Capítulo 21
Después de varias semanas de recuperación en el departamento de Lucas, Ariel comenzó a tener mayor autonomía en sus actividades diarias. Ya no necesita que Lucas la ayude en todo, incluso, podía hacer pequeñas tareas domésticas, como lavar los platos o doblar la ropa, siempre y cuando no resultara muy pesadas.
Sus lesiones habían sanado casi por completo, y solo quedaron pequeñas molestias que le recordaban lo que había pasado.
Lucas se sintió orgulloso de lo lejos que había llegado en su recuperación, y también se sintió agradecido de poder estar allí para ayudarla en lo que necesitara, regresando al trabajo al terminar sus vacaciones.
El estado emocional de Ariel en todo aquel tiempo no había decaído, gracias a los cuidados de su amigo y el amor de su familia, que cada tanto le visitaban.
Después de las insistencias de Solange, Ariel accedió a qué le viera, siendo una visita emotiva, dónde pasaron largas horas charlando en privado. Las visitas de su amiga se volvieron a repetir, y ahora, Ariel las esperaba con alegría.
Cómo lo prometió, Lucas le entregó un espejo para que pueda ver su reflejo al desaparecer las marcas de golpes en su pierna.
La imagen proyectada de Ariel, era la misma que antes, solo que ahora su reflejo era más pálido, desaliñado y con una pequeña cicatriz arriba de su ceja izquierda, nada que no pudiera arreglar el maquillaje.
Durante una apacible conversación en la terraza del departamento, mientras degustaban algunos aperitivos y disfrutaban del momento, Lucas le mostró a Ariel una fotografía que tomó con su celular, del día en que la llevaron al hospital. Quería que comprendiera por qué nadie deseaba que se viera en ese estado.
La aterradora fotografía hizo temblar a Ariel, que no pudo contener una lágrima que rodó por su mejilla. Ahora, al comprender, solo podía agradecer que no le permitieran verse así.
Ariel había progresado significativamente en su recuperación, sin embargo, todavía tenía que asistir a sus citas médicas regulares para garantizar que todo estuviera en orden, dado que aún llevaba puesto el yeso en su antebrazo derecho, pero solo faltaban unas pocas semanas para que se lo retiraran. Afortunadamente, ya podía volver a trabajar en la oficina.
Finalmente llegó el día en que Ariel pudo regresar al trabajo. Después de semanas de ausencia, se sintió un poco intranquila por ver a sus compañeros, pero a la vez emocionada por retomar sus labores.
Cuando entró a la oficina, fue recibida con aplausos y abrazos por todos sus colegas, quienes le habían preparado un pequeño desayuno para celebrar su regreso. Se emocionó al ver el gran cariño y apoyo que le brindaron, sintiendo que de verdad había formado una familia en ese lugar.
Durante todo el día, Ariel recibió muestras de cariño de sus compañeros, quienes se acercaban a ella para hacerle preguntas sobre su recuperación y para expresar su alegría por verla de vuelta.
La jornada laboral transcurrió con normalidad, pero con un toque de alegría y camaradería, que la hizo sentir muy especial.
Al final del día, Ariel experimentó una mezcla de sentimientos contradictorios. Por un lado, se estaba satisfecha por haber retomado a su trabajo y cumplir con sus responsabilidades, pero al mismo tiempo, una sensación de amargura y un profundo vacío interno la invadió. Los cuidados y cariños de Lucas la hacían sentirse amada y especial, pero también, alimentaban su amor no correspondido, lo que aumentaba su dolor emocional.
Lucas había regresado al departamento esa tarde, después de haber ido a comprar en un mini market cercano.
—Ariel, ven. Traje alitas de pollo para hornear ¿Preparas de esa salsa agria que te queda tan bien? —dice desde la cocina.
Pasó un momento en que Lucas no recibió respuesta, así que acude a la habitación de Ariel, ya que no debía de haberle escuchado, sorprendiéndose al ver que ella estaba empacando sus pertenencias.
—¿Qué haces? —pregunta sorprendido Lucas.
—Ya me encuentro mejor, así que no hay motivo para que siga incomodándote. — responde sonriente.
—Eso no es verdad, jamás podrías incomodarme.
—No sé cómo agradecerte todo lo que has hecho y sigues haciendo por mí, creo que me faltará vida para compensarte.
—Agradéceme quedándote. Me alegra tenerte aquí, porque siempre tenemos algo gracioso de que hablar.
—No lo entiendes. Ya no puedo seguir quedándome aquí.
—¿Extrañas tu departamento? Podemos regresar a verlo, pero aún considero que no estás del todo recuperada, no al menos que retiren el yeso.
—No es por eso... —Ariel ya no podía retener el cúmulo de emociones, lo que le oprime el pecho y le presionaba la garganta, obligándose a sí misma a no llorar, pero su voz salía muy aguda y su saliva se volvió espesa y formaba hilos. —Ya no puedo estar contigo así, me es tan dulce, y amargo a la vez.
—¿Por qué dices eso? ¿Hice algo mal?
—No, por el contrario. Eres tan cariñoso y bueno, que me es difícil no verte con otros ojos que no sean de amistad. Me pediste que no confundiéramos esto con algo más, pero me es tan difícil no enamorarme de ti todos los días. Por eso, me quiero ir, para no seguir alimentando estás vacías esperanzas que son tan incómodas para los dos.
Ariel comenzó a llorar, mordiendo sus labios para detenerse, secando sus ojos, para continuar empacando su ropa.
Lucas presionaba sus manos, sin poder reaccionar, mientras se sumergía en una lucha interna que lo hacía alejarse de la realidad. Se encontró en una encrucijada, tratando de discernir cuál era la mejor opción; lo correcto, lo que realmente anhelaba y lo que debía hacer.
—No quiero hacerte sufrir, pero tampoco quiero que te vayas, porque tu compañía me alegra.
—No quiero perder tu amistad —responde Ariel, cerrando la maleta.
—Eso jamás pasará. Por favor, quédate.
Ariel niega con la cabeza, tomando de la maleta para bajarla de la cama, siendo asistida por Lucas.
—No me retengas. Eso solo me provoca más tristeza, porque me hace querer creer que también me quieres, como algo más que un amigo.
Lucas le miraba con tristeza, apretando sus dientes, al querer dejar escapar palabras que una parte de él, aún no estaba listo para emitirlas.
—Al menos, déjame acompañarte a tu departamento, para asegurarme de que estarás bien allí.
Lucas acompañó a Ariel hasta su departamento, asegurándose de que estuviera segura, y de que tenía todo lo que necesitaba. Después de despedirse con un abrazo, Lucas caminó de regreso a su hogar, pero a medida que se alejaba del edificio, sintió un vacío en su corazón y una tristeza que lo invadía.
Sus pensamientos se mezclaban en su cabeza, recordando cada momento que había pasado junto a ella. Por un lado, sabía que debía mantener una distancia y respetar su decisión, pero, por otro lado, su corazón latía con fuerza al pensar en Ariel.
Finalmente, llegó a su hogar y se recostó en su cama, con la sensación de estar incompleto sin la presencia de ella en su departamento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top