Mirando a través de la ventana de la lógica: la despiadada realidad de Evelyn
Quise (quizás, una infinidad de veces) acabar con todo lo que no estaba bien en mí.
Me esforcé demasiado por encajar para evitar el abandono, para no caer en el saco roto de los excluídos.
Sin embargo, la única persona que me abandonó y me excluyó fue a mí misma, dejándome llevar por mis propios impulsos de fusionarme con el resto.
¿Por qué lo hice? ¿Por miedo, tal vez? ¿Pero miedo a qué? Creo exactamente la razón: por temor a ser yo misma... a ser diferente.
¿Qué tiene de malo serlo? Obviamente que nada: aquellos a los que me quería parecer para poder tener un lugar en sus vidas eran diferentes y no lo ocultaban; pero sus diferencias, ¿aceptaban las mías?... No lo sabré jamás. Quizás no les dí la oportunidad de verme como realmente era.
Ni siquiera yo sé quién soy ahora y lloro ante eso; lloro por perderme y saber que jamás me volveré a encontrar.
En ese camino a la perdición, creé monstruos que se alimentaban de mi desesperación y me ahogaban con su egoísmo, ese que yo misma desperté en sus inconciencias.
Dañé a Joseph por amar a Camila, cuando le proporcioné el arma más mortífera para dejarme perdida aún más de lo que estaba: el oportunismo parásito.
Maté a Camila por pensar que me quitaría el amor que había anidado en mi vida... pero ese sentimiento nunca estuvo... yo nunca amé a Joseph.; asimismo, asesiné a esa mujer creyendo lo contrario y la dilapidé para ocultar mi falta y mi arrepentimiento.
La celadora pagó mi pesada culpa por decirme la verdad a borbotones violentos y crudos. Quizás no era la mejor forma; tal vez ella no sabía cómo expresarlo, pero tampoco era el motivo de mis arrebatos y mis desequilibrios. La honestidad aguda duele más que el corte de una hoja de papel y yo no se lo resistí.
Creo que este mundo tan salvaje no es para mi alma débil... creo que las cosas hubiesen sido de otra manera si solo si no me hubiesr abandonado a mi misma.
Culpé a todos por un desamparo evitable: por no querer continuar mi propio camino y construir mi propio designio.
Hasta le eché la culpa de todo al ánima que se parece horrorosamente a Joe... hasta que comprendí que no era una manifestación de él buscando venganza, sino la expresión aberrante de toda la podredumbre de la que se llenó mi paupérrima alma.
En la habitación demasiado blanca tengo más momentos de locura y paz que cuando debo estar en contacto con los demás. Allí no hay tiempo, no hay materia... no hay nada... ni siquiera yo... y quisiera que eso fuera eterno: quisiera sentirme extremadamente bien así como lo estoy en ese lugar acolchonado... ¿así se sentirá la eternidad?
Ahora que me encuentro en el patio (dicen que me he portado bien y me compensan con salir un rato) he encontrado un momento de feroz conciencia; entonces cavilo que lo mejor sería entregarme a mi último acto de lógica cordura y regalarme la única y final muestra de amor: cerraré y destruiré para siempre esta ventana que solo trajo caos a mi mente.
Aclaro! No es maratón! Solo fueron momentos de lucidez! Jajaja!
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