CAPÍTULO 3

Entré en el baño y cerré la puerta. Me aseguré de que no hubiese nada más. Al menos estaba sola. Necesitaba unos minutos de paz. Necesitaba pensar.

Habían pasado tantas cosas. Tanto dolor acumulado que ya me dolían los huesos. Solía llorar en la soledad de mi cuarto. Nadie me escuchaba más que el propio silencio.

Mi madre se pasaba horas y horas fuera de casa. Era médica y por esa razón tenía que cubrir muchas horas de guardia, en las que yo me quedaba sola. Papá había muerto años antes de que comenzaran los abusos. Quizás con él vivo todo hubiese sido distinto. Pero ya no tenía sentido preguntarse qué hubiese sido, mi vida era esta, me gustara o no.

Me miré en el espejo, concentrada en mis ojos marrones. Hacía tanto que la vida se les había escapado y ni siquiera mi propia madre lo notaba. Ella no me conocía, y yo tampoco la conocía. El poco tiempo compartido cobraba su venganza distanciando a las personas. Ese era el caso de mi madre y yo. Dos mundos en una casa.

Cuando empezaron los maltratos por parte de mis compañeros, pensé en decírselo a mi madre. Lo pensé tantas veces que había noches en las que no lograba conciliar el sueño sin poder decidir qué debía hacer. No quería ocasionarle problemas, no quería ser un peso más que ella tuviese que cargar. Ya tenía suficiente con la muerte de mi padre, la cual aún no podía superar.

Así que decidí guardarme todo. En el baúl de mi alma apilaba cada una de las palabras, burlas, malos tratos, insultos, que recibía día a día. Las guardaba y aceptaba en silencio, al punto que llegué a creerlas. Creía lo que me decían, y lo creía tanto que comencé a lastimarme. Me lastimaba para dejar salir lo mucho que todo eso me afectaba, me lastimaba porque era demasiado cobarde para hacer algo que parara lo que me hacía mal.

Era cobarde. Hasta ahora.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top