La ventizca del desquicio

"El correo ya tendría que haber traído mi pedido, ¿por qué tanta demora?". Como siempre, la mente de Evelyn iba a mil revoluciones por minuto; aún más desde que había desarrollado su obsesión por Joseph. Hacía una semana que había adquirido en una tienda online un dispositivo completo de cámaras de circuito cerrado. Estaba dispuesta a todo. Vagaba en el casi inexistente límite entre la reserva y el acoso. Esas cámaras las instalaría en la casa de Joe - cuando él no estuviese - así ella podría observarlo desde su habitación.

Quería saber todo sobre él... quería sentir, a través de las imágenes, que ella estaba para él, saber de su día a día... "cuidarlo", se repetía para sí misma.

En el momento en que iba a enviar un mail a la tienda en línea, recibió un mensaje de texto de Joseph:
"¡Querida vecina! ¿Cómo estás? Debes de disculparme de antemano, pero desde temprano tengo conmigo un paquete que trajeron del correo que es para ti. Parece ser que se confundieron de dirección.
En cuanto puedas ven a buscarlo".

El corazón de Evelyn saltó lleno de emociones confusas: primero miedo, pensando en que Joe pudiese abrir la caja y darse con su contenido especial (aunque todos los inmuebles de este suburbio tienen ese tipo de sistema para evitar los atracos) y segundo, euforia, por el mensaje que le envió él tan cordialmente.

Evelyn no esperó ni un segundo para contestarle:
"¡Hola Joe! ¡No sabes lo que he esperado ese paquete! Temía por momentos que la oficina postal lo hubiese regirado a su origen. ¡No sabes lo que es realizar nuevamente todo el trámite para dar con el producto! Te estoy muy agradecida por haber recibido la caja. Me alisto y voy a buscarla".

La muchacha creyó que el intercambio de mensajes quedaría allí cuando, para su deleite, vió cómo aparecía otro texto.

"¡Magnífico Eve! (¿no te molesta que te llame así, verdad?) También quería preguntarte si quieres quedarte a cenar. Sin darme cuenta no racioné bien la porción y cociné demasiado. Me pasa seguido por una mala costumbre que me quedó del pasado. ¡Qué dices! ¿Aceptas?"

Eve no sabía si gritar, llorar o solo pellizcarse. Joe la había invitado a cenar con la excusa de que había cocinado demás. Había intuido perfectamente que a él le estaban pasando cosas con ella, pero jamás se hubiese imaginado que tan pronto.

Esto era maravilloso, era ideal, perfecto... como sacado de un cuento de hadas... como si el drama de la tarde se hubiese vuelto real... solo que, a diferencia de la realidad, todo esto se arremolinaba peligrosamente en la cabeza de Eve, como cuando una inocente ventizca hace pensar que es solo eso y no la antesala del caos de un huracán... un huracán llamado Evelyn.





Avisos parroquiales: la autora cambió el capítulo por haberse precipitado a actualizar sin que le gustase mucho este. Mil disculpas y espero que ahora les guste un cachito más. Gracias nrdnbl por ayudarme.

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