¡Encantada! Soy Evelyn López, a tu servicio (A tus pies y maldita).
Llaman a la puerta. No espero a nadie y los dueños de la casa me dijeron que se iban de viaje por el lapso de tiempo que dure la remodelación. Fara, mi mejor amiga, no puede venir en estos momentos pues trabaja hasta la noche (es enfermera psiquiátrica).
Vuelven a golpear ¿Quién puede ser? Camino distraídamente hasta la entrada y abro y... y he aquí al chico que me había saludado hace unos instantes desde el ventanal de la casa del otro lado de la acera ¡Por Alá! Si de lejos se veía muy bien, pues personalmente era una obra de arte, hasta podría decir, el mejor logro arquitectónico: ojos ligeramente rasgados y color miel, cabello descuidadamente rizado y peinado por el viento, la altura ideal para colgarte de su cuello y que la testa encaje perfecta bajo esa quijada cincelada por Miguel Ángel. Pero lo que se lleva los laureles es esa sonrisa amplia ornada por dientes amplios y parejos. Como podría decirse, este muchacho tenía todo en su lugar.
No sé en qué momento volví a la realidad, quizás cuando él volvió a repetir su nombre por tercera vez.
— ¡Hola! Soy Joseph Hung. Parece que seremos vecinos. Me estoy mudando. Creo no haber escuchado tu nombre — dijo extendiendo su mano.
Yo, entre el calor que subía a mi rostro por la vergüenza de haberme tildado y el otro calor que corría hacia abajo por mi imaginación demasiado frugal, extendía mi mano sellando el saludo con un apretón firme.
— ¡Oh! ¡Encantada! Soy Evelyn López. Soy... — y en ese momento callé, repasando en mi mente lo que había dicho Joseph. Iba a ser el vecino de los Whellington; pero eso él no sabía. Eran datos a mi favor. Este hombre me está gustando demasiado y, tal vez, no tiene compromiso sentimental.
Hace tiempo que no tengo conexión con alguien del sexo opuesto y esta oportunidad no puedo dejarla pasar. Aparte, ¿qué mal le puedo hacer omitiéndole algunas cosas? Luego, cuando todo esté en marcha y bien, le contaré la verdad. Quizás se moleste un poco, pero vale la pena intentar algo. Me merezco un tipo así.
— ¡Perdón! — reí tímida — ¡Otra vez! Evelyn López, tu vecina desde hoy. Soy arquitecta así que, si necesitas ayuda, estoy a tu servicio.
Él se unió a mi risa por mis lapsos de abstracción y mis ocurrencias.
— Te pido disculpas si es que "quedo colgada" en algunos momentos. Mis pensamientos van a mil entre responder, no olvidarme algunos encargues, quizás algún detalle para revisar sobre la casa y darte la bienvenida. En vez de cabeza, tengo un torbellino sobre mis hombros.
Joseph rió encantado ante mi excusa: verdaderamente parecía un ángel llamando a mi puerta... bueno... por ahora mi puerta. Esta criatura maravillosa debía estar en mis recuerdos; y si era posible en mis días.
Estoy segura que todo saldrá fenomenal tal cual lo pienso y lo imagino. Sé que mi mente muchas veces me juega malas pasadas pero eso es debido a la presión de mi trabajo y la vorágine de todas las jornadas viviendo al límite.
"¡Tranquila Evelyn López! Se que quieres estar a sus pies ya pero no debes asustarlo. Se que sientes como si estuvieras maldita bajo los encantos de este sublime hechicero", decía en mi cabeza y me reía en mi interior por las pavadas que pensaba. "Nada malo pasará... ¿verdad? ¿verdad Evelyn?", y en ese instante tendría que haber prestado atención a esa alarma, pero todo era encantador y embriagador que le resté importancia.
Una delgada sombra se coló por medio de la mínima abertura que tenía la ventana de mi cabeza.
Opté por ignorarla mientras Joseph y yo ingresabamos al interior de mi hogar usurpado.
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