Capítulo 1: Una Bienvenida algo extraña
Salgo del avión con estrés, pensando en distintas posibilidades de lo que podría pasar hoy. Ya he cambiado los dólares en euros en el banco de San Francisco cerca del aeropuerto de allá, así que no me preocupo al pedir un taxi y oír lo que el conductor quiere que pague.
Por medio de la ubicación de mi apartamento, dada por un representante de la embajada italiana, logro llegar a mi nueva casa sin complicaciones. Al entrar, organizo todas las cosas que he traído, las cuales me servirán en mis estudios, al igual que he traído mi guitarra y mi teclado, como también libros e instrumentos para dibujar.
Por la tarde, ya habiendo arreglado mis cosas en el pequeño apartamento, voy al supermercado en donde compro todo lo que me falta, y al llegar de vuelta, me como unos macarrones con queso que preparo algo desganada. Todo esto lo hago sin usar mis sentidos adicionales, pues durante los años he aprendido a controlarlos.
La primera noche en mi nueva estancia es complicada, casi no logro dormir al pensar en la situación que estoy pasando con mis padres aun afuera del país. Me despierta la alarma a las cuatro de la mañana; las clases en la universidad empiezan a las siete, pero me levanto mucho antes para hacer ejercicio, lo cual ya es una rutina diaria para mí.
Después de hacer todas las abdominales, planchas y pechadas, salgo del apartamento ya cambiada con ropa deportiva, a las cinco de la mañana, y empiezo a correr. Voy por las calles extranjeras, admirando la vista y sonriendo ante tal belleza apreciada por mis ojos, los cuales pueden ver hacia mayores distancias, que ojos normales no pueden observar. Al cansarme, me detengo en un parque muy cerca de mi apartamento, aquí me siento en una banca y descanso, bebiendo agua y pensando en todo lo ocurrido últimamente.
El parque está muy solo, como es normal por la hora. De repente me sorprendo al ver a una joven, que por mi sentido de la vista logro notar, es castaña y de ojos azules, se halla parada cerca mío buscando algo en su bolso, parece distraída y preocupada, más por alguna extraña razón, mis sentidos no lo verifican. La castaña parece tener veinte años al igual que yo, y es al parecer un poco más baja. Con esto prosigo a preguntarle:
- Buenos días, ¿puedo ayudarte en algo?
- A, ¡Hola!, no gracias estoy bien, solo estoy buscando algo- La chica voltea asustada y algo intrigada, contestando sorprendida y con una sonrisa.
- ¿No puedo ayudarte a buscarlo? - digo parándome de mi asiento.
- Lo encontré ya, muchas gracias- dice procediendo a sentarse, haciendo que yo lo haga igual.
Que extraño, ¿Por qué no puedo percibir a esta chica?, me pregunto tratando de usar mis sentidos con ella. Ambas comenzamos a mirarnos intrigadas en lo que la otra está pensando, sin antes conocernos. Por lo tanto, rompo el silencio con una pregunta:
- ¿Cómo te llamas, y quién eres?
- Me pregunto lo mismo de ti.
- Yo soy Elizabeth Camilleri, una chica nacida en San Francisco, y de descendencia italiana, mucho gusto.
- Que casualidad encontrarte aquí...- susurra muy bajo para que una persona normal la oiga, pero mis sentidos me permiten escucharla.
- ¿Encontrarme? - pregunto asustada.
- No, nada olvídalo...- dice moviendo la cabeza- Yo soy Alice Palma, llámame Ally, y nací pues... aquí, soy de Florencia e iba de camino a la universidad, pero se me había perdido un documento.
- Entiendo, ¿por eso estas aquí a estas horas? – pregunto mirando al vacío lugar.
- Si, vivo lejos de aquí... me tengo que ir disculpa- dice algo preocupada caminando hacia la salida del parque.
Algo dudosa de lo ocurrido, me dirijo de nuevo hacia mi apartamento, sabiendo que ya se me hace tarde para la primera clase en el Instituto de Florencia. Decidí estudiar arquitectura, pues es una carrera que me ha llamado la atención desde pequeña.
Ya bañada, me visto con mis jeans rotos, una camiseta blanca, con el símbolo de la NASA, con las mangas dobladas, una chaqueta negra y unos converse comprados desde el anterior año. Salgo sin comer, pues nunca me ha gustado desayunar temprano, y dirijo mi marcha a pie. El camino es rápido, la universidad queda a una milla de mi nuevo hogar así que logro llegar a esta, treinta minutos antes de que las clases inicien; además de que puedo caminar a largas distancias en poco tiempo, todo es parte de las extraordinarias habilidades en educación física que descubrí hace aproximadamente una semana.
Al llegar, ya habiendo amanecido, logro apreciar cada parte del instituto, maravillada por cada cuarto que observo y por la estructura del edificio. Mi primera clase queda cerca de la biblioteca, por lo tanto, para distraerme mientras es hora, entro en este gran salón intrigada en su contenido. Mis ojos se maravillan viendo el espacio que ocupa la habitación, lleno de libros conteniendo historias extraordinarias, y vidas con anécdotas que contar.
Observo con mis habilidades, un libro al final de la habitación, el cual está titulado como "Inmortales en el mundo", e interesada por su contenido, me acerco a agarrarlo para luego acomodarme en un sofá y comenzar a leer.
En primer lugar, leo su sinopsis delicadamente y sin el uso de mis hábiles sentidos. Una tierra reinada por mortales desde su creación, con misterios y secretos, sin ser descubiertos; con habitantes ocultos entre humanos, los cuales nadie conoce en realidad, habitantes con distintas vidas, vidas que nunca acaban..., con esta información mi curiosidad aumenta, y me pierdo en la lectura del libro. Este introduce el pasado, tiempo en el que los mortales no habitaban la tierra, en donde narra la historia de diversos personajes los cuales bajan al planeta con un propósito, el cual no es explicado, al igual que no se describe el origen o la especie de estos seres.
En medio de la lectura, el cronometro de mi celular me anuncia, con un sonido personalizado, que ya es hora de mi primera clase. Cierro el libro tomado y lo guardo en mi mochila, con permiso de la bibliotecaria, para llevármelo a casa y leerlo. Entre tantos pasillos, logro llegar a un gran salón, uno de tantos en donde pasare aprendiendo de arquitectura el resto de la universidad. Procedo a sentarme en uno de los últimos puestos que quedan, en las últimas filas y en un asiento en frente del pizarrón.
La clase me parece muy entretenida, es materia de dibujo y me animo a que un día esta será mi carrera deseada. Un sonido aturdidor me desconcentra, este es indescriptible y muy ruidoso, pero al parecer nadie lo nota, pues al ver a mi alrededor, todos siguen concentrados en su trabajo, estoy oyendo ruidos de otro lado, debería controlar mis sentidos. El sonido continúa, y me doy cuenta de que proviene de mi derecha, al voltear, me sorprendo al ver a la chica del parque haciendo garabatos en un papel con una mano y tapando sus oídos con la otra. Parece estar cansada y aturdida, al parecer ella si a oído el sonido.
- Eres tú, ¿Qué haces aquí? - le pregunto a la chica algo intrigada, provocando la reacción inmediata de esta al voltear su cabeza sin mayor sorpresa y verme a los ojos sin interés.
- Estudio aquí, no comprendo el porqué de tu asombro. - Responde desinteresada.
- Es que me sorprende el verte, después de nuestro encuentro en el parque. - respondo algo incomoda, con la curiosidad de que me haya seguido.
- Eres graciosa- dice riendo sarcásticamente- el haberme encontrado aquí no implica nada de lo que piensas.
- Nadie dijo de que pensaba en una razón para juzgarte, tan solo me pareció coincidencia. - afirmo esto pensativa ante su conocimiento sobre lo que si había pensado.
- Di lo que quieras...
La chica ahora con nombre, Ally, me sigue mirando perdida en sus pensamientos, y en eso mi mente viaja a una memoria olvidada, extraña, que se centra en una joven cuyo rostro no distingo, la cual se halla gritando mi nombre... más después todo vuelve a la normalidad. La castaña sigue con su mirada puesta en mí, y yo me encuentro con la duda del origen de ese recuerdo. Me distrae entonces, el sonido que he venido escuchando desde que entre al salón.
- ¿Tú también oyes ese sonido? - le pregunto a la chica al ver la mano que aun tapa su oído izquierdo.
- ¿Te refieres al sonido de tu irritante voz que no para de hacerme preguntas? Pues si- responde con una ceja arriba.
- No hablo de una voz, sino de un sonido extraño- digo indignada.
- No es extraño para mí, y no lo debería ser para ti- dice volviendo su rostro al papel y su mano a escribir en él, ahora haciendo unos símbolos raros.
- Según veo somos las únicas escuchándolo ¿Por qué no sería extraño? - interrogo de nuevo.
- ¿No te cansas de hacer preguntas? – pregunta destapando su oído.
- Podría hacerlas todo el día.
- Eres una chica interesante- dice con una gran sonrisa por primera vez, la cual me parece muy atractiva. Eli, concéntrate en pensar en lo que pasa aquí. – Solo has de estar imaginando cosas, es cierto que es aturdidor, pero eso no quiere decir que para todos lo sea.
- Pero entonces...
- Ya, basta, solo no interrogues, ya te respondí, confórmate con eso – responde recostándose en su silla y arrugando el papel.
Me doy cuenta que el sonido ya ha dejado de sonar, y veo como Ally tira el papel arrugado en un bote de basura. Al ver que esta empieza a prestar atención a la lección, yo hago lo mismo y no le hago mucho caso al asunto. Eso es hasta el final de la clase. Salgo del salón sin mirar a la castaña y sin dirigirle la palabra, concentrada en entender el recuerdo que tuve hablando con ella. La chica parece haber despertado algo en mí, un pasado oculto.
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Hola, primer capitulo listo. Espero les guste esta nueva historia que tanto he deseado publicar. Los capitulos son largos, por lo cual se publicaran cada semana.
Y como siempre apoyen Solo dime que me amas hoy subire nuevo capítulo por si quieren ir a verlo.
Hasta entonces <3
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