LA VENTANA SE CIERRA, PERO...
La mejor redención que pude haber elegido para la liberación de mi espíritu es irme de este mundo.
Al ras del suelo encontré conciencia y vi todo más claro.
Sentí, a lo lejos, unos gritos y el golpeteo de tacos cuando alguien corre apresurado y afligido.
De a poco el calor y el color me abandonaban... todo se presentaba confuso y difuso.
Le puse a mi rostro pálido y adolorido una sonrisa y el panorama viró a oscuro y luego... ya nada.
Me siento liviana, tibia, tranquila. Desde arriba no se distinguen muy bien las siluetas ni los llantos... desde abajo se ve el paisaje rojo, pegajoso y la vida escapándose.
Aún así, hay algo que me retiene. Quiero seguir mi camino (no importa hacia donde) pero esa fuerza me aprisiona.
El aire pasó de frío a denso y todo lo mojado que me cubría está seco y hasta limpio.
Quizás el purgatorio es así. Quizás solo debo relajarme y esperar mi sentencia. Quizás mi castigo no se encuentra aquí.
¿O, quizas es una pena o una bendición? No lo se, solo tengo la certeza de que debo aguardar.
–¡Doctor! La paciente de la sala 313 no está en su cama– comunica la enfermera al médico de guardia del hospital Central.
–¡No puede ser! ¡Fíjese bien! Tiene el diagnóstico de coma irreversible!– vocifera el hombre.
–Con todo respeto, doctor, venga usted mismo a ver: la habitación está vacía–culmina en tono desesperado la mujer.
–Haga sonar la alarma de emergencias así cierren el lugar. No debe salir de aquí.
¡Diablos! ¿Cómo pudo haber ocurrido esto?–sentencia nervioso el médico.
Es un amanecer hermoso en cualquier lugar de este bendito mundo.
Me preparo para ir a trabajar en la panadería donde conseguí trabajo afortunadamente.
La gente aquí parece muy buena, pero lo más importante es que no son curiosos y no preguntan nada.
Me abrazo a mi fortuna y, de vez en cuando, busco entre mis cabellos palpar la cicatriz que me quedó de advertencia por no haber hecho las cosas con cuidado.
Como me he esmerado laboralmente, la dueña del local me confió las llaves para así yo abrir temprano cada jornada. Es que siempre pude contar con mi apariencia de "confiable".
El día recién sale de su cascarón y está más púrpura que nunca, como si anunciara un evento maravilloso... y no me equivoco.
Suena la campanilla del mostrador, es seña que el primer cliente ha llegado.
Camino lentamente hacia el salón de ventas limpiando mis manos distraída y cuidadosamente.
Miro a través de la ventana por donde pasan los pedidos y la vista que tengo es más que bella... es sublime.
Recargado en el mostrador se encuentra el hombre más hermoso que vi (aunque, todavía, tengo leves recuerdos de otro que también era bien parecido).
Su aura es de despreocupación; se nota que ha madrugado y que va rumbo a su labor en el horario exacto.
Mi ingreso al espacio lo saca de su sopor y hace que se pare adecuadamente ¡Cielos! Es altísimo y de complexión fornida. Pero lo que más me pierde es ese holluelo en su mejilla derecha y cómo sus ojos se pierden en la línea de su sonrisa amena.
–¡Buenos días! Mi nombre es Evelina y estoy aquí a su disposición ¿El caballero desea llevar algo?–anuncio mi tan bien estudiado verso de ventas.
–¡Oh! ¡Hola Evelina! Pues, si. Llevaré un latte macchiato y unos macarones– decide sin titubear.
–¡Bien! En unos minutos estará preparado su pedido señor...–y dejo la interrogación volando.
–Kim Namjoon, señorita Evelina...–anuncia mientras estira su mano en señal de saludo.
–Evelina López. Soy la dueña del negocio– correspondo a su acción riendo quedamente.
Siento que este comienzo me deparará la oportunidad que eché a perder en el pasado. Este chico me dará la felicidad que extravié junto a aquellos que no me supieron entender.
Una ventana se cerró bruscamente y pensé que el mundo se acabaría para mí... pero otra vez le erré a mi destino... otra ventana se abre para mí.
FIN
HOLA!
BUENO! QUÉ DECIR?
SOLO GRACIAS POR LA OPORTUNIDAD QUE ME DIERON TODOS AQUELLOS QUE ELIGIERON LEER MI PRIMER INTENTO DE HISTORIA Y QUE SE QUEDARON HASTA EL FINAL.
RENUEVO MI AMOR PARA CON TODOS USTEDES Y NO DEJO DE AGRADECERLES POR SER UNA BENDICIÓN PARA MÍ.
GRACIAS POR TANTO... PERDÓN POR TAN POCO.
NOS VEMOS EN EL PRÓXIMO RELATO.
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