La Ausencia del Miedo


Con el paso de los días se acercaba la Navidad y en aquella residencia usualmente, la Sra. Yulia era quién siempre decoraba los alrededores, organizaba Parrandones, traía a un Padre para dar una misa. Pero en vista de que estaba en silla de ruedas para sanar las fracturas en su pierna izquierda y su antebrazo derecho, los vecinos se han puesto de acuerdo para decorar por ella en aquellas fechas, coordinado por la Sra. Yulia desde luego…era el día del espíritu de la navidad…y toda la tarde han estado la mayoría de los miembros de la comunidad poniendo luces y adornos sobre los arbustos y árboles de los alrededores. El padre de Charles bajó unas bocinas grandes, que conectó al equipo de la camioneta, así que se habían puesto música variada entre salsas, rockolitas y baladas…y algunas gaitas y Parrandones…a demás habían comprado unas cuatro cajas de cerveza y al rato se les ocurrió hacer una sopa a leña.
Los niños de aquel edificio se incorporaban apenas al estacionamiento, contemplando las bases metálicas adornadas: un ángel tocando una trompeta, la divina familia, incluso una estructura enorme en forma de vela con todo y la flama.
Saludaron a la señora en silla de ruedas, que alegre miraba la labor de los demás, guiando y charlando con los otros adultos allí presentes. Eliel comentaba que su abuelo le había dicho que a Jairo ya le habían dado de alta del hospital, así que lo había pasado buscando temprano y el niño de ojos grises aseguró que luego los alcanzaría, durante sus días ausentes… la pandilla no había podido reunirse completa, y finalmente pudieron coincidir.
—¡se ve tan bonito todos los vecinos decorando juntos!— comentó Isaac sentándose en el muro antes de la canal, rascándose una costra sobre una de sus manos.
—yo creo que no estaré esta navidad— comentó Charles, Los demás replicaron mirándolo.— Mamá y papá dicen que aquí tiene muy mal ambiente la navidad… así que, quizás iremos a la finca o la playa…—explicó.
—¡de por sí casi siempre estás fuera en vacaciones!— reprochó Isaac.
— ¡Odio eso!— respondió Charles poniendo los ojos en blanco y ajustando sus anteojos.
—mamá y papá estaban hablando de ir a Perú…— dijo Judy al tiempo en que Luis le dio un codazo como diciéndole que se callara, los demás observan aquel gesto y Luis se da cuenta de que era muy tarde.
—…bueno es que aún no es seguro, y no deberíamos decirle a nadie…— soltó Luis explicándose y regañando a su hermana con la mirada.
—¿Perú?— repitió Eliel estupefacto.
—Sí… ¡papá dice que aunque aquí aun sale alguno que otro trabajo… lo que le preocupa es el delito…—agregó Luis.
—¡papá dijo “La Delincuencia”!— corrigió Judy y su hermano le dedicó una mirada enojado.
—¡espera!...— Isaac cortó a Francy cuando apenas abrió la boca.—…¿de cuanto tiempo estaríamos hablando?...¿No es permanente? ¿O sí?— les preguntó y ellos intercambiaron miradas como si no debieran hablar de ello.
—no lo sabemos—  respondieron los dos.
En ese momento se les incorporó Jairo con una muleta y un pie con inmovilizador sin verse venir, tenía algunos rasguños cicatrizados en el rostro y los brazos pero de resto, lucía bastante bien, más cuando los palmeó en la espalda a todos, sonrió y dijo: —¿Cómo estamos Pandilla?— muy animoso.
—¿Cómo te has sentido, Jairo?— le preguntó Judy, siendo primer vez que lo veía fuera del apartamento en días.
—… bien, bastante… fatigado y aburrido pero…¡Hey!...¡Azabache está bien!...¡y yo también!— respondió Jairo muy alegre aunque sí lucía cansado. —…papá me dijo que tú me encontraste…— agregó mirando a Isaac.
Él se quedó un segundo pausado.— eh… sí, pero alguno tenía que regresar… no podíamos dejarte allí solo— respondió al fin.
—¡gracias por volver!— se acercó en dos pasos torpes con la muleta y lo abrazó fuerte, palmeó una vez su espalda. — …sabía que volverías…— dijo entonces a su oído, se apartó con aquella sonrisa, contemplando a sus amigos con esos ojos grises. — …¡gracias a todos!...sabía que no me abandonarían.
—no hay de qué— respondió Charles poniendo una mano en el hombro de Jairo y sus otros amigos lo imitaron.
— De verdad… no puedo explicar como se sintió pero… estar allá con ellos…fue una de las cosas más aterradoras que me han pasado— agregó Jairo.
—¿Cómo?— soltó Isaac por la forma en que lo dijo.
—¿a qué te refieres a “con ellos”?— preguntó Francy también notándolo.
—…estaba con el indio… y su clan— reveló Jairo. Sus amigos estaban sorprendidos.—…¡Sí!... cuando me arrastró a la oscuridad… me dio como un electrochoque en todo el cuerpo…¡chamo!...intenté pararme porque no vi al Indiecito por ningún lado, cuando afinqué el pie…¡Dios! Sentí una punzada que me recorrió todo el cuerpo y me caí, me sentía demasiado mareado… y traté de pararme pero sentí que se me movió el piso y veía chispas de colores sobre el agua, chamo… entonces después empecé a gatear por el rio pero seguía mareado, y me daba como electrochoques repentinos, y de repente salí por un rio, había olor como a monte quemado y yo me salí para pedir ayuda… ahí salieron un montón de indígenas igualitos al otro…de repente sentí un piquete en la pierna y quedé en blanco…— contaba Jairo.
—¿Qué fue lo que te pasó? ¿Te doblaste el pie?— le cuestionó Luis intrigado mientras los demás lo observaban en silencio.
—no… el doctor dijo que es una… una… ¡fisura en el talón!…— le respondió Jairo.
— ¿Una esguince?— se sobre puso Luis mirando el pie con un gesto desalentador.
— ¡Sí, Duele mucho!— reaccionó Jairo con mala cara odiando la dichosa fisura.

— …¿Qué pasó luego?— los interrumpió Isaac algo intrigado… (aquella noche que Jairo desapareció pensó por un momento que aquel indio, de alguna forma: transportó a Jairo a otro lugar durante la media noche, resguardándolo para que al llegar el alba, volviese a la Canal del Rio Calanche… y sus amigos pudieran rescatarlo de aquella expedición fallida)…pero fue solo una teoría en medio del Insomnio, y con aquella experiencia con el hombre de la capucha, no parecía ser una teoría tan descabellada.

— ¡verdad!¿Qué pasó?— pidió Eliel también.
— ¡Ah, Verdad!...—retomó Jairo.— …Bueno, luego sentí como que me quemaba y desperté por un instante viendo el cielo oscuro, escuchaba los murciélagos y los búhos, después volteé a ver la fogata y se me apareció un feo rostro pintado como el bicho ese indígena… después como que me quedé dormido… y los indios me estaban llevando a otro lugar, lo supe porque así estuvieron casi toda la noche, yo estaba muy mareado y me sacudían a cada rato, nos escondíamos y corríamos… en una de esas me desperté asustado por unos cañonazos… sonaban como petardos, no sé… después caí al suelo, sentí mucho frio e incluso me empecé a sentir muy mojado… de nuevo sentí que me dio un fuerte electrochoque…y al instante sentí que caí de golpe y luego sentía que estaba sentado en la oscuridad…— Jairo tragó en seco recordando—… y tenía agua… a mis pies… no podía distinguir ni siquiera mis brazos…— contaba Jairo con una voz temerosa y sus amigos solo lo miraban en silencio con un pequeño hormigueo en sus pieles. —….escuché que el Diablo Rojo me llamaba muy, muy lejos… pero cuando empecé a rezar… podía imaginar una luz a lo lejos donde…donde apenas podía oír sus voces llamándome…también escuché a mis padres: Dorian y Guaicaipuro, me pedían que despertara… entonces… sentí ese olor a tierra y césped mojado…y sentí una mano que me guiaba… hacia una luz que se fue haciendo más brillante… hasta que solo desperté y todo era muy difuso en mi mente…pero luego lo recordé todo— contó Jairo moviéndose un poco para descansar de la pose con la muleta.

— ¡Naguará, Chamo!...— soltó Eliel conmovido de verdad. —¡¿eres loco?! Hubiese sido yo y no sé …¡me muero!...¡ay!— soltó  Eliel, dándose cuenta de lo imprudente de su comentario final.
— Sí…— participó Charles obteniendo la atención de sus amigos.—¿supiste lo que le pasó a la Sra. Yulia?— le preguntó a Jairo.

— ¡Sí! Mamá dijo que esos perros que describieron los vecinos no son de este mundo— respondió poniendo los ojos como huevos fritos.
— ¡una vecina del G le dijo a mi mamá que se trataba de la madrina de tu mamá, Jairo… la que vive en la planta baja de nuestro edificio!— contó Francy, los demás preguntaron sobre el asunto curiosos por el chisme.
— …yo oí que le contaba a mi mamá… “que escuchó varias veces que andaba un perro como jadeando y gruñendo por ahí… pero cuando sintió llegar el auto de su hijastro… se quedó esperando a que entrara al apartamento… notó que tardaba y cuando se asomó vio al hijastro corriendo para la entrada huyendo del perro gigante de pelo pinchudo …— contaba Francy.
— ¿Pelo Pinchudo?... ¿Cuándo fue eso?— preguntó Jairo.

— Debió ser el día después de que regresaste de la clínica…— intervino Isaac curioso por la historia.— esa madrugada yo no podía dormir y escuché que algo pesado caminaba sobre las hojas detrás del edificio, lo escuché gruñir pero no quería asomarme… me daba miedo… cuando de pronto, yo había cerrado los ojos y sentí que un bicho me caminaba, cuando vi… era mi mamá montada encima de mí para asomarse por la ventana del cuarto… cuando le pregunté ¿que había?... dijo que “un perro bien raro” que “No era un perro normal” “que era cosa del diablo”… entonces me asomé y lo vi… era bastante grande parecía casi un oso con pelo como de puercoespín…— contó Isaac.


— ¡mamá dijo que vio un perro raro en el tanque del edificio!— recordó Luis atemorizado, intercambiando una mirada incómoda con Isaac.

— ¡déjenme terminar de contarles!...— cortó Francy dando un brinquito y todos la miraron apretando los labios.—…¡bueno!... la vecina le dijo a mi mamá: que el hijastro… cuando entró al apartamento le contó que cuando llegaba con el carro iba pendiente del suelo por los huecos en el asfalto, y vio que en uno había un bulto negro grande, él pensó que era basura… se estacionó y cuando estaba saliendo del carro que ya estaba cerrándolo… escuchó que eso le gruñó y se volteó, cuando lo vio,  era como un perro grande, con pelos pinchudos… que el hijastro empezó caminando lento y el perro trató de recostarse de él, se dejó la primera vez por qué le daba miedo que lo mordiera…pero después, que el muchacho salió corriendo para el edificio… entonces le dijo a mi mamá que esa noche casi no pudieron dormir y cuando iba a salir el sol… su hijastro se quería ir para su casa y cuando salió buscaba al perro pero no lo vio… que cuando abrió la puerta del carro se le apareció la madrina de tu mamá…¡no sé como se llama!...— contaba Francy.
— Margarita— respondió Jairo rápidamente y Francy continuó:— ¡Ajá! Margarita… que se apareció al lado y…él la saludó, disque parecía así… toda trasnochada y borracha y se le recostaba como un gato meloso, igual que como lo hacía el perro ese… la vecina dice que… cuando vio eso le echó la bendición en voz alta y se despidió para ver si la señora le decía algo… y según… que en ese mismo momento, se levantó de encima del chamo, se despidió y se fue…—
—eso es una tontería… Margarita no se convierte en perro— bufó Jairo incrédulo.
—¿estás seguro de eso?...¡sin ofender!— dijo Eliel frotándose la mejilla y tomando la historia como posible.
Jairo negó con la cabeza pero luego lo pensó.— ¡realmente no lo sé!... pero jamás he escuchado que comenten algo así…— respondió al fin.
—¿Cómo saberlo?— pensó Judy en voz alta.
—¡muchachos!— escucharon llamar al padre de Charles, que ya tenía pinta de notoria ebriedad.— ¡vengan para que coman sopa!— los llamó de nuevo, y emocionados sonrieron iniciando carrera cerca del gran árbol de jobo, donde les sirvieron unas tazas grandes de sopa con yuca, jojoto, patas de cochino, carne de res, todo ese sabor a sopa en leña y acompañado por dos piezas de pan francés.
Al rato de haber comido, se hacían echados por la pared alta de la canal cerca de los edificios, sentían que tenían una panza gigante y un grasero en los labios… se sentían tan cansados que habían olvidado todo en absoluto de esos últimos días, su realidad se convirtió en un entorno navideño y es que era inevitable; la esencia de la navidad… estaba por toda la comunidad; ese olor a hallacas y pernil en el aire… no eran ellos en el estacionamiento, seguro el aroma provenía de los edificios aledaños pero aquel olor estaba impregnándolos, las gaitas y los cohetes artificiales, la gente con alegría de un lado para otro…
…Uno por uno, los niños se fueron retirando a sus hogares… sin embargo, algunos de los adultos se quedaron en el estacionamiento hablando y bebiendo un poco más, pusieron la música un poco más baja en volumen, y con unas cestas de cervezas y unos taburetes se achantaron en el lugar.
Entre esos adultos estaban los padres de Charles, quién se había quedado un poco más en el estacionamiento acompañado por Eliel, sin embargo cuarenta minutos después, su abuelo se paró a la ventana de la sala a llamarlo para que entrara a dormir dejando a Charles solo con los adultos… su madre (La Sra. Ramona) le preguntó si quería irse a casa, pero a primer instancia dijo que no… pues, no quería estar solo en el apartamento, así que se puso observar su entorno… después de mucho rato, descubrió que algunos bichos estaban activos esa hora de la noche…no estaba seguro de si eso; era normal…pero aquellos bachacos rojos salían en fila india a toda prisa del agujero en el jardín adjunto al edificio G, cruzando por todo el estacionamiento en dirección a un hueco en el muro que separa la canal de la residencia.
Los murciélagos revoloteaban entre los dos árboles de jobos, chirriando y dando vueltas. Charles comenzó a preguntarse como era posible lo que estaban experimentando él y sus amigos…( ¿Qué era esa cosa?...¿De donde viene?¿porqué hace lo que hace?...) y todavía más intrigante aún (…¿Cómo lo detienen?...) Charles se acercó con cierto respeto al muro bajito, cerca de la canal… donde él y sus amigos suelen sentarse a hablar. Mientras observaba el paso de agua…con un flujo un tanto más baja que los días anteriores, vislumbró que ésta: arrastraba un montón de basura corriente abajo, vio pasar algunas botellas plásticas, bolsas y un microondas anclado entre la maleza y el paso torrencial… miró corriente abajo preguntándose (¿cómo hace para esconderse en la canal del Rio Calanche?) ...(refiriendose con toda esa agua, la basura, los animales…)…entonces comenzó a imaginarse el lugar exacto donde se escondería la criatura; seguro era como en las cloacas de las Tortugas Ninjas, cóncava y de bloques verdes…a salvo de las inundaciones…pero (¿cómo saberlo?)... pensó por un momento y recordó que su prima había conseguido un montón de información usando la computadora…¡si ella había podido usar el computador… él también podría!...entonces fue a donde su madre caminando y planeando pedirle la laptop nueva prestada… se escuchó algo tras él y Charles volvió la mirada al tiempo en que la brisa sopló y arrastró las hojas caídas de los árboles.
Charles se acercó al grupo de adultos con la música ensordeciendo la conversación que tenían, caminó detrás de su madre mientras le pedía el permiso anunciando que se iba a casa… cuando un relámpago iluminó el cielo y sorprendentemente retumba al instante como si se rompiera el cielo… el sobresalto hace a los adultos reírse, y eso en cierta forma calmó a Charles.
Subió las escaleras concentrado por primera vez en conseguir una respuesta sobre el asunto del Diablo Rojo…mientras subía, empezó a hacer un poco de frio y se escuchó a la brisa soplar con fuerza, prometiendo que llovería.
Finalmente llegó al segundo piso donde se detuvo frente a la reja de su pasillo, descolgó su llavero y en la oscuridad del pasillo comenzó a buscar las llaves… podía oír a la distancia las voces de los adultos y la música, podía oír el viento, incluso parecía poder escuchar el sonido de las viejas cañerías. De pronto sintió la perturbadora sensación de que alguien lo observaba… y entre tantas llaves… (muchas innecesarias)… detuvo su búsqueda para mirar a las escaleras que daban hacia la azotea… el pasillo a la derecha (donde viven Isaac y Francy) de pronto quedó a oscuras.
Charles volvió la mirada a ese pasillo asustado, de igual manera…se intentó convencer que el bombillo se apagó a causa de la antigüedad del edificio… iluminado solo por el bombillo en el pasillo donde vive Jairo y la escasa luz del bombillo sobre la puerta de su propio apartamento. Volvió a buscar entre las quince llaves en su llavero, sus gafas empezaron empañarse y escuchó que un niño se ríe en las escaleras que daban a la azotea.
Se detuvo por un segundo analizando lo que estaba sucediendo…(¿será idea suya?)se preguntó...convencido de que no debía darle fuerzas a la imaginación, se dio vuelta mirando a la oscuridad del descanso, escaleras arriba. Se acercó parándose de frente a las escalas…tragó en seco mientras la brisa vuelve a soplar con fuerzas… había un extraño silencio ahogando las voces de los adultos mientras que Charles se acercaba lentamente al primer escalón, iniciando una marcha temblorosa escalones arribas… la oscuridad se tragaba la ruta de escalones hacia la azotea…la brisa azotó y el sonido de unos pasos en el piso siguiente hizo retroceder al niño con la respiración entrecortada…volvió escalones abajo manteniendo la vista a las escaleras para que nada lo siguiese por la espalda, se detuvo aprovechando la luz del pasillo en el que vive Jairo buscando la llave de la reja, consiguiéndola en un par de movimientos de llaves, se acercó y logró abrir la reja finalmente, en lo que la empujó para entrar escuchó una tenue voz susurrando cerca… Charles volvió la mirada atrás, esperando no sea tarde para él…pero se sobresaltó todavía más al ver que se cerraba la puerta del cuarto del bajante de la basura a su espalda… como si alguien se hubiese escondido en él.
Charles, se metió en dos pasos a su pasillo sujetando la reja, listo para cerrarla…lanzó la mirada dentro del agujero en la puerta del bajante esperando distinguir algo…—¿Hola?— dijo con un hilo de voz…mientras trataba de visualizar alguna cosa en la oscuridad del interior del pequeño cuarto… cuando de pronto, se asomó un ojo en el agujero al otro lado de la puerta…Charles retrocedió, y se frotó los ojos por debajo de las gafas…y volvió a mirar al interior del cuartico por el agujero, pero ahí seguía el ojo mirándolo… y de pronto parpadeó… el niño sintió como se le ponía la piel de gallina, confirmó una vez más con la mirada y frotándose el brazo para calmar sus nervios… Al instante; golpearon la puerta del cuarto de la basura fuertemente desde adentro.—¡CHARLES!—  gruñó una siniestra voz ronca desde adentro y el niño clavó la mirada horrorizado en el ojo que lo miraba, la pupila le palpitaba casi al tiempo en que Charles respiraba hiperventilado… cerró la reja y pasó llave de inmediato, corrió el corto pasillo alistando la llave junto a la que recién usó, abrió la puerta de madera, y entró al apartamento cerrando la puerta al instante de entrar.
Respiraba rápidamente y sintió ganas de orinar, pero se quedó aferrado a la puerta de madera esperando que aquello se quedara fuera… iluminado solo por el bombillo de la estrecha cocina a su derecha… respiró un poco más calmado y miró de reojo a su alrededor notando que la oscuridad formaba demasiadas siluetas indetectables… sintió una respiración pesada en el lugar y asustado saltó hasta el breque de la luz encendiendo el bombillo de la sala… solo iluminado el lugar, volvió a mirar su entorno esta vez girando su cuerpo… suspiró y se quedó un instante esperando algún tipo de sorpresa…(¿estará seguro en algún lugar?)...se preguntó mientras todavía le temblaban las piernas y se le escapaba la orina, corrió al baño para poder cumplir con sus órganos excretores…y mientras orinaba comenzaba a sudar al tiempo en que las hormiguitas en sus piernas se ponían a entumecerlo.
Se lavó el rostro, y fue a su habitación buscando a su amiga, encendió la luz y la encontró en la esquina bajo el escritorio, estirada en su camita… Lola la perrita  reaccionó ante la luz, abriendo de a poco sus ojitos… Charles sonrió sintiendo que aquello se convirtió en medicina, apagó la luz y fue a la cocina por un vaso de agua.
Regresó, y buscó en el cuarto de sus padres la laptop nueva de su madre, la habitación se sentía fría a causa del aire acondicionado (seguramente)… mientras se desplazaba por la habitación escuchó un poco de alboroto afuera del lugar pero continuó, sacó de la gaveta de la peinadora de su madre una larga y pesada caja azul y blanca… usando los dos brazos la cargó y colocó la caja sobre la enorme y acolchonada cama de sus padres…escuchó un chillido y se detuvo con la mirada fuera de la puerta esperando, se escuchó de nuevo —¿Lola?¡Niña!— identificó llamando preocupado, se escucharon sus paticas sobre el suelo y pronto se vio el bultico de orejas largas entrando a la habitación, pareció alegrarse al darse cuenta que Charles estaba allí,  daba vueltas alrededor de él y se paraba apoyándose en sus piernas como pidiendo que la carguen…Charles le sonrió levantándola, dejándola sobre la cama y dándole caricias…se escuchó otro golpe provenir de su habitación…y ambos miraron al lugar sorprendidos… Charles hizo una mirada hacia Lola…pero( ¿Cómo podría ella protegerlo? Si Lola era tan chiquita y frágil)… entonces dejando la computadora portátil a un lado y acariciando a su compañera en despedida, se incorporó al lecho y se asomó al pasillo de frente a la entrada de su habitación, la luz estaba apagada… la del baño también lo estaba…entonces volvió a hacer la mirada hacia su perrita sobre la cama de sus padres, y esta parecía mirarlo con bastante preocupación…
Charles decidió cruzar el pasillo y entrar a su habitación, encendió la luz a primera instancia y lanzó la mirada hacia los rincones primero, sin descubrir nada fuera de lo ordinario volvió a revisar pero todo estaba en su lugar: sus figuras de dinosaurios, sus Transformers, sus maquetas de grandes obras arquitectónicas a escala; estaba todo en su lugar…fue ahí que se sintió más tranquilo …se devolvió a la habitación de sus padres dejando la luz de su cuarto encendida para cuando regrese.
Se juntó a su canina compañera y con el computador portátil frente a él se puso a navegar en internet después de seguir las instrucciones para conectar el cable azul que le había dado su madre antes de subir.
Recientemente llenó en las búsquedas del navegador referencias a un Diablo Rojo, aunque había algunas pocas reseñas con similitud, las mayoría de los resultados para Venezuela se trataban de una danza cultural y no estaba relacionado a la ciudad de La Victoria…se escuchó la brisa soplar mientras sonaron algunos cañonazos inesperados…Charles saltó sobre su lugar y se contuvo intentando no volver a despertar a Lola que ya estaba dormida entre sus piernas…pero el niño, había perdido el sentido de lo que buscaba, habían escasas referencias a un Diablo Rojo en las áreas cercanas, aunque de pronto notó una palabra subrayada bajo la descripción de un enlace que se titulaba como “VÍCTIMA DE LA TRAGEDIA  …” se escucharon unos pequeños golpes en la sala, como si algo pequeño corriera de un lado hasta el otro… Charles miró a través de sus anteojos y le pareció ver la sombra de algo pequeño moviéndose en el corredor de afuera. Curiosamente volvió a mirar a la muestra previa del enlace del articulo donde decía: “afirmando que un Diablo Rojo los había sacado del camino…”.
Charles suspiró pensando si seguir investigando,  o irse a dormir… se sentía “amenazado” y comenzaba a sentir un poco de sueño…pero volvió a leer esas palabras y chequeó la hora en una esquina de la pantalla descubriendo que a penas iban a marcar las 12 de la noche… estaba relativamente temprano… entonces, esperó que le cargara la página que resultó ser de un periódico de La Ciudad de Maracay…Charles ha ido un par de veces a esa ciudad.
Mientras esperaba a que fuese cargando el resto del contenido, comenzó a teorizar que el escondite del Diablo Rojo efectivamente era bueno… pues quizás algunos lo han visto… otros no…pero como lo encontrarían si nadie sabe donde habita… pareciera que él mismo es quien te buscara… no como si fuese que te topases con él… pero quizás le estaba dando demasiado crédito…así estuviese en la canal, en algún momento deberían de encontrarlo.
(¿Dónde termina esa canal?¿y porqué la eligió como escondite? …bueno, si es que a caso era su verdadero escondite)…pensó.
Entonces con apenas media página cargada del articulo, abrió otra ventana y googleó en búsqueda del mapa de su ciudad… tras revisar algunos resultados cargó un mapa que lentamente se fue mostrando… luego de algunos segundos descargando el mapa, y haciendo zoom en las líneas azules que identificaban las rutas del Rio Calanche se dio cuenta de un detalle…
…Descubrió que: El Rio Calanche y su extensa canal prácticamente cubría, rodeaba y atravesaba la ciudad de La Victoria por todas partes… por primera vez contempla el nombre de la canal como el mismo, entendió que la canal le daba acceso al monstruo a cualquier parte de la ciudad…ya que algunas canales estaban conectadas en  muchas partes de la ciudad, estas líneas de la canal funcionarían como atajos…
…Charles consideró imprimir aquel mapa pero no sabe si quiera como hacer funcionar la ruidosa impresora de su madre… pronto se le ocurrió calcar el mapa sobre la pantalla y corrió a buscar lo necesario, con todo encima, usó un lápiz de color azul para remarcar las líneas que representaban el Rio sobre las marcas del lápiz de grafito, terminando la copia del mapa después de un buen rato, tenía los ojos pesados y el cuello adolorido. De pronto sintió que alguien se aproxima a entrar a la habitación y hasta incluso vio su sombra acercarse pero nadie entró…parpadeó un poco notando que tenía la vista un poco borrosa. Se frotó los ojos y luego detalló las similitudes de la copia del mapa con el original,  empezó a ajustar el mapa tanto como podía para que sea lo más fiel posible al de Internet…ahora entendía como su prima se había enganchado a esto de la red… lo que le recordó sobre la fulana “Deep web” … sin embargo terminar aquel mapa de la canal era primordial… quizás podría servirles en caso de que algún otro niño vuelva a ser llevado a allá…
…se detuvo por un instante considerando que aquel mapa solo deberá usarse en emergencias…y que no deberían entrar a la canal sin alguna razón verdaderamente importante…terminó, y por unos segundos apreció su mapa… contemplando las posibilidades, notó nuevamente que muchas de estas líneas de canales de agua se encontraban en varios puntos y salían a varias direcciones…así que consideró que la verdadera guarida del Diablo Rojo podría estar en cualquier parte de La Victoria.
Suspiró felicitándose por al menos haber conseguido algo útil para la pandilla: un mapa de la canal. Cerró la pestaña del mapa quedando la página del periódico en la pantalla.
Había olvidado que tenía cargando el articulo. Volvió a leer la fecha del reportaje y databa de dos semanas atrás…  y esta vez pudo leer el titulo del reportaje por completo:
“VÍCTIMA DE LA TRAGEDIA EN LA COLONIA SE FUGA DE HOSPITAL”  Charles hizo un gesto dudando y curioso por el título… ojeó la foto de un hombre joven con algunos moretones y rasguños.
La pantalla del aparato hizo un extraño chirrido magnético, Charles sorprendido se quedó esperando a que se repitiera, deseando no se dañe el equipo en sus manos…Lola reaccionó en ese momento chillando como si tuviese una pesadilla, Charles con un sentimiento de afinidad y protección acarició a su cachorra tarareándole para que se duerma, tras algunos apapachos se quedó dormida nuevamente y Charles volvió a clavar sus pesados ojos en la pantalla comenzando a leer el articulo velozmente, poniendo poco cuidado en los detalles, hasta que se dio cuenta de algo realmente curioso:
El reportaje contaba que la víctima mencionada era sobreviviente a una terrible masacre en las vías de la Colonia Tovar dos meses atrás …La víctima fue retenida en el hospital debido a la naturaleza de su trauma tras el ataque a él, su pareja y otros tres acompañantes… el articulo no daba detalle sobre las muertes pero contaba que las victimas fueron sacadas de las vías colina abajo y luego de ello se deducía que su agresor las asesinó uno a uno, lo cual fue difícil de saber con tantas heridas tras el accidente… hasta la fecha no hay rastro ni pista de quien pudo ser el maniático detrás del ataque…pero en palabras del propio periodista “la tragedia no terminaba allí”  pues el único sobreviviente ha desaparecido un mes y medio después de haber sido trasladado a el Hospital Mental de la Ciudad de Maracay afirmando que un Diablo Rojo los había sacado del camino…
Charles se puso firme sin evitar pensar en la historia de aquella noche… cuando contaron la historia del Diablo Rojo por primera vez…Isaac había insistido tanto sobre el tema… el niño de anteojos miró fuera del lugar percatándose del destello del relámpago entrando al apartamento por todas las ventanas, seguido de un corto estruendo… de fondo escuchó como si tocaran una trompeta en un tono largo y continuo… se quedó en silencio mirando a su alrededor y sintió a Lola inquieta sobre sus piernas… bajó la mirada descubriendo que se ha despertado por el relámpago…por un segundo se quedó pensando en lo recién descubierto…y en todas las teorías que sus amigos y él habían estado formulando durante estos días… “mitos, fantasmas, monstruos”… “diablos rojos”… todo parecía ser real…
Charles levantó la vista hacia la pantalla… y su corazón saltó al ver ese rostro maquiavélico de piel rojiza, su sonrisa alargada y retorcida vestida de un montón de amarillentos dientes filosos, y sus ojos amarillos bajo esos cachos que brotaban de su frente…
…Charles lo vio salir de la pantalla y tenerlo casi nariz con nariz cuando gritó tirándose a un lado… se escuchó a Lola chillar y el golpe de la laptop contra el piso haciendo que Charles se devuelva levantándose del suelo para descubrir a la pobre Lola nerviosa  y con el rabo entre las patas, la había pisado, estaba seguro… pero no veía al Diablo Rojo por ningún lado, asustado y sintiéndose amenazado, recogió las cosas dispuesto a dormirse. Con prisa se embojotó con Lola en sábanas, la lluvia se sentía creciente acostado en su lecho junto a su cachorra mirando las sombras en la pared frente a él, y aunque luego llegaron sus padres huyendo del chaparrón,  Charles permaneció así hasta que se quedó dormido.
Al día siguiente él y sus amigos se habían reunido a eso de las cuatro de la tarde, apenas tenían unas horas de haber dejado de llover y sin embargo los adornos siguen colgados a los alrededores…
Los niños fueron al muro a verificar la corriente en la canal… estaban presentes Charles, Jairo y Eliel…(¡ha, claro! … Azabache estaba allí parado fielmente junto a su amigo humano), los tres niños estaban varados contemplando la cantidad de agua marrón que bajaba a toda velocidad corriente abajo… saltaba y se movía como los rápidos en los documentales de supervivencia que Charles veía tan emocionado.
Jairo se apoyó ajustando las muletas cansado por la posición, contempló el agua corriente abajo y se quedó muy callado con una mirada perdida analizando ese asunto que Charles contaba donde se conectaba la canal con toda la ciudad… mientras que Charles, aseguraba tener las respuestas.
—¡Ahí vienen Luis y Judy!— anunció Charles tras él. Se saludaron y pusieron al día, comunicándoles brevemente que tenía que decir algo que todos debían saber.
Jairo escuchó un susurro apenas audible pues el ruido del agua seguramente no ayudaba a captar lo que aquellas voces decían… rodeó a sus amigos andando con ayuda de las muletas. Su can lo observó y pareció un tanto confundido pero finalmente decidió seguirlo. El niño de las muletas comenzó a escuchar la voz de una niña que lo llama hacia los edificios de adelante.
…Molesto de andar en muletas y fastidiado del esfuerzo que exigía, comenzó a andar refunfuñando hacia la pequeña acera después del murito, en los edificios principales.
Se detuvo cuando de pronto distinguió a una niña que parecía relucir, escondiéndose al borde de la pared,  con los cabellos mojados y la cara pálida…la impresión detuvo el aliento de Jairo por un instante, aunque se parecía a su amiga Francy… sabía que no era una niña de este mundo… era a esa niña, a quién han estado viendo… perdió el miedo por alguna razón y se quedó mirando sus brillantes ojos cafés…

—¿Jairo?¿ a Donde vas?— lo llamó Luis detrás de él.
—¡Vengan, rápido!— les respondió haciéndoles señas con las manos pero al devolver la mirada la niña ya no estaba allí, Jairo no comprendía… (¿Por qué se había ido?)... (si no quiere hacerles daño ¿por qué no hablaba con ellos?)... sus amigos lo alcanzaron y buscaban alguna novedad con la mirada.
—¿Qué pasó, Jairo?— le preguntó Judy a un lado.
—acabo de ver a la niña…allí— señaló pensativo.
—¿a la niña?...— repitió Eliel preocupado mientras sus otros amigos intercambiaban miradas. —… aún no se oculta el sol.
—Sí… estaba allí parada… me pareció que estaba… llamándome…— les contó Jairo a sus amigos aun preguntándose (¿para que lo llamaría si no iba a decirle nada?).
—¡qué miedo!— tembló Judy mientras, sus otros amigos todavía buscaban con la mirada algún rastro de la entidad.
—espero que Isaac y Francy se apuren… quiero contarles lo que descubrí anoche— se quejó Charles reflexivo sobre que la luz del sol ya no era limitante para las cosas que estaban sucediendo.
El ruido de unas voces los hacen asomarse en la esquina del camino hacia los edificios delanteros distinguiendo a la distancia como si alguien estuviese escavando o algo por el estilo. —¿qué será eso?— preguntó Luis cuando escuchó a unos hombres soltar unas carcajadas.
—¿nos asomamos?— preguntó Eliel.
Jairo, justo en ese momento volteaba a mirar a Eliel para darle una respuesta…cuando le pareció ver que una pequeña silueta corrió entre las plantas y arbustos pegados del apartamento cercano…juraría que lo vio pero no logró darle forma en su mente al instante…le pareció ver que eso se ocultó detrás de unas matas en específico, pero sus amigos comenzaron a andar camino hacia el ruido detrás del edificio que estaba allí, recorriendo el sendero que suelen tomar cuando hacen carreras de bicicletas…
…a primer momento se encuentran con tres hombres desconocidos cavando un segundo agujero en las áreas verdes entre las tres torres. Los hombres se les quedaron mirando, los niños los observaron detallando y resumen que están bebiendo cervezas y cavando en la tierra…pero (¿quienes son estos sujetos?) Se preguntaban en sus adentros.
—¡Buenas!— saludó uno de los dos gorditos. Jairo saludó de regreso con un gesto con la cabeza y sus amigos con un hilo de voz, enseguida pretendieron seguir como si nada en la excavación, sea lo que sea que estuvieran haciendo.
Los niños siguieron el camino también haciendo como si nada mientras que Eliel regresó la mirada hacia lo que los tres hombres hacían, salieron al otro extremo de la residencia y decidieron pasar por el medio de las áreas verdes de aquella zona de la residencia, atravesando el pantanoso y húmedo monte verde. —¿Qué estarán haciendo? ¿verdad?— soltó Charles pensativo mientras daba grandes zancadas entre la maleza.
Jairo volvió la mirada hacia atrás camino al callejón que acaban de dejar y volvió a distinguir como si una cosa… algo similar a un gato rapado y sin cola, corriera en dos patas como un humano…
… afincó falsamente sobre el pantano una muleta para girar al lugar y cayó de boca contra el suelo. Sus amigos corrieron a ayudarlo a ponerse de pie y en ese momento se escucharon unas risas burlonas alrededor de ellos, hicieron la mirada en todas las direcciones pero no veían a nadie cerca… aun sorprendidos y asustados de que fuese ese demonio encarnado nuevamente al asecho… marcharon de regreso a las cercanías de su torre todavía teorizando lo que esos hombres buscaban, Jairo seguía mirando a todos lados. No estaba seguro de qué es eso que vio… pero no era algo normal. Cuando llegaron al muro, Francy e Isaac estaban saliendo del edificio.
—¡hola!— saludó Francy cuando llegaron con los demás, y sus amigos les respondieron.
—Hey— musitó Isaac con un semblante más pálido, y con un bulto oscuro bajo sus ojos…parecía enfermo.
—¿Qué tienes, chamo?— le preguntó Jairo un poco preocupado.
—nada… no dormí bien— respondió con mera pereza en su voz.
—¿Qué te pasó en el brazo?— le preguntó Charles temiendo saber la respuesta, pues no era un secreto que el señor Misael era un hombre alcohólico y muy violento en casa, eran horribles las noches en las que oían los gritos, las discusiones, los golpes y objetos quebrándose por todos lados.
—¿Qué?— musitó él revisándose y descubriendo un gran moretón en el antebrazo con otros más pequeños al rededor. —¡no lo sé!— se tocó y chilló percatándose de que le dolía— ¡no sé como me lo hice!— afirmó mirando a sus amigos.
Eliel y Charles intercambian miradas.
—¿estás seguro?— cuestionó Eliel.
—¡Sí!— respondió Isaac sin entender el empeño, hizo movimientos con el cuello para relajarse; sentía que le habían caído a golpes toda la noche. Pero realmente no tiene idea de donde proviene tanto cansancio, se quedó dormido rápidamente la noche anterior… más que nunca, y no recordaba ni una sola cosa que haya soñado.
Finalmente Charles les contó lo sucedido después de que se habían marchado el día de la sopa, siendo un tanto específico en algunas cosas.
—¿recuerdan la historia?— preguntó Charles recién contando sobre aquel reportaje, sus amigos observaban al joven procesando su experiencia, aunque a veces se sentían como en otra noche de cuentos de terror.
—¿qué historia?— preguntó Jairo sentado en el muro.
—La primera historia que contamos del Diablo rojo…— respondió Isaac con un tono de voz extraño, sus amigos sincronizaron el recuerdo entre sí… pues aquel reportaje parecía tener coincidencia.
—¿crees que la víctima sea el mismo sujeto de la historia?— le preguntó Francy a Judy, y ella no sabía que pensar, su rostro hablaba por ella, Estaba asustada y confundida.
—¿de verdad leíste eso, Charles?— preguntó Isaac muy serio parado de brazos cruzados Aunque algo le decía que era cierto.
— ¡Sí, enserio!… puedes ir a un cibercafé y comprobarlo por ti mismo…— aseguró Charles un tanto picado de que lo tomen por mentiroso.
—¿entonces…?...— musitó Eliel pegándose a la columna donde empieza el muro de la canal. —…¿esa historia también es real?— preguntó.
Isaac volvió a preguntarse (¿si de alguna forma él había ocasionado todo esto? )… será que: (¿Invocó a la criatura al contar la historia?) (¿O habrá sido maldito con una boca que hace que las cosas malas que cuenta se hagan realidad?)...(Sí es así ¿Cuántas personas reales habrá matado injustificadamente contando historias en el pasillo?... ¿Cuántas otras horribles criaturas habrán por ahí asesinando inocentes a causa de la entretención de sus amigos y él?... quizás por eso el hombre de la capucha le había dado a cuidar aquel misterioso libro como penitencia) …Pero no estaba seguro de ello y quisiera que “El encapuchado bueno”  le hubiese podido dar más respuestas.
—¿en la historia?…— se escuchó a Jairo decir.—…¿alguien sobrevive al Diablo Rojo?— preguntó seriamente.
— Solo uno— respondió Francy a un lado.
Aunque en silencio… Isaac percibía el temor de sus amigos, y comenzaba reflexionar sobre algunas cosas, si bien decidían enfrentarlo… solo podrían morir, si dejaban que el miedo los invada… también terminaría en sus muertes. Parecía que habían abierto la puerta a los mismísimos demonios de los que hablaban en la iglesia.
—¡todo este tiempo tenías razón!— le dijo Luis de pronto haciendo a Isaac reaccionar.
Sin embargo no le daba satisfacción tener la razón, él silencio de Isaac se convirtió en una dopamina para aquellos niños, como si el tema se fuese diluyendo. —¿y ahora?… ¿qué haremos?—preguntó Eliel mirándolo con aquel típico nerviosismo. Jairo miraba a Isaac también, y este volvió a mirarlo cuando finalmente respondió: —no lo sé—.
A la caída de la noche comenzó a llover nuevamente, los niños se vieron obligados a jugar Dominó en los pasillos de la torre mientras el chubasco caía y caía… sin alguna novedad y los nervios de punta con la información adquirida había un pensamiento que permanecía en silencio dentro de esos niños: (¿Volverán a ver al Diablo Rojo?) Se preguntaban constantemente.

La noche siguiente toda la residencia estaba enloquecida, decían los rumores que unos vecinos habían encontrado unas morocotas en las tierras detrás de los edificios, (justo donde aquellos hombres habían estado escavando)… la gente preguntaba donde estaba el vecino del que se rumoraba era “el feliz afortunado” pues desde que le vieron salir en la tarde dando la noticia, no se había vuelto a ver.
Los miembros de la comunidad buscaban una excusa para estar afuera mientras los niños se repetían entre ellos el rumor que escuchaban decir a los adultos… “han encontrado un cofre de madera pequeño lleno de monedas de oro acuñadas”, Francy le decía a sus amigos que su madre le había comentado que: “algunos esperaban que un padre visitara la residencia”… pues, según la señora Ana: “la ultima vez que se supo de alguien que había encontrado morocotas en La Victoria, la persona fue maldecida por sus anteriores propietarios”.
Los niños estaban sentados en aquel muro vigilando la canal, echándose aquellos chismes, mientras Jairo observaba fijamente al lugar de la muchedumbre, sus amigos de pronto hablaban sobre las caricaturas de Los X-Men, ya que habían estado pasando muchas caricaturas por las mañanas en la televisión…sin embargo Jairo permanecía con la intriga de eso que había visto antes… pasaron las horas, y los adultos con hambre, y perdiendo el interés comenzaron a irse…la pandilla también fue llamada para la cena como de costumbre.
…Isaac cenaba acostado en su cama, mirando la televisión, su hermana comía en la cama de arriba de la litera, y sus padres en la cama adjunta. Disfrutando de las películas navideñas; el niño se levantó tras terminar de cenar, fregó los trastes, se cepilló los dientes y esperó por Francy, quien se incorporó poco después a la sala llevando el plato donde había cenado.
—¡al fin terminas!— dijo su hermano aburrido, acariciando a la gata en medio del suelo. —¡apúrate en cepillarte!—le pidió.
Francy se detuvo en el andar mirándolo.—¿para qué?— le preguntó.
—para bajar— respondió como si hubiese sido obvio.
—…mmm… no creo que salga de nuevo— puso cara de fastidio dando dos paso pequeño hacia la cocina— …tengo flojera.
—¿de verdad?— le preguntó su hermano, ella asintió y siguió caminando hacia el fregadero. Isaac se incorporó resignado, aún que de igual modo sus otros amigos deberían estar abajo y no saldría solo, se detuvo al sujetar el picaporte sintiendo el viento colarse por la ventana panorámica, lo que lo hizo devolverse al viejo closet que estaba en el cuarto, en un pequeño espacio entre su litera, y el mueble, sacó una sudadera roja de capucha, se la colocó al tiempo en el que salió de la habitación anunciando su partida para sus padres, en el pasillo cruzó y bajó las escaleras hasta el primer piso, cruzó y siguió bajando cuando de pronto le pareció ver a través de los respiraderos,  unas cosas pequeñas corriendo por la parte de atrás del edificio, se detuvo sorprendido y se quedó esperando… pues podría ser alguna extraña criatura o incluso el mismo Diablo Rojo… pero intentó convencerse de que quizás, eran solo un par de gatos, como el blanco con manchas negras que andaba por ahí…y siguió bajando a toda velocidad, salió del edificio por la caminata de concreto, y percibió una particular soledad en el estacionamiento.
La brisa azotó helada e Isaac se alegró de haber traído su suéter,  buscando entre los autos a sus amigos… distinguió de pronto a Jairo sentado en el muro pequeño junto a la canal, Azabache lo acompañaba acostado a sus pies. Isaac volvió a mirar a su alrededor buscando a los demás (¿estarían Jairo y él Solos?...bueno, no podría devolverse) pensaba cuando finalmente se unió a Jairo.
—¿y los demás?— le preguntó sentándose a su lado.
—eres el primero en bajar…— le respondió acomodándose y mirando a la ventana del cuarto de Charles, Isaac volvió la vista también al lugar notando que la luz en este estaba apagada. —…¿y tu hermana?.
—se acostó a dormir— respondió el niño a su lado, volviendo la mirada al suelo, y luego suspiró mirando a la luna sobre ellos.
—¡parece que solo seremos nosotros dos!— comentó Jairo.
—así parece…—musitó Isaac preguntándose si lo diría con fastidio.
—¡mejor!— soltó Jairo de pronto,  e Isaac volvió la mirada a él un tanto sorprendido. —…ya se fueron las personas… ¿no quieres ir a ver de donde sacaron las morocotas?— propuso.
—¿las morocotas?— repitió—¿de verdad?... ¿para qué quieres ir?— sonrió Isaac sorprendido por verlo así de animado tan pronto.
—¡no sé!... ¡a ver!... ¿y si quedó alguna morocota por ahí?—le respondió él sonriendo con cierto entusiasmo, y luego haciéndole juego a Azabache.
—¿Y si nos regañan?— preguntó Isaac poniéndose de pie, y lanzando una mirada a la solitaria entrada a la Residencia.
—¿porqué nos van a regañar? — replicó Jairo mostrando intenciones de pararse, Isaac se percató de ello, y lo ayudó al tiempo en que Jairo le agradeció. —…¡además! Ya todos se fueron a dormir.
Isaac tomó distancia contemplando los vellos de los brazos de Jairo erizados, levantó la mirada y éste lo estaba observando.—¿qué?— le preguntó Isaac pensando que quizás se había perdido de algo distraídamente.
—no, nada…¿vamos? ¿Qué dices?— le preguntó Jairo acomodándose las muletas, su amigo lanzó la mirada al tembloroso pero enérgico Azabache, que ya trotaba alrededor de Jairo. Isaac no pretendía ser aguafiestas y tampoco era demasiado lejos. —¡vamos pues!— aceptó Isaac haciendo un gesto invitándolo a seguirlo, y empezó a andar, seguido de su amigo de muletas y su perrito.
—¡sería genial conseguir unas cuantas monedas de oro!— comentó Jairo de camino. Su amigo se sonrió por aquel comentario, y recordó lo que su hermana había contado al respecto.
–¿y si es cierto lo de que están malditas las morocotas?— soltó Isaac dedicando una mirada a su acompañante.
—… no lo sé…¿será posible hablar con el dueño?... — soltó Jairo en respuesta pasando un pie sobre el pequeño muro hacia los edificios de adelante, y luego el otro con la ayuda de Isaac, y una de las muletas.
—¿hablar con el espíritu?— se aseguró Isaac de haber comprendido bien a su amigo, mientras pasaban frente a la entrada del edificio adjunto, le pareció ver la silueta de alguien parado en la puerta pero, al confirmar, no había nadie.
—¡Sí!... supongo que si hay algún mensaje… o favor por hacerle al espíritu, podría quedarme con el tesoro— explicó, Isaac soltó una carcajada mientras cruzaban hacia el callejón detrás de las tres torres. —¿y si te dice que no?—Isaac le siguió el juego.
—pues si no acepta ningún trato… hablaría con un brujo o un cura para ver si puedo exorcizar el dinero…— solucionó Jairo improvisadamente, y su amigo seguía disfrutando de sus ocurrencias, finalmente se pararon sobre la grama baja, rodeados de algunos arbustos de plátano, lechosa y otros de flores comunes…
…Estaba oscuro, y un tenue cuadro de luz lunar les prestaba para ver aquel débil intento por reponer la tierra que habían sacado en su lugar… habían dejado un poco de profundidad, y unos pequeños montículos de tierra alrededor, estaba húmeda todavía, más bien estaba casi pantanosa… mientras el pequeño can olfateaba alrededor, los dos niños curioseaban como podían alrededor del hueco en la tierra.
—¡ahora que necesitamos la linterna, Charles no está!— se quejó Jairo inclinándose por delante de las muletas evitando hacer más sombra sobre el sitio, mientras su compañía se burló y confirmó lo que decía, la brisa sopló en ese momento, y a Isaac le pareció escuchar un especie de gruñido en el viento, escuchaba atentamente mientras se batían las hojas, y no podía evitar pensar en el demonio ese, sin intención, Isaac imaginó que Esa Cosa estaba a lo lejos observándolos, y planificando alguna terrible tortura para ellos.
—¿Isaac?— escuchó a Jairo, trayéndolo de regreso a la realidad. Su amigo lo sujetó de los hombros mirándolo con preocupación.
—¡creo que te está sangrando la nariz!— le dijo Jairo, y se acomodó sobre las muletas. —¿te sientes mal?.
—¿qué?— replicó un poco mareado, se limpió la nariz, y sintió sobre sus dedos la sensación líquida… (¿si sería sangre?)... no distinguía en aquella oscuridad, pero no se sentía mal, de hecho, ya no se sentía mareado. — estoy bien…— respondió calmando a su amigo, y lanzando la mirada al agujero en la tierra, queriendo dejar de darle fuerza a esos pensamientos, pues debían cuidarse de atraer de nuevo al Diablo Rojo. —¿seguro?— le preguntó Jairo, después rodeó el lugar con la mirada en busca de su perrito, y volvió a mirar a su amigo que ya lucía bastante mejor.
Isaac hizo una torcedura de cuello, y parecía sentir alivio.—…sí… a veces despierto en la mañana y tengo sangre en la nariz… es normal…— respondió, su amigo hizo una cara de asombro.
—¿es enserio?—le preguntó.
—sí…— Isaac hizo como si nada caminando hacia la “excavación” sobre la tierra, no se había dado cuenta si quiera de en qué momento se alejó del hueco.
— ¿No te han llevado al médico?— le preguntó Jairo, acomodándose de nuevo en las muletas, y comenzando a preguntarse si los que vivían por allí los podían escuchar conversar.

— Una vez me llevaron pero… no recuerdo que dijeron…y no me han dado pastillas ni nada…— respondió y se agachó, tomó una ramita que se hacía en el suelo y comenzó a clavarla en la tierra dentro del agujero, comenzando a desear que Jairo tuviese razón y encontraran una fortuna juntos.
— ¿Ves algo?— le preguntó Jairo interesado en lo que pueda salir de la tierra.
— No, apenas estoy sacando por arriba y no creo que hayan cavado poquito antes de encontrar las morocotas…— se burló Isaac, cuando de pronto sintió como si algo se aproximara, y levantó la mirada, buscando entre la oscuridad y las plantas: algún tipo de señal de peligro.

— ¡Cava más profundo!— le pidió Jairo, Isaac reaccionó con una mirada juzgando aquella orden, cuando de nuevo se escuchó que algo se movía en los matorrales cerca de la pared alta, ambos niños se quedaron mirando al lugar asustados.—¿qué fue eso?— preguntó Isaac.

—no lo sé… quizás un rabipelao’ …— comentó Jairo intentando distinguir algo entre las matas.
— ¿un qué?— le preguntó Isaac sin haberle entendido cuando, se escuchó un extraño chirreo, como de vocecillas secreteando, no sabían si eran un gruñido, o qué era lo que oían. Parecía que habían varios de ellos, y que comenzaban a correr de un lado para otro sin dejarse ver.
—¿lo viste?— le preguntó Jairo, preocupado de no tener la destreza de defenderse en el momento.
—¡no!— dijo su acompañante mirando a todos lados cuando de pronto Azabache entró por el callejón del lado este de la residencia, y se incorporó a ellos…
…las cosas que parecían esconderse en el matorral se hicieron sentir de nuevo, y el perro saltó asustado, ladró, olfateó y volvió a ladrar, los niños intentaron de inmediato calmar al can, para que no despierte a los vecinos de los tres edificios que están allí.
…Y una criatura arrugada, y de piel reseca, salió gruñendo de un arbusto, Jairo apenas logró distinguirla cuando su reacción fue lanzarlo de regreso al arbusto de un solo bastonazo con la muleta, y luego se cayó al suelo.
Isaac se agachó ayudando a Jairo. —¿viste eso?— preguntó Jairo apretándole las manos a su amigo.
Entonces, son iluminados sorpresivamente, levantaron la mirada siguiendo la luz y notando por una ventana, que alguien despertaba encendiendo la luz en el primer piso, automáticamente se miraron a los ojos.
—¡vámonos!— dijeron al mismo tiempo pensando en lo mismo. Jairo juntó las muletas a un costado cargándolas, y se apoyó rodeando a Isaac sobre su hombro con su brazo libre, su amigo lo sujetó por la cintura, y juntos empezaron a huir del lugar, y el perro ladró de nuevo, y siguió ladrando una, y otra vez.
—¡Azabache!— gritó Isaac intentando susurrar.
—¡déjalo, ya vendrá!— le dijo Jairo, silbando, y sintiendo el esfuerzo reflejado en el dolor de su lesión.
Saltaron con cuidado el pequeño muro, Isaac cruzó aun cargando a su amigo al hombro, y lanzó la mirada atrás descubriendo a Azabache corriendo de regreso y ladrando, pero cabizbajo…los rebasó, y se detuvo junto a ellos, ladrando hacia atrás, en dirección hacia de donde había llegado el perro.
Isaac volvió la mirada atrás una vez más visualizando justo a tiempo cuando una manada de siete cosas de esas surgió del callejón, andando algunos en cuatro patas y otras en dos… gruñendo, y chillando: eran unas extrañas criaturas, parecían pequeños, y horribles viejitos cubiertos de tierra y verrugas…con orejas puntiagudas, manos y cuerpos huesudos.
—¡corre!—gritó Isaac asustado, Jairo volvió la mirada descubriendo aquellas cosas tras ellos, y comenzó a saltar en un pie.
—¡ahí vienen!— Jairo dejó salir un grito mientras que Azabache corrió tratando de mantenerse con ellos.
— ¡No lo vamos a lograr!¡estamos muy lejos del edificio!— chilló Jairo con aliento entre cortado, notando que quedaba mas de medio camino a recorrer para llegar. Isaac buscó con la mirada a su alrededor.
—¡allá!—Isaac señaló la camioneta blanca abandonada. —¡entremos!— sugirió mientras se direccionaban a ella, Jairo se apoyó de ésta viendo surgir a los pequeños monstruitos en la esquina de camino hacia ellos, apresuró a su amigo, cuando éste abrió la puerta del vehículo, lanzaron las muletas dentro hacia la parte de atrás, Jairo se subió, seguido de Isaac, ambos llamaron al can dentro del vehículo y éste, tras un par de intentos acató.
Precisamente cerraron la puerta: Isaac buscó los seguros de ambas puertillas en un intento por resguardarse, cuando se sintió el impacto de los múltiples monstruos enanos contra la camioneta. Jairo dejó salir un grito al tiempo en que Isaac cayó hacia atrás en su intento de mantener la puerta de atrás cerrada…
…Isaac se inclinó rápidamente para pasar el seguro pero esta puerta parecía no tener alguno. Sujetó fuerte el aza de la puerta halándola a manera de poner resistencia.
Mientras, se escuchaban los gruñidos, rasguños, y golpes por debajo y alrededor de la camioneta, Azabache ladraba desesperadamente mientras que los niños se preparan para recibir a las criaturas en cualquier momento. Isaac comenzó a pedir mentalmente ayuda al cielo, sentía tanto miedo que no podía pensar con claridad… distinguió una pequeña revuelta al otro lado de la puertilla trasera que resguardaba, mirando por el cristal de la ventanilla…eran esas cosas de nuevo…

Se peleaban entre ellos, y arañaban la puerta, se tiraban contra ella, parecían estar realmente furiosos.— ¿qué mierda son esas cosas?— se escuchó a Jairo decir desde en los asientos de adelante, quien sigilosamente decidió bajar los seguros de esas puertas.
—No...no lo sé— respondió Isaac perdiendo de vista a las cosas esas… se escuchaban rasguños, y gruñidos fuera de la camioneta, pero parecían estar cesando.
—¡se parecen a unos cosos raros que vi una vez en la televisión!— soltó Jairo volviendo la mirada a su amigo, y apoyándose del espaldar del asiento.
—¿Qué eran? Los de la tele ¿qué cosa eran? — le preguntó Isaac mirándolo también aun sujetando la puertilla.
—No recuerdo… no vi la película completa— respondió apartando un mechón de cabello sudado, volviendo a mirar por las ventanas y el parabrisas, vigiló por el reflejo del retrovisor, luego estando seguro de haberle visto el trasero a una de esas cosas; le pareció ver el pequeño tucuso arrugado que llevaba por rabo metiéndose debajo de la camioneta. —¿Qué están haciendo?...— le preguntó Jairo nuevamente, acomodándose con cuidado al asiento del otro lado.
—no sé, no puedo verlos — respondió Isaac mientras ojeaba por la ventanilla de la puerta de atrás de la camioneta para revisar. Se detuvo a pensar por un segundo y volvió la mirada a los puestos de adelante.—… quizás nos esperan, por si salimos.
Jairo se asomó por el espaldar del asiento del conductor con sus ojos grises abiertos y clavados sobre él, luego de unos segundos de silencio, volvió la mirada hacia su pequeño perro que chillaba y parecía estar temblando también.— creo que lo mejor es esperar— comentó al fin.
Isaac intentó pensar en que hacer pero no estaba seguro… afuera estaban esos pequeños roedores bípedos… esperando a que salieran y por alguna razón… sospechaba que la repentina aparición de esas cosas, tenía que ver con ese demonio de ojos amarillos que se ha decidido a perseguirlos.
—¡creo que sí!...— respondió Isaac al final.—¡lo mejor es esperar!—
Después de algunos minutos de silencio, Jairo aclaró la garganta y volvió a extender los pies. —…bueno…— musitó comenzando a revisar la guantera, y consiguiendo una gorra azul. —…ya que estaremos aquí un rato…— volvió a decir colocándose la gorra e Isaac esta vez también lo observó.—¿Qué?— preguntó Isaac con voz ronca para evitarse rodeos.
—…¿puedo hacerte algunas preguntas?— continuó tendiéndose contra la puerta y luego volteó a mirar a su amigo por el pequeño espacio entre el asiento.
Isaac lo observó analizándolo, y finalmente aceptó asintiendo en silencio.
— Bien, bien…— respondió Jairo con un tono de voz bajo mientras pensaba las palabras a elegir. Entonces, cuidando sus movimientos se volvió hacia la parte de atrás de la camioneta, y se sentó cerca de Isaac. Su perro se alborotó un poco, los celajes en movimiento de las cosas afuera de la camioneta, mantenían al canino vigilante en las ventanas de la camioneta abandonada.
…Pero Isaac, seguía vigilando al niño de los ojos grises quién se acomodaba cuidando no lastimar su lesión, volvió sus grises ojos hacia Isaac, y éste los evadió mirando por la ventana de la puertilla trasera.
—¡bueno!.. no es que yo no esté agradecido, ni nada por el estilo… — inició Jairo diciendo cabizbajo y todavía dudoso.
—¿De que estás hablando Jairo?— le preguntó Isaac sin entender.
— De que fueras a buscarme…— respondió Jairo evadiendo la mirada de su amigo todavía. —… como te dije antes… sentí mucho miedo… y pensé que iba a morir…—
—…pero no pasó, ya no pienses en eso— le cortó Isaac notoriamente perturbado por la idea.
—¡Isaac! Yo me sentí en un lugar…— comentó Jairo perdiendo la vista al fondo de la camioneta, Isaac le siguió la mirada, y luego volvió a mirar al rostro de su amigo. Él, finalmente volvió a posar sus ojos grises en Isaac y esta vez se humedecieron. —…yo sentí que moriría…había una oscuridad alrededor de mi… y una sensación que…— se detuvo sin poder encontrar las palabras, y mirando al suelo de la camioneta.
—¿viste a Dios?— le preguntó Isaac contemplando la expresión abrumada de su amigo, este volvió a hacer la mirada hacia él mientras perdía cierto brillo en sus pupilas.
—no…—respondió al fin.—…jamás logré ver el cielo o el infierno pero si sentí que había dejado mi cuerpo.
—¿de verdad Jairo? ¿Lo dices en serio?— le preguntó Isaac, su amigo arqueó una ceja e inclinó la cabeza mirándolo; como si pensara que le estaba tomando el pelo.
—¿Tú que piensas?...¿que te estoy mintiendo?— le preguntó Jairo todavía con aquella expresión, su amigo se quedó mudo por unos segundos pero finalmente niega con la cabeza.
Jairo cambió su expresión, y volvió a mirar a su amigo con esa mirada pensativa. —Isaac…¿cómo sabías que me encontrarías?— preguntó finalmente lo que quería saber.
—yo…— musitó Isaac repasando en su mente, y honestamente no sabía explicarlo. —… yo solo lo sabía, además te vimos por última vez en la canal…— respondió vagamente.
—Sí, Eliel me contó lo sucedido después de haberme caído; cuando fue a buscarme al apartamento la otra vez…— respondió mirándolo, Isaac permanecía en silencio. —… me dijo que el indio me arrastró hacia los matorrales de donde después apareció el Diablo Rojo…— su amigo seguía sin decir nada.—… y me dijo que tú le dijiste “que sentías que yo estaba allí” y “que estabas seguro  de que me encontrarías”… el indio pudo no haberme llevado a otro lado como los demás creían… ¿por qué tú no?— volvió a decir mirando a su amigo, parecía estar buscando saber algo en particular, y el otro niño lucía nervioso con sus ojos cafés clavados en él.
— No…no tengo idea… yo solo — musitó Isaac preocupado a que lo diese por loco. —… solo tuve un presentimiento— justificó al fin.
—¿estás seguro?— le preguntó Jairo mirándolo fijamente.
—qué…¿qué quieres saber en sí Jairo?... ya te dije que no lo sé…— replicó todavía nervioso.
— Es que no sé como explicarme— justificó Jairo, cuando sienten de pronto un fuerte golpe sobre la camioneta que la hace sacudir.
Ambos gritaron y se abrazaron mirando al techo encima de sus cabezas, y éste estaba levemente aboyado, Azabache chillando se escondió entre ambos niños y seguido se oyeron unos crujidos, mientras habían movimientos sobre la camioneta.
—¡vaya, vaya!...— los hizo sacudirse de pavor aquella voz ronca y espeluznante.—¿Qué hacéis en la oscuridad?¿se están confesando antes de morir?—
Isaac dedicó una mirada al niño de ojos grises, y se apartó. Temblando volvió a sujetar el aza de la puerta trasera oponiendo resistencia para que no sea abierta.—¡es el Diablo rojo!— anunció a su amigo con el terror protagonizado en su mirada.
—¿estás seguro?— preguntó Jairo apenas, cuando sintieron que algo saltó de la camioneta. Ambos hicieron la vista más allá del parabrisas frente a la camioneta en la que estaban, distinguiendo unas larguiruchas piernas de piel enrojecida y maltratada, con costuras como si fuese un muñeco de trapo remendado.
—sí…es él—confirmó Jairo con voz temblorosa, volvió la mirada al inmovilizador en su pierna, y luego a su amigo. — ¿Qué vamos a hacer?— le preguntó asustado, y tiró la mano tomando las muletas.
—¿puedes ver lo que se aproxima, Jairo?... JA, JA, JA…— escucharon decir a aquello, cuando Jairo volteó: lo encontró con la cara pegada al cristal del parabrisas.
—¡NO!— gritó Jairo temeroso de volver a la “oscuridad” Isaac no menos asustado, también dejó escapar un grito, y es cuando la camioneta se sacudió y prácticamente escupió a los niños por la puerta de atrás con todo, su perro y  sus muletas.
Isaac, reaccionó acelerado, sintiendo un golpe en la cabeza, y sentado en el piso contra la pared alta. Un poco aturdido distinguió a Jairo a unos metros arrastrándose hacia él, y hablándole, pero su voz se perdía como si hundiera la cabeza bajo el agua.
—¡ISAAC!—escuchó a su amigo gritar de pronto, y un escalofrío lo hizo mirar frente a él, volviendo a ver aquella extraña cosa que daba la impresión de ser parte del resultado de un experimento con varios cuerpos remendados…
… su piel era roja grisácea, y en sí su cuerpo delgaducho y extraño, era de poco mas de dos metros de alto al estar posando encorvado, su rostro era lo más maquiavélico… pues su diabólica cara era irradiada por el brillo de aquellos ojos amarillos como los de un gato, una sonrisa de labios rotos alrededor varios enormes dientes amarillentos y filosos como los de un pescado, que dibujaban en este; esa sonrisa torcida y lúgubre, sus orejas largas y puntiagudas sobre salían de aquel rostro siniestro, al igual que un par de pequeños cachos sobre su frente, una maraña de pelos pinchudos como de puercoespín, que seguían bajando desde su cabeza, cubriendo casi toda su espalda hasta los hombros, también le brotaban esos pelos pinchudos por los brazos y las costillas…
—¡el que ve y el que siente!...¿juntos?...umm… así que estás aquí Isaac— dijo el Diablo Rojo, e Isaac corrió a ayudar a Jairo, acercó las muletas y las cargó a un costado.
—tenemos que irnos de aquí— susurró Isaac tembloroso, cargando a su amigo, y luego vigilando que aquella horripilante cosa no los alcance.
—¿puedes conmigo?— le preguntó Jairo nervioso, su amigo lo miró a los ojos, y afirmó comenzando a andar de agachas, rodeando la camioneta blanca abandonada por detrás.
—…Jairo…¿no quieres decirle algo a tus padres?...aún discuten sobre eso ¿sabes?...— se escuchó al malvado diablo aparentemente rodeando la camioneta también, Isaac escuchó aquello, y se hizo el descuidado verificando que pudieran correr de ahí al edificio. —… ¿quieres verlos?... están aquí conmigo…— dijo el diablo rojo con voz ronca, y Jairo dio un paso dudoso mirando atrás.
—…¡EN LAS PUERTAS DEL INFIERNO!— gruñó el diablo rojo con un eco en su voz, dejándose ver en medio del estacionamiento, al tiempo en que se alzaron unas llamaradas sobre el asfalto dibujando un circulo alrededor de aquella perturbadora figura tétrica y desnuda.
—¡ay, mamá!— chilló Jairo, Isaac estaba petrificado de terror.
El diablo rojo alzó un brazo, y Jairo comenzó a levitar en el aire dando patadas pidiéndole ayuda a su amigo.
—¡auxilio! ¡déjame por favor!— decía Jairo al tiempo en que se acercaba flotando en el aire hacia el Diablo rojo, que se burlaba en una carcajada ronca y siniestra.
—¡Tranquilo!...— se burló el Diablo Rojo obligando con sus poderes a Jairo haciéndolo cruzar los brazos tras su espalda, aun en el aire volando hacia él.—… me comeré tus ojos primero… aunque aun sin ellos, verás como arrastro tu alma al infierno…¡grr!...— lo interrumpió un peñón de roca que Isaac le arrojó, abriéndole una pequeña herida en el rostro a aquel ser. Y gruñendo de enojo, giró la cabeza inhumanamente posible, clavando los ojos amarillos sobre él; quién a la distancia los vio destellar.
Isaac, temblando, pero aun así con la impotencia enviándole adrenalina por las venas, caminó buscando en el suelo su nuevo proyectil, sin perder de vista a la criatura por demasiado tiempo.
El diablo, hizo la mano a un lado, al tiempo en el que Jairo levitó apartándose del camino entre éste, y el niño del suéter rojo. —¡tú!— gruñó, e Isaac se detuvo instantáneamente con el corazón corriéndole desesperadamente. —¡no podrás salvarlo ni a él… ni a Nadie!.... — volvió a decir con aquella macabra voz que resonaba. Isaac retrocedía cuando vio que la criatura comenzó a dar pasos lentos hacia él, Saliendo de aquel circulo de fuego, contorsionando la cabeza, y con movimientos erráticos.— …¡Inmundo mortal! ¡maldito seas! No podrás salvarlo y a ti tampoco… todos tus amigos y todo lo que conoces…lo verás hundido en la miseria…—volvió a decir, entonces alcanzó a Isaac: cuando el diablo estiró un brazo y con su larga mano lo agarró de un pie antes de que pudiera correr, alzándolo y colgándolo de cabeza.
Isaac pataleó gritando, luego miró la caída al suelo, y finalmente miró al perturbador rostro de ojos amarillos acercándose a él, riéndose.
Jairo gritó cayendo de regreso al suelo, volvió a aullar de dolor, cuando llegó al asfalto cayendo sobre el costado de su muslo.
—¡Jairoo!— gritó Isaac al escucharlo caer. —¿estás bien? ¿Puedes oírme?— preguntó enseguida, y el diablo volvió la mirada al niño tras él en el suelo.
—¡sí! me duele mucho ¡AH!—gruñó Jairo aguantando tanto como podía y agarrándose las piernas.
—¡huye como puedas!— gritó su amigo en respuesta.
El diablo rojo volvió a mirar a la presa que colgaba de cabeza en su mano. —…¿te atrevéis a subestimarme maldito cerdo Sintíente?…— le destellaron los ojos furioso, y su voz retumbó tan profundo como en la mente de Isaac, el monstruo lo tiró al suelo lastimándole las rodillas.
—¡corre!— le gritó Jairo con voz quebrada.
Isaac se puso de pie a duras penas, pensó en correr hacia su amigo, y una vez juntos: escapar del monstruo fuera de la residencia. Cuando lo sorprendió sentir las manos del diablo rojo atravesar su barriga y apretar algo muy dentro de él.
Isaac gritó a todo pulmón, sintiendo un dolor como nunca en sus órganos, le quemaba y le ardía a la vez.
—¡NOOOO!.... ¡Déjalo!— escuchó que Jairo gritaba.
—¡Cuánto, cuánto miedo Isaac!...¡y verás, claro que verás!... a donde vayas llevarás tu pérdida, culpa y sufrimiento… como una peste que brota, como una virosis en este pueblo de condenados…y después de matar a todos los que amas… yo… me quedaré… contigo— prometió con aquella horrible voz enojada al tiempo en que sacudía a Isaac, todavía con sus manos dentro de su abdomen. El niño no paraba de llorar tratando de zafarse de las manos ensangrentadas que lo parecían querer destripar, ya ni podía emitir sonido del dolor que lo abordaba.
—¡Déjalo!— gritó de nuevo Jairo tras ellos, tratando de acercarse con ayuda de una sola muleta.
El diablo rojo, todavía más ofendido: sacó una de sus manos del cuerpo de Isaac, y luego lo dejó caer sobre el asfalto sacando la otra mano, mientras volvía la mirada al otro niño, emitió un gruñido y extendió sus brazos y manos amenazantes, cuando se empezaron a encender algunas luces en las ventanas de los edificios.
El diablo rojo se detuvo contemplando a su alrededor, al tiempo en que ya se escuchaban las voces de los residentes reclamando por la bulla… aquellos niños habían logrado robarle el tiempo y alertar a los demás.
Furioso, aquella cosa se agachó tomando impulso, y en paralelo; de su espalda brotaron unas vulvas palpitantes de carne que se rompieron y se convirtieron en unas grandes, y huesudas alas rojas parecidas a las de un murciélago… el Diablo Rojo saltó y alzó el vuelo sacudiendo sus alas, se apagó aquel circulo de fuego sobre el asfalto y el diablo rojo voló rumbo a la oscuridad en la noche.
Jairo inmediatamente, corrió como pudo hacia su amigo con ayuda de una de sus muletas… lo ve tirado en el piso, y sospechó lo peor.
Una vez a su lado le sorprende encontrar; que aunque su ropa estaba rasgada como prueba de que las manos de aquel diablo habían atravesado hacia el estómago de su amigo, éste: no tenía rastro de sangre por ningún lado.
—Pero…¿Cómo?— dijo para si mismo revisando el cuerpo de su amigo, y sintió el tacto de unas marcas bajo las costillas de Isaac.
—¡Isaac!...¿Isaac me oyes?— lo sacudía su amigo, tratando de hacerlo reaccionar, sus ojos comenzaban a llenarse de lagrimas pensando que quizás el monstruo había cumplido su promesa, y había arrastrado el alma de Isaac al Infierno, cuando su amigo reaccionó apenas emitiendo un quejido, Jairo recuperó el aliento y sonrió. —¡si!...¡estás bien, Loco!— volvió a decir esta vez dejando salir sus lagrimas con alegría.
Pero, un par de adultos de la torre “G” y otro par de la torre “H” llegaron al estacionamiento en ese momento.
—pero ¿qué está pasando aquí? ¿Cuál es el escándalo?— preguntó un hombre de baja estatura que salió del G.
—¡parecían vándalos!— se quejó una mujer algo mayor, que estaba junto al hombre.
—¿Qué tiene el hijo de Misael?— preguntó el hombre cuando llegó junto a ellos, seguido por los otros vecinos que se iban incorporando.
—eh, eh… yo… solo…nosotros…— tartamudeó Jairo sentado junto a su amigo y buscando a su alrededor con la mirada, pensando en que decir.
—¿Jairo?— lo reconoció la Sra. Margarita (la madrina en Santería de su madre adoptiva) —¿están bien? ¿Qué haces en la calle tan tarde? ¿Qué está pasando?— le preguntó la enorme mujer, revisando al niño de las muletas.
—nosotros solo jugábamos, fuimos al lugar de las morocotas…— contaba Jairo nervioso.
Su amigo Isaac, que estaba siendo levantado ligeramente del suelo por sus vecinos, reaccionó mascullando en un tono de voz inaudible. —…Isaac— dijo Jairo, y se incorporó junto a su amigo nuevamente, quien comenzaba a temblar levemente. Jairo podía Ver como si perdiera aquel aura brillante que siempre lo rodeaba…sujetó la mano de Isaac sintiéndola fría, y los adultos a su alrededor miraban aquel gesto e intercambian miradas de desagrado.
—no te quedes en la oscuridad Isaac— susurró Jairo recordando aquel frio mientras sentía que moriría.—…escucha mi voz Isaac, regresa— le pidió.
—Jairo… — dijo la mujer, cuando se volvió a acercar al niño de ojos grises.—… ¿Qué fue lo que pasó?— preguntó de nuevo.
—estábamos jugando, le dije para ir a ver si encontrábamos morocotas… cuando…— contaba Jairo nervioso, entonces vierin llegar a la madre de Judy junto a la señora Ana, y más atrás al señor Misael ( Los padres de su amigo) notó que miraban sus manos juntas, así que Jairo la soltó y luego dedicó una mirada a la madre de Isaac, quién se hizo frente a ellos agachada, con bastante preocupación.
—¡Isaac!— dijo ella casi sollozando lista para cargarlo, cuando sus vecinos le advirtieron que no lo moviera.
—…es mejor esperar a los paramédicos, parece que se golpeó— aseguró la Sra. Margarita.
—¿Qué fue lo que pasó?— preguntó nerviosa revisando a su hijo que volvió a reaccionar a las caricias de su madre.
—pues…— dijo Jairo, y los padres de Isaac clavaron sus miradas en él. —…estábamos buscando morocotas… y  de repente…eh…—Jairo miró el rostro de todos y sabía que no le creerían.—… Aparecieron unos hombres…. —mintió, no le quedaba de otra.
—¿unos hombres?— repitió alguien entre los adultos.
—…sí, tenían palas y eso… y nos querían llevar…— respondió el niño de la muleta todavía temblando, y sin saber que otra cosa decir.
—¿QUÉ?— replicó la madre de Isaac frente a él.
—…pero Isaac se resistió, él…— saltó Jairo, y luego dedicó una mirada a su amigo.—…él logró zafarse y volvió por mi… lo… los confrontó— terminó aquella mentira aunque la sintiese real en cierta forma.
—¿Qué cosa?— volvió a replicar la madre y dedicó una mirada a su hijo, sujetándole la cabeza según la posición en la que le colocaron las manos.— pero ¿Qué le pasó a Isaac?— preguntó de nuevo, mientras algunos murmuraban tras la multitud.
—es… es que uno de ellos lo levantó del suelo y lo tiró contra el piso— Jairo volvió a mentir, ya estaban temblándole las piernas.
—ay, Dios quizás se aporreó la cabeza…¡Misael!— chilló la madre y volvió la mirada a su esposo atrás de ella.
—llévalo al hospital— dijo en respuesta con voz seca.
—¡ya han llamado una ambulancia!... vienen en camino ya— le notificó la señora Judith con voz seria junto al hombre.
— Ah, ¿ya llamaron?— respondió Misael.— … gracias, señora Judith…— luego dedicó una mirada a su esposa y su hijo. —… ¿te bajo la cartera o algo?— le preguntó a su esposa manteniendo aquella tranquilidad.
Su mujer le dedicó una breve mirada, y luego siguió acariciando a su hijo desmayado en el asfalto. —sí, tráeme la cartera está colgada en la litera.— respondió al fin.
Algunos minutos más tarde, llegó la ambulancia donde Isaac y su madre partieron rumbo al Hospital. La comunidad vio al señor Misael despedirse y retirarse enseguida al apartamento, y tras algunos minutos de comentar entre ellos, se despidieron. La Señora Margarita se acercó a Jairo cuando ya todos se iban.
—¿de nuevo en la calle sin permiso Jairo?—le preguntó al niño sarcásticamente. Este la miró con ojos de borrego, sin responderle mientras se acomodaba sobre sus dos muletas.
—¿Y MI PERRO?—  saltó de pronto el niño recordando, la mujer se asustó al instante y vio que aquel niño empezaba a silbar y llamar por el estacionamiento. —¡AZABACHE!¡AZABACHE!— cuando lo encontró tirado en el suelo cerca de la camioneta abandonada, parecía estar despierto, pero solo movía sus patitas delanteras.
—¿estás bien Azabache?— le preguntó Jairo agachándose con dificultad para cargarlo. Este reaccionó levemente chillando un poco debíl.
—¿lo encontraste?— preguntó la señora Margarita acercándose tras él. —¿Qué le pasó?— preguntó de nuevo cuando vio al perro Pinscher actuando un poco extraño.
—lo lastimó…— balbuceó Jairo preocupado, poniéndose de pie cargando a su perro con ayuda de la vecina. —… ellos lo golpearon.—
—pobre animal…ven llévalo al patio de mi casa y ahí lo atiendes, ya le llamaré a tu madre y le avisaré que te quedarás a dormir en mi casa.—  dijo la Sra. Margarita.
—¿ya mamá sabe lo que pasó?— preguntó Jairo algo preocupado al respecto.
—sí, tranquilo…  y no creo que tenga problema con que te quedes en mi casa  esta noche— respondió la mujer.

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