terminar. Sus deseos reprimidos por probar esto, por estar íntimamente con un hombre salieron a flote. Aquí no había nadie que lo descubriera, nadie que lo juzgara, nadie que lo golpeara para sacar esa desviación de él... Nadie que lo obligara a hacer cosas que no eran propias de su edad para que entendiera que no te pueden gustar los niños y las niñas, sólo deben gustarte las niñas... No eso no existia aquí.  No aquí solo estaba el gran miembro de Zeal siendo engullido por él, aquí existía la libertad de hacer lo que quisiera. 

Zeal escuchó los pensamientos de Cronos, como si estuviera hablando en voz alta, si eso era lo que el joven quería ¿Por qué no complacerlo?

Así estuvieron un rato, hasta que Zeal sintió esa sensación familiar, la cúspide del placer, descargó todo sin avisar. Cronos lo recibió gustoso final de cuentas era lo que deseaba.

Cronos se levantó mirando a Zeal con total picardía.

—Eso fue... Sencillamente asombroso.

—Es una excelente valoración tomando en cuenta que en mil años deben haberte dado un importante número de mamadas por diversas personas.

—Sí, lo reconozco, pero esta es por mucho una de las mejores.

Zeal se inclinó sobre él, le dió un beso calmado y dulce.

Cronos recogió su camiseta, se la tiró al hombro levantó las bolsas, entró a la sala con dirección a la escalera y subió.

Zeal se quedó observándolo, confundido. Pensaba que continuarían ahí mismo. Imitó la acción de Cronos subiendo a la habitación de este. Encontró a Cronos colocando la ropa en el walk in closet, de espaldas a la puerta, se acercó a él, beso su cuello, con una mano acarició uno de sus pezones y con la otra acarició su entrepierna.

—¿No quieres continuar?

Cronos echó la cabeza hacia atrás, dándole total acceso a cuello. Ayudó a Zeal a desabrochar sus pantalones a acariciarlo por encima de la ropa interior, gimiendo deliciosamente al oído de Zeal. Estaba necesitado, era una realidad. No hacía nada desde el día antes del viaje y eso había sido un rapido con Tsuki, no se había tocado, nada 

—Sí quiero y también quiero saber quién es el muchacho de los cuadros.

Zeal dejó escapar un suspiro, metió la mano en los boxers de Cronos y empezó a masturbarlo.

Cronos cerró los ojos, el placer era intenso... Al igual que lo era su creciente curiosidad, pero el placer era aún mayor, Ya le podría preguntar de los cuadros más adelante. Se giro en los brazos de Zeal, lo beso intensamente. Llegaron hasta la cama besándose, retirando la poca ropa que le quedaba a Cronos, Zeal lo inclinó en la cama, hasta quedar encima de el mirándolo a los ojos. Los ojos de Cronos brillaban como esmeraldas expuestas a la luz, los ojos de Zeal de ese azul oscuro profundo, nublados por el deseo. 

Cronos solo podía jadear al sentir el contacto de las manos de Zeal en su cuerpo, lo acariciaba lentamente con la yema de sus dedos, sintió esas manos acariciar sus pezones suavemente, las sintió delinear las curvas de su costado, bajar hasta su miembro que se alzaba orgulloso y erecto entre sus piernas demandando atención. Lo acarició de la misma manera suavemente. Cronos no había experimentado esto, ser acariciado con tanta dulzura, que se tomaran el tiempo para recorrer su cuerpo. 

Zeal lo besó suavemente en los labios, pasó su lengua suavemente por los labios de Cronos, este abrió su boca expectante, mas solo recibió el roce de los labios del mayor sobre los suyos. Zeal paso a besar su cuello de igual forma, bajo lentamente por el cuerpo del joven repartiendo besos por toda su piel. 

Lo besaba saboreando cada espacio de su piel, quería hacerlo enloquecer solo con sus labios, quería llevarlo al límite de esta forma, hacía años que no tocaba a alguien así,no habia sentido el deseo de mantener a alguien cerca de él, no desde hacía ciento setenta años. Quería venerar con sus labios y sus manos el cuerpo de este joven de inconmensurable belleza. 

Los labios de Zeal llegaron a la parte de Cronos que desesperadamente necesitaba atención, con suaves lamidas y cortos besos logró poner al joven al límite. Subió nuevamente en el besando su cuello. Los pensamientos de aquella vez... de esa situación se infiltraron en su mente...  No, no lo recuerdes, si no lo haces no será real, si no es real no puede herirte. Se concentró en la sensación de Zeal besando su cuello, eso era lo importante ahora. 

—Zeal— susurro Cronos. 

—¿Si?

— Quiero que lo hagas. — sus palabras salieron más firmes de lo que esperaba para el estado en que estaba. 

—¿Qué quieres que haga?— pregunto aun besando y lamiendo su cuello. 

Cronos levantó su hombro para separarlo de su cuello puso sus manos en los brazos de Zeal, este último lo miro a los ojos. 

—Quiero que me cogas—dijo con osadia. 

Zeal esbozo una pequeña sonrisa. 

— Si estas seguro será un placer para mi hacerlo.

Zeal continuo besando el cuello del joven, le dio pequeños mordiscos, se levantó de la cama primero dándole un dulce beso en los labios. 

— Tengo que buscar algo en mi habitación ya vuelvo. 

Cronos se quedó expectante que podría haber ido a buscar Zeal posiblemente. El vampiro regresó con algo en sus manos, era un pequeño tubo transparente de lo que Cronos pudo imaginar lo que era. 

— Hay que prepararte para que puedas disfrutarlo.— dijo abriendo la tapa y rociando una cantidad generosa en sus dedos. 

Cronos asintió viendo las acciones de Zeal. Estaba nervioso no iba a negarlo.  

Zeal procedió a acercarse a él y abrir sus piernas. No negaría que sentir algo entrar en él fue un poco incómodo al principio, pero se sintió mejor conforme se acostumbró a la sensación de ser dilatado. Zeal fue muy cuidadoso en la preparación de Cronos no estaba con alguien primerizo hacía casi quinientos años. Finalmente y luego de tener a Cronos hecho un desastre de gemidos  retiró sus dedos, desabrochó su pantalón ante la expectante mirada de Cronos, que vio cómo cubría con una buena cantidad su palpitante miembro. El muchacho dejó escapar un jadeo al sentirse lleno por completo. Zeal se movió lento al principio, pero fue intensificando el ritmo, gimiendo conjunto con Cronos, disfrutando de su delicioso y joven cuerpo.

Ahogando recuerdos, tristezas, años de soledad, en el océano de placer que representaba Cronos gimiendo salvajemente bajo el, saboreando su sangre para por fin remover otro sabor de su paladar, haciéndolo suyo para no caer en la desesperación de la soledad.

Una y mil veces lo haría suyo, una y mil veces se enterraría en el más profundo, más adentro, así Gio sería solamente un recuerdo, un difuso recuerdo de una época olvidada.

Cronos nunca había experimentado un placer tan puro, tan brutal, tan alucinante. ¿Se suponía que el sexo  se sintiera así? ¿Qué había estado haciendo hasta ahora? Sus experiencias en ese campo se reducían a Tsuki, pero con ella jamás experimentó lo que sentía ahora. Su mente estaba en blanco, se sentía flotar en un universo hecho del más puro y prístino placer, terminó con un grito que hizo vibrar los cristales de las ventanas y la lámpara del techo. 

Zeal satisfecho de haberle causado esa reacción con solo penetrarlo, alcanzó la cúpula del éxtasis unos minutos después. 

Se acostaron uno al lado del otro disfrutando las descargas post orgásmicas. 

—  Eso... No había sentido algo así. 

—¿Puedo asumir que lo dices porque te gustó?

Cronos lo miro. 

—¿Gustarme? Creo que esa palabra no expresa lo que sentí. 

Zeal lo volvió a besar despacio. 

—Duerme ahora. — Dijo 

— Sí, estoy exhausto. 

***

Cronos durmió muy bien. No recordaba una noche, o día en este caso de sueño tan reparador como esta. Al despertar Zeal estaba sentado en un sillón de terciopelo púrpura, una de las cortinas estaba descorrida mostrando los tonos naranjas del atardecer, la luz era escasa y ninguna rayo de sol entraba. El milenario vampiro sostenía una copa de un líquido rojo espeso, por el olor pudo deducir que era sangre. Zeal volvió el rostro para mirarlo y dedicarle una hermosa sonrisa. 

—Hola Zeal.

— Buenas noches Cronos. ¿Dormiste bien?

— Como hacía años que no lo hacía. — dijo estirándose, se levantó de la cama y se dirigió a Zeal, tomó la copa de las manos de este último dándose un trago de la deliciosa sangre, sintiéndose invadido por el éxtasis una vez más. No se preguntó ni una sola vez de donde Zeal habia sacado la sangre. 

Zeal se puso de pie tomó la copa de las manos del joven, la puso en una mesita al lado del sillón donde estaba y procedió a besar a Cronos despacio. 

—Zeal... aún no me has contado lo del muchacho. — dijo Cronos separándose de sus labios. 

 —¿Por qué es tan importante para ti saber eso?— preguntó colocando sus manos en la cintura del muchacho

— Dijiste que me lo dirias. Además es natural que quiera saber que paso con él, se ve que era alguien importante para ti. 

Zeal dejó escapar un bufido de frustración soltando a Cronos. 

—¿Es el chico del que hablo Artemis cierto?

— ¿Esto es por lo que dijo?

—Bueno...— dijo Cronos sentándose en la cama— Necesito saber cuando te cansarás de jugar conmigo. 

—Disculpa. 

—Dijiste que no me harias tu juguete sexual pero mira lo que pasó entre nosotros. — Fue un golpe bajo el tenia que admitirlo, estaba completamente fuera de lugar. 

— Ambos estuvimos de acuerdo en hacerlo.

—Si pero... 

—Pero nada vístete y vamos a alimentarte. 

—Yo de aquí no me muevo hasta que no me digas quien es.

—Estas actuando como un niñito malcriado.

— No veo el punto del misterio. 

Zeal se acercó a la ventana mirando a través de ella. 

¿Por qué Gio reaparecia cada vez que intentaba sacarlo de su mente? ¿Por que su presencia llenaba todos los aspectos de su vida?

—Entonces se llama Gio. — dijo Cronos. 

— En realidad no quiero hablar de él. 

—¿Por qué?

— ¡Porque es doloroso para mi! ¡Porque una noche desperté y ya no estaba! Porque hace ciento cincuenta años que no se nada de su vida

Cronos vio el dolor en los ojos de Zeal , pudo ver que en verdad aun le dolía. Se sintió mal por insistir tanto , el más que nadie sabía que hay algunas cosas de las cuales simplemente no queremos hablar. El silencio cayó como una pesada roca entre ellos. El joven se puso de pie, envuelto en las sabanas. 

—Yo..— empezó inseguro sobre qué decir. 

— No es necesario que digas nada. — Zeal se encaminó hacia la puerta. — Vístete para que vayamos a alimentarte. — dicho esto salió. 

A los pocos minutos Cronos bajo, salieron en silencio en busca del alimento de esa noche. Las víctimas fueron las usuales vagabundos, drogadictos, proxenetas... Como de costumbre Zeal no se alimentó solo miro a Cronos desde las sombras. No intercambiaron palabras. 

Zeal estaba sumido en los recuerdos del pasado, Cronos aun sentía que había actuado como un imbécil. Sin darse cuenta sus pies los llevaron al bar vampírico.

Al entrar Cronos se dejó envolver por la sombría atmósfera, se dejo llenar por ese conocido sentimiento de cálida oscuridad. Zeal dirigió sus pasos al área que Cronos asumió desde el primer dia que era el VIP. El chico escaneo el lugar con la mirada. Ghost love Score de Nightwish sonaba en el lugar. Humanos y vampiros mezclados en el mismo ambiente, el olor embriagador de la sangre. 

Cronos se unió a un grupo de vampiros que se alimentaban de una muchacho, era mordido en varias partes por diversos vampiros, la escena tenía algo de teatral e irreal, al final se alejaron del chico que si bien no estaba muerto estaba bastante mareado, luego se esto se acercó a Zeal. Al acercarse Cronos notó que todos los vampiros que estaban cerca de Zeal tenían los ojos hundidos, vacíos... No eran sedientos, pero no eran como él o como Zeal.

Se pasó el resto de la noche ahí, disfrutando de la música, mientras veía las situaciones que se desarrollaban en el bar como escenas de una película. Regresaron a la casa a las cuatro, esta vez caminando, el ambiente entre ellos estaba menos tenso.

Al llegar a la casa Zeal de sentó en un sofá púrpura en la sala, sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo de la chaqueta y lo encendió.Le gustaba la calidez que lo embargaba al inhalar el humo, le gustaba ver la pequeña llama encendida.

Cronos caminó hasta él, se sentó a horcajadas sobre él, puso sus brazos alrededor del cuello de Zeal.

— Te debo una disculpa.

—¿Sí?

— Tal vez no debí ser tan insistente.

—Está bien, olvídalo.— dijo Zeal.

Cronos tomó el cigarrillo de Zeal y le dió una calada.

—Cuando era mortal fumaba, no había vuelto a hacerlo. — le devolvió el cigarrillo a Zeal.

Se bajó de él y se arrodilló frente a él, le desabrochó los pantalones.

Zeal lo miró de forma inquisitiva.

—¿Qué haces?

—Demostrarte cuánto lo siento.

Zeal se inclinó hacia Cronos lo tomó de los brazos, lo levantó sentandolo encima de él mirándolo a los ojos. 

— No tienes que hacer esto, ya te dije que lo olvides. 

Cronos dejó caer su cabeza en el hombro de Zeal.

— Solo quiero que sepas que en verdad lo siento. 

— Solo no hablemos más de eso, no por ahora al menos. 

Cronos asintió. 

— Bien, vamos a subir ya es casi de día. 

***

Verano 1998.
Aguas internacionales.

Sebastián miraba a la chica dormida en el asiento de al lado y aún no creía lo que había sucedido...

Después de salir de esa cafetería en la carretera estatal, se encontraron con unos cazadores que habían sido informados de un nido de sedientos en Salem, Oregón, eran liderado por un vampiro común que tenía fama de sanguinario.

Tomaron un vuelo de casi tres horas hasta Oregón. Los cazadores que le recibieron se quedaron tan anonadados como los que lo contactaron en Los Ángeles al ver que andaba con una chica común y corriente.

Ahora sí que perdió el juicio Sebastián. Pensaron todos.

Fueron llevados al lugar, atacarían de día, para tener ventaja. Aunque en realidad era irrelevante ya que los vampiros estaban ocultos bajo tierra, en una caverna subterránea de donde solo salían a comer.

— Quédate cerca de mí— dijo Sebastián.

—¿Sebas estás seguro que es una buena idea llevarla?— preguntó una joven cazadora de cabello castaño corto, cargando sus pistolas con balas expansivas.

—Solo quiero que vea lo que es un vampiro.

— Por lo menos dale un arma— dijo el otro cazador, un hombre bastante grande, con copiosa barba y pelo rubio de aspecto vikingo.

Sebastián miró a Abril.

—¿Sabes disparar?

Abril dejó escapar una carcajada.

—¿Qué si sé disparar? Obvio.

Su tio le habia enseñado a disparar en sus excursiones de caza cuando tenía doce, luego  la enseñó a disparar armas automáticas y ella tenía una Spas-12 en casa para protección.

Sebastián le entregó una M1014 con balas explosivas.

—Espero que sepas disparar una de estas.

Abril la miró, comprobó que estuviera cargada.

— Estoy lista.

Entraron a la cueva con linternas iluminando el lugar, había una gran sala de piedra totalmente vacía.

Colocaron las linternas en el piso. Caminaban con cautela. De pronto unos seres andrajosos se tiraron sobre ellos. Esas cosas no parecían humanos, eran delgados de ojos rojos, grandes garras, la piel de un tono verdoso.

La cazadora joven comenzó a disparar, cada bala abria un impresionante hueco en la cabeza de estos seres. Sebastián les disparaba con una ballesta, que al entrar en contacto con sus cuerpos, los incendiaba. El vikingo los decapitaba con una guadaña.

El lugar se llenó de gritos y sangre. Su hermano no podía ser una cosa de esas, ella lo vió, él no era así. Unos se le acercaron y ella les disparó en la cabeza a cada uno, las balas los hacían explotar.

—¿Pero qué es esto?— preguntó un ser levitando desde el techo. —Esa no es forma de entrar en la casa de alguien.

Era muy diferente a los otros seres, este sí parecía humano. Era delgado, pálido, alto, su ropa no eran harapos, vestía un viejo sweater y unos jeans descoloridos.

La cazadora comenzó a disparar, pero el vampiro era rápido esquivando las balas. Los seres andrajosos salían sin parar, de todos los lados. Abril hacía su parte también disparando.

Sebastián le lanzó una flecha al vampiro haciéndolo detener, este empezó a incendiarse por la pierna, pero se arrancó la flecha y apagó el fuego. Miró a Sebastián con odio y fue hasta él.

El cazador de la barba había abandonado su guadaña en el piso recostada de y ahora disparaba a los sedientos.

El vampiro que iba hacia Sebastián miró a su alrededor con los ojos brillantes, en ese momento los otros vampiros cargaron hacia Sebastián.

Los otros dos cazadores hacían de todo para frenarlos, pero eran muchos. El vampiro aprovechó para lanzarse sobre Sebastián quién cayó forcejeando con el vampiro. Éste luchaba por quitarle la ballesta a Sebastián, Abril veía la escena en cámara lenta...

¡El vampiro quería morder a Sebastián! En las películas había visto que eso convertía a las personas en vampiros

Ella intentó disparar pero ya no tenía balas. Así que sigilosamente tomó la guadaña descartada , era pesada, pero ella había cargado armas más pesadas, de un certero golpe cercenó la cabeza del vampiro, bañando a Sebastián de sangre en el proceso.

Los vampiros dejaron de concentrarse en Sebastián y atacaron a todos.

—¿Se encuentra bien?— preguntó Abril dándole la mano.

El la miraba anonadado.

— Sí gracias... — dijo impresionado.

Terminaron con los sedientos y salieron del lugar.

Los cazadores felicitaron a Abril por su asombroso desempeño.

—Deberías llevarla a Londres... Para que la entrenen.

Sebastián la miró, se veía agitada, pero no asustada, al percatarse de su mirada le sonrió...

Ahora volaban hacia la sede central del clan Lancaster. Esa muchacha lo había impresionado.


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