SE CORRE EL PESTILLO

— ¿Se puede saber a qué se debe el honor de su visita señor Hung? — Evelyn le ponía a esas palabras una dosis extra de ironía.

— Mi psiquiatra me dijo que uno de los pasos para poder sanar y continuar es enfrentar a la persona que me dañó, escuchar su versión de los hechos. Que así también podré perdonarme y aceptarme — largó sin más prólogos el chico. Se lo notaba extremadamente nervioso; eso no distaba que Evelyn también lo estuviera, pero ya habían pasado cerca de diez meses de lo que ocurrió entre ellos.

Para él fue una pesadilla; ella seguía pensando que solo se había tratado de luchar por ese amor que con tanta devoción y vehemencia le dedicaba pero, una vez más, cuando la cordura se hacía presente (cada vez en menos fogueos) volvía a preguntarse: "¿fue realmente amor lo que sentí por Joseph?" Eso la atormentaba aún más.

Joseph la miraba desconcertado del otro lado del vidrio, mientras ella se había abstraido tratando de buscar en sus memorias cuándo había comenzado a perder el control de su psíquis por ese hombre que ahora volvía a tener frente de sí.

De inmediato su mente la transportó hacia la calle principal de uno de los suburbios de la ciudad. Evelyn se veía caminando hacia la entrada de un caserón viejo que estaba destinado a ser remodelado para el confort de una familia que hacía poco la había adquirido. Ella era la arquitecta encargada de las refacciones y debía evaluar las condiciones del inmueble antes de comenzar a trazar los planos y poner en marcha la obra.

Se podía observar desde afuera que la estructura edilicia era exquisita, aún cuando el tiempo hizo estragos en ella.

Ingresó al interior de ésta; consideraba que evaluar tanto dentro como fuera de la propiedad era efectivo a la hora de realizar los informes de reparaciones, reconstrucciones y riesgos. Todo ese combo arrojaba el presupuesto base para la obra.

Recorrió palmo a palmo la extensión de la casa. Anotó, fotografió, hasta notas de audio grabó. En eso nadie le era superior; en su trabajo nadie la superaba.

Llegando a la planta alta, se dispuso a recorrer con tranquilidad y parsimonia cada lugar, tratando de no perderse de cada detalle. Todo iba como de costumbre hasta que llegó a lo que ella creyó, era la habitación principal; en donde, quizás, pondrían su cuarto los dueños, puesto que era el espacio más amplio y con una entrada de luz magnífica, eso gracias al inmenso ventanal que daba al jardín frontal.

Evelyn se acercó hacia la ventana, sumergida en miles de imágenes de cómo restaurar tan fabulosa abertura y cómo acondicionar cada parte de ese espacio. Todo iba perfecto hasta que la abrió y se asomó por ella. Si bien el panorama del suburbio era soñado y el de la parte de enfrente era igual de hermoso, la vista que tuvo de la casa del otro lado de la acera era aún mejor: a la misma altura de su ventana, se encontraba un hombre mirando por la suya de la misma manera que Evelyn lo hacía.

El muchacho se percató que alguien lo observaba y solo atinó a levantar su mano para saludar. Ella levantó mecánicamente la suya y respondió al saludo... y en ese instante comenzó a sentir los primeros síntomas del desborde: esa sonrisa de dientes blancos y labios finos y tersos comenzaba a hacer estragos en su cabeza... se estaba corriendo el pestillo de una ventana, pero no la de la casa... sino la de su cabeza.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top