Pedacito de cielo
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El rubio ceniza se encontraba mirando a su mujer dormitando, mientras acariciaba la cintura desnuda de esta, ya que solo dormitaba la misma con un short y top negro de licra sin tirantes, prácticamente casi desnuda. Era tremendamente sexy, tentadora y dulce, la única que lo volvía loco.
Aunque hace unos meses la había notado un poco mas rellenadita, con ojeras bajo los ojos y palida, exactamente tres malditos meses. Algo le ocultaba su mujer, y lo estaba matando.
Iba seguir con sus recuerdos pensativos pero la misma suavemente había empezado a despegar sus párpados cerrados, para despertar y dejar a la visto aquellos ojos ambatinos que lo atrapaban, dejándolo tranquilo, junto a esa sonrisa que le regalaba.
—Buenos días, mi rubio.
Bakugo tan solo la correspondió con un robo de besos de esos labios que tanto amaba, no siempre le salía ser cariñoso en las mañanas, por sobretodo cuando esta le ocultaba cosas, algo que odiaba, y lo descubriría ahora.
—Dime de una vez, porqué has estado asquerosa y horrible en estos meses. —exigió.
La chica de cabello negro se sorprende al ver como él se había dado cuenta que algo andaba mal con ella. Trago saliva, pero su estómago parecía un caos.
—Yo... Ugh...
Solo eso pudo decir antes de salir a trompecones de la cama, corriendo hacia el baño, para luego escucharse, el ruido del plástico del inodoro chocar contra el de acrílico. Bakugo no perdió tiempo en reaccionar e ir tras ella, pero al verla tener arcadas sacando mierda, y verla debilitarse era algo que realmente lo preocupó.
—¡Joder!
Sin más agarró suavemente y rápido el cabello de su mujer, evitando así que interfiera en el camino de la mierda que quitaba de su estomago. Con delicadeza y expresión preocupada le dejaba caliciar en la espalda, dejando en claro que estaba allí.
Una vez que acabó Nunchi cayó sobre su trasero debilitada por suerte el rubio ceniza estaba cerca, había detenido una casi caída y la había recostado la pared suavemente, mientras con agarraba papel, limpiando el rostro de su contraria con suma seriedad y preocupación.
—Lo siento...
Susurra la ojiambarina con tono débilmente, mientras Bakugo chasquea la lengua inquieto.
—No tienes por qué, maldita perra.
—Cuánto amor, gracias se agradece tu dulzura, idiota.
El rubio tan sólo la mira con ganas de matarla, pero se contiene.
—Ahórrate, no estoy de humor.
Sus palabras rudas de su esposo la hicieron suspirar, por lo se acerca hacia él, lo empuja haciendo que caiga sentado, de sus manos sale humo, mas sólo un movimiento basta para dejarlo desarmado. Se mete entre sus brazos, sentandose en su regazo, acurrucando en él, refugiándose.
—¿Qué haré contigo, Ai?—suspira.
—Cuidarme, estoy cagada de miedo, maldita s-sea —solloza al último momento.
El rubio ceniza la abraza como su pequeña bolsa de papas, y le acaricia la espalda, mientras le susurra al oído.
—Estaré contigo, hasta el último momento de mierda.
La pelinegra se abrazó fuertemente de su rubio, temerosa de confirmar sus sospechas. Pero ahora sabía que al menos no caería sola en la mierda.
[...]
Al día siguiente ambos tenían enfrente los resultados de la prueba de embarazo, la pelinegra temblaba, sus ojos se encontraban perdidos en la prueba, con manos temblorosas. Katsuki la atrajo bruscamente hacia él, sacandola del estado de estupefacción.
—Joder, vaya maldita sorpresa.
Murmura sintiendo una euforia correr por las venas de su corazón, que esta acelerado, nervioso. Pero una sonrisa firme con ojos con lágrimas en cada uno.
—Serás padre...
Las pruebas tiradas en el suelo, que eran como cinco, daban positivo. Estaba embarazada.
—Me siento como el puto amo, joder. Le ganamos a Deku. Te amo tanto, maldita sea.
La pelinegra se voltea a mirarlo, y con lágrimas de felicidad como miedo, sonríe al verlo así. Hasta llorando de felicidad era orgulloso, no dejaba caer ninguna lágrima.
Estaba seguro que el miedo recorría el cuerpo de su marido, ya que lo sentía tenso, pero su mirada rojiza era de puro amor, mirándola.
—Está vez, si seremos felices.
Al escuchar decir aquello con esa mirada, le recorrió un escalofrío, y un sollozo terminó por llenar el ambiente de júbilo.
[...]
En los últimos tres meses, luego de juntos consultar la revisión y matutina rutina de visita a la ginecóloga, había sido suficiente para levantar las bromas vergonzosas de Bakugo hacia su esposa, quien solo le tiraba la almohada ante cada una.
•••••
《Cuarto mes de embarazo》
—Mujer te estás convirtiendo en dálmata, ¿dónde está mi señora Bakugo, uhm?
Decía el rubio ceniza al estar besando ese vientre en el que llevaba a su futuro hijo. Mientras notaba algunas o muchas pecas y mucho, lunares.
—¡Idiota! Muérete.
Le tira una almohada y él muy imbécil la agarraba sin dificultad, riendo a carcajadas. Un rubor se nota en las mejillas blancas de la mujer de cabellos negros, con la cintura desaparecida y las caderas empezado a redondearse, pero la incipiente tripa aún no resultaba molesta.
••••
《Quinto mes de embarazo》
Se escucha caer un vaso en la cocina justo cuando Bakugo llega a la casa luego de trabajar.
—¡Ah! ¡A la mierda!
Al escuchar aquello el rubio corre alarmado y preocupado, pero tan solo ve a su mujer con cara asustada como el resto del vaso en el suelo. Mientras la pelinegra tenía posada su mano en el vientre.
—Maldita, ¿ahora porque te has asustado? —pregunta extrañado.
—El bebé, es lo que me pasa. Es igual de intenso que el padre.
Bromea saliendo del pequeño susto, evade el vaso con cuidado, y al ver que su rubio tenía las cejas fruncidas de no entender ni un carajo. Agarra la mano de su contrario, y la posa sobre su vientre, confundiéndolo mas.
—¿Que pas-...?
Preguntó a medias, pero un escalofrío recorrió su cuerpo, al sentir un golpe justo en el bulto de su mujer. Tragando saliva, mirándola asombrado con aquella mirada rojiza.
—Bienvenido a casa, che corazõ. ¡Sé feliz, te ha dicho "...hola", nuestro bebé!
Bromea con lágrimas en los ojos, Nunchi, mientras el rubio mira con adoración el vientre para dar un beso corto justo donde sintió la patadita del bebé. Mientras abraza a su mujer, reconfortándola y besando su frente, mientras con la mano acaricia el vientre.
—Los amo, familia.
Corto, seguro y sencillo, eran esos tiempos en el que Bakugo katsuki admitía su amor por la familia que se iba formando.
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《Sexto mes de embarazo》
—Creo que te abandonaré, Bakugo.
—¡¿Ehhhh!? ¿Qué dices mujer?
—Me quedaré viviendo en el baño, ¡joder! Odio ir a hacer pis, cada coño minuto.—dice saliendo del baño mientras se recostaba en el marco de la puerta.
—Ugh... No me molestes con esas mierdas, ven acá.
—Ya era hora que te hicieras cargo de mi... —se acerca y lo abraza, pero la pancita los separa, formulando un puchero entre sus labios.
Ocasionando que el rubio ceniza se carcajee, y de igual manera bese a su mujer.
—¿Quién diría?, nuestro hijo intentando separarnos. Muy equivocado, ella es mía. —dijo infantil y con voz ronca.
Logrando que así su mujer se relajara, para empezar a reír.
[...]
—Ven aquí, mi vaquita de leche.
La mujer embarazada con la panza hinchada de seis meses, frunce el ceño y lo evade lentamente, ya que poco a poco le costaba ser rápida. Sin embargo, aun así, Bakugo la atrajo hacia sí. Besándola. Le decía así ya que en medio de sus antojos de sexo, al pasar sus labios y lengua, por los pechos de su mujer, estos habían amamantado con leche al maduro hombre adulto de Bakugo Katsuki.
••••
《Séptimo mes de embarazo》
—ngh~ katsu~
—Joder, dejarte embarazada ha sido mi mejor hazaña. Se siente tan bien hacerte mía.
Aunque no pudo disfrutar del sonrojo de su mujer ante tal comentario. Ya que el embarazo la dejaba mas agotada que de costumbre luego de hacer el amor, lento pero seguro.
Pero tan sólo entre algunas horas o parpadeos del rubio, nota como su esposa tiembla de miedo. Sabía que la faceta de estar embarazada por segunda vez, era motivo fuerte de miedo, ansiedad. Por lo que la abrazó, besando su cuello, para luego susurrarle al oído.
—Todo estará bien, los protegeré.
Solo aquellas palabras junto a la voz firme y segura, con un deje dulce, había sido el bálsamo capaz de calmarla. Momentos como estos, Nunchi estaba agradecida de tenerlo a su lado.
••••
《Octavo mes...》
—Hey, Bakugo... Nunchi-san, t-tanto tiempo sin verlos.
Un cabello negro con verde, casi afro. Conocido como lechuga parlante o Midoriya Izuku, había llegado junto a su esposa la castaña, con un pancita de cuatro meses, aproximadamente.
—Hola, Ochako-san y Midoriya-san
—Tks... Bastardos..
—Bakugo —le reprocha Nunchi.
—Bien, hola. Tks..—saluda seco, Bakugo katsuki.
—No hacía falta, Nunchi-san -se averguenza la castaña, nerviosa.
Aquel día era el reencuentro y fiesta de ex-alumnos en la U. A. Mientras que la Señora Nunchi Bakugo acaricia su vientre con dulzura, ya faltaba poco. Pero entre que Bakugo amenazaba con matar a Deku, esta se escabuye al ver una cabellera peliceleste.
Uraraka se asusta al no verla, mas al sentir como Bakugo en caos al no verla cerca, pero poco tiempo pasa al escuchar el gruñido de dolor de su mujer.
—Maldita sea.
Corre y la encuentra, en manos de un asustado Shigaraki Tomura, el mismo amigo de la infancia, Tendo Shimura. La mirada de este cruza con la de Bakugo, que logra ver una agua hacia su Nunchi que a su vez gime de dolor por una contracción.
—Malditos viene el bebé, muévanse, joder.—gruñe ante una contracción fuerte.
Grita, pero la sorpresa y temor es tanto, que lo último que ve, es el cielo, un pedacito de cielo.
[...]
Bakugo estaba muy histérico por poco no hace explotar el hospital de los nervios, hace casi una hora que había llegado y su esposa se había desmayado antes del parto, cosa que para los doctores era de situación crítica, ya que debían sacar al bebé y averiguar que era lo que ocasionó que ella terminara así
—Tks... ¿¡Tú, qué haces aquí, maldita mierda!?
El rubio ceniza con ganas de reventar el culo del mismísimo Shigaraki, eran grandes. Por estar cerca de él, su mujer estaba allí.
—Tch... Que fastidio. No sabía que ella no debía recibir noticias fuertes, fue mi error. Tan solo le dije que me iba a casar.
—¿Tú error? ¿¡Imbécil!? Por tu culpa mi mujer y bebé corren peligro, si los pierdo, te mataré —gruñó el rubio ceniza agarrándolo del cuello a punto de explotarle el cuello.
Pero Kirishima y Sero lo detienen mientras que los demas miran la puerta de urgencias que se abre.
—Señor Bakugo Katsuki.
Llama una enfermera, haciendo que lo suelten y este se acerca serio hacia la joven.
—¿Qué pasa con mi mujer y bebé?
—El doctor pide su presencia, su esposa desperto pero esta en crisis nerviosa y en pleno parto. Lo necesita. —explica preocupada la enfermera.
Bakugo no pierde el tiempo, se pone la ropa necesaria, e ingresa llegando hasta su esposa, quien estaba temblorosa pero al verlo su mirada se relaja pero una contracción la hace gruñir.
—A la próxima, te mataré yo, maldito perro, ¡Esto duele!
Bakugo sonríe con diversión al cambiar su humor, da su mano para que ella lo agarre. Diciendo como: "Ya estoy aquí, cálmate". Pero esta al sentir otra contracción le aprieta y por poco siente perder su mano. Pero durante unas horas, ambos se concentran en el parto, y con esfuerzo de tanto pujar, un llanto inunda la sala.
—Es una niña, señores Bakugo. ¡Felicidades, es preciosa!
Dicho y hecho la pelinegra se siente cansada pero llorando al tener a su bebita en brazos, mientras ve a Bakugo perdido entre la escena de ellas juntas, lagrimas caen por sus mejillas, de orgullo y felicidad.
—Mis mujeres más preciosas, ya están a salvo, gracias.
—Un gusto poder ayudarlos, ¿Cómo llamarán a la pequeña?
Pregunta el doctor para ponerle su nombre en la muñeca de su manito. La bebé era prematura pero muy sana, al parecer el gen de Bakugo se hacía presente. Mientras la ponían por si acaso en una incubadora, ambos jovenes se abrazan. Una agotada por el parto y otro al fin tranquilo.
—Se llamará... Arami
—Hiroko Arami Bakugo —agregó Bakugo mientras veía a su hija, durmiendo en la incubadora.
—Cielito grande... Significaría su nombre...—sonríe Nunchi.
—Tus malditas manías se vuelven cursis, pero si, nuestro gran cielo será nuestra pequeña hija.
—Siempre, rubia explosiva.
—Gracias por todo lo que me haz dado Nunchi Riverous —agradece besandola cortamente.
—Te amo, che corazõ.
—No mas que yo, mi Ai.
Fue así como la pequeña hija de ambos héroes había nacido, con ello, una nueva aventura, merecida y divertida para Bakugo y Nunchi.
La pequeña Arami, el pedacito de cielo les traería mas alegría y diversión a la familia Bakugo.
Fin.
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Hasta aquí hemos llegado, espero que hayan gozado, como yo. Gracias a todos por el apoyo y las ganas de seguir leyendo, hasta el último trocito de miel de esta parejita. ¡Felicidad y prospero amor para la pequeña Hiroko Arami Bakugo! ¡Saludos para todos!
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