CAPÍTULO 2
Escuchaste el sonido del despertador y te levantaste de un salto.
Miraste a todo tu alrededor desorientada, hasta que caíste en cuenta que te encontrabas en el salón, dónde anoche te quedaste dormidas en el sofá, por culpa de tu nuevo vecino.
El maldito estuvo haciendo ruidos toda la noche, impidiéndote dormir, por lo que optaste en dormir en el salón, ya que era la única habitación que no conectaba con ninguna pared con la casa de tu vecino.
Te desperezarte y te levantaste hacia el baño para asearte y arreglarte para un nuevo día de trabajo.
Hoy en especial era importante, hoy iríais hacia donde aquella misteriosa nota os conduciría. Así que te encontrabas realmente ansiosa por saber la verdad, si realmente nuestro asesino aparecería a aquella hora allí.
Te bañaste y te vestiste con una falda de tuvo negra, que resaltaba tus curvas junto con una blusa blanca y unos tacones negros, un poco de maquillaje en la cara; algo sutil.
Fuiste hacia la cocina y de nuevo escuchaste unos pequeños golpes en la vivienda de al lado. Aquello te estaba desesperando. Entendías que acaba de mudarse, pero no, que estuviera por la noche arreglando cosas hasta las tantas o a las 7:00 a.m.
Te tomaste un café doble, ya que lo necesitarías, por culpa de tu vecino —por no dejarte dormir como era debido — junto con una pequeña tostada de tomate. No solías comer mucho en las mañanas, no solías tener apetito.
Cogiste tu bolso y algunos papeles, fuiste hacia la puerta, viendo que eran las 7:30 a.m, pusiste la mano en el picaporte de la puerta principal, dispuesta a cruzarla, cuando escuchaste abrirse la puerta de enfrente y escuchar un pequeño golpe en el rellano que compartiais. Miraste por la mirilla algo desconcertada y viste a tu vecino con un saco negro bastante grande en el suelo del pasillo comunitario y poco después lo cogió como si fuera un saco de patatas, camino hasta las escaleras y bajó por estas sin ningún problema.
Aquello te dejo extrañada, eso fue realmente raro para ti. Estabais en un cuarto piso, como para bajar algo que parecía pesar demasiado por las escaleras.
Volviste a mirar que no hubiera nadie por la mirilla y saliste rápido de casa, intentando no coincidir con él.
Cogiste el ascensor.
Esperaste con paciencia a que se abrieran las puertas, que nada más abrirlas, sacaste solo la cabeza y miraste hacia todos lados de manera rápida, esperando no encontrarte con él.
Bajaste del ascensor y suspiraste con tranquilidad al no ver a nadie. Cogiste aire y empezaste a andar fuera de la recepción del edificio, hasta que escuchaste como se abrían las puertas del edificio. Y de nuevo aquello ojos grises conectaron con los tuyos, al igual como ayer en la noche. Ninguno dijo nada, él solo los apartó de nuevo y tú te metiste en casa, eso fue lo que pasó ayer, pero ésta vez no, ésta vez te examinó por completo con la mirada de una manera fría y calculadora, aquello hizo, que te diera un escalofrío.
Esta vez iba con la capucha negra puesta de una sudadera amarilla y negra junto con unos vaqueros azules moteados y unos tenis negros e iba caminando con las manos en los bolsillos del pantalón.
Andaste rápido, sin que aquellos ojos grises te dejarán de observar cada movimiento que hacías, era realmente incómodo.
— Buenos días. — Escuchaste por su parte. Te sorprendió su tono de voz tan profundo.
— Buenos días. — Intentaste sonar lo más serena posible mientras pasabas de largo sin ni siquiera mirarle, pero sabías que él lo hacía.
— Los golpes de anoche... — Aquello te hizo frenar en seco y lo miraste. — Siento si te molestaron pero no tenía más tiempo de poner las cosas en su lugar, entro a trabajar temprano y salgo tarde. — Concluyó de decir.
— Bueno, no pasa nada, pero la próxima vez al menos avise de que vaya a hacer ruido, no es el único que se levanta temprano en éste edificio. — Le réplicaste, ésta vez sin quitarle la vista de encima.
Sonrió de una manera que te dio escalofríos. — Esta bien, señorita... — Te preguntó sutilmente por tu nombre. Aquello le estaba pareciendo divertido.
— Vecina del 4°A. — Le respondiste. No ibas a quedar por debajo de él. No ibas a caer en sus juegos. — Si me disculpas, tengo que ir a mi puesto de trabajo. — Tras decir aquello te encaminaste fuera del edificio.
— Nos vemos pronto, vecina del 4°A. — Dijo de manera divertida, observando como desaparecias tras las puertas del edificio.
Vaya payaso. No pudiste evitar pensar por el comportamiento del ojeroso, hacia ti solo hace un par de segundos.
Cogiste un taxis de nuevo. Dijiste tú rumbo al conductor y en menos de 10 minutos llegaste a tu empresa.
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— Entonces el plan es, ir con las cámaras hacia aquella localización e intentar pillar al asesino, ¿No? — Nami fue la primera en hablar, repasando el plan que haríais ésta noche para pillar al asesino.
— Sii, hay que intentar desenmascarar al asesino y llevarlo a la justicia. — Dijo Luffy emocionado mientras se levantaba de un salto de la silla en donde se encontraba sentado.
— Tranquilidad, hay que actuar con cabeza, no sabemos cómo podrá actuar el asesino. — Habló Robin con tranquilidad. — Quizás podría descuartizarnos como a las anteriores víctimas o quizás cosas peores sino tenemos cuidado. — Sonrió tetricamente haciendo que todos los presentes la mirarán con algo de miedo.
— S-Si bueno. — Dijiste intentando evadir el hecho de que Robin fuera tan terrorífica como siempre. — De hecho, Luffy, tú te ocuparas de intentar echarle una foto lo más cerca posible, pero ten cuidado. — El moreno sonrió ampliamente emocionado en su lugar. — Sanji, ocúpate de que Zoro llegue al lugar correspondiente a las 23:00 p.m y cuando lleguen se ocuparán de grabar todo lo que puedan, que las cámaras de seguridad no graben. — Al momento escuchaste como se quejaba el peliverde.
— No me pierdo, son las calles que se mueven solas. — Intentó excusarse, avergonzado.
— Lo que tú digas, cabeza de musgo. Pero por tu culpa tengo que ir a cuidarte. — Rechisto el rubio esta vez.
— ¡¿Cómo dijiste ero-cook?! — Gritó molesto el peliverde.
— ¡Cállense! ¡Y dejen a T/N hablar de una vez! — Contesto furiosa una pelinaranja.
— ¡Como órdenes muy lady! — Contestó el rubio y poco después se escuchó a Zoro molesto, pero ambos callaron y pusieron atención.
— Bien... Cómo iba diciendo... — Recalcaste mientras suspirabas. — Robin y Nami, necesito que os quedéis aquí y reviséis unas cámaras de seguridad que dejaré instaladas con el permiso de la víctima, y me digáis cualquier movimiento raro. — Las miraste y ellas asintieron. — Yo, iré con Luffy. — Miraste al moreno quien asintió.
— ¡Bien, chicos! ¡Vamos a patearle el trasero a ese asesino! — Dijo emocionado Luffy, levantándose de su asiento de nuevo.
Sonreiste ante el entusiasmo de Luffy. — Exacto equipo, vamos a por ese asesino. — Los miraste a cada uno para después ver cómo se levantaron junto con el moreno y tú hiciste igual. — Nada se nos escapa a nosotros. — Sonreiste triunfal.
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El plan estaba ya explicado y listo, las cámaras estaban puestas desde las 17:00 p.m y cada uno sabía lo que debería de hacer. A las 20:00 p.m cuando todos salieron de trabajar fueron a sus casas a descansar antes del gran momento.
Quedaste con Luffy a las 22:30 p.m en que te recogería e iríais juntos hacia el lugar donde presuntamente podría llevarse acabo un crimen.
Bajaste del ascensor y fuiste hacia tu puerta cansada, pero nerviosa por lo que llevarían acabo dentro de un par de horas. Sin prestar atención a nada más que llegar a casa, cenar y prepararte para lo que vendría.
— Volvemos a venir vecina del 4°A.
Aquella voz te puso en alerta y miraste hacia atrás, hacia el sujeto que habló, que bien conocías ya.
— No tengo tiempo de charlas. — Hablaste inquieta, observando como te miraba desde el marco de la puerta principal de su vivienda.
— Tan ocupada como siempre, por lo que he podido observar. — Contestó divertido mientras se apoyaba en el marco de la puerta y se cruzaba de brazos.
— Exacto, si me disculpas. — Te diste la vuelta e introdujiste la llave en tu puerta.
— Que pases buenas noches. — Dijo casi en un susurro e escuchaste como se cerró su puerta a tus espaldas.
Aquello te hizo dar un pequeño salto en tu sitio y miraste rápido hacia tras, viendo como ya no estaba.
Con rapidez abriste tu puerta y entraste, cerraste y apoyaste tu espalda contra la puerta y te dejaste caer hacia el suelo, sentandote en éste.
Aquel sujeto te ponía los pelos de punta. Era realmente extraño. Cuanto menos supiera de ti mejor sería. O eso pensabas.
Miraste hacia tu piso, aún sentada en el suelo y no pudiste evitar ponerte en alerta; unas cuantas cosas estaban por el suelo del pasillo de manera desordenada.
Te levantaste con cuidado de no hacer ruido y cogiste tu teléfono móvil, marcando el número de la policía mientras te adentrabas en tu apartamento con cautela. Observaste muchas más cosas revueltas y tiradas por el suelo. Era obvio que había entrado alguien.
— ¿Cuál es su emergencia? — Escuchaste después de unos tonos a una mujer.
— Creo...que entró alguien a mi departamento, venga pronto por favor. — Dijiste casi en un susurro. — Estoy en el edificio Gran Line, planta 4, piso A.
— Esta bien señora, quedase fuera de casa y espere que llegue una patrulla que acabo de mandar. — Escuchaste como tecleaba aquella mujer en su ordenador mientras te decía aquellas palabras de manera tranquilizadora.
— Bien. — Dijiste por último y te paraste en seco en medio del salón, mientras colgabas la llamada.
Echaste un vistazo rápido al lugar y te diste cuenta que no se habían llevado nada de valor o eso pensabas tú. Hasta que tus ojos miraron hacia tu ordenador y a la mesa, y comprendiste que lo único que se habían llevado era la carta dónde ponía a la hora y el lugar en donde el asesino aparecería.
Comprendiste al momento que todo esto debía de ser alguien que conocía de la existencia de la carta o que hubiera algún topo en la empresa.
Maldijiste y saliste de tu apartamento sin tocar nada, a la espera de la policía. Y observaste como el ojeroso salió también de su vivienda, aquello ya te empezaba a molestar.
— ¿Es que me espías o qué te pasa? — Saltaste enfadada.
— ¿Disculpa? — Se hizo el ofendido pero al momento sonrió fríamente. — Al contrario, quería preguntarte yo lo mismo, siempre me encuentras con las manos ocupadas. — Confesó mientras tus ojos miraban hacia otro saco negro que sacaba de su departamento.
— Si que tienes cosas que tirar en tu departamento. — Replicaste sin quitar tus ojos de aquel saco.
— Por asi decirlo, hay demasiadas cosas en éste mundo que son basura. — Dijo con brusquedad mientras cogía aquel saco como si nada. — Intenté ser amable contigo, pero no me dejaste ni siquiera hablar. Así que por lo que veo te llevaste la sorpresa que intentaba decirte solo hacia un par de minutos, pero como eres tan terca, pues... Ahí tienes. — Puntualizó mientras te escudriñaba con la mirada.
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Bueno bueno, aquí dejo el siguiente capítulo como prometí.
Espero que os haya gustado y nos leemos pronto!
Nyu-Adela.
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